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Tema 4: La vida, fuente de sabiduría y experiencia

"En la vejez seguirán dando fruto" (Sal 92,15)

OBJETIVO: Sensibilizarnos sobre la importancia de la presencia de nuestros adultos


mayores para que busquemos cómo acompañarlos, valorarlos y aprender de su sabiduría
y experiencia de vida.

Ubicar

Pensemos un poco sobre la realidad que actualmente viven nuestros adultos mayores:

Muchos de ellos son amenazados, descuidados y viven solos. Para muchos se ha


convertido en una carga. Piensan que entre más lejos de ellos es mejor, y por lo
consiguiente es más conveniente enviarlos a instituciones donde los cuiden, y que nos
eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones, a esto, el papa Francisco le llama
“la cultura del descarte”. Es feo decirlo, pero pensemos cuántos adolescentes y jóvenes le
faltan el respeto a la gente mayor. Y no solo mediante burlas y chistes, sino también al no
escucharles siquiera sus consejos, ni prestarles atención cuando cuentan sus anécdotas de
vida. La ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con
la que es mejor no entrar en contacto.
Preguntémonos: ¿Cómo es el trato de los adultos mayores ahí donde vives o caminas a
diario?

Orientar

El Señor, en su Palabra, nos enseña a respetar a nuestros mayores. Y no solo a los


ancianos, sino también a las personas que tienen más años y experiencia que nosotros.
Respetar no significa obedecer ciegamente sus instrucciones, ni someterse
incondicionalmente sin pensar en lo que estamos haciendo.

Respetar quiere decir escuchar con atención, ser amables y agradecidos con lo que
comparten, acompañarlos en sus necesidades, valorar sus consejos y aprender de sus
historias de vida.

En el mensaje del santo Padre Francisco para la II Jornada Mundial de los abuelos y de los
adultos mayores, nos dice que, una larga vida -así enseña la Escritura – es una bendición, y
los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la
bondad de Dios que concede en abundancia.
El grito de nuestros adultos mayores hoy es lo que dice el salmista <<No me rechaces en
mi ancianidad; no me abandones cuando me falten las fuerzas>> (Sal 71,9). Envejecer no
implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el
don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición! Por eso mismo
hagamos que los viejos (abuelos y abuelas) estén cerca de los niños, de los jóvenes, de los
matrimonios que inician, para transmitir sus memorias de vida, para transmitir sus
experiencias de vida y la sabiduría de la vida.

Hemos dicho que hay una cultura de descarte de los adultos mayores que no los mata,
pero socialmente los cancela, como si fueran un peso que llevar adelante: es mejor
esconderlos. Esto es una “traición” de la propia humanidad; es seleccionar la vida según la
utilidad, según la juventud y no con la vida como es, con la sabiduría de los viejos, con los
límites de los viejos.
Si los adultos mayores, en vez de ser descartados y apartados de la escena de los eventos
que marcan la vida de la comunidad, fueran puestos en el centro de la atención colectiva,
se verían animados a ejercer el valioso ministerio de la gratitud hacia Dios, que no se
olvida de nadie.

Realizar

El Papa Francisco nos dice que, frente a todo esto, necesitamos un cambio profundo, una
conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el
otro a un hermano.
Algunas sugerencias prácticas que podríamos implementar para poder, como dice nuestro
objetivo, acompañarlos, valorarlos y aprender de su sabiduría y experiencia de vida:
- Si tenemos papás adultos o abuelos, no los olvidemos ni dejemos de visitarlos.
Preguntémosles acerca de su vida. Seguramente descubriremos muchas cosas que
no sabíamos y tendremos la oportunidad de aprender de sus aciertos y errores.
- Debemos sentir la responsabilidad de visitar a los ancianos que a menudo están
solos y presentarlos al Señor con nuestra oración.
- Enseñar a los niños que cuiden a los abuelos y vayan donde ellos, de igual manera
los adolescentes y jóvenes. Donde no hay diálogo entre jóvenes y viejos, falta algo
y crece una generación sin pasado, es decir sin raíces.
- Sería conveniente integrar un comité AMA (Adultos Mayores Activos) donde
realizaremos actividades de trabajos amorosos, que promueva el cuidado de
nuestros adultos mayores de manera organizada.
<<Una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es
valiosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e, incluso,
cuando se está extinguiendo>> (Mensaje a la Pontificia Academia por la vida, 19 de
febrero de 2014).

Preguntémonos: ¿En tu hogar, hay adultos mayores? ¿Cómo es la relación con ellos? ¿Qué
te pide Dios sobre la atención y el cuidado a tus mayores?
Compartamos juntos los siguientes textos bíblicos: Isaías 46,4; Levítico 19,32; 1 Timoteo
5,8; 1 Timoteo 5, 1-2; Job 32. 6-7; 1 Pedro 5,5
Celebrar

Celebremos la vida haciendo juntos la siguiente oración:

Amado Señor Nuestro, que por tu gran amor otorgaste a San Joaquín y a Santa Ana la
gracia de engendrar a la Santísima Virgen: Te pedimos por su intercesión que bendigas a
todos los abuelos, especialmente a los que pasan grandes necesidades. Te pedimos por su
sabiduría alcance a las nuevas generaciones y sea fundamento para sus proyectos de vida.
Te pedimos que sean comprendidos en sus debilidades, asistidos en sus necesidades y
respetados por sus familias y la sociedad. Te pedimos Señor Jesús, que los abuelos puedan
introducir a sus seres queridos en el mundo de la fe. Amén.

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