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Valentina Ojeda Villalobos

Efecto Matilda hasta la actualidad


La “ciencia” alude al conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados, de los cuales se deducen
principios y leyes generales sobre un campo en específico (RAE, 2022). De esa manera, desde el siglo XVII,
época donde comienza a desarrollarse, se le ha denominado objetiva, analítica y neutral, tal como las
cualidades que se le otorgan al género masculino; teniendo por otro lado, lo subjetivo, intuitivo y lo
irracional, que se le atribuye al género femenino (Van den Eynde, 1994). Es así como se ha planteado que la
ciencia es una construcción social que depende del contexto histórico, social y económico por el cual va
atravesando la sociedad.

En ese sentido, el género ha sido un constructo social que se ha manifestado fuertemente en las ciencias,
dado que ha dificultado a las mujeres a entrar en este rubro y ser reconocidas como los demás hombres por
sus logros y atribuciones, siendo un gran referente de este fenómeno los Premios Nobel, donde solo el 6,2%
de estos premios se les ha otorgado a mujeres a lo largo de la historia (Mijarra, 2021). A modo de referencia,
a nivel mundial, las mujeres representan solo el 28% del total de personas que se dedican a la investigación
científica, siendo Bolivia (63%) y Venezuela (53%) los países que mayor proporción de mujeres investigadoras
tiene, mientras que Arabia Saudí (1,4 %), Togo (10 %), Etiopía (13 %) y Nepal (8 %) son los países donde hay
menor proporción de estas mujeres (Mijarra, 2021). Por otra parte, a nivel Iberoamericano, no hay ninguna
mujer científica que haya sido galardonada por sus contribuciones, pero si se destacan dos mujeres por el
Premio Nobel de Literatura y de la Paz.

De esa manera, cuando se trata de indagar en el origen de estas cifras, se destaca que en el ámbito de la
educación obligatoria, bachillerato y universidad, el número de mujeres es equitativo con el de los hombres,
pero se encuentra desde ya, una brecha de género en las preferencias que tienen unos de otros, ya que hay
una menor presencia femenina en el área de las ciencias exactas (física, matemáticas, ingenierías, ciencias
tecnológicas), mientras que hay una alta presencia de mujeres en las ciencias sociales, humanidades,
ciencias médicas y ciencias naturales como química y biología, confirmando así, que desde el momento en
que comienzan los estudios, existe una feminización de ciertos campos de conocimiento, y por tanto, la
masculinización de otros (Mijarra, 2021). Asimismo, en Chile, se realizó una Radiografía de Género para
visualizar la realidad actual en cuanto a las diferencias de formación académica, preferencias, cargos y roles
que existen entre hombres y mujeres en el país en cuanto al área de ciencias, tecnología e innovación,
destacando así, que solo el 22% de mujeres se matricula en pregrado para estudiar carreras STEM (ciencias,
tecnología, ingeniería y matemáticas) a comparación del 78% de hombres que ingresan a estos estudios,
mientras que para magister y doctorado la brecha sigue siendo igual de grande con 29% contra 71%, y 37%
contra 63%, respectivamente (MinCiencias, 2022).

Por consiguiente, cuando se habla de mujeres y ciencia, se destaca la poca presencia que existe de ellas en
muchas áreas de este rubro, o simplemente se desconoce que varias mujeres han sido víctimas del efecto
Matilda, y por ello no han recibido los créditos que se merecen. “Este efecto se refiere a la insuficiente
valoración que sistemáticamente se hace de las mujeres en el campo científico y al escaso reconocimiento a
sus contribuciones académicas. También, se relaciona al fenómeno por el cual las mujeres y sus aportes
científicos se acreditan a los hombres o, directamente, se pasan por alto completamente.” (Saborit-Rodríguez
et al., 2022). Este efecto se le denomina así por Matilda Joslyn Gage (1826-1898), una filántropa, periodista y
activista de los derechos civiles y de las mujeres estadounidenses, pero cuya vocación era la medicina y
nunca pudo ejercerla por ser rechazada por las escuelas de su época que solo matriculaban hombres,
eligiendo así el activismo. Es así como Matilda se convirtió en una gran luchadora por los derechos de las
mujeres, el derecho a voto y el derecho a que las mujeres puedan ejercer en campos STEM (Giordano Lerena
& Páez Pino, 2019).

En particular, el efecto Matilda data desde que la mujer comenzó a participar en la ciencia a lo largo de la
historia, donde se evidencian casos como en la Grecia clásica, donde las mujeres vivían confinadas en el
hogar, dado que personas ilustres como Aristóteles apoyaban la idea de la inferioridad del sexo femenino.
Valentina Ojeda Villalobos

Por otra parte, en el siglo IV a.C. se destaca el nombre de Agnódice, la primera mujer ginecóloga que tuvo
que disfrazarse de hombre para poder ejercer dado que la medicina no estaba permitida para las mujeres,
sin embargo, tras el éxito profesional que tenía, despertó la envidia de los otros médicos, quienes la
acusaron de abusar de sus pacientes, teniendo que confesar en tribunales su identidad real. En cuanto a la
Edad Media, a las mujeres se les prohibía toda fuente de información por considerarse fuente de pecado y
tentaciones, como lo era incluso el leer y escribir, lo cual se mantuvo hasta inicios del siglo XVII. Fue entonces
en la revolución científica del siglo XVII que la educación aparece como motor del cambio social,
superponiéndose ante la teología y metafísica; sin embargo, las mujeres seguían considerándose inferiores
ante los hombres por su nulo conocimiento en fisiología y anatomía, viéndose obligadas a aceptar su papel
subordinado al hombre (Saborit-Rodríguez et al., 2022).

Un claro ejemplo de esto es el caso de María M. Wickelmann que nació en 1670 en Alemania y falleció en
1720. Ella desde pequeña fue educada en artes y letras, mostrando especial interés en el área de la
Astronomía; esto gracias a que su padre le permitió tener una formación igual a la de los hombres, e
impulsara su pasión por la astronomía desde su juventud. Con su talento, ella fue escogida por Christopher
Arnold, un astrónomo autodidacta muy respetado. A través de él María conocería a Gottfried Kirch, uno de
los astrónomos más conocidos del país, y con quien terminaría casada y con tres hijas y un hijo. De esa
manera, ambos imparten su pasión juntos, pero fue cuando nombraron a Kirch como Astrónomo Real de la
Academia de las Ciencias, que María empezaría a ser astrónoma en la sombra de su marido.

Fue en 1702 que María Wickelmann se convirtió en la primera mujer en descubrir un cometa, pero fue su
marido quien realizó la descripción escrita del evento, y afirmó que él había hecho el descubrimiento,
llevándose el crédito por años. Sin embargo, fue minutos antes de morir que confeso que María era quien
debía llevarse el reconocimiento por aquello, pero nunca se lo adjudicaron, y tampoco le permitieron
obtener el título de Astrónoma Real de la Academia de Berlín por carecer de estudios universitarios, a los
cuales no podía acceder por ser mujer. Por otra parte, tras años de haberle enseñado astronomía a sus hijas
e hijo, esperando que algún día pudieran ser sus ayudantes, fue en 1716 que su hijo Christfrield fue
nombrado director del Observatorio de Berlín de la Real Academia de las Ciencias, donde sus hermanas y
María terminaron por ser sus asistentes.

Es así como en el Siglo XVIII, durante el Renacimiento, nace el movimiento feminista dado que hasta ese
momento las mujeres no podían estudiar, votar ni tomar decisiones familiares, promulgando así la igualdad
jurídica y legal, y que se comenzara a hablar sobre libertad, igualdad, virtud, felicidad, y otros. A pesar de
esto, en el Siglo XIX e inicios del XX, los prejuicios de género seguían presentes y se creía que ellas estaban
intelectualmente menos dotadas, y por lo tanto, no podían acceder a grados ni títulos académicos,
generando una desventaja notable en número de personas que podían optar por un desempeño profesional.
En consecuencia, no es hasta el siglo XXI que se promueven las estrategias que facilitan la incorporación de la
perspectiva de género en los diseños de investigación, permitiendo mayor participación de mujeres en el
área profesional (Saborit-Rodríguez et al., 2022).

En ese sentido, hasta la actualidad se reconocen a varias mujeres que durante la historia fueron parte del
mundo científico pero no se les atribuyeron sus aportes, o simplemente se los otorgaron al hombre más
cercano a ellas, como lo fue en el caso de María M. Wickelmann. De esa forma, los Premios Nobel también
han sido testigo de casos de efecto Matilda, como lo fue el de Rosalind Franklin, quien descubrió la
estructura de doble hélice del ADN, pero cuyas imágenes fueron robadas por Jim Watson y Francis Crick,
quienes finalmente obtuvieron el reconocimiento y Premio Nobel por dicho “hallazgo”, haciendo que
Franklin no obtuviera créditos hasta años después de haber fallecido.

Otro caso visto a través de los Premios Nobel, fue el de Lisa Meitner, que junto a Otto Hahn y Fritz
Straßmann se convirtieron los primeros en reconocer que el átomo de Uranio se divide al ser bombardeado
por neutrones, siendo Hahn el único recibidor del Nobel de Química en 1944 (Giordano Lerena & Páez Pino,
2019). A su vez, Wu Jianxiong fue una destacada física experimental y líder científica en China, y durante la
Segunda Guerra mundial trabajó en el Proyecto Manhattan. Años más tarde trabajó con los físicos Li
Valentina Ojeda Villalobos

Zongdao y Yang Zhenning, siendo estos últimos los que compartirían el Nobel de física en 1957, sin darle
ninguna atribución a Wu, por la contradicción de la ley de conservación de la paridad (Giordano Lerena &
Páez Pino, 2019).

En consecuencia, todos estos sucesos hacen reflexionar acerca de la realidad actual y cómo ha ido
evolucionando la brecha de género en el mundo científico, y más aún en Chile. Es por eso que en la
Radiografía de Género del año 2022, se evidencian los números del panorama Internacional en cuanto a
mujeres investigadoras, la formación académica que predomina actualmente entre hombres y mujeres a
nivel de todas las carreras universitarias como también únicamente a nivel de carreras STEM, el promedio
salarial entre géneros, entre otros.

Estos datos permiten cuestionar si la realidad actual está alejada de seguir potenciando efectos Matilda a
largo plazo o va a permitir evolucionar en el tiempo, por ejemplo, al conocer que a medida que aumenta la
formación académica de pregrado, a magister y doctorado, los hombres predominan en proporción ante las
mujeres; o que al ingresar a carreras STEM los hombres también predominen, son factores que influyen que
en un futuro se potencie la subordinación de mujeres ante hombres en áreas científicas, o que las
contribuciones de los hombres sigan considerándose más que las que vayan a realizar las mujeres, siendo
preocupante el no poder evolucionar el efecto Matilda y se siga repitiendo la historia de quienes nunca
fueron reconocidas.

Es por ello que a nivel de pregrado se podría investigar sobre ¿Cuál es el grado académico que aspiran
obtener las mujeres que estudian carreras STEM en la UDD? ¿Qué las incentiva o desmotiva? Con tal de
obtener información sobre las factores que influyen al momento de ser mujer y tener que decidir sobre su
futuro en el mundo científico.

Bibliografía

Giordano Lerena, R., & Páez Pino, A. C. (2019). Matilda y las mujeres en ingeniería en América Latina (1°).
CONFEDI.

Mijarra, R. A. (2021). Premios Nobel: Mujeres en la vanguardia de las ciencias y la tecnología #Women in STEM.
https://marketing.onlinebschool.es/Prensa/Informes/Informe%20OBS%20-%20Premios%20Nobel
%20Mujeres%20en%20la%20Vanguardia%20de%20las%20ciencias%20y%20la%20tecnolog%C3%ADa.pdf

MinCiencias. (2022). Radiografía Género CTCI 2022. Chile.

RAE. (2022). Ciencia. 2022. https://dle.rae.es/ciencia


Valentina Ojeda Villalobos

Saborit-Rodríguez, A., Morales-Pérez, M., Macola-Ross, D. de la C., & Vera-Aguilera, L. (2022). El sexismo en la
historia de las ciencias: efecto Matilda. 758–768. http://scielo.sld.cu/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1684-18242022000400758&lng=es&tlng=es.

Van den Eynde, Á. (1994). Género y ciencia, ¿términos contradictorios? Un análisis sobre la contribución de las
mujeres al desarrollo científico. Revista Iberoamericana de Educación, 6, 79–101.
https://doi.org/10.35362/rie601208

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