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LOS PROBLEMAS
DERIVADOS DE LA
ECONOMÍA DE
LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Según McQuail (1983), siguiendo las apreciaciones de la perspectiva marxista, está de acuerdo con la idea
de que los “medios de comunicación de masas, al ser una institución de la forma predominante de la
sociedad de clases, transmitirán una visión del mundo acorde con los intereses de la clase dominante y más
o menos coherente con el saber (o ideología) que producen otras instituciones”.
Según Mattelart (1998), podemos indicar que la economía política de la comunicación da sus primeros
pasos en los años 60. En sus comienzos adopta la forma de una reflexión sobre el desequilibrio de los flujos
informativos y de productos culturales entre los países desarrollados y en vías de desarrollo. En estos
primeros tiempos sus preocupaciones giran en torno a cuestiones de dependencia e imperialismo
culturales en el sistema internacional de información, desigualdades que no se deben al diferente grado
de desarrollo alcanzado, sino a la posición que cada país ocupa en el sistema. El desarrollo de unos es el
subdesarrollo de otros, considerando en este enfoque tres aspectos: a) la idea del imperialismo cultural
unida a las políticas de comunicación desarrolladas por la industria medial norteamericana; b) la industria
de los medios de comunicación y su relación con la publicidad; c) la concentración y corporativización que
se está produciendo en el sector de la comunicación y la cultura.
Los medios son comprendidos como entidades económicas que buscan utilidades y entienden la cultura
como mercancía y se busca la creación de valor añadido por medio de la publicidad. Los medios
se convierten en empresas generadoras de utilidades a través de la producción de mercancías y
su intercambio y a través de una función económica indirecta con otros sectores productivos
como el marketing y la publicidad. En esta dimensión se conjugan lo ideológico, lo económico y lo político.
Este último elemento es fundamental ya que, explicar el riesgo involucrado en el proceso de concentración
de los medios, implica mostrar cómo las empresas se ocupan de organizar la memoria colectiva fuera de los
intereses públicos y se encuentran, además, dominados por actores privados. La industria de la publicidad
es cada vez más convergente con los medios gracias a los avances de la tecnología
El análisis de las relaciones económicas tiene el papel principal con respecto a otras interacciones que se
dan en el sistema capitalista vinculado a la comunicación; es decir, la estructura económica es
determinante para la reproducción de este sistema, pero no es la única influencia. Para la economía política
de los medios es fundamental establecer las relaciones de poder implicadas en la cultura y su vinculación
con estructuras de dominación más amplias. Las investigaciones se concentran en a) el análisis de la
la propiedad o estructura de las industrias de la comunicación, incluyendo en este apartado los estudios
referentes a la concentración —tanto vertical como horizontal—, la diversificación y la
internacionalización de la industria de la comunicación. Ello nos conducirá también a reflexiones sobre
la reducción de las fuentes independientes utilizadas por los periodistas en sus organizaciones de trabajo;
y b) en los procesos de producción y recepción homogeneizada de los contenidos existente, es decir, la
atención centralizada de las empresas de comunicación en los mercados de mayor amplitud, la reducción
de riesgos económicos para los medios y el olvido de los sectores minoritarios o más pobres de las audiencias.
Existen dos razones por las cuales estos estudios son importantes. En primer lugar, porque estos procesos
dentro del campo de las comunicaciones se han revelado como imprescindibles para la concentración,
diversificación e internacionalización del resto de industrias tradicionales. En segundo lugar, porque son
especialmente significativos en las industrias de la comunicación de masas. Desde este punto de vista, la
industria de los medios de comunicación debe considerarse una parte del sistema económico, sometida a
las mismas condiciones, exigencias y condicionamientos que sufre cualquier otra industria por expandir
mercados, obtener beneficios y buscar la máxima rentabilidad. Esa es la máxima principal de los actuales
medios de comunicación, por encima de cualquier otro objetivo periodístico.
Así, en las industrias de medios de comunicación se observan las tendencias y procesos monopólicos de
integración vertical y horizontal que se producen en todos los niveles económicos y empresariales. Se
considera concentración horizontal a los procesos por los cuales una empresa de medios adquiere con la
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propiedad o mayoría de control de otros medios de comunicación pertenecientes a un sector diferente del
originario de la empresa compradora. La concentración vertical se refiere a las actividades por las cuales
una empresa de medios se expande tomando el control de otras entidades que aseguran su proceso de
producción o distribución. Para Wolf (1994) esta es una variable relevante para una industria como la de
los medios de comunicación, ya que queda sometida a presiones extras por la incertidumbre y variabilidad
del mercado al que se dirige. Cuanto más se controla el proceso, desde el germen de la idea original a su
venta, pasando por la producción, la distribución y la exhibición, más posibilidades tendrá de eliminar
amenazas que se conviertan en perjuicios, dejando fuera del mercado a las pequeñas empresas de medios
porque se les niega el acceso a la distribución o exhibición de sus contenidos informativos.
De acuerdo con Mastrini y Mestman (1996), sobre cualquier otra consideración, está en juego la
competitividad real en el libre mercado de ideas. Esta no se reduce en modo alguno al número de medios
de comunicación; implica una verdadera diversidad de contenidos. La economía política de la
comunicación estudia los posibles efectos negativos que tienen para la sociedad que unas pocas empresas
de medios decidan sobre lo que las audiencias deben pensar, leer, ver e incluso imaginar. El modo de
producción revela, en primer lugar, que la comunicación y las nuevas tecnologías contribuyen al proceso
general de la mercantilización de la economía como un todo. En segundo lugar, que el proceso
de mercantilización, puesto en marcha en toda la sociedad, alcanza a las instituciones y organizaciones de
medios de comunicación. Esta mercantilización apunta a tres variables: a) la mercantilización del
contenido; b) la mercantilización de las audiencias y c) la mercantilización del trabajo de los profesionales
de los medios. Estos tres aspectos generan la homogeneización de la información y de la vida cultural en
general.
Los resultados de depender de la publicidad de empresas y gobiernos implican que los grupos económicos
no solo ejercen presión, sino que son determinantes respecto de las noticias que informan los medios. La
publicidad no sólo sirve como instrumento de expansión del sistema capitalista, sino que también se
convierte en un mecanismo a través del cual las transnacionales influyen en los contenidos difundidos.
Todo ello a costa de un gran costo social: la pérdida de diversidad en información e ideas. En conclusión, la
publicidad en gran escala no es tan sólo uno de los medios de introducir y distribuir bienes de consumo.
Es parte primordial del mecanismo que permite a un número relativamente pequeño de empresas ejercer
un desmesurado poder sobre la economía en general. Estas empresas necesitan los periódicos, las revistas,
radios, estaciones de televisión y medios digitales, para vender sus productos y mantener su influencia
económica y política.
Es la producción de audiencias para la economía capitalista general lo que es fundamental para el proceso
de mercantilización, más que la producción de ideología. Se mercantilizan las mediciones de las audiencias.
por lo que el análisis del tamaño, composición y hábitos de consumo de los públicos es lo que realmente
vende el sistema de medios en primer lugar. Los medios pierden la perspectiva de servicio público. Su
interés primordial son los anunciantes y las grandes empresas sus principales clientes, no el público. La
desinformación está a veces tan extendida que la línea entre la distorsión intencionada y la no premeditada
se hace difícil de detectar.
Tal como señalan Chomsky y Herman (1995), la lógica de mercado en la disposición de compra de los
públicos opera dejando fuera a aquellos que carecen del dinero necesario para comprar y que no interesan
a los anunciantes, evitando, además, los contenidos polémicos o desagradables que pueden interferir en
la decisión de compra de las personas. Establecen que existen filtros o criterios de selección de
la
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Existe una falsa dicotomía entre regulación y libre mercado. En realidad, la regulación es necesaria para
obtener competitividad. Es un asunto político, no solo económico. Por ello es imprescindible un debate
político serio sobre los aspectos que regulan a los medios y terminar con el mito del profesionalismo de los
medios como guardián del interés público, sinónimo de objetividad, financiamiento publicitario y sistema
de libre mercado en el que se da al público lo que demanda.
Los cambios más evidentes y que están dando origen a uno de los procesos más dinámicos que se están
observando tras la irrupción de Internet, son las nuevas ofertas de contenidos por medio de empresas de
multimedios, especialmente las relacionadas a contenidos audiovisuales para el consumo por medio de
multiplataformas digitales. Las formas de producir y distribuir contenidos y noticias se redefinieron y
adoptaron las formas de grandes conglomerados internacionales integrados horizontal y verticalmente
con presencia en la mayoría de los países. Con ello también surgieron nuevas formas de narración
y distribución de contenidos: las estrategias crossmedia y transmedia.
Así, los problemas y riesgos de la economía de los medios se trasladan al escenario de las sociedades
digitales de la información y del conocimiento, en donde las nuevas audiencias o nativos digitales, entre
diversas características, son activas y sociales, convirtiéndose no solo en usuarios de contenidos y noticias
sino al mismo tiempo, en productores de contenidos y, literalmente, en medios de comunicación. Piscitelli
(2009) enfatiza que estas nuevas audiencias de produsuarios definidos como nativos digitales son descritos
como individuos multitarea por sus competencias para procesar acciones simultáneas, haciendo
aprovechamiento de la inteligencia colectiva. Interactúan y leen la nueva media, sobre todo la social
integrada por las redes sociales, principalmente a través imágenes en pantallas digitales a la vez que crean
y envían contenidos a través de diversas plataformas y formatos.
El uso de estas plataformas, formatos y canales que se utilizan son diversos y depende de las audiencias y
del objetivo de la estrategia transmedia propuesto. Entre los muchos recursos incorporados se pueden
destacar: a) sitios web y blogs; b) redes sociales: Facebook, YouTube, Spotify, Instagram, LinkedIn, TikToK,
Twitter, entre otras; c) formatos de distribución de contenidos: fotografías, podcasts (audios), aplicaciones,
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videos, animaciones; VR, realidad aumentada, códigos QR, ebooks, infografías, líneas de tiempo, imágenes
y presentaciones interactivas; d) medios publicitarios tradicionales: televisión, radio, prensa, vallas, etc.; e)
otros medios: películas, libros, juegos, cómics.
Como sostienen Rost, Bernardi y Berguero (2016) desde esta perspectiva, la concentración de los medios
intenta adaptarse a los prosumidores que se incorporan a la cultura participativa propiciada por la
interactividad tecnológica, pasando de ser espectadores a ser actores que realizan diálogos
individualizados con los servicios conectados y acciones recíprocas con los usuarios en procesos
de consumo de muchos a muchos en multiplataformas concebidas de manera transmedia, es
decir, el periodismo transmedia desarrolla una narración distribuida de las noticias y otros contenidos.
La transmedia es una nueva manera de interacción digital y, a la vez, una manera de contar historias basada
en el fraccionamiento intencionado del contenido y su diseminación a través múltiples plataformas,
formatos y canales, con el fin de que cada medio cuente una parte específica y complementaria de la
historia. Harry Potter, Marvel, DC Comics, Matrix, Star Wars, entre otros, son ejemplos de cómo las
historias se alimentan de cada plataforma (Películas, libros, juegos, series tv, redes, etc.) incentivando un
mayor consumo de la narrativa. En ello se diferencia de la interacción o estrategia de narrativa crossmedia
que cuenta y distribuye los mismos contenidos y noticias (historias) adaptadas a diferentes
medios o plataformas.
Es Jenkins (2008) quien define los principios de la narrativa transmedia, estableciendo que está
determinada por: a) expansión - profundidad: la expansión introduce nuevos usuarios al mundo narrativo,
de los cuales algunos profundizarán más. La participación de los espectadores irá en aumento si se ayuda
a difundir el mensaje; b) continuidad - multiplicidad: las partes que componen la narrativa transmedia no
deben ser consumidas en su totalidad para entender cierto relato superior; tienen independencia unas de
otras, aunque estén relacionadas de alguna forma, por lo que tienen elementos en común; c) inmersión –
extrabilidad: la inmersión significa dejarse llevar en un mundo nuevo, mientras que la extrabilidad es la
capacidad para sustraer diversos objetos, vestimentas, frases o conceptos para aplicarlos a la vida real; d)
construcción de mundos: construir un mundo con determinadas características que permita que sea
expandido en distintas plataformas, formatos y soportes; e) serialidad: se cuestiona si es necesario seguir
un orden a la hora de querer introducirse en la narrativa. Sugiere plantear un contenido dirigido a que el
usuario lo recorra según sus intereses; f) subjetividad: conlleva la posibilidad de brindarle al usuario la
capacidad de tomar distintos puntos de vista y percepciones de los personajes que pueden tener o no la
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atención principal; g) realización: está vinculada al rol que toma el usuario en el proyecto- producto y cómo
se siente respecto al universo.
Para Santiago (2017), en los entornos digitales, las mediaciones hacen posible la descripción de las
interacciones entre las personas y las tecnologías, comprendiendo el tipo de relaciones sociales que se
establecen, las apropiaciones culturales y los procesos de socialización que las audiencias establecen entre
sí a partir del usos y consumo medial. Procesos que fragmentan la audiencia y a su vez la colectivizan, son
audiencias que dejan los grandes colectivos por otros más pequeños y se solapan sus consumos, estas
tienen que estar operando todo el tiempo entre una oferta de contenido que es de diversidad
extraordinaria: ven televisión y chatean en WhatsApp al mismo tiempo comentando lo que están
consumiendo. Estas mediaciones establecidas entre dispositivos y sujetos individuales o colectivos son
alteradas o modificadas a través de distintas herramientas tecnológicas, cambiantes por las apropiaciones
que realizan. Por su parte, Scolari (2013) precisa que cuando se habla de hipermediaciones no solo se está
hablando de una cantidad mayor de tecnología, medios y personas que las utilizan; también se
está haciendo referencia a la red de conexiones e hibridaciones de la tecnología y los intercambios y
múltiples reenvíos de contenidos en los ecosistemas de la media digital.
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Referencias Bibliográficas