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Revanchismo

Si tuviéramos que utilizar una palabra para definir lo que es una revancha, diríamos que
se trata de una venganza. El concepto de revancha expresa el deseo de restaurar una
situación negativa en el pasado. Esta idea es aplicable a todo tipo de situaciones
humanas: la rivalidad entre países, la competición deportiva o el juego infantil. En
cualquier circunstancia en la que haya una revancha, el mecanismo general es bastante
parecido:

1- Dos partes se enfrentan.

2- Hay una disputa y una de las partes sale perdedora y como respuesta se produce una
reacción, dando lugar al siguiente paso.

3- la petición o deseo de revancha del perdedor.

Este procedimiento es tan general que incluso se habla del revanchismo, que viene a ser
la actitud mediante la cual se intenta un resarcimiento ante la derrota Si se analiza desde
un punto de vista psicológico el sentido de la revancha, se distingue un aspecto
evidente: el ser humano quiere ganar (en una batalla, en un partido de fútbol o jugando a
las canicas). Ante este hecho indiscutible, nos podemos hacer la siguiente pregunta:
¿por qué nos gusta tanto ganar? Hay una primera respuesta bastante sencilla: porque es
mejor que perder. Sin embargo, otra posible respuesta está en relación con la
competitividad. La teoría del evolucionismo de Darwin puso de manifiesto que todos
los seres vivos luchan por la supervivencia y en ese proceso sobrevive el que mejor se
adapta a las circunstancias. De esta manera, el revanchismo sería un mecanismo que nos
permite volver a luchar para obtener la victoria. El espíritu de revancha

La valoración moral del revanchismo es compleja. Se podría hablar de dos caras de una
misma moneda: como deseo de superación o como un impulso vengativo. Ilustremos
estos enfoques a través de dos ejemplos. Supongamos que dos equipos de futbol se van
a enfrentar y en un partido anterior uno de ellos sufrió una derrota por goleada. En un
sentido deportivo y noble es comprensible y razonable que haya un afán de revancha.
Imaginemos una situación en la que una derrota va acompañada de ira y de odio por el
adversario, lo que produce un deseo de revancha de tipo destructivo, sin nobleza ni
espíritu competitivo.
Claves y estrategias para evitar el revanchismo

Aprende a perdonar: si seguimos pensando que la persona que nos dañó lo hizo a
propósito, es el momento de aprender a perdonar. Si resulta que ese individuo tiene la
necesidad de hacer daño a otras personas, quizás es porque es incapaz de tratar con sus
propios problemas personales. En ese caso, debemos evitar los conflictos con esa
persona y alejarnos de ella.

Déjalo ir: es importante evitar problemas innecesarios en nuestra vida. Es cierto que los
conflictos pueden resultar un valioso aprendizaje, pero el rencor suele implicar arrastrar
un sentimiento desagradable. Por esta razón, una decisión inteligente es dejarlo ir y
seguir nuestras vidas en búsqueda de la felicidad personal.

Transforma la culpa en responsabilidades: la culpa es un sentimiento relacionado


con la carga, no podemos hacer nada con ella salvo arrastrarla. En cambio, la
responsabilidad se trabaja. Si en vez de echar la culpa a alguien de sus actos, le
responsabilizamos y hablamos con esa persona, estaremos dando una oportunidad a
alguien para que mejore y, de este modo, evitaremos el rencor.

Practica la comunicación asertiva: en el caso de que decidamos hablar con la persona


por la que sentimos rencor, debemos hacerlo de la mejor manera posible. A pesar de que
existen muchos estilos comunicativos, la mejor estrategia será aprender a ser asertivo.

Pensamiento positivo sustitutorio: esta estrategia se basa en reemplazar un


pensamiento negativo por la versión positiva de este. Por ejemplo, podemos cambiar el
"esta persona es mala, me ha hecho daño y se merece lo peor" por "esta persona quizás
no quiso hacerme daño, de todos modos, ha pasado mucho tiempo y no tiene por qué
importarme".

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