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Situación de la mujer en la ciencia y la

tecnología: el enfoque de género


Desde la antigüedad y a lo largo de todo el devenir histórico, las mujeres han realizado aportes
importantes al desarrollo científico-tecnológico de la humanidad, lo que sucede es que por la
cultura androcéntrica que ha prevalecido se les ha invisibilizado por considerársele que son
inferiores al hombre desde el punto de vista intelectual; se les ubica en sus roles tradicionales del
mundo privado y subordinadas a ellos, cultura que permanece en la conciencia individual y social
de muchas hasta nuestros días. Existiendo por tanto un sesgo sexista y androcéntrico en este
sentido.

Introducción:

El presente trabajo pretende realizar una valoración acerca de la situación de la mujer en la


ciencia y la tecnología desde un enfoque de Género, destacando el papel desempeñado por ella,
para poder sacar a la luz pública las contribuciones de las mujeres en este campo.

Desde el patriarcado se le ha asignado a las mujeres todo lo referente a la reproducción, la


maternidad, la ternura, la delicadeza y lo que esté limitado al ámbito doméstico, porque realmente
es en “esa esfera donde ella ha desarrollado las habilidades para desempeñarse”, siendo
incapaces según determinadas concepciones, de poder realizar aportes en el campo de las
ciencias.

Desarrollo

En los inicios del tercer milenio, el mundo acumula un enorme caudal de conocimientos y
tecnologías, que conjuntamente con los que están por descubrir, hacen imposible, que la
humanidad pueda apropiarse de ellos con la misma celeridad con que estos se producen, por lo
que se necesita una educación que se desarrolle sobre los pilares básicos de ofrecer las
herramientas necesarias para aprender a asimilarlos.

La ciencia y la tecnología son procesos sociales y como tal es necesario analizarlos en estrecha
relación dialéctica; el campo de ciencia, tecnología y sociedad constituye un campo internacional,
que dentro de sus temas de discusión se encuentra el problema de género.
Los estudios de Ciencia, Tecnología y Género (CTG) forman parte de los estudios de Ciencia,
Tecnología y Sociedad (CTS) los que se refieren a cuestiones muy diversas y examinan las
relaciones que existen entre las mujeres y las ciencias y la tecnología.

Si hacemos historia de las investigaciones realizadas en el campo de las CTS, nos encontramos
que existen pocos trabajos, que incorporen la perspectiva de género, así como el reconocimiento
explícito de los aportes realizados por las mujeres en la ciencia y la técnica, lo que trae consigo
que se invisibilice el papel desempeñado por ellas en este campo.

No es hasta la primera mitad del Siglo XVII, que se “les autoriza” a las mujeres poder acceder a
la educación elemental, o sea, se les autoriza socialmente a aprender a leer y a escribir, sin
embargo hasta ese momento se ponía en duda, por una parte, si era correcto o no aceptar la
posibilidad de que ellas pudieran acceder a los estudios de la época y por otra su capacidad
“biológica” para poder entender las ciencias, es decir que se ve en este caso a la mujer como un
ser inferior incapaz de poder razonar y pensar con juicios propios.

Pero siempre hubo quienes con un pensamiento de avanzada se opusieron a la idea absurda de
que se les negara el derecho que tiene todo individuo de aprender y acceder a los conocimientos
acerca de la realidad circundante.
De 1960 hacia acá, comienzan a darse en EEUU movimientos de carácter civil que son
contestaciones al sistema, y entre ellos se destacan los movimientos de defensa hacia la mujer;
los movimientos feministas, en los estudios de ciencia tecnología y sociedad.

En los estudios de CTS en los años 70, pero sobre todo en los 80, empiezan a surgir en
cualquiera de las discusiones la perspectiva de género, denunciando el orden patriarcal de la
ciencia, que esta sea una panacea, denuncia que va dirigida a la ciencia como generadora de
inequidad de género, por lo que se hace necesario lograr la equidad para de esta manera llegar a
la igualdad.

Estos debates feministas en torno a la ciencia y la tecnología comienzan por reconocer la


escasez de mujeres en las ciencias, producto de que estas son ignoradas de la misma.

Las claves del comportamiento de la ciencia y la tecnología hay que buscarlas en las divisorias de
poder económico, político, social y cultural que son responsables de la exclusión de las mujeres
de la ciencia o de la invisibilización de la presencia de ella en los aportes científicos, quiere decir
que las consecuencias sociales que trae para las féminas la educación sexista es, la
discriminación de que es objeto en este terreno.

El papel de la mujer en el aporte científico tecnológico ha sido sistemáticamente olvidado, lo que


trae consigo el androcentrismo en la ciencia, donde se da la impresión de que las mujeres no han
abandonado nunca del ámbito doméstico y que los grandes aportes y descubrimientos en el
progreso de las ciencias son exclusivamente masculino, ignorando el gran número de mujeres
científicas que ha lo largo de la historia se han destacado y que hoy la mayoría de ellas son
desconocidas, figuras que han permanecido para las ciencia, en el anonimato como si nada
hubiesen hecho.

Es necesario que se tome conciencia de esta problemática y se continúe recuperando para la


historia de la ciencia aquellas figuras femeninas, que han permanecido durante muchos años
opacadas por los hombres y olvidadas, de la ciencia y la tecnología

Vivimos en un mundo masculinizado, donde la ciencia está bajo patrones masculinos, debido a lo
que social e históricamente se ha construido por la sociedad; donde se le ha atribuido a los
varones aquellas características relacionadas con la virilidad, racionalidad, dominación,
inteligencia, frialdad y objetividad, incluso llegándose a considerar que tienen más habilidades
para las ciencias duras, mientras que a las mujeres se les considera como irracionales, pasivas,
dependientes, tiernas, con emotividad y subjetividad, con más habilidades para las ciencias
blandas. Estas características se les denominan “femeninas”, opuestas a las “masculinas”, un
obstáculo para poder llevar a cabo y desarrollar una carrera científica, debido a que las
cualidades necesarias para hacer ciencia son propiamente las “masculinas”, mientras que a las
mujeres se les ha vedado poder acceder al conocimiento científico.

La participación femenina en nuestro país en la educación, la salud, la cultura, así como en el


campo científico tecnológico, es grandiosa. Por eso, como lo demuestra la historia y el diario
acontecer, el aporte ha sido, es y será indudable en estos campos.

La ciencia y la tecnología no están ajenas al orden patriarcal que existe en la sociedad, centrada
más en el hombre que en la mujer. ¿Por qué ha estado relegada a un segundo plano la mujer en
la ciencia?, ¿será acaso porque no tiene talento para desarrollarse como científica, investigadora
o para dirigir cualquier institución científica?; la respuesta hay que buscarla en lo que nos ha
legado la cultura patriarcal, por lo que nos encontramos en un campo en el que se deben vencer
obstáculos por parte de ella para que se le reconozca su labor y se sitúe a la altura de los
hombres, porque lo que ha sucedido es que se le ha marginado y ha existido poco
reconocimiento de su labor en este campo. La discriminación por razón de sexo tiene un carácter
histórico, lo que se refleja con mayor énfasis en el campo de la ciencia, que ha sido
tradicionalmente copado por hombres.

Es importante reconocer que se han realizado determinados esfuerzos para recuperar a lo largo
de la historia el papel desempeñado por las mujeres en la ciencia y tecnología, lo que permite
sacar del olvido a mujeres o tradiciones típicamente femeninas que, pese a haber hecho
contribuciones destacables en el ámbito científico-tecnológico, han sido silenciadas por la historia
tradicional, ya sea debido a distintos tipos de sesgos, o bien debido a concepciones estrechas de
la historia de la ciencia que reconstruyen la disciplina, sobre los nombres de grandes personajes
masculinos que dejan de lado otras actividades y contribuciones que han realizado las mujeres al
desarrollo de la ciencia.

Haciendo un recuento de las mujeres científicas desde la antigüedad hasta lo que va del siglo
XXI, podemos decir que, la propia historia de las mujeres en la ciencia, dan crédito a los aportes
importantes que ellas han realizado en este campo. Tenemos por ejemplo el caso de Caroline
Herschel, nacida el 16 de marzo de 1750 en Hannover, Alemania quien trabajó durante ¡cincuenta
años! a la sombra de su hermano mayor William Herschel, considerado el astrónomo más
importante del siglo XVIII. Caroline descubrió ella misma diez cometas y tres nebulosas en 1783,
una de las nebulosas era la compañera de Andrómeda. Esto le permitió recibir del Rey de Prusia
un salario anual de 50 libras, quien también le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia, como
reconocimiento a la labor realizada durante toda su vida.

Otro caso es el de Ada Byron, quien en 1834 escuchó por primera vez en una cena la idea de
Charles Babbage, de construir una máquina calculadora quien se entusiasmó mucho con esa
posibilidad y le sugirió escribir un plan de cómo calcular números de Bernoulli con la máquina,
idea que en la actualidad se considera como el primer programa de computación. En 1979, un
lenguaje desarrollado por el departamento de defensa de Estados Unidos fue llamado Ada en su
honor

A pesar de que las mujeres indudablemente han hecho importantes aportaciones al ámbito
científico-tecnológico, esto ha sido poco reconocido por la historia universal, como resultado de
los sesgos que históricamente han existido, pero además porque la historia de la ciencia se ha ido
conformando con los nombres de las personalidades masculinas y es hora que las mujeres
levantemos nuestras voces, desempolvemos y saquemos a la luz todos los aportes realizados por
las mujeres en este campo.

La sociedad necesita de los aportes científicos que tanto hombres como mujeres han hecho en
diferentes campos del conocimiento, teniendo en cuenta sobre todo las experiencias femeninas ,
así como la importancia que debe concedérsele a los estudios realizados por las féminas, no
vemos la razón por la que la diferencia de sexo lleve a la desigualdad de género.

En los países pobres nos encontramos con que se producen determinadas asimetrías entre los
sexos, producto de la desigual distribución de los beneficios derivados de la ciencia donde la
inmensa mayoría de las mujeres está excluida de la creación y de los aportes que ofrece el saber
científico, la ciencia se encuentra al servicio de la minoría de los ricos

Este tema tiene dos direcciones, por una parte hay que analizarlo desde el punto de vista general,
ya que la mayor parte de los científicos en el mundo son hombres; pero por otro lado, los sesgos
de género van al interior de las teorías, esto demuestra las inequidades de género, también en el
mundo de las ciencias, lo que es claramente sesgado a lo masculino.

La ciencia y la tecnología contemporáneas, tienen un carácter eminentemente sexista porque


está construida desde lo masculino, donde se le atribuye una inferioridad intelectual a la mujer o
se le concede por sus roles sociales un papel subordinado; lo que históricamente se le ha sido
asignado por la cultura patriarcal. Se hace necesario en este sentido el reconocimiento, el papel,
así como la incorporación de la mujer en estos campos para eliminar el sexismo en este terreno.

Desde que Marie Curie ganara el Premio Nóbel de Física en 1903, no han sido muchas las
mujeres científicas que han sido reconocidas con tan alto reconocimiento científico, quien en
1911, alcanzó su segundo Premio Nóbel, el de Química, pero es tan arraigado el sexismo en la
ciencia que en el propio año se le impide a esa gran mujer de la ciencia que ingrese en la
Academia de las Ciencias.

Esto refleja como históricamente la mujer ha sido ignorada de la producción, difusión y aplicación
de los conocimientos científicos, no ha aparecido como protagonista de la ciencia, como tampoco
lo ha sido en otros campos y facetas de la historia.

Los estudios que se han realizado acerca de la problemática de la mujer en la ciencia han
demostrado que son múltiples las barreras que a lo largo del devenir histórico se le han
presentado, con el propósito de mantenerla al margen del desarrollo científico tecnológico,
existiendo poca visibilidad de ellas en la ciencia.

La mujer cubana en el desarrollo científico técnico

Los profundos cambios socioeconómicos ocurridos después del triunfo de la revolución crearon
las premisas fundamentales para la constitución de un nuevo modo de vida de la mujer, por lo
que se hizo imprescindible su incorporación al trabajo como elemento importante para el progreso
social, de esta manera comenzaron a cambiar las formas tradicionales de división del trabajo
entre los sexos, convirtiéndose la mujer en un ente productivo en la sociedad, incluyendo la
producción de conocimientos.

El cambio más trascendental que se produjo en la esfera de la educación en Cuba se introduce


con el triunfo de la Revolución en 1959, donde el gobierno revolucionario desde los primeros
momentos creó las condiciones para acabar con la ignorancia del pueblo, elevando el nivel
educacional y científico-técnico de la población; la voluntad política de nuestro Partido y del
Estado, se ha dirigido siempre a transformar a fondo la situación social crítica que presentaba la
mujer, sacándola del ámbito doméstico e incorporándola al trabajo socialmente útil, reconociendo
su capacidad creadora, sus potencialidades y su igual condición jurídica y social.

El proyecto de desarrollo cubano tiene como pilares fundamentales la justicia social, la


participación de la mujer en la producción, la educación, la defensa y los servicios, teniendo en
cuenta la equidad entre los géneros, para lo que ha diseñado e iniciado la aplicación de
estrategias que permitan a la mujer acceder a los conocimientos y las tecnologías a la par que el
hombre.

El modelo cubano de política social tiene como premisas esenciales el acceso universal y
gratuito, a servicios sociales básicos y la satisfacción de las necesidades elementales de los
seres humanos.

La educación ha constituido históricamente un instrumento que ha permitido la liberación de la


mujer cubana en todos los órdenes. Desde el siglo XIX podemos apreciar los primeros espacios
públicos conquistados por ella, así como la participación que desde el punto de vista estudiantil
tuvieron en el sistema de enseñanza de aquella época. La incorporación de las primeras mujeres
a la enseñanza primaria, y luego a la universitaria, fue resultado de la dura batalla que las más
avanzadas de entonces tuvieron que librar en el campo de las ideas y de la acción.

La inserción de la mujer en la esfera educacional desde su rol de estudiante, abrió una brecha en
la cultura patriarcal de la sociedad cubana que con el decursar del tiempo se ha ensanchado, a
medida que las acciones de las mujeres se han planteado objetivos más elevados y
reivindicativos en este ámbito.

Las transformaciones que tienen lugar en el orden económico, social, científico y político, en
nuestro país han creado espacios de crecimiento para la mujer cubana insertarse en el mundo
científico y brindar su aporte en tal sentido.

La historia educacional de Cuba es ejemplificante en esa dirección cuando se intenta explicar la


participación de la mujer cubana no solo en su condición de estudiante sino también de
educadora, investigadora y dirigente en las instituciones que comprenden ese sistema, así como
en otros.

En Cuba se ha avanzado en estos problemas, para ir eliminando las desigualdades que en este
sentido aún se nos presentan, quedando plasmados de manera explícita en nuestra Constitución
y en otros Códigos, pero a pesar de todo lo que se ha hecho en materia de legislación, sucede
que en la práctica la manifestación concreta de las acciones es diferente a lo que está legislado,
porque para cambiar ideas y costumbres tradicionales no basta sólo con instituir preceptos en un
código legal, por cuanto las modificaciones, los cambios en las ideas, concepciones tardan más
para madurar, por eso es que aún subsisten rezagos y criterios propios de formas caducas de
pensar, es un terreno en el que tenemos que continuar avanzando para revertir la situación que
hoy existe en este aspecto, ya que nuestra realidad muestra que hoy el nivel técnico de las
mujeres es mayor que el de los hombres, sin embargo, aún nos encontramos con determinadas
personas que consideran no es necesario que se estudie de manera puntual estos problemas, por
ser un asunto de “menor importancia, puro “romanticismo”, de “ciencia ficción” y hay que dedicarle
tiempo a asuntos de mayor relevancia, de mayor trascendencia.

En los momentos actuales, la inserción de la mujer cubana en todo el proceso de desarrollo del
país, debe considerarse como uno de los fenómenos sociales de mayor envergadura y más
exitosos, ocurridos durante todos estos años de Revolución, ascendiendo el índice de mujeres en
categorías de Técnicas a más del 60%.

Sin embargo, este desarrollo técnico y profesional no se corresponde con el por ciento de mujeres
que están dedicadas a la actividad científica, aquí nos encontramos con una contradicción
evidente, que tiene que ver con los estereotipos de género que hemos legado de la cultura
patriarcal, donde existen todavía patrones culturales, concepciones arraigadas de la sociedad
anterior que tienden a reforzar los roles tradicionales, que históricamente han desempeñado las
mujeres en el ámbito familiar, e ignoran su capacidad para desarrollarse en la ciencia.

Un análisis somero de los factores que llevan a esa discriminación nos remitiría a tener en cuenta,
que ni uno ni otra asumen esos roles por propia voluntad o responsabilidad, en esencia han sido
los factores económicos y sociales quienes han desencadenado esta situación de desigualdad e
injusticia en el campo de la ciencia, además de todo lo relativo a la influencia de una cultura
patriarcal, conformada de concepciones y prejuicios tradicionales; las condiciones históricas y
sociales que existían antes del triunfo de la revolución, donde el hombre se dedicaba a la vida
pública, mientras que la mujer se vinculaba a las tareas del hogar, excluida totalmente del ámbito
público ya que constituía la figura principal en la crianza de los hijos, era un individuo de segunda
clase. Estas condicionantes culturales enraizaron valores muy sólidos en la sociedad que le
atribuían funciones diferentes a los hombres y a las mujeres, dentro de las cuales quedaba
excluida la actividad científica para las féminas, lo que se ha ido y trasmitiendo a las generaciones
actuales.

El hombre, aunque en menor medida que la mujer, también ha sido en las diferentes épocas de
alguna manera reprimido y discriminado. Del mismo modo que a ella se le niega el acceso para
desempeñarse en la vida pública a él se le limitan sus cualidades afectivas.
El acceso a las instituciones científicas estuvo vedado para las mujeres durante mucho tiempo,
algo que en la actualidad lo estamos heredando todavía, ya que nos encontramos con que existe
un número muy limitado de mujeres que dirigen centros de investigación científica, contando con
una sola, ello a pesar de que en el campo de Ciencia y Tecnología la fuerza técnica del país es
del 48,7%.

“… aunque la participación social de la mujer ha ido en aumento de forma sostenida existen un


conjunto de elementos socioculturales que limitan que esta participación se traduzca en un
aumento de mujeras en los primeros puestos de toma de decisiones, sin perder su esencia
femenina y que en un contexto organizacional androcéntrico se necesita mucho tiempo para
lograrlo”.

Se trata de eliminar el carácter androcéntrico de las instituciones científicas, lo que es un proceso


largo porque esto implica cambiar la mentalidad de las personas, lo que por tanto tiempo ha
construido la cultura patriarcal es muy difícil de desarraigar en las personas, esto implica que se
necesita una capacitación de género para lograrlo y no en poco tiempo.

La incorporación de las primeras mujeres a la enseñanza primaria, y posteriormente a la


universitaria, se obtuvo como resultado de la batalla que las de vanguardia, tuvieron que librar en
el campo de las ideas y de la acción.

Acceso de las mujeres a la Universidad

Entre los siglos XVII y XV las instituciones universitarias estaban cerradas para las mujeres, no es
hasta la segunda mitad del siglo XIX que son admitidas
formalmente para que accedan a dichos estudios, Primero en Suiza en el año 1860, y
posteriormente en Inglaterra, en Francia, en Alemania, hasta que en 1887 se gradúa en México la
primera mujer estudiante de medicina.

En la historia de la ciencia, la presencia de las mujeres ha permanecido sistemáticamente


invisibilizada, ya sea por parte de las comunidades científicas de cada período histórico, como por
las historias que se han ido construyendo. Es sólo a partir de los años setenta que se logra
evidenciar esa ocultación, lo que se debe directamente al resurgir del movimiento feminista, que
indudablemente ha hecho una importante contribución, al develar la supuesta neutralidad de la
ciencia, poniendo al descubierto las discriminaciones de que son objeto las mujeres en la vida
profesional académica, tanto en la investigación, como en la docencia universitaria.

Como dijera la doctora Lourdes Fernández ¿Hasta dónde llega la equidad?

En las aulas universitarias de Cuba nos encontramos con que la presencia femenina es superior a
la del hombre, desde la década del 80. Sin embargo, si analizamos su incorporación atendiendo a
las especialidades, nos encontramos que en algunos cursos, sobre todo de la década del 90
todavía se observan diferencias entre los sexos, porque aunque es alta también en las
especialidades donde la mujer no tenía una participación tradicional como en Ciencias
Económicas y algunas carreras de las áreas de Ciencias Naturales como es el caso de Biología y
Química respectivamente. Sin embargo, siguen siendo prioridades masculinas las Ciencias
Técnicas, Agropecuarias y Cultura Física; aunque la presencia femenina se ha incrementado
después de las sucesivas reformas universitarias. En la Universidad de la Habana las carreras de
predominio masculino son Física y Geografía.

Hay un creciente ascenso de las mujeres al poder en la actualidad, sin embargo hay solamente
11 mujeres en el mundo que son Jefas de Estado.

En la actualidad no podemos hablar de que exista una exclusión explícita de las mujeres de las
universidades y los centros de investigación, ni criterios abiertos que refieran que la mujer es
inferior intelectualmente al hombre, pero sí podemos decir que existen todavía determinados
mecanismos implícitos que de manera sutil contribuyen de alguna manera a mantener y legitimar
la segregación de la mujer

Mujeres cubanas con categorías científicas o docentes y educación


posgraduada

Calificación % de mujeres

1. Con Categoría Docente 46,43

2. Con Categoría Científica 40,53

3. Con Grado Científico 24,16

Cuando realizamos un análisis de esta situación en la facultad de humanidades de la Universidad


de Pinar del Río nos encontramos con que la misma se nos presenta de la siguiente manera:

Calificación % de mujeres

1. Con Categoría Docente 26,3%

2. Con Categoría Científica 0%

3. Con Grado Científico 21%

Quiere decir que el problema se manifiesta de manera que nos encontramos por debajo de la
media nacional en cuanto a acceso a categorías docentes superiores y grados científicos, lo que
pone de manifiesto que aún se presentan desigualdades de género en cuanto a la superación
profesional de las mujeres, lo que está dado por diversas causas, entre las que se encuentran las
histórico culturales, por tanto se hace necesario el estudio de género en sentido general

¿Por qué es importante el estudio de los temas de género?

Resulta de gran importancia el estudio de los temas de género puesto que aún:

 Existen importantes diferencias en las oportunidades de desarrollo profesional de mujeres


y hombres dedicados a la Ciencia y a la Tecnología
 Según constatan los estudios en la Región, las niñas y los niños no reciben iguales
estímulos para despertar su interés en disciplinas científicas
 Hay pocas mujeres en niveles de decisión de políticas científicas
 Sus opiniones y valores no han sido debidamente incluidos en los debates actuales sobre
el desarrollo científico y tecnológico en la Región

El tema de ciencia-tecnología y género es una dimensión de la problemática actual, que tiene su


singularidad y en el mundo se debate este asunto, pero a nuestro modo de ver no con toda la
fuerza y la profundidad que esto requiere, por todo lo que hemos expuesto anteriormente.

En el recorrido histórico de la actividad científica se ha podido apreciar como ya hemos referido


anteriormente, la invisibilización que en este campo han tenido destacadas investigadoras y
científicas de las diferentes ramas del saber, méritos que por demás han sido ignorados por la
mayoría de los hombres, al igual que el protagonismo que ellas han desempeñado en la ciencias,
por el carácter androcéntrico que siempre han tenido las mismas.
Resumiendo lo anterior podemos plantear que en este sentido se puede apreciar claramente que
ha existido un problema de sexismo en la ciencia, debido a la discriminación que se produce en
este caso, hacia la mujer, lo que se evidencia en que por un largo período de tiempo, a las
mujeres no se les permitían acceder a las instituciones científicas ¿será que acaso las mujeres
somos incapaces de desempeñar funciones en éste ámbito o será que le temen a la inteligencia y
al poder de ellas?. Lo cierto es que las mujeres han tenido un gran protagonismo no solo en la
ciencia, sino también en los demás esferas de la vida social.

“Cuando se habla de mujer y ciencia, la reacción inmediata es la de indicar la ausencia de


mujeres en el desarrollo de esa actividad a lo largo de la historia”2.

Todo ello puede explicarse porque en la construcción de la masculinidad y la


Feminidad; a las niñas desde pequeñas se les socializa para que aprendan a ser madres, tiernas,
delicadas, dulces, por tanto a ellas se les asocia con la irracionalidad, pasividad, dependencia,
emotividad, en tanto a los varones se le atribuyen características como la independencia,
dominación, racionalidad, inteligencia. Se consideran estas características “femeninas”, opuestas
a las “masculinas”, todo lo cual hace que se vayan inclinando más hacia aquellas profesiones que
tienen que ver con estas cualidades.

Hoy nos encontramos en una situación problemática. Una vez puesta de manifiesto la
discriminación por sexo (tanto actual como histórica) en la carrera científica, y los prejuicios de
una buena parte del conocimiento que habitualmente se difunde y prevalece.

En este sentido se impone un cambio que debe ir de la cultura patriarcal y dominante, de


subordinación de la mujer, a una cultura de la equidad de género, en esta lucha por la búsqueda
de la igualdad, está presente también la de las posibilidades del acceso al conocimiento, en
igualdad de condiciones que el hombre, por las brechas de género que se han presentado en
este sentido a lo largo del devenir histórico, es necesario trabajar en función de que las mujeres
puedan alcanzar igual posición y sobre todo reconocimiento en la carrera científica.

Los estudios realizados demuestran que en la actualidad el número de mujeres matriculadas en


carreras universitarias supera ya al de los hombres. Sin embargo, a pesar de esta masiva
incorporación de las mujeres a los estudios universitarios, el número de éstas que deciden
matricularse en una carrera técnica, como arquitectura o cualquier ingeniería, es inferior al de los
varones que optan por este tipo de estudios. Lo que evidencia que el sexo del alumnado es un
factor que en ocasiones es decisivo para elegir los estudios superiores.

Esta es una de las conclusiones a la que han llegado las más de cien expertas que participaron
en el primer Congreso Nacional sobre las mujeres y la ingeniería, celebrado en la Escuela
Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Terrassa (Barcelona).

Los motivos de esta elección hay que buscarlos en la educación sexista que ha recibido el
alumnado tanto en el ámbito escolar, familiar como en el social, donde a las niñas se les ha
socializado para que realicen trabajos y estudios propiamente “femeninos y a los varones deben
ser “Masculinos”, por lo que se orienta a las hembras hacia estudios destinados al sector de
servicios, mientras que los varones se ven más empujados hacia profesiones de perfil técnico o
científico.

Esta orientación provoca que la mayoría de las chicas se dirijan a carreras « de Letras », en las
que son mayoría aplastante y se encuentren en absoluta minoría en las de tipo técnico, como las
ingenierías.

En el caso concreto de nuestro país la problemática se manifiesta de manera similar a la del resto
de los países donde la presencia femenina en las aulas universitarias, es superior a la del hombre
desde los años 80, sin embargo, a pesar de esto, cuando hacemos un análisis de su
incorporación a esa enseñanza según especialidades, todavía podemos apreciar diferencias entre
los sexos.

La participación femenina continúa siendo mayoritaria en las llamadas áreas tradicionales, como
son las carreras Pedagógicas, Ciencias Sociales y Humanísticas. También encontramos alta
incorporación en las especialidades donde la mujer no tenía una participación tradicional como en
Ciencias Médicas, Económicas y algunas carreras de las áreas de Ciencias Naturales como:
Biología, Química y Alimentos. Sin embargo, sigue siendo superior la presencia masculina en
carreras de las Ciencias Técnicas, Agropecuarias y Cultura Física; aunque es de destacarse que
se ha incrementado paulatinamente después de las reformas universitarias. En la Universidad de
Pinar del Río las carreras de predominio masculino son la Agropecuaria e Informática.

Ha existido la idea general de que, debido a la imposibilidad de que las mujeres se instruyeran en
ciencia, no resultaba extraño que su número fuera limitado en esta esfera.

Aunque la incorporación de la mujer a la universidad ha aumentado hasta alcanzar una


participación superior a la de los hombres, esto no ha conseguido evitar la asignación tradicional
de los roles hombre / mujer en cuanto a la elección de carrera o especialidades elegidas, sino que
se ha amoldado a las imágenes y prejuicios existentes, y sólo ha supuesto un cambio significativo
en determinadas especialidades.

Aunque la elevación de nuestro nivel educacional y el incremento de la participación social, ha ido


eliminando prejuicios en torno a las “limitaciones” intelectuales de la mujer cubana y ha ido
potenciando su participación en el mundo de la esfera científica.

Conclusiones:

Se ha considerado que la actividad científico-tecnológica, es profundamente sexista porque está


construida sobre los valores de dominación y control típicamente masculinos.

En ciencia y tecnología, se manifiestan importantes sesgos de género que plantean la inferioridad


intelectual de la mujer o sus roles sociales subordinados.

La discusión feminista sobre la ciencia y la tecnología comienza con el reconocimiento de la


escasez de mujeres en las ciencias.

Finalmente, no es de extrañar que dado lo anterior, muchas mujeres opten por la vida privada
antes de una carrera científica.

Constituye una necesidad el hecho de que debe trabajarse para que se elimine en la ciencia y la
técnica, las inequidades que desde el punto de vista de género aún hoy nos encontramos.

Bibliografía:

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Ciencias Sociales, UNESCO, No. 168, junio. En: www.campus-oei.org/salactsi.

1Echevarría León D: Estudios de género desde CTS: una mirada a los estudios de Género en
Cuba

2García González, M. I. y Eulalia Pérez Sedeño: Ciencia, Tecnología y Género. Número 2/Enero-

La ciencia que discrimina a las mujeres


A lo largo de la historia, la investigación científica ha marginado, manipulado,
ignorado e incluso torturado a las mujeres. El problema persiste
La ciencia ha maltratado a las mujeres. Jocelyn Bell descubrió los púlsares, pero el Nobel de Física se lo llevó su
director de tesis. A la actual presidenta de la Unión Astronómica la mandaron a trabajar al despacho de su marido.
Durante décadas, a las que se salían del carril de lo socialmente aceptado se las torturó inventando
enfermedades como la histeria y remedios que pasaban por mutilarlas, arrancando órganos de sus entrañas. Las
mentes (masculinas) más sesudas desarrollaron teorías para explicar la inferioridad de las mujeres y, de este modo,
justificar su sometimiento. Los ejemplos del pasado son innumerables.

“En las mujeres están más fuertemente marcadas algunas facultades que son características de las razas
inferiores y de un estado pasado e inferior de civilización”, escribió Darwin

Pero no es únicamente cosa del pasado. Hoy, 8 de marzo, hay una sola mujer por cada nueve hombres en la élite de
la ciencia europea. Solo el 25% de los investigadores mejor pagados de la mayor institución científica española son
mujeres. Ninguna mujer dirige un organismo público de investigación en España. Los estereotipos siguen señalando
que la ciencia es cosa de hombres. Continuamos discriminando y humillando a las deportistas por su físico. Le
inculcamos a las niñas que no son tan brillantes como los niños. El ambiente en los laboratorios sigue
siendo machista. Y John sigue sacando mejor nota que Jennifer aunque su currículum sea el mismo.
“En definitiva, la pregunta que nos queda tras este viaje es si nos encontramos ante ejemplos de mala ciencia o de
ciencia al uso. Si mejorar la ciencia consistirá en eliminar los sesgos de género, si eso es posible, o si nos tendremos
que replantear otras formas de hacer ciencia”. Con esta contundencia concluye un libro fundamental para entender
el problema de la desigualdad en este campo, escrito por Eulalia Pérez Sedeño y S. García Dauder, Las ‘mentiras’
científicas sobre las mujeres, recién publicado por Catarata. Una contundencia nada exagerada tras el detallado
repaso que este trabajo da al machismo que discrimina en la ciencia, por la ciencia y gracias a la ciencia.

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La medicina aplica a las mujeres investigaciones realizadas en hombres, incluso aunque los resultados para ellas
en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento no se hayan estudiado de manera adecuada

Para empezar, Pérez y García muestran en su libro que los científicos siempre han estado ahí para dar argumentos a
quienes querían que las mujeres fueran humanos de segunda. “Se admite por lo general que en las mujeres están
más fuertemente marcados que en los hombres los poderes de intuición, percepción rápida y quizás de imitación;
pero al menos alguna de estas facultades son características de las razas inferiores y, por tanto, de un estado pasado
e inferior de civilización”, escribía en 1871 Charles Darwin, cuyas teorías sirvieron para cimentar la idea de que las
mujeres eran una versión menos evolucionada del hombre, como probaba el hecho de que su cráneo fuera más
pequeño, por ejemplo. Este corpus ideológico venía de lejos: “Aristóteles fue el primero en dar
una explicación biológica y sistemática de la mujer, en la que esta aparece como un hombre imperfecto, justificando
así el papel subordinado que social y moralmente debían desempeñar las mujeres en la polis”, escriben los autores.
Tuvo que llegar un ejército de prestigiosas primatólogas y antropólogas, defiende el libro, a tumbar el mito evolutivo
de los evolucionados cazadores machos que alimentaban a las pasivas hembras.

A las mujeres se las puso un escalón por debajo de los hombres y eso se aplicaba también a la ciencia médica. La
salud de las mujeres, el conocimiento de sus cuerpos y sus enfermedades, estaba relegado a un segundo plano y
circunscrito a un único tema concreto: “Durante mucho tiempo se supuso que la «salud de las mujeres» hacía
referencia a la salud reproductiva, lo que incluía la atención al parto, la anticoncepción, el aborto, el cáncer de útero,
el síndrome premenstrual y otras enfermedades específicamente femeninas”.

“Durante el siglo XIX y principios del XX, «enfermedades sociales y psicológicas» como el feminismo y el
lesbianismo se asociaban también a la sexualidad clitoridiana”, denuncia el libro

Los cuerpos de las mujeres han sido considerados una desviación de la norma masculina, explican Pérez y García, y
los resultados de la investigación médica que se llevan a cabo entre hombres se aplican más tarde a las mujeres,
“incluso aunque los resultados para las mujeres en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento no se hayan
estudiado de manera adecuada”. Durante años, las mujeres estuvieron sistemáticamente excluidas de los ensayos
clínicos para nuevos medicamentos: hasta 1988, los ensayos de la agencia estatal de EEUU solo incluían a hombres,
por lo que se desconocía si tendrían efectos adversos desconocidos en ellas (o si se descubrirían remedios que les
fueran más favorables). Hoy en día, todavía hay grandes lagunas en el conocimiento específico de la salud de las
mujeres y siguen siendo minoría (o inexistentes) en numerosos estudios de biomedicina.

Quizá el paradigma de la ignorancia sobre el cuerpo de la mujer sea el desconocimiento histórico de la anatomía del
clítoris, órgano olvidado por la medicina, por la insistencia sesgada en el aspecto reproductivo en la investigación.
Esto llevó a que tuvieran que ser activistas en la década de 1970 las que comenzaran a explorar su cuerpo para
aprender más, en talleres que eran a la vez actos políticos, de investigación y divulgación. “Durante el siglo XIX y
principios del XX, «enfermedades sociales y psicológicas» como el feminismo y el lesbianismo se asociaban también
a la sexualidad clitoridiana”, explica el libro, adentrándonos en otro de los capítulos más importantes del relato:
cómo la ciencia convierte la naturaleza de las mujeres en patologías a curar, en problemas a extirpar, en trastornos
que se deben tratar.

“La fabricación de enfermedades mentales ha sido un dispositivo muy eficaz de control y regulación tanto de la
feminidad como de la sexualidad de las mujeres”, resumen en el texto
“La fabricación de enfermedades mentales ha sido un dispositivo muy eficaz de control y regulación tanto de la
feminidad como de la sexualidad de las mujeres”, resumen en el texto. Por ejemplo, en el siglo XIX se vivió
una epidemia de histeria, ese supuesto trastorno mental de las mujeres que se trataba con torturas psicológicas o
extirpando sus ovarios o su útero. En el libro se reseñan varios casos espeluznantes, como cuando un reconocido
doctor explicaba: “Decidí privarle de los ovarios, esperando así extirparle sus pervertidos instintos”, porque su
paciente sufría ataques tras un aborto y el médico descubrió que de joven se masturbaba. “No ha vuelto a sus
hábitos degradantes, deseosa y ansiosa de atender su hogar”, se congratulaba después. Hace poco se descubrió que
Constance Lloyd, mujer de Oscar Wilde, murió tras una operación para extirpar sus ovarios a manos de un
especialista en “locura pélvica”, cuando en realidad tenía esclerosis.

Todavía hoy la ciencia consiente que situaciones naturales de la vida de la mujer se conviertan en dolencias que
necesitan medicamentos: la construcción social de la enfermedad se ha transformado en un artefacto comercial que
atiende a los intereses de la industria. Solo así se explica que llegara a las farmacias la viagra rosa. “Medicalizar los
problemas de la vida cotidiana de las mujeres o sus procesos naturales o fisiológicos (como ha ocurrido con la meno-
pausia o la menstruación); convertir malestares producto de desigualdades de género en patologías individuales
(como ocurrió con la histeria o la depresión); o medicalizar una faceta de la vida de las mujeres (su sexualidad, por
ejemplo)”, enumeran Pérez y García, antes de detenerse en estos supuestos problemas actuales como el síndrome
premenstrual, la menopausia o la regla (“las prioridades de investigación se han centrado más en encontrar
medicación anticonceptiva que en ayudar a la regulación del ciclo y sus dolores”).

En el siglo XIX se vivió una epidemia de histeria, ese supuesto trastorno mental de las mujeres que se trataba con
torturas psicológicas o extirpando sus ovarios

Frente a todos estos graves casos de discriminación, en los que “lejos de la neutralidad y asepsia pretendida por el
canon científico, los valores se cuelan irremediablemente”, Pérez Sedeño y García Dauder proponen una solución
bien sencilla: mejorar el acceso de la mujer a los distintos campos de la investigación. “Cuando la ciencia se hace
desde el punto de vista de grupos tradicionalmente excluidos de la comunidad científica, se identifican muchos
campos de ignorancia, se desvelan secretos, se visibilizan otras prioridades, se formulan nuevas preguntas y se
critican los valores hegemónicos (a veces, incluso, se provocan auténticos cambios de paradigma)”.

La falta de mujeres en
ciencia e ingeniería
también te perjudica a ti
19.01.2017 – 05:00 H.
http://puntoedu.pucp.edu.pe/opinion/las-mujeres-en-la-ciencia-tecnologia-ingenieria-y-
matematica/

Explicaba Ilana Yurkiewicz en este artículo para Scientific American lo difícil


que es demostrar un sesgo de género en cualquier ambiente, incluido en la
ciencia. "Los sesgos se pueden intuir, pero el problema para demostrarlos es
que las diferencias pueden deberse a distintos factores", y añade que es posible
pensar que se deben a que las mujeres están menos interesadas en este o
aquel campo de investigación, que eligen estilos de vida que las alejan de los
puestos de mando...

Por qué las mujeres dejaron de programar en 1984 (y todo cambió)


ROCÍO P. BENAVENTE

Las mujeres ocupaban el mismo porcentaje en los estudios de programación que en otras ramas del saber
hasta que de pronto en los 80 la cifra comenzó a caer bruscamente

Sin embargo, algunas investigaciones han logrado demostrar la existencia de


ese sesgo. Un estudio lo hizo al presentar ante una serie de científicos
currículums de estudiantes para un puesto en su laboratorio. Expedientes
idénticos fueron encabezados con nombres de hombre o de mujer. Los
resultados mostraron que los que llevaban nombres femeninos eran evaluados
significativamente peor que los masculinos, y que a ellas se les ofrecían sueldos
más bajos que a ellas. Otros estudios han demostrado que ellas lo tienen más
difícil para conseguir financiación, y que la figura tradicional del genio
científico les perjudica más en sus carreras. Con el objetivo de llamar la
atención sobre esta discriminación se celebra el próximo día 11 de febrero el Día
Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En España, decenas de
organizaciones están preparando actividades para ese día (puedes
consultarlas aquí).
La igualdad hace mejor ciencia
"¿Y a mí qué?", podría pensar cualquiera que no sea mujer ni niña ni le interese
la ciencia.
Piense de nuevo. El problema con el sesgo de género en la ciencia es que sus
consecuencias no las sufren solo las científicas, sino la sociedad en su conjunto,
ya que afecta a los resultados de las investigaciones y la innovación de un modo
que no siempre parece evidente. Igual que ocurre con el mundo de los negocios
y la competencia empresarial, los motivos para fomentar la igualdad en la
ciencia van más allá del marketing y la imagen, ya que cuanto más diverso
sea un equipo, mejores serán sus resultados. La historia de la ciencia está llena
de ejemplos.
Empezando por la investigación biomédica y desde las primeras fases, en las
pruebas y estudios con ratones. Durante décadas, se utilizaron casi únicamente
machos ante la posibilidad de que las fluctuaciones hormonales de las hembras
desvirtuasen los resultados. Como resultado, se conoce menos sobre las
enfermedades en hembras (y en mujeres) y en muchos casos se generaliza,
incluyéndolas en los resultados sin justificación, incluso en dolencias que ellas
sufren más que ellos. También se han perdido oportunidades para aprender
sobre fenómenos exclusivamente femeninos, como el embarazo, la
menstruación y la menopausia, y por último, no se ha utilizado el sexo como
variable en muchos estudios sobre biología básica, cuando el sexo es, junto con
la edad, una de las variables más importantes por ejemplo en la regulación del
sistema inmune y en las funciones hormonales.
Mujeres y niñas son esenciales para la ciencia y
la tecnología
Fecha: miércoles, 10 de febrero de 2016
Por Lakshmi Puri, subsecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas y directora
ejecutiva adjunta de ONU Mujeres
¿Se imagina un día entero sin acceso a su teléfono móvil, su computadora portátil o incluso
Internet? En nuestro mundo de constantes cambios, ¿usted podría funcionar sin la tecnología a su
alcance?
En todo el planeta, especialmente en el Sur en desarrollo, el uso de la tecnología y el acceso a la
misma no siempre es fácil. Esto es particularmente cierto para las mujeres y las niñas.
En los países de bajos a medianos ingresos, una mujer tiene 21 por ciento menos probabilidades
de tener un teléfono celular que un hombre, y lo mismo ocurre con el acceso a Internet.
Aunque las posibilidades de progreso científico y tecnológico son casi ilimitadas, las mujeres y las
niñas están ausentes en estos campos, especialmente en lo que refiere a la creación y la toma de
decisiones en los ámbitos que transforman nuestro mundo cotidiano.
En septiembre de 2015, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
declaró al 11 de febrero el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Coincidiendo con
la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o la Agenda 2030, y la convocatoria a la
igualdad de género en general – que incluye específicamente al Objetivo 5 – este día tiene el
potencial de repercutir en todo el mundo.
La ciencia y la tecnología (CyT) tienen que ver con lo cotidiano. Tienen el poder de alterar y
cambiar las trayectorias, ya que influyen cada vez más en todos los aspectos de la vida, como las
oportunidades económicas y la aplicación de soluciones en otros sectores productivos.
La CyT podrían ayudar a las mujeres a fundar empresas, a mejorar los resultados sanitarios –
entre ellos la salud sexual y reproductiva-, la energía, el ambiente y la gestión de los recursos
naturales, así como el desarrollo de la infraestructura.
Vemos oportunidades, especialmente mediante la tecnología de la información y la comunicación
(TIC), para mejorar la educación, las oportunidades de aprendizaje y el desarrollo de aptitudes,
para el diálogo con la juventud, la participación política y para que las mujeres y niñas defiendan
sus intereses, sus derechos y la transformación social.
Las oportunidades económicas abundan. Se calcula que el valor de los sectores del cambio
climático y las tecnologías limpias en la próxima década ascenderán a 6,4 billones de dólares, y
que el valor de la economía digital, solo en el Grupo de los 20 países industrializados, es de 4,2
billones de dólares.
Existe una gran disparidad de oportunidades con respecto a los trabajadores calificados
digitalmente, de 200 millones de personas. Se calcula que hasta 90 por ciento de los empleos del
sector formal exigirán formación en TIC. En la energía y la agricultura se necesitarán 2,5 millones
de ingenieros y técnicos solamente en África subsahariana para mejorar el acceso al agua limpia y
el saneamiento.
La CyT son intrínsecas al desarrollo sostenible, la ciudadanía y la capacitación personal. Los ODS
reconocen esta realidad mediante la inclusión de un indicador de medio de aplicación que oriente
a la comunidad mundial a “mejorar el uso de la tecnología instrumental, en particular la tecnología
de la información y las comunicaciones, para promover el empoderamiento de la mujer” (5b).
La capacidad de las mujeres para tener acceso y beneficiarse de estos sectores, así como de
influir en ellos, tendrá un impacto directo en la posibilidad de lograr nuestros objetivos para
un Planeta 50:50 para 2030. Si las mujeres son excluidas de estas revoluciones del siglo XXI no
lograremos la igualdad entre los géneros.
El marco de la Financiación para el Desarrollo establece vínculos adicionales entre la igualdad de
género, el empoderamiento de las mujeres y la CyT. Con el establecimiento del Mecanismo de la
Tecnología – que será guiado por un panel de alto nivel, integrado en un 50 por ciento por
mujeres – tendremos la oportunidad de poner en práctica y promover el aprendizaje y la inversión
en torno a estas coyunturas fundamentales.
La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (en 2011 y 2014) y la revisión 20 años
después de la Plataforma de Acción de Beijing (2015) abordaron este complejo tema de las niñas y
las mujeres en la CyT y presentaron varias recomendaciones.
Se identificaron buenas prácticas nuevas y establecidas, pero tenemos la necesidad urgente de
ampliar los éxitos de todos los interesados y vincular los buenos enfoques entre sí para construir
caminos y soluciones más completos.
La revisión de 10 años de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) también
reforzó los compromisos en torno a la igualdad de género y el papel de ONU Mujeres. Un plan de
acción que sintetiza los compromisos de género y las TIC a través de una multitud de marcos
normativos, incluida la CMSI, también se presentó para fomentar la participación de los
interesados.
No se puede subestimar la urgente necesidad de acelerar la aplicación de todos estos
compromisos y recomendaciones.
La evidencia muestra que los avances no son automáticos. El número de mujeres en ciencia,
tecnología, ingeniería y matemática (CTIM) desciende progresivamente de la escuela secundaria a
la universidad, en los laboratorios, la enseñanza, la formulación de políticas y la toma de
decisiones.
Hay grandes disparidades en el acceso de las mujeres a la participación y el liderazgo dentro de
los sectores de CyT, aunque ocupan los primeros lugares en el uso de energía, la adaptación al
cambio climático, la producción económica y poseen extensos conocimientos tradicionales.
En el sector formal de CyT las mujeres en todo el mundo constituyen menos de 10 por ciento del
personal en los centros de innovación y de quienes reciben fondos de inversores, y apenas cinco
por ciento de las integrantes de las academias nacionales en disciplinas científicas y tecnológicas.
La desconexión entre la interacción práctica y habitual de las mujeres con la CyT y su capacidad
formal para aprovechar estos sectores y lograr que sus conocimientos, perspectivas y liderazgo se
valoren es muy acentuada.
Las razones de esta falta de conexión son muchas e incluyen la falta de acceso a la tecnología, la
educación y la inversión, ambientes de trabajo con escaso apoyo, creencias culturales y
estereotipos.
A nivel mundial, las niñas comienzan a alejarse de los cursos de CTIM en la escuela secundaria.
Las actitudes sociales y los prejuicios obstaculizan su participación, ya que la CyT suelen
considerarse un dominio masculino.
No obstante, el cambio está llegando, lento pero constantemente.
ONU Mujeres trabaja para que las mujeres y las niñas participen en estos sectores, con muchos
programas dedicados a aprovechar el poder de las TIC. Realizamos iniciativas de educación digital
y desarrollo de aptitudes en TIC en Afganistán, Guatemala y Jordania, entre otros países, y
apoyamos sistemas de pago y de información por celulares para los agricultores y las mujeres de
pequeñas empresas en Papúa Nueva Guinea y África oriental.
ONU Mujeres también apoya el desarrollo de aplicaciones y juegos por celulares para sensibilizar
sobre la violencia de género y apoyar a las sobrevivientes en Brasil y Sudáfrica. Nos hemos
asociado con la Unión Internacional de Telecomunicaciones para lanzar un nuevo premio de
tecnología internacional que reconozca las contribuciones sobresalientes de mujeres y hombres en
el aprovechamiento de las TIC para promover la igualdad de género.
En el ámbito de las políticas nos dedicamos a nivel mundial y nacional a la promoción de las niñas
y las mujeres en las CTIM.
El jueves 11, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, no solo debemos celebrar
los increíbles logros de las mujeres en la ciencia, la tecnología y la innovación, sino también
galvanizar a la comunidad mundial para que se esfuerce más en lograr que la participación
femenina en el sector formal no sea la excepción, sino la norma, mientras que en el sector
informal, donde impera el ingenio de las mujeres, se les de reconocimiento y apoyo.
Angi
ogramas coronarios de pacientes con dolor en el pecho (es más probable que las
mujeres muestren obstrucciones menores o ninguna obstrucción)

Esto ha significado que durante mucho tiempo la atención médica que recibía la
población femenina era peor que la que recibían los hombres. Puesto que el
modelo estándar utilizado en medicina era el de un hombre, muchas mujeres
fueron mal diagnosticadas de patologías cardiacas, ya que los médicos tardaron
en darse cuenta que ellos y ellas mostraban síntomas distintos.
Las mujeres también han sufrido mayores efectos secundarios utilizando
distintos tipos de medicamentos, que van desde fármacos para reducir el
colesterol hasta sedantes y calmantes. El motivo es que las dosis recomendadas
se habían establecido a partir de estudios clínicos enfocados en su mayor parte
a hombres de tamaño medio, sin tener en cuenta que el tamaño medio de las
mujeres es menor, y eso puede hacer sus efectos más fuertes o prolongados.

http://puntoedu.pucp.edu.pe/opinion/las-mujeres-en-la-ciencia-tecnologia-ingenieria-y-matematica/

En Latinoamérica solo 11% de los grados superiores obtenidos por mujeres son en ciencias, tecnología, ingeniería

y matemáticas (STEM, por sus iniciales en inglés) y alrededor del mundo las mujeres representan apenas un 20%

de las ramas de estas especialidades. ¿Por qué esto nos concierne a todos?

Perjudica al crecimiento económico del país


Los trabajos en el sector de tecnología son los trabajos del futuro. En los últimos 10 años no habido industria que

transforme de manera más rápida el mundo que la tecnología. Las empresas más grandes ahora se encuentran en

este campo: Google, Facebook, etc. Si sigue el crecimiento al ritmo actual se calcula que para el 2020 habrán más

de 1.4 millones de trabajos relacionados a la tecnología y si las mujeres siguen fuera de este campo sólo se

podrán cubrir 30% de éstas plazas llevando a una escasez de estos puestos de trabajo.

La tecnología es clave para erradicar la brecha salarial

En el Perú por cada sol que gana un hombre, una mujer gana 0.54 centavos, según el reporte Global Gender Gap

2014 del Foro Económico Mundial. Las mujeres en tecnología ganan 9% más que mujeres en otros

sectores. Al no participar en los puestos de trabajo mejor pagados solo generará que se incrementen esas

desigualdades salariales y, por ende, desigualdades de desarrollo social.

Perjudica a las empresas

Esta disparidad de género perjudica a las propias empresas, estudios realizados por Catalyst han demostrado que

las compañías de Fortune 500 con el más alto porcentaje de mujeres en posiciones de liderazgo aportan 42% más

en ventas, un 53% más de rendimiento sobre el capital y un retorno a la inversión de 66% mayor comparado con

empresas que no cuentan con igual cantidad de directoras mujeres.

Además, las mujeres influyen en el 70% de las decisiones de compras en el mundo. Al no haber mujeres

desarrollando tecnología, esta avanza hacia a un mercado masculino y deja a la mitad de los consumidores

insatisfechos.

El problema empieza desde la niñez. Varios estudios han demostrado que las mujeres pierden el interés por la

matemática y la ciencia entre los 7 a 12 años, esto debido a estereotipos impuestos por la sociedad.

¿Cómo se puede mejorar esta situación? Mejorando la educación, haciendo visibles modelos a seguir en ciencia y

tecnología, cambiando los estereotipos de género y mejorando las oportunidades de networking y mentoring.

Si quieres saber más, este miércoles 23 a las 6 p.m. en el Centro de Tecnologías Avanzadas de Manufactura

(CETAM) 2do piso Pabellón K. Ingresa a El género femenino en la tecnología y el emprendimiento en Agenda

PUCP.
La Situación de la mujer en el Sistema de Ciencia y Tecnología desde el punto de vista Nacional e Internacional

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/situacion-mujer-sistema-ciencia-tecnologia/situacion-


mujer-sistema-ciencia-tecnologia.shtml#ixzz56YRAKyvf

Introducción
El extraordinario impacto de la ciencia y de la tecnología en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea en las esferas
económica, profesional, educativa o institucional, hace hoy necesario adquirir familiaridad y profundizar en el conocimiento de las
interrelaciones entre la ciencia, la tecnología, la actividad económica y la sociedad. Dos recientes y vigorosos campos académicos
han hecho del impacto social y económico de la ciencia y de la tecnología el objeto de su trabajo: los estudios sociales de la
ciencia, o estudios sobre " Ciencia, tecnología y sociedad" (CTS), y los referentes a innovación. (Anónimo, 2006a)
Los estudios CTS se orientan a la comprensión de la dimensión social de la ciencia y de la tecnología, haciendo uso de
las investigaciones académicas en humanidades y en ciencias sociales como marcos de análisis, y estudiando fenómenos como
los de la cultura científica, los condicionantes sociales de la investigación, la escasa presencia de la mujer en la ciencia, o las
cuestiones éticas planteadas por la tecnología actual (Anónimo, 2006a)
El trabajo científico y tecnológico es unos de los factores más influyentes en la sociedad contemporánea. La ciencia y la tecnología
son procesos sociales y profundamente marcados por la civilización donde han crecido; el desarrollo científico y tecnológico
requiere de una estimación cuidadosa de sus fuerzas motrices e impactos, un conocimiento profundo de sus interrelaciones con la
sociedad.
Hoy día los estudios CTS constituyen una importante área de investigación académica, política pública y educación. En este
campo se trata de entender los aspectos sociales del fenómeno científico y tecnológico, tanto en lo que respecta a sus
condicionantes sociales como en lo que atañe a sus consecuencias sociales y ambientales (Núñez, 1999).
Los estudios de ciencia, tecnología y género (CTG) constituyen un subconjunto de los referidos a ciencia, tecnología y sociedad
(CTS) y se ocupan, en resumen, de examinar desde distintas perspectivas las relaciones existentes entre las mujeres y la ciencia
y la tecnología.
Aunque el número de mujeres que realiza estudios científico-tecnológicos ha aumentado considerablemente, su presencia
profesional sigue estando muy por debajo de los porcentajes previsibles. La plena incorporación femenina a los sistemas de
ciencia y tecnología no es simplemente una reivindicación igualitaria, sino una necesidad económica y social. Por ello, es
fundamental lograr una buena educación en ciencia y tecnología para todos, pues ningún país puede permitirse dejar de lado a la
mitad de la población en tema tan importante para el progreso (Pérez, 2001).
En tal sentido nos hemos planteado como objetivo de este trabajo, estudiar la situación actual de la mujer en
el sistema de ciencia y tecnología desde el punto de vista nacional e internacional y su repercusión en la sociedad.
Desarrollo

Ciencia y Tecnología
En principio la función de la ciencia se vincula con la adquisición de conocimientos, al proceso de conocer, cuyo ideal más
tradicional es la verdad, en particular la teoría científica verdadera. La objetividad y el rigor son atributos de ese conocimiento
(Núñez, 1999).
La función de la técnica se vincula con la realización de procedimientos y productos, al hacer, cuyo ideal es la utilidad. La técnica
se refiere a procedimientos operativos útiles desde el punto de vista práctico para determinados fines.
Desde la antigüedad hasta el Renacimiento la ciencia constituye un conocimiento que se apoya en la contemplación de
la naturaleza. Es por medio de la observación y el razonamiento que es posible acceder a la esencia de la naturaleza. La ciencia
moderna, liderada por Galileo, modifica parcialmente esto, desplaza la contemplación y la especulación sobre las esencias y
promueve una racionalidad apoyada en la experimentación y el descubrimiento de las leyes matemáticas que están detrás de los
fenómenos sensibles. Para Descartes, no es suficiente la observación: es mediante el experimento que se formulan preguntas a la
naturaleza, obligándola a revelar la estructura matemática subyacente. El intelecto, más que los sentidos, es lo fundamental.
Al ocuparse de la naturaleza, la ciencia contemporánea, lo hace por medio de un conjunto de mediaciones que a lo largo de
su desarrollo la propia ciencia y la técnica han venido construyendo: modelos, teorías, instrumentos, tecnologías, y es gracias a
ellas que se realiza la investigación (Núñez, 1999).
Agazzi, 1996, resume este proceso, planteando que el ideal de la ciencia antigua fue la observación, el de la ciencia moderna el
descubrimiento que apela fundamentalmente al recurso de la experimentación y la matematización, en tanto la ciencia actual
realiza la investigación en sentido estricto.

Diferencias de géneros en la ciencia y tecnología


La ciencia contemporánea aún continúa empeñada en la tarea de identificar las diferencias sexuales en habilidades cognitivas. La
búsqueda de diferencias en los cerebros masculinos y femeninos que expliquen y justifiquen la desigual presencia de hombres y
mujeres en ciertos ámbitos científicos sigue siendo un importante programa de investigación en biología y psicología: estudios de
dimorfismo sexual, análisis de los condicionamientos genéticos, hormonales y de estructura cerebral que ocasionan diferentes
disposiciones en los dos sexos para distintas tareas (González; Pérez, 2002.)
El sueño de las mujeres es la igualdad. También en el mundo de la ciencia, la investigación y la tecnología, que ha sido un terreno
históricamente vedado a las mujeres, y cuyos criterios científicos han venido marcadas siempre por un sesgo decididamente
masculino.
Una abrumadora mayoría de mujeres en todo el planeta sufre, por el hecho mismo de haber nacido mujer. Y han de añadir este
maltrato vital en todos los sentidos, a ser pobres, o pertenecientes a una minoría, o cualquier otra discriminación.
En todos los ámbitos de su vida y en todo el mundo casi por igual, la mujer vive en condiciones de sometimiento e inferioridad en
relación con las posibilidades de realización de los varones de su propio entorno; ello se asienta en los principios estructurales de
una organización social injusta y ha tenido su reflejo históricamente en el campo de las ciencias. El papel de reproductora que la
naturaleza le encomendó a la mujer ha pesado de forma aplastante sobre el ejercicio de sus derechos más elementales
como persona y también, como investigadora (VI Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género, 2006)
Aunque las mujeres representan un 51% de la población mundial, constituyen, dentro de la sociedad, una minoría cualitativa,
siendo muy baja la tasa de inserción de la mujer en el sistema de ciencia y tecnología.
Partiendo de esta realidad, los estudios de CTG se ocupan de analizar las causas que producen esta situación con el objetivo de
realizar propuestas que ayuden a aumentar la integración de la mujer en las actividades tecnocientíficas. Este análisis se focaliza
en varias vertientes:
Desde la vertiente pedagógica, se observa que las mujeres no eligen, de manera mayoritaria, cursar disciplinas científicas y
tecnológicas. Por tanto, se analizan aspectos como: la manera en que se enseña la ciencia y la tecnología en la escuela, los
contenidos que se imparten en estas disciplinas, las actitudes de quien los imparten hacia las estudiantes, etc. para, en base a
este análisis, diseñar propuestas que contribuyan a revertir esta situación y conseguir, así, una presencia mas equilibrada de
hombres y mujeres en estas disciplinas (Farré, 2000).
Desde una vertiente socio-institucional, se observa que la presencia de mujeres en instituciones dedicadas a la educación o
práctica científica es muy limitada. Estudios realizados sobre este fenómeno concluyen que existe una discriminación no aceptada
por la cual a las mujeres no les es tan reconocida su calidad profesional como a sus colegas hombres, no pudiendo acceder a los
niveles jerárquicos superiores y son obligadas a realizar trabajos menos notorios y mas rutinarios (Farré, 2000).

Historia de la mujer en ciencia y técnica


La historia pone de manifiesto cómo las oportunidades de las mujeres han variado con el tiempo y con las barreras estructurales e
institucionales existentes desde el nacimiento de la ciencia moderna.
El acceso a las instituciones científicas estuvo vedado para las mujeres hasta fechas increíblemente cercanas. En Grecia sólo se
les aceptaba en algunas escuelas filosóficas. Durante la Edad Media apenas los conventos proporcionaban refugio a las mujeres
que deseaban dedicarse al estudio. El nacimiento de las universidades europeas, entre los siglos XII y XV, redujo las
oportunidades de las mujeres pues, debido a su carácterclerical, vetaban su ingreso. Tuvieron que pasar varios siglos para que
como grupo, y no alguna que otra excepción, fueran admitidas en las universidades. En las universidades suizas no se las aceptó
hasta la década de 1860, en las francesas hasta la de 1880, en las alemanas hasta la de 1900 y en las inglesas hasta 1870. Las
universidades norteamericanas, de más reciente creación, no eran muy diferentes. Creadas a partir del siglo XVII, la
primera universidad que admitió mujeres fue la de Oberlin, en 1837, pero en un departamento separado del resto y sin que
pudieran obtener título. En España, las puertas de las universidades se abrieron para la mujer en 1868, pero una ley de 1880
introdujo el requisito de que la superioridad diera permiso expreso para que una mujer ingresara. El libre acceso sin permiso no se
permitió hasta 1910 y ninguna española pudo enseñar en la universidad hasta 1916, cuando Julio Burrell creó la Cátedra de
Literaturas Románicas en la Universidad de Madrid para Dña. Emilia Pardo Bazán (González; Pérez, 2002).
Las academias científicas tardaron más aún en admitir mujeres; (Marjory Stephenson y Kathleen Londsdale) fueron las primeras
en ser admitidas en la Royal Society en 1945, a pesar de que tenía casi trescientos años de existencia. En 1979, Yvonne
Choquet-Bruhat fue la primera mujer en entrar en la Académie des Sciences francesa, fundada en 1666. Las primeras mujeres
españolas en acceder a las academias científicas fueron María Cascales (Real Academia de Farmacia, en 1987) y Margarita
Salas (quien leyó su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1988). En el camino se
habían quedado figuras como Marie Curie, que perdió, por dos votos, la posibilidad de entrar en la Academie de Sciences de París
un año antes de que le concedieran su segundo Premio Nobel, en 1910 (González; Pérez, 2002).
3.2. Recuperación de las mujeres en la historia de la ciencia y la tecnología
Una parte importante de los primeros esfuerzos por reconsiderar el papel de las mujeres en la ciencia y tecnología lo constituye la
reescritura de la historia para recuperar del olvido mujeres o tradiciones típicamente femeninas que, pese a haber hecho
contribuciones destacables en el ámbito científico-tecnológico, han sido silenciadas por la historia tradicional, bien debido a
distintos tipos de sesgos, bien debido a concepciones estrechas de la historia de la ciencia que reconstruyen la disciplina sobre los
nombres de grandes personajes y teorías o prácticas exitosas y dejan de lado otras actividades y contribuciones en modo alguno
colaterales al desarrollo de la ciencia (González; Pérez, 2002).
La historia de las mujeres tecnólogas tiene sus propios problemas y dificultades. Entre ellos está el ocultamiento sistemático de las
mujeres que, en muchos casos, ha sido promovido por la legislación sobre patentes. Al no tener la mujer derecho de propiedad, es
el padre o el marido o algún otro hombre el que aparece en los registros de patentes como responsable de invenciones hechas
por mujeres. Por otra parte, las historias de la tecnología han pasado por alto el ámbito de lo privado, es decir de lo femenino, en
el que se utilizaban tecnologías propias de las tareas tradicionalmente determinadas por la división sexual del trabajo, teniendo
como consecuencia que inventos relacionados con la esfera de lo doméstico y la crianza, y realizados por mujeres, no han
contado como desarrollos "tecnológicos"
Muchas de ellas hicieron contribuciones notables a los problemas científicos de los que se ocuparon, y la historia de la ciencia ya
no podrá ser contada sin referirse a sus aportaciones.
Un caso paradigmático de figura femenina olvidada y recuperada para la historia de la ciencia es la de Rosalind Franklin. Sus
fotografías por difracción de rayos X fueron claves para que Watson y Crick pudieran proponer el modelo de doble hélice
del ADN que les proporcionaría el Premio Nobel en 1962 junto a Maurice Wilkins. Sin embargo, silenciada por la historia de la
ciencia y una temprana muerte, y ridiculizada en la narración autobiográfica que Watson (1968) hace del episodio, su contribución
no tuvo ningún reconocimiento (ninguno de los galardonados la recordó en la entrega de los premios, su nombre ni siquiera
aparecía en las reconstrucciones en enciclopedias, libros de texto y museos de ciencia) hasta la publicación de la biografía que
escribe Anne Sayre (1975), en la que se cuenta una historia muy distinta, la de la difícil situación de una científica, mujer y judía,
en una institución (el King"s College, de Londres) tradicionalmente masculina y claramente anglicana (González; Pérez, 2002).

Situación de la mujer en ciencia y tecnología internacional


En cuanto a la situación de la mujer en la ciencia, como en muchas otras áreas profesionales, ésta se encuentra con muchas
dificultades debido a que se le atribuyen socialmente obligaciones como: el cuidado de los integrantes de la familia y el cuidado
del lugar donde viven los hombres. Las consecuencias de asumir lo anterior llevan a una sociedad que considera que el trabajo
de cabeza corresponde al hombre, mientras que a la mujer le corresponde el trabajo de cuerpo. Estos roles, que se observan a
nivel de todos los países, en mayor o menor transparencia según la cultura propia, se están desarrollando en una sociedad que la
integran tanto hombres como mujeres, y, por tanto, son aceptados de alguna manera por ambos (González; Pérez, 2002).
Hoy, las científicas europeas e hispanoamericanas ocupan muy pocos puestos de decisión; sus trabajos a menudo se minimizan,
obtienen menos fondos y becas para investigar; y están peor remuneradas que sus colegas masculinos. Y ello a pesar de que al
principio de su carrera igualan en número a los hombres. La escasa representación de las mujeres en la ciencia amenaza el
objetivo de lograr la excelencia científica, además de ser un desperdicio y una injusticia. Incluso en los países donde la
discriminación es menor, las mujeres representan sólo entre el 13 y el 18% de los profesores titulares en las universidades. Hay
países del 1% y también del 0% (VI Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género, 2006)
En América Latina, se observa que en algunas ramas de las ciencias ya están siendo mayoría y su rendimiento es igual o superior
al de los varones. Sin embargo esta supremacía femenina comienza a desvanecerse a nivel de doctorado y postdoctorado,
especialmente si se realizan en el extranjero: en ciencias básicas y tecnológicas, la participación femenina cae entre 25 y 54%,
dependiendo del país
En los siete países latinoamericanos las mujeres que egresan de la universidad promedian el 56%, mientras que entre los
investigadores de los sistemas nacionales de Ciencia y Técnica, la cifra cae a 39% (II Taller Internacional de Estudios Sociales de
la Ciencia y la Tecnología, 2001).
En estudios realizados sobre la situación de la mujer en las disciplinas científicas y tecnológicas en el ámbito universitario
latinoamericano, teniendo en cuenta el tiempo de permanencia; por categorías jerárquicas, teniendo en cuenta la edad; por la
carrera científica comparando con otras disciplinas académicas; por accesibilidad a becas y recursos recibidos para realizar
trabajos de investigación y por inserción en centros oficiales, intentando detectar la presencia o ausencia de discriminación. Los
resultados obtenidos fueron:
 A medida que aumenta el nivel jerárquico disminuye la presencia de la mujer. Esto ocurre incluso en las carreras donde la
presencia de las mujeres en las aulas y en los niveles jerárquicos inferiores es mayoritaria.
 Al disminuir la edad, aparece un mayor equilibrio entre el número de hombres y mujeres.
 Se detecta menos presencia de mujeres en centros de investigación oficiales.
 Las mujeres acceden a menos ayudas económicas personales y los proyectos que se asignan a investigadoras están menos
dotados económicamente.
 Las disciplinas científicas elegidas mayoritariamente por las mujeres son la biología y la medicina y continúan siendo las
disciplinas del área de humanidades, las más solicitadas.
Según el estudio de la UNESCO, al considerar la categoría de investigador como el indicador más generalizado, "en la mayoría de
los países se advierte que la participación femenina oscila entre el 28 y el 49%, cuando a mediados de los "90 estos porcentajes
estaban entre 8 y 10 puntos más abajo".
Según la investigadora María Elina Estébanez, autora del estudio de Unesco, el acceso a cargos de liderazgo es otro obstáculo
para las científicas. Este hecho es a su juicio "uno de los principales indicadores de la desigualdad de género en la ciencia ¨
Por ejemplo, aun cuando las mujeres en el Conicet (Argentina) superan el 51%, al mirar en detalle las cifras se observa que la
presencia femenina sólo predomina en las tres primeras categorías del escalafón (asistente, investigador adjunto e
independiente).
En las superiores (investigador principal y superior), su participación se reduce al 15%. Y en el directorio de ocho personas, sólo
una es mujer.
La conclusión es que las mujeres superan ampliamente a los varones como colaboradoras en los equipos de investigación,
mientras que ellos llevan la delantera como jefes de proyecto.
Un estudio del propio Conicet siguió a un grupo homogéneo de hombres y mujeres que partieron en la misma categoría científica.
Al cabo de nueve años, ellos habían ascendido en una proporción mucho mayor. Y la mayoría de las mujeres que recibieron
promociones eran solteras. "Las mujeres aún llevan primordialmente la carga doméstica y el cuidado de los hijos. Eso dificulta
que tengan la misma dedicación que los hombres que no realizan este tipo de actividades", explica a SciDev.Net
la física mexicana Lilia Meza.
Para las mujeres que atienden a su familia esta diferencia con los hombres se traduce en actitudes de rechazo de parte de
investigadores, particularmente jefes de grupos de investigación (Muñoz, 2002).
Se observó, pues, una tendencia común entre los diferentes países estudiados: tanto hombres como mujeres usan y son objeto de
la ciencia y la tecnología, pero, principalmente son los hombres quien las realizan, y esto determina los intereses que esta ciencia
y tecnología persigue.
Este estudio puso de manifiesto la presencia de barreras formales e informales, entendidas como la discriminación ya desde niñas
(orientación dirigida hacia ciertas actividades consideradas mas "femeninas") y a la falta de modelos científicos femeninos; que
provocan la siguiente cadena de acontecimientos: menos posibilidades tanto económicas como de información impiden
el poder progresar en la carrera científica, lo que provoca una menor accesibilidad a puestos de responsabilidad, imposibilitando
que se pueda revertir esta situación. Incluso se observa, por el contrario, que las mujeres que acceden a altos niveles jerárquicos,
suelen adoptar "modelos masculinos", no siendo sensibles a la problemática con la que las mujeres se enfrentan ni presionando
para que se produzcan cambios (Muñoz, 2002).
También se ha realizados estudios del tratamiento discriminatorio que la Antropología como ciencia ha dado a la mujer y el trato
desigual que recibe una mujer antropóloga en el seno de su comunidad científica y académica. En el primer caso, hasta la década
de los años setenta la Antropología solo mencionaba al hombre sin incluir a la mujer ni distinguir entre ambos, en sus estudios. En
el segundo, las antropólogas han sufrido y sufren discriminación a muchos niveles: de reconocimiento profesional, de retribución
económica, posibilidad de progresar en su carrera, accesibilidad a becas o posibilidad de realizar estancias en el exterior, etc.
También se observó que en la Antropología existen limitaciones que, como profesionales, tienen que superar las mujeres para
realizar sus actividades de manera completa, debido a la obligación que les atribuye la sociedad de tener que cuidar de su familia
y de su ambiente/espacio familiar. Otro de los obstáculos a los que tienen que enfrentarse las mujeres es a la falta de confianza
que hacia su calidad profesional reciben por parte de la sociedad y que las obliga a tener que estar demostrando, en todo
momento, su validez (Farré, 2000).
4.1. Exclusión implícita de la mujer en la ciencia y la tecnología
En nuestros días ya no se puede hablar de exclusión explícita de las mujeres de las universidades y los centros de investigación.
Ni siquiera del peso ideológico de la convicción de que la mujer sea intelectualmente inferior que el hombre, en términos
generales. Sin embargo, existen mecanismos más sutiles, implícitos, que contribuyen a mantener y legitimar la segregación de la
mujer.
Obras como las editadas por Pnina G. Abir-Am y Dorinda Outram (1989), y por G. Kass-Simon y Patricia Farnes (1993), o la
escrita por Margaret Rossiter (1982), han analizado la estructura de la comunidad científica y el papel y dificultades de la mujer en
ella; y han identificado dos formas de discriminación: la territorial y la jerárquica. En virtud de la discriminación territorial, se relega
a las mujeres a ciertas áreas de la actividad científica, áreas marcadas por el sexo, tales como computar datos astronómicos, o
clasificar y catalogar en historia natural. Eso se traduce, entre otras cosas, en que determinadas carreras sean más "femeninas"
que otras y en que ciertos trabajos, "feminizados", adquieran menor valor que otros. O también en que determinados trabajos se
consideren "rutinarios" o no se estimen "teóricos" --es decir, importantes-- por el hecho de ser realizados por mujeres
También existe la discriminación jerárquica, según la cual científicas capaces y brillantes son mantenidas en los niveles inferiores
de la escala de la comunidad o topan con un "techo de cristal" que no pueden traspasar en su profesión. La historia muestra que
esto no es un fenómeno reciente. Disciplinas nuevas admitieron en su seno a las mujeres hasta que se profesionalizaron, como en
el caso de la medicina en general y de la obstetricia en particular (González; Pérez, 2002)
4.2. Las razones femeninas
Son varias las explicaciones que las propias científicas esgrimen cuando analizan los obstáculos para iniciar una carrera en
ciencias, permanecer en ella o ascender profesionalmente.
Además de la dificultad de compatibilizar las demandas laborales con la exigencia familiar, la productividad científica en términos
de publicaciones se ve también afectada por la maternidad.
Esto lleva a un círculo vicioso: la escasez de mujeres en cargos de decisión dificulta la implementación de políticas y medidas que
estimulen una mayor participación femenina en ciencia y tecnología.
Buscando enfrentar el problema, científicas de la región han estimulado la discusión sobre el papel de las mujeres en la ciencia a
través de foros y estudios, además de generar redes de intercambio a nivel regional (Anónimo, 2006).
La influencia de la educación que reciben desde niñas y la falta de modelos femeninos en la ciencia, determina que las mujeres no
elijan dedicarse a estas disciplinas. Y como a esa ausencia de modelos femeninos, se suma la tendencia de las científicas a
adoptar modelos masculinos, endureciendo aún más la situación. Esto conlleva a la necesidad de destapar y luchar como
colectivo contra la discriminación que existe hacia la científica y su trabajo (Farré, 2000).
4.3. Tendencia actual de la mujer en el contexto de globalización
Los nuevos significados que provoca en la vida material y espiritual de las mujeres la transnacionalización de
la economía capitalista es omitida, con bastante frecuencia, en los debates teóricos y en las discusiones acerca de los modelos de
economías y el proceso de globalización. Sin embargo, sin tener en cuenta los cambios valorativos es muy difícil impartirle
coherencia a una lectura del mundo contemporáneo donde el nacionalismo, la religión, los conflictos interétnicos y de géneros
tienen una influencia equivalente a los aspectos económicos e internacionales. Con una visión centrada exclusivamente desde la
economía, la política institucionalizada o las relaciones internacionales, no es posible explicar, dar sentido y proponer alternativas
a los problemas multidimensionales que se presentan hoy (Alfonso, 2006).
La globalización neoliberal capitalista ha producido cambios tan vertiginosos, y tantas rupturas teóricas y cotidianas que no es de
asombrar, como dice Noam Chomski, el estado de desesperación, ansiedad, falta de esperanza, enojo y temor que prevalece en
el mundo fuera de los sectores opulentos y privilegiados y del sacerdocio comprado que cantan alabanzas a nuestra
magnificiencia, una característica notable de nuestra cultura contemporánea, si se puede pronunciar esta frase sin vergüenza
(Chomski, 1996).
A medida que el capital global se centraliza cada vez más por el control trasnacional, los estados nacionales pierden poder y los
trabajadores son cada vez más marginados y excluidos, la situación de la mujer llega a un punto en que no pueden controlar
sus medios de producción ni su fertilidad. La «feminización laboral», tendencia que se manifestó en la economía mundial a partir
de la postguerra y alcanzó auge en los años 60, adquiere ahora nuevos matices: las mujeres constituyen la fuerza principal de
trabajo para el creciente sector de los servicios, donde realizan tareas de bajo estatus y poco salario. Según datos del PNUD, el
71% de las mujeres empleadas formalmente se concentran en cinco grupos ocupacionales,
educación, enfermería, oficina, ventas y servicios, la mayoría en los puestos peor remunerados. El ingreso promedio de las
mujeres todavía equivale a sólo el 70% del de los hombres, aunque en los últimos años, el ingreso de las mujeres ha tenido un
continuo incremento respecto al de los hombres por la reducción constante de los ingresos y los puestos laborales tradicionales
para los hombres. Aun así, para las mujeres aumentan las listas de trabajos con jornada partida y de contratos temporales
sin seguridad social, oportunidades de promoción o jubilación. Son raros los programasde trabajo que tengan en cuenta el cuidado
de los niños y las bajas por maternidad. La mayor parte del trabajo de las mujeres está excluido del cálculo del Producto Nacional
Bruto (Valdés, 1996).
El feminismo como movimiento político, símbolo y valor de la mujer no ha escapado a este hecho. La institucionalización del
feminismo, hecho que se presenta como un paso a favor de la mujer, ha sido la manera de encubrir las aun no resueltas
contradicciones y relaciones de poder entre hombres y mujeres, que van más allá de las diferencias de género y sexo. Estos
llamados "feminismos institucionales", por lo general, presentan un claro abandono a la búsqueda de soluciones revolucionarias
para la emancipación de la mujer, y asumen la convicción de que desde dentro del sistema, con la presión que se ejerce sobre
sectores del poder influyen de manera directa en las soluciones y toma de desiciones de esos grupos a favor de las necesidades e
intereses de las mujeres (Valdés, 1996).

Situación de la mujer en ciencia y tecnología en Cuba


Las reflexiones sobre el tema de la mujer, que es como empieza a manifestarse la preocupación por el género, aparece en fecha
tan temprana como mediados del siglo XIX (1860) y de manos de una mujer literata, la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda,
quien escribe "La mujer (cualidades del carácter de la mujer)" y como preocupación aislada está presente en trabajos de
relevantes pensadores del XIX cubano, entre los que se encuentra Enrique José Varona
La educación de la mujer surge como un problema moderno, que no puede pasar inadvertido ante la vista del sociólogo y Varona
lo analiza en trabajos como "Las niñas en la segunda enseñanza", (1887) y en "Ideas de Mlle de Scudery sobre la educación de la
mujeres", (1882). En este último se apoya para solicitar una reforma sobre la educación de la mujer, en cuanto la considera un
ente moral que influye directamente sobre la sociedad, y cuya influencia puede alterar o conservar el orden social por el rol
preponderante que juega en el hogar, pero no la aproxima a la instrucción masculina. Es importante señalar que la instrucción
diferenciada era un criterio dominante en la época, es una de las formas en que se manifiesta la discriminación de la mujer. Un
ejemplo que revela datos evidentes sobre este tipo de prejuicio social corresponde con el período de 1885-1889, donde solo se
graduaron seis mujeres en la Universidad de la Habana.
Luego de 1959, el triunfo de la revolución determina un cambio de expectativas sociales, roles y status en el caso de la mujer, que
se integra de forma masiva al movimiento revolucionario y es beneficiaria de un grupo de conquistas en el terreno de la educación,
la salud y principalmente el trabajo. El derecho al trabajo es una de las conquistas de género más importante que obtiene la mujer
y que se constituye en el fundamento de un proceso de transformación cualitativa que va experimentando la mujer cubana. Ello
unido al derecho gratuito a la educación y a la cultura, le permite en un tiempo relativamente corto, avanzar en el terreno de
su independencia económica y social, así como en su participación en el ámbito público y en actividades tradicionalmente
masculinas (Anónimo, 2004).
El proceso de creación de Cátedras de la Mujer en los centros de Educación Superior, reúne a especialistas de las más diversas
esferas de la ciencia alrededor de la labor de investigación y difusión de la perspectiva de género. Por supuesto, que muchas de
las cátedras creadas, declaran su objeto de investigación vinculado a otros temas como por ejemplo la familia y que incluso la de
la Universidad de la Habana asume el calificativo exclusivo de mujer (Muñoz, 2002)
Estas representan el 45,2% de los trabajadores en el sector civil, el que más ocupa en la economía cubana.
Sobresale también su abrumadora presencia entre los administrativos y, sobre todo, entre los técnicos y profesionales con el 66,4
por ciento, lo que las coloca entre las personas con más alta calificación. Han ganado un terreno en la promoción a cargos
de dirección representando el 35,96% entre los parlamentarios en Cuba.
La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) se creó para velar por las necesidades de las féminas de la Isla, de acuerdo con sus
posibilidades y diferencias con respecto al hombre, y tiene la potestad de plantear demandas al gobierno sobre formas de
promover su avance (Fernández, 2004).
En los campos de la Ciencia y Tecnología en Cuba hemos avanzado mucho y las desigualdades actuales no son por concepto de
género.
El acceso a carreras científicas es por igual para hombres y mujeres, sin embargo, al ingresar a su vida profesional las muchachas
sufren un retraso en su formación académica, durante su período de maternidad, lactancia, criar hijos pequeños, el resto de la
carga familiar, etcétera (Anónimo, 2004).
En algunos casos los indicadores muestran que las muchachas son mejores alumnas en la Enseñanza secundaria y universitaria,
tienen índices académicos mejores. Cuba exhibe otros impresionantes indicadores, por ejemplo, las mujeres somos 65 % de la
fuerza científico técnica del país
Realmente en Cuba no se perciben situaciones de desigualdad. Sí existen aún problemas con el acceso de las mujeres a cargos
de dirección, para lo cual se cuenta con un plan de formación y superación de mujeres, con capacidades demostradas para
ascender a altos niveles de decisión, en todos los ámbitos del país y no sólo en Ciencia y Tecnología (González; Pérez, 2002;
Anónimo, 2002)
 Desempeño de la mujer en la Acuicultura.
La Red Latinoamericana de Mujeres del Sector Pesquero y Acuícola convocada por Infopesca y con el financiamiento de la FAO
realizaron un estudio dirigido a obtener un diagnóstico sobre la situación del trabajo femenino en el sector pesquero y acuícola
patagónico. Donde se evidenció que para la mayoría de las mujeres el acceso a trabajar en el sector pesquero no es por tradición
familiar. La actividad pesquera que ocupa mayor cantidad de mano de obra femenina es el trabajo en plantas pesqueras en todas
las localidades encuestadas La mayor parte de las mujeres no se identifica con ningún grupo de contención social, salvo las
investigadoras y docentes que se inclina por actividad sindical (Anónimo, 2005).
En el Centro de Preparación Acuícola Mampostón, existe desigualdad de género en cuanto a la capacidad de realizar tareas de
pescas propiamente dichas, implantadas por las mismas mujeres. En cuanto a la Ciencia y la Tecnología, vemos que la mujer
realiza un excelente desempeño que incluso sobrepasa a los hombres, realizando tareas de capacitación e investigación.
Representan en cuanto a cargos de dirección el 50%, como jefes de grupo el 53,3% y en las tareas de investigación el 70%, con
respecto a los hombres respectivamente.

Conclusiones
 A lo largo de la historia la presencia de mujeres en las disciplinas científicas y en la tecnología ha sido inferior a la de los varones.
 Las mujeres superan ampliamente a los hombres como colaboradoras en los equipos de investigación, mientras que ellos llevan la
delantera como jefes de proyecto a nivel internacional.
 Las mujeres constituyen la fuerza principal de trabajo para el creciente sector de los servicios, donde realizan tareas de bajo
estatus y poco salario.
 En Cuba no se percibe desigualdad de géneros, pero si existe problemas en cuanto a cargos de dirección para la mujer de forma
general.
 En el Centro de Preparación Acuícola Mampostón, las mujeres superan ampliamente a los hombres en cuanto a cargos de
dirección e investigación.

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VI Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género. (2006: 10 al 15 septiembre: Zaragoza) Facultad de Medicina,
Universidad de Zaragoza.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/situacion-mujer-sistema-ciencia-tecnologia/situacion-mujer-sistema-ciencia-


tecnologia2.shtml#ixzz56YRa3pYc

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/situacion-mujer-sistema-ciencia-tecnologia/situacion-mujer-sistema-ciencia-


tecnologia.shtml#ixzz56YRQML7K
MUJERES EN LA CIENCIA: ¿QUÉ NO ESTAMOS MIDIENDO?
POR AUTOR INVITADO CIENCIA Y TECNOLOGÍA, EMPRENDIMIENTO, INNOVACION
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¿Qué tienen en común el bote salvavidas, el lavaplatos, el limpiaparabrisas, la jeringa médica y la fibra

Kevlar? Son todos importantes inventos que transformaron nuestra vida cotidiana y que además fueron

desarrollados por mujeres. Sin embargo, pese a estas y a muchas otras contribuciones, el papel de las

mujeres en la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI), no siempre ha sido adecuadamente reconocido.

En América Latina y el Caribe (ALC) hoy en día son muchos los obstáculos que ellas deben enfrentar y

también muchos los indicadores que faltan para medir mejor la brecha de género en este ámbito e

impulsar estrategias para superarla.

Múltiples metáforas se usan para describir la brecha de género en CTI, como la existencia de un “techo de

cristal” que impide a las mujeres alcanzar niveles más altos en su desarrollo profesional. Se habla también

de la “tubería con fugas” (leaky pipeline en inglés) para describir cuando las mujeres inician un recorrido

educativo o profesional, pero poco a poco lo van dejando sea por razones personales, o debido a barreras

institucionales, estereotipos y otras formas de discriminación.

Comparada a otras regiones, en ALC la participación de las mujeres en la investigación puede sonar

alentadora, ya que suman alrededor de 45% del total de investigadores, por arriba de la cifra de Europa

Occidental y América del Norte (32%) o de Asia Oriental y el Pacífico (23%). Pero debemos notar que en

ALC la tasa de participación de las mujeres varía mucho entre países, llegando al 55% en Bolivia y

Venezuela, pero alcanzando menos del 30% del total de investigadores en Chile, Honduras y México, como

se visualiza en el gráfico.
Fenómenos que no estamos midiendo

Sin embargo, estas cifras de ALC ocultan rezagos en muchas áreas. Por ejemplo, está documentado que

las mujeres enfrentan numerosos obstáculos para ascender en su carrera como investigadoras, recibir

apoyo financiero, o publicar los resultados de su trabajo en revistas científicas, debido a barreras

institucionales y socioculturales. Se observan también diferencias con respecto a los hombres en términos

de remuneración y promoción profesional, una menor participación de las mujeres en la investigación

llevada a cabo en las empresas y una sub-representación femenina en ciertos campos del conocimiento

científico, como las matemáticas e ingenierías.

Asimismo, aunque las mujeres representan entre el 60 y el 80% de los egresos universitarios de pregrado

en la mayoría de los países de la región, este no es el caso en lo que respecta a maestrías y doctorados,

sobre todo en algunas áreas científicas. Aún cuando las mujeres obtienen un título en ciencias o

ingenierías, muchas de ellas no siguen una carrera en este ámbito. De manera similar, en lo que se refiere

al emprendimiento y la innovación, las mujeres frecuentemente deben sobreponerse a obstáculos

adicionales para llevar sus ideas a la acción, fundar y crecer sus startups, levantar capital de

riesgo, registrar patentes, etc.


Desafortunadamente son pocos los indicadores que existen en ALC para medir estos fenómenos y los que

están disponibles no siempre permiten un análisis detallado. En las estadísticas oficiales, ciertos datos

sobre recursos humanos en CTI no siempre están desagregados por sexo y hacen falta nuevos indicadores

para medir ciertos temas complejos como la participación de las mujeres en puestos de liderazgo en

instituciones científicas o la evolución de las carreras de las mujeres investigadoras. Además, ciertos

indicadores que se producen a nivel nacional no están lo suficientemente armonizados para poder llevar a

cabo comparaciones internacionales confiables.

Hacia mejores indicadores de la brecha de género en CTI

América Latina y el Caribe (ALC) puede aprovechar e inspirarse en esfuerzos realizados en otras regiones

donde existen sistemas de indicadores más desarrollados para medir la brecha de género en CTI, por

ejemplo Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea.

A eso apunta una investigación de la División de Competitividad, Tecnología e Innovación del Banco

Interamericano de Desarrollo (BID), que busca generar nueva evidencia empírica sobre la brecha de

género en CTI, para así poder desarrollar mejores políticas públicas. El proyecto incluye dos áreas de

trabajo, una relacionada a la estimación del costo económico de la exclusión de las mujeres de ciertas

actividades de CTI, y otra sobre recolección de datos y producción de indicadores para medir varias

dimensiones de la brecha de género en CTI.


Esta infografía ilustra el marco conceptual que se utilizó para este estudio. Para cada una de las 4 áreas

temáticas, se incorporan varios indicadores nuevos, que no se recopilan de manera sistemática en ALC,

pero que servirían para monitorear de manera más efectiva la brecha de género en CTI. El trabajo incluye

asegurar que estos indicadores estén adaptados al contexto y la problemática de la región.

Dado que actualmente estos datos no se producen regularmente en la mayoría de los países

latinoamericanos, el BID está llevando a cabo una colecta piloto en 5 países (Chile, Colombia, Costa Rica,

México y Panamá) para establecer una base de datos que se podrá ir ampliando en la región. Con la

recolección de estos datos, podremos responder mejor a varias interrogantes, como por ejemplo:

 si las mujeres tienden a titularse en campos científicos con la misma frecuencia que los hombres, sobre

todo en lo que se refiere a posgrados;

 si las mujeres logran alcanzar los puestos de liderazgo en el mundo académico;

 si las mujeres tienen el mismo éxito que los hombres en conseguir financiamiento público para sus

trabajos de investigación y en publicar los resultados en revistas científicas reconocidas;

 si existen disparidades por sexo en cuanto a los sueldos de ingenieros y científicos;

 si las empresas con mayor equidad de género en su fuerza laboral logran ser más innovadoras.
Los resultados, junto a recomendaciones metodológicas para armonizar los datos a nivel regional, serán

presentados en noviembre de 2017 durante el décimo Congreso Iberoamericano de Indicadores de

Ciencia y Tecnología organizado por la RICYT en San José, Costa Rica, así como en la Cumbre de Género 12

América Latina a realizarse en diciembre próximo en Santiago de Chile. El proyecto del BID se realiza en

colaboración con el proyecto SAGA de la UNESCO y complementa estudios llevados a cabo por la

Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Comisión Europea.

En nuestra región, la creación de una sólida base de datos con más y mejores indicadores ayudará a

superar estos obstáculos, fortaleciendo la perspectiva de género en el diseño de políticas de CTI e

impulsando una mejor integración de dichas políticas con otras áreas donde el tema de género está ya

más implantado como las políticas laborales y las educativas. Porque lo que no se mide, no se mejora.

Mujeres y niñas son esenciales para la ciencia y la


tecnología
Fecha: miércoles, 10 de febrero de 2016
Por Lakshmi Puri, subsecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas y directora
ejecutiva adjunta de ONU Mujeres
¿Se imagina un día entero sin acceso a su teléfono móvil, su computadora portátil o incluso
Internet? En nuestro mundo de constantes cambios, ¿usted podría funcionar sin la tecnología a su
alcance?
En todo el planeta, especialmente en el Sur en desarrollo, el uso de la tecnología y el acceso a la
misma no siempre es fácil. Esto es particularmente cierto para las mujeres y las niñas.
En los países de bajos a medianos ingresos, una mujer tiene 21 por ciento menos probabilidades
de tener un teléfono celular que un hombre, y lo mismo ocurre con el acceso a Internet.
Aunque las posibilidades de progreso científico y tecnológico son casi ilimitadas, las mujeres y las
niñas están ausentes en estos campos, especialmente en lo que refiere a la creación y la toma de
decisiones en los ámbitos que transforman nuestro mundo cotidiano.
En septiembre de 2015, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
declaró al 11 de febrero el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Coincidiendo con
la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o la Agenda 2030, y la convocatoria a la
igualdad de género en general – que incluye específicamente al Objetivo 5 – este día tiene el
potencial de repercutir en todo el mundo.
La ciencia y la tecnología (CyT) tienen que ver con lo cotidiano. Tienen el poder de alterar y
cambiar las trayectorias, ya que influyen cada vez más en todos los aspectos de la vida, como las
oportunidades económicas y la aplicación de soluciones en otros sectores productivos.
La CyT podrían ayudar a las mujeres a fundar empresas, a mejorar los resultados sanitarios –
entre ellos la salud sexual y reproductiva-, la energía, el ambiente y la gestión de los recursos
naturales, así como el desarrollo de la infraestructura.
Vemos oportunidades, especialmente mediante la tecnología de la información y la comunicación
(TIC), para mejorar la educación, las oportunidades de aprendizaje y el desarrollo de aptitudes,
para el diálogo con la juventud, la participación política y para que las mujeres y niñas defiendan
sus intereses, sus derechos y la transformación social.
Las oportunidades económicas abundan. Se calcula que el valor de los sectores del cambio
climático y las tecnologías limpias en la próxima década ascenderán a 6,4 billones de dólares, y
que el valor de la economía digital, solo en el Grupo de los 20 países industrializados, es de 4,2
billones de dólares.
Existe una gran disparidad de oportunidades con respecto a los trabajadores calificados
digitalmente, de 200 millones de personas. Se calcula que hasta 90 por ciento de los empleos del
sector formal exigirán formación en TIC. En la energía y la agricultura se necesitarán 2,5 millones
de ingenieros y técnicos solamente en África subsahariana para mejorar el acceso al agua limpia y
el saneamiento.
La CyT son intrínsecas al desarrollo sostenible, la ciudadanía y la capacitación personal. Los ODS
reconocen esta realidad mediante la inclusión de un indicador de medio de aplicación que oriente
a la comunidad mundial a “mejorar el uso de la tecnología instrumental, en particular la tecnología
de la información y las comunicaciones, para promover el empoderamiento de la mujer” (5b).
La capacidad de las mujeres para tener acceso y beneficiarse de estos sectores, así como de
influir en ellos, tendrá un impacto directo en la posibilidad de lograr nuestros objetivos para
un Planeta 50:50 para 2030. Si las mujeres son excluidas de estas revoluciones del siglo XXI no
lograremos la igualdad entre los géneros.
El marco de la Financiación para el Desarrollo establece vínculos adicionales entre la igualdad de
género, el empoderamiento de las mujeres y la CyT. Con el establecimiento del Mecanismo de la
Tecnología – que será guiado por un panel de alto nivel, integrado en un 50 por ciento por
mujeres – tendremos la oportunidad de poner en práctica y promover el aprendizaje y la inversión
en torno a estas coyunturas fundamentales.
La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (en 2011 y 2014) y la revisión 20 años
después de la Plataforma de Acción de Beijing (2015) abordaron este complejo tema de las niñas y
las mujeres en la CyT y presentaron varias recomendaciones.
Se identificaron buenas prácticas nuevas y establecidas, pero tenemos la necesidad urgente de
ampliar los éxitos de todos los interesados y vincular los buenos enfoques entre sí para construir
caminos y soluciones más completos.
La revisión de 10 años de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) también
reforzó los compromisos en torno a la igualdad de género y el papel de ONU Mujeres. Un plan de
acción que sintetiza los compromisos de género y las TIC a través de una multitud de marcos
normativos, incluida la CMSI, también se presentó para fomentar la participación de los
interesados.
No se puede subestimar la urgente necesidad de acelerar la aplicación de todos estos
compromisos y recomendaciones.
La evidencia muestra que los avances no son automáticos. El número de mujeres en ciencia,
tecnología, ingeniería y matemática (CTIM) desciende progresivamente de la escuela secundaria a
la universidad, en los laboratorios, la enseñanza, la formulación de políticas y la toma de
decisiones.
Hay grandes disparidades en el acceso de las mujeres a la participación y el liderazgo dentro de
los sectores de CyT, aunque ocupan los primeros lugares en el uso de energía, la adaptación al
cambio climático, la producción económica y poseen extensos conocimientos tradicionales.
En el sector formal de CyT las mujeres en todo el mundo constituyen menos de 10 por ciento del
personal en los centros de innovación y de quienes reciben fondos de inversores, y apenas cinco
por ciento de las integrantes de las academias nacionales en disciplinas científicas y tecnológicas.
La desconexión entre la interacción práctica y habitual de las mujeres con la CyT y su capacidad
formal para aprovechar estos sectores y lograr que sus conocimientos, perspectivas y liderazgo se
valoren es muy acentuada.
Las razones de esta falta de conexión son muchas e incluyen la falta de acceso a la tecnología, la
educación y la inversión, ambientes de trabajo con escaso apoyo, creencias culturales y
estereotipos.
A nivel mundial, las niñas comienzan a alejarse de los cursos de CTIM en la escuela secundaria.
Las actitudes sociales y los prejuicios obstaculizan su participación, ya que la CyT suelen
considerarse un dominio masculino.
No obstante, el cambio está llegando, lento pero constantemente.
ONU Mujeres trabaja para que las mujeres y las niñas participen en estos sectores, con muchos
programas dedicados a aprovechar el poder de las TIC. Realizamos iniciativas de educación digital
y desarrollo de aptitudes en TIC en Afganistán, Guatemala y Jordania, entre otros países, y
apoyamos sistemas de pago y de información por celulares para los agricultores y las mujeres de
pequeñas empresas en Papúa Nueva Guinea y África oriental.
ONU Mujeres también apoya el desarrollo de aplicaciones y juegos por celulares para sensibilizar
sobre la violencia de género y apoyar a las sobrevivientes en Brasil y Sudáfrica. Nos hemos
asociado con la Unión Internacional de Telecomunicaciones para lanzar un nuevo premio de
tecnología internacional que reconozca las contribuciones sobresalientes de mujeres y hombres en
el aprovechamiento de las TIC para promover la igualdad de género.
En el ámbito de las políticas nos dedicamos a nivel mundial y nacional a la promoción de las niñas
y las mujeres en las CTIM.
El jueves 11, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, no solo debemos celebrar
los increíbles logros de las mujeres en la ciencia, la tecnología y la innovación, sino también
galvanizar a la comunidad mundial para que se esfuerce más en lograr que la participación
femenina en el sector formal no sea la excepción, sino la norma, mientras que en el sector
informal, donde impera el ingenio de las mujeres, se les de reconocimiento y apoyo.

Más mujeres se dedicadan a la ciencia, tecnología e


innovación
Actualmente más de 25 mil mujeres están relacionadas a la ciencia, tecnología e innovación tecnológica.
En el último año, el Perú incrementó en un 50% el número de mujeres profesionales dedicadas a las
actividades de ciencia, tecnología e innovación, según datos registrados en el Directorio Nacional de
Investigadores e Innovadores (DINA), del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
Tecnológica (CONCYTEC).
Dicha plataforma muestra que en la actualidad, en nuestro país hay un total de 25.191 mujeres relacionadas
a la ciencia, tecnología e innovación tecnológica, de 12. 541 que había a inicios del 2016. El total
de profesionales inscritos es de 71.946 a la fecha. (http://dina.concytec.gob.pe).
PUEDE VER: Científicos crearon el primer híbrido entre humano y cerdo
Según la información de DINA, la cifra de investigadoras con grado de Doctorado asciende a 2.208,
mientras que la cantidad de hombres con este grado asciende a 5.,059. En el caso de mujeres con grado de
Magíster la cantidad se incrementa a 3.619. En tanto la cifra de varones alcanza los 7.221.

Del mismo modo, se señala que de cada 3.8 varones registrados en DINA, hay una mujer dedicada
a ingeniería y tecnología. Si bien el porcentaje de mujeres dedicadas a estas materias va en aumento, la
brecha aún es alta, y por ello el CONCYTEC realiza una serie de acciones con el fin de promover la
participación de la mujer en ciencia y tecnología.
La presidente del CONCYTEC, Gisella Orjeda, consideró que la participación de la mujer en la ciencia es
fundamental porque le aportan una mirada diferente y necesaria para el desarrollo de la investigación.
Agregó que desde Cienciactiva del CONCYTEC se está promoviendo el reconocimiento a
destacadas investigadoras peruanas a través del Premio Nacional L’Oreal-UNESCO-CONCYTEC “Por las
Mujeres en la Ciencia” y con la convocatoria de “Estudios sobre Mujeres Peruanas en la Ciencia”, se busca
visibilizar su contribución a la generación de conocimiento y al desarrollo de proyectos de investigación que
vienen generado un impacto positivo en nuestra sociedad.

¿Cuántas mujeres científicas hay en el Perú?


Según el Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores (DINA) el 34% de
profesionales inscritos en esta plataforma, son mujeres. Esto equivale a 12,541 científicas
peruanas.

En total la DINA tiene a 37, 079 profesionales que se dedican a las actividades de ciencia
y tecnología.

Esta misma plataforma arroja que las regiones donde se concentran la mayor cantidad de
mujeres dedicadas a la investigación y desarrollo son: Lima con 2,923; seguido de
Arequipa con 306; La Libertad con 284 y Lambayeque con 124 (¡bastante diferencia de
puestos femeninos en cada provincia!).

La DINA también resaltó que la mayoría de las especialidades elegidas por las científicas
son en el campo de la ciencia y tecnología; continuando las ciencias agrícolas; ciencias
naturales; y ciencias médicas y de la salud como.

En el Perú, tenemos 12,541 científicas peruanas incritas en el Directorio Nacional de


Investigadores e Innovadores (DINA-Concytec) | Fuente: www.europapress.pe

Por otro lado, la Academia Nacional de Ciencias (ANC), en el 2015 realizó presentó el
Primer Censo de Científicas Peruanas en el Perú, este informe ha permitido conocer el
nivel de participación femenina en el campo científico. (Fuente: El Comercio Web -
09/03/2015)
Tenemos la siguiente data sobre mujeres científicas en el Perú:

-El 82% labora en Lima y el 18% trabaja en provincias.

-El 58% estudió en universidades públicas y el 42% en universidades privadas.

Con el fin de promover la carrera científica en las mujeres, la ANC realizó diversos talleres
descentralizados con científicas peruanas, logrando reunir a más de 180 participantes del
mismo género.

Científicas en América Latina

En la publicación de “El Estado de la Ciencia 2015” de La Red de Indicadores de Ciencia y


Tecnología -Iberoamericana e Interamericana- (RICYT), se destaca que los países con más
actividad de mujeres en ciencia y tecnología son Venezuela 57%, Paraguay 52% y
Argentina 51%.

Mientras que, el Instituto Nacional de Estadísticas de la Unesco muestra que en América


Latina y El Caribe (AL y EC) en total el 47% de científicos son damas.

De los 114 miembros de la Academia Nacional de Ciencias en Perú, sólo 23 son mujeres.
| Fuente: www.concytec.gob.pe

También resalta que Venezuela tiene la mayor población de científicas mujeres, seguidas
de Paraguay y Argentina que empatan con 53%, al igual que los indicadores de la Ricyt.

Perú, ¿qué puesto tiene?

Los indicadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)


en materia de número de investigadoras, afirma que el Perú se encuentra en la posición 13
de un total de 29 países.

Si bien hay que mejorar la posición, existen peruanas que van reforzando su profesión. En
los últimos diez años diversas científicas han sido premiadas y condecoradas, aquí solo
algunas destacadas:
- Patricia García Funegra, premiada en el concurso “Ideas audaces 2015” del Concytec,
por su proyecto "Hope", para prevenir el cáncer de cuello uterino.

- Magaly Blas Blas y Dionicia Gamboa Vilela, reconocidas con el premio L’Oreal-Unesco-
Concytec 2015 "Por la mujer en la ciencia.

- Anny Llenque Álvarez, condecorada en el 2015 con el Orden al Mérito de la Mujer que
entrega el Estado peruano.

- Fanny Cornejo Fernández (2014), Orden al Mérito de la Mujer, por su labor como científica

- Ruth Shady Solís (2010), Orden al Mérito de la Mujer, por su destacado desempeño en su
profesión científica.

Gracias a la Asamblea General de las Naciones Unidas, todos los 11 de febrero podremos
celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, fecha en la se demuestra
que la ciencia y la igualdad de género son vitales para alcanzar los objetivos de desarrollo
sostenible en el mundo.

La Academia Nacional de Ciencias informa que se realizó la Conferencia "Mujeres en la ciencia: redes de género, ciencia y
tecnología en México y Perú", organizado por la Cátedra UNESCO-PUCP Igualdad de Género en Instituciones de Educación
Superior, el 16 de noviembre de 2017; participaron la Dra. Ruth Shady Solís, como Punto Focal Peruano del Programa Mujeres
para la Ciencia de la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS) y la Dra. Norma Blazquez Graf, de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).

La Dra. Shady presentó el Diagnóstico situacional de la participación de la mujer científica en el Perú. Teniendo como marco
referencial sobre género, al Instituto Nacional de Informática y Estadística (INEI), el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación Tecnológica (CONCYTEC) y la Academia Nacional de Ciencias (ANC), se logró conocer que pese a la desproporción
manifiesta en detrimento de la mujer científica: en cuanto a docentes universitarios (predominio masculino, dos por una),
miembros con doctorado de la ANC (predominio tres por una), se ha inferido una mayor participación femenina en el campo de la
política en la sociedad peruana. Asimismo, como Punto Focal, desde el 2015, ha realizado cinco talleres de empoderamiento de la
mujer científica en diversas Regiones del país: Primer Taller (Lima 2015) donde acudieron 138 mujeres; Segundo Taller (Trujillo
2015), asistieron 80 mujeres científicas; Tercer Taller (Pucallpa 2015) 86 mujeres profesionales; Cuarto Taller (Arequipa 2015)
contó con 102 mujeres; Quinto Taller (Huancayo 2016) participaron 98 mujeres. En ellos se formaron grupos de acción
multidisciplinarios que han promovido redes de interacción entre mujeres a nivel nacional, en relación con: Boletines digitales;
difusión de los valores de mujeres científicas emblemáticas en cada Región; talleres motivacionales para las estudiantes de los dos
últimos años de ciencias; y la actualización de la producción científica de cada investigadora en Dina y Regina del CONCYTEC.

El “Premio Nacional L’Oréal–UNESCO–CONCYTEC–ANC - Por las mujeres en la Ciencia” tiene por objetivo estimular y
reconocer la excelencia científica y excepcional contribución de las mujeres en la ciencia, con una trayectoria comprobada en
actividades de investigación.

Las postulaciones que se presenten en este concurso deben estar alineadas a las siguientes áreas temáticas:
Ciencias de la Vida
Ciencias Biológicas
Ciencias de la Salud
Arqueología

Público Objetivo:
Mujeres de nacionalidad peruana, que cuenten con grado académico de doctor y que, a lo largo de su trayectoria científica en las
áreas temáticas de Ciencias de la Vida, Ciencias Biológicas, Ciencias de la Salud o Arqueología, hayan contribuido
significativamente al conocimiento científico y/o al desarrollo tecnológico del país.

Premio:
El Premio Nacional L’Oréal–UNESCO–CONCYTEC–ANC - “Por las mujeres en la Ciencia” se otorga anualmente a dos (2)
peruanas reconocidas a nivel nacional o internacional por su contribución al desarrollo de la ciencia, tecnología y/o innovación
tecnológica.

L'Oréal Perú S.A. otorgará el financiamiento en calidad de Premio Nacional L’Oréal-UNESCO-CONCYTEC-ANC - "Por las
mujeres en la Ciencia” de S/ 45.000,00 (Cuarenta y cinco mil y 00/100 Soles) a cada ganadora.
Los premios serán otorgados en una Ceremonia de Premiación a realizarse en acto público y entregados a través de la
Academia Nacional de Ciencias, a nombre de L’Oréal Perú S.A.

La convocatoria se encuentra abierta desde el Lunes 17 de Julio hasta el Jueves 21 de Setiembre de 2017 a las 13:00 hora local; la

Perú: Programa “Mujeres para


public

la ciencia” promueve igualdad


de género en las ciencias
EMPRENDIMIENTOS Y LOGROS

Por Sophimania Redacción


15 de Marzo de 2017 a las 09:55 Compartir Twittear

Foto: La
República
El programa “Mujeres para la ciencia”, en donde participa la
investigadora Ruth Shady de la Red Interamericana de Academias de
Ciencias (Inter-American Network of Academies of Sciences - IANAS),
promueve la participación de más mujeres en la producción de
conocimientos científicos y visibilizar sus contribuciones en el campo de
la producción científica.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se presentó el primer
boletín digital de la Red, que fue concebido para promover las
contribuciones realizadas por las mujeres de ciencia. El evento contó con
la participación de la Dra. Gisella Orjeda, Presidente del Consejo
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica
(CONCYTEC), con la conferencia “Políticas de género y participación de
la mujer en el desarrollo de la ciencia y tecnología en el Perú”; la doctora
Elizabeth Canales Aybar, Vicerrectora Académica de Pregrado de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, desarrolló el tema “Mujeres
Ciencia y Universidad”; y la doctora Verónica Rubín de Celis Massa,
Directora y Editora del Boletín de la Academia Nacional de Ciencia,
expuso sobre “Vocación científica entre las mujeres jóvenes”.
La doctora Ruth Shady también participó con la conferencia
“Empoderamiento de la mujer peruana en la producción de
conocimientos en ciencia y tecnología”. Además, presentó los resultados
del “Diagnóstico Situacional de la Participación de la Mujer Científica en
el Perú”, en donde se pudo evidenciar que de las 1320 mujeres
profesionales encuestadas, 660 (50%) cuentan con el grado de bachiller,
282 (21.36%) han obtenido el grado de magíster y 288 (21.82%) el
doctorado; hay una preferencia por las disciplinas de enfermería
(20.76%), educación (8.03%) y medicina (6.97%) y que la mayoría de
mujeres ha hecho estudios de posgrado en el Perú (69.88%). El 92.97%
de mujeres no obtuvo una beca para realizar estudios de posgrado, el
9.84% obtuvo una beca nacional y el 11.65% obtuvo una beca de
estudios en el extranjero.
El boletín digital “Mujeres para la Ciencia, Perú” puede ser descargado
gratuitamente desde el sitio web de la Academia Nacional de Ciencias
(www.ancperu.org).
Los objetivos que tiene el programa son promover la participación de las
mujeres en la producción de conocimientos en ciencia, tecnología e
innovación, impulsar la formación integral de la mujer científica en las
diversas regiones del país, contribuir a mejorar la formación científica de
las nuevas generaciones de mujeres, reunir investigadoras de las
instituciones académicas del Perú para generar una red de científicas,
promover la formación de equipos de investigación multidisciplinarios e
interinstitucionales, y difundir el aporte de las investigaciones de mujeres
de diversas disciplinas, en todos los ámbitos de desarrollo del
conocimiento científico, a través de eventos y diversos medios de
comunicación.
ación de los resultados se realizará en Noviembre 2017.
El Premio Nacional L’oréal – Unesco - Concytec “Por las Mujeres en la Ciencia”, que busca reconocer los
logros y destacar las contribuciones de las mujeres en diferentes campos de la investigación científica en el
país, fue entregado a Norma Salinas, Doctora en Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford
del Reino Unido, y Luisa Vetter, Doctora y Magister en Historia de la Pontificia Universidad Católica del
Perú. A cada una de las ganadoras se le otorgó la suma de 45.000 soles como reconocimiento a su trabajo
diario en el campo de la investigación científica.
La ministra de Salud, Patricia García, quien participó en la ceremonia, destacó que las mujeres
investigadoras contribuyen al esfuerzo de dar soluciones basadas en ciencia y este tipo de reconocimiento
incentiva a que las mujeres desde muy jóvenes crean que en la ciencia si existe un espacio para
desenvolverse y hacer la diferencia.
A su turno, el coordinador de ciencias de la Unesco, Ignacio Cancino, afirmó que la importancia de la
alianza con L’Oréal se basa en su preocupación por la equidad de género. “Para nosotros es una prioridad
constante relevar el papel de las mujeres en la ciencia y por esta razón es que este Premio Nacional es
significativo”.

Especialistas en ciencias
Norma Salinas, investigadora peruana especializada en el área de ciencias naturales, ha realizado más de
diez investigaciones en este campo. Destacan sus estudios sobre el ciclo del carbono en bosques amazónicos
del sureste del Perú y relativos al cambio climático en los Andes Orientales. También su descubrimiento de
dos especies de orquídeas nuevas para la ciencia dentro de territorio peruano.
Por su parte, la especialista en arqueología, Luisa Vetter, es la primera arqueóloga premiada con este
galardón a nivel nacional. “Es importante dar visibilidad al esfuerzo de las mujeres profesionales. Es un
honor ser la investigadora que ha logrado abrirle las puerta a las ciencias sociales”.
Vetter ha realizado investigaciones en base al análisis de materiales de hornos metalúrgicos del sitio Inca en
Curamba, Apurímac, así como un proyecto que compara moldes prehispánicos con moldes actuales para
determinar procesos de elaboración y continuidades tecnológicas.
La mujer científica en el Perú
A nivel nacional, durante el último año, el número de mujeres profesionales dedicadas a las actividades de
ciencia, tecnología e innovación incrementó en cincuenta por ciento; según datos registrados en el Directorio
Nacional de Investigadores e Innovadores (DINA), del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación Tecnológica (Concytec).
Dicha plataforma muestra que en la actualidad, en el país hay un total de 25,191 mujeres relacionadas a la
ciencia, tecnología e innovación tecnológica, de 12, 541 que había a inicios del 2016. El total de
profesionales inscritos es de 71,946 a la fecha.
Por cada 3.8 varones registrados en DINA, hay una mujer dedicada a ingeniería y tecnología. Si bien este
porcentaje va en aumento, la brecha aún es alta, y por ello el CONCYTEC realiza una serie de acciones con
el fin de promover la participación de la mujer en ciencia y tecnología.
L’oréal y la Unesco crearon el premio en 1998 con la finalidad de impulsar el reconocimiento al trabajo de
científicas eminentes así como fomentar la vocación científica entre las jóvenes. Desde su creación más de
2.800 mujeres han sido reconocidas en 115 países, de las cuales 18 han sido reconocidas en Perú.

UJERES EN CIENCIAS: Borrando los estereotipos


En el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) analizamos la
importancia y necesidad de su participación a través de las
nuevas tecnologías y la urgencia por derribar los estereotipos
que todavía cargamos.
Hoy, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Las Naciones
Unidas han propuesto como tema central: Las mujeres en un mundo laboral en
transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030. En esta importante fecha,
se recuerda la necesidad de lograr políticas de igualdad de género, así como la
eliminación de la Brecha Digital entre los hombres y mujeres, para impulsar
su desarrollo íntegro y promover su participación activa en la sociedad a
través de la ciencia y la tecnología. Según informes de la ONU, en el mundo,
apenas el 50% de las mujeres en edad de trabajar lo hace, frente al 76% de los
hombres y gran cantidad de ellas lo hace de manera informal, con menos
remuneración y poca o nula protección social.
La mochila de los estereotipos
Estudios recientes nos indican que, a partir de los seis años, ya las niñas se
consideran menos inteligentes que sus compañeros, optando por actividades
que requieran más esfuerzo y dedicación, en lugar de aquellas que requieran
de más pensamiento e inteligencia. En una edad en que las niñas tienden a
superar cognitivamente a los niños en la escuela, a su vez tienden a vincular
cada vez menos la inteligencia con su propio género e inclusive se interesan
menos en juegos y actividades destinados a niños, a los que ya empiezan a
considerar como más hábiles. El estereotipo de que la ciencia, las
matemáticas y la inteligencia son masculinases uno de los más antiguos,
fuertes y a veces marcan de por vida tanto a las niñas como a los niños. Por
eso es imprescindible desterrarlos, para poder crecer como una sociedad justa
e igualitaria.
"Es importantísimo incentivar la participación de las niñas en las ciencias, a
través del STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas)" nos
dice el profesor Raúl Cadillo. "Yo soy docente y, al menos en provincia, la
cantidad de jóvenes mujeres que estudian carreras de ingeniería no suele
pasar del 20%. Es vital para nuestra sociedad que promovamos su mayor
participación" -acota.
"Tenemos que presentar más ejemplos de mujeres brillantes a niñas y niños de
cinco años para ayudarles a evitar el desarrollo de esta asociación",
dice Sarah Eddy de la Universidad Internacional de la Florida. "Existen
mujeres brillantes, como Rosalind Franklin, Shirley Jackson, Ada Lovelace,
Marie Curie y Katherine G. Johnson, cuya historia se populariza en la
película Hidden Figures. Tenemos que hablar de ellas más" -finaliza.
El mundo necesita ciencias y la ciencia necesita mujeres
Según los mismos datos de la ONU, en el mundo, solo el 5% de las posiciones
líderes en la industria de la tecnología las tienen mujeres y la cantidad de
féminas que trabaja con STEAM es todavía más pequeña. Por eso, grandes
empresas como L'Oréal y muchos otros, tienen programas y becas creadas
para incentivar la participación de las Mujeres en Ciencias: "El mundo necesita
ciencia y la ciencia necesita mujeres", reza la página web de su programa.
Y a ti, ¿qué tan importante te parece la participación de las mujeres en la
ciencia y tecnología? ¿Crees que de verdad existen estos estereotipos o te has
topado con alguno de ellos? ¿Crees que es por eso que vemos a muchos más
niños que niñas interesados en temas de robótica y tecnología? ¿Te gustaría
incentivar en tus hijas el amor por la ciencia? Comparte con nosotros tu
valiosa opinión y experiencia.

* Infografía

El enfoque de género en las


ciencias es necesario: Aquí por
qué
El mundo académico y científico se jacta de poseer una neutralidad y
objetividad inherentes. Aparentemente, el conocimiento científico le
permite a uno desprenderse de sus identidades y el peso histórico que
tienen éstas sobre la construcción de nuestra personalidad y nuestra
conducta.
Si bien trabajamos para quitarnos los sesgos con metodologías que
aseguren un doble, y hasta triple chequeo, de nuestros resultados, el
sesgo puede incluso estar insertado en la operacionalización de nuestras
variables, nuestras hipótesis y elecciones de análisis estadísticos.
Con esto no quiero decir que uno jamás pueda ser objetivo, pero la
objetividad tiene que partir desde el análisis del sujeto que hace ciencia,
y no solamente del objeto del cual se habla (que en el caso de las
ciencias que estudian al ser humano, es el ser humano mismo). Pero
tomando como excusa el Día Internacional de la Mujer, analizamos
algunos aspectos culturales que siguen influenciando en la vulneración a
los derechos de las mujeres, como la categorización del género binario y
el biologismo.
Hablamos de la categorización del género binario cuando decimos que
las personas son “hombres” o “mujeres” y no reconocemos que existe
diversidad de género y formas de expresión de género diferentes.
Hablamos de determinismo biológico cuando nos empeñamos en creer
que existe una división radical entre lo natural y lo cultural, y que la
supuesta naturaleza es causa inherente e inamovible de todas las
conductas humanas, sin tomar en cuenta el poder del aprendizaje, la
sociedad y la cultura para moldearnos como seres humanos.
¿Por qué hay menos mujeres en ciencias?
Según la UNESCO, las mujeres constituyen solo el 28 % de los
investigadores existentes en el mundo. En el Perú, solo 1 de 4
investigadores lo son. Las razones pueden ser varias, muchos afirman
que las mujeres no están hechas para las ciencias, otros reconocen que
a las mujeres no se las incluye o que la tienen más difícil, pero siguen sin
cuestionar el status quo.
Las categorías de “sexo” y “género” colocan a las mujeres especialmente
en situación de vulneración innecesaria. Cuando se nos pone en una
categoría estática que tiene asociadas características, como los
estereotipos de género y raza, se ejerce una prescripción sobre nuestra
conducta contra el que muchas luchamos incansable y agotadoramente.
Este estereotipo se activa no solo cuando nos dicen “mujer, solo sirves
para cocinar” o cuando nos mandan a tener hijos, sino que también está
oculto e impregnado en los mensajes sutiles de los medios de
comunicación, en las divisiones innecesarias del trabajo y de los baños o
cuando se nos impone una falda como parte del uniforme del colegio.
Todas estas cosas nos recuerdan siempre qué lugar ocupamos dentro de
este binario de género que solo nos puede ver en blanco y negro, y
hombre o mujer.
Por ejemplo, en un estudio realizado el 2006 publicado en Journal of
Experimental Social Psychology, se examinaron los efectos de la categoría “sexo”
en las actitudes de las mujeres en relación a las artes y las matemáticas.
Eligieron centrarse en las actitudes de las mujeres en estos dominios
porque las mujeres siguen estando subrepresentadas en las
matemáticas y las ciencias a nivel mundial. Estudios anteriores (en SAGE
Journals y de la APA) revelan que las actitudes de las mujeres hacia las
matemáticas y las ciencias son fundamentales para predecir la voluntad
de las mujeres para seguir carreras en estos dominios.
Sus resultados revelaron que las mujeres a quienes se les recordaba su
identidad femenina de manera previa, tuvieron más actitudes
consistentes con el estereotipo de género, que aquellas que fueron
tratadas de manera neutral. El estereotipo solo apareció cuando se les
recordaba de manera sutil que eran mujeres a través de una encuesta
previa donde se les preguntaban cosas relacionadas a estereotipos de
género, como preguntas sobre pareja, sobre cómo se sentían, si vivían
solas, etc. Esto quiere decir que exponer a las mujeres a los estereotipos
de género influye en las actitudes que pueden tomar respecto de las
actividades que se consideran, más o menos, “femeninas”.
Otro estudio publicado en American Journal of Sociology que analizó lo mismo,
obtuvo resultados que muestran que los varones evalúan sus propias
habilidades matemáticas como superiores a las de sus contrapartes
femeninas, aunque en realidad la ejecución es la misma. Además, esto
solo sucedía en matemática, una disciplina bastante más “generizada”
(es decir, que hay considerablemente más hombres que mujeres en ella).
Las creencias culturales sobre el género y la competencia de las tareas
sesgan las percepciones que tienen los individuos de su propia
capacidad para esa tarea. Y, como vimos en el estudio anterior, estas
percepciones sobre nuestra capacidad pueden determinar la elección de
la carrera.
¿Cerebros diferentes?
Este tipo de variables no se suele tomar en cuenta cuando se hacen
estudios sobre el comportamiento de las mujeres. ¿Cuántos de estos
estudios cuidan el impacto que puedan tener los estereotipos que se
imprimen desde que marcamos en una casilla “hombre” o “mujer” y las
ideas previas que desde la sociedad nos bombardean sobre lo que se
espera de nosotros según los genitales que tenemos? Aunque no
parezca, este es un gran sesgo que muchos científicos objetivos y
neutrales no toman en cuenta, y que podría estar influyendo en esas
pequeñas, pero “significativas” diferencias que les permiten hacer
atractivo un estudio que les sirve de plataforma para salir en medios de
comunicación. Muchos estudios que encuentran diferencias cerebrales
entre hombres y mujeres son bastante más celebrados y promocionados
en los medios, pero aquellos que encuentran que somos más similares
de lo que creíamos nunca ven la luz hacia el público en general.
Hay científicos que sostienen que hay evidencias sustanciales de las
diferencias de género en el cerebro y que esto indica que venimos al
mundo predestinados a una funcionalidad distinta. Llama mucho la
atención que algunos científicos y neurocientíficos de renombre
(como Simon Baron Cohen o Steven Pinker) asuman a priori que las diferencias
encontradas en cerebros de adultos implican una determinación innata.
El cerebro de todas las especies, y en especial el de los mamíferos y el
ser humano, es extremadamente plástico, por lo tanto, la socialización
juega un papel fundamental en el desarrollo y transición hacia las
distintas etapas evolutivas.
En este estudio publicado en PNAS, se encontró que la morfología de la
corteza cerebral humana es sustancialmente menos heredable
genéticamente que en chimpancés, y por lo tanto, es más sensible al
moldeo por influencias ambientales. Para los científicos de este estudio,
esta plasticidad particular en el ser humano está relacionada con los
patrones de desarrollo y subyace a nuestra capacidad para la evolución
cultural.
No solo eso, debido a la cantidad contradictoria de estudios que
respaldan una y otra cosa en las ciencias (lo que evidencia la falta de
consistencia en nuestras metodologías), un estudio de meta análisis, es
decir, que analiza un conjunto bastante amplio de estudios similares para
buscar conclusiones generales, publicado en PNAS, exploró las
resonancias magnéticas de 1 400 cerebros y encontró que la mayoría de
cerebros no se pueden agrupar en categorías binarias polarizadas como
"hombre" o "mujer" sino que se encuentran ubicados dentro de un
espectro.
El sexo tampoco es estrictamente binario
Los defensores del biologismo consideran que debido a que el sexo tiene
que ver con cromosomas XX o XY, es necesario y mandatorio dividir a la
población en hombres y mujeres para hacer nuestros estudios, pero aquí
también están un poco equivocados. La forma en que separamos a las
personas en hombres y mujeres es bastante arbitraria y utiliza solo la
medida de la apariencia de los genitales externos (pene o vulva) y no
legitima la presencia de otras variables que la determinan, como las
hormonas, los cromosomas, las gónadas y los genitales internos.
Cuando un niño nace, no le hacen exámenes genéticos, hormonales ni
una radiografía para conocer qué órganos y gónadas posee, por lo que
nunca queda claro si hay una perfecta concordancia entre todos ellos.
Las gónadas son los ovarios y los testículos y una concordancia
“esperada” sería que los XY desarrollaran testículos y los XX ovarios.
Esta concordancia se asume, y los índices de personas intersexuales
(que no tienen un sexo biológico binario) no los conocemos a cabalidad.
Sin embargo la intersexualidad muchas veces no es aparente desde los
genitales externos. Muchas personas se enteran que son intersexuales
en la adultez cuando no pueden tener hijos, o tienen condiciones
asociadas que no necesariamente afectan su desarrollo psicosexual o
por pura casualidad en un chequeo médico.
es un término general que hace referencia a todas aquellas
Intersexual
personas que nacen con un sistema reproductor y sexual que no se
ajusta a las normas sociales binarias (macho – hembra) sino que tiene
cromosomas, gónadas, hormonas y genitales internos y externos que no
concuerdan con esa expectativa.
Entonces, hay que saber también que existen mujeres XY y hombres XX,
que hay mujeres que tienen más testosterona que algunos hombres y
eso no las vuelve trans o lesbianas, pero que también existen algunas
personas trans o lesbianas que sí podrían tener más testosterona que un
hombre. Hay un sinnúmero de posibilidades rodeando nuestra expresión
de la sexualidad y la ciencia tiene que empezar a incluir estas variables a
su estudio porque si no estamos limitando la información que podemos
conocer.
Lo que sabemos hasta ahora es que las diferencias de género se imprimen a
los niñosincluso desde antes de que nazcan, debido a las expectativas que se
tienen sobre su conducta con solo saber el sexo genital. También sabemos que
ni la orientación sexual, ni la identidad de género ni la sexualidad biológica dependen solo de la
genética o la biología, sino que están determinadas por un cóctel único e
individual de influencias genéticas, hormonales, culturales y del
aprendizaje. La conducta humana es compleja y sería ridículo pensar
que podría estar determinada por una sola variable, cuando la realidad
es que en una misma persona confluyen de manera paralela (y ninguna
más importante que la otra) influencias que vienen desde la biología y del
aprendizaje y la cultura. A esto nos referimos cuando decimos que el
sexo es construido.
Insertar el enfoque de género en la ciencia nos permite quitarnos la
venda de la historia que siempre ha estado impregnada de un sexismo
implícito y explícito y que nos ha hecho creer que realmente hay una
inclinación biológica e innata de los hombres hacia las ciencias y que
predispone a las mujeres al trabajo doméstico, la maternidad y las letras.
Un curioso estudio publicado en la APA que analizó las capacidades de
empatía en hombres y mujeres, encontró que las diferencias sexuales en
la empatía estaban determinadas por los métodos usados para evaluar la
empatía. Hubo una gran diferencia a favor de las mujeres cuando se les
preguntaba si eran empáticas con instrumentos de autoreporte (o sea,
preguntas sobre si eran empáticas o no), se encontraron diferencias
moderadas cuando se analizaba su reacción ante el llanto y las medidas
de auto-reporte en situaciones de laboratorio, pero no se observaron
diferencias cuando la medida de la empatía era observaciones
fisiológicas o discretas de las reacciones no verbales al estado emocional
de otra persona. En otras palabras, las diferencias se desvanecían
conforme era menos obvio que lo que estaban midiendo era empatía.
Cabe preguntarse, entonces, si acaso el estereotipo de género de que
las mujeres son más empáticas y emocionales jugó también un papel en
este estudio.
Muchos científicos olvidan que ellos también se han construido y han
construido su mundo en base a un sinfín de identidades que interactúan
sobre ellos mismos. Algunas de estas identidades están asociadas a
estereotipos que, como hemos visto, son muy complicados y casi
imposibles de remover. Pensamos que andamos libres de sesgo, pero la
verdad es que los privilegios y opresiones que vivimos influyen en
nuestros intereses y en nuestra conducta.
Lo mejor para evitar sesgarnos hacia un lado, es darle la oportunidad a la
diversidad de ingresar en el campo académico. Más mujeres, más
personas LGBTI y más personas de diversidad étnica deben apropiarse
de las aulas, los laboratorios y las universidades, para asegurar que en la
ciencia también estemos representados todos. No basta con querer ser
objetivo, necesitamos fiscalizarnos los unos a los otros y reconocer la
historia sexista, racista y clasista de nuestras ciencias. No somos
agentes independientes del cambio social, somos protagonistas por el
poder que nos da el conocimiento.

*Alexandra es Licenciada en Psicología y está desarrollando su tesis


para obtener el grado de Magíster por la Universidad Peruana Cayetano
Heredia en Neuropsicología. Es docente, feminista y activista por los
derechos LGBTI, y Sophimaniaca y divulgadora científica de corazón.

Perú: 34% de profesionales dedicados a ciencia, tecnología e innovación en el país


son mujeres

El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) informó que el


porcentaje de mujeres profesionales dedicadas a la ciencia, tecnología e innovación en el Perú, alcanza el
34% del total de profesionales registrados en el Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores
(DINA).
De acuerdo con los datos registrados en DINA hasta la fecha, un total de 12,541 mujeres peruanas se
dedican a actividades relacionadas a la ciencia, tecnología e innovación tecnológica, de un total de 37,079
inscritos de esta misma nacionalidad en esta plataforma (http://dina.concytec.gob.pe).

El porcentaje de participación de mujeres en actividades de ciencia y tecnología, tradicionalmente asociada


a hombres, resulta relevante al celebrarse este 11 de febrero el Día Internacional de la Mujer y la Niña en
la Ciencia, fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la finalidad de
demostrar que la ciencia y la igualdad de género son vitales para alcanzar los objetivos de desarrollo
sostenible en el mundo.

Por ejemplo, según la información del DINA, de cada 3.8 varones registrados en esta plataforma, hay una
mujer dedicada a ingeniería y tecnología. Si bien es cierto, que el porcentaje de mujeres dedicadas a estas
materias va en aumento, la brecha aún es alta, y para ello el CONCYTEC realiza una serie de acciones con el
fin de promover la participación de la mujer en ciencia y tecnología.

Según los indicadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en


materia de número de investigadoras, el Perú se encuentra en la posición 13 de un total de 29 países.

Premio L’oreal Perú – UNESCO – CONCYTEC


Una de las acciones de promoción que realiza el CONCYTEC en el país, es el Premio L’oreal Perú que se
realiza en conjunto con la UNESCO, con el fin de estimular y reconocer el papel, trayectoria y aporte de las
mujeres peruanas al desarrollo científico en áreas de Ciencia de la Vida, Ciencias Médicas y Arqueología.

Cada investigadora premiada recibe una dotación económica de 45 mil soles, financiada por L’oreal Perú,
en reconocimiento a su compromiso y contribución a la investigación científica.

Cabe precisar que la Asamblea General de las Naciones Unidas, de acuerdo a un estudio realizado en 14
países, precisa que la probabilidad de que las estudiantes mujeres terminen una licenciatura, una maestría
y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2% respectivamente,
mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%, razón por la cual se
proclama esta fecha en el mundo.

CONCYTEC

Perú cuenta con 25,191 mujeres relacionadas con


la ciencia, tecnología e innovación
La presidente del Concytec, Gisella Orjeda Fernández, consideró que la participación de la mujer
en la ciencia es fundamental porque le aporta una mirada diferente y necesaria para el desarrollo de
la investigación.

El número de mujeres profesionales dedicadas a las actividades de ciencia, tecnología e innovación


aumentó en Perú en el último año, según el Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores (Dina),
del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec). Dicha plataforma
muestra que en la actualidad hay 25,191 mujeres relacionadas con la ciencia, tecnología e innovación
tecnológica, de 12,541 que había a inicios de 2016. El total de profesionales inscritos es de 71,946 a la
fecha.

La cifra de investigadoras con grado de doctorado asciende a 2,208, mientras que la cantidad de hombres
con este grado asciende a 5,059. En el caso de mujeres con grado de magíster, la cantidad aumenta a
3,619. En tanto, la cifra de varones alcanza los 7,221. Del mismo modo, se señala que de cada 3.8
varones registrados en Dina, hay una mujer dedicada a ingeniería y tecnología. Si bien el porcentaje de
mujeres dedicadas a estas materias va en aumento, la brecha aún es alta y, por ello, Concytec realiza una
serie de acciones con el fin de promover la participación de la mujer en ciencia y tecnología.

Asimismo, dicha institución recuerda que en el Registro de Investigadores en Ciencia y Tecnología del
Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación tecnológica (Regina), existen únicamente 400
investigadoras calificadas. La presidente del Concytec, Gisella Orjeda Fernández, consideró que la
participación de la mujer en la ciencia es fundamental porque le aporta una mirada diferente y necesaria
para el desarrollo de la investigación.
Orjeda Fernández agregó que desde Cienciactiva del Concytec se está promoviendo el reconocimiento a
destacadas investigadoras peruanas mediante el Premio Nacional L’Oreal–Unesco–Concytec, “Por las
Mujeres en la Ciencia” y con la convocatoria de “Estudios sobre Mujeres Peruanas en la Ciencia” se
busca visibilizar su contribución a la generación de conocimiento y al desarrollo de proyectos de
investigación. “Desde Concytec venimos promoviendo e impulsando decididamente la participación de la
mujer en la ciencia pero, además, reconocemos sus grandes aportes y su dedicación”, puntualizó.

La Asamblea General de las Naciones Unidas fijó el 11 de febrero para demostrar que la ciencia y la
igualdad de género son vitales para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible en el mundo. La
Asamblea General de las Naciones Unidas, de acuerdo con un estudio realizado en 14 países, precisa que
la probabilidad de que las estudiantes mujeres terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en
alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2% respectivamente, mientras que la
probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%, razón por la cual se proclama esta
fecha en el mundo.

Ciencia, Tecnología y Género


Antecedentes:
En los acuerdos del Consenso de Santo Domingo (2013) se dio prioridad "al acceso y la participación de
la mujer y la niña en la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología, incluso para la promoción
de la igualdad de acceso de la mujer al pleno empleo y a un trabajo decente" (p.1) acciones
fundamentales para que las mujeres puedan tener autonomía económica, física y política, pues abre una
gama de oportunidades para ellas dentro de "la economía digital, proyectos de innovación y el acceso y
uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones"(p.2), lo que hace imprescindible el uso de
estas herramientas para impulsar los procesos de construcción de la igualdad y evitar que éstas originen
una brecha que profundice las desigualdades en la sociedad de la información y el conocimiento

El Consenso señala que,

La autonomía de las mujeres es un factor esencial para garantizar el ejercicio de sus derechos
humanos en un contexto de plena igualdad y, en particular, el control sobre su cuerpo, su salud
integral y el derecho a una vida libre de violencia (autonomía física), el acceso a la tierra y la
capacidad de generar recursos propios (autonomía económica) y la plena participación en la toma
de decisiones que afectan su vida y su colectividad (autonomía en la toma de decisiones)
constituyen tres pilares que se apoyan mutuamente y son fundamentales para lograr una mayor
igualdad de género y favorecer el acceso de las mujeres a las tecnologías de la información y las
comunicaciones (Consenso de Santo Domingo, 2013, p.2)

En Costa Rica por ejemplo, en el 2012 el porcentaje de mujeres graduadas en cualquier ingeniería fue de
31,6%; es decir menos de la mitad del porcentaje total de graduados, y aunque pueda decirse que es un
alto porcentaje comparada a años anteriores, la participación de las mujeres en puestos de dirección
académica superior en ciencias e ingenierías es de un 15%, por lo tanto en tanto se puede decir que la
toma de decisiones en el país a nivel político estuvo y aun continua en manos de hombres.

La brecha de género se expresa en distintas formas de segregación como menciona Guevara y García
(2010):
En el caso de la escuela, el orden de género se expresa en distintas formas de
segregación, discriminación, acoso o la falta de estímulo por parte de docentes y compañeros
hacia las estudiantes, ellas encuentran más obstáculos para ser reconocidas y viven más
prácticas de exclusión mediante el currículo oculto y el formal (p. 11).

Las estadísticas muestran que el porcentaje de aprobación entre hombres y mujeres en los estudios en
primaria y secundaria es muy similar; es decir la brecha no es tan amplia ni preocupante. Sin embargo,
para el 2011, al hablar de enseñanza técnica se demostró que existía una participación de 102 mujeres
por cada 100 hombres. Ahora bien, a pesar de que exista una participación mayoritaria de mujeres, los
datos se diferencian al analizar la escogencia de las carreras técnicas. Por ejemplo, en el área de
servicios, por cada 100 hombres se matricularon 151 mujeres—dato positivo—; mientras que las carreras
relacionadas a la industria, por cada 100 hombres se matricularon sólo 52 mujeres—dato negativo—
(PNCTI, 2015, pp. 35-37)
Es parte de los objetivos interinstitucionales detectar las brechas de género en las diferentes áreas de
los sectores público-privado. Existía poca información en el país, pero ha sido evidente la existencia de
una preferencia del género masculino en las carreras Ciencia y Tecnología. Sin embargo, la
profundización de esos estudios ha permitido conocer que si las carreras de Ciencia y Tecnología estan
masculinizadas no por casualidad, sino que existe toda una construcción socio-cultural, que han creado
un tipo de barrera psicosocial que hace que una cantidad de mujeres prefieran ir a otras carreras
consideradas culturalmente más propias de su género.

Así, la división sexual del trabajo toma importantes formas de discriminación en la Ciencia y
Tecnología, especialmente al referirse como un espacio de hombres, por ser ciencias "duras" y a las
ciencias sociales y de la salud, más como ciencias blandas, teniendo ya estos conceptos connotaciones
discriminatorias.

De esta forma, se inicia un proceso de investigación y aprendizaje en el que se determina la importancia


de que la institución incorpore en su quehacer el análisis crítico de las brechas de género existentes,
tanto en la matrícula, graduación, reclutamiento y salarios de hombres y mujeres en ciencia y
tecnología. Esta situación genera más incertidumbre al visualizar la gran escasez de personal calificado
en las áreas de industria, manufactura, TICS, entre otras ramas, que hoy están teniendo un importante
dinamismo en la economía y en los hogares.

En este campo se han encontrado instituciones que han tenido las mismas inquietudes y los mismos
hallazgos, esto es, las barreras sociales que encuentran las mujeres para ingresar a carreras de Ciencia
y Tecnología. Se unen en la inquietud de explorar y de-construir este paradigma socio-cultural, el
Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), el Consejo
Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), Colegio Federado de Ingenieros y
Arquitectos de Costa Rica (CFIA y empresas privadas como Intel, Lego (Aprender Haciendo), que junto al
MICIT e INAMU, lideran esta iniciativa.

Los Encuentros de Mujeres en Ciencia y Tecnología surgen para dar respuesta a las situaciones
planteadas que señalan que existen desigualdades de género detectadas en el ámbito de la ciencia y
tecnología, en donde las mujeres tienen poca participación en comparación con los hombres.
Se trabaja conjuntamente para lograr un objetivo concreto: Potenciar el ingreso de las mujeres a los
espacios tecnológicos y competitivos, mediante el encuentro de mujeres profesionales en este campo
que sirven de ejemplo a chicas jóvenes que están prontas a elegir una carrera.

Los Encuentros son parte de las iniciativas emprendidas en materia de género y el fomento de las
vocaciones científicas y tecnológicas de las niñas y las adolescentes, por parte de las instituciones
citadas anteriormente.

En el año 2010, se realizaron dos actividades, una en el mes de la Ciencia y la Tecnología, llamada "Las
Artífices de la Ciencia" donde se convocó a 8 científicas e ingenieras destacas. Varias instituciones que
participaban de la actividad vieron la necesidad de realizar una actividad similar, pero dirigida a fomentar
las vocaciones científicas de las niñas y las adolescentes, siendo que la población en general, desconoce
el trabajo de los científicos, pero menos el de las científicas. Por ello, para octubre del 2010, se realiza
el primer Encuentro de Mujeres en Ciencia y Tecnología, se realizaron diferentes actividades en las que
participaron aproximadamente 80 estudiantes de diferentes colegios de la Zona Central del país.

En el 2012, se realiza el segundo Encuentro, donde se incluyó dentro de las actividades los talleres
investigativos, donados por el personal voluntario de Intel, quienes llevaron diferentes equipos para
realizar demostraciones de principios científicos en biología, biotecnología, ingeniería eléctrica,
mecánica, entre otras ciencias. Este año la actividad tuvo mucho éxito con las participantes, pero se
reconoció que era necesario extender este programa a estudiantes de zonas más alejadas.

Por esa razón en el 2013, se realiza una invitación especial a participar a estudiantes de zonas alejadas,
Puntarenas y Limón, especialmente, debido a que el INA contaba con la estructura de transporte para
poder traer a las estudiantes. Esto significó importantes cambios para los Encuentros, porque era
necesario dar más de un día de capacitaciones, porque no se iba a desaprovechar la oportunidad de tener
a las y los jóvenes de zonas alejadas. En el 2014 se realizó la misma actividad, pero se consideró muy
riesgoso traer estudiantes de zonas alejadas, esto especialmente porque no se tenía el personal
adecuando para realizar las funciones de cuido y vigilancia en las noches.

En el 2012 se incorpora a la Comisión Organizadora el INAMU y en el 2016 se incorpora la Organización


de Estados Iberoamericanos (OEI).

Justificación:
El Encuentro de Mujeres en Ciencia y Tecnología se encuentra dentro del marco de los objetivos del Plan
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación como parte de la propuesta de Apropiación Social de la
Ciencia y la Tecnología, además para el impulso de vocaciones científicas y su compromiso con la
implementación de la perspectiva de igualdad y equidad de género. Forma parte de los objetivos del
Gobierno de la República en su compromiso por la reducción de la desigualdad y como parte de los
compromisos nacionales obtenidos mediante la Ley 7142 y 7810, además del decreto 37906, donde se
impulsa una política inclusiva de igualdad y equidad de género para las instituciones públicas.

El objetivo de esta actividad es fomentar las vocaciones científicas de las jóvenes de diferentes
instituciones educativas públicas. Lo cual se enmarca dentro de la necesidad país de aumentar la
cantidad de personas que se dedican a la investigación científica, a las Ingenierías y a carreras técnicas,
debido a la existencia de una faltante en la demanda laboral de personas calificadas.

En ese contexto, se ha encontrado que, si bien hay un faltante general, la presencia de las mujeres en
estas áreas de conocimiento son reducidas, lo que actúa directamente en la propia producción científico
– tecnológico del país, siendo que hay una fuga de talento por razones de género.

Esto quiere decir, que aunque existan mujeres con potencial de continuar carreras altamente
especializadas, no acceden a éstas por ser consideradas carreras para hombres, por la mayor presencia
de éstos en los puestos de trabajo, matrícula y graduación en las Universidades.

La des-estimulación social de continuar carreras C y T, se vuelve ya un problema en el propio desarrollo


de la Investigación y Desarrollo del país, indicador que se ha convertido en un referente internacional de
Desarrollo de los países, así, a mayor inversión en I+D, mayor desarrollo socioeconómico, lo que afecta
especialmente a país con menor desarrollo debido a su poca capacidad de inversión y de atracción de
capitales para invertir en Ciencia y Tecnología.

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