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LICENCIATURA EN DERECHO
NOVENO CUATRIMESTRE
Asignatura
Fe y Mundo contemporáneo
Maestra
Sesión 12
Presenta
1
Compromiso de social: El asilo de ancianos.
Tenemos una responsabilidad con los ancianos que nos rodean, debemos
escucharlos y cuidarlos. Esto puede ser benéfico para que nuestra sociedad tome
conciencia de su pasado, de su presente y de su futuro. Los animo a leer este
artículo y a reflexionar sobre la forma en la que los ancianos que nos rodean están
siendo tratados. Los ancianos son unas de las personas con mayor vulnerabilidad
en nuestro país, las empresas difícilmente los emplean y las circunstancias que los
rodean suponen, muchas veces, amenazas para su propia persona. El simple
hecho de ya no valerse por sí mismos (en la mayoría de los casos), tiene como
consecuencia una barrera en su desarrollo, tanto profesional como personal.
Una sociedad que no cuida de sus ancianos ni reconoce lo que ellos pueden
aportarle está condenada a repetir los mismos errores una y otra vez. Desde luego,
la mayoría de las aportaciones que los ancianos pueden brindar a una sociedad no
son monetarias, pero ¿por qué tenemos que medir todo con base en las utilidades?
lo que ellos nos pueden brindar tendrá mucho mayor peso en el presente y en el
futuro, solo hay que saberlo ver y reconocer.
Nuestra sociedad tiene una responsabilidad con los ancianos, debe reconocer su
valor y sobre todo aprender a convivir con ellos. Escucharlos, integrarlos a la
sociedad y reflexionar sobre lo que nos dicen puede generar mayor conciencia del
presente, así como del futuro que nos espera. Cuidar de ellos es también cuidar de
nuestro futuro, nuestras tradiciones y sobre todo, cuidar la fuente de sabiduría a la
que acudiremos cuando tengamos dudas que, por nuestra falta de experiencia y
nuestra juventud, no podamos resolver.
2
¿Qué podemos hacer?
También puedo hacer conciencia de cuál es el trato que tengo hacia los ancianos
más cercanos a mí: familiares, trabajadores, indigentes etc. Voltear a verlos,
hacerlos sentir personas y sobre todo escucharlos y aprender de ellos.
Podemos visitar algún asilo de vez en cuando, no con una actitud “moralina”, sino
con una capacidad de apertura y humildad hacia lo que tengan que decirme y
enseñarme. Escucharlos nos puede ahorrar muchos dolores de cabeza y muchos
errores a futuro, pero se requiere de una capacidad de querer mejorar y reconocer
nuestra inexperiencia en muchos asuntos.