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Las Artes Liberales están representadas en nuestros Temp.·. por las gradas
que permiten desplazarse desde el pavimento de mosaicos hasta el sitial del
V.·.M.·., las cuatro primeras gradas representan al Cuadrivium y las tres gradas que
permiten acceder al trono del V.·.M.·. significan el Trivium, por lo tanto la gramática,
la lógica y la retórica son inherentes al V.·.M.·.
El exordio es la introducción del discurso, los más usados son: el simple, que
se recomienda usar; el exordio por insinuación, para entrar suavemente en el
espíritu del auditorio, el grave, para un asunto elevado, el pomposo o sublime, que
es propio de la oración fúnebre y del panegírico y el brusco o exabrupto, cuando el
orador entra de súbito en materia.
La narración expone los sucesos que el auditorio debe conocer para la mejor
inteligencia de las causas que se expone, debe ser breve, clara e interesante.
Gorgias, embajador en Atenas, fue quien introdujo la retórica entre los griegos
hacia la segunda mitad del siglo V A.C. Era un orador brillante, capaz de cambiar la
apariencia de los hechos mediante la fuerza de su discurso. Fue él quien, reuniendo
los elementos de la poesía (metáforas, consonancia, simetría, etc.), los traspasó a la
prosa, enfatizando con esto el estilo del discurso y su fuerza expresiva. Planteó que
la retórica era el arte de persuadir a cualquiera por medio del discurso.
Rebelándose contra este abuso del arte retórico, Platón intentó reivindicarlo
planteando que existían dos tipos de retórica, una falsa y la otra auténtica. La falsa
era la retórica de hecho y su objeto sería la verosimilitud, la ilusión, el ser creída.
Esta era la retórica de los sofistas, la que adula, la que persuade para obtener poder
sin considerar el bien. Por el contrario, la auténtica retórica era la retórica del
derecho cuyo objeto sería la verdad y el bien. Era esta la retórica filosófica basada
en la sabiduría y la virtud. Según Platón, la forma fundamental del discurso era el
diálogo en búsqueda de la verdad y el pensamiento compartido. El curso que seguía
al razonamiento que subyace a estos diálogos era de tipo binario: el discípulo tenia
que elegir si aceptar o rechazar un argumento o alternativa que le ofrecía su
maestro; cada elección frente a un argumento o alternativa determinaba una
siguiente elección frente a un argumento o alternativa; y así sucesivamente hasta
alcanzar la conclusión deseada por el maestro.
Sin embargo, fue Aristóteles quien estableció definitivamente los principios
que subyacen a la retórica, los que, posteriormente, serían desarrollados en los
tratados clásicos de retórica de Cicerón, Quintillano, Dionisio, etc.
A partir de los años 50 del siglo pasado, la retórica retorna a las universidades
europeas y algunas de EE. UU. de América como una necesidad de sistematizar el
lenguaje tanto escrito como hablado frente a las gigantescas avalanchas de
información errática, amorfa y desordenada que circula por los inmensos y
atosigantes medios masivos de información.
Por eso la nueva retórica aspira a ser diálogo y a no dejar de serlo nunca. La
filosofía primera fue diálogo, no es que se construyera a partir del diálogo, es que su
esencia era dialógica, buscaba el logos primero, que paradójicamente era inefable.
«Los sofistas tuvieron éxito al hacerse con el monopolio del discurso público,
abandonado por los especialistas de lo enigmático. La batalla contra la sofística se
saldo con un trágico reparto del territorio, vigente todavía en muchos aspectos de
nuestra cultura: los demagogos se quedaron con el espacio del entretenimiento, con
lo interesante y divertido, con el humor y la ironía, con el discurso apasionado; los
filósofos se quedaron con las palabras serias, con lo esotérico y aburrido, en el
reservado de su propia jerga.
Bibliografía: