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SER CON OTROS

¿La base de la felicidad?

Los seres humanos somos sociales por naturaleza, lo cual se refleja en nuestra necesidad
fundamental de relacionarnos entre nosotros. Nuestra existencia está inextricablemente ligada a
la sociedad, y gran parte de nuestro proceso de aprendizaje a lo largo de la vida está destinado a
prepararnos para vivir en comunidades y desarrollar habilidades de convivencia. Estas habilidades
todavía no están lo suficientemente vistas, valoradas ni desarrolladas desde los espacios
educativos formales como el colegio y muy poco conscientes en el ámbito de la familia.

En el colegio muchas veces ponemos el foco en el contenido curricular, y en la familia, la mayoría


de las veces las relaciones están viciadas por los aprendizajes y experiencias de los progenitores,
generando patrones relacionales a repetir en el futuro si no trabajamos a conciencia en ellos.

Nuestras relaciones con los demás, desde las interacciones más simples, como comprar en una
tienda, trabajar, convivir en la comuna, hasta los lazos afectivos más profundos, desempeñan un
papel esencial en la calidad de vida que experimentamos. Las personas que nos rodean
contribuyen significativamente a nuestro bienestar y al desarrollo de nuestro potencial.

En estas relaciones, nuestras capacidades y emociones se manifiestan de manera más evidente.


Las interacciones humanas pueden generar emociones intensas y proporcionar respuestas a las
preguntas fundamentales que guían nuestras vidas. Esto subraya la importancia de reconocer el
valor de las personas en nuestras vidas y comprender cómo nuestras interacciones mutuas
influyen en nuestra felicidad y desarrollo.

A lo largo de nuestra vida, establecemos una variedad de relaciones, y nuestra habilidad para
construir vínculos saludables y relaciones positivas es esencial para nuestra adaptación y
supervivencia en la sociedad. Las relaciones personales, ya sean amistades, relaciones de pareja o
de otro tipo, a menudo otorgan un sentido de propósito a nuestras vidas y nos proporcionan el
apoyo necesario para enfrentar los desafíos que encontramos.

El cultivo de relaciones positivas no solo nos ayuda a sobrellevar momentos difíciles, sino que
también enriquece nuestras vidas, permitiéndonos compartir experiencias positivas y contribuir a
la creación de un ambiente propicio para la felicidad y el crecimiento. Estas conexiones pueden ser
parte de una amplia red de apoyo, en la cual encontramos espacios para disfrutar, aprender y
superar obstáculos.

En este contexto, surgen los "Círculos Virtuosos", como resultado de nuestras inversiones en
relaciones positivas con los demás. Esto implica ser conscientes de la importancia de cada
interacción y reconocer que todos merecemos respeto. A pesar de que los conflictos pueden
surgir, también pueden ser oportunidades para el crecimiento y la mejora, contribuyendo al
desarrollo de estos círculos virtuosos.

Este círculo virtuoso generalmente no es perfecto, es virtuoso, pues implica la habilidad para
sortear las diferencias y crear las conversaciones que sean necesarias para aceptar al otro como un
auténtico otro y mirar en nosotros mismos los espacios de sombra y ceguera cognitiva. Por eso, es
un aprendizaje continuo que implica revisarnos de manera constante en nuestra interpretación del
otro y, sobre todo, en el valor de la relación.
Dentro de estos círculos, nuestras acciones y emociones generan un impacto que puede tener
consecuencias a largo plazo, influyendo en futuras oportunidades y relaciones. Cuidar el
crecimiento mutuo en estas conexiones es fundamental para determinar su calidad y contribuir a
la formación de un entorno en el que todos podamos ser más felices y exitosos.

Además del reconocimiento de la importancia de las relaciones y su impacto en nuestras vidas, es


fundamental considerar el aspecto del cuidado de estas conexiones. El cuidado de las relaciones
implica una serie de elementos clave que contribuyen a fortalecer los lazos y mantenerlos
saludables:

Comunicación efectiva: La comunicación es la base de cualquier relación sólida. Escuchar


activamente a los demás, expresar nuestras necesidades y sentimientos de manera clara y
respetuosa, y estar dispuestos a resolver conflictos de manera constructiva son aspectos
esenciales de una comunicación efectiva.

Empatía: Entender y sentir empatía hacia las perspectivas y emociones de los demás es crucial
para construir relaciones sólidas. La empatía nos permite conectar a un nivel más profundo y
comprender las necesidades y preocupaciones de las personas que nos rodean.

Apoyo mutuo: Las relaciones se fortalecen cuando nos apoyamos entre nosotros. Brindar apoyo
emocional, estar presente en momentos difíciles y celebrar los éxitos de los demás son formas de
fomentar el cuidado mutuo.

Respeto y consideración: El respeto mutuo es esencial para cualquier relación saludable.


Reconocer y valorar las diferencias individuales, así como mostrar consideración por las
necesidades y deseos de los demás, promueve un ambiente de respeto y confianza.

Tiempo de calidad: Pasar tiempo de calidad juntos fortalece los lazos emocionales. Ya sea a través
de conversaciones significativas, actividades compartidas o simplemente disfrutando de la
compañía del otro, invertir tiempo en las relaciones es una forma efectiva de cuidarlas.

Aprendizaje continuo: Las personas cambian con el tiempo, y las relaciones también evolucionan.
El cuidado de las relaciones implica estar dispuestos a adaptarse y aprender a medida que la
relación se desarrolla, manteniendo un interés constante en conocer y apoyar a la otra persona en
su crecimiento personal.

Límites saludables: Establecer límites claros y respetar los límites de los demás es esencial para
mantener una relación equilibrada. El respeto por las necesidades individuales y la autonomía de
cada persona contribuye a la salud de la relación.

Reconocimiento y gratitud: Mostrar aprecio y gratitud hacia los demás refuerza el vínculo
emocional. Reconocer los esfuerzos y actos de bondad de las personas en nuestras vidas
promueve sentimientos positivos y fortalece la conexión.

El cuidado de las relaciones es un proceso de aprendizaje continuo que requiere conciencia,


compromiso y atención constante. Al implementar estos elementos en nuestras interacciones
con los demás, contribuimos al desarrollo de relaciones sólidas y enriquecedoras que pueden
formar parte de nuestros círculos virtuosos, donde el crecimiento mutuo, el bienestar y la
felicidad se multiplican.

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