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2023
Part of the American Material Culture Commons, History of Art, Architecture, and Archaeology
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Nebraska - Lincoln. It has been accepted for inclusion in Tejiendo imágenes. Homenaje a Victòria Solanilla
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La cerámica ecuatoriana del periodo Formativo.
Las culturas Valdivia, Machalilla y Chorrera
Resumen
Nos proponemos en este artículo hacer una reflexión sobre la cerámica que se produjo durante el periodo Formativo o
Preclásico en el área andina septentrional (3500-500 a.C.). En especial, sobre las figuras de cerámica que se desarrollaron
en las culturas del país que hoy denominamos Ecuador, principalmente las pertenecientes a los yacimientos de Valdivia,
Machalilla y Chorrera. Asimismo, trataremos de establecer las oportunas comparaciones con las que se dieron en las tie-
rras del antiguo México, como es el caso de las pretty ladies o mujeres bonitas que tan abundantemente salieron en las ex-
cavaciones del yacimiento de Tlatilco. Sin olvidarnos tampoco de su posible utilidad o funcionalidad ritual, casi siempre
relacionada con el culto a la fertilidad, tanto agrícola como humana. El trabajo se complementa con breves comentarios
sobre las piezas de alfarería que se dieron en estas culturas, sus tipologías y técnicas decorativas.
Abstract
256
In this article we propose to reflect on the pottery produced during the Formative or Preclassical period in the northern
Andean area (3500-500 BC). In particular, on the ceramic figures that were developed in the cultures of the country we
now call Ecuador, mainly those belonging to the sites of Valdivia, Machalilla and Chorrera. We will also try to establish
the appropriate comparisons with those found in the lands of ancient Mexico, as is the case of the pretty ladies or pretty
women that came out so abundantly in the excavations at the Tlatilco site. Nor should we forget their possible use or ri-
tual function, almost always related to the cult of fertility, both agricultural and human. The work is complemented with
brief comments on the pottery pieces produced in these cultures, their typologies and decorative techniques.
De entrada, hay que señalar que la mayoría de los ame- Ecuador, e incluso hay testimonios de la misma en las zo-
ricanistas coinciden en afirmar que el periodo Formativo nas más alejadas de la región amazónica. Veamos, pues, la
de la costa ecuatoriana es uno de los más antiguos de toda primera de estas culturas.
la América precolombina, y, en especial, el de la provincia
del Guayas y el de sus zonas aledañas, donde se asiste al
perfeccionamiento de las técnicas agrícolas y al desarrollo La cultura Valdivia
de los grandes poblados sedentarios del Nuevo Mundo.
Esta cultura toma su nombre del yacimiento del mismo
Es más, los especialistas no dudan en señalar que hubo
nombre, donde se han descubierto una gran cantidad de
culturas tan sobresalientes como las de Valdivia, Machali-
restos de cerámica de una gran calidad técnica y también
lla y Chorrera, estando, esta última, atestiguada tanto en
estética. De hecho, todo parece apuntar que las técnicas
la franja costera como en las tierras altas de la sierra del
doi: 10.32873/unl.dc.zea.1425
Publicado en Tejiendo imágenes. Homenaje a Victòria Solanilla Demestre, ed. C. Simmons Caldas y M. Valls i García (Lincoln, Nebraska:
Zea Books, 2023). http://digitalcommons.unl.edu/tihvsd
J O S É L U I S PA N O G R A C I A , L A C E R ÁM I C A E C U AT O R I A N A D E L P E R I O D O F O R M AT I V O
de la cerámica surgen en tierras americanas de un modo la producción de una de las cerámicas más tempranas y,
súbito y sin antecedentes conocidos en las costas del país sobre todo, más sofisticadas de todo el continente ameri-
que actualmente denominamos Ecuador, o, para ser más cano. Unas cerámicas, en definitiva, de las que existen ex-
exactos, en las zonas antes citadas y en unas fechas que, celentes ejemplos en el Museo Nacional del Banco Central
según las últimas excavaciones efectuadas en el yaci- del Ecuador (Quito), pero también en el Museo de América
miento valdiviano de Real Alto, se pueden situar en el (Madrid) o en el Museu Etnològic i de Cultures del Mòn.
año 3545 a.C. El mérito de ello se atribuye a la cultura
Valdivia, aunque para explicar el nacimiento de su pro-
ducción cerámica, que por el momento sigue teniendo la Las «Venus» de Valdivia
data más antigua de todo el continente americano, cabría
De la cultura Valdivia, cuyos primeros restos materiales
recordar aquí algunas de las hipótesis que sobre este par-
se remontan al IV y III milenio a. C., destaca sobre todo la
ticular se han vertido a lo largo del tiempo.
producción de unas figurillas de cerámica que surgen en
Así, en la década de los años sesenta, los arqueólogos es- torno al año 2500 a. C. –en sustitución de otras más anti-
tadounidenses Clifford Evans y Betty Meggers, junto con guas de piedra– y que casi siempre suelen representar a
el ecuatoriano Emilio Estrada (el descubridor de esta cul- mujeres desnudas, motivo por el cual han recibido de los
tura en el sitio epónimo), señalaron las semejanzas forma- arqueólogos el calificativo de «Venus» [fig. 1]. La mayo-
les y técnicas que existían entre la cerámica del yacimiento ría de estas figuras son macizas y tienen un tamaño bas-
ecuatoriano de Valdivia y las piezas de la cultura japonesa tante diminuto, a lo sumo de 10 ó 12 centímetros de altura,
de Jōmon, además de tener contextos culturales semejan-
tes (E. Sánchez, 1992). Esta última cultura estaba situada en
la isla de Kyūshū y constituida por grupos de pescadores
que, favorecidos por las corrientes marítimas del Pacífico,
pudieron llegar de un modo fortuito hasta las costas ecua-
torianas, quizás empujados por un tifón y salvando una
distancia de 8.200 millas náuticas (J. Alcina, 1971). La dis-
tancia es tan enorme que ha constituido el talón de Aqui-
les de esta teoría, aunque tampoco cabe descartarla, como
se demostró en 1980 con la embarcación japonesa Yasei-go
III, que con medios de navegación primitivos llegó a Gua- 257
yaquil en 105 días (J. Errázuriz, 2000).
aunque ocasionalmente se observa la existencia de piezas ser enterradas en los campos de cultivo y que de este modo
de un formato mayor y con la característica de ser hue- sirvieran para defender y aumentar la productividad de las
cas. Dentro de estas últimas las hay incluso que presentan cosechas (J. Alcina, 1987). Sin olvidarnos tampoco de que
el vientre abultado –semejando un embarazo– y con una algunas de estas obras se puedan relacionar también con
piedrecilla o semilla en su interior que, cuando la figuri- el uso de ciertas drogas que se mastican o que se inhalan,
lla se mueve, actúa a modo de sonajero, y de hecho se ha según ya escribieron Holm y Crespo (1981), y, en especial,
señalado que podrían representar diferentes etapas del ci- cuando estas figuras tienen una cavidad en su parte supe-
clo vital de la mujer, desde la adolescencia hasta el emba- rior que pudo servir para inhalar alucinógenos, o cuando
razo (R. Matos, 2015). tienen el carrillo de la cara abultado, caso de la figurilla de
Chacras (Manabí), en una clara alusión a la iconografía tan
Pero en ambos casos, tanto si las piezas son macizas como
habitual en el mundo precolombino a la hora de represen-
huecas, su ejecución es bastante estereotipada y ofrece los
tar al mascador de coca. Cabe recordar que las hojas de esta
siguientes rasgos formales:
planta, al mezclarlas en la boca con lejía, cal o cenizas, li-
● Los cabellos suelen estar resueltos a base de finas inci- beran el alcaloide de la cocaína, produciendo un efecto di-
siones o imitando, en algunas ocasiones, la forma de un namógeno y, a dosis elevadas, alucinógeno.
casco pulido y brillante, mientras que las hay también
que llevan en sus cabezas zonas depiladas o rasuradas
(C. di Capua, 2002). Parece, dada su volumetría, como Los recipientes cerámicos
si llevaran grandes «pelucas», que además se despren-
En los yacimientos de la cultura de Valdivia se han descu-
den con facilidad de las figuras. Existen también figuri-
bierto también abundantes piezas de cerámica, como ja-
llas bicéfalas, como las que luego se comentarán en las
rros, cuencos y vasijas, que están ejecutadas en su mayo-
culturas preclásicas del valle de México, y que resultan
ría con un dominio técnico bastante correcto, aunque sin
de una difícil interpretación.
excesivas complejidades desde el punto de vista tipoló-
● Los rasgos faciales están resueltos de una manera muy es- gico. La decoración es por el contrario más variada, a base
quemática, mediante la técnica del punzonado: dos rayas de motivos incisos, excisos, modelados y estampados, y su
horizontales para las cejas, dos puntitos para los ojos y principal valía estriba en su fina terminación y en poseer
un pequeño triángulo para la boca; esto es, sin ir más allá unas superficies muy bien pulimentadas. Por lo demás, in-
en la representación de la expresividad, que no es posi- teresa resaltar la existencia de unas vasijas que muestran
258 ble plasmarla en un espacio compositivo tan pequeño. unas paredes de unas tonalidades negruzcas, que fueron
La cultura Chorrera
Es la cultura de una dispersión más amplia en el territorio
ecuatoriano, constituyéndose en el antecedente de las ul-
teriores manifestaciones culturales, que son propias ya del
periodo de Desarrollo Regional (500 a. C.-750 d. C. aprox.).
Más que de una simple cultura, dotada de una fuerte je-
rarquización social, los especialistas en el tema hablan de
un «horizonte cultural chorrera», ya que este pueblo se ex-
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tendió no solo por la costa del Ecuador sino también por la
sierra de este país, e incluso hay testimonios de la misma
en las zonas más alejadas de la región amazónica. De tal
manera que se puede afirmar que entre los años 1500/1200
y 500 a. C. hubo una cultura Chorrera, o por lo menos un
«estilo» artístico que comprendió casi toda la superficie del
país que hoy llamamos Ecuador, o por decirlo con palabras
textuales de Hernán Crespo Toral (1976): «Es la cultura ne-
tamente ecuatoriana, la más extendida y la iniciadora de
rasgos que evolucionaron posteriormente hacia otras cul- Fig. 3. Figura femenina tipo «mate». Cultura Chorrera.
turas más modernas del país. Guarda relación con Meso-
américa y con Chavín, pero es suficientemente autóctona
para afirmar que es el núcleo de la nacionalidad ecuato- la realización de su zona delantera, o bien por la introduc-
riana». Palabras que adquieren una gran valía al prove- ción de la volumetría y de la pintura sobre sus superficies.
nir del que fue el primer director del Museo Nacional del Se consiguen, así, unas piezas de una gran belleza, aunque
Banco Central del Ecuador (Quito). muestran casi siempre las mismas características formales:
La evolución de la cerámica
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(2500-1200 a. C.), se asiste al establecimiento en la zona
de unas poblaciones sedentarias que ya estaban organi-
zadas en pequeñas aldeas, al mismo tiempo que fue en
esta época cuando comenzaron a fabricarse unas piezas
de cerámica que, en un primer momento, eran toscas y
de un acabado áspero, aunque con unas cronologías que
se remontan al año 2300 a. C., pudiendo servir de refe-
rencia las que se produjeron en Tehuacán (Puebla). En las
siguientes etapas del Preclásico, las aldeas se fueron ha-
ciendo cada vez mayores, y en sus enterramientos apare-
cen numerosas figurillas de barro y abundantes piezas de
cerámica. Asimismo, en el Preclásico Tardío (400 a. C.-1
d. C.), ya se pude hablar de obras arquitectónicas de gran
envergadura, como el templo en el Cerro del Tepalcate,
que se viene datando hacia el 450 a. C., y como el asenta-
miento de Cuicuilco, donde se estima que la primera ocu-
pación humana tuvo lugar hacia el 1200 a. C., aunque con
Fig. 6. Figura femenina. Tlatilco.
el transcurso del tiempo se convirtió en un importante
centro urbano, donde además se erigió la pirámide ho-
mónima. Pero, al margen de estos restos arqueológicos, destacan las llamadas pretty ladies o ‘mujeres bonitas’ [fig. 6],
veamos cuáles fueron las manifestaciones cerámicas que que solían acompañar a los cadáveres en los enterramien-
se dieron en estas culturas del valle de México. tos y que, por lo tanto, revelan la creencia en un «más allá»
mejor. En su mayoría, muchas de estas figuritas proceden
del que fue gran poblado de Tlatilco (nombre que significa
Figurillas de arcilla ‘lugar donde están escondidas las cosas’), siendo éste un
Precisamente a un nivel agrícola que no fue tan desarro- yacimiento arqueológico que está situado al NO de la ac-
llado como el que alcanzaron los hombres de Cuicuilco, per- tual Ciudad de México y que se ha datado entre los años
tenecen un sinnúmero de figurillas de barro, entre las que 1450 y 500 a. C. Y, en efecto, tan solo aquí, en Tlatilco, se
T E J I E N D O I M ÁG E N E S . H O M E N A J E A V I C T ÒR I A S O L A N I L L A D E M E S T R E
● Por último, el artista centró toda su atención en la zona Fig. 7. Figura bicéfala. Tlatilco.
frontal de la obra, mientras que en la parte posterior
apenas insinuó la anatomía del personaje.
Sobre ellas se ha dicho que el hecho de poseer unas cade- Ahora bien, al tratar de precisar un poco más el posible
ras y unos muslos tan desarrollados les confiere un carác- significado de estas representaciones femeninas, que para
ter de culto a la fertilidad; pero, y esto es muy importante, Piña Chan (1955) indicarían la preponderancia de la mu-
de un culto a la fertilidad tanto humana como agrícola, jer en la sociedad o incluso la existencia de clanes matrili-
dado que son el producto de una sociedad que estaba ba- neales, nos encontramos con una gran variedad tipológica
sada en el cultivo de la tierra, una idea ya la hemos co- de figuras, tal y como si el artista copiara lo que estuviera
mentado en la cultura Valdivia. Se cree, en definitiva, que viendo con sus ojos, aunque a grandes rasgos se constata
muestran la preocupación del ser humano por el misterio la existencia de dos tipos de figuras: las que responden al
de la fecundidad, bien de la mujer, bien de los campos de modelo de gruesas carnes, grandes pechos y formas rotun-
cultivo (al igual que sucedía en las culturas neolíticas del das; y las que poseen una silueta más estilizada, con un
Oriente Próximo). Todavía más, Laurette Séjourné (1984) canon más armonioso y con unos pechos más pequeños.
piensa que estas figurillas simbolizarían al maíz –la planta Es muy probable, por tanto, que el primer modelo sea la
mágica por excelencia de Mesoamérica– y que, en conse- imagen de la mujer casada, o, mejor dicho, de la madre, y
cuencia, serían el primer atisbo de una divinidad agrícola; que el segundo sea el arquetipo de la muchacha joven que
además, y dado que existen también figuras bicéfalas todavía no ha sido fecundada. Y fue precisamente a estas
[fig. 7], como en Valdivia, para esta autora es posible que últimas figuras, mucho más bellas y gráciles, a las que los
representen las espigas dobles de maíz. En cambio, José arqueólogos les pusieron el nombre de pretty ladies o ‘mu-
Alcina (1991) ve en estas iconografías bicéfalas una pri- jeres bonitas’, un término con el que luego se designó a to-
mera alusión a la idea de la dualidad que está en la base de das estas estatuillas (P. Westheim, 1987).
todo el sistema religioso mesoamericano, o quizás, como Pero, además de estas iconografías femeninas, también se
indica Patricia Ochoa (2004), que estas figurillas represen- han encontrado representaciones masculinas de un gran
ten las etapas de la fertilidad tanto de la naturaleza como interés, como es el caso de chamanes, bailarines, jugado-
del cuerpo femenino. res de pelota o niños del tipo denominado baby face (‘cara
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