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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RIO NEGRO

Carrera: Licenciatura en Educación

Cátedra: Análisis Institucional

Año lectivo: Primer cuatrimestre de 2022

Docente: Amilcar Salas Oroño

Estudiante: Algarbe Noelia Macarena

1er Trabajo Práctico Obligatorio


1. Significado de las “instituciones” en una sociedad: ¿Por qué podría afirmarse,
como lo hacen algunos autores, que las Instituciones son "complejas y densas en
términos de significados"?

Las instituciones, como hemos visto, forman parte de la llamada socialización


secundaria, y se encargan de crear nuevos mundos con nuevos significados para quienes
forman la sociedad. En esta sociedad, formada por la “división del trabajo y la
distribución social del conocimiento” (BERGER Y LUCKMANN, 1986), las
instituciones van esbozando versiones sobre la realidad social y formando roles que
luego se desempeñarán según la división del trabajo. Poseen un rol organizador,
moldean, influyen, determinan condiciones. Las instituciones reflejan y reproducen
modos de comportamiento social. Son fundamentales en la construcción de la identidad,
de la vida social de cada sujeto a partir del encuentro con otros. Cada institución es
capaz de transmitir leyes, comportamientos, normas, valores, reglas, costumbres,
creencias, y cierta percepción del mundo para ayudar a construir una identidad y a
regular las actividades humanas. Impregnan nuevos significados y lenguajes cargados
de subjetividades, que son de central importancia para la vida social. Abren puertas a
“submundos” que reconfiguran los establecidos en la socialización primaria. Cada
institución crea, además, sus propios símbolos o distintivos, que va utilizando a manera
de justificar ese submundo que está construyendo. Son tan complejas que adquieren
cierto poder y control en la sociedad sobre las personas, e incluso transforman los
organismos y los caracteres naturales: transforman los gestos, los modos, las formas de
vestir, de andar, de moverse, de ser. Poseen normas que van regulando los
comportamientos de las personas, y por lo tanto también tienen la capacidad de
sancionar a quienes no las cumplen, resguardando así cierta legitimidad en las
representaciones que desean transmitir. Eso que las instituciones transmiten, se
considera como “lo ya establecido” (FERNÁNDEZ, 1994), y se transforman en factores
para la reproducción en la vida social.

Resultan complejas además, dado que cada individuo proviene de una socialización
primaria diferente, con significados propios y mundos ya internalizados. Es éste un gran
desafío y requiere que las instituciones se sobrepongan con sus representaciones y
sentidos ante los mundos ya existentes. Son tan importantes para la vida social, que
incluso si un individuo no logra adaptarse a esas normas, reglas y valores, nos
encontramos frente a una “socialización deficiente” y esa persona no encaja en las
estructuras establecidas, con consecuencias negativas para su relación con el mundo.
Pertenecer a una institución es sinónimo de ser aceptado, exitoso, de corresponder con
un modo de vida y, por lo tanto, no lograr esa adhesión es sinónimo de frustración y
rechazo.

2. “…En efecto, no hay que asimilar el analizador o los analizadores a uno o a


varios individuos que servirían de “cómplices” del analista. En cambio, es cierto
que el acting-out (el “pasaje al acto”) institucional supone un pasaje a la palabra
(una provocación, en el sentido primario del término), y por consiguiente exige
la mediación de individuos particulares, a quienes su situación en la
organización permite alcanzar la singularidad de “provocadores”…”

Para analizar la frase expuesta, es necesario tener claro el concepto de analizador


institucional, en el que coindicen los autores abordados, y de los que rescataré el de
Brito (1990), cuando afirma que “el analizador es toda aquella persona, situación,
acción, que realiza una deconstrucción de lo instituido de la institución”. Lourau (1991),
por su parte, afirma que el analizador pone en tensión a los sujetos de una institución
mediante la construcción de una hipótesis y su seguido análisis valiéndose de ciertos
instrumentos que lo ayudarán a revelar la realidad. A esto último, Brito le llama
deconstrucción de lo que se encuentra en una institución instalado como natural y que
los mismos miembros desconocen. Cada institución tiene un “estilo” que es considerado
natural por sus integrantes. Son las formas que tiene cada establecimiento para
reaccionar o actuar ante determinadas situaciones o problemas, son formas de mirar el
mundo y la realidad, formas de relación entre las personas, de producir significados.
También incluye en el estilo las maneras de distribuir el control, el poder y el
conocimiento, las maneras de evaluar e incluso la forma en que se manejan las
emociones.

Para poder desenmascarar lo institucional y las relaciones que los individuos establecen
con las instituciones, es que los analizadores utilizan ciertas estrategias. Como primera
instancia construyen hipótesis de lo que se quiere analizar estableciendo relaciones entre
el problema y su contexto, y luego ponen en marcha una serie de instrumentos y
conceptos que servirán de ayuda en el análisis.

Uno de ellos, es el concepto de “provocación emocional” al cual refiere Lourau (1991),


en la que el mismo analista, desviantes (“quienes hablan por los demás del grupo, les da
la palabra o sirven como caja de resonancia” y que son una amenaza para el análisis) o
dirigentes provocan un “acting-out” o actuación desplazando lo instituido, causando lo
que se conoce como “contra-transferencia institucional”. Esto ocurre por varios
motivos. Hay quienes consideran algunos aspectos institucionales como negativos y por
ello se los intenta disfrazar. También ocurre por la imagen negativa que puede tener la
institución a cerca de los analizadores o por los prejuicios sobre su función. Por ello, es
necesario que el analista sea consciente de que está interviniendo en un grupo que ya
posee ciertos significados y valores, y que en él, resulta un extraño. Otro aspecto que
influye es que el analista es pago por el cliente y allí pueden darse diferencias o ideas
contrapuestas. Asimismo, no deja de ser un experto con un título, y esto le otorga cierto
grado de legitimidad. También es importante conocer el tipo de demanda que la
institución realiza al analizador, y con qué finalidad lo hace o lo auto-concibe. Puede
suceder que quien solicite el servicio sea un dirigente o directivo y esto no sea aceptado
por los demás trabajadores de la institución. En base a este panorama, el analista
establecerá su estrategia de intervención. También puede suceder que se perciba al
análisis como una especie de búsqueda de errores o de culpables, y esto afecte en la
transferencia institucional. El autor considera que esta percepción es incorrecta y que no
debe darse por hecho que los analizadores cuenten con quienes participen como
cómplices, aunque también es cierto que en el citado “acting-out” participan otras
personas a modo de provocadores en la situación de análisis.

Entre las dificultades con las que se encuentra un analizador, Fernández (1994)
menciona otras como el hecho de que los miembros del establecimiento muestren
resistencia a conocer ciertos datos o nieguen información con el propósito de cuidar la
idiosincrasia o el estilo institucional. La forma en la que el analista se implica con la
institución y sus connotaciones emocionales para con ella, también interfieren tanto en
las intervenciones al analizar como en las interpretaciones del material recaudado.
BIBLIOGRAFÍA

 BERGER P. Y T. LUCKMANN (1986): La construcción social de la realidad


(Cap. III). Buenos Aires: Amorrortu.
 BRITO, M (1990) Introducción al Análisis Institucional. Tramas, 1, pp. 121-
157.
 FERNÁNDEZ, L (1994) Instituciones Educativas. Buenos Aires: Paidos.
Capítulo II.
 LOURAU, R. (1991). El análisis institucional .Buenos Aires: Amorrortu.
Capítulo VII

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