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Economía y Administración de la Educación

1er cuatrimestre – 2022

Ciclo de Complementación Lic. en Educación

GRUPO 1:

AGÜERO MICAELA

ALCANTARA SILVANA

ALGARBE NOELIA MACARENA

TRABAJO FINAL

El salario docente: políticas de financiamiento educativo y desvalorización de la tarea


docente.
INTRODUCCIÓN

Sabemos que la educación representa una preocupación, no sólo para las familias y
los docentes, sino para la sociedad en general, como así también para el Estado de
cualquier nación, ya que se le atribuye una valiosa contribución al desarrollo social,
económico y cultural. Estamos convencidos de que la educación es un instrumento
para el progreso social: si mejoran los conocimientos mejoran las técnicas de
producción y los hábitos de trabajo, y por consiguiente, mejora la productividad, los
ingresos y las posibilidades sociales.
Estamos entonces en condiciones de preguntarnos:
¿Por qué el sistema educativo en nuestro país se encuentra en deterioro y con
escasez de recursos, aun sabiendo de los beneficios que otorga la inversión en
educación?
¿Por qué los salarios de los docentes en Argentina tienen incrementos por debajo de
la inflación y son duplicados o triplicados por los salarios de los docentes de casi todo
el mundo?
¿Por qué, incluso, un docente que trabaja en Santiago del Estero cobra un salario que
representa la mitad del salario de un docente de Tierra del Fuego?
¿Guarda relación el salario de los docentes con el trabajo realizado, aun sabiendo de
la importancia de la tarea docente para hacer efectivas las políticas públicas y
mantener el sistema?
Sin pretensiones de dar respuestas a nuestros interrogantes, nos abocaremos a
indagar en los aspectos que consideramos influyen y desencadenan las cuestiones
planteadas.
FUNDAMENTACIÓN

La mayoría de las personas son conscientes de que el incremento en los niveles de


educación, implica el crecimiento económico tanto individual como de la sociedad. Aun
así, consideramos que además de generar el desarrollo económico necesario, la
educación es capaz de potenciar socialmente valores como la justicia y la equidad,
como así también los derechos de las personas. No sólo nos provee de conocimientos
y valores, sino que además enriquece nuestra cultura y todo aquello que nos
caracteriza como seres humanos.
Asentiremos también que, en términos económicos, la escuela es generadora de
capital humano, al que según Mochon y Becker (2008) lo conforman todos los
“conocimientos y cualificaciones que un individuo adquiere por medio de la educación
y de la experiencia.”
La retribución por tales servicios puede considerarse como una inversión en capital
humano que retroalimenta las diferentes esferas productivas, o como gasto público
según la perspectiva que asuman los propietarios de los medios de producción o el
Estado, y en consecuencia, las políticas que regulen los salarios. Siguiendo con
Mochon y Beker (2008), debería considerarse que “estos gastos contribuyen a
incrementar la capacidad productiva de la economía”, pues un trabajador formado y
educado suele ser más productivo que uno que no lo está. Tanto en el ámbito nacional
como en el individual el incremento del capital humano es un aspecto positivo, pues
contribuye a aumentar la productividad y la calidad de vida de las personas.
La realidad actual pone de manifiesto el incumplimiento de los acuerdos legales en
materia de financiamiento educativo, y la imposibilidad tanto de las provincias como de
la nación, de realizar acciones de mejoras en el sistema educativo, puesto que apenas
cuentan con presupuestos disponibles para mantenerlo, incluyendo el pago de salarios
y el cuidado de la infraestructura, entre otras cuestiones escolares. En este punto, vale
aclarar que el poder adquisitivo del salario docente va en descenso en los últimos
años, con fuertes disparidades entre los distritos. Justamente el sueldo docente es un
síntoma de cómo la falta de inversión impactó en el sistema educativo, y nos puso en
una acentuada desventaja respecto de la mayoría de los países de América y del
mundo.
DESARROLLO

A lo largo de la historia de nuestro país, las políticas educativas han atravesado por
numerosos cambios y conflictos, e incluso han perdido continuidad en muchas
oportunidades. El financiamiento educativo ha sufrido transformaciones en los modos
de ser afrontado por los diferentes gobiernos. Las autoras Calderón, Ríos Rolla y
Ceccarini, en Economía de la Educación (2008), afirman que en nuestro país podemos
distinguir tres períodos respecto del financiamiento de la educación: “hace algunos
lustros los recursos eran insuficientes para expandir la cobertura escolar; diez años
atrás la discusión giraba en torno al financiamiento de una estrategia de calidad y
equidad; y en la actualidad la preocupación se refiere a la viabilidad y sostenimiento
mismo del sistema educativo.”
Desde fines de la década del 80, la crisis del modelo de industrialización, el
endeudamiento y la necesidad de responder a la globalización mundial, a la
innovación tecnológica y a la inserción en el contexto internacional, desembocó en el
surgimiento del tipo de Estado neoliberal. Este nuevo modelo de acumulación apuntó a
la privatización de servicios básicos y a la descentralización. Si nos referimos al ámbito
educativo, la descentralización respondió a demandas privadas (grupos lobistas)
perjudicando así la satisfacción de las demandas sociales en educación. En este
sentido, no se fijaron las mismas normas de cumplimiento para todas las escuelas y
quedaron al desamparo aquellas con menos recursos que atienden a los más pobres.
Se crea así, una tendencia al abandono y deterioro de lo público como lugar del peor
servicio para los más pobres. Mediante la Ley 24.195 de Educación Federal, se
produce la transferencia de servicios educativos al ámbito provincial y la extensión de
la obligatoriedad a 10 años que incluye a adolescentes y jóvenes. En esta ley no se
habían instrumentado aspectos referentes a la financiación.
Mediante la aprobación de la Ley de Financiamiento Educativo en el año 2005, se
estableció el incremento en los presupuestos educativos, tanto nacionales como
provinciales. Aquella sanción marcó el alcance de un presupuesto equivalente al 6%
del PBI y ordenó la responsabilidad de financiamiento de cada uno de los niveles de
Estado (municipal, provincial y nacional), a la vez que aseguró una mejora en la
equidad de los recursos para las provincias con menos recursos. La primera
modificación que introdujo la Ley de Financiamiento Educativo fue la asignación de
una cantidad específica de los fondos coparticipables destinados a educación. Hasta
entonces, conforme la provincia, el salario docente variaba sin un piso que fijara el
límite mínimo. La ley aseguró un mínimo nacional del salario docente y garantizar con
fondos nacionales el pago de los salarios en todas las provincias.
A pesar de ello, las diferencias siguen existiendo. Las posibilidades de cumplimiento
de los objetivos que plantea la Ley, son totalmente distintas de una provincia a otra,
así como también las acciones, los tiempos y los costos para llevar a cabo cada uno
de sus objetivos. De allí se explican las disparidades, por ejemplo, en los salarios de
los docentes de las distintas provincias, como puede observarse en el siguiente gráfico
correspondiente al período de marzo de 2022:
Fuente: Informe indicativo del salario docente (Ministerio de Educación de la Nación)

Seguidamente, y en materia legislativa, la sanción de la Ley de Educación Nacional


26.206 (LEN), aún vigente, garantiza que el presupuesto destinado exclusivamente a
educación no será inferior al 6% del PBI. Este marco normativo estipula que ambos
niveles de gobierno realicen esfuerzos presupuestarios para alcanzar y sostener esta
meta de inversión educativa consolidada (nación y provincias). En la evolución de la
inversión educativa en Argentina, según un informe de investigación realizado por la
organización “Argentinos por la educación” y con datos publicados por el gobierno en
sus páginas oficiales, se pueden diferenciar tres subperiodos respecto del desempeño
y cumplimiento de la meta de inversión. Entre los años 2008 y 2011, se registró un
crecimiento de la inversión educativa en ambos niveles de gobierno, elevándose del
5,0% al 5,4% del PBI, respectivamente. Luego, entre los años 2012 y 2015, el nivel del
gasto se mantuvo alrededor del 5,7% del PBI. Por último, entre 2016 y 2018, se
evidenció un cambio de tendencia: se redujo el nivel de gasto respecto del PBI al 5,8%
en 2016 y se estima que al 5,1% en 2018 por ambos niveles de gobierno, como puede
apreciarse en el siguiente gráfico:

Fuente: “Argentinos por la Educación” en función de información de presupuestoabierto.gob.ar


y Dirección Nacional de Asuntos Provinciales/Ministerio
de Hacienda y en base a la Coordinación General de Estudios de Costos/MECCyT e Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Tanto la ley de Financiamiento como la LEN, se incumplen de manera reincidente y
año a año, en estos apartados sobre el presupuesto educativo. Además, la LEN
sostiene que: “la formación continua será una de las dimensiones para el ascenso en
la carrera profesional docente” y establece que: “los educadores de mayor experiencia
y calificación deben desempeñarse en las escuelas que se encuentran en situación
más desfavorable, lo que mejora mucho el estatus del docente". Cabe destacar que en
el esquema de aumentos salariales, si bien se hace referencia a la antigüedad y al
pago por zona desfavorable, no se incluyen aspectos como la innovación, el trabajo en
equipo, los títulos de posgrado y el compromiso social.
Remitiéndonos a las políticas educativas de los últimos años, durante el gobierno de
Cambiemos el presupuesto destinado a la educación estuvo condicionado a las ideas
y propuestas del período que se relacionaban con achicar un “gasto excesivo”. En este
contexto se reorientaron todos aquellos planes de formación docente que se
promovieron en el período del kirchnerismo, por lo que muchos docentes y
coordinadores perdieron su trabajo, o fueron reubicados. En cuanto a la educación
técnica (relacionada ampliamente con la posibilidad de ascenso social para quienes no
pueden acceder a la educación universitaria) el presupuesto destinado se vio reducido
a una tercera parte, incumpliendo lo establecido por la Ley de Educación Técnica
(26.058). Estos cambios se basaron en la idea de refundar la política educativa
nacional, pensando en un sistema educativo que atienda a las demandas
empresariales. El nuevo presupuesto implementado, provocó una desfinanciación y
descentralización de las políticas socioeducativas.
Como vemos, en Argentina, durante muchos años, las políticas estructurales de ajuste
provocaron un descenso muy importante en la inversión educativa, donde el principal
afectado ha sido el salario docente. Si nos abocamos a lo que sucede en la actualidad,
del total presupuestado en el 2021 para la jurisdicción del Ministerio de Educación, lo
destinado a personal representa solo un 0.45% del total gastado, siendo una
proporción relativamente baja comparado con otros sectores. Su reducción ha
provocado una serie de fenómenos conocidos como la desmoralización, el abandono
de la profesión, el ausentismo, la búsqueda de otros empleos y un impacto negativo
sobre la calidad de la educación ofrecida a la población. Podemos afirmar también,
que la retribución es baja si se considera que se trata de empleados que deben contar
con cierta calificación para poder ingresar al mercado. Para entender el origen de
estos fenómenos, podemos acudir a conceptos de la teoría económica de producción,
ya que como afirma el autor Salas Velazco (2009), “las escuelas utilizan una serie de
recursos (personal docente, libros de texto, ordenadores, etc.) con el fin de producir un
bien educativo (como los resultados de exámenes)”, a lo que se le llama “producción
educativa”. Sabemos que la educación forma parte del sector terciario de la economía
por ser un servicio que surge para satisfacer una necesidad humana y que el mismo
puede ser provisto de manera pública o privada, siendo su factor de producción
principal el trabajo de los docentes. Entendiendo así a la educación como una
actividad productiva y si hablamos del salario docente, consideramos que ocurre lo
que según Moladori y Melazzi (2009) se conoce como “pago de la fuerza de trabajo
por debajo de su valor”. Esto significa que el salario establecido no corresponde con la
cantidad y calidad del trabajo realizado, lo que trae como consecuencia un descenso
en el nivel de vida de los trabajadores/docentes, un deterioro de las condiciones
laborales, precarización y desprofesionalización. Esta es una forma en la que el
capitalista o en este caso el Estado, aumenta el plusvalor o plusvalía, entendida como
el valor extra que el asalariado crea por encima de su fuerza de trabajo, a favor del
capitalista. En paralelo a ello, y como otra forma de incrementar el plusvalor, se da una
inevitable extensión de las horas de trabajo, generando “mayor valor, y por lo tanto,
plusvalor absoluto” (Moladori y Melazzi, 2009). La labor docente en la que se producen
bienes y servicios, no culmina en las horas pactadas y continúa durante horas extras
(planificaciones, correcciones, proyectos, planeación de salidas didácticas, consultas
fuera del horario laboral por alumnos y equipo directivo, etc.), por el mismo salario. El
gobierno (capitalista), ahorra en capital humano al explotar a los empleados haciendo
que cumplan el trabajo que debería ser realizado por más cantidad de personal. Así,
las horas trabajadas no son equivalentes al salario y son vistas como una dádiva que
se justifica con la llamada “vocación docente”.
En comparación con otros países del mundo, los salarios argentinos representan
menos de la mitad del promedio salarial. En una investigación realizada por CEA
(Centro de Estudios de la Educación Argentina) en el año 2018 en la que se analizaron
salarios de docentes con 10 años de antigüedad, que impartían enseñanza en
escuelas primarias de distintos países del mundo, se llegó a la conclusión de que los
salarios docentes argentinos, en promedio, son inferiores a los de muchos países, tal
como se muestra a continuación:
Fuente: CEA con datos extraídos de OCDE, Panorama de la Educación 2017, páginas 392 y
444. Los datos de Argentina fueron extraídos de FMI, World Economic Outlook Database,
Ministerio de Educación, Informe Indicativo del Salario Docente, período Octubre-Diciembre
2017.
Los datos expuestos muestran que el salario anual docente correspondiente a nuestro
país se encuentra entre los más bajos de los 39 países considerados, representando
menos de la mitad del promedio salarial.
Si nos referimos al ámbito latinoamericano, y en consonancia con el autor
Morduchowicz (2004), observamos que “el presupuesto educativo en los países de
América Latina tiene un índice bajo, en comparación con otros países más
desarrollados”.
CONCLUSIONES

Luego del recorrido realizado para la elaboración de este informe, podemos afirmar
que la temática elegida posee todo un trasfondo histórico que la atraviesa. Está
inserta, además, en el centro de las preocupaciones actuales y es el resultado de un
sinfín de políticas y decisiones tomadas por los diferentes gobiernos de turno.
Asimismo, no podemos dejar pasar por alto el modo en el que influye el contexto
internacional en esa toma de decisiones, y cómo la globalización y la modernización
mundial afectan en la ejecución de políticas económicas y sociales.
Es posible visibilizar cómo el deterioro del presupuesto y la baja inversión educativa,
afectan directamente en el sueldo docente, provocando consecuencias como la
desmoralización profesional y la pérdida de poder adquisitivo.
La importancia de la educación para la evolución y el progreso de un país no se
discute, y la inversión en esta área da cuenta del valor que se le otorga para lograr el
objetivo de una nación próspera e inclusiva. Defender el sistema educativo respetando
las metas de inversión propuestas y propiciando su aumento generará un escenario en
el que las imprescindibles mejoras pedagógicas y de estructuras sean una realidad,
como así también la mejora de los salarios docentes.
Para finalizar queremos compartir una frase del economista Adam Smith, quien nos
lleva a reflexionar sobre el futuro que queremos construir para nuestro país:
“Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz, si en ella la mayor parte de los
miembros es pobre y desdichado".
BIBLIOGRAFÍA

 CALDERÓN, RÍOS ROLLA y CECCARINI (2008): Economía de la Educación.


Universidad Nacional de Cuyo.
 DVOSKIN FELDMAN (2015): Estructura productiva desequilibrada.
 FOLADORI y MELAZZI (2009): La economía de la sociedad capitalista.
 MOCHON y BECKER (2008): Economía, Principios y Aplicaciones. Cap. 1,2,9.
MCGRAW HILL.
 MORDUCHOWICS (2004): Discusiones de economía de la educación. Losada.
 SALAS VELAZCO (2009): Economía de la Educación. Pearson.

FUENTES

 ARGENTINOS POR LA EDUCACIÓN: “¿Cómo y cuánto se invierte en la


educación argentina?” Septiembre de 2019. Disponible en https://cms-
test.argentinosporlaeducacion.org/media/reports/Como_y_cuanto_se_invierte_
en_la_educacion_argentina_.pdf
 CEA (CENTRO DE ESTUDIOS DE LA EDUCACIÓN ARGENTINA.
UNIVERSIDAD DE BELGRANO. “Los salarios docentes en el mundo y en la
Argentina” Mayo de 2018. Disponible en
http://repositorio.ub.edu.ar/bitstream/handle/123456789/8655/
cea_mayo_2018.pdf
 Ley N° 26.206. Ley De Educación Nacional, Buenos Aires, Argentina, 14 de
diciembre de 2006. Recuperado de
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ley-de-educ-nac-
58ac89392ea4c.pdf
 Ley N° 26.075. LEY DE FINANCIAMIENTO EDUCATIVO. Buenos Aires,
Argentina, 21 de diciembre de 2005. Recuperado de
https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26075-112976
 MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN. Informe indicativo del salario
docente. Marzo de 2022.

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