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Metabolismo de los lípidos

Varios compuestos de los alimentos y del organismo se clasifican como lípidos. Entre ellos destacan los triglicéridos, los fosfolípidos y el
colesterol. El componente básico de todos ellos son los ácidos grasos; ácidos orgánicos hidrocarbonados de cadena larga. Además de
proporcionar energía (triglicéridos), también poseen una función estructural en las membranas celulares (colesterol, fosfolípidos y
triglicéridos).
La estructura de los triglicéridos involucra a tres moléculas de ácidos grasos de cadena larga unidas a una molécula de glicerol. Se diferencian
principalmente en el número de carbonos en sus ácidos grasos.
CH3 CH2 (CH2)16 COO CH3 CH (CH 2)16 COO CH3 CH2 (CH2)16 COO
Figura 6. Ejemplo de triglicérido: triestearina (presente en las carnes rojas).
Tanto el tejido adiposo como el hígado es capaz de almacenar gran cantidad de grasa en forma de triglicéridos en estado líquido, para poder
suministrar energía a cualquier otro tejido en caso de necesidad. Las lipasas tisulares rompen los ácidos grasos de los triglicéridos para formar
ácidos grasos libres y ser transportados junto a la albúmina en el plasma para su posterior oxidación para obtención de energía. Las grasas
deben aportar en la dieta el 30-40% de las calorías totales. Todos los tejidos, a excepción del cerebro, utilizan los ácidos grasos para obtener
energía casi de forma intercambiable con la glucosa.
De igual forma, la liberación de adrenalina y noradrenalina desde la médula suprarrenal durante el ejercicio aumentan la actividad de la lipasa
hormonosensible presente en los adipocitos (acción lipolítica), con un marcado aumento de la utilización de los ácidos grasos en el músculo (8
veces más durante el ejercicio).
Metabolismo de los ácidos grasos en las mitocondrias
La degradación y oxidación de los ácidos grasos tiene lugar en las mitocondrias, proceso facilitado por un transportador denominado carnitina.
La degradación de los ácidos grasos se produce principalmente mediante beta-oxidación, que libera de forma sucesiva fragmentos de dos
carbonos en forma de acetil-CoA. Estas moléculas de acetil-CoA entran de inmediato en el ciclo de Krebs para producir grandes cantidades de
ATP. La beta-oxidación de los ácidos grasos está facilitada por el glucagón, que inhibe la síntesis de malonil-CoA (etapa limitante de la
biosíntesis de ácidos grasos).
Otra forma de degradación de los ácidos grasos para producir energía es la síntesis de cuerpos cetónicos (cetogénesis), que ocurre en el
hígado. Dos moléculas de acetil-CoA pueden combinarse para formar acetoacetato, que puede posteriormente convertirse en
betahidroxibutirato y acetona (los 3 cuerpos cetónicos mayoritarios). Los cuerpos cetónicos tienen la capacidad de difundir libremente a través
de las membranas celulares, para incorporarse al ciclo de Krebs y producir energía. Son el principal combustible en situaciones de ayuno
(cetosis de ayuno) o hipoglucemia para múltiples tejidos, incluyendo el cerebro (MIR 18, 49). Los cuerpos cetónicos también aumentan en
diabetes mellitus con insulinopenia severa.
En el ayuno o en insulinopenia severa, apenas se metaboliza ningún hidrato de carbono (por ausencia de los mismos o de insulina para
introducirlos en las células). En este contexto se suministran cantidades muy elevadas de ácidos grasos a la sangre desde el tejido adiposo, que
son utilizados en los tejidos periféricos para la producción de energía y en el hígado en gran parte para la formación de cuerpos cetónicos. Este
proceso está facilitado por el hipercortisolismo, la hiperglucagonemia y el hipoinsulinismo. Cuando los cuerpos cetónicos salen de los
hepatocitos solo pueden ser utilizados de manera limitada en las células. Inicialmente se eliminan por orina (cetonuria), pero durante la
cetoacidosis diabética el betahidroxibutirato y el acetoacetato aumentan sus niveles plasmáticos en más de 20 veces, pudiendo producir
acidosis extrema. La acetona es un cetoácido volátil que se espira en los pulmones, dando lugar a un olor característico de “manzanas
podridas” en pacientes con cetoacidosis, pero no contribuye de manera significativa a la acidosis metabólica.
Síntesis de triglicéridos a partir de los hidratos de carbono y de las proteínas
Cuando la ingesta de hidratos de carbono en la dieta sobrepasa la capacidad de utilizarlos en forma de energía o de almacenarlos en forma de
glucógeno, el exceso es rápidamente convertido en el hígado a triglicéridos. Estos triglicéridos se transportan posteriormente mediante las
VLDL para ser almacenados en el tejido adiposo. Esta función es importantísima como ahorro energético, ya que solo pueden almacenarse
unos centenares de gramos de glucógeno, mientras que de grasas pueden almacenarse kilogramos. Además, presentan mayor densidad caló-
rica para un mismo peso (9 kilocalorías/gramo en las grasas vs. 4 kilocalorías/gramo de glucógeno), por lo que son altamente eficientes como
sustrato energético de “ahorro”. Es importante recordar que ambos procesos son dependientes de insulina (glucogenogénesis y lipogénesis), y
que en la diabetes mal controlada con insulinopenia existe un aumento de la lipólisis. Aunque el exceso de carbohidratos puede ser
almacenado en triglicéridos, lo contrario no es viable, no pudiéndose convertir ácidos grasos en glucosa (MIR 18, 46).
De igual forma, si se ingieren más proteínas de las que se pueden utilizar, muchos aminoácidos pueden convertirse en acetil- CoA que se
transformará luego en triglicéridos. Por tanto, gran parte del exceso de proteínas en la dieta se almacenan como grasa en forma de
triglicéridos.
Colesterol
El colesterol presente en la alimentación se absorbe lentamente en la linfa formando parte de quilomicrones. Junto a este colesterol exógeno,
las células del organismo sintetizan una concentración mayor de colesterol endógeno, siendo su enzima limitante la 3-hidroxi-3-metilglutaril-
CoA reductasa. Está enzima se inhibe cuando existe un aumento de la absorción del colesterol dietético, regulando la concentración
plasmática de colesterol. Prácticamente todo el colesterol endógeno que circula en las lipoproteínas se sintetiza en el hígado, aunque las
células pueden sintetizar su propio colesterol, que forma parte de la estructura de la membrana celular. Las funciones principales del
colesterol son ser componente estructural de las membranas celulares, formar ácido cólico que es la base de las sales biliares (casi el 80% del
colesterol total se destina para esta función), y ser el precursor de múltiples hormonas esteroideas de la corteza suprarrenal, ovarios,
testículos y vitamina D.

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