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Una leyenda no nace, las circunstancias en el camino son las que lo forjan, cuentan la
historia que ya hace algunos años existió un príncipe el cual vivía casado con una hermosa
doncella, ambos vivían felices en el centro de San Salvador, hasta que un día el ruido de una
horda enfurecida, perturbo su tranquila existencia, nadie sabía por qué y menos esperaban lo
que les acontecería, el príncipe estaba siendo perseguido por unos enemigos de su padre,
fueron en busca de ambos, los golpearon, humillaron y por ultimo asesinaron a su esposa,
todo estaba claro, lo que buscaban era hacer sufrir a aquel hombre, por el simple hecho de
ser hijo del rey, que cobarde seres aquellos, capaces de cometer cualquier barbarie solo por
ira y venganza.
Posterior al incidente, el príncipe logro reponerse a los cuantos meses, lloro la perdida
de su amada, más sin imaginarse que aún le faltaba una nueva batalla; la luna ascendía al
cielo en una noche hermosa, el príncipe la contemplaba enamorado mientras un sueño
profundo invadía su ser cayendo rendido en aquel edredón blanco que cubría su cama; a la
mañana siguiente su sorpresa fue inmensa, la primera imagen vista una cola peluda, una nariz
alargada y cuatro patas, susto inmenso se llevó al darse cuenta que ya no era un hombre sino
ahora un lobo, ¿que había ocurrido esa noche?, nadie lo sabía, pero su instinto animal le
inducia a mantener la calma, respirando a fondo pudo observar una nota al pie de la cama:
Después de tal conversación violenta, dando vuelta el lobo se dispuso a entregarse para
enfrentar el destino que merecía, mientras que a sus espaldas el anciano mostro su verdadera
forma, transformándose en aquella persona que había lanzado el maleficio; la suegra se
encontraba con su yerno, en la cual había hecho surgir un aire de perdón al ver semejante
acto de valentía de aquel príncipe convertido en lobo, - Despierta ya. Grito la mujer, haciendo
aparecer al príncipe de nuevo en su cama, asustado con sus manos tocaba su rostro llorando
de alegría, - He vuelto a ser yo, gracias suegra mía que me ha vuelto a mi día, prometo
buscarte de nuevo para darte las gracias por brindarme el perdón de lo que paso a tu hija.
Fueron las palabras de aquel príncipe que se levantaba de la cama decidido a emprender un
nuevo viaje FIN.