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La misiva fue muy criticada por otro sector opositor, que envió una carta en la que
se exige que las sanciones se refuercen para evitar que se perpetúe la "tiranía", ya
que no consideran que la crisis sea producto de estas medidas, sino de "los robos"
de fondos destinados a mejorar los servicios.
El economista Víctor Álvarez explicó a Efe que las sanciones aplicadas desde
2017 han hecho "un tremendo daño a la economía y a la sociedad" por sus
efectos no solo a las empresas públicas, sino también a las compañías privadas y
organizaciones humanitarias.
"A las empresas privadas les han cerrado cuentas en EE.UU., en los bancos y en
el sistema financiero de los EE.UU., han perdido líneas de crédito. Los
proveedores, que les vendían materias primas, insumos, repuestos, maquinarias
(y) equipos, sencillamente no quieren tener negocios con Venezuela", detalló
Álvarez.
Señaló que la "crisis de los servicios" se ha agravado debido a que las empresas
públicas de electricidad, agua, gas y de telecomunicaciones también perdieron a
sus proveedores.
Zambrano dijo a Efe que Venezuela ha visto mejorar, en los últimos tres años, el
nivel de su actividad económica, produciendo "unos niveles mayores de
bienestar", pese a las medidas coercitivas.
Indicó que los ingresos per cápita en dólares desde 2020 se "han recuperado más
del 100 %" y que, a partir de 2017, han crecido "los niveles de importación de
medicinas y alimentos por la recuperación del sector privado".
PÉRDIDAS
Sin embargo, para Zambrano, "el sector público tiene objetivos distintos a resolver
los nudos de la crisis humanitaria", lo que se evidenció, en su opinión, en la "venta
del 49 % de la refinería de República Dominicana (Refidomsa), dinero que no
necesariamente fue a satisfacer necesidades humanitarias".