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Racionalidad y Conocimiento Pedagógico El Saber para La Acción
Racionalidad y Conocimiento Pedagógico El Saber para La Acción
Racionalidad y conocimiento
Señalábamos que los intereses que orientan al saber pedagógico son intereses
praxiológicos referidos a la materialización de la intencionalidad educativa. El
análisis de estos «intereses» o normatividades nos permitirá profundizar en las
distintas racionalidades que quedan imbricadas en el conocimiento pedagógico. El
sistema tripartito del conocimiento pedagógico incluye un conocimiento sobre la
racionalidad de:
mesológico);
• los factores y condicionantes que concurren en la acción educativa (conocimiento
científico o epistémico).
1
G. Mialaret, Pédagogie genérale, París, Presses Universitaires de France,
1991. Sobre las fuentes y características del saber pedagógico el autor traza sus
líneas de- finitorias en el capítulo introductorio de esta obra citada (véase págs.
15-28).
la eficacia de la acción;
— la construcción de un conocimiento reflexivo y crítico, por parte del agente
3
M. Martínez Martín, El contrato moral del profesorado. Condiciones para una nueva escuela, Bilbao, Desclée De Brouwer,
1998.
4
G. Vázquez Gómez, «Valores y “escuela pública” en la sociedad civil», 1997, págs. 117 y ss., en P. Ortega Ruiz (coord.),
Educación Moral, Murcia, CajaMurcia, págs. 109-125. Este libro recoge todas las Ponencias y contribuciones de los parti-
cipantes en las distintas Mesas Redondas debatidas en el VI Congreso Interuniversitario de Teoría de la Educación (Murcia,
21-23 de Abril, 1997).
5
L. Núñez Cubero, «La ética del docente», Cuestiones Pedagógicas. Revista de Ciencias de la Educación, núins. 10-11,1993-
1994, págs. 147-164, pág. 160.
6
De especial interés, en este sentido, la obra de Ph. Perrenoud, Enseigner: agir dans l’urgence, décider dans l’incertitude,
París, ESF Éditeur, 1996.
7
Diferentes análisis de la acción pedagógica como acción tecnológica pueden encontrarse en J. Sarramona, Tecnología
educativa, una valoración crítica, Barcelona, CEAC, 1990; J. García Carrasco y Á. García del Dujo, Teoría de la Educación.
Educación y acción pedagógica (I), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1996, págs. 241-272; A. J. Colom Cañellas
y L. Núñez Cubero, Teoría de la Educación, Madrid, Síntesis, 2002.
8
Acerca del estatuto epistemológico de las Ciencias de la Educación resultan esclarecedoras las contribuciones de A. J.
Colom y L. Núñez Cubero, Teoría de la Educación, Madrid, Síntesis, 2002; 0. Fullat, «Estatuto de las Ciencias de la Educación»,
en 0. Fullat, Filosofía de la Educación, Barcelona, Vicens-Vives, 1988, páginas 53-58; G. Mialaret, Introducción a las ciencias de
la educación, París, UNESCO, 1985; J. Beillerot, «Sciences de l’éducation et pédagogie: un étrange manège», Revue Française
de Pédagogie, núm. 120,1997, págs. 75-82; H. Peukert, «Las ciencias de la educación de la Modernidad y los desafíos del
presente», Educación, vol. 49, núm. 50, 1994, págs. 21-40.
9
G. Mialaret, 1991, ob. cit.
10
De acuerdo con M. Á. Quintanilla, 1989, ob. cit., el problema de la racionalidad tecnológica cabe ser planteado en un
doble plano: a) el mesológico o relativo a los medios, característico de la racionalidad instrumental. El valor en este tipo de
racionalidad que queda involucrado es el de eficacia, esto es, el poder de la acción para lograr los objetivos deseados. Este tipo
de problema se refiere a la racionalidad de las acciones que se despliegan: bj el teleológico o relativo a los fines hacia los que se
orienta la acción, propia de la racionalidad teleológica. En este tipo de racionalidad, al contrario que en la racionalidad
instrumental, el valor involucrado es el de la propia racionalidad de los fines u objetivos propuestos. En este sentido, el
problema de la racionalidad tecnológica puede plantearse también en relación con las decisiones que se adoptan a lo largo del
proceso del diseño, desarrollo y ejecución del plan de acción. Lo que se cuestiona en este tipo de racionalidad es la valiosidad de
los resultados de la acción y con respecto a qué criterios pueden ser evaluados o juzgados en este sentido. Para este autor, la
racionalidad teleológica de toda tecnología —entendida ésta como sistema de acciones intencionales orientadas al logro— debe
evaluarse por el criterio de grado de control sobre los procesos que trata de modificar, por lo que la racionalidad tecnológica
implica responder de modo satisfactorio a tres criterios: eficacia, utilidad o valor social de la acción e innovación.
En efecto, este tipo de análisis axiológico es necesario para asegurar que las
acciones desplegadas se orientan en la dirección deseada, asegurándonos no ya
la eficacia, sino la consistencia del plan de acción. Pero, al mismo tiempo, el
saber pedagógico debe asegurar un conocimiento tecnológico desde el que poder
adoptar decisiones, diseñar un conjunto planificado y sistemático de orientaciones
y recomendaciones que informen a los docentes y otros profesionales que
asumen funciones pedagógicas sobre cómo lograr eficazmente los objetivos que
se han propuesto.
Las Ciencias de la Educación no son ciencias exactas, pero ello no impide que
nos resulte imposible racionalizar los procesos educativos a partir de un
conocimiento tecnológico de la acción educativa. Proceder tecnológicamente es
11
L. Núñez Cubero, «Referencias básicas axiológicas de la acción educativa», Cuestiones Pedagógicas, núm. 1,1984, págs.
11-22, pág. 12.
12
El Capítulo 5 de este libro analiza la racionalidad de la acción desde la dimensión temporal.
13
H. von Foerster, Las semillas de la cibernética. Obras escogidas, Barcelona, Ge- disa, 2.a ed., 1996, pág. 179.
14
H. von Foerster, 1996, ob. cit
normativa o ética referida al deber ser de los fines y al deber ser de los medios;
b) la racionalidad tecnológica, que requiere necesariamente, aunque no de modo
16
Un análisis de las implicaciones del paradigma analítico y el paradigma de la complejidad en la investigación educativa se
desarrolla en L. Núñez Cubero y C. Romero Pérez, Pensar la educación, Madrid, Pirámide, 2003.
17
El término simbiosis se emplea en su acepción biológica, esto es, asociación, unión, complementariedad. Es evidente que
las Ciencias de la Educación implican ima pluralidad metodológica y temática, aunque obviamente a partir de un mismo objeto
de estudio: la educación. Al matizar el carácter simbiótico y sinèrgico de la ciencia, a lo que se hace referencia es a la necesidad
de producir nuevos conocimientos y hallazgos científicos sobre la educación a partir de estas nuevas ciencias fundamentales y no
a transferir conocimientos dados externamente por estas ciencias pero que pueden resultar de dudosa aplicabilidad en la
práctica.
18
J. Ladriére, El reto de la racionalidad, París, UNESCO, 1978, pág. 15.
19
Las implicaciones que para las Ciencias de la Educación tienen estas nuevas epistemologías se analizan en I. Sánchez
Valle, «Historia, Historia de la Ciencia y Epistemología Pedagógica», Aula Abierta, núm. 77,2001a, págs. 1-23; «La tradicional
sociología de la ciencia en el discurso pedagógico actual: valoración de algunas cuestiones pedagógicas», Revista Española de
Pedagogía, año LIX, núm. 219, 2001b, páginas 285-310; «Las modernas Sociologías del conocimiento científico en el discurso
pedagógico actual», Revista de Educación, núm. 328, 2002, págs. 407-424.
20
La epistemología reflexiva coincide en este punto sobre la formulación de hipótesis con la epistemología objetiva clásica.
a
1. Etapa: Subsunción o subordinación de las cuestiones «pedagógicas» a un
análisis empírico pre-científico.
a
2. Etapa: Rivalidad entre los saberes pedagógicos o «para la acción» y
los saberes teóricos sobre el fenómeno educativo.
a
3. Etapa: Interfaz y cooperación entre conocimientos filosóficos y
científicos para solucionar cuestiones pedagógicas mediante estrategias de inter y
transdisciplinariedad.
21
M. Soétard, «Perfiles de educadores: Jean-Jacques Rousseau», Perspectivas, vol. XXI, núm. 1 (77), 1991, págs. 139-149.
mayor parte del siglo xx, donde se advierten tensiones entre los defensores de un
corpus unitario para el saber pedagógico y los defensores de un corpus plural que
aborde la cuestión educativa no sólo como actividad, sino también como
fenómeno humano.
3] Etapa de interfaz o transdisciplinariedad. Así como la interdis- ciplinariedad
22
Por citar sólo a aquellos más representativos de estas nuevas ciencias en diversos ámbitos: Epistemología —Mauro
Ceruti, Edgar Morin—, Economía y Ciencias Jurídicas —-J. L. Le Moigne—, el Fórum 6 del Programa Europeo MCX destina-
do específicamente a las Ciencias de la Educación, coordinado por Fréderic Lerbet- Sereni {Francia, Universidad de Pau).
23
A. J. Colom Cañellas, La deconstrucción del conocimiento pedagógico, Barcelona, Paidós, 2002.
24
J. García Carrasco y Á. García del Dujo, Teoría de la Educación. Procesos básicos de formación del pensamiento y la
acción, vol. II, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2001.
25
L. Núñez Cubero y C. Romero Pérez, 2003, ob. cit.
26
Véanse G. Lerbet, Les Nouvelles Sciences de ¡'Éducation, París, Nathan, 1995; G. Lerbet, Pédagogie et systémique, París,
Presses Universitaires de France, 1997; Ph. Pe- rrenaud,Enseigner, agir dans l’urgence, décider dans l'incertitude, París, ESF
Éditeur, 1996.
27
Un análisis de las implicaciones de la epistemología constructivista en la representación y pilotaje del proceso de
enseñanza-aprendizaje lo he desarrollado en el artículo «El Constructivismo Cibernético como metateoría educativa:
aportaciones al estudio y regulación de los procesos de enseñanza y aprendizaje», Teoría de la Educación. Educación y Cultura
en la Sociedad de la Información (Revista Electrónica), vol. 3, Universidad de Salamanca, http://www3
usal.es/teoriaeducacion/default.htm
28
Las Recomendaciones adoptadas por la UNESCO a lo largo de la década de los 50 en las distintas convocatorias de la que
se denominó, hasta 1970, Conferencia Internacional de la Instrucción Pública, reflejan esta preocupación por el impacto de la
prolongación de la escolaridad obligatoria en los sistemas educativos y en los programas de formación del profesorado.
Recomendaciones núms. 32 a 60 correspondientes al período de 1950-1965 respectivamente.
29
Bureau International de L’Éducation/UNESCO, 1966, Recommandation núm. 60 aux Ministères de l’instruction Publique
concernant «L'organisation de la Recherche Pédagogique (Année 1966)».
30
Para un análisis genealógico de la construcción social de los tiempos y espacios escolares, véase A. Escolano Benito,
Tiempos y espacios para la escuela: ensayos históricos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000.
31
Un exhaustivo análisis de la evolución de la investigación educativa institucional en España desde 1970 hasta la
actualidad ha sido elaborado por G. Carmena López, Á. Ariza Cobos y M.a E. Bujanda Bujanda, El sistema de investigación
educativa en España, Madrid, Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte, 2000.
32
A. J. Colom Cañellas y L. Núñez Cubero, Teoría de la Educación, Madrid, Síntesis, 2001, pág. 56.
33
Las posibilidades de intervención educativa dirigidas a las personas mayores las analiza P. M. Casares García, Andanos.