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Una de las características distintivas del cerebro es su plasticidad.

Sobre todo en los primeros años de vida, el cerebro es un órgano


plástico que se puede moldear estableciendo miles de nuevas
conexiones neuronales y modificando o eliminando otras. Así, el
aprendizaje es uno de los cinceles que moldean el bloque de barro
que sería nuestro cerebro.
Durante la infancia aprendemos a una velocidad muy rápida y este
proceso se extiende hasta la adolescencia, que sigue siendo un
periodo de potencial aprendizaje. Las mayores modificaciones
cerebrales se producen en el periodo que va desde el nacimiento
hasta los 20 años, edad a partir de la cual esta plasticidad decae,
aunque no desaparece.
En la adolescencia se producen numerosos cambios tanto a nivel
físico como emocional. Al tratarse de una época de transición de
la infancia a la edad adulta, la adolescencia se convierte en una etapa
singular y a veces difícil. Por esto, el cerebro de los adolescentes
tiene características especiales.

Maduración cerebral
Todos conocemos el comportamiento propio de un adolescente,
pero detrás de este escenario se encuentra la maduración
cerebral. El cerebro se desarrolla de manera gradual durante la
infancia, y al final de esta alcanza su tamaño máximo. Se llega a la
adolescencia con el cerebro prácticamente desarrollado, pero falta la
última fase, la maduración.
Durante la maduración, parte de la materia gris se trasforma en
materia blanca. Por tanto, el cerebro sufre cambios estructurales,
apareciendo nuevas conexiones, desapareciendo otras y
reorganizando conexiones que existían previamente. Se produce
un «poda» neuronal, desechando todas aquellas conexiones que
ya no son útiles y que por el desuso se han debilitado.
La maduración se produce por áreas, desde la nuca hasta la frente.
La última área que madura es la corteza prefrontal que ayuda a
calibrar riesgos, se ocupa del control de impulsos, el juicio y la toma
de decisiones. Así, los adolescentes cometen imprudencias y
conductas rebeldes, ya que están en un periodo sensible en el que
estas funciones todavía se están consolidando.

Características propias del cerebro adolescente


La adolescencia es una etapa marcada por el neurodesarrollo y por
las experiencias personales. Se siguen perfeccionando las
capacidades cognitivas hasta los 20 años, aproximadamente, y los
circuitos cerebrales encargados de la toma de decisiones se vuelven
más complejos, mejorando las habilidades en este área. También se
pule la capacidad de razonamiento y se mejoran las habilidades
lingüísticas.
La corteza prefrontal es la sede de la autoconciencia y es la que
más tarda en madurar, razón por la cual durante la adolescencia
comienzan el desarrollo de la propia identidad. Además, el sistema
límbico implica a las emociones con más fuerza, lo que empuja al
adolescente a la búsqueda de nuevas experiencias.
También maduran el hipocampo y la amígdala, consolidando la
memoria individual y la afectividad. Se pasa de la dependencia
familiar a la independencia social, buscando desarrollar una
identidad separada del núcleo familiar. Además, las experiencias
vitales que surgen son de gran importancia: se crean nuevos circuitos
neuronales a raíz de los acontecimientos.

Diferencias entre sexos


En las chicas las regiones de la corteza frontal que procesan el
lenguaje, el control del riesgo, la agresividad y la impulsividad
maduran antes. En cambio, en los chicos maduran antes las regiones
del lóbulo inferior parietal, cruciales para las tareas espaciales. Estas
diferencias en la maduración se pueden observar en el
comportamiento, viendo conductas más impulsivas en los
chicos por ejemplo.
Las hormonas sexuales también juegan un papel importante. Se
producen cambios emocionales, mentales, psicológicos y sociales en
un periodo corto de tiempo. Ellas son muy sensibles a la aprobación,
aceptación o rechazo de los demás, son muy importantes las
relaciones sociales y agradar y gustar a los demás. Esto, se ve
influenciado por la dopamina y la oxitocina.

En cambio, ellos experimentan un aumento en la testosterona, que


reduce el interés por el contacto social excepto en lo que se refiere al
deporte y al sexo. La vasopresina también incentiva la
competitividad e independencia. Esto hace que los chicos sean más
temerarios, ya que tienen más expectativas de beneficio que de
riesgo.
Adolescencia, etapa de rebeldía y confusión
Se produce una crisis emocional y de conducta causada por todos
esos cambios hormonales y de conexiones neuronales, además de las
influencias sociales y propias experiencias, sobre un cerebro
vulnerable que está en proceso de maduración. Es la base del cerebro
adulto, donde empieza formarse la identidad.

En el intento de independizarse de la familia se produce una


separación psicológica y uno de los medios para marcar esta
separación tiene que ver con esa tendencia a hacer lo contrario de lo
que les aconsejan. Una de las conductas con un mayor riesgo en este
sentido es el consumo de drogas, que estaría incentivada tanto
por contradecir las órdenes de los padres como por la búsqueda de
experiencias nuevas, además de la poca consciencia de los riesgos.
El proceso de maduración cerebral repercute en muchos sentidos,
desde las aptitudes cognitivas hasta el manejo de las emociones. Es
un proceso necesario que toda persona tiene que pasar para concluir
la transición de un niño a un adulto. Un adulto que tendrá que hacer
frente al mundo de manera independiente y con menos apoyo del
que antes tenía.

Pero no todo depende del cerebro…


A pesar que los cambios a nivel cerebral del adolescente no todo
depende de ello. Como afirma el profesor Héctor Basile, «durante la
adolescencia el cerebro se está reformando». Por lo que una
correcta educación es crucial para un desarrollo saludable tanto a
nivel mental, como físico como conductual. La impulsividad que puede
desarrollar un chico puede verse paliada por una buena educación.
La adolescencia es una época de cambio a nivel cerebral y
psicológico. El joven busca su propia identidad. Sufre cambios a
nivel físico. Desarrolla nuevas inquietudes. Por lo que es importante
controlar su conducta para reorientar aquellos comportamientos que
puedan representar problemas. Sin embargo, no debemos olvidar que
también deben cometer errores para aprender de ellos. Por lo que una
protección desmesurada tampoco les beneficia.
El Doctor Basile relata que un adolescente puede ser víctima de su
primer impulso emocional y dejarse llevar por la ira. La amígdala,
encargada de gestionar emociones, se altera con facilidad, por lo que
no es extraño observar conductas agresivas en los adolescentes.
También señala que el lóbulo frontal no siempre tiene la misma
activación, porque las conexiones son diferentes.
Si juntamos todo esto más la revolución de las hormonas
sexuales que influyen en la dopamina, la serotonina y otros
neurotransmisores que regulan el temperamento y la excitación,
convierten la adolescencia en una «montaña rusa» emocional.

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