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Introducción
¡Les damos la bienvenida al primer módulo del curso Saberes y prácticas para una Educación
Ambiental crítica!
La Educación Ambiental (en adelante EA) está presente en las escuelas desde hace años, y en
vista de los desafíos ambientales de nuestro tiempo, ha llegado para quedarse. Sin embargo,
una EA que pueda ser una herramienta para la formación ciudadana en pos de la
transformación social requiere de reflexiones, debates y diálogos que permitan revisar las
prácticas y construir y fortalecer otras coherentes con este propósito.
Este módulo –como los que seguirán– articula un doble recorrido: uno temático, vinculado con
la construcción de la perspectiva de una EA sociocrítica, y otro didáctico, ligado a la lectura y
análisis del Diseño Curricular. Por otra parte, a lo largo de todo el curso, queremos proponerles
la construcción de criterios y lentes para la selección y uso de diversos materiales educativos.
Su gran oferta y disponibilidad en ocasiones puede presentar confusiones y contradicciones
con las finalidades y propósitos pedagógicos que cada docente asuma cada vez que planifica
una propuesta de EA.
Objetivos
● Actualizar el enfoque y apropiarse de las características centrales de una EA
sociocrítica.
● Identificar en el Diseño Curricular los contenidos que pueden ser abordados desde una
perspectiva sociocrítica de la EA.
● Construir criterios para la selección de recursos didácticos coherentes con una EA
crítica.
Contenidos
Los por qué y para qué de la EA. El desafío ambiental y la perspectiva sociocrítica. La inclusión
de la perspectiva ambiental en las prácticas de enseñanza de las diversas disciplinas escolares.
Lectura y análisis de los Diseños Curriculares desde el enfoque sociocrítico de la EA. El uso de
diversas fuentes de información en EA.
En esta dirección, es evidente que la crisis ambiental no tiene que ver con un
“desequilibrio ecológico”, sino más bien con la forma de la cultura hegemónica que ha
priorizado las lógicas del mercado, la apropiación desigual y la presión sobre los
recursos naturales y los bienes comunes.
A continuación, las y los invitamos a recorrer “Educación ambiental: ¿Cuál? ¿Por qué? y
¿Para qué?”, una presentación en la que se abordan los tres momentos del desarrollo
histórico de la EA: educar para conservar, educar para concientizar y educar para cambiar.
Las conductas individuales, sin embargo, tienen un alcance limitado cuando se trata
de cuestiones sociales, simplemente porque la sociedad es más que la suma de sus
integrantes. Las conductas individuales pueden ayudar a la reflexión sobre los
problemas, pero no necesariamente a superarlos, ya que se trata de líneas de
causalidad y escalas de acción diferentes. Es más probable que la persona que deja de
tirar papelitos en el suelo se indigne cuando otras personas arrojan tóxicos a los ríos,
pero para impedir que lo hagan tendrá que apelar a alguna forma de acción
ciudadana.
Ahora bien, reconociendo este contexto, podemos interpelar la perspectiva que constituye la
recientemente promulgada Ley de Educación Ambiental en Argentina.
Como ya escribimos, la EA ha llegado a las escuelas –en todos los niveles educativos– y en las
instituciones de formación docente desde hace ya bastante tiempo. Con sus diferentes
estrategias y finalidades, las prácticas de EA están presentes en diversas asignaturas de la
escuela secundaria y también en proyectos institucionales.
En los comienzos fueron las ciencias naturales –Biología y Química– quienes se hicieron cargo
de la enseñanza de temáticas y problemáticas ambientales desde una perspectiva muy ligada
a la ecología. Pero fueron las reformas curriculares de los años 90 quienes promovieron la
llegada de la EA al sistema educativo nacional. Por un lado, institucionalizaron un cuerpo de
conocimientos que hasta ese momento había sido incorporado a las aulas según la iniciativa
de las y los docentes, respondiendo generalmente al interés de sus estudiantes y a la
influencia de los medios de comunicación. Por otro lado, la inclusión de dichos contenidos en
el área de las ciencias sociales –particularmente Geografía– y Formación Ciudadana significó
romper con algunas tradiciones que los consideraba propios del área de las ciencias naturales
(Zenobi, 2006).
Dentro del área de las ciencias sociales, las y los profesores de Geografía, respaldados por las
nuevas propuestas curriculares, asumieron la responsabilidad de enseñar problemáticas
ambientales. Muchas razones la justifican: la tradicional Geografía física aportaba conceptos y
contenidos que asociaban con “lo ambiental”, los libros de textos los incluían, abundaban
recursos didácticos novedosos que se ocupaban de dichos temas, los medios de comunicación
daban cuenta de situaciones catastróficas en diversos puntos del planeta –terremotos,
inundaciones– que acercaban la realidad y, a la vez, despertaban el interés de las y los
estudiantes. Sin embargo, en dichas prácticas pervivían enfoques biologicistas y una
propuesta didáctica en la cual la problemática ambiental era presentada como corolario
–generalmente catastrófico– del desarrollo de una unidad de contenidos ligados al medio
natural. Por ejemplo, se proponía el estudio de un terremoto en Perú si el tema enseñado era
“El relieve de América”. La selección de los contenidos y la secuencia didáctica seguían una
lógica disciplinar muy arraigada en las tradiciones de la Geografía escolar.
Queremos remarcar que las sucesivas propuestas curriculares que se realizaron iniciado el
siglo XXI no solo mantuvieron los contenidos ambientales en el área de las ciencias sociales,
sino que profundizaron el enfoque crítico en su abordaje y tratamiento. El cambio no significó
solo trasladar a otro espacio curricular la responsabilidad de enseñar contenidos ambientales,
sino que implicó una nueva perspectiva teórica en la concepción y análisis de las cuestiones
ambientales. Posicionándonos en una EA sociocrítica, significó la incorporación de nuevas
temáticas y problemáticas como objetos de enseñanza, la necesidad de que cada docente
adopte una postura crítica frente a ellos y a la vez, promovió la revisión e innovación de las
propuestas de enseñanza que venían desarrollando. En otras palabras, las nuevas
Más allá de la crisis y los desafíos ambientales que las sociedades están enfrentando desde
hace varias décadas, sin duda, la inclusión de la cuestión ambiental en la agenda escolar a
partir de su incorporación en las propuestas curriculares, le ha dado una visibilidad y una
importancia que antes no tenía. Entonces, es responsabilidad de la escuela y de cada docente
–más allá de la asignatura que tenga a su cargo– promover y fortalecer el conocimiento y el
compromiso de las y los estudiantes vinculado con el ambiente, sus componentes y
relaciones, problemáticas y conflictos.
El conocimiento escolar es una construcción sociohistórica, por tanto, hay contenidos que
fueron relevantes y hoy ya no lo son, otros se mantienen y algunos se incorporan. Cuando los
contenidos llegan a las y los docentes, ya atravesaron distintos contextos de producción y
concreción, en cada uno de esos ámbitos se ponen en juego diversas interpretaciones y
selecciones que son, en definitiva, construcciones culturales y políticas.
En primer lugar, porque no es posible que una única asignatura asuma la construcción de
todos los saberes necesarios para abordar las temáticas ambientales; en segundo lugar,
porque se trata de un campo emergente del conocimiento, en el que se encuentran algunas
certezas pero a la vez discusiones, polémicas e intereses en pugna; y en tercer lugar, porque
los saberes ambientales encuentran desarrollo en numerosos ámbitos y desde diversos
actores que desbordan las posibilidades académicas y que van incorporándose al currículum
real de las escuelas.
Docentes intérpretes
De acuerdo con Basabe y Cols, las y los docentes siempre deben “poner en juego una dosis
considerable de interpretación frente al texto curricular” (2007, p. 142). Este planteo entra en
diálogo con las razones, motivos y creencias docentes, y también con los recorridos
personales, escolares y profesionales, desde los cuales se construyen sentidos sobre el objeto
de saber que se estudia y enseña. En esta línea, Gvirtz y Palamidessi también sostienen que
“el contenido enseñado deriva de las influencias del currículum, de los materiales didácticos y
los textos y de la cultura pedagógica de los docentes” (1998, p. 38).
Es así que podemos afirmar que los procesos de lectura del currículum y la planificación,
desarrollo y autoevaluación de la enseñanza, se realizan desde marcos interpretativos
particulares, dinámicos y cambiantes. De este modo, la lectura de un mismo diseño curricular,
hecha por diversas personas o en momentos diferentes, puede dar lugar a una multiplicidad
de cursos de acción.
Les proponemos visitar el material interactivo “Algunas Pistas”, que se propone orientar
sobre las distintas posibilidades de abordaje, en distintas áreas, de la EA sociocrítica.
Es por ello que el punto de partida ha sido el planteo y la reflexión de por qué y para qué es
central una EA sociocrítica que tenga como horizonte la formación ciudadana de las y los
estudiantes.
Desde lo didáctico iniciamos un recorrido que comienza con la lectura y análisis del Diseño
Curricular con el objetivo de identificar los contenidos que pueden ser abordados desde la
perspectiva que estamos proponiendo. Y por último, nos pareció fundamental exponer un
planteo crítico en torno a la selección y usos de los recursos didácticos en prácticas de EA.