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AMPARO DE SALUD

Sr. Juez:
RICARDO Claudia Verónica, DNI 31.477.170, por su propio derecho con el
patrocinio letrado de Nahuel Fernando Barrionuevo Miranda, abogado Tº 60 Fº 632 CFALP,
constituyendo domicilio procesal en la calle Alvear 457 casillero 678 de la ciudad Quilmes
y electrónico 20268174037, a V.S. digo:

I. OBJETO:
Que vengo en legal tiempo y forma a iniciar Acción de Amparo de Salud contra la la
Obra Social de los Empleados de Comercio y Actividades Civiles con domicilio real en la
calle Moreno 648 de la Ciudad autónoma de Bs. As. a fin de que se otorgue la medicación
completa, los sistemas de monitores de insulina prescriptos y estudios de control, toda vez
que se me ha negado tal derecho, poniendo así en riesgo mi vida, es que inicio la presente
acción.

II. LEGITIMACION:
Esta parte como particular damnificado, se ve afectada directamente en los
términos del art. 43 de la Constitución Nacional, por un acto de particular violatorio por la
no entrega de insumos y medicamentos necesarios, vulnerando así una disposición
expresa de la Constitución Nacional, concretamente, el artículo 42 y 75 de la misma que
protege el derecho a la salud y la vida, que garantiza el acceso a la salud en todos sus
aspecto, asimismo la demandada no cumple lo establecido con la ley 23.753 modificada
por la ley Ley 26.914 que establece que la cobertura de los medicamentos y reactivos de
diagnóstico para autocontrol de los pacientes con diabetes, será del 100% (cien por ciento)
y en las cantidades necesarias según prescripción médica.

III. ANTECEDENTES DEL CASO:


En 2009 se me diagnostica diabetes, en principio tratada con hipoglucemiantes tan
solo por dos días, luego con insulina. Desde el inicio la indicación medica fue el uso de in -
sulina glargina, en aquel momento no tenía cobertura médica.
Cuando ingreso a OSECAC a fines de 2009 me cambian la insulina a nph, porque la
obra social consideraba que no era necesario que utilizara glargina.
Luego de muchas idas y vueltas, hace poco más de seis años logre que me cubran
la insulina glargina.
Mi tratamiento conforme surge del resumen de la dra. Graciela Fuentes, que es mi
medica tratante, consta de aplicación de insulina glargina (35 u/dia), insulina aspártica api-
dra para corrección, metformina 850 dos veces al día, rosuvastatina 10mg 1 vez al día y
victoza 1.8mg al día.
A parte de todo ello, debo monitorear mi glucemia cinco veces al día por la labili-
dad de la misma, situación que puede verse reflejada en los monitoreos que adjunto ano-
tados en registro.
De la medicación mencionada OSECAC solo me provee de la insulina y solo me au-
toriza a la entrega de 50 tiras reactivas mensuales, lo que está muy lejos de las 150 que es-
toy necesitando.
Por lo que debo soportar el 100 % del gasto en la compra la metformina, rosuvas-
tatina, victoza y el resto de las tiras reactivas.
Ante esta situación queda expuesta la conducta de OSECAC, en un obrar contrario
a lo establecido por la ley 23.753, que establece en su art. 5 segundo parrafo: “ …La cober-
tura de los medicamentos y reactivos de diagnóstico para autocontrol de los pacientes con
diabetes, será del 100% (cien por ciento) y en las cantidades necesarias según prescripción
médica…”
De un tiempo a acá la variabilidad en la medición de mis glucemias hizo que mis es-
tudios clínicos se vean afectados. Me descompongo muy seguido sufriendo hipoglucemias
severas más de tres veces por semana (sin tratamiento puesto que jamás me han brinda-
do glucagón para tratarlas en caso de no responder).
Si tengo la suerte que ante un episodio de desvanecimiento se encuentra mi mari-
do, es el quien me asiste. Pero en más de una ocasión, tuve estos episodios en la calle y en
el trabajo, poniendo así en riesgo mi vida, situación que podría ser evitable si la Obra so-
cial cubriría todo mi tratamiento.
Estamos ante una situación gravísima, donde no me alcanzan las tiras reactivas, la
obra social no me cubre la medicación de diabetes 100%, y no me proveen de medios alo -
paticos para combatir las hipoglucemias severas, aun mas los estudios médicos que debo
realizarme cada tres meses también debo abonarlos, pagando más de $ 2500 por cada es -
tudio.
Como he relatado, y como V.S. podrá observar, ante la imposibilidad de seguir abo-
nando en forma particular mi tratamiento, implicaría un alto riesgo en la falta de control y
medicación, afectando directamente en mi salud. No contar con la medicación por algún
día, es poner en riesgo mi salud y mi vida. Situación por la cual me lleva a iniciar las pre-
sentes actuaciones.
Estamos lamentablemente ante una enfermedad que de no ser tratada
adecuadamente es muy progresiva, y que necesita del tratamiento indicado e
inmediatamente para darle al menos a la actora, la oportunidad de que el tratamiento
mejore su calidad de vida, pidiendo por el derecho a la salud y a la vida.
IV. FUNDAMENTOS DE LA PRESENTACION
Estamos en un caso en el que el peligro en la demora en la provisión de la
medicación y tratamiento se encuentra configurado ya que, de no ser admitida la tutela, la
actora vería vulnerado su derecho a la salud y a su integridad física.
Tratándose el caso particular en el cual el Claudia Verónica Ricardo es
insulinodependiente (diabetes tipo I), donde una interrupción en su tratamiento y
medicación adecuada (tal como esta prescripta por el profesional médico), así como los
controles diarios (tiras reactivas), no tiene otro resultado afecciones oculares con riesgo de
ceguera, insuficiencia renal, enfermedades cardiovasculares y problemas en los miembros
inferiores que pueden llegar incluso a la amputación y hasta la muerte.

4.2. FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL DE LA PRETENSION


Sin perjuicio de lo expuesto ut supra, se exponen los siguientes planteos
constitucionales que serían idóneos para fundar la petición aún en el supuesto en que no
existirían las normas examinadas en el punto anterior. “Que, a partir de la reforma
constitucional de 1994, el derecho a la salud se encuentra expresamente reconocido con
jerarquía constitucional en el art. 75 inc. 22. En este sentido, el art. XI Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre establece que toda persona tiene
derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la
alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que
permitan los recursos públicos y los de la comunidad. El art. 25 Declaración Universal de
Derechos Humanos dispone que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado
que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios. El art. 12 Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales estableció que entre las medidas que los Estados parte
deberían adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, deberían figurar la prevención y
el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra
índole, y la lucha contra ellas (inc. c) y la creación de condiciones que aseguren a todos
asistencia médica y servicios médico en caso de enfermedad.
Que de lo expuesto se concluye que para que el tratamiento sea adecuado debe
suministrarse en forma continua y regular, sin alterar el derecho a la salud y a la
dignidad personal. Ante la imposibilidad de afrontar económicamente el tratamiento
prescrito, estamos ante una situación que afectaría de manera directa a la salud de
Claudia Verónica.
Por su parte, la doctrina ha desarrollado los siguientes conceptos acerca de los
alcances del derecho constitucional a la salud que apoya plenamente el planteo de la
suscripta: “…el término ‘derecho a la salud’ sintetiza un derecho de naturaleza
prestacional, pues conlleva una actuación afirmativa o positiva por parte del poder estatal
en una dirección dada, es decir, ‘un derecho de la población al acceso –in paribus conditio-
a servicios médicos suficientes para una adecuada protección preservación de su salud’. El
Estado asume entonces distintas obligaciones, como promover y facilitar el acceso de la
población a las prestaciones de salud, no perturbar el desenvolvimiento lícito de los
prestadores de salud, brindar tales servicios cuando la actividad privada resulte
insuficiente o excesivamente onerosa, ya mediante planes de salud, la creación de centros
asistenciales o la provisión de medicamentos. También los particulares son sujetos
obligados del derecho a la salud cuando se comprometen a actuar como prestadores…”
(Comentario jurisprudencial de Eduardo L. Tinant publicado en “Jurisprudencia Argentina”,
diario del 21/7/99, págs. 26,29; ). Asimismo, el Alto Tribunal dijo que “la función judicial no
se agota en la letra de la ley con olvido de la efectiva y eficaz realización del derecho
(Fallos 248-291 [5], 249-37 [6]) y para ello debe atenderse, antes que a un criterio
formalista, a la vigencia de los principios que ampara la reformada, en particular del art. 41
y que surgen de la necesidad de proveer al bien común, considerando éste como el
conjunto de las condiciones de la vida social que hacen posible, tanto a la comunidad
como a cada uno de sus miembros, el logro más pleno y más fácil de su propia perfección
(Fallos 296- 65). Que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho que en el
Preámbulo de la reformada, en particular del art. 41 ´ya se encuentran expresiones
referidas al bienestar general, objetivo preeminente en el que, por cierto, ha de
computarse, con prioridad indiscutible, la preservación de la salud` (conf. Fallos 278-313
[7], considerando 15). También ha declarado el alto tribunal que el objetivo preeminente
de la reformada, en particular del art. 41, según se expresa en su preámbulo, es lograr el
bienestar general, lo cual significa decir la justicia en su más alta expresión, esto es, la
justicia social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los
miembros de la comunidad y los recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr que
todos y cada uno de sus miembros participen de los bienes materiales y espirituales de la
civilización. Señaló además que tiene categoría constitucional el principio in dubio pro
justitia socialis y que las leyes deben ser interpretadas a favor de quienes, al serles
aplicadas con este sentido, consiguen o tienden a alcanzar el bienestar, esto es, las
condiciones de vida mediante las cuales es posible a la persona humana desarrollarse
conforme a su excelsa dignidad (Fallos 289-430) (8).” (C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 4ª,
2/6/98 – “Viceconte, M. v. Estado Nacional” )- JA 1999-I-490,. A ello cabe agregar que en el
valioso precedente “Saguir y Dib” (Fallos: 302:1284), la Corte Suprema reconoció
expresamente la existencia, con rango constitucional, del derecho “a la vida” y a “la
integridad corporal”, como “esenciales de la persona humana”, “preexistente a toda
legislación positiva que, obviamente, resulta reconocido y garantizado por la Constitución
Nacional“
La aplicación al caso de la doctrina reseñada determina la necesidad de hacer
lugar a lo solicitado por el suscripto, pues el derecho a la integridad física se vería
fuertemente comprometido si no se hiciera lugar a lo solicitado en la presente.
Ello demuestra la existencia de la clara obligación de la demandada de cubrir el 100
% del tratamiento, conforme lo establece la ley 23.753. Es fácil advertir la imperiosa
necesidad que tiene el suscripto, de los citados medicamentos y tratamiento
complementarios para preservar su integridad física. Ello significa que cualquier duda que
pudiera existir acerca del alcance de las normas infraconstitucionales que tutelan a las
personas afectadas debe ser resuelta a favor de nuestra pretensión.
Tal solución no es más que la aplicación del conocido principio elaborado por la
Corte Suprema de la Nación conforme al cual –antes varias interpretaciones posibles de
una norma- debe elegirse siempre aquella que más se ajuste a los mandatos de la
Constitución Nacional (conf., entre muchos otros, Fallos: 321:2198, cons. 16 y su cita).
No hay duda que la salud se encuentra ínsita en el concepto de bienestar general al
que hace referencia nuestra Constitución Nacional (CN), más aún es un parámetro del
bienestar y como tal es un bien social, público y colectivo y un corolario del derecho a la
vida, a la integridad psicofísica y a la libertad. Asimismo, la expresión desarrollo humano,
contenida en el inciso 19 del artículo 75 de la CN ya referenciado, sólo será posible a través
de la protección efectiva del derecho a la salud. El concepto de desarrollo humano ha sido
definido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como un proceso
mediante el cual se amplían las oportunidades de los individuos, las más importantes de
las cuales son: una vida prolongada y saludable, acceso a la educación y disfrute de una
vida decente. Los fundamentos del derecho a la salud, de conformidad a la doctrina
especializada, se encuentran en el propio texto de la Constitución Nacional
precedentemente señalado, en los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
los tratados internacionales de derechos humanos incorporados a nuestra Carta Magna y a
las interpretaciones, observaciones y recomendaciones realizadas por los organismos
pertinentes creados por dichos tratados para la aplicación de sus prescripciones. Para el
análisis de los documentos internacionales antes referidos, resulta importante señalar que
en no todos ellos se hace una mención específica y literal sobre el derecho a la salud. En
primer lugar podemos referirnos a la Convención Americana sobre Derechos Humanos –
Pacto de San José de Costa Rica, 1969–, que en su artículo 4º establece: toda persona
tiene derecho a que se respete su vida. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos –1966–, establece en su artículo 6º que el derecho a la vida es inherente a la
persona humana. Por su parte la Declaración Universal de Derechos Humanos –1948–
establece en su artículo 3º que todo individuo tiene derecho a la vida y, en el artículo 25,
párrafo 1º, reza: toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado, que le asegure,
así como a su familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación y el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios. Cabe destacar también la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial –1965–, que en su artículo 5º, apartado e), inciso IV), establece que es deber de los
Estados garantizar el derecho a la salud pública y a la asistencia médica. Ya con un mayor
grado de precisión, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre –
1948– establece en su artículo 1º que todo ser humano tiene derecho a la vida, a la
libertad y a la integridad, y en su artículo 11 reza: toda persona tiene derecho a que su
salud sea preservada. Asimismo la Convención sobre la Eliminación de toda Forma de
Discriminación contra la Mujer –1979–, promulgada por la República Argentina en 1980,
establece en su artículo 11, párrafo 1º, apartado f), la protección de la salud, y el artículo
12 prevé el acceso a la atención médica. No menos trascendente por el universo que
abarca, es la Convención de los Derechos del Niño –1989–, que en su artículo 24 establece
que se reconoce el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud y al servicio para
el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud. No podemos obviar por
su trascendencia e importancia, al Pacto Internacional de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales –1966–, que contiene las previsiones más completas y de mayor
alcance sobre el derecho a la salud dentro del sistema internacional de los derechos
humanos, entendiendo por salud conforme la Organización Mundial de la Salud (OMS),
como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia
de enfermedad. En tal sentido resulta clarificadora la Observación General 14 del 11 de
agosto de 2000, (apartado 8 del Pacto), que no sólo reconoce el derecho de toda persona
al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, sino que abarca aquéllas
condiciones socioeconómicas que posibilitan llevar una vida sana, a saber: Suministro
adecuado de alimentos sanos. Una nutrición y una vivienda adecuada. El acceso a agua
limpia potable. Condiciones sanitarias adecuadas. Condiciones de trabajo sanas y seguras.
Medio ambiente sano. Acceso a la educación e información sobre cuestiones relacionadas
con la salud, incluida la salud sexual y reproductiva. Finalmente, y en este aspecto, cabe
recordar el apartado 33 del Pacto en análisis que expresa que al igual que en los casos de
todos los derechos humanos fundamentales, el derecho a la salud impone tres (3) niveles
de obligaciones a los Estados: El deber de Respetar. La obligación de Proteger. La
obligación de Cumplir. Esta última obligación implica dar plena efectividad al derecho a la
salud, y que su reconocimiento no se limite a meras declamaciones, sino que los Estados
dicten todas las medidas necesarias tanto de carácter legislativo, como asimismo
administrativas, presupuestarias y judiciales. Tanto la nación como las provincias son
responsables del debido cumplimiento de estas obligaciones internacionalmente
contraídas, siendo el Estado nacional su garante último. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación (CSJN) ha sostenido reiteradamente que a partir de lo dispuesto en los tratados
internacionales que tienen jerarquía constitucional la autoridad pública tiene la obligación
impostergable de garantizar con acciones el derecho a la vida –ello sin perjuicio de las
obligaciones que deben asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras
sociales y las entidades de medicina prepaga–. Cabe señalar asimismo que el Supremo
Tribunal ha dicho: el Estado Nacional es la autoridad rectora en las políticas de salud y el
garante de este derecho, en el caso particular, y el garante de la regularidad de los
tratamientos sanitarios por lo que debe coordinar su accionar con los Estados Provinciales,
aunque luego estos servicios en función de la organización federal se ejecuten
descentralizadamente. La asignación de este lugar de rectoría del Estado nacional surge
asimismo del fallo recaído en la causa “Campodónico”, en el que sostuvo que el Estado no
puede desligarse del deber de promover y facilitar las prestaciones de salud que requiera
la comunidad so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas. En el
fallo “Asociación Benghalensis”, sostiene la Corte que el Estado Nacional está obligado a
proteger la salud pública, y que las provincias son parte integrante del sistema y resultan
indispensables para una eficiente implementación de la normativa vigente. A su vez
destacó que el derecho a la salud no sólo se encuentra contemplado en la Constitución
Nacional, sino también en las provinciales por lo que cabía inferir que las acciones
tendientes a su protección constituían una responsabilidad compartida con las provincias.
También ha sostenido el Alto Tribunal en autos caratulados “Galassi, Antonio s/ Recurso de
Apelación”, que frente a la forma federal adoptada por la Constitución, la regla y no la
excepción es la existencia de jurisdicciones compartidas entre la Nación y las Provincias.
Las tareas de coordinación le competen al Estado nacional, que detenta el rol rector en
cuanto a la salud y que en palabras de la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene la
función de hacer un solo país para un solo pueblo. El medicamento como bien social. En
primer lugar cabe señalar que los medicamentos constituyen uno de los temas de mayor
importancia en las políticas sanitarias y económicas, tanto de los países desarrollados
como en desarrollo, y hace años que se reconoce en los foros internacionales (OMS-OPS)
que la política de medicamentos esenciales es un componente básico de la política
sanitaria cuyo objetivo es asegurar a todos los sectores de la población, la accesibilidad y
el uso racional de los productos farmacéuticos que respondan a sus principales
necesidades de salud. De conformidad a nuestra legislación (decr. 150/92 –t.o. 1993–), se
entiende por medicamento a toda preparación o producto farmacéutico, que está
destinado a la prevención, diagnóstico o tratamiento de una enfermedad o estado
patológico o para modificar un estado fisiológico en beneficio de la persona a quien se lo
administra. Según el documento elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación del mes
de mayo de 2002, denominado Política para la utilización de medicamentos por su nombre
genérico. Una herramienta para el acceso a la salud, en el mundo de hoy, la producción y
comercialización de medicamentos configura uno de los mercados globales más
poderosos. Sin embargo los medicamentos no están al alcance de todos. Claramente –
continúa dicho documento– el mercado de medicamentos no tiene las mismas
implicancias políticas, sociales y económicas que el mercado de electrodomésticos o el de
automóviles. Se puede vivir sin auto; pero no se puede curar si no se dispone de
medicamentos esenciales. Resulta ilustrativo en esta temática hacer referencia a lo
sostenido en la XXX Reunión del COFELESA, Honorable Congreso de la Nación realizada el
12 de agosto de 2014, en cuanto a que la expansión en el uso de medicamentos tiene dos
vertientes claramente diferenciadas. Por un lado, los medicamentos son parte de
tecnologías sanitarias que permiten devolver a un individuo la salud (de esta manera es
una de las tecnologías más utilizadas para mejorar la salud de la población) y su utilización
masiva ha incrementado de forma impresionante la cantidad y calidad de vida de la
población. Ayudan a tratar, paliar e incluso prevenir la mayoría de las enfermedades. No
obstante, por otro lado este creciente uso de medicamentos genera desafíos de
sostenibilidad en los sistemas sanitarios (aumentos en los gastos sanitarios), e inequidad
(incrementando la brecha en salud entre ricos y pobres) en el sector y en la sociedad. Se
señala asimismo en dicha reunión que si bien en su fase de producción y comercio el
medicamento podría ser considerado un bien privado, en cuanto se rige por las normas de
la propiedad intelectual, sin embargo, en su acceso y uso de parte de la población, el
medicamento es a todos los efectos un bien público ya que, conectado al derecho a la
salud y a la vida permite realizar los cuidados médicos y proteger o recuperar la salud, así
como paliar el dolor en casos terminales. En el documento referenciado el representante
de OPS-OMS en la Argentina sostiene que la formulación implementación de políticas
farmacéuticas es una tarea compleja del Estado y suele ocasionar tensiones y disyuntivas,
principalmente porque involucra no solo aspectos sanitarios, sino también cuestiones
industriales y de ciencia y tecnología. Esta tríada puede representarse en un triángulo en
cuyos vértices se ubican la política industrial, la política de ciencia y tecnología y la política
sanitaria. Desde la perspectiva industrial –continúa– se busca principalmente la
competitividad y la creación de empleo (…). Desde la perspectiva de la política de ciencia y
tecnología la preocupación se centra, sobre todo, en la creación de incentivos para facilitar
la investigación y desarrollo (…) y de la perspectiva de la política sanitaria se busca no solo
velar por el acceso de la población a los medicamentos, sino también garantizar la calidad,
seguridad y eficacia de los productos, por medio de una adecuada regulación y vigilancia,
su buen desempeño terapéutico y la sostenibilidad del sistema público. Merece especial
mención la Resolución CD45.R7 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
aprobada en el año 2004, en la que solicita a los países lo siguiente: Políticas para abordar
factores determinantes del acceso. Políticas de Medicamentos Genéricos. Políticas de
prescripción de medicamentos por nombre genérico. Maximizar eficiencia (contención de
los costos). Aprovechar flexibilidades del Acuerdo sobre los Derechos de la Propiedad
Intelectual relacionados con el comercio (ADPIC) de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), a través de la Declaración de Doha (Qatar). Fortalecer Sistemas de Suministro. El
acceso a los medicamentos, entendidos éstos como bienes sociales, requiere de políticas
farmacéuticas. Garantizar un acceso de calidad a los medicamentos, es decir una
disponibilidad equitativa y asequibilidad de los medicamentos esenciales requiere
acciones que tiendan a la selección y uso racional, lo cual implica tareas firmes por parte
del Estado de concientizar a la sociedad para que conciba al medicamento como un
derecho, como un bien social y no como un bien de consumo; elaborar una lista de
medicamentos esenciales, seleccionados en función de su relevancia terapéutica, basado
sobre evidencias científicas de eficacia y seguridad y respaldados por estudios
comparativos de coste-efectividad; asegurar la disponibilidad de medicamentos en las
formas y cantidades necesarias a precios razonables; promover el uso racional de los
medicamentos a fin de disminuir riesgos y aumentar la eficiencia, siendo en este aspecto
trascendental el rol del profesional

V. ADMISIBILIDAD DEL AMPARO


Es claro que la imperiosa necesidad de obtener rápidamente una tutela judicial en
defensa del derecho constitucional a la integridad física determina la admisibilidad de la
presente demanda de amparo. Así, es claro que en el caso se encuentran configurados los
requisitos exigidos por el art. 2º la ley 16.986 para la admisibilidad del amparo.
En tal sentido, no existen en el caso recursos o remedios judiciales administrativos
que permitan obtener la protección inmediata del derecho o garantía que se trate de
forma tal que autoricen prescindir de la acción de amparo. Por otra parte, aun cuando se
considerase que en el caso la vía administrativa en autos no se encuentra agotada, ello
no sería óbice para la procedencia de la presente acción.
En efecto, la cuestión planteada en esta presentación no puede ser sustanciada “...
por alguno de los procesos establecidos por este Código u otras leyes...”, pues, en el caso
no existe un medio judicial “más idóneo”, en los términos de la citada disposición
constitucional, a los fines de obtener la declaración de inconstitucionalidad de la decisión
adoptada por la empresa demandada.
En sentido coincidente, se ha señalado, a partir de la sanción del nuevo artículo
43 de la Constitución, que la acción de amparo “... juega como alternativa principal y no
subsidiaria, de manera directamente operativa, para asegurar la vigencia cierta de los
derechos constitucionales... De este modo el amparo, especialmente a partir de la reforma
de 1994, es garantía constitucional, y es por ello que toda hermeneútica ha de tener como
norte el sentido protector de dicha garantía, a través de una interpretación previsora que
deberá asignar al amparo el más alto alcance posible, con miras a la efectiva protección de
los derechos fundamentales en crisis...” (sentencia del juez a cargo del Juzgado Criminal y
Correccional de Transición de Mar del Plata Nº 1 del 3/2/99, dr. Pedro F. Hooft, en la
causa “A.Z., C.N.”, publicada en “Jurisprudencia Argentina”, del 21/7/99; la negrita ha sido
agregada, y los numerosos antecedentes que allí se citan).
En resumen, el examen de la jurisprudencia demuestra que los tribunales han
resuelto que el amparo es la vía “más idónea” para la defensa de diversos derechos que
resultan perfectamente equiparables al invocado por el suscripto y el resto de los
afectados, como por ejemplo, el derecho a la salud, a la vida, a la estabilidad en el
empleo público, a aprender, a enseñar, a permanecer en el territorio argentino, etc.
(conf. Morillo y Vallefín, op. Cit., págs. 233/236, la negrita ha sido agregada).
Es claro, entonces, que cualquier argumento tendiente a oponerse a la procedencia
de la vía elegida, fundado en la supuesta existencia de “vías alternativas” a la presente
demanda, estarían alcanzados por el mismo vicio observado por la Corte Suprema de la
Nación en decisiones que habían desestimado acciones de amparo con ese mismo
fundamento: “…si bien la acción de amparo no está destinada a reemplazar los medios
ordinarios para la solución de controversias, su exclusión por la existencia de otros
recursos no puede fundarse en una apreciación meramente ritual e insuficiente, toda vez
que la institución tiene por objeto una efectiva protección de derechos más que una
ordenación o resguardo de competencias (Fallos: 320:1339, y sus citas)…” (Caso“Bravo y
otros c/Pcia. De Jujuy “, Fallos: 320:2711, cons. 14º).

VII. MEDIDA CAUTELAR:


Los argumentos desarrollados en los puntos anteriores demuestran claramente la
necesidad urgente de que la Obra social demandad cubra el 100 % del tratamiento de la
actora, no contar con toda la medicación, pone en riesgo la salud e integridad física de
Claudia Verónica Ricardo.
En efecto, la carencia de un correcto tratamiento y su medicación provocaría daños
irreparables en la salud de la actora. Por tal razón, no existe duda que la falta de
suministro de medicamentos en el tratamiento de la enfermedad provocaría a Claudia
Verónica “un perjuicio inminente e irreparable” en los términos del artículo 232 C.P.C.C.
En consecuencia, es que el suscripto solicita –hasta tanto se resuelva el fondo de la
cuestión- que V.S. dicte una medida cautelar en los términos de los artículos 195 y
concordantes C.P.C.C. a fin de que la demandada otorgue toda la mediación, tiras de
control y sistemas de monitoreo (según prescripción médica) a la actora.
El anticipo de una decisión favorable, propia de la sentencia final de la causa,
constituye una nota característica de las medidas innovativas; y si bien es cierto que ello
aconseja juzgarlas con mayor estrictez, no se debe soslayar que, además, tales medidas
procuran evitar que se produzcan perjuicios cuya reparación podría tornarse muy
dificultosa o imposible al tiempo de dictarse el pronunciamiento definitivo (Corte Sup.,
Doctrina Fallos 320:1633). Desde esta perspectiva, cobra particular relieve el hecho de que
el tratamiento de una enfermedad como la que padece Claudia Verónica (diabetes tipo I)
no admite dilaciones. Así se ha expresado en “P. L. J. M. v. Obra Social de la Actividad de
Seguros, Reaseguros, Capitalización y Ahorro y Préstamo para la Vivienda s/amparo.”
causa n. 10194/00 (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 01/03/2001).
Esta doctrina encuentra pleno respaldo en lo resuelto por la Excma. Corte Suprema
de la Nación en el conocido fallo “Smith, Carlos A. v. Estado Nacional”: “…No obstante, de
la lectura del fallo recurrido se desprende que la medida cautelar requerida y ordenada
por el juzgador coincide con el objeto de la demanda, por lo que la resolución que declaro
su viabilidad constituye un anticipo de jurisdicción e implica, por lo tanto, el juzgamiento
del fondo del asunto (Fallos 316:1833; 320:1633, entre muchos otros). De ahí que, ante
esta singular situación, la competencia de esta Corte no queda circunscripta al estrecho
marco cognoscitivo de la cautela sino que se extiende también a lo que ha sido tema de
fondo, esto es al planteo concreto sobre la inconstitucionalidad de la norma cuestionada y
desde esta perspectiva, la tarea de esclarecer la inteligencia de las normas federales
involucradas, no ha de estar limitada por las posiciones del tribunal apelado ni por las de
las partes (Fallos 312:529 y sus citas,entre muchos)” (L.L., 2002-A,770).
En forma coincidente, señala Guillermo F. Peyrano, en su comentario al fallo de la
Cámara Nacional Comercial en la causa “D., F. C. v Omint S.A. de Servicios” (J.A. 2003-II,
fas.13), el citado tribunal sostuvo que la acción intentada, no obstante lo considerado en la
instancia anterior, “resultaba la más idónea a los efectos perseguidos, toda vez que remitir
‘liminarmente’ a la actora a las ‘vías procesales ordinarias’ podría irrogarle resultados
perniciosos e irreparables, en tanto y cuanto se verificaría un concreto peligro consistente
en ‘reducir o eliminar’ los efectos perseguidos por el tratamiento cuya cobertura se
reclama.(…). Pero, claro está, poca razonabilidad habría evidenciado un decisorio que
considerara admisible la acción de amparo y, al mismo tiempo, no proveyera la tutela
urgente característica y propia del mismo. En ese orden de ideas, la sala interviniente
continúa tratando la cautelar primigeniamente rechazada por el a quo y destaca la
evidencia de que la falta de aplicación del tratamiento requerido a la demandante podría
generarle perjuicios `inminentes´ de difícil o imposible reparación ulterior, procediendo a
despachar la cautela consistente en la orden de brindar la cobertura médica al tratamiento
requerida por la demandante”.
Por todas estas razones es que se solicita que V.S. dicte una medida cautelar en los
términos de los artículos 195 y concordantes C.P.C.C. a fin de que la demandada otorgue
tratamiento completo (según la prescripción médica) a la actora Claudia Verónica Ricardo.
Se dan así los recaudos básicos para aspirar al dictado de una medida precautoria.
Existe un evidente peligro en la demora y el derecho invocado es por demás verosímil. En
lo que hace a una posible contracautela, pido que se considere que, por las especiales
circunstancias de este caso, se considere suficiente una caución juratoria.
Alternativamente, correspondería hace lugar a mi petición en carácter de medida
autosatisfactiva. Resulta a tal fin plenamente aplicable lo señalado en la siguiente decisión
judicial: “a) Que si bien es cierto que el amparista … recurrió a la acción de amparo a fin de
obtener protección de sus derechos de raigambre constitucional, inherentes a su dignidad
como persona humana, cabe encuadrar, procesalmente, la petición formulada, cuyo
eventual otorgamiento por vía judicial agota la prestación médica en este momento
necesaria, para su salud, en la figura de la llamada ‘medida autosatisfactiva’. Ello por
aplicación del clásico principio iuranovit curia. b) Que el XIX Congreso Argentino de
Derecho Procesal (Corrientes,1997) declaró que ‘resulta imperioso reformular la teoría
cautelar ortodoxa, dándose así cabida legal a los procedimientos urgentes y a la
llamada medida autosatisfactiva´ . La medida autosatisfactiva es una solución urgente no
cautelar, despachable in extremis que da una respuesta jurisdiccional adecuada a una
situación que reclama una pronta y expedita intervención del órgano judicial. Posee las
características de que su vigencia y mantenimiento no depende de la interposición
coetánea ulterior de una pretensión principal. Su dictado está sujeto a los siguientes
requisitos: concurrencia de una situación de urgencia, fuerte probabilidad de que el
derecho material del postulante sea atendible; quedando la exigibilidad de la
contracautela sujeta al prudente arbitrio judicial. Hasta tanto se regule legalmente la
medida autosatisfactiva puede fundarse su dictado en la potestad cautelar genérica o en
una válida interpretación analógica extensiva de las disposiciones legales que
expresamente disciplinan diversos supuestos que pueden calificarse como medidas
autosatisfactivas” (sentencia del juez de Primera Instancia del Dr. Pedro Hooft del
23.5.2001, publicada en J.A. del 7/11/2001- 2001-IV, fascículo n. 6).
La doctrina coincide en esta solución al sostener que “…diversos procesos urgentes
forman parte de la respuesta de la ciencia del derecho y de la práctica judicial a la
demanda latente de métodos para hacer efectivos los derechos, reconociendo la
recurrente dificultad de poner en vigor las leyes ideadas para proteger y beneficiar a los
sectores menos poderosos de la sociedad. La sujeción del juez a la Constitución, y, en
consecuencia, su papel de gerente de los derechos constitucionalmente reconocidos,
refuerza el compromiso jurisdiccional con los problemas de su tiempo y destierra
paulatinamente la figura del juez pasivo; en ese vínculo precisamente radica el principal
fundamento de la legitimación de la jurisdicción en la actualidad.
En este sentido, Gelsi Bidart sostiene que no puede hablarse de humanización
procesal, si no nos referimos a la época en que nos encontramos, por cuanto el hombre es
un ser histórico y el proceso un medio modificable a través del tiempo, según las
necesidades y modalidades que van apareciendo …la radical individualidad del hombre
por una parte y las diferentes clases de sociedad que va construyendo, obligan a revisar
continuamente los medio que en ella se utilizan (GelsiBidart, Adolfo, ‘Humanización del
proceso´’ en “El proceso. Los nuevos desafíos). Entonces, en base a las consideraciones
previas, aplicando el principio iuranovit curia, la cuestión planteada encuadra en la
estructura del proceso urgente denominado ´medida autosatisfactiva`, caracterizada por
ser una solución jurisdiccional excepcional, urgente, autónoma, de ejecutoriedad
inmediata, despachable inaudita et altera pars , mediando una fuerte probabilidad de que
lo pretendido sea atendible, y que se juzga, en este caso, tan atendible que deviene
innecesaria la contracautela (“Faiart Argentina S.A.”, C. Civ. Y Com. Rosario, sala 2º,
18/9/1998, anotado por Roberto A. Vázquez Ferreira en J.A. 1999-I-470- fallo en el que se
dictó una medida autosatisfactiva mediante la aplicación del principio iuranovit curia)
(…).Recientemente, afirmó la Corte Suprema de la Nación, que “…el derecho a la vida es el
primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la
Constitución Nacional 4 (Fallos: 302:1284; 310:112)…el hombre es eje y centro de todo el
sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo – más allá de la naturaleza trascendente- su
persona es inviolable y constituye el valor fundamental con respecto al cual los restantes
valores tienen siempre carácter instrumental (Fallos 316:479, votos concurrentes)…a partir
de lo dispuesto en los tratados L.A. 1995-A-26 internacionales que tienen jerarquía
constitucional (art. 75 inc. 22), se ha reafirmado en distintos pronunciamientos el derecho
a la preservación de la salud – comprendido dentro del derecho a la vida- y se ha
destacado la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar ese
derecho con acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que deben asumir en su
cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades de la llamada
medicina prepaga(Corte Sup., causa C. 823 XXXVRH, `Campodónico de Beviacqua, Ana C. v.
Ministerio de Salud y Acción Social- Secretaría de Programas de Salud y Banco de Drogas
Neoplásticas` -24/10/2000- consid. 15 y 16).

VIII. PRUEBA:
A los fines probatorios se presenta ante V.S.:
1. DOCUMENTAL:
a. D.N.I de Claudia Verónica Ricardo
b. credencial OSECAC
c. Prescripción médica de tratamiento
d. Últimos Análisis clínicos
e. Monitoreos de los últimos meses
f. Historia clinica

2. INFORMATIVA: Solicito se libre oficio para el probable e hipotético caso que la obra
social desconozca la documental:
-al centro de salud APRESA Jonas Salk Center OSECAC, a fin que remita copia de la
Historia Clínica de la actora
- Al Dra. Graciela V. Fuente, a fin de que informe forma y modo del tratamiento
que debería recibir la actora.
3. Pericial medica: sobre los que deberá expedirse el perito médico de oficio especialista
en diabetología.
Para que el Sr. Perito Médico, teniendo en cuenta la demanda y a la vista las historias clíni-
cas del demandante, laboratorios, monitoreos y prescripción médica.
1) si los exámenes de laboratorio revelan un cuadro de diabetes tipo I
2) si considera correcto estimar que la falta de medicación y control presume un ries-
go en la salud de la actora.
3) Explique que es Diabetes tipo I, y consecuencias en el organismo
4) si las prácticas y tratamientos indicado por la Dra. Fuente, que se realizaron al pa-
ciente se encuentran dentro de los protocolos aprobados dada la patología del
mismo.

IX. RESERVA FEDERAL


Dada la indudable naturaleza federal de las cuestiones planteadas por la suscripta
en este escrito, formulo reserva de interponer eventualmente recurso extraordinario por
ante la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación para el supuesto de que se dicte en
autos una decisión contraria a mis pretensiones.

X. PETITORIO:
Por lo expuesto a V.S solicito:
a. Se declare la admisibilidad del presente Recurso de Amparo de Salud.
b. Se me tenga por presentada en tiempo y forma, constituido el domicilio procesal y
electrónico.
c. Se tenga por presentada la prueba documental acompañada y ofrecida la restante.
d. Se haga lugar a la medida cautelar ordenando la demandada a cubrir el 100% el
tratamiento de Claudia Verónica Ricardo.
e. Se tengan presentes las autorizaciones.
f. Se impongan las costas y costos del proceso a las demandadas.

PROVEER DE CONFORMIDAD
Sera justicia
SERÁ JUSTICIA

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