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GRUPO 1:
AGÜERO MICAELA
ALCANTARA SILVANA
TRABAJO FINAL
Sabemos que la educación representa una preocupación, no sólo para las familias y
los docentes, sino para la sociedad en general, como así también para el Estado de
cualquier nación, ya que se le atribuye una valiosa contribución al desarrollo social,
económico y cultural. Estamos convencidos de que la educación es un instrumento
para el progreso social: si mejoran los conocimientos mejoran las técnicas de
producción y los hábitos de trabajo, y por consiguiente, mejora la productividad, los
ingresos y las posibilidades sociales.
Estamos entonces en condiciones de preguntarnos:
¿Por qué el sistema educativo en nuestro país se encuentra en deterioro y con
escasez de recursos, aun sabiendo de los beneficios que otorga la inversión en
educación?
¿Por qué los salarios de los docentes en Argentina tienen incrementos por debajo de
la inflación y son duplicados o triplicados por los salarios de los docentes de casi todo
el mundo?
¿Por qué, incluso, un docente que trabaja en Santiago del Estero cobra un salario que
representa la mitad del salario de un docente de Tierra del Fuego?
¿Guarda relación el salario de los docentes con el trabajo realizado, aun sabiendo de
la importancia de la tarea docente para hacer efectivas las políticas públicas y
mantener el sistema?
Sin pretensiones de dar respuestas a nuestros interrogantes, nos abocaremos a
indagar en los aspectos que consideramos influyen y desencadenan las cuestiones
planteadas.
FUNDAMENTACIÓN
A lo largo de la historia de nuestro país, las políticas educativas han atravesado por
numerosos cambios y conflictos, e incluso han perdido continuidad en muchas
oportunidades. El financiamiento educativo ha sufrido transformaciones en los modos
de ser afrontado por los diferentes gobiernos. Las autoras Calderón, Ríos Rolla y
Ceccarini, en Economía de la Educación (2008), afirman que en nuestro país podemos
distinguir tres períodos respecto del financiamiento de la educación: “hace algunos
lustros los recursos eran insuficientes para expandir la cobertura escolar; diez años
atrás la discusión giraba en torno al financiamiento de una estrategia de calidad y
equidad; y en la actualidad la preocupación se refiere a la viabilidad y sostenimiento
mismo del sistema educativo.”
Desde fines de la década del 80, la crisis del modelo de industrialización, el
endeudamiento y la necesidad de responder a la globalización mundial, a la
innovación tecnológica y a la inserción en el contexto internacional, desembocó en el
surgimiento del tipo de Estado neoliberal. Este nuevo modelo de acumulación apuntó a
la privatización de servicios básicos y a la descentralización. Si nos referimos al ámbito
educativo, la descentralización respondió a demandas privadas (grupos lobistas)
perjudicando así la satisfacción de las demandas sociales en educación. En este
sentido, no se fijaron las mismas normas de cumplimiento para todas las escuelas y
quedaron al desamparo aquellas con menos recursos que atienden a los más pobres.
Se crea así, una tendencia al abandono y deterioro de lo público como lugar del peor
servicio para los más pobres. Mediante la Ley 24.195 de Educación Federal, se
produce la transferencia de servicios educativos al ámbito provincial y la extensión de
la obligatoriedad a 10 años que incluye a adolescentes y jóvenes. En esta ley no se
habían instrumentado aspectos referentes a la financiación.
Mediante la aprobación de la Ley de Financiamiento Educativo en el año 2005, se
estableció el incremento en los presupuestos educativos, tanto nacionales como
provinciales. Aquella sanción marcó el alcance de un presupuesto equivalente al 6%
del PBI y ordenó la responsabilidad de financiamiento de cada uno de los niveles de
Estado (municipal, provincial y nacional), a la vez que aseguró una mejora en la
equidad de los recursos para las provincias con menos recursos. La primera
modificación que introdujo la Ley de Financiamiento Educativo fue la asignación de
una cantidad específica de los fondos coparticipables destinados a educación. Hasta
entonces, conforme la provincia, el salario docente variaba sin un piso que fijara el
límite mínimo. La ley aseguró un mínimo nacional del salario docente y garantizar con
fondos nacionales el pago de los salarios en todas las provincias.
A pesar de ello, las diferencias siguen existiendo. Las posibilidades de cumplimiento
de los objetivos que plantea la Ley, son totalmente distintas de una provincia a otra,
así como también las acciones, los tiempos y los costos para llevar a cabo cada uno
de sus objetivos. De allí se explican las disparidades, por ejemplo, en los salarios de
los docentes de las distintas provincias, como puede observarse en el siguiente gráfico
correspondiente al período de marzo de 2022:
Fuente: Informe indicativo del salario docente (Ministerio de Educación de la Nación)
Luego del recorrido realizado para la elaboración de este informe, podemos afirmar
que la temática elegida posee todo un trasfondo histórico que la atraviesa. Está
inserta, además, en el centro de las preocupaciones actuales y es el resultado de un
sinfín de políticas y decisiones tomadas por los diferentes gobiernos de turno.
Asimismo, no podemos dejar pasar por alto el modo en el que influye el contexto
internacional en esa toma de decisiones, y cómo la globalización y la modernización
mundial afectan en la ejecución de políticas económicas y sociales.
Es posible visibilizar cómo el deterioro del presupuesto y la baja inversión educativa,
afectan directamente en el sueldo docente, provocando consecuencias como la
desmoralización profesional y la pérdida de poder adquisitivo.
La importancia de la educación para la evolución y el progreso de un país no se
discute, y la inversión en esta área da cuenta del valor que se le otorga para lograr el
objetivo de una nación próspera e inclusiva. Defender el sistema educativo respetando
las metas de inversión propuestas y propiciando su aumento generará un escenario en
el que las imprescindibles mejoras pedagógicas y de estructuras sean una realidad,
como así también la mejora de los salarios docentes.
Para finalizar queremos compartir una frase del economista Adam Smith, quien nos
lleva a reflexionar sobre el futuro que queremos construir para nuestro país:
“Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz, si en ella la mayor parte de los
miembros es pobre y desdichado".
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES