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ASIGNATURA: TRABAJO SOCIAL CON INDIVIDUOS

FACULTAD: CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

PROGRAMA: DE TRABAJO SOCIAL

TEMA: TEMPERAMENTO

DOCENTE: BERTHA CRISTINAN OROZCO DAZA

Temperamento

Te explicamos qué es el temperamento para la psicología y qué tipos existen


según diferentes teorías. Además, diferencias con el carácter.

temperamento

El temperamento es el modo natural en que una persona interactúa con el


entorno.

¿Qué es el temperamento?

En psiquiatría y psicología, el temperamento es la manera común y básica en


la que un individuo determinado se enfrenta a las situaciones de su vida. Se
refiere tanto a la estructura dominante del humor y la motivación de las
personas, como a la intensidad de sus afectos psíquicos, es decir, es su modo
natural y espontáneo de interactuar con el entorno. No se lo debe confundir con
la personalidad ni con el carácter.

El temperamento, a diferencia de otros factores psíquicos, es estable y


hereditario, y en él no intervienen los factores externos de la vida. De hecho, en
un niño a temprana edad puede ya evidenciarse el temperamento que tendrá
toda la vida, conforme al estilo de conducta que le resulta más natural a la hora
de reaccionar a las situaciones.

Desde la antigüedad clásica el estudio del temperamento ha interesado a la


humanidad, en parte como una forma de clasificar y predecir las reacciones
humanas. De hecho, la palabra misma proviene del latín temperamentum, una
forma derivada del verbo temperare (“mezclar” o “diluir”), y que podría
traducirse como “la mezcla única de cada quien” o “la combinación de cada
quien”.

Tipos de temperamento

Los antiguos griegos, y en especial los médicos Hipócrates (460-370 a. C.) y


Galeno (129-200) basaron sus estudios del cuerpo y la psicología humanos en
la supuesta existencia de cuatro humores fundamentales (sangre, flema, bilis
amarilla y bilis negra), que en tanto emanaciones del alma podían determinar
los cuatro temperamentos humanos:

Temperamento sanguíneo. Aquel en el que predomina la sangre, es


extrovertido y de gran flexibilidad ante el entorno, típico de personas vivaces,
activas, intuitivas, dispuestas al disfrute, cuyas decisiones tienden a tomarse en
base a los sentimientos.

Temperamento flemático. Aquel en el que predomina la flema, es calmado,


tranquilo, serio, impasible y racional, con una tendencia hacia el equilibrio y el
pensamiento analítico, sin estridencias, que se toma su tiempo a la hora de
tomar una decisión.

Temperamento melancólico. Aquel en el que predomina la bilis negra, es


triste, perfeccionista, analítico y de una gran sensibilidad emocional,
predispuesto a veces a la depresión y la introversión. Puede presentar cambios
emocionales bruscos y tiene una baja reactividad hacia su entorno.

Temperamento colérico. Aquel en el que predomina la bilis amarilla, es


nervioso, desequilibrado, caluroso, rápido y muy independiente, dominante y
manipulador, intolerante y poco sensible a los demás. No requiere de estímulos
de su entorno, sino que suele ser él quien estimula a los demás a su alrededor,
y es propenso a las metas inalcanzables.

Este modelo de cuatro temperamentos estuvo vigente durante siglos, y fue de


hecho la base de la medicina medieval europea. Posteriormente, sin embargo,
se tendió a entremezclar dichos arquetipos, dado que nadie encaja en ellos al
100%, obteniendo así combinaciones como colérico-flemático (COL-FLEM).

Posteriormente, surgieron muchas otras teorías y aproximaciones a la


personalidad y a la constitución de los individuos, la mayoría de las cuales solía
combinar los aspectos corporales con los mentales o emocionales. Así, por
ejemplo, en su obra Constitución y carácter (1921), el psiquiatra alemán Ernst
Kretschmer (1888-1964) proponía tres tipos físicos fundamentales:

Leptosomático, de cuerpo delgado, esbelto, alargado rasgos angulosos, y que


parece mayor de lo que es.

Atlético, de estatura media o superior a la media, musculoso, de gran tórax y


hombros fuertes.

Pícnico, de estatura media o baja, cuello corto y macizo, vientre grueso y bajo,
torso abombado.

Según Kretschmer, dicha tipología se correspondía con cierta propensión a


unas u otras enfermedades mentales; una premisa que heredó el
estadounidense W. H. Sheldon (1898-1977) para su teoría de los somatotipos,
en los que dicha clasificación corporal se correspondía con ciertos tipos de
temperamento. Así, Sheldon propuso la siguiente clasificación:

Endomorfo, similar al tipo pícnico de Kretschmer, está dominado por las


vísceras, especialmente el estómago, y que está marcado por el desarrollo
embrionario del endodermo (tracto intestinal). En este tipo de cuerpos domina
la viscerotonía, el interés por la actividad visceral y todo lo que ello
culturalmente implica.

Mesomorfo, similar al tipo leptosomático de Kretschmer, está dominado por el


sistema nervioso, los sentidos y la piel, que se forman en el embrión a partir del
ectodermo. En este tipo de cuerpos domina la cerebrotonía, el interés por la
actividad cerebral y nerviosa, y todo lo que ello culturalmente implica.

Ectomorfo, similar al tipo atlético de Kretschmer, está dominado por los


músculos y el aparato óseo, derivados del mesodermo embrionario. En este
tipo de cuerpos domina la somatotonía, el interés por la actividad muscular y
todo lo que ello culturalmente implica.

Estas tipologías fueron muy populares a mediados del siglo XX, aunque hoy
en día se consideran aproximaciones antiguas y desfasadas, ya que la unión
entre cuerpo y mente (psicosomática) está descrita en términos bastante
simplistas. Sin embargo, esta tipología influyó en aproximaciones
psicoanalíticas a la personalidad, como las propuestas por Carl Gustav Jung
(1875-1961) en sus tipos de la personalidad.

Temperamento y carácter

Si bien es posible que en muchos ámbitos estos dos términos se usen como
sinónimos, según el psiquiatra estadounidense Claude Robert Cloninger
(1944-) no son exactamente lo mismo. A diferencia del temperamento, el
carácter normalmente se asocia con aspectos voluntarios de la personalidad
que tienen que ver con el auto cuidado y la auto vigilancia, y consta de cuatro
hábitos o dimensiones:

 La evitación del peligro.


 La búsqueda de novedades.
 La dependencia de la recompensa.
 La persistencia.

La combinación de estos cuatro rasgos componen, así, eso que llamamos


carácter, y se trata de formas adquiridas, o sea, aprendidas, a partir de
componentes y tendencias genéticas iníciales.

Es decir que el temperamento no es modificable y depende de la herencia;


mientras que el carácter sí lo es, aunque también se base inicialmente en lo
congénito. Por esa razón se tiende a pensar que el temperamento es
incontrolable e ineducable, mientras que el carácter puede ser modelado. El
término carácter es de origen griego y significa ‘marca’, ‘incisión’. De manera
general, el carácter es el modo en que un individuo actúa habitualmente ante
cierto tipo de situaciones.

A menudo, el carácter se define a partir de un rasgo predominante o principal


dentro de la forma de ser de una persona. Por ejemplo, si suele exhibir
tendencias generosas y desprendidas, se le dirá que es altruista; si suele
conservar enfados o molestias durante mucho tiempo o le cuesta perdonar los
errores ajenos, se dirá que es rencoroso. En ambos casos se trata de una
generalización.

Además de usarse para indicar el comportamiento habitual de alguien, la


palabra carácter se emplea en el habla cotidiana con varios sentidos. Así, para
referirse a una persona con gran firmeza en sus convicciones se dice que tiene
carácter o es una persona de carácter.

Asimismo, se suele distinguir entre caracteres fuertes y débiles, o tener buen


carácter o mal carácter, de acuerdo a diferentes rangos de evaluación, que, por
lo general, se asocian con la irritabilidad, la paciencia, la templanza y resiliencia
o sumisión y pasividad, dependiendo del contexto.

En el psicoanálisis, el carácter es la organización psíquica fundamental de un


individuo, reflejada en un modo de respuesta fijo o estructurado. Dicha
organización corresponde a la forma en que habitualmente la persona intenta
armonizar las pulsiones internas (el ello), los límites que impone el mundo
exterior (el principio de realidad) y los principios éticos y morales (el superyó).

Desde la perspectiva del psicoanálisis, el carácter es el resultado de la


concurrencia de varios factores, entre los que se encuentran las fuerzas del
ello, las influencias ambientales (especialmente, de los padres) y las defensas
que, durante la infancia, ensaya el yo frente a los otros factores.

Fuera del ámbito psicoanalítico, la evaluación del carácter es hoy en día una
herramienta útil para empresas y organizaciones que desean tener un perfil
rápido y general de sus posibles empleados.

Carácter y temperamento

El carácter está relacionado con el temperamento y muchas veces ambos


términos se toman como sinónimos. Sin embargo, existen importantes
diferencias entre ellos.

Descripción general:
El carácter comprende un conjunto de rasgos que una persona adquiere a
través del aprendizaje.

El temperamento es una tendencia constitutiva del individuo.

El carácter se origina en la interacción del individuo con su entorno.

El temperamento tiene su origen en la herencia biológica y es innato.

Factores que influyen en su formación:

En la formación del carácter influye el medio social.

La formación del temperamento está determinada por factores biológicos y


vinculada con las funciones endocrinas y nerviosas.

El carácter comienza a desarrollarse en la infancia y se consolida en la edad


adulta.

El temperamento ya está desarrollado en el nacimiento y se manifiesta desde


los primeros meses de vida.

Posibilidad de modificación:

El carácter se modifica con la experiencia, a medida que la persona interactúa


con el medio social.

El temperamento, en cambio, es difícilmente modificable, aunque algunas de


sus manifestaciones pueden ser reguladas por el carácter.

Carácter y personalidad

El carácter es uno de los elementos que componen la personalidad, junto con


el temperamento. Si el carácter es una reacción predominante frente a
situaciones concretas, la personalidad, en cambio, es una conjunción compleja
y diversa de las virtudes, defectos, tendencias, sentimientos y pensamientos de
una persona. En otras palabras, es la integración de los rasgos cognoscitivos y
afectivos de una persona.

Así, mientras el carácter puede reducirse a un atributo o una idea que engloba
cierta tendencia a actuar de una manera determinada, la personalidad es una
construcción rica en matices, difícil de aprehender en su totalidad, que hace
que no pueda establecerse fácilmente algún tipo de patrón en función del cual
predecir la conducta del individuo.

El estudio del carácter


El estudio del carácter se remonta a la Antigüedad. En el siglo IV a. C., el
filósofo griego Teofrasto, discípulo de Aristóteles, describió en su obra Los
caracteres una variedad de tipos caracterológicos, entendidos como tipos
morales. Cada carácter corresponde a un defecto o vicio predominante (el
hipócrita, el falso, el indiscreto, el arrogante, etc.).

La obra fue imitada en el siglo XVII por el francés Jean de La Bruyère en un


libro con el mismo título.

En el siglo XIX se acuñó el término caracterología para referirse al estudio del


carácter. Las primeras teorías caracterológicas carecían de base científica, y
eran estudios filosóficos que procuraban ir más allá de la descripción de tipos
morales realizadas por Teofrasto y La Bruyère.

Con la llegada del siglo XX, se comenzaron a realizar estudios basados en


tests psicodiagnósticos y datos estadísticos, a partir de los cuales se
elaboraron las primeras tipologías de los caracteres con fundamentos
empíricos. Algunos de los criterios empleados en estas tipologías corresponden
a aspectos del individuo que actualmente se relacionan con el temperamento, y
no solo con el carácter. Se pueden agrupar en dos clases:

Tipologías que parten de la observación de la constitución física y morfológica


de los individuos (atlético, rechoncho, delgado).

Tipologías centradas en la identificación de factores psicológicos dominantes


(emotividad, actividad y resonancia o repercusión de las impresiones).

Hoy se acepta que estas y otras tipologías psicológicas son aproximaciones a


la personalidad, útiles en determinados contextos y que deben ser evaluadas
en combinación con enfoques que tengan otros aspectos del ser humano.

Ejemplos de carácter

El francés René Le Senne (1882-1954) estableció una clasificación de los


caracteres del ser humano. Para Le Senne, el carácter es “la estructura de las
disposiciones que el individuo posee por herencia y que forman su esqueleto
mental”. De este modo, incorpora a la noción de carácter elementos que hoy se
consideran parte del temperamento (como la influencia de la herencia
genética).

La clasificación caracterológica de Le Senne es el resultado de la combinación


de tres propiedades fundamentales del carácter:
Emotividad. Es la conmoción que producen los hechos de la vida cotidiana.
Los rasgos típicos del individuo emotivo son la inquietud, el cambio brusco de
humor y la tendencia a exagerar.

Actividad. Es el impulso a la acción, manifestado en el modo en que se


reacciona ante un obstáculo. El activo se siente empujado a la acción. Por el
contrario, el inactivo duda y se desanima con frecuencia.

Resonancia. Es el efecto que las impresiones tienen en el ánimo de las


personas. Puede ser primaria, si las impresiones tienen efecto en el momento,
como ocurre en situaciones muy emotivas, o secundaria, si el efecto es
posterior a la emoción.

Los individuos en los que predomina la resonancia primaria reaccionan rápido


ante las ofensas, pero se olvidan pronto de ellas; viven en el presente y se
adaptan a los cambios. Los individuos en los que predomina la tendencia
secundaria son reflexivos y pueden ser rencorosos. Viven en el pasado y
aferrados a sus recuerdos, rutinas y principios.

De las diversas maneras en que se combinan estas propiedades surgen 8 tipos


de carácter:

 Carácter nervioso: emotivo, inactivo, primario.


 Carácter apasionado: emotivo, activo, secundario.
 Carácter colérico: emotivo, activo, primario.
 Carácter sentimental: emotivo, inactivo, secundario.
 Carácter sanguíneo: no emotivo, activo, primario.
 Carácter flemático: no emotivo, activo, secundario.
 Carácter amorfo: no emotivo, inactivo, primario.
 Carácter apático: no emotivo, inactivo, secundario.

Mucho más recientemente, el psiquiatra estadounidense C. Robert Cloninger


(1944) propuso un modelo en el cual el carácter es el resultado de la
interacción de tres dimensiones, no heredables (o muy poco heredables) y que
se modifican a lo largo de la vida:

Autodirección. Es la capacidad de la persona para regular y adaptar su


conducta en diferentes situaciones, en función de sus propios valores y
objetivos. Refleja el modo en que el individuo se percibe a sí mismo como ser
autónomo.

Cooperación. Es la capacidad de identificarse y colaborar con los demás.


Refleja el grado en que alguien se autopercibe como miembro de la sociedad.

Autotrascendencia. Es el conjunto de características de una persona


relacionadas con su espiritualidad y su creatividad. Refleja el grado en que el
individuo se percibe como parte del universo y su capacidad para aceptar la
incertidumbre.

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