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Mamá:

Cuando Benja nació, los médicos nos dijeron que todo estaba bien, y ciertamente era
un niño normal, cuando cumplió dos años, él no se comunicaba, no articulaba palabras,
cuando quería algo solo se ponía inquieto, a veces se la pasaba repitiendo y repitiendo
ciertas frases que el escuchaba, se agarraba de un juguete y no lo cambiaba por nada,
parecía obsesionado.
Papá:
Para nosotros era muy angustiante, ver a nuestro hijo así y…y no entender lo que le
estaba pasando, cuando salíamos a veces nos armada berrinche en plena calle, la
gente nos miraba con cierto reproche, pues para ellos era un niño malcriado y nosotros
malos padres que no lo educábamos adecuadamente. A vece, hasta nos daba
vergüenza que la gente lo vea, así como era….
Papá
Lo levamos varias veces al médico y nos decían que eso era normal, que no todos los
niños se desarrollan a la misma edad y de la misma manera, a algunos les cuesta un
poco más.
Un día nos visitó una colega de trabajo, ella es psicopedagoga, y al ver su
comportamiento nos sugirió llevarlo a un especialista, nos dijo que eso no era normal.
Mamá
Fue entonces que nos enteramos que nuestro hijo era autista, que tenía TEA, y
nosotros nos preguntábamos por qué? ¿porque a nosotros?, que hicimos mal, no
entendíamos nada de lo que nos decían.
Mamá
Creo que lo más duro de la condición de Benja fue, el rechazo de la familia,
lamentablemente se conoce poco o nada sobre esta condición, así que la familia lo
veía como un niño problema.
Pero gracias a Dios ahora que ya la familia sabe la condición de Benja, han aprendido
a quererlo, el es tierno, es un amor, es nuestra bendición, con el hemos aprendido
todos lo que es el autismo, sabemos que no es una enfermedad, tampoco tienen
retraso mental, solo es diferente, normal, pero diferente. Ellos viven a su manera.
Benja nos cambio la vida, creo que nos hisos más humanos, no hiso ver mas allá de lo
obvio. Nos hiso ver y entender su maravilloso mundo, lo amamos…lo amamos tanto.

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