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Estrella

Para otros usos de este término, véase Estrella (desambiguación).

Las Pléyades, un cúmulo abierto de la constelación Tauro.

Una estrella (del latín stella) es todo objeto astronómico que brilla con luz propia. Más
precisamente, se trata de una esfera de plasma que mantiene su forma gracias a un
equilibrio hidrostático de fuerzas.

El equilibrio se produce esencialmente entre la fuerza de gravedad, que empuja la


materia hacia el centro de la estrella, y la presión que ejerce el plasma hacia fuera, que,
tal como sucede en un gas, tiende a expandirlo. La presión hacia fuera depende de la
temperatura, que en un caso típico como el del Sol se mantiene con la energía producida
en el interior de la estrella.

Este equilibrio seguirá esencialmente igual en la medida de que la estrella mantenga el


mismo ritmo de producción energética. Sin embargo, como se explica más adelante,
este ritmo cambia a lo largo del tiempo, generando variaciones en las propiedades
físicas globales del astro que constituyen parte de su evolución.

Índice
 1 Generalidades
o 1.1 Descripción
o 1.2 Ciclo de vida
 2 Formación y evolución de las estrellas
 3 Agrupaciones y distribución estelar
o 3.1 Estrellas ligadas
o 3.2 Estrellas aisladas
o 3.3 Distribución estelar
o 3.4 La navegación espacial y el posicionamiento estelar
 4 Estructura estelar
 5 Generación de energía en las estrellas
 6 Composición
 7 La estrella prototípica
 8 Clasificación
o 8.1 Tipos espectrales
o 8.2 Clases de luminosidad
o 8.3 Clasificación gravitacional de estrellas
 8.3.1 Clasificación por centro gravitacional estelar
 8.3.2 Clasificación de estrellas sistémicas por posición
 8.3.3 Clasificación de estrellas por agrupación gravitacional
 8.3.4 Clasificación de estrellas por sistema planetario
 9 Mitología estelar
 10 Legado estelar
 11 Véase también
 12 Referencias
 13 Bibliografía
o 13.1 En inglés
o 13.2 En alemán
 14 Enlaces externos
o 14.1 En español
o 14.2 En inglés
o 14.3 En alemán

Generalidades
Estas esferas de gas emiten tres formas de energía hacia el espacio, la radiación
electromagnética, los neutrinos y el viento estelar y esto es lo que nos permite observar
la apariencia de las estrellas en el cielo nocturno como puntos luminosos y, en la gran
mayoría de los casos, titilantes.

Debido a la gran distancia que suelen recorrer, las radiaciones estelares llegan débiles a
nuestro planeta, siendo susceptibles, en la gran mayoría de los casos, a las distorsiones
ópticas producidas por la turbulencia y las diferencias de densidad de la atmósfera
terrestre (seeing). El Sol, al estar tan cerca, no se observa como un punto, sino como un
disco luminoso cuya presencia o ausencia en el cielo terrestre provoca el día o la noche,
respectivamente.

Descripción

Son objetos de masas enormes comprendidas entre 0,081 y 120-2002 masas solares
(Msol). Los objetos de masa inferior se llaman enanas marrones mientras que las estrellas
de masa superior parecen no existir debido al límite de Eddington. Su luminosidad
también tiene un rango muy amplio que abarca entre una diezmilésima parte y tres
millones de veces la luminosidad del Sol. El radio, la temperatura y la luminosidad de
una estrella se pueden relacionar mediante su aproximación a cuerpo negro con la
siguiente ecuación:

donde L es la luminosidad, la constante de Stefan-Boltzmann, R el radio y Te la


temperatura efectiva.
Ciclo de vida

Mientras las interacciones se producen en el núcleo, estas sostienen el equilibrio


hidrostático del cuerpo y la estrella mantiene su apariencia iridiscente predicha por
Niels Bohr en la teoría de las órbitas cuantificadas. Cuando parte de esas interacciones
(la parte de la fusión de materia) se prolonga en el tiempo, los átomos de sus partes más
externas comienzan a fusionarse. Esta región externa, al no estar comprimida al mismo
nivel que el núcleo, aumenta su diámetro. Llegado cierto momento, dicho proceso se
paraliza, para contraerse nuevamente hasta el estado en el que los procesos de fusión
más externos vuelven a comenzar y nuevamente se produce un aumento del diámetro.
Estas interacciones producen índices de iridiscencia mucho menores, por lo que la
apariencia suele ser rojiza. En esta etapa el cuerpo entra en la fase de colapso, en la cual
las fuerzas en pugna —la gravedad y las interacciones de fusión de las capas externas—
producen una constante variación del diámetro, en la que acaban venciendo las fuerzas
gravitatorias cuando las capas más externas no tienen ya elementos que fusionar.

Se puede decir que dicho proceso de colapso termina en el momento en que la estrella
no produce fusiones de material, y dependiendo de su masa total, la fusión entrará en un
proceso degenerativo al colapsar por vencer a las fuerzas descritas en el principio de
exclusión de Pauli, produciéndose una supernova.

Formación y evolución de las estrellas


Artículos principales: Formación estelar y Evolución estelar.

Las estrellas se forman en las regiones más densas de las nubes moleculares como
consecuencia de las inestabilidades gravitatorias causadas, principalmente, por
supernovas o colisiones galácticas. El proceso se acelera una vez que estas nubes de
hidrógeno molecular (H2) empiezan a caer sobre sí mismas, alimentado por la cada vez
más intensa atracción gravitatoria. Su densidad aumenta progresivamente, siendo más
rápido el proceso en el centro que en la periferia. No tarda mucho en formarse un núcleo
en contracción muy caliente llamado protoestrella. El colapso en este núcleo es,
finalmente, detenido cuando comienzan las reacciones nucleares que elevan la presión y
temperatura de la protoestrella. Una vez estabilizada la fusión del hidrógeno, se
considera que la estrella está en la llamada secuencia principal, fase que ocupa
aproximadamente un 90 % de su vida. Cuando se agota el hidrógeno del núcleo de la
estrella, su evolución dependerá de la masa (detalles en evolución estelar) y puede
convertirse en una enana blanca o explotar como supernova, dejando también un
remanente estelar que puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro. Así pues,
la vida de una estrella se caracteriza por largas fases de estabilidad regidas por la escala
de tiempo nuclear separadas por breves etapas de transición dominadas por la escala de
tiempo dinámico (véase Escalas de tiempo estelar).

Muchas estrellas, el Sol entre ellas, tienen aproximadamente simetría esférica por tener
velocidades de rotación bajas. Otras estrellas, sin embargo, giran a gran velocidad y su
radio ecuatorial es significativamente mayor que su radio polar. Una velocidad de
rotación alta también genera diferencias de temperatura superficial entre el ecuador y
los polos. Como ejemplo, la velocidad de rotación en el ecuador de Vega es de
275 km/s, lo que hace que los polos estén a una temperatura de 10 150 K y el ecuador a
una temperatura de 7 900 K.3
La mayoría de las estrellas pierden masa a una velocidad muy baja. En el Sistema Solar
unos 1020 gramos de materia estelar son expulsados por el viento solar cada año. Sin
embargo, en las últimas fases de sus vidas, las estrellas pierden masa de forma mucho
más intensa y pueden acabar con una masa final muy inferior a la original. Para las
estrellas más masivas este efecto es importante desde el principio. Así, una estrella con
120 masas solares iniciales y metalicidad igual a la del Sol acabará expulsando en forma
de viento estelar más del 90% de su masa para acabar su vida con menos de 10 masas
solares.4 Finalmente, al morir la estrella se produce en la mayoría de los casos una
nebulosa planetaria, una supernova o una hipernova por la cual se expulsa aún más
materia al espacio interestelar. La materia expulsada incluye elementos pesados
producidos en la estrella que más tarde formarán nuevas estrellas y planetas,
aumentando así la metalicidad del Universo.

Adolescencia estelar.
Véase también: Diagrama de Hertzsprung-Russell

Agrupaciones y distribución estelar


Artículo principal: Sistema estelar

Estrellas ligadas

Las estrellas pueden estar ligadas gravitacionalmente unas con otras formando sistemas
estelares binarios, ternarios o agrupaciones aún mayores. Una fracción alta de las
estrellas del disco de la Vía Láctea pertenecen a sistemas binarios; el porcentaje es
cercano al 90% para estrellas masivas5 y desciende hasta el 50% para estrellas de masa
baja.6 Otras veces, las estrellas se agrupan en grandes concentraciones que van desde las
decenas hasta los centenares de miles o incluso millones de estrellas, formando los
denominados cúmulos estelares. Estos cúmulos pueden deberse a variaciones en el
campo gravitacional galáctico o bien pueden ser fruto de brotes de formación estelar (se
sabe que la mayoría de las estrellas se forman en grupos). Tradicionalmente, en la Vía
Láctea se distinguían dos tipos: (1) los cúmulos globulares, que son viejos, se
encuentran en el halo y contienen de centenares de miles a millones de estrellas y (2) los
cúmulos abiertos, que son de formación reciente, se encuentran en el disco y contienen
un número menor de estrellas. Desde finales del siglo XX esa clasificación se ha
cuestionado al descubrirse en el disco de la Vía Láctea cúmulos estelares jóvenes como
Westerlund 1 o NGC 3603 con un número de estrellas similar al de un cúmulo globular.
Esos cúmulos masivos y jóvenes se encuentran también en otras galaxias; algunos
ejemplos son 30 Doradus en la Gran Nube de Magallanes y NGC 4214-I-A en NGC
4214.

Estrellas aisladas

No todas las estrellas mantienen lazos gravitatorios estables; algunas, igual que el Sol,
viajan solitarias, separándose mucho de la agrupación estelar en la que se formaron.
Estas estrellas aisladas obedecen, tan solo, al campo gravitatorio global constituido por
la superposición de los campos del total de objetos de la galaxia: agujeros negros,
estrellas, objetos compactos y gas interestelar.

Distribución estelar

Las estrellas no están distribuidas uniformemente en el Universo, a pesar de lo que


pueda parecer a simple vista, sino agrupadas en galaxias. Una galaxia espiral típica
(como la Vía Láctea) contiene cientos de miles de millones de estrellas agrupadas, la
mayoría, en el estrecho plano galáctico. El cielo nocturno terrestre aparece homogéneo a
simple vista porque solo es posible observar una región muy localizada del plano
galáctico. Extrapolando de lo observado en la vecindad del Sistema Solar, se puede
decir que la mayor parte de estrellas se concentran en el disco galáctico y dentro de este
en una región central, el bulbo galáctico, que se sitúa en la constelación de Sagitario.

Véanse también: Galaxia, Cúmulo estelar y Estrella binaria.

La navegación espacial y el posicionamiento estelar

A pesar de las enormes distancias que separan las estrellas, desde la perspectiva terrestre
sus posiciones relativas parecen fijas en el firmamento. Gracias a la precisión de sus
posiciones, «son de gran utilidad para la navegación, para la orientación de los
astronautas en las naves espaciales y para identificar otros astros» (The American
Encyclopedia). Fueron la única forma que tuvieron los marinos para situarse en alta mar
hasta el advenimiento de los sistemas electrónicos de posicionamiento hacia mediados
del siglo XX. Véase Estrella (náutica).

Estructura estelar
Corte transversal de nuestro Sol. Imagen:NASA

Una estrella típica se divide en núcleo, manto y atmósfera. En el núcleo es donde se


producen las reacciones nucleares que generan su energía. El manto transporta dicha
energía hacia la superficie y según cómo la transporte, por convección o por radiación,
se dividirá en dos zonas: radiante y convectiva. Finalmente, la atmósfera es la parte más
superficial de las estrellas y la única que es visible. Se divide en cromósfera, fotósfera y
corona solar. La atmósfera estelar es la zona más fría de las estrellas y en ellas se
producen los fenómenos de eyección de materia. Pero en la corona, supone una
excepción a lo dicho ya que la temperatura vuelve a aumentar hasta llegar al millón de
grados por lo menos. Pero es una temperatura engañosa. En realidad esta capa es muy
poco densa y está formada por partículas ionizadas altamente aceleradas por el campo
magnético de la estrella. Sus grandes velocidades les confieren a esas partículas altas
temperaturas.

A lo largo de su ciclo las estrellas experimentan cambios en el tamaño de las capas e


incluso en el orden en que se disponen. En algunas la zona radiante se situará antes que
la convectiva y en otras al revés, dependiendo tanto de la masa como de la fase de
fusión en que se encuentre. Así mismo, el núcleo también puede modificar sus
características y su tamaño a lo largo de la evolución de la estrella.

La edad de la mayoría de las estrellas oscila entre 1000 y 10 000 millones de años;
aunque algunas estrellas pueden ser incluso más viejas. La estrella observada más
antigua, HE 1523-0901, tiene una edad estimada de 13 200 millones de años, muy
cercana a la edad estimada para el Universo, de unos 13 700 millones de años.

Véanse también: Estructura estelar y Sol.

Generación de energía en las estrellas


A principios del siglo XX la ciencia se preguntaba cuál era la fuente de la increíble
energía que alimentaba las estrellas. Ninguna de las soluciones conocidas en la época
resultaba viable. Ninguna reacción química alcanzaba el rendimiento necesario para
mantener la luminosidad que despedía el Sol. Asimismo, la contracción gravitatoria, si
bien resultaba una fuente energética más, no podía explicar el aporte de calor a lo largo
de miles de millones de años. Sir Arthur Eddington fue el primero en sugerir en la
década de 1920 que el aporte de energía procedía de reacciones nucleares. Existen dos
tipos de reacciones nucleares, las de fisión y las de fusión. Las reacciones de fisión no
pueden mantener la luminosidad de una estrella debido a su relativamente bajo
rendimiento energético y, sobre todo, a que requieren elementos más pesados que el
hierro, los cuales son poco abundantes en el Universo. El primer mecanismo detallado
de reacciones nucleares de fusión capaces de mantener la estructura interna de una
estrella fue descubierto por Hans Bethe en 1938, es válido para estrellas de masa
intermedia o elevada y lleva el nombre de su descubridor (ciclo de Bethe o ciclo CNO).

Nebulosa planetaria M-57, ampliamente conocida como Nebulosa del Anillo. Su


diámetro es de aproximadamente un año-luz. También conocida por "Eye of God" (en
español, el ojo de Dios).
Imagen de la estrella altamente masiva Eta Carinae, capturada por el telescopio espacial
Hubble de la NASA. Las nebulosas circundantes tienen un diámetro longitudinal de
aproximadamente 0,5 años luz.

Aún así, resultó que las temperaturas que se alcanzan en los núcleos de las estrellas son
demasiado bajas como para fusionar los iones. Ocurre que el efecto túnel permite que
dos partículas con energías insuficientes para traspasar la barrera de potencial que las
separa tengan una probabilidad de saltar esa barrera y poderse unir. Al haber tantas
colisiones, estadísticamente se dan suficientes reacciones de fusión como para que se
sostenga la estrella pero no tantas reacciones como para hacerla estallar. Existe un
óptimo de energía para el cual se dan la mayoría de reacciones que resulta del cruce de
la probabilidad de que dos partículas tengan una energía determinada E a una
temperatura T y de la probabilidad de que esas partículas se salten la barrera por efecto
túnel. Es el llamado pico de Gamow.

Una gran variedad de reacciones diferentes de fusión tienen lugar dentro de los núcleos
de las estrellas, las cuales dependen de la masa y la composición.

Normalmente las estrellas inician su combustión nuclear con alrededor de un 75 % de


hidrógeno y un 25 % de helio junto con pequeñas trazas de otros elementos. En el
núcleo del Sol con unos 107 K el hidrógeno se fusiona para formar helio mediante la
cadena protón-protón:

4¹H → 2²H + 2e+ + 2νe (4.0 MeV + 1.0 MeV)


2¹H + 2²H → 2³He + 2γ (5.5 MeV)
2³He → 4He + 2¹H (12.9 MeV)

Estas reacciones quedan reducidas en la reacción global:

4¹H → 4He + 2e+ + 2γ + 2νe (26.7 MeV)

En estrellas más masivas el helio se produce en un ciclo de reacciones catalizadas por el


carbono, es el ciclo CNO o ciclo de Bethe.
En las estrellas cuyos núcleos se encuentran a 108 K y cuyas masas van desde las 0.5 a
las 10 masas solares el helio resultante de las primeras reacciones puede transformarse
en carbono a través del proceso triple-alfa:
4
He + 4He + 92 keV → 8*Be
4
He + 8*Be + 67 keV → 12*C
12*
C → 12C + γ + 7.4 MeV

La reacción global es:

34He → 12C + γ + 7.2 MeV


Véanse también: Nucleosíntesis estelar, Pico de Gamow y Evolución estelar.

Composición

EV Lacertae, una estrella muy joven que contiene una metalicidad muy alta.

La composición química de una estrella varía según la generación a la que pertenezca.


Cuanto más antigua sea más baja será su
metalicidad. Al inicio de su vida una estrella Diagrama de la fusión nuclear en el Sol.
similar al Sol contiene aproximadamente
75 % de hidrógeno y 23 % de helio. El 2 % restante lo forman elementos más pesados,
aportados por estrellas que finalizaron su ciclo antes que ella naciera. Estos porcentajes
son en masa; en número de núcleos, la relación es 90 % de hidrógeno y 10 % de helio.

En la Vía Láctea las estrellas se clasifican según su riqueza en metales en dos grandes
grupos o poblaciones. Las que tienen una cierta abundancia se denominan de la
población I, mientras que las pobres en metales forman parte de la población II.
Normalmente la metalicidad de una estrella va directamente relacionada con su edad:
las de la población I son más jóvenes comparadas con las de la población II. Estas
últimas abundan en el halo galáctico, mientras que las estrellas de población I son más
frecuentes en regiones cercanas al disco galáctico.

Por otra parte, la composición de una estrella evoluciona a lo largo de su ciclo,


aumentando su contenido en elementos pesados en detrimento del hidrógeno, sobre
todo. Sin embargo, las estrellas solo queman un 10 % de su masa inicial, por lo que
globalmente la metalicidad de una estrella no aumenta mucho durante su vida. Además,
las reacciones nucleares solo se dan en las regiones centrales de la misma. Este es el
motivo por el que cuando se analiza el espectro de una estrella lo que se observa es, en
la mayoría de los casos, la composición que tenía cuando se formó. En algunas estrellas
poco masivas los movimientos de convección penetran mucho en el interior, llegando a
mezclar material procesado con el original. Entonces se puede observar incluso en la
superficie parte de ese material procesado. La estrella presenta, en esos casos, una
composición superficial con más metales.

Véase también: Metalicidad

La estrella prototípica
Imagen de Betelgeuse por el Observatorio Europeo del Sur, que muestra el disco estelar,
la extensa atmósfera y una pluma de gas antes desconocida.

El Sol es tomado como la estrella prototípica, no porque sea especial en ningún sentido,
sino porque es la más cercana a la Tierra y por tanto la más estudiada por los humanos.
La mayoría de las características de las estrellas se suelen medir en unidades solares.
Las magnitudes solares son usadas en astrofísica estelar como patrones.

La masa del Sol es:

Msol = 1,9891 × 1030 kg

y las masas de las otras estrellas se miden en masas solares abreviado como Msol.

Véase también: Sol

Clasificación
Artículo principal: Clasificación estelar

Clasificación de las estrellas según la clasificación de Morgan Keenan.

La primera clasificación estelar fue realizada por Hiparco de Nicea y preservada en la


Cultura Occidental a través de Ptolomeo, en una obra llamada almagesto. Este sistema
clasificaba las estrellas por la intensidad de su brillo aparente visto desde la Tierra.
Hiparco definió una escala decreciente de magnitudes, donde las estrellas más brillantes
son de primera magnitud y las menos brillantes, casi invisibles con el ojo desnudo, son
de sexta magnitud. Aunque ya no se emplea, constituyó la base para la clasificación
actual.

La clasificación moderna se realiza a través del tipo espectral. Existen dos tipos de
clasificación, basados en dos catálogos diferentes: el catálogo de Henry Draper (HD)
realizado en Harvard a principios del siglo XX, el cual determina lo que se denomina
Tipo espectral, y el catálogo del Observatorio Yerkes, realizado en 1943, el cual
determina lo que se denomina Clase de luminosidad.
Tipos espectrales

Esta clasificación distingue las estrellas de acuerdo a su espectro luminoso y su


temperatura superficial. Una medida simple de esta temperatura es el índice de color de
la estrella.

La clasificación es W, O, B, A, F, G, K, M, L y T yendo de mayor a menor temperatura.


Las estrellas de tipo O, B y A son muy calientes, y el tipo M es considerablemente más
frío. Los tipos W, L y T se introdujeron recientemente. La temperatura superficial, que
determina la clase espectral, también determina el color de la estrella. De esta manera,
las estrellas O son azules, mientras que estrellas de menor temperatura superficial
(clases K o M) son rojizas, como Betelgeuse o Antares.

Una pequeña guía de los diferentes colores y ejemplos de estrellas pertenecientes al


grupo se cita a continuación:7

Clasifica Temperatur Ejempl


Color
ción a (°C) o
Wolf
W-O Blanco verdoso 100000
Rayet
B Azulado 25 000 Spica
A Blanco 11 500 Sirio
Blanco 'Canopu
F 7500
amarillento s
G Amarillo 6000 Sol
Anaranjado
K 4700 Arturo
amarillento
M Anaranjado 3000 Antares
Anaranjado CW
R 2600
rojizo Leonis
Rojo Betelge
N 2000
anaranjadas use
Androm
S Rojo 1400
edae
Clase Descripción
Clases de luminosidad 0 Hipergigantes
Ia Supergigantes Luminosas
La clasificación de Harvard de tipos espectrales no
determina unívocamente las características de una Ib Supergigantes
estrella. Estrellas con la misma temperatura II Gigantes luminosas
pueden tener tamaños muy diferentes, lo que III Gigantes
implica luminosidades muy diferentes. Para IV Sub-gigantes
distinguirlas se definieron, en Yerkes, las clases de
V Enanas (Sol)
luminosidad. En este sistema de clasificación se
examina nuevamente el espectro estelar y se VI Sub-enanas
VII Enanas blancas
buscan líneas espectrales sensibles a la gravedad de la estrella. De este modo es posible
estimar su tamaño.

Ambos sistemas de clasificación son complementarios.

Aproximadamente un 10 % de todas las estrellas son enanas blancas, un 70 % son


estrellas de tipo M, un 10 % son estrellas de tipo K y un 4 % son estrellas tipo G como
el Sol. Tan solo un 1 % de las estrellas son de mayor masa y tipos A y F. Las estrellas
de Wolf-Rayet son extremadamente infrecuentes. Las enanas marrones, proyectos de
estrellas que se quedaron a medias a causa de su pequeña masa, podrían ser muy
abundantes pero su débil luminosidad impide realizar un censo apropiado.

Clasificación gravitacional de estrellas

Artículo principal: Clasificación estelar

Las estrellas pueden clasificarse de acuerdo a cuatro criterios gravitacionales


instaurados recientemente por la Unión Astronómica Internacional en el 2006. Esta
clasificación estelar de la UAI es la más aceptada y comúnmente usada.

Clasificación por centro gravitacional estelar

El primer criterio es la presencia o ausencia de un centro gravitacional estelar, es decir


si forman parte de un sistema estelar. Las estrellas que forman parte de un sistema
estelar (presencia de centro gravitacional estelar) se denominan estrellas sistémicas. Las
estrellas que no forman parte de un sistema estelar (ausencia de centro gravitacional
estelar) se denominan estrellas solitarias.

Clasificación de estrellas sistémicas por posición

Si una estrella es sistémica (forma parte de un sistema estelar) puede ser a su vez de dos
tipos. Las estrellas centrales son aquellas estrellas sistémicas que actúan como centro
gravitacional de otras estrellas. Esto quiere decir que otras estrellas las orbitan. Las
estrellas sistémicas que orbitan a una estrella central se denominan estrellas satélites.

Clasificación de estrellas por agrupación gravitacional

Esta clasificación de estrellas se basa en distinguir dos tipos de estrellas dependiendo de


si estas se agrupan con otras estrellas mediante fuerzas de atracción gravitacional. Esta
clasificación refiere a dos tipos de estrellas (cumulares e independientes) de acuerdo a si
se encuentran o no unidas a otras estrellas y, además, esta unión no se debe a la
presencia de un centro gravitacional estelar; es decir, ninguna estrella gira alrededor de
otra y más sin embargo se encuentran unidas gravitacionalmente.

Las estrellas cumulares son aquellas que forman cúmulos estelares. Si el cúmulo es
globular, las estrellas se atraen por gravedad (las estrellas se atraen mutuamente). Si el
cúmulo es abierto, las estrellas se atraen por gravitación en donde el centro gravitacional
es el centro de masa del cúmulo (las estrellas orbitan un centro gravitacional en común
que las mantiene unidas). Las estrellas independientes son aquellas que no forman
cúmulos estelares con ninguna otra estrella. Sin embargo hay estrellas independientes
que sí forman parte de un sistema estelar pues orbitan estrellas o son centro de otras.
Este sería el caso de estrellas sistémicas-independientes.

Clasificación de estrellas por sistema planetario

Las estrellas que poseen un sistema planetario, en donde ellas son centro gravitacional y
los demás cuerpos celestes las orbitan, se denominan estrellas planetarias. Las estrellas
únicas son aquellas que no poseen un Sistema Planetario que las orbita. Entiéndase por
sistema planetario cualquier cuerpo celeste (planeta, asteroide, cometa) que orbita una
estrella.

Mitología estelar
Tal como ha sucedido con ciertas constelaciones y con el propio Sol, las estrellas en
general tienen su propia mitología. En estadios precientíficos de la civilización se las ha
observado como entidades vivientes (animismo), dotadas de fuerza sobrenatural. Se las
ha identificado, eventualmente, con el alma de los muertos, o bien con dioses o diosas.
La trayectoria de las estrellas y su configuración en el espacio, aún hoy forman parte de
algunos constructos culturales ligados al pensamiento mágico.

Legado estelar
Para los habitantes del planeta Tierra, las estrellas, además de componer el mapa
celeste, tienen otra finalidad menos conocida pero mucho más importante: legarnos una
variedad de elementos casi imprescindibles para sobrevivir. Así por ejemplo, los
componentes del acero se cocieron en alguna estrella a temperaturas de varios miles de
millones de grados, que con la explosión de una supernova fueron lanzados al espacio
para finalmente llegar hasta nuestro planeta azul. Gracias a ello tenemos el vital
oxígeno, el oro y los diamantes. El propio ser humano está compuesto por materiales
sintetizados previamente en las estrellas. Quizá por todo esto pueda entenderse que el
grupo B²FH encabezase su ya clásico artículo con esta cita de Shakespeare:8

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