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Van Gogh

en la Puerta de la Eternidad

Muchos de nosotros nos dejamos llevar por las opiniones, por la sociedad, las
circunstancias o los problemas que vivimos dejando de lado nuestros sueños y
metas, esta película nos va a
enseñar a ser como Van Gogh, que
siguió su vocación a pesar de todo, y
cuando pintaba era feliz. ¿Cuántos
de nosotros seguimos nuestra
verdadera vocación?

Vincent van Gogh fue un pintor


holandés postimpresionista, decidió
ser pintor cuando tenía 27 años y
siempre quiso reflejar la vida en sus
obras. Extrañamente, contrario a la angustia que se guardaba en su ser, las obras
que dejó al mundo son llenas de una energía expresiva tal que fue capaz de unir a
la humanidad con una nueva forma de plasmar la realidad de las imágenes.

Su carrera en el mundo artístico estuvo marcada por los lugares donde vivió y
trabajó. Su mundo era una realidad trastornada. Esa cabeza traicionera, que
parecía más bien un vaivén de sentimientos, creó escenarios nunca soñados en
los que confluían perfectamente retratos
de seres humanos agobiados por el
olvido y el infortunio, pero representados
con llamativos colores. Tal vez era un
espejo de sí mismo, de su propia
desgracia, de sus propios delirios, de su
inspiración, pero sobre todo de su propia
miseria. Durante sus últimos años era sólo un cuerpo que divaga por el mundo,
mientras su mente emprendió hace mucho tiempo un viaje sin retorno. Su memoria
naufragó en sus propios recuerdos. Nunca pudo superar el estado de melancolía y
soledad en el que se encontraba.
Prueba de ello es que perdió una
oreja y también la cabeza. Éste es
precisamente uno de los episodios
más conocidos en su vida. Por
causa de una de sus tantas
traiciones mentales, en 1888
Vincent Van Gogh se paró frente a
un espejo y se cortó la oreja
derecha de un solo tajo. Luego,
según cuentan los historiadores,
tomó un trozo de papel, envolvió la
oreja y la dejo a la entrada de un
prostíbulo.

Es increíble pensar como


actualmente si Van Gogh estuviera
vivo sería uno de los hombres más
ricos del mundo, sus cuadros que en
vida no le dieron el valor que merecían en la actualidad se venden a precios
impresionantes que solo multimillonarios pueden pagar, personas que no se dan
cuenta que adquirieron valiosas obras de alguien humilde y con una vida tan dura
como la de Van Gogh.

Van Gogh sufría de padecimientos mentales, eso es un hecho, pero esa misma
“locura” lo hizo querer pintar y pintar, y perfeccionarse y observar la luz, los
amaneceres y la naturaleza con otros ojos y lograr esos cuadros que nadie más
lograba y pues sí, hay que reconocer que un gran artista necesita un toque de
locura. Se puede interpretar que el sacerdote que sale en la película es el pensar
de la época, donde todo se juzga, no hay empatía, lo económico es lo primordial y
no hay una luz de humanidad en las personas.

En síntesis, Van Gogh tuvo una vida breve y muy trágica, llena de amarguras,
malos momentos, frustración y locura lo llevaba a actos descontrolados; su arte no
fue reconocido en su momento y eso no lo desalentaba, fue una persona que
nunca se rindió y dejo así un gran legado artístico que persiste hasta la actualidad,
solo la muerte lo hizo rico porque esos cuadros hoy valorizados en más de 80
millones fueron hechos por un hombre sumido en la pobreza.

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