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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN ADICCIONES

Dirección General de Salud Pública

Tutores del Curso:


Dr. Francisco David Lorenzo González
Alba Fernández Padrón

Tema 2: Cerebro Adolescente y Emociones. 1 de 13


Tema 2: Cerebro Adolescente y Emociones.

Contenidos

1.1 La Adolescencia
1.2 Características del cerebro adolescente
1.3 Cerebro Adicto
1.4 Las Emociones y La Adicción

Objetivos

1. Dar a conocer las características de la etapa adolescente.


2. Informar al profesorado sobre el proceso madurativo que experimenta el cerebro
en los jóvenes.
3. Introducir conocimiento sobre las características y cambios que se producen a
nivel cerebral cuando sufrimos una adicción.
4. Que el profesorado conozca la importancia de las emociones dentro del proceso
adictivo.

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1.- CEREBRO ADOLESCENTE Y CONDUCTA ADICTIVA

1.1 La adolescencia

Adolescencia: significa transición, quiere


decir que el adolescente es la persona en la
que se está efectuando el cambio de niño a
adulto (Latorre y Fortes 1999).
Los cambios físicos se producen como
consecuencia de la maduración del eje
hipotalámico-hipofisario-gonadal.
Durante millones de años de evolución de la
especie humana, se han ido seleccionando
un tipo de comportamientos, los “machos” se han caracterizado por ser agresivos,
independientes y aventureros, mientras que las “hembras” por ser sociables y “maternales”.
Sin embargo, las condiciones culturales y sociales han ido cambiando rápidamente en los
últimos miles y más aún en los últimos cientos de años.
Posiblemente, muchos de los problemas de los adolescentes son consecuencia de
comportamientos favorecidos genéticamente, pero que ya no son necesarios o deseables
en el momento actual de nuestra evolución y se adaptan mal a las exigencias de la sociedad
presente.

La adolescencia debería de ser el mejor período de nuestra vida. La mayoría de las


funciones tanto físicas como psicológicas están en plenitud: fuerza, reflejos, rapidez,
memoria, etc.
Curiosamente, los adolescentes no han gozado de muy buena fama ya desde períodos
remotos de nuestra sociedad, aunque posiblemente sea la adaptación a esta sociedad
“moderna” lo que contribuya a esta mala prensa.

¿De dónde viene ese concepto tan negativo que tenemos de la adolescencia? Michel
Fize, un experto en estos temas, señala que “nuestro conocimiento actual de los

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adolescentes proviene casi exclusivamente del estudio de sujetos enfermos. Los
adolescentes felices, como los pueblos felices, no tienen historia”.
Repetir tanto que la adolescencia es un problema “induce en los jóvenes una actitud que
viene a corroborar la imagen que se les envía” (Fize 2009). Es necesario un cambio de
paradigma. (Efecto Pigmalion o Profecía autocumplida).

Video: https://www.youtube.com/watch?v=d88o4m7KPlg&feature=youtu.be

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1.1 Características del cerebro adolescente.

Una de las características distintivas del cerebro es su plasticidad. Desde que


nacemos el cerebro se va modificando ya que es un órgano plástico que se puede modificar.
La adolescencia es una etapa muy importante, ya que es el periodo en el que se produce
mayor número de conexiones neuronales además de que se desechan las que no son
utilizadas se denomina poda sináptica.

En la adolescencia se produce numerosos cambios tantos físicos como emocionales,


por eso identificamos a los adolescentes como inestables, impulsivos y con
temperamento.
Sabemos que el proceso de maduración cerebral tiene su mayor auge a lo largo
de la adolescencia. La maduración cerebral avanzan lentamente como una oleada desde
la parte posterior del cerebro hacia la frontal, desde áreas próximas al tronco cerebral que
controlan funciones más primitivas y básicas, como la visión, el movimiento y el
procesamiento fundamental de datos, hacia las áreas pensantes del lóbulo frontal,
evolutivamente más nuevas y complejas.

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Estudios científicos muestran algunas características propias de la etapa adolescente:
Las investigaciones indican que los adolescentes dan más importancia a las recompensas
o a las cosas que pueden ganar, cuando realizan una conducta en vez de tener en cuenta
los riesgos. Por ello le pesa más la respuesta placentera que se siente a nivel cerebral
cuando se consume una droga o se sacia una adicción, que los riegos y consecuencias
negativas que esta puede provocar.
Además, la búsqueda de novedades es más intensa en la etapa adolescente, esta
característica, puede traer problemas en las adicciones, cuando los adolescentes intentan
superar la última emoción con otra más fuerte.
Tanto a los adultos como a los adolescentes, nos atraen las cosas nuevas y
excitantes, pero durante la adolescencia se vive más intensamente. Estos se caracterizan
por la búsqueda de sensaciones: la emoción que proporciona lo inusual o lo inesperado.
Los adolescentes sí reconocen el peligro y no se visionan como inmortales, pero
aprecian mucho más la recompensa que el riesgo que “x” conducta pueda acarrear. En
situaciones en las que el riesgo puede reportarles algo que desean, valoran el premio
mucho más que los adultos.
Según la fisiología, los adolescentes sufren una sensibilidad máxima del cerebro a la
dopamina, un neurotransmisor activa los circuitos de gratificación. Por lo que las
satisfacciones y los premios se viven más intensamente.
También el cerebro adolescente es sensible a la oxitócina, otra hormona
neurotransmisora, que entre otras cosas hace más gratificantes las relaciones sociales, por

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lo que perciben el rechazo social como una amenaza para nuestra existencia, esto hace
que comentan determinadas conductas de riesgo al estar con sus iguales.

En esta etapa se produce una crisis emocional y de


conducta producida por los cambios madurativos que se
están produciendo en el cerebro. En este cerebro todavía
inmaduro se empieza a crear el concepto de identidad, esto
da lugar a que los adolescentes intenten independizarse de
la familia a través de una separación psicológica
caracterizada por la necesidad de intimidad, conducta
contrarias a la que aconsejan los padres, identificarse con
un grupo de iguales y adoptar sus roles, entre otras.

Video 1: https://www.youtube.com/watch?v=DAOdnS39HiQ&feature=youtu.be
Vídeo 2: https://www.youtube.com/watch?v=a1fdmXLSF-4&feature=youtu.be

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1.2 Cerebro adicto:
La adicción a sustancias es un problema de salud pública a nivel mundial. Un cerebro
adicto se desarrolla a consecuencia de cambios en la fisiología cerebral. Las drogas gus-
tan porque activan prioritariamente al sistema cerebral del placer; este efecto aumenta la
probabilidad de que el sujeto consuma nuevamente la droga. Sin embargo, este consumo
también activa, aunque en menor intensidad, a sistemas cerebrales como al de castigo.
Conforme se hace asiduo al consumo de la droga, se presentan cambios en la actividad
de diversos sistemas neuroquímicos cerebrales.
Uno de estos cambios es la hiperactivación del sistema de castigo que se expresa
ante la ausencia de la droga. Dicha hiperactivación se asocia con la presencia del sín-
drome de abstinencia. De esta manera, la recaída en el consumo de la droga ocurre para
eliminar las respuestas fisiológicas adversas asociadas a dicho síndrome de abstinencia.

Es posible que exista un cerebro pre-adicto o vulnerable a la adicción, dependiente


de la carga genética o por cambios epigenéticos. Por ello, es necesario conocer cómo las
variaciones genéticas están implicadas en las adicciones, a fin de favorecer terapias más
eficientes; además, controlar factores ambientales que de otra manera facilitan el con-
sumo de drogas por el sujeto y de esta manera promover la prevención.

En sí, la definición de adicción se refiere a la compulsión y repetición del uso de al-


cohol, nicotina, drogas opiáceas como la heroína, también la cocaína y otros estimulantes.

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Pero ¿qué hay del juego, el sexo y hasta los videojuegos e incluso Internet? Mucha
gente se embarca en estas conductas hasta el punto de convertirlas en algo peligroso para
ellos mismos y sus familias.
Los científicos han desarrollado en los últimos años estudios detallados de cómo la
adicción interrumpe las vías y los procesos que subyacen al deseo, la formación de hábitos,
el placer, el aprendizaje, la regulación emocional y la cognición, después de pasar décadas
investigando los cerebros de animales de laboratorio amantes de la droga y escaneando el
cerebro de voluntarios humanos.
La adicción causa cientos de cambios en la anatomía del cerebro, la química y
la señalización de célula a célula, incluso en las brechas entre las neuronas llamadas si-
napsis, que son la maquinaria molecular para el aprendizaje. Aprovechando la maravillosa
plasticidad del cerebro, la adicción remodela circuitos neuronales para asignar valor su-
premo a la cocaína o a la heroína a expensas de otros intereses como la salud, el trabajo,
la familia o la vida misma.
Hay un efecto del sistema de recompensa, donde el paciente obtiene un beneficio
por el uso de la sustancia. Luego eso se vuelve indispensable y necesario para vivir. A esa
conducta, se le agregan otros fenómenos adversos que se combinan por efecto de la droga.
Todo esto se establece también en un ambiente social que es parte del problema. El en-
torno socio- ambiental acompaña el deterioro de la persona. Ese entorno te lleva a la droga
o la droga al entorno. Es una relación bidireccional, en donde no se puede separar el medio
social.
El primer cambio notorio de una persona adicta se observa en los circuitos cere-
brales de recompensa. Se la llama neurotransmisión dopaminérgica y consiste en que la
droga va sustituyendo las recompensas naturales del organismo, como pueden ser la co-
mida o las relaciones sexuales. La droga, el cigarrillo o el alcohol puentean las funciones y
utilizan el mismo mecanismo para hallar una sensación de placer en el cuerpo.
La mayoría de las drogas que producen adicción afectan el cerebro incrementando
la neurotransmisión dopaminérgica en el circuito de recompensa del cerebro. La dopamina
es un neurotransmisor que se encuentra en ciertas áreas del cerebro vinculadas con el
movimiento, la motivación y la sensación de gratificación entre otras funciones. El circuito
de recompensa involucra diferentes áreas cerebrales. Cuando se activa este circuito se
refuerzan actividades que nos resultan gratificantes y de esta manera se seleccionan ciertos
comportamientos frente a otros.

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El consumo de algunas sustancias produce una liberación de dopamina que puede
ser mucho mayor y su efecto más duradero que el que producen algunas conductas que
usualmente producen placer como por ejemplo comer, escuchar música, ganar dinero y la
actividad sexual. De esta manera, se sobre-estimula el circuito de recompensa a través de
una liberación incrementada de Dopamina "enseñando" al cerebro a repetir esta conducta
y motivando a la persona a continuar con la conducta adictiva: consumo de sustancias o el
juego, por ejemplo.
En definitiva, la adicción está atribuida a características personales, como puede ser
una baja de moral, una química diferente en el cerebro, enfermedades mentales o traumas.
O simplemente contar con las amistades equivocadas.

1.3 Las emociones y la adicción:

La vida nos plantea retos ante los


cuales hay que responder continuamente.
El tener que afrontar tantos retos tiene el
riesgo de generar ansiedad, nerviosismo,
inseguridad, vulnerabilidad, estrés, depre-
sión, etc. Ante estos estados emocionales
que a veces nos pueden superar, algunas
personas sienten la tentación de consumir
drogas con el objetivo de cambiar sus esta-
dos emocionales. Como se sabe, esto
puede tener unas consecuencias nefastas
para la salud, hasta tal punto que puede lle-
gar a costar la vida.
Se han propuesto múltiples estrategias para la prevención del consumo de drogas.
Aquí se plantea una posibilidad centrada en el desarrollo de competencias emocionales.
Estas competencias se fundamentan en la inteligencia emocional, pero tienen un marco
teórico más amplio, ya que incluyen la teoría de las inteligencias múltiples, las aportaciones
de la neurociencia, la psiconeuroinmunología, el fluir, la psicología positiva, etc.

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La educación emocional es una de las innovaciones psicopedagógicas de los últimos
años que responde a las necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas
en las materias académicas ordinarias. Su objetivo es el desarrollo de competencias emo-
cionales.
El primer destinatario de la educación emocional es el profesorado. En primer lugar, porque
necesita las competencias emocionales para el ejercicio de su profesión. En segundo lugar,
para poder contribuir al desarrollo de las competencias emocionales de su alumnado. So-
lamente un profesorado bien formado podrá poner en práctica programas de educación
emocional de forma efectiva.
La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pre-
tende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del
desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el
bienestar personal y social (Bisquerra, 2000).
La emoción se ha definido como un conjunto de
respuestas químicas, neuronales, viscerales y
hormonales que se producen cuando se detecta un
estímulo emocionalmente competente, siendo un
elemento previo al sentimiento. En este sentido, por
un lado, la emoción es entendida como un proceso
automático sin necesidad de consciencia y están
ligadas al cuerpo pudiéndose observar de manera objetiva y directas. Y, por el otro, los
sentimientos son conscientes, es decir, la representación mental o cognición de los cambios
fisiológicos que caracterizan las emociones. Y, al contrario que las emociones, son privados
y ocultos (Damasio, 2001).
En la actualidad, los modelos cognitivos de adicción han asociado el consumo de
drogas con déficit neuropsicológicos diversos, incluyendo mecanismos relacionados con la
emoción, así como con procesos de memoria, procesos atencionales y las funciones
ejecutivas, entendidas estas últimas como un grupo integrado de habilidades implicadas en
la generación, supervisión y monitorización de conductas dirigidas hacia objetivos
socialmente adecuados (Verdejo-García & Pérez-García, 2007).
En resumen, existe una relación entre Inteligencia Emocional, Ajuste psicológico y
adicción.

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El consumo crónico de drogas de abuso produce profundas alteraciones en los
circuitos neuronales que se encargan de procesar la información emocional, de manera que
las drogas se transforman en eficaces reforzadores conductuales (o recompensas) para el
individuo que las consume. Así, cuando los adictos atraviesan por períodos de abstinencia
experimentan intensos sentimientos de malestar, cuyo alivio motiva el consumo de drogas.
Animales y humanos poseen mecanismos neurobiológicos que los impulsan a buscar y
consumir una substancia que asociaron con el alivio del malestar, de modo que dicha
substancia pasa a ser una medicina, porque su consumo produjo ese alivio en el pasado.
Aquí está el riesgo de crear una adicción, cuando asociamos el alivio del malestar
que produce de una emoción negativa con el consumo de una droga o con la realización
de una conducta adictiva. Por consiguiente, tratar estos estados afectivos constituye una
estrategia terapéutica fundamental en el tratamiento de la adicción.
Es por ello que debemos tener conocimientos sobre la identificación y gestión
emocional. Para poder explicarle a los jóvenes el proceso por el cual desarrollan una
conducta adictiva. Importantísimo trabajar en la creación de herramientas para una
adecuada gestión emocional.

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