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2. Criterios objetivos:
Centran su atención en los fines socio-económicos considerados por el legislador al
sancionar las normas, o a la violación de los fines del derecho. Se trata de comprobar
si el sujeto al ejercer su derecho se ha desviado de los objetivos que la norma tuvo en
miras al sancionar el derecho.
a) Ruptura del Equilibrio: La teoría se centra en el mantenimiento de los intereses en
conflicto. De dos intereses que están en juego, el del sujeto del derecho y el de la
víctima del ejercicio, es socialmente útil y necesario que ambos sean protegidos, pero
es socialmente imposible que a los dos se los mantenga intactos. Comienza entonces
la necesidad de equilibrarlos. Si en un momento dado la lesión del interés del
perjudicado parece más grave, desde el punto de vista social, que el interés del sujeto
del derecho, hay ruptura del equilibrio que merece la intervención de la justicia en
favor del interés amenazado.
Crítica: Es una doctrina de difícil aplicación, en virtud de que siempre resulta
necesario el sacrificio de uno de los derechos para mantener el equilibrio. Al mismo
tiempo la doctrina resulta ser una suma de varios otros criterios.
b)Sistema funcionalista o del Fin económico y social del derecho: Esta doctrina
considera que los derechos subjetivos deben ser ejercidos sin contrariar su destino
económico social, para no caer en ejercicio abusivo. Es el criterio del código ruso.
Crítica: no explica cuál es el momento que debe computarse. Si se trata del fin que el
legislador tuvo en miras cuando consagró el derecho o el que conviene asignar
actualmente al derecho, teniendo en cuenta las transformaciones que se presentan en
la sociedad. Esta posición supone interpretar la voluntad del legislador, pero hay que
recordar que una vez sancionada la ley, ésta se independiza de su autor, parecería
entonces que hay que atender a los fines actuales, a éstos se debe adaptar el ejercicio
del derecho. Resulta ser una doctrina conservadora, pues estanca la reforma de las
leyes, dejando en manos del juez la evolución jurídica, el margen de apreciación
judicial se hace más extenso con lo que se teme caer en arbitrariedad.
c) Ejercicio del derecho contrario a su espíritu: Criterio sostenido por Josserand.
Según este autor el acto abusivo es el contrario al objeto de la institución, a su
espíritu y a su finalidad. Lo llama “motivo legítimo”.
Esta doctrina substituye la idea del legislador por la del ideal colectivo del momento.
Esta tesis ha merecido apoyo jurisprudencial. El texto del artículo 1071 expresaba el
criterio finalista que se explicaba diciendo que los derechos tienen su espíritu, que es
la razón por la cual la ley los ha reconocido. No tiene diferencias substanciales con la
doctrina del fin económico y social del derecho.
d) Sistema del Ejercicio incompatible con la regla moral: Criterio también receptado
por la ley17.711 cuando consideraba ejercicio abusivo “el que exceda los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres”. Las tres pautas tienen
un fundamento ético. En cuanto a la buena fe, la norma coincide con la pauta
interpretativa prevista en el artículo 1198 del Código Civil derogado.
Spota ha sostenido que para decidir cuando existe violación a la buena fe el juez debe
preguntarse cual es la conducta media socialmente obligatoria que de acuerdo con las
circunstancias debe observar el contratante.
Las buenas costumbres son la moral dominante, alude a la forma de pensar del
hombre medio decoroso. Este criterio ha sido reiteradamente receptado por la
jurisprudencia como pauta para caracterizar al abuso del derecho.
3. Criterios mixtos
Juntan ambas orientaciones y admiten el ejercicio abusivo por una u otra causa, o
bien agregan a esas pautas principios generales que limitan el obrar como el de la
moral, buena fe y buenas costumbres.
Los autores que aceptan la teoría consideran que en cada caso concreto los jueces
podrán investigar si el ejercicio del derecho tiene racionalidad. En realidad la
jurisprudencia nacional registra muy pocos casos en los que se haya valido de uno
solo de estos criterios o pautas expuestas. Siempre se hace mención a varios de ellos,
valorando una serie de circunstancias que completadas unas con otras llevan el ánimo
del juzgador a considerar la necesidad de aplicar la teoría de que se trata.
El nuevo CCyC introduce el ejercicio abusivo del derecho en el Art. 10. Abuso del
derecho. El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación
legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio
abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del ordenamiento
jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres. El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio
abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si correspondiere, procurar la reposición al
estado de hecho anterior y fijar una indemnización.
El art. 10 del CCyC conserva el criterio amplio, el que se desglosa en tres supuestos:
a) cuando contraría la buena fe,
b) cuando afecta la moral y
c) cuando contraviene las buenas costumbres.
Si bien la Comisión no dedica una referencia expresa a estos dos últimos conceptos, el
tono impreso al Título Preliminar, a través de la aludida distinción entre derecho y ley,
la sujeción de ésta a aquél o la consideración de los principios, valores y de los
tratados de derechos humanos como fuentes y criterios interpretativos, dan cuenta de
ello.
Vamos a analizar entonces ¿qué es la buena fe? La buena fe es un concepto
esencialmente ético, que ha sido receptado en las costumbres de los pueblos, desde la
antigüedad, cobrando vigencia a través de las ciencias morales, e incorporado al
Derecho, a través de toda su evolución.
Dos acepciones se han dado de la buena fe: la buena fe creencia y la buena fe
probidad.
-La buena fe creencia resultaría de cierto estado psicológico y de una convicción
sincera del espíritu, que deberá estar fundada con moderada razonabilidad, y no en el
simple creer candoroso. Es una firma persuasión sobre la legitimidad con que se
adquiere y mantiene una determinada situación jurídica.
-Por su parte, la buena fe probidad es la conducta en el obrar, el proceder recto y leal,
sin engañar a nadie y sin intentar perjudicar, descartando también hacer uso de los
derechos o facultades con extremo o innecesario rigor, de modo tal que pueda surgir
de este obrar un daño injusto respecto de la otra parte o de un tercero.
El art. 9° del CCyCN regula la buena fe como principio general aplicable al ejercicio de
los derechos, lo que luego se complementa con reglas específicas aplicable a distintos
ámbitos, por ejemplo, en materia de contratos, se establece en el Capítulo 1 de las
disposiciones generales, en el art. 961 que los contratos deben celebrarse,
interpretarse y ejecutarse de buena fe. Obligan no sólo a lo que está formalmente
expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en
ellos, con los alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante
cuidadoso y previsor, por ejemplo, mantener informada a la otra parte sobre las
circunstancias que puedan incidir en el cumplimiento de las obligaciones a cargo de
cada uno de los contratantes, aun cuando ello no hubiera sido expresamente
enunciado en el contrato que los vincula. Existe un deber básico de colaboración y de
prevención entre las partes.
En cuanto a la referencia de la moral, el ordenamiento jurídico no requiere
únicamente de la legalidad y de la eficacia social, sino, además, de la corrección
material, evidenciada, básicamente, a través del resguardo de los derechos
fundamentales de las personas a través de principios morales básicos.
Se asociada a esa corrección material, la referencia a las "buenas costumbres",
como señala Aristóteles, aquella que permite alcanzar la "vida buena", es decir, la vida
conforme a la razón.
Ejemplo de lo dicho, lo tenemos en la disposición de los derechos personalísimos
(como se verá en el art. 17) a que no sea contrario a "la ley, la moral y las buenas
costumbres"
A su vez, el criterio específico, vinculado a la naturaleza del derecho de que se trate,
se diluye en la referencia a los "fines del ordenamiento", a raíz del deliberado
propósito de prohibir todo vínculo con el sentido que tuvo el legislador en miras al
crear dicho derecho. Esta nueva fórmula, demasiado amplia u holística, permite tener
una visión actual y evolutiva del ordenamiento jurídico.
El art. 10 regula"situación jurídica abusiva", definida como "el resultado del
ejercicio de una pluralidad de derechos que, considerados aisladamente, podrían no
ser calificados como tales". Lorenzetti nos brinda un ejemplo de esto a través de los
contratos de consumo (adquisición de propiedades en condominios administrados,
tiempo compartido, etc.) se está ante actos masivamente celebrados en los que la
"creación de grupos de consumidores tiene un efecto preciso que es la conformación
de un mercado cautivo". A su juicio, "cuando este contexto es creado por el autor
para desnaturalizar, obstaculizar o impedir el ejercicio" de la capacidad de elección de
sus integrantes se está ante una situación abusiva, de modo que si bien "el ejercicio
en principio no está afectado", "el resultado práctico final es que por obra del contexto
se produce la lesión".
En la parte final del artículo señala las funciones que se le asignan al juez:
a) preventiva o precautoria , en tanto debe arbitrar medios tendientes a evitar los
efectos del acto o de la situación antifuncional;
b) restauradora o de recomposición al estadio previo al ejercicio abusivo del acto o
situación, en la medida en que fuera posible, y
c) indemnizatoria o resarcitoria.
Como expresa Borda, opinión seguida por la doctrina mayoritaria , "el acto abusivo
acarrea la responsabilidad civil de su autor por los daños y perjuicios causados,
incluido no solo el daño material, sino el moral". Estas tres funciones están también
previstas, a fin de proteger la materia ambiental (Const. Nac., art. 41 y ley 25.675,
art. 4º).
V. Nuevas figuras