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Tarea consejería

Metas de necedad
Creo que tengo de todo un poco, pero al meditar bien, veo una lucha con la autocompasión.
Muchas situaciones que me han acontecido las quiero utilizar para generar cierta
comprensión y desligarme de mis responsabilidades. Creo que las personas que pueden
ayudarme están en la obligación de hacerlo.
Con el tiempo que llevo de hablar con personas en el momento de consejerías hay muchas
luchas que se tienen con ellos.
Aunque en teoría sabemos que hay que empezar a verlos como Jesús lo vería, es un primer
paso que debo tratar, ya que veo también en la palabra como Pablo anima a el amor hacia el
prójimo y dice que hay que hacerlo así. Como Cristo nos amó, también debemos amar a
nosotros también.
Hay momentos que al aconsejar mostrar una genuina compasión es un poco difícil, porque
a veces al conocer las situaciones, y si no estamos de acuerdo, quisiéramos hablar desde
nuestras propias emociones, pero es ahí donde debemos contenernos para no actuar como
nosotros creemos sino de la forma en que se pueda ayudar al aconsejado.
No soy capaz de ver a otra persona al primer contacto como un familiar. Se trata de ayudar,
pero con cierta indiferencia. Aunque es algo que se mejora con el tiempo, lo cierto es que a
primera vez no sucede.
Una lucha que sí tengo y es confiar en el aconsejado. Tal vez por las malas experiencias de
escuchar que sí van a cambiar y que quieren, pero con el tiempo los resultados se ven o son
diferentes.
Confiar inmediatamente es difícil y tiende uno a minimizar sus problemas.
Una falencia que reconozco es la preparación que me falta a la hora de aconsejar.
Aunque hay conciencia de esta falencia, debo de esforzarme más, aprovechar los estudios y
materiales que pueda adquirir. Sí me gustaría tener esa capacidad de poder llegar a la
persona y a través de la Palabra poderle guiarla a que tome las mejores decisiones.

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