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TARÍA

M DE BL
LAURA
ALLER ETRAS
OCAZ N° 37: 127-141, 2005
EL DES -DIBUJAMIENTO DE LA PETA PISSN 0716-0798
ONCE: OTRA CLAVE…

EL DES-DIBUJAMIENTO DE LA PETA PONCE:


OTRA CLAVE INÉDITA DE UN DELIRIO
Donoso’s blurring of Peta Ponce:
keys to understanding a delirious novel

MARÍA LAURA BOCAZ LEIVA


maria-bocazleiva@uiowa.edu
The University of Iowa

Este ensayo explora la evolución del personaje de la Peta Ponce a partir del material
contenido en las cajas 3 y 9 de la colección José Donoso Papers, de la Universidad de
Iowa. Postula que si bien el personaje permanece prácticamente inalterado en torno a su
espacio físico, apariencia y relación con Inés Santillana, presenta cambios significativos
en lo que respecta a su inserción dentro de la narración. A diferencia de la versión publicada
donde en pocas ocasiones interviene directamente, en los borradores consultados el lector
tiene acceso no solo a sus actos —es responsable del embarazo de Inés— sino a diálogos
donde se evidencian sus creencias, pensamientos, planes y origen. Por último, propone que
la selección del epígrafe de la novela publicada está presente en el proceso de composición
de la obra, determinando significativamente no solo la evolución del personaje en estudio,
sino el proceso global de escritura y reescritura de la novela.
Palabras clave: reescritura, borrador, obsceno pájaro de la noche.

This paper explores the evolution of Peta Ponce from the material in boxes 3 and 9 of
the José Donoso Papers collection from The University of Iowa. It is proposed that although
this character does not change almost at all regarding her physical setting, appearance and
relationship with Inés Santillana; she does change regarding her presence in the narration.
While in the published version her presence is covert, in the manuscripts, the reader has
access not only to her acts’ —e.g. her responsibility in Inés’ pregnancy— but also dialogues
where her beliefs, thoughts, plans and origin are explicitly mentioned. Lastly, it is proposed
that the selection of the epigraph of the novel is present during the process of composition,
determining not only the evolution of the character Peta Ponce, but also the writing and
rewriting process of the novel.
Key words: rewriting, draft, obscene bird of the night.

Creo que tengo que revisar y revisar, hacer y rehacer y rehacer,


hasta que quede armado hasta la gran perfección.
José Donoso, NB 23.

La primera edición de Alfaguara de El obsceno pájaro de la noche


(1997) incluye un apéndice titulado “Claves de un delirio: los trazos de la

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memoria en la gestación de El obsceno pájaro de la noche”, que nos permite


saborear algunas claves del proceso de escritura de ese caos discursivo que
tempranamente luchó por adaptarse al epígrafe de Henry James padre. Por
ejemplo, la respuesta que Donoso dice haber dado a su esposa Pilar cuando
esta le preguntó qué iba a escribir, delata cuán diferente es la novela publicada
de sus ideas germinales:

No sé. Solo sé que quiero escribir una novela muy


sencilla y muy clara, sin ninguna de las experimen-
taciones y dificultades que estos escritores que tanto
me han gustado están haciendo. Quiero que sea algo
como una parábola, algo muy corto, que no me tome
más de un mes, a lo sumo dos, para después man-
dársela, tal vez, a Margarita Aguirre, en Buenos
Aires, a ver si la hace publicar en Sur (Donoso 569).

Los numerosos esquemas, reflexiones, notas y borradores, disponibles en


la colección de la Universidad de Iowa, permiten enfrentarse —entre otros—
a aquellos cambios significativos así como a los elementos que “sobrevivieron”
a los múltiples borradores, al paso del tiempo y al enjuiciamiento “despiadado”
de su creador: “Todo lo que he escrito antes no vale” (B9, F6: 152).

El presente ensayo tiene por finalidad registrar uno de los tantos ele-
mentos que constituyen lo que Donoso denominó la “biografía” de una obra:
el optar por la estrategia narrativa de des-dibujar al personaje de la Peta Ponce,
reemplazando su voz subjetiva inicial por el uso de múltiples voces narrativas.
Así como cifrar aquellas claves que nos permiten concluir que este personaje
presenta cambios significativos en lo que respecta a su inserción dentro de la
narración y que permanece prácticamente inalterado en torno a su espacio
físico, apariencia y a su estrecha relación con Inés Santillana, esposa de
Jerónimo de Azcoitía.

El material estudiado pertenece a las cajas 3 y 9 de la colección citada.


Los borradores contenidos en la primera no poseen fechas de referencia, sin
embargo, a partir de las coincidencias que se observan en términos de con-
tenido y desarrollo con los cuadernos consultados de la caja 9 —fechados con
los años 1962 y 1963— nos permite hipotetizar que habrían sido mecanogra-
fiados por el autor durante estos años.

El 15 de julio de 1962, Donoso escribe: “Inés se había llevado a vivir


con ella a su mama (sic).1 Su habitación en el fondo de la casa, su mate, su

1 Todas las citas reproducidas han sido transcritas con exactitud, respetando sus faltas y tachaduras.

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chal” (B9, NB 22: 118). A partir de lo cual se puede apreciar que desde las
primeras ideas que dan origen a la novela, la Peta está íntimamente relacionada
con Inés y que ocupa un espacio determinado e invariable: un cuarto oscuro
al fondo de la casa de los Azcoitía.

El porqué de esta lejanía y la oscuridad que caracteriza desde la génesis


de la obra al espacio de la Peta, responde a la invariable voluntad del autor
por relacionar este personaje con la fealdad y lobreguez: “darle desde un
principio, el lugar secreto de la fealdad, de lo oscuro en esa casa clara, aireada,
armónica. Jerónimo se niega a que Inés la lleve consigo al casarse: hay que
eliminarla y eliminar lo que ella representa” (B9, NB 22: 161).

La voluntad de retraerla del espacio público está motivada justamente


por sus características: la Peta Ponce es esencialmente lo feo, siniestro; debe
ser confinada donde no se vea para no opacar la cara bella y pública de los
Azcoitía. En efecto, en uno de sus cuadernos Donoso escribe: “Peta Ponce
representa el revés de la moneda” (B9, NB 22: 161) y en otro insiste nue-
vamente en la necesidad de trabajar este aspecto:

Tengo que re-hundirme en El Obsceno Pájaro de la


Noche.
Algunas cosas: Edmundo Palacios me habló de los
sitiales de una catedral en España, tallados en ma-
dera… que por la parte de los asientos muestra un
mundo angélico y justo, y por el revés muestra,
escondido de todos los ojos y recién descubierto, un
mundo totalmente demoníaco. Ligar a la Peta tanto
con lo sarraceno como con lo medioeval (sic) (B9,
NB 24: 26).

De lo anterior se puede deducir que tanto los adjetivos que la caracte-


rizan como los objetos que pueblan su habitación, no cambian significativa-
mente. Tanto en la versión final como en los borradores estudiados reina la
fealdad, oscuridad, hediondez y el desorden; aquello que por lo general,
permanece oculto por corresponder a la cara que no se quiere mostrar:

Después de esperar un instante, empujó el portón. Al


entrar tras ella, se abalanzó sobre Jerónimo el áspero
olor de bodega, a sacos de papas, porotos, garbanzos,
a fardos de paja y leña y cebollas de guarda. Después
de la poblada opulencia de la luz de la tarde, le
pareció estar en una bóveda fría, cuya oscuridad lo

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aislaba de toda orientación, suspendiéndolo en un


vacío. (B3, F6, “Capítulo dos”: 19)2

Otro de los aspectos prácticamente invariables es la relación de Inés y


Peta. La frase de Inés “La Peta Ponce quiere cualquier cosa que quiera yo”
(Donoso 191), permanece invariable en términos de contenido desde su pri-
mera aparición en las versiones mecanografiadas:

“Ella quiere cualquier cosa que yo quiera”


(B3, F1, “First Draft”, “Capítulo dos”: 17)
“La Peta quiere cualquier cosa que yo le diga”
(B3, F4, “Capítulo tres”: 29 y en F6, “Capítulo dos”:
18).

La relación entre ambas mujeres es íntima y peculiar, de hecho, el autor


cifra en su cuaderno como uno de los objetivos a desarrollar, el “profundizar
más —en sentido psicológico naturalmente— lo demoníaco de la relación
Inés-Peta” (B9, NB 22: 120).

En la versión publicada de El obsceno pájaro de la noche se puede


apreciar la cercana relación entre ambos personajes a través de los pasajes en
los cuales intervienen Inés, Jerónimo de Azcoitía, el Mudito o Humberto Pe-
ñaloza, la que bien puede sintetizarse en las palabras delirantes del Mudito: “Así
tiene que ser, así ha sido siempre, Inés, Inés-Peta, Peta-Inés” (Donoso 445).

Una explicación de la intimidad de dicha relación se observa en el


diálogo entre Inés y Jerónimo, donde el lector se percata de que Inés desde
que ha sido niña ha estado junto a la Peta: “Te he contado mil veces que fue
tan buena conmigo cuando me enfermé. La habían traído del fundo de mi
abuelo Fermín para que bordara las sábanas de mi mamá cuando se casó y
después se quedó en la casa para ayudar a coser” (Donoso 191). Además, que
la anciana sirvienta ha estado junto a la familia desde tiempos inmemoriales,
ya que los antepasados de la Peta también sirvieron a la familia Azcoitía:

…dicen que la madre de la Peta tenía un trasero


descomunal y que en tiempos de plaga de zancudos
la tendían de noche, completamente desnuda, a los
pies de la cama donde dormía la abuela de Inés, para
que así los bichos prefirieran cebarse en glúteos
gordos, dejando limpia y lozana la carne de la dama
que dormía sin molestia (Donoso 373-4).

2 Cfr. Con la página 191 de la edición de Alfaguara (1997) para apreciar las sutiles diferencias entre
ambos pasajes.

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Los dos episodios anteriormente citados aparecen en cuatro de los


ejemplares mecanografiados3. Si bien se observan diferencias entre los dis-
tintos borradores y de estos con la versión publicada, el contenido es el mismo
y por tanto no tiene mayores consecuencias sobre la esencia de la Peta Ponce
en su versión final.

Por ejemplo, el nombre del abuelo, dueño del fundo donde la Peta y
sus antepasados sirvieron, en la versión publicada es Fermín; en tanto en tres
de los borradores4 se llama Julio, y Fermín corresponde al nombre del hermano
menor de Inés:

La Peta había nacido en la vasta propiedad sureña


de su abuelo Julio y su madre y su abuela y no se
sabía cuántas tatarabuelas fueron sirvientes5 de los
Santillana durante siglos. Tal vez desde que los
primeros españoles engendraron en las6 indias toda
una raza de servidores, unidos a la tierra, vendidos
y comprados con ella.7 La Peta pertenecía a la os-
curidad secular y sin historia de su raza,8 a esta linea
(sic) de mujeres cuyo destino fué (sic) servir a las
distintas generaciones de los Santillana, unidos a
ellos por los misteriosos lazos de la servidumbre
(B3, F6, “Capítulo 2”: 25-6).

Por último, la información relacionada con los antepasados de la Peta


entre la versión publicada y el material de la caja 3, también constituyen un
buen ejemplo de diferencias que no inciden en la esencia del personaje en
cuestión. Así, en el borrador titulado “Capítulo 2” no solo se narra sobre la
madre de la Peta, sino de su abuela, información que finalmente es omitida
en la versión publicada. Por otra parte, mientras en el texto final la madre de
la Peta posee la peculiar misión de mantener intacta la piel de Inés de Azcoitía
gracias a la ofrenda de su “trasero descomunal” (374); en el borrador señalado
la madre es compositora de huesos:

Inés recordaba haber oído, muy de vez en cuando,


alguna anécdota acerca de la familia de la Peta. En

3 F1, “First draft”, “Capítulo dos”; F4, “Capítulo tres” y “Capítulo cuatro” y en F6, “Capítulo Dos”;
todos estos ubicados en B3.
4 B3, F6, “First draft”, “Capítulo 2”, y “capítulo dos”.
5 En el texto mecanografiado el vocablo está escrito a mano y reemplaza a “servidoras”.
6 En el texto mecanografiado el autor borra “primeras” antes de “indias”.
7 El autor tachó “por raza” y decidió iniciar la oración con “La Peta”.
8 Complemento añadido por el autor a mano.

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una figuraba la madre: era compositora, de profe-


sión aumentando su corto estipendio9 arreglando
los huesos rotos de uno que otro peón. Una vez el
abuelo Julio se cayó del caballo y ella lo curó. Se
sabía también que una10 abuela de la Peta tenía en
su casa una imágen (sic) milagrosa de la Virgen…
(B3, F6, “Capítulo dos”: 26)

Cabe destacar que en uno de los tantos esquemas que el autor confec-
ciona para organizar lo que le resta por escribir o bien para sintetizar lo escrito,
presentes en el cuaderno 23, la compositora no es la madre, sino la Peta (17).

La brujería, por su parte, constituye uno de los rasgos que caracterizan


desde el inicio de la obra a la Peta Ponce. Donoso señala: “La Peta, por lo
demás, es como la reencarnación de muchas brujas populares, de muchas
generaciones de brujería campesina” (B9, F7, NB 23: 17). Si bien este rasgo
está desde el inicio del proceso de escritura de la novela, a diferencia del
hechizo relacionado con la sanación de Inés cuando era niña (la Peta chupa
la enfermedad sanándola por completo) el cual no varía significativamente,
aquellos que tienen relación con el anhelado embarazo de Inés, presentan
versiones distintas; de hecho en los borradores consultados se pueden verificar
dos versiones que finalmente no son incluidas en el texto publicado.

En uno se encuentra un diálogo de Inés con la Peta en el que esta le


pide un retrato suyo, efectivamente poco más de un año después de la inter-
vención de la Peta, Inés queda embarazada:

“Tráeme un retrato tuyo…”


“Pero si usted tiene tantos, mamita…”
“Necesito uno de ahora que estás llena de Jeróni-
mo…”
“ Para qué?” (sic)
“Yo sabré…”
“Dígame para qué, mamita…”
“Tengo una comadre sabia…”
“Y si Jerónimo llega a saber?” (sic)
“Para qué va a saber? (sic) Estas son cosas de mujeres
que se arreglan entre mujeres. Si ellos lo llegan a
saber, se echa todo a perder.11 Tú quédate tranquila.

9 El texto ennegrecido está escrito a mano por el autor y reemplaza al siguiente texto tachado: “que
aumentaba su corto estipendio de su servicio”.
10 Reemplazo por el autor del artículo definido la.
11 Originalmente decía “si ellos lo llegan a saber, se echa a perder todo”.

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La Peta te lo va a arreglar todo… esta comadre es


muy famosa…”
“No será pecado?” (sic)
Mirando los viejos dedos de la Peta que jugueteaban
como si desgranaran imaginarias cuentas, Inés pre-
firió no dudar porque entregarse a ella era por lo
menos una remota posibilidad de solución … En un
cuarto de extramuros lleno de humo y de olores
potentes, dos viejas, la Peta y su comadre, estaban
recitando palabras quizás terribles sobre su retrato,
sometiéndolo a inexplicables tratamientos” (B3, F1,
“First draft”: 7-8).

En otro, Inés queda embarazada después de que la Peta ordena a Je-


rónimo que entierre la primera menstruación de Inés que ella conservaba entre
sus numerosos bultos y desperdicios, acción que decide acatar el entonces
joven Jerónimo, a pesar del repudio que la orden le causa:

“Tiene que ir a enterrar la primera menstruación de


la niña. En cualquier parte, con sus propias manos,
en esta casa. Así ella ya no volverá a tener la regla
y esa sangre perdida alimentará al hijo que usted
quiere tener. Vaya…”
………………………………………………………
“Está enterrado”, dijo, y se sentó al borde del camas-
tr (sic)
Entonces la vieja dijo:
“Ahora, don Jerónimo, aunque le parezca raro y
pidiéndole que disculpe mi arrogancia, le tengo que
pedir una cosa. Ustedes dos tienen que hacer el amor
solo cuando yo se los indique, y tienen que venir a
hacerlo aquí, a mi cuarto y en mi cama…” (B3, F4,
“Capítulo seis”: 72).

En otra versión la Peta no ordena a Jerónimo que entierre la primera


menstruación de Inés pero sí que duerma con Inés en su cama:

“Es muy sencillo”, dijo. “Todo está listo. Esta noche


traiga a Inés a esta pieza —y duerman y hagan el
amor en mi cama. Yo, si me perdona la insolencia,
dormiré en el dormitorio que ustedes usaban cuando
dormían juntos…”
“¿Y qué más?”

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“Nada más…”
“¿Y mi pacto con el diablo para tener un hijo?”
La Peta se santiguó:
“Ay, por Dios don Jerónimo, no diga esas cosas…”
(B3, F4, “Capítulo nueve”: 88).

Efectivamente, en esta versión después de que la pareja cumple las


órdenes de la Peta, Inés queda embarazada y a diferencia de la versión pu-
blicada, es la misma Peta quien le informa a Jerónimo del milagro:

“La Inés está esperando…”


Jerónimo siguió sorbiendo el chocolate.
“Está de tres meses…” (B3, F4, “Capítulo nueve”: 90)

No obstante, a diferencia del borrador titulado “Capítulo seis”, donde


Jerónimo abraza y besa a la Peta movido por la alegría y el alivio de saber
que por fin la familia Azcoitía contará con un heredero, en el pasaje citado
no alcanza a dirigirse a ella, pues cuando se digna a mirarla de frente, ya ha
desaparecido:

Cuando Jerónimo saltó de su silla al realizar por fin


el contenido de lo que oía, la Peta ya había desapa-
recido de la habitación. (sic) ¿Era cierto? ¿Era posible,
entonces, que ese harapo humano tuviera en sus manos
hilos que lo conectaban a él con poderes ocultos, más
potentes que Dios ¿capaz de vencerlo? (90).12

Sin duda estas últimas dos versiones son más cercanas a la intervención
que tiene la Peta para el embarazo de Inés en la novela publicada, sin embargo,
en esta última el milagro posee una explicación más compleja y oscura: se
puede deducir que Humberto Peñaloza y la Peta Ponce fueron los protagonistas
del milagro: “Ella y yo, la pareja sombría, concebimos el hijo que la pareja
luminosa era incapaz de concebir. La vieja lo tramó todo: la herida en el brazo
(…) los aullidos de la perra (…) la oscuridad de este cuarto” (Donoso 234).

Por otra parte, este tema se desarrolla en la novela a través de la


narración enmarcada en la reconstrucción que Humberto Peñaloza hace de lo
ocurrido en diferentes segmentos y no mediante un diálogo donde estén cla-
ramente marcados los interlocutores ni donde se defina con claridad e instan-
táneamente, lo ocurrido:

12 Probablemente una influencia del inglés realize, “darse cuenta de”, “percatarse de”.

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Fue cuando sus manos ya no pudieron construir


muebles ni coser camisas más diminutas, que la Peta
le propuso el plan. Tráemelo, eso me dice tu ante-
pasada bruja que está hablando a través de mí, que
me lo traigas, tráeme a don Jerónimo, Inés, convén-
celo de que yo existo, que me venga a ver, ella dice
que si él consiente una noche en hacer el amor
conmigo aquí en mi habitación, en mi cama de sábanas
sucias, hediondas con mi cuerpo viejo, encima del
colchón que oculta una infinidad de paquetes caba-
lísticos, en esta oscuridad con olor a cosa gastada,
quieta pero inquieta, esta quietud con el salto y salto
del tordo en su jaula, entonces, Inesita, entonces, te
juro, quedarás embarazada (Donoso 225).

Así, en algunos fragmentos de la novela se puede deducir que Humberto


fue quien tuvo relaciones con Inés, conducido inexplicablemente por el poder
de la Peta a su habitación:

—Jerónimo.
Sí, sí, soy Jerónimo de Azcoitía, tengo mi herida
sangrando para demostrártelo; la tomé en mis bra-
zos. La llevé a la cama de la Peta. Inés lloraba
repitiendo y repitiendo el nombre de Jerónimo para
anular lo que pudiera quedar de Humberto, y mien-
tras más lo repetía más iba creciendo Jerónimo, sí,
sí, has anulado a Humberto que se deja anular con
tal de tocarte, soy Jerónimo, tócame, conoces mi
carne, no tengas miedo, soy Jerónimo y lo seré para
siempre si me lo permites (Donoso 227).

Sin embargo, en otros fragmentos se pregunta si él reemplazó a Jeró-


nimo y la Peta, a Inés:

¿Cómo saber con certeza que fue la Peta Ponce la


que dispuso los acontecimientos de esa noche, y
cómo, y qué dispuso? Quizá no haya muerto la perra
amarilla. Quizá ni un trozo de mi carne haya tocado
la carne de Inés (…) en esas tinieblas yo puedo no
haberle dado mi amor a Inés sino a otra, a la Peta,
a la Peta Ponce que sustituyó a Inés por ser ella la
pareja que me corresponde…” (Donoso 233).

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Finalmente, ante la incertidumbre, Humberto opta por dar crédito a la


ilusión que menos dolor le causa:

… a veces tengo la esperanza de que la Peta haya


manejado también mi sueño, me atrevo a suponer
que todo fue solo un sueño que al ser urdido por la
Peta tuvo la eficacia del hecho real. Que bastó so-
ñarlo para que Inés quedara grávida, no fue porque
la Peta y yo hicimos el amor al mismo tiempo que
ellos sobre esta cama… (Donoso 234).

Entre los borradores de la caja 3, se encuentran otros dos episodios


relacionados con las brujerías de la Peta para favorecer a Inés que no aparecen
en la versión final; en todos ellos lo ocurrido no se narra a través de terceros,
sino mediante el diálogo entre Peta e Inés. El primero tiene relación con un
talismán que la Peta entrega a Inés para que Jerónimo se enamore de ella:

Cuando Inés conoció a Jerónimo inmediatamente


supo que era el hombre que ella quería para si (sic)
y fue a decirselo (sic) a la Peta. Ella buscó entre los
cajones de su ropero y sacó un guijarro negro, que
le ordenó que siempre lo tuviera cosido en una bolsita
en el interior de su corpiño.
‘Te traerá suerte, el hombre que tu (sic) quieras no podrá
dejarte’ (B3, F1, “First draft”, “Capítulo dos”: 29).

Es la Peta Ponce quien personalmente cuenta a Inés cómo llegó a sus


manos el talismán que perturba profundamente a Jerónimo cuando lo descu-
brió. Este episodio se desarrolla en tres textos pertenecientes a diferentes
capítulos, los cuales no presentan entre sí diferencias significativas:

Yo era muy chica. Iba con mi abuela por un potero13


de rastrojos a la hora de la oración. Llevábamos
atados de ramas secas, porque era invierno y no
teníamos carbón en la casa. Los celajes estaban
teñidos de lacre, y dos eucaliptus negros entablaron
plática, movidos por el viento. De repente me quedé
parada. Entre los terrones del rastrojo vi dos culebras
entrelazadas como si estuvieran14 haciéndose el amor.

13 Posiblemente sea un error de mecanografía y el término apropiado, “potrero”.


14 El autor agrega a tinta “abrazadas” después del verbo.

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— como te va a abrazar tu marido cuando quiera de


veras hacerte un hijo. Cuando mi abuela las vió (sic)
huyó de miedo, pero me gritó: “Tírales tus ramas
para que se aparten y recoge lo que encuentres
debajo”.— Yo les fuí (sic) tirando mis ramitas, poco
a poco para no hacerles daño, hasta que las culebras
se apartaron y se fueron cada una por su lado, pero
no enojadas. Entonces recogí lo único que encontré:
una piedrecita negra y pulida. Cuando se la mostré
a mi abuela, me dijo: ‘Esas culebras te robaron tu
amor, pero te dieron esa piedra, que te va a servir’.—
Y es cierto, porque mi sangre inútil me ha servido
para otras cosas”… (B3, F6, “Capítulo dos”: 27-8).

Por último, el episodio relacionado con la primera menstruación de Inés,


previo al plan cuyo objetivo era que Inés quedara embarazada, aparece en tres
textos mecanografiados15 de la Caja 3 y en un esquema del cuaderno 25. Estas
tres variantes no presentan diferencias significativas, pero sí en relación a la
idea inicial registrada en uno de los cuadernos donde la Peta no guarda la
menstruación de Inés, sino que la entierra: “Creo que agregaré a esto el hecho
de que la Peta ha enterrado con Inés, la primera menstruación —se puede
bordar bastante sobre esto… sin duda Inés quedará embarazada” (B9, F7, NB
25: 116).

Cabe destacar, que en las versiones mecanografiadas el episodio está


marcado por las reacciones violentas de Inés quien incluso golpea y grita a
la Peta. La adolescente asustada acude a su nana-confidente, motivada por la
indiferencia de su madre. La mujer la acoge y explica lo que le está ocurriendo
y finalmente decide guardar los restos de la primera menstruación de Inés:

…Mira tu mancha roja. Déjame guardarla, tu prime-


ra mancha…
Para qué, mamita? (sic)”
Algún día puedes necesitarla… (B3, F1, “First draft”,
“Capítulo dos”: 29).

Por otra parte, se puede decir que las tres versiones mencionadas
materializan lo que Donoso escribió previamente en las reflexiones cifradas
en uno de sus cuadernos donde explica por qué Inés acude a la Peta:

15 B3, F1, “First draft”, “Capítulo 2: 28-9”; F 4, “Capítulo 4”: 40; F 6, “Capítulo 2”: 26.

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Esta, cuya niñez y adolescencia ha sido hasta cierto


punto desgraciada frente a una madre impenetrable,
se vierte entera en la Peta. Nadie había preparado a
Inés para la menstruación: el trauma es infinito, y su
único refugio, con toda su ‘culpa’ por la suciedad de
menstruar, la deposita en la Peta. De ahí en adelante
la Peta se transforma en la figura emocional única
de su vida. (B9, F7, NB 23:17).

La selección del epígrafe es otro de los elementos que nos permiten ver
ese proceso de escritura que la mayoría de las veces permanece incógnito. A
diferencia de aquellas obras en el que el epígrafe es escogido una vez que la
novela ya ha sido escrita, en el caso de El obsceno Pájaro de la Noche, se
puede apreciar en tres de los cuadernos donde el autor registraba sus ideas y
preguntas —entre otros—, cómo el epígrafe no sigue a la obra sino que se
inserta en el proceso de composición, puesto que ya en el año 1962 el autor
transcribe el párrafo que usará como epígrafe y posteriormente se pregunta:
“¿Cómo, cómo diablos, hacer calzar ‘El obsceno pájaro de la noche’ con el
Azcoitía?” (NB 23:13); “Reina de nuevo la posibilidad de ponerle ‘El obsceno
pájaro de la noche’ ¿calza? No sé todavía” (B9, NB 23:40).

Crear un personaje que habite un espacio oscuro, indecente y que dadas


sus características e intervenciones pueda ser relacionado con lo siniestro, sin
duda constituyó uno de los elementos que le permitieron al autor responder
a este impulso temprano, ya que si bien la etimología del vocablo obsceno
es confusa, se relaciona indiscutiblemente con voces como hediondo, impro-
nunciable, incontable, indecente, lóbrego; en otras palabras, con aquello que
se prefiere ocultar, sacar de escena.

Así, lo poco que sabemos de la Peta Ponce mediante su propia voz se


convierte en uno de los elementos que le permitieron a Donoso relacionar lo
escrito con lo obsceno. Ese ocultar que en primera instancia constituía tan solo
una intención del autor, posteriormente se convirtió en un des-dibujar los
rasgos del personaje hasta un punto “dibujados”, para que el lector ya no
presenciara las brujerías de la Peta, por ejemplo, sino que se enterara a través
de otros personajes que era bruja.

En efecto, en numerosas ocasiones a lo largo de la novela publicada


sabemos más de la Peta Ponce a partir de lo que otros cuentan o recrean de
ella que por su propia voz, a tal punto que en reiterados fragmentos de la novela
a través del “dicen” ya no tenemos certeza incluso de uno de sus rasgos más
estables, el nombre: “No, no se llamaba Peta Ponce, se llamaba Peta Arce,
no Peta Pérez Arce…” (Donoso 380). Tampoco podemos asegurar si fue la

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primera asilada de la Casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnación de la


Chimba, si tuvo realmente alguna relación con el Mudito o si nació en un fundo
de los Santillana o de los Azcoitía: “La Peta nació en uno de los fundos de
los Azcoitía al sur del Maule, de una estirpe oscura y anónima allegada a la
familia preclara, trabajando sus tierras y cuidando sus casas, cortando su maíz,
pastoreando sus ovejas y pisando sus uvas para el vino. Dicen…dicen…”
(Donoso 373).

La aparición del vocablo “dicen” es reiterativa a partir de la segunda


parte de la novela. Es un agente de descomposición y desarticulación, puesto
que el lector deja de enfrentarse a la narración de hechos contados de la misma
manera por varias voces o de discursos fragmentados que al unirse constituyen
un todo lógico; para encarar diferentes versiones de lo ocurrido que muchas
veces no solo resultan distintas, sino opuestas, conformando una realidad
fragmentaria, plural y muchas veces contradictoria.

De este modo, la convivencia de versiones significativamente diferentes


según su enunciador y de versiones que se cuentan a partir de otras versiones,
imposibilitan al lector para decidir qué versión es más o menos verídica, para
finalmente saber qué ocurrió: ¿Inés era niña-beata o niña bruja? ¿Inés de
Azcoitía se fue voluntariamente a vivir a la Casa de Ejercicios Espirituales
de la Encarnación de la Chimba o Jerónimo la encerró porque tenía Lepra?
¿Mudito nació en la Casa de Ejercicios Espirituales o lo encontraron aban-
donado en una población callampa? ¿Humberto Peñaloza jamás escribió la
novela que se comprometió a escribir o realmente existen cien tomos de lomo
verde?

La identidad de los personajes es sin duda uno de los aspectos que más
deterioro sufre a partir del dicen. Por ejemplo, lo que el propio Mudito cuenta
sobre su origen e infancia está enunciado a partir del dicen “…dicen que esa
vieja salía conmigo envuelto en harapos, … a pedir limosna en las calles…”
(378) de manera tal que lo que él ha escuchado sobre su pasado es igual de
probable que lo que cuentan las viejas que han escuchado sobre él. El binomio
niña-beata/niña-bruja también es imposible de descomponer: el lector puede
optar por una u otra versión, pero esto constituirá una opción tal como lo es
para las viejas de la casa y no el resultado inevitable ante pruebas irrefutables
como lo serían, por ejemplo, documentos o un diario de vida de la madre del
Mudito.

El “dicen” es por tanto una estrategia narrativa que magistralmente cifra


la oralidad, materializa lo que las distintas voces del mundo narrado piensan,
sienten, han escuchado, han visto, produciendo un todo compuesto de versio-
nes varias, atadas a la subjetividad de los personajes: “Todas las pruebas son

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TALLER DE LETRAS N° 37: 127-141, 2005

tan inciertas, siempre el dicen es lo que impera, se sabe solo el nombre de


la persona que oyó el dicen, no el nombre de la persona que dijo el dicen…
cuestión de alguien que le contó algo a alguien en una habitación…” (Donoso
364). Por último, es tal vez la prueba por excelencia del des-dibujamiento como
estrategia narrativa utilizada concientemente por el autor como un mecanismo
eficaz para materializar una faceta de lo obsceno.

A partir de la información presentada se puede deducir que las diferen-


cias sustanciales entre los borradores y el texto publicado radican en cómo
interviene la Peta Ponce en el mundo narrado. Mientras en los borradores la
Peta Ponce interviene directamente, el personaje habla y por lo tanto es “bruja”,
“confidente” y “contadora de cuentos”; en la versión publicada estas caracte-
rísticas son principalmente cifradas por los personajes que la rodean o bien,
mediante frases, sustantivos y adjetivos que magistralmente resumen su esencia:

Meica, alcahueta, bruja, comadrona, llorona. Confi-


dente, todos los oficios de las viejas, bordadora,
tejedora, contadora de cuentos, preservadora de las
tradiciones de la cama, de desechos de sus patrones,
dueña de las confidencias inconfensables, de las
soledades y vergüenzas que otros no soportan. (Do-
noso 22).

De este modo, podemos concluir que en una primera etapa, el autor


“dibuja” al personaje para luego “des-dibujarlo”, mediante la sobrevivencia
de la voz del personaje en tan solo un par de fragmentos y sustituyéndola en
la mayoría por el “dicen”, que todo lo descompone, presente en los diálogos
de otros personajes y en los monólogos o narraciones enmarcadas del Mudito.
Por otra parte, que esta estrategia narrativa constituyó uno de los elementos
que permitieron responder a esa voluntad inicial de unir “Obsceno Pájaro de
la noche”16 a la narración que por un periodo —entre los años 1962 y 1963—
se llamó “El último de los Azcoitía”.

Las observaciones consignadas también nos permiten concluir que si


bien la novela presenta a lo largo de su periodo de escritura cambios signi-
ficativos, posee elementos que no sufren mayores alteraciones desde su apa-
rición en los primeros borradores, tal como es el caso de la Peta Ponce,

16 Otros títulos registrados por el autor en los cuadernos estudiados hasta el presente, son: “The Bird”,
“Gárgola”, “Las gárgolas”, “Palabras de gárgolas”. Al respecto, es interesante notar por qué Donoso
desiste de un título relacionado con gárgola: “gárgolas aunque linda palabra, es demasiado obvio y
no muy interesante” (B9, F7, NB 23).

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MARÍA LAURA BOCAZ EL DES-DIBUJAMIENTO DE LA PETA PONCE: OTRA CLAVE…

específicamente en lo que respecta a su nombre, a su estrecha relación con


Inés de Azcoitía, al espacio que habita y su función dentro del mundo narrado.
Cabe destacar que tanto en los pre-textos como en la versión final, la Peta es
la figura central en el anhelado embarazo de Inés —quien en el material
consultado al igual que en la versión publicada— muere después del parto.17

El archivo de la Universidad de Iowa es extenso, variado y riquísimo.


Investigaciones posteriores que contemplen además la revisión del material
guardado en la Universidad de Princeton, podrán ampliar la hipótesis formu-
lada. El valor de las reflexiones que aquí concluyo radica en abrir al amante
de la narrativa donosiana una interrogante y enfrentarse con otra clave de la
génesis de aquel delirio que de cuento pasó a nouvelle y que finalmente se
constituyó en una de las novelas cumbres de la literatura latinoamericana.

BIBLIOGRAFÍA

José Donoso. El obsceno pájaro de la noche (2da. ed.) Santiago: Alfaguara,


1997.
——. Cuaderno 22 (ms). José Donoso Papers. MsC 340 (Caja 9, Carpeta 6). UI.
——. Cuaderno 23 (ms). José Donoso Papers. MsC 340 (Caja 9, Carpeta 7). UI.
——. “First Draft”, “Capítulo dos”. José Donoso Papers. MsC 340 (Caja 3,
Carpeta 1), UI.
——. “Capítulo tres”, “Capítulo cuatro”, “Capítulo seis” y “Capítulo nueve”,
José Donoso Papers.
MsC 340 (Caja 3, Carpeta 4), UI.
——. “First draft”, “Capítulo dos”. José Donoso Papers. MsC 340 (Caja 3,
Carpeta 6). UI.

17 Sin duda, este hecho conforma uno de los aspectos más complejos y caóticos de la novela: si Inés
de Azcoitía muere después de dar a luz a Boy (Donoso 172) ¿cómo y cuándo es que se recluye en
la Casa de Ejercicios Espirituales? La muerte de Inés después del parto da pie a las siguientes
hipótesis: a) Humberto Peñaloza efectivamente escribió una novela, pero dadas las características
caóticas del texto, los lectores no estamos en condiciones de decidir qué parte de lo escrito pertenece
a la novela (El obsceno pájaro) y qué a la novela inserta. b) la muerte de Inés es un elemento que
el autor decide conscientemente dejar, a pesar de que resulte incomprensible o paradójico, dentro del
mundo narrado, aprovechando la disposición caótica de los acontecimientos, la focalización múltiple
que los cifran y el “dicen” que todo lo descompone. Pensar que este fue un elemento que el autor
descuidó o que accidentalmente no arregló me parece absurdo a la luz del cuidado, conciencia y
reflexión que delatan sus cuadernos en torno al proceso de escritura y reescritura.

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