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Fisiopatología general

UD3. Reconocimiento de los tras-


tornos del sistema inmunitario
(parte I)
Nuestro organismo tiene un sistema especial de células para combatir los diferentes
microorganismos infecciosos y sustancias tóxicas. Estas células trabajan en conjunto de dos
formas para evitar la enfermedad:
• Destruyendo las bacterias o virus invasores mediante fagocitosis.
• Formando anticuerpos y linfocitos sensibilizados, que, por separado o juntos, pueden
destruir o inactivar al invasor.

La función del sistema inmunitario es proteger al huésped contra la invasión por orga-
nismos extraños al distinguir lo propio de lo extraño. Dicho sistema es necesario para la su-
pervivencia. Un sistema inmunitario que funciona bien no sólo protege al organismo contra
factores externos como microorganismos o toxinas, sino que también evita y repele ataques
por factores endógenos como tumores o fenómenos autoinmunitarios. Una respuesta inmuni-
taria normal depende de la coordinación cuidadosa de una red compleja de factores biológi-
cos, células especializadas, tejido y órganos necesarios para el reconocimiento de agentes
patógenos y la eliminación subsiguiente de antígenos extraños.
La disfunción o deficiencia de componentes del sistema inmunitario conduce a diver-
sas enfermedades clínicas de expresión y gravedad variables, que varían desde enfermedad
atópica hasta artritis reumatoide, inmunodeficiencia combinada grave y cáncer.

1. La defensa del organismo

El organismo dispone de distintos mecanismos para protegerse de las enfermedades.


Existen mecanismos locales de protección de determinados procesos (por ejemplo, para evi-
tar que los jugos gástricos digieran la pared del estómago), pero hay una serie de mecanis-
mos globales, que actúan en todo el organismo y constituyen el sistema inmunitario. El siste-
ma inmunitario es el conjunto de mecanismos que protegen al organismo de agentes exter-
nos o de células propias infectadas o alteradas.
Desde que nacemos nuestro organismo vive en un entorno atestado de agentes po-
tencialmente patógenos muy diferentes entre sí (por tamaño, forma, composición o potencial
patogénico) tanto externos como internos. Debido a esa presencia constante de elementos
agresivos nuestro cuerpo ha desarrollado un conjunto de mecanismos de defensa frente a
estos elementos, denominados, genéricamente, sistema inmunológico.
Este sistema defensivo, en su función de mantener a raya a los agentes patógenos, a
veces también puede reaccionar contra el propio organismo, provocando un grupo de enfer-
medades complejas que se conocen como trastornos autoinmunes.

El sistema inmunitario de un organismo hace frente a las agresiones, externas o inter-


nas, capaces de provocar algún daño. El sistema inmune debe, por lo tanto, en primer lugar,
poder distinguir entre lo propio y lo extraño. Definiremos antígeno como aquella sustancia ca-
paz de inducir una respuesta inmunitaria; es decir, aquella sustancia que es identificada
como “extraña” por el sistema inmune desencadenando en él una respuesta de neutraliza-
ción.

Objetivos”diana” del sistema inmune:


• Agentes extrínsecos biológicos: bacterias, virus, hongos.

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• Agentes extrínsecos no biológicos: sustancias químicas.
• Agentes intrínsecos anormales: células o tejidos tumorales.
• Agentes intrínsecos normales: en ocasiones el sistema inmune se equivoca e identifi-
ca como agente potencialmente dañino a células o tejidos propios, normales, del orga-
nismo.

El sistema inmunitario está formado por:

• Mecanismos de protección inespecífica: constituyen la inmunidad inespecífica, innata


o natural y responden de igual forma ante cualquier agente.
• Mecanismos de protección específica: constituyen la inmunidad específica o adquirida
y responden ante agentes concretos.

Los recién nacidos tienen el sistema inmunitario aún inmaduro. Hasta los cuatro o cin-
co meses, el bebé está protegido por sus mecanismos inespecíficos, que aún no están com-
pletamente operativos, y por los anticuerpos que ha recibido de su madre, transmitidos a tra-
vés de la placenta, la leche y el calostro. A partir de los ocho meses comenzará a sintetizar
sus propios anticuerpos. Los niveles de inmunidad adquirida, específica para agentes con-
cretos, irán aumentando con el tiempo, a medida que el bebé vaya entrando en contacto con
distintos agentes. La vacunación proporcionará inmunidad específica contra agentes habitua-
les o especialmente peligrosos.

En la aplicación de los distintos mecanismos, intervienen distintos órganos y tejidos sin


continuidad anatómica entre ellos. Algunos son específicos de la función inmunitaria, mien-
tras que otros intervienen además en otros procesos fisiológicos. El sistema circulatorio tiene
un peso esencial en los mecanismos inmunitarios, ya que proporciona células con funciones
tanto en la inmunidad inespecífica como en la específica, y facilita el transporte de células y
sustancias que toman parte en la defensa hasta las zonas en que deben actuar.

1.1 La inmunidad inespecífica, innata o natural

El organismo dispone de mecanismos de protección inespecíficos frente a sustancias


extrañas que podrían alterar su funcionamiento y provocar enfermedades. Estos mecanismos
se activan mediante cualquier microorganismo o partícula extraña.
Mecanismos inespecíficos de protección:
• Barreras físicas y químicas.
• Células sanguíneas.
• Proteínas.

1.1.1 Barreras físicas y químicas

La piel.
La piel está recubierta externamente por una capa de queratina, que la hace imper-
meable. Además, su superficie, con un pH de 5,5 y una alta salinidad, es un ambiente hostil

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para los microorganismos. Como una barrera, la piel evita la desecación y la enfermedad al
mantener la humedad dentro y los agentes patógenos fuera.

Las aberturas naturales.


Están protegidas por mucosas que impiden la entrada de los microorganismos me-
diante la secreción de lisozima, enzima que destruye la pared celular de muchas bacterias.

La piel y las membranas mucosas forman una barrera mecánica continua de células
estrechamente agrupadas, que actúa como primera línea de defensa si no está dañada por
quemaduras u otro tipo de lesiones. Es impermeable a la gran mayoría de patógenos y pre-
senta otros mecanismos adicionales muy efectivos para impedir la supervivencia de los mis-
mos, como la descamación, el pH ácido que generan los ácidos grasos del sudor, secrecio-
nes sebáceas, el ácido láctico, o la competencia generada por los microorganismos comen-
sales propios.

Los revestimientos interiores


Los conductos que están conectados con el exterior disponen de mecanismos especí-
ficos de protección.
• Las vías respiratorias: están recubiertas de mucosidades que atrapan los agentes pa-
tógenos; los cilios del epitelio de revestimiento barren este mucus hacia la cavidad di-
gestiva.
• El tracto digestivo: queda protegido en el estómago, donde la altímisa acidez (pH=2) y
la presencia de bacterias simbióticas, que secretan sustancias antibióticas, provocan
la destrucción de la mayoría de los microorganismos.
• El tracto genitourinario: está protegido principalmente por la orina, que con un pH áci-
do actúa barriendo los microorganismos cuando estos son eliminados. Además, el lí-
quido prostático y el pH ácido de la vagina protegen de la invasión de microorganis-
mos patógenos.

1.1.2 Células sanguíneas

En esta categoría incluimos:


• El sistema fagocítico • Las células NK
• Los mastocitos • Los eosinófilos
El sistema fagocítico
Los gérmenes que logran penetrar las barreras físicas y químicas encontrarán otro
mecanismo de protección inespecífica, células con capacidad fagocítica o fagocitos. El con-
junto de las células con función fagocítica formado a partir de los neutrófilos y los monocitos
sanguíneos se denomina sistema fagocítico. Formado por:
a) Neutrófilos
b) Macrófagos

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a) Neutrófilos
Tipo de leucocitos, granulocitos, constituyen el grupo de fagocitos más abundantes y
de mayor actividad fagocitaria. Ante la presencia de un agente extraño, los neutrófilos atra-
viesan la pared de los capilares sanguíneos para llegar hasta él. Este proceso está condicio-
nado por la liberación de histamina (liberada por mastocitos) y TNF-alfa (liberada por macró-
fagos). Una vez en los tejidos, los neutrófilos eliminan el microorganismo o la partícula por fa-
gocitosis. Los neutrófiolos seguidamente mueren, por lo que en la zona quedan restos del
agente y neutrófilos muertos, que conforman el pus.

b) Los macrófagos
Los monocitos de la sangre, igual que los neutrófilos, abandonan los vasos sanguí-
neos para actuar como células fagocíticas. La denominación común cuando están fuera de la
sangre es macrófago, aunque se usan denominaciones específicas en algunos tejidos, como
osteoclasto en el hueso. La función principal de los macrófagos es fagocitar microorganismos
o partículas extrañas que se introducen en el organismo, así como las sustancias de desecho
de los tejidos. Pero también realizan otras funciones relacionadas con la protección:
• Participan en la respuesta inflamatoria
• Participan en la respuesta inmunitaria específica
• Participan en el mantenimiento de la hemostasia, produciendo una serie de sustancias
que ayudan a la coagulación.

Los neutrófilos son células maduras que pueden atacar y destruir bacterias incluso en
la sangre circulante. Por el contrario, los macrófagos tisulares comienzan su vida como mo-
nocitos sanguíneos, que son células inmaduras mientras están en la sangre y tienen poca
capacidad de luchar contra los microorganismos infecciosos en ese momento. Pero una vez
que entran en los tejidos, comienzan a aumentar de tamaño (en ocasiones hasta 5 veces)
hasta los 60-80 μm, un tamaño que casi puede verse a simple vista. Estas células se llaman
ahora macrófagos y son muy capaces de combatir los microorganismos que están en los teji-
dos.
Los neutrófilos y los monocitos pueden escurrirse a través de los poros de los capila-
res sanguíneos por diapédesis. Es decir, aunque el poro sea mucho menor que la célula, una
pequeña porción de esta se desliza a través del poro; esta porción se constriñe momentá-
neamente al tamaño del poro. Los neutrófilos y los macrófagos pueden moverse a través de
los tejidos por movimiento ameboide. Algunas células se mueven a velocidades de hasta 40
μm/min, una distancia tan grande como su longitud cada minuto. Los leucocitos son atraídos
a las zonas de tejido inflamado mediante quimiotaxia. Muchas sustancias químicas diferentes
en los tejidos hacen que los neutrófilos y los macrófagos se muevan hacia la fuente de las
sustancias químicas (quimiotaxia). Cuando un tejido se inflama, se forman al menos una do-
cena de productos diferentes que pueden producir quimiotaxia hacia la zona inflamada. Entre
ellas están:
• Algunas toxinas bacterianas o víricas.
• Productos degenerativos de los tejidos inflamados.
• Varios productos de reacción del «complejo del complemento» activados en los tejidos
inflamados.

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• Varios productos de reacción causados por la coagulación del plasma en la zona infla-
mada, así como otras sustancias.

La quimiotaxia depende de un gradiente de concentración de la sustancia quimiotácti-


ca. La concentración es mayor cerca de la fuente, que dirige el movimiento unidireccional de
los leucocitos. La quimiotaxia es eficaz hasta a 100 μm del tejido inflamado. Luego,como casi
ningún tejido está a más de 50 μm de un capilar, la señal quimiotáctica puede mover con faci-
lidad hordas de leucocitos desde los capilares a la zona inflamada.

La función más importante de los neutrófilos y de los macrófagos es la fagocitosis, que


significa ingestión celular de agente ofensivo. Los fagocitos deben seleccionar el material que
fagocitan; de otro modo podrían ingerir células y estructuras normales del cuerpo. El que ten-
ga lugar la fagocitosis depende en especial de tres intervenciones selectivas:

1. En primer lugar, la mayoría de las estructuras naturales en los tejidos tiene superficies
lisas que se resisten a la fagocitosis. Sin embargo, si la superficie es rugosa, aumenta
la probabilidad de fagocitosis.

2. En segundo lugar, la mayoría de las sustancias naturales del cuerpo tiene cubiertas
proteicas protectoras que repelen a los fagocitos. En cambio, la mayoría de los tejidos
muertos y partículas extrañas no tiene cubiertas protectoras, lo que las hace suscepti-
bles a la fagocitosis.

3. En tercer lugar, el sistema inmunitario del cuerpo produce anticuerpos frente a los mi-
croorganismos infecciosos como las bacterias. Los anticuerpos se adhieren entonces
a las membranas bacterianas y por tanto hacen a las bacterias especialmente suscep-
tibles a la fagocitosis.

Los neutrófilos que entran en los tejidos son ya células maduras que pueden comen-
zar inmediatamente la fagocitosis. Al acercarse a una partícula que va a fagocitar, el neutrófi-
lo se une en primer lugar a la partícula y después proyecta seudópodos en todas las direccio-
nes alrededor de la partícula. Los seudópodos se encuentran entre sí en el lado opuesto y se
fusionan. Esta acción crea una cámara cerrada que contiene la partícula fagocitada.
Después la cámara se invagina hacia el interior de la cavidad citoplásmica y se separa
de la membrana celular externa para formar una vesícula fagocítica (también conocida como
fagosoma), que flota libremente dentro del citoplasma. Un solo neutrófilo puede fagocitar ha-
bitualmente de 3 a 20 bacterias antes de que el neutrófilo se inactive y muera.
Los macrófagos son el producto final de los monocitos que entran en los tejidos desde
la sangre. Cuando los activa el sistema inmunitario, son capaces de fagocitar hasta 100
bacterias. También pueden engullir partículas mucho más grandes, incluso eritrocitos com-
pletos o, en ocasiones, parásitos completos del paludismo, mientras que los neutrófilos no
son capaces de fagocitar partículas mucho mayores que las bacterias. Además, tras la diges-
tión de las partículas, los macrófagos pueden extruir los productos residuales y a menudo so-
breviven y funcionan durante muchos meses.
Una vez que se ha fagocitado una partícula extraña, los lisosomas y otros gránulos ci-
toplasmáticos del neutrófilo y del macrófago entran de inmediato en contacto con la vesícula

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fagocítica, y sus membranas se fusionan, con lo que se vierten muchas enzimas digestivas y
sustancias bactericidas en la vesícula. De este modo, la vesícula fagocítica se convierte en
una vesícula digestiva, y comienza de inmediato la digestión de la partícula fagocitada. Los
neutrófilos y los macrófagos contienen una abundancia de lisosomas llenos de enzimas pro-
teolíticas, especialmente equipadas para digerir bacterias y otras proteínas extrañas. Los li-
sosomas de los macrófagos (pero no de los neutrófilos) también contienen grandes cantida-
des de lipasas, que digieren las membranas lipídicas gruesas que tienen algunas bacterias,
como el bacilo de la tuberculosis
Además de la digestión de las bacterias ingeridas en los fagosomas, los neutrófilos y
los macrófagos contienen sustancias bactericidas que matan a la mayoría de las bacterias in-
cluso cuando las enzimas lisosómicas no las digieren. Esta característica es especialmente
importante porque algunas bacterias tienen cubiertas protectoras u otros factores que evitan
su destrucción por las enzimas digestivas. Gran parte del efecto microbicida se debe a varias
sustancias oxidantes poderosas formadas por enzimas presentes en la membrana del fago-
soma o por un orgánulo especial llamado peroxisoma. Entre estas sustancias oxidantes es-
tán grandes cantidades de superóxido (O2 –), peróxido de hidrógeno (H2O2) e iones hidroxi-
lo (OH–), que son mortales para la mayoría de las bacterias, incluso en pequeñas cantida-
des. Además, una de las enzimas lisosómicos, la mieloperoxidasa, cataliza la reacción entre
el H2O2 y los iones cloro para formar hipoclorito, que es muy bactericida.
Sin embargo, algunas bacterias tienen cubiertas que son resistentes a la digestión li-
sosómica y también secretan sustancias que resisten parcialmente los efectos microbicidas
de los neutrófilos y los macrófagos. Estas bacterias son responsables de muchas enfermeda-
des crónicas.
Cuando los neutrófilos y los macrófagos engullen un gran número de bacterias y tejido
necrótico, prácticamente todos los neutrófilos y muchos, si no la mayoría, de los macrófagos
mueren. Después de varios días, se excava a menudo una cavidad en los tejidos inflamados.
Esta cavidad contiene porciones variables de tejido necrótico, neutrófilos muertos, macrófa-
gos muertos y líquido tisular. Esta mezcla se llama habitualmente pus. Cuando la infección se
ha suprimido, las células muertas y el tejido necrótico del pus se autolisan gradualmente a lo
largo de un período de días, y los productos finales son finalmente absorbidos por los tejidos
vecinos y por la linfa hasta que la mayoría de los signos de lesión tisular desaparecen.

Los mastocitos
Los mastocitos se forman en la médula ósea a partir de la misma célula progenitora
que los basófilos. Los basófilos completan su maduración en la médula, mientras que los
mastocitos circulan en su forma inmadura hasta el tejido conjuntivo. Se encuentran práctica-
mente en todo el organismo, especialmente por debajo de las superficies epiteliales y de las
cavidades serosas, y alrededor de los vasos sanguíneos. Los mastocitos contienen gránulos
ricos en histamina y heparina. La heparina inhibe la coagulación sanguínea y la histamina di-
lata los vasos para aumentar el flujo de sangre.
Ante un agente extraño, liberan estas sustancias, que atraen a otras células del siste-
ma inmunitario, como los neutrófiolos, y potencian la respuesta inflamatoria del organismo.

Las células NK
Son un tipo de linfocitos. Son componentes importantes en la defensa inmunitaria no
específica frente a células infectadas o que puedan ser cancerígenas. Al contrario que los

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neutrófilos y los macrófagos, no son células fagocíticas. Destruyen las células atacando su
membrana plasmática, lo que ocasiona una difusión de iones y agua hacia el interior de la
célula, un aumento del volumen interno y, finalmente la lisis celular.
La vigilancia inmunitaria es un fenómeno en que los linfocitos citolíticos naturales (NK)
patrullan de manera continua el cuerpo en busca de patógenos o células anfitrionas enfer-
mas. Atacan y destruyen células de órganos y tejidos trasplantados, células infectadas con
virus o células cancerosas. Después del reconocimiento de una célula enemiga, el linfocito
NK se fija a ella y libera proteínas llamadas perforinas, que se polimerizan en un anillo y
crean un agujero en su membrana plasmática. Éste es el “beso de la muerte”, porque el agu-
jero permite un rápido flujo de agua y sales. Por sí solo, esto puede matar a la célula de des-
tino, pero el linfocito NK también secreta un grupo de enzimas que degradan proteínas cono-
cidas como granzimas. Éstas entran en el poro hecho por las perforinas, destruyen las enzi-
mas de la célula de destino e inducen la apoptosis (muerte celular programada).

Los eosinófilos
Los eosinófilos también pueden salir de los vasos sanguíneos para participar en la res-
puesta inmune. Tienen función fagocítica, aunque sus principales funciones son:
• Destruir microorganismos no fagocitables, gracias a la acción citotóxica de las proteí-
nas que contienen sus gránulos.
• Participar en la regulación de la respuesta inmunitaria, gracias a unas proteínas regu-
ladoras que libera. Estas proteínas forman parte del grupo de las citocinas, que vere-
mos más adelante.
• Participar en la reparación y remodelación de tejidos.

La presencia elevada de eosinófilos se relaciona normalmente con infecciones parasi-


tarias y con reacciones alérgicas. Aunque la mayoría de los parásitos son demasiado gran-
des para ser fagocitados por los eosinófilos o cualquier otra célula fagocítica, los eosinófilos
atacan a los parásitos por medio de moléculas de superficie especiales y liberan sustancias
que matan a muchos parásitos. Por ejemplo, una de las infecciones más generalizadas es la
esquistosomiasis, una infección parasitaria que se encuentra en hasta un tercio de la pobla-
ción en algunos países en desarrollo en Asia, África y Sudamérica; el parásito puede invadir
cualquier parte del cuerpo. Los eosinófilos se unen a las formas juveniles del parásito y ma-
tan a muchos de ellos. Lo hacen de diversas formas:
• Liberando enzimas hidrolíticas presentes en sus gránulos, que son lisosomas modifi-
cados.
• Liberando también formas muy reactivas del oxígeno que son especialmente mortales
para los parásitos.
• Liberando de los gránulos un polipéptido muy larvicida llamado proteína principal bási-
ca.

Los eosinófilos también tienden a acumularse en los tejidos en que se producen reac-
ciones alérgicas, como los tejidos peribronquiales de los pulmones en las personas con asma
y en la piel después de las reacciones alérgicas cutáneas. Esta acción se debe, al menos en
parte, al hecho de que muchos mastocitos y basófilos participan en las reacciones alérgicas

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1.1.3 Proteínas

Dos tipos de proteínas intervienen directamente en la respuesta inespecífica:


• El sistema del complemento
• El interferón

El sistema del complemento


Este sistema consta de unas 30 proteínas plasmáticas, implicadas en distintas casca-
das bioquímicas, y de receptores de membrana celular que son mediadores importantes de
las defensas del huésped y la inflamación. Estas proteínas constituyen un 15% de la fracción
de inmunoglobulinas del suero.
La activación y fijación del complemento a microorganismos constituye un importante
mecanismo efector del sistema inmune, ya que facilita la eliminación del agente extraño y ge-
nera una respuesta inflamatoria. Se bautizó con ese nombre porque “completa" la acción de
los anticuerpos y es el medio principal para la destrucción de patógenos en la inmunidad me-
diada por anticuerpos. Sin embargo, el sistema de complementos también se ha considerado
importante en la defensa inespecífica.
Las proteínas complementarias se sintetizan sobre todo en el hígado. Circulan en la
sangre en forma inactiva y se activan en presencia de patógenos. A las proteínas inactivas se
les denomina con la letra C y un número, como C3. La activación las divide en fragmentos,
que se identifican con minúsculas adicionales (p. ej., C3a y C3b).

Una vez activado, el complemento incrementa las defensas microbianas, facilita la fa-
gocitosis mediante proteínas denominadas opsoninas, las cuales cubren a los microorganis-
mos invasores, lo que los hace susceptibles a fagocitosis, y a destrucción por neutrófilos y
macrófagos.
El complejo de ataque de membrana derivado del complemento se inserta en la mem-
brana de un microorganismo blanco (diana), lo que lleva a aumento de permeabilidad y lisis
subsiguiente de la célula. El complemento forma un agujero en la célula de destino de hasta
10 nm de ancho. La célula ya no puede mantener la homeostasis; los electrólitos se fugan, el
agua entra con rapidez y la célula se rompe.
El complemento también actúa de modo indirecto por medio de producción de sustan-
cias quimiotácticas para leucocitos y mediante promoción de respuesta inflamatoria.
Los trastornos del complemento hereditarios muestra vínculos con incremento del ries-
go de infección bacteriana.

Interferón
En el caso de que el agente patógeno sea un virus, existe un mecanismo específico
diferenciado: el interferón (IFN). Cuando es infectada por un virus, una célula sintetiza, junto
con algunos leucocitos, unas pequeñas proteínas del grupo de las citosinas, conocidas como
interferón.
El interferón se une a receptores específicos de membrana de células no infectadas, y
las induce a sintetizar enzimas antivíricos que inhiben la síntesis de proteínas víricas. La pre-
sencia del interferón también provoca que los leucocitos proporcionen una respuesta inmuni-
taria específica.
El interferón:

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• Solo es activo en infecciones víricas
• No actúa directamente contra los virus, sino que estimula la secreción de enzimas an-
tivíricos.
• No es específico para el virus que ha causado su síntesis.
• Tienen poco beneficio para la célula que los secreta, pero son como sus “últimas pala-
bras” lo que alerta a las células vecinas y las protege de la infección
• Los interferones también activan linfocitos citolíticos naturales (NK) y macrófagos, que
destruyen células infectadas antes de que liberen una nube de virus recién duplicados.
Los interferones también confieren resistencia al cáncer, porque los linfocitos NK acti-
vados destruyen a las células malignas.

1.2 La respuesta inflamatoria

Los distintos mecanismos de inmunidad inespecífica actúan de forma conjunta produ-


ciendo una respuesta inflamatoria a nivel del organismo. La respuesta inflamatoria es el me-
canismo inespecífico que se activa ante la presencia del cualquier agente extraño en el orga-
nismo. El agente puede ser un microorganismo, pero también una toxina, un traumatismo, un
agente químico o cualquier otro elemento que el organismo identifique como extraño y poten-
cialmente peligroso.
En la inflamación intervienen los vasos sanguíneos, los leucocitos y proteínas plasmá-
ticas llamadas mediadores de la inflamación.
La inflamación aguda se inicia de forma rápida (minutos) dura poco (días) se produce
edema (salida de líquido y proteínas de los vasos hacia el tejido) y migración de neutrófilos.
Si no se consigue eliminar el daño, evoluciona a inflamación crónica, que también puede
aparecer independientemente. La inflamación crónica se asocia a mayor duración, presencia
de linfocitos y macrófagos, proliferación vascular, fibrosis y destrucción tisular.

La inflamación y el proceso de reparación tisular ocurren al mismo tiempo, la inflama-


ción termina cuando desaparece el agente responsable del daño y la reparación continúa
hasta sustituir el tejido dañado mediante regeneración celular y cicatrización (fibrosis). Las
manifestaciones clínicas de la inflamación son:
• Rubor: enrojecimiento de la piel.
• Calor: aumento de la temperatura corporal.
• Tumor: cualquier alteración de los tejidos que produzca un aumento del volumen (ede-
ma).
• Dolor, por activación de receptores nociceptivos.

La inflamación se nombra con el sufijo -itis: faringitis, bronquitis, etc.

La aplicación de calor o de frío es un recurso terapéutico de la fisioterapia, y una prác-


tica doméstica habitual. Debemos recordar que en las infecciones se trata de aumentar la
respuesta inflamatoria, lo cual se consigue aplicando calor. En cambio, en los traumatismos y

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en las inflamaciones crónicas se trata de parar esa respuesta, y para ayudar a conseguirlo se
aplica frío. La inflamación puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero es más común y
observable en la piel, la cual está sujeta a más traumatismos que cualquier otro órgano.

1.2.1 La inflamación aguda

Puede estar causada por:


• Infecciones: es lo más frecuente. Los microorganismos son reconocidos por los leuco-
citos que activan la respuesta inflamatoria.
• Necrosis tisular: las células necróticas liberan moléculas que inducen la inflamación.
• De origen inmunitario: como la hipersensibilidad o enfermedades autoinmunes.

En la inflamación aguda tienen lugar modificaciones en los vasos sanguíneos y en los


leucocitos, estas modificaciones están producidas por unas moléculas llamadas mediadores
químicos de la inflamación.

Mediadores químicos en la inflamación


Se han descubierto muchas moléculas que toman parte en el control de la inflamación
y todavía no se comprende bien su actuación coordinada.
Estas moléculas se clasifican en dos grandes grupos:
a) Las de origen celular.
b) Las de origen plasmático.

a) Mediadores de origen celular.


Los más conocidos:
• Histamina: secretada por los mastocitos, basófilos y plaquetas. Induce vasodilatación.
• Serotonina: secretada por las plaquetas. Induce vasodilatación.
• Derivados del ácido araquidónico (un lípido de membrana). Secretado por mastocitos
y plaquetas. Entre ellos destacan los leucotrienos, que aumentan la permeabilidad
vascular, y las prostagrandinas, con efecto vasodilatador.
• PAF (factor activador de plaquetas). Secretado por leucocitos y mastocitos. Induce
agregación plaquetaria, vasodilatación, y desplazamiento, adherencia y activación de
leucocitos.
• Óxido nítrico: secretado por células endoteliales. Con dos acciones, microbicida y de
inhibición del reclutamiento de los linfocitos.
• RLO (radicales libres de oxígeno). Secretados por leucocitos. Causan la destrucción
de microbios y la lesión tisular.
• Citocinas. Son proteínas producidas en células de muchos tipos (linfocitos y macrófa-
gos activados, células endoteliales y fibroblastos) que modulan las funciones de otros
tipos celulares. Intervienen en procesos inflamatorios tanto agudos como crónicos.

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b) Mediadores de origen plasmático
Estas proteínas tienen propiedades proteasas (rompen otras proteínas) y actúan en
cascada. Pertenecen a tres sistemas interrelacionados.
• Sistema del complemento: produce tres tipos de efectos: inflamación (reclutan y acti-
van leucocitos), fagocitosis (opsonizan bacterias) y lisis celular (abren los poros de la
membrana plasmática)
• Sistema de coagulación: una serie de proteínas que dan lugar a la formación de fibrina
a partir de fibrinógeno del plasma. La fibrina es insoluble y precipita formando una red
que da lugar al coágulo. Al mismo tiempo que sucede esto, se activa también la vía fi-
brinolítica para romper el coágulo.
• Sistema de las cininas: otra cascada que da lugar a la bradicinina, que aumenta la
permeabilidad vascular y provoca dolor.

Modificaciones morfológicas
Los tejidos sometidos a inflamación se reconocen por cambios morfológicos, que des-
aparecen al cabo de unos días. Los cambios se deben principalmente a las modificaciones
en los vasos sanguíneos y en los leucocitos.

a) Modificaciones en los vasos sanguíneos


Se producen cambios en el flujo, el calibre y la permeabilidad vascular, que provocan
la extravasación del plasma con proteínas y otras moléculas. Este líquido, que se denomina
exudado, se deposita en el intersticio de los tejidos o cavidades del organismo formando un
edema. Un edema puede formarse con exudado, pero también con trasudado. El exudado es
típico de la respuesta inflamatoria, y es más denso y más rico en proteínas y células que el
trasudado. El trasudado es un filtrado de plasma que no se debe a un proceso inflamatorio; la
causa más frecuente son algunas insuficiencias cardíacas, la cirrosis hepática o algunas pa-
tologías renales.
Las modificaciones de los vasos que hacen posible la extravasación de líquido son:
• El flujo y el calibre aumentan debido a la vasodilatación, y provocan el calor y el rubor
típicos de la inflamación.
• La permeabilidad aumenta debido a varios mecanismos que se mezclan: la contrac-
ción de las células epiteliales que hace que los espacios entre ellas sean mayores, las
lesiones del endotelio directas o mediadas por los linfocitos y el aumento de la transci-
tosis. La transcitosis es el transporte de cargas (macromoléculas, inmunoglobulinas,
vitaminas, iones, etcétera) incorporadas en vesículas entre dos zonas de la membrana
plasmática situadas en distintos lados de la célula

El aumento de la permeabilidad junto al incremento de flujo y calibre del vaso provo-


can la estasis o congestión vascular: el flujo capilar se hace más lento y los leucocitos se
pueden unir al endotelio.

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b) Modificaciones en los leucocitos
Los leucocitos actúan en los mecanismos inmunitarios. Pero para poder actuar prime-
ro deben llegar hasta el lugar de la infección y activarse para combatirla, lo cual efectúan me-
diante diversos procesos:
• Reclutamiento: es la salida de los leucocitos desde los vasos hasta el tejido conjuntivo
subyacente. Está mediado por la estasis vascular y por receptores presentes en el en-
dotelio vascular.
• Diapédesis o migración a través del endotelio. Los leucocitos pasan a través de los es-
pacios interendoteliales siguiendo un gradiente de quimiocinas y atraviesan la mem-
brana basal.
• Quimiotaxis. Es el movimiento de las células siguiendo un gradiente de sustancias quí-
micas. En este caso, los leucocitos siguen el gradiente de proteínas y lípidos bacteria-
nos, y de mediadores de la inflamación.

Existe un patrón en el infiltrado inflamatorio:


• Primero acuden los neutrófilos (6-24h) que sobreviven poco tiempo y sufren apoptosis
(muerte celular programada) y son sustituidos por los monocitos.
• Los monocitos (24 a 48 horas) pasan a ser macrófagos y pueden vivir dentro de los te-
jidos en las inflamaciones crónicas.

Excepciones a este patrón son los infiltrados linfocitarios en inflamaciones víricas y de


eosinófilos en reacciones ante parásitos o de hipersensibilidad.

La activación de la respuesta
La activación comprende dos acciones sucesivas
a) Reconocimiento de los microorganismos y tejidos muertos. Se lleva a cabo por medio de
una serie de receptores.

b) Eliminación de los agentes lesivos. Los leucocitos se unen a los receptores que producen
una respuesta celular, que puede ser la fagocitos, la cual implica tres pasos:
1. Reconocimiento del agente y unión a él.
2. Formación de una vacuola fagocítica en la que encierra al agente, dando lugar a un fa-
gosoma
3. Los lisosomas del leucocito se fusionan con el fagosoma y las sustancias que contie-
nen destruyen al agente.

Otra respuesta posible de los leucocitos es la producción de mediadores, que pueden


ampliar la respuesta inflamatoria o poner en marcha los procesos de reparación.

En la respuesta inflamatoria, los leucocitos además de liberar el contenido de los grá-


nulos al fagosoma, lo hacen también a la matriz extracelular para poder eliminar sustancias
que no pueden ser fagocitadas. Cuando esta respuesta no está bien controlada puede pro-

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vocar daños colaterales al tejido sano, como ocurre en enfermedades autoinmunitarias o
alérgicas, o en infecciones difíciles de erradicar como la tuberculosis.

Manifestaciones clínicas
Los mediadores causan una serie de manifestaciones clínicas típicas de las inflama-
ciones en fase aguda:
a) Fiebre: está producida por el efecto de las prostaglandinas sobre neuronas del hipotálamo.
b) Variaciones en los parámetros sanguíneos:
• Proteínas de fase aguda: son un grupo de proteínas que se sintetizan principalmente
en el hígado y que varían su concentración plasmática al menos un 25% en respuesta
al estímulo de ciertas citocinas.
• VSG (velocidad de sedimentación globular): aumenta debido a la presencia de fibrinó-
geno unido a hematíes.
• Leucocitosis: aumento de los leucocitos en sangre, aunque algunas infecciones produ-
cen leucopenia. El aumento puede ser neutrofilia (en una infección bacteriana), linfoci-
tosis (en una infección vírica) o eosinófila (en una infección por parásitos).

c) Otras: aumento del pulso y de la presión arterial, reducción del sudor, escalofríos, somno-
lencia, etc.

La circulación linfática aumentará para evacuar el líquido extravascular, así como leu-
cocitos y restos celulares. Si hay una inflamación severa de origen microbiano, pueden inclu-
so transportar al microorganismo. Puede darse inflamación secundaria en los vasos linfáticos
denominándose linfangitis y también puede producirse en los ganglios llamándose en este
caso linfadenitis.

Evolución de la inflamación aguda


Puede evolucionar hacia:
• Una resolución completa, con la eliminación de restos celulares y microorganismos
por los macrófagos, y con el líquido del edema drenado por los vasos linfáticos.
• Cicatrización y sustitución por conjuntivo (fibrosis), que se produce cuando se resuelve
la infección pero el tejido no se puede regenerar.
• Evolución a una inflamación crónica

1.2.2 La inflamación crónica

La inflamación crónica tiene una duración de semanas o meses y junto a ella aparecen
lesiones tisulares e intentos de reparación. Las causas son:
• Infecciones persistentes: como la tuberculosis. La inflamación sigue un proceso típico
que se llama inflamación granulomatosa.
• Enfermedades inmunitarias: alergias y autoinmunidad.

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• Exposición prolongada a tóxicos, como a ateroesclerosis.

Las características morfológicas son:


• Infiltrados de macrófagos, linfocitos y células plasmáticas.
• Destrucción tisular debida al agente lesivo o a las células propias.
• Reparación con la sustitución por tejido conectivo, angiogénesis (formación de nuevos
vasos sanguíneos) y fibrosis.

Los distintos procesos no se producen de forma secuencial, sino que se solapan en el


tiempo.

La inflamación granulomatosa
Es un tipo de inflamación crónica en la que se forman granulomas para intentar aislar
al agente lesivo, que no se ha podido eliminar mediante la respuesta inflamatoria.
Los macrófagos se sitúan en la zona afectada y se convierten en células epiteliodes,
que la delimitan y aíslan. Las células epitelioides se van fusionando entre sí y dan lugar a cé-
lulas gigantes con 20 o más núcleos en la periferia celular. Con el tiempo, todo el conjunto
se rodea de una cápsula de conjuntivo.
Existen dos tipos de granulomas:
• Granulomas inmunitarios. Los macrófagos fagocitan microorganismos, procesan sus
proteínas (antígenos) y las presentan a los linfocitos T que activan a otros linfocitos,
secretan interferón gamma que transforma los macrófagos en células epitelioides. Es
típico de la tuberculosis, donde el granuloma se llama tubérculo y presenta una necro-
sis central.
• Granulomas de cuerpo extraño. Se forman alrededor de materiales exógenos como
suturas o talco.

1.2.3 La reparación del daño tisular

La reparación del daño tisular se superpone a los procesos de inflamación que hemos
explicado. Se lleva a cabo mediante una combinación de procesos de proliferación celular y
de fibrosis. Cuando se trata de una lesión traumática se produce una cicatrización.

a) Proliferación celular
Es la reparación mediante la formación de células. Según su capacidad de prolifera-
ción celular, los tejidos se dividen en:
• Tejidos lábiles: las células se dividen continuamente para sustituir a las que se destru-
yen. Derivan de células madre que pueden diferenciarse en varios tipos celulares. Es
el caso de las células de los tejidos epiteliales: piel, mucosa oral, vagina, útero, muco-
sa digestiva, glándulas, etc, y las del tejido hematopoyético.
• Tejidos quiescentes. Las células permanecen estables pero pueden dividirse en res-
puesta a estímulos. Es el caso de las células hepáticas, renales y pancreáticas, los fi-

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broblastos, las células endoteliales, las células musculares lisas, los condrocitos, los
osteocitos, etc.
• Tejidos permanentes. Sus células están en G0 y no sufren mitosis, son las neuronas y
las células musculares estriadas (las musculares esqueléticas pueden renovarse a
partir de las células satélites). La lesión cardíaca deriva en sustitución por tejido cica-
tricial y algunas neuronas implicadas en el aprendizaje conservan capacidad mitótica.

La medicina regenerativa estudia las células madre con la intención de crear


tejidos que puedan sustituir a los dañados.

b) Fibrosis
Es el desarrollo en exceso de tejido conectivo fibroso en un órgano o tejido como con-
secuencia de un proceso reparativo. La fibrosis se produce por un proceso inflamatorio cróni-
co, lo que desencadena un aumento en la producción y deposición de matriz extracelular. En
este mecanismo, el órgano o el tejido pierden parte de su funcionalidad, ya que el tejido nor-
mal se ve sustituido por tejido fibroso.

c) Cicatrización.
En las heridas cutáneas se produce un mecanismo denominado cicatrización. En este
caso también hay una reparación de los tejidos mediante el depósito de tejido conjuntivo,
pero no tiene las consecuencias funcionales que tiene la fibrosis, ya que se produce sobre la
piel o sobre las mucosas. Tras la muerte de células epiteliales y fibroblastos y la destrucción
de la membrana basal, tiene lugar el cierre de la herida. Primero se forma una costra, luego
queda una cicatriz.
En el proceso de cicatrización se dan los siguientes pasos:
1- Inflamación, que elimina el agente causal y los tejidos muertos.
2- Angiogenia, para formar los nuevos vasos sanguíneos.
3- Migración y proliferación de fibroblastos a la zona lesionada.
4- Formación de la cicatriz y remodelación del tejido conjuntivo.

La formación de un coágulo permite detener la hemorragia y sirve como base para que
las células migren. Las acciones de las distintas células son:
• Los neutrófilos limpian la zona.
• Los macrófagos llegan más tarde e inducen la reparación.
• Las células endoteliales forman nuevos vasos, que son muy permeables y permiten la
formación de infiltrados y edemas que desaparecen durante la segunda semana.
• Los fibroblastos proliferan y depositan colágeno para formar el tejido de granulación,
que rellena la zona a los 5-7 días. En aproximadamente un mes solo quedará la cica-
triz, formada por tejido conjuntivo acelular y recubierta de epidermis.
• Las células basales del epitelio proliferan. Primero regeneran la membrana basal de-
bajo de la costra dejada por el coágulo y después originan un nuevo epitelio.

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