Está en la página 1de 7

INTRODUCCIÓN

El orgullo de los jóvenes está en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas”. Prov. 20:29.
No sé cuántos años de edad tengas, pero quiero decirte que las alegrías de la vejez se construyen durante la vida
y se guardan como un tesoro hasta que llegue el momento de disfrutarlas.
Muchos piensan que la vejez arrebata el gozo de vivir y que las alegrías se vuelven mínimas cuando una es
mayor; no es necesariamente así. Quizá ahora mismo, al leer esta página, te preguntes: “¿Será que se puede
gozar de la vejez, cuando solo se tienen achaques, soledad, falta de energías y pocas fuerzas físicas?” Sí; no solo
se puede, se debe.
Si eres joven, es tiempo de comenzar a llenar todos los rincones de tu alma con momentos felices. Es hora de
que empieces a disfrutar de las cosas sencillas, a edificar experiencias que te proveerán recuerdos gratificantes;
es hora de servir a los demás por el solo placer de sentirte útil, de tal modo que, cuando llegue la vejez, abras el
baúl de los tesoros guardados y compartas con las demás tus experiencias, lecciones de vida y momentos
aleccionadores, que te harán experimentar nuevamente el gozo de sentirte útil.
Si eres mayor, acepta con serenidad tus limitaciones, y descubre nuevas habilidades que tal vez antes no habías
podido desarrollar por falta de tiempo. No te sientas excluida del quehacer de la vida; cambia al ritmo de tu
caminar y, mientras lo haces, revive y disfruta la cosecha que ha generado tu siembra. Con la cabeza en alto y a
paso lento, muestra a los demás que sabes hacia dónde vas; pronto llegarás a tu destino sin amargura ni dolor.
El andar lento te concede un privilegio que los jóvenes no tienen: puedes contemplar, saborear y disfrutar.
Habla con los niños y los jóvenes, convive con los animales, planta un jardín y riega el corazón de los abatidos
con palabras de esperanza y ánimo. Solo tú puedes hacerlo, porque ya conoces el camino.
Ser anciana no significa ser vieja. Sé coherente con tu existencia y aprovecha los recursos que posees. Dios
nunca te quitará la capacidad creadora ni el gozo de vivir cada momento. Saca de tu interior nuevas fuerzas para
que el edificio de tu personalidad no caiga en ruinas. La oración constante te hará caminar con Jesús y tu pie
traspasará seguro las puertas del hogar celestial; allí los años no contarán y disfrutaremos todos de una juventud
eterna.

BIENVENIDA

Sé para mí una roca de refugio, en donde siempre pueda resguardarme. Sólo tú puedes decretar mi salvación,
porque tú eres mi roca y mi fortaleza (Sal 71:3).

Honra a tu padre y a tu madre, como el SEÑOR tu Dios te ha mandado, para que tus días sean prolongados y te
vaya bien en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. Deuteronomio 5:16.

Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes;
los sostendré y los libraré. Isaías 46: 4

La cabeza canosa es corona de gloria, y se encuentra en el camino de la justicia. Proverbios 16:31


Observa, oh hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la ley de tu madre. Proverbios 6:20
Mi Señor y Dios, tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador! Tú eres mi fuerza y mi escudo, mi poderosa
salvación, mi alto refugio. ¡En ti confío! (Sal 18:2).
DESARROLLO DEL PROGRAMA

¿Cuál es tu reacción ante un joven que te pide consejo sobre temas de sexualidad?
¿Qué consejo puedes darles a los hnos. que están aquí para su crecimiento espiritual y personal?
De manera breve comenten su conversión a la iglesia adventista
Crees que has sido discriminado por tu edad o por el contrario te han utilizado en base a tu conocimiento.

REPASO DE LA LECCIÓN

Escuela sabática like

RECONOCIMIENTO

Se dicen las cualidades y se le da el detalle

CONCLUSIÓN
Nuestro breve viaje por el mundo de la tercera y de la cuarta edad ha puesto de relieve muchos problemas que
les conciernen y requieren acciones precisas por parte de la comunidad civil, así como una especial atención
pastoral por parte de la comunidad eclesial. Sin embargo, se ha descubierto la riqueza en humanidad y
«sabiduría» de las personas ancianas, que tanto tienen qué ofrecer todavía a la Iglesia y a la sociedad.
Caminar con los ancianos, tenerlos en cuenta, es un deber de todos. Ha llegado el tiempo de comenzar a actuar
con miras a un efectivo cambio de mentalidad respecto a ellos y de darles el lugar que les pertenece en la
comunidad humana.
La sociedad, y las instituciones destinadas a esa tarea, están llamadas a abrir a los ancianos espacios adecuados
de formación y de participación, y a garantizar formas de asistencia social y sanitaria adecuadas a las distintas
exigencias y que respondan a la necesidad de la persona humana de vivir con dignidad, en la justicia y en la
libertad.
La comunidad eclesial debe hacer lo posible por ayudar al anciano a vivir su vejez a la luz de la fe y a
redescubrir por sí mismo el valor de los recursos que todavía está en condiciones de poner al servicio a los
demás y que tiene la responsabilidad de ofrecer a los demás. El anciano debe ser siempre más consciente de que
tiene aún un futuro por construir, porque todavía no se ha agotado su tarea misionera de dar testimonio a los
pequeños, a los jóvenes, a los adultos, y a sus mismos coétáneos, de que fuera de Cristo no hay sentido, ni
alegría, tanto en la vida personal como en la vida con los demás.
«La mies es mucha» (Mt 9, 37). Estas palabras del Señor se aplican muy bien al campo de la pastoral de la
tercera y de la cuarta edad, un campo que, por su misma amplitud, requiere la obra y el esfuerzo generoso y
apasionado de muchos apóstoles, de muchos agentes de pastoral, de testigos que sepan convencer acerca de la
plenitud que puede caracterizar esta etapa de la vida, siempre que esté fundada en la «roca» que es Cristo (cf.
Mt 7, 24-27).
El camino con los ancianos, si está acompañado de una pastoral atenta a las distintas necesidades y carismas,
abierta a la participación de todos y dirigida hacia la valorización de las capacidades de cada cual, representará
una riqueza para toda la Iglesia. Es deseable, por tanto, que lo emprendamos en gran número, con valor,
captando su significado profundo de camino de conversión del corazón y de don entre generaciones.

Cantemos el himno

También podría gustarte