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En pandemia e hiperinflación,
trabajadores abandonan oficinas
estatales en Venezuela por bajos
salarios
By Mayela Armas, Corina Pons
8 MIN READ
State school physical education teacher Victor Carrillo buys supplies at a shop in
Caracas, Venezuela November 19, 2020. Picture taken November 19,
2020.REUTERS/Manaure Quintero
APATÍA
Detrás del desgano general en las filas del gobierno está la decisión
de pagar en bolívares y por debajo del ritmo de la hiperinflación.
Los trabajadores estatales dicen que la apatía se volvió
particularmente aguda este año cuando muchos más comercios
cobran dólares, bajo una crisis que agudizó la pandemia del
coronavirus.
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“No fui a votar para acelerar los procesos y que venga un nuevo
gobierno”, dijo Muñoz, descontento con un salario equivalente a
unos 10 dólares por mes. “Cuando eso pase, los trabajadores
tendremos beneficios y no necesitaremos de ninguna cajita CLAP
(de alimentos) para sobrevivir”, dijo.
En hiperinflación y durante la pandemia, los 2,8 millones de
empleados públicos que quedan en nómina reciben un promedio de
13 dólares, la mitad de lo que pagan en el sector privado, según un
estudio de la firma local Anova. Esta consultora así como otras dos
más calculan que por los bajos sueldos al menos 500.000
funcionarios han dimitido en el último año.
Anova estima que al menos una cuarta parte de los 2,8 millones de
los obreros, técnicos o profesionales que laboran para el Estado
reciben salario mínimo, que por meses se ha mantenido en un dólar
a la tasa oficial. Poco importa que la inflación anual alcanzó 4.087%
en noviembre, según datos del Congreso, bajo control opositor.
AUSENTISMO
En las nóminas del Estado, los mejores sueldos los reciben los
militares, que ganan unos 17 dólares mensuales en promedio, dijo
una fuente cercana al sector militar. Ninfa Barón tiene la
remuneración más alta en la tabla de salarios de una universidad
pública y recibe unos 10 dólares al mes a tasa oficial, pero subsiste
con un trabajo vía remota para una empresa en Paraguay.
Otros huyen del país o improvisan como María Boyer. Ella dejó su
empleo en la estatal de correos y subsiste de cocinar dulces hechos
con coco por los que cobra un dólar y llevarlos a clientes en
transporte público. “Cuando un día estaba almorzando en la oficina
pasta sola, sin queso, renuncié”, dijo Boyer en medio de una de las
entregas. “Así no podía vivir”.
Información de Mayela Armas y Corina Pons, con información adicional de Maria de los
Angeles Ramírez, editado en español por Gabriela Donoso
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