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Cuenta que el carro de la muerte aparecía durante las noches y anunciaba la muerte de
alguna persona. También cuentan que se parqueaba frente a las casas y se llevaba al
fallecido.
Después de un largo y arduo día de trabajo en el campo, Mario se dirigía a su casa en la
ciudad. Ya casi anochecía y caminaba de prisa. Poco antes de llegar a su casa escuchó el
sonido de un carruaje muy cerca, lo que era muy normal en aquella época, pero este sonido
era diferente, sintió mucho temor. Corrió y decidió esconderse en el parque, detrás de los
árboles.
El sonido del carruaje se escuchaba cada vez más cerca, pero a la vez daba la impresión de
que nunca llegaba y la espera se hacía interminable.
Sin darse cuenta, Mario pasó la noche en el parque. De repente, despertó por el frío que
sintió y recordó lo ocurrido la noche anterior y en ese momento pensó que temerle a un
carruaje había sido algo absurdo. Se levantó y fue a su casa.
Los días pasaron y Mario no podía olvidar lo ocurrido, así que decidió contárselo a un
amigo.
Al escucharlo el amigo también le compartió lo que contaba la gente al respecto. “Dicen
que por las noches se escuchaba a un carruaje ir a toda velocidad y que iba recogiendo a la
gente que moría, era conocido como El Carruaje de la Muerte”. Al finalizar el relato
añadió: “Posiblemente todo esto es un invento de la gente, no hay que hacer caso”.
Mario no se quedó tranquilo y junto con su amigo decidieron esperar esa noche, al carruaje
y así confirmar si los rumores eran ciertos.
Se encontraban en parque bajo la noche fría y solitaria cuando comenzaron a escuchar el
sonido de un carruaje. Poco a poco pudieron verlo, cada vez más cerca. Y en efecto, se
trataba de un carruaje negro, tirado por caballos negros y con un conductor vestido
completamente de negro.
Igual que la primera vez, el carruaje tardaba en llegar hasta donde ellos se encontraban.
Cuando por fin el carruaje estaba frente a ellos, el conductor los observo fijamente y ambos
hombres se desmayaron. A la mañana siguiente, despertaron de frío y desde entonces, tanto
Mario como su amigo, se esconden donde pueden cada vez que escuchan el sonido de un
carruaje, sobre todo por las noches.
LA LLORONA
La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca de sus hijos.
Cuenta la leyenda que era una mujer de sociedad, joven y bella, que se caso con un hombre
mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no
tenia fortuna.
Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y " escalar alturas ",
trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que
sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas,
para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.
Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que
la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio.
Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar
y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo
murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus
hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus
muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para
mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de
paseo al río de los pirules. Los ishtos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre
los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa a las voladas, como si trajera
gran prisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma
guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se
estaban ahogando.
Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el
agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían
muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el
diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas
habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río
y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.
Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de
ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y
cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán
mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la
veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y
gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que
con alaridos buscaba a sus hijos.
Las mujeres cerraban las ventanas, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se
le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían
grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido
de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose
los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de
Aguascalientes que daba al río pirules.
Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas, dio un ultimo grito de
tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje.
CUENTO DE LA GRAN MAGIA DEL GRAN VIENTO XOCOMIL
Bastó una mirada de fuego y sus corazones trepidaron al mismo son.
Aquella noche, siguiendo el murmullo de la voz del viento emprendía el viaje Utzil,
príncipe cakchiquel,apuesto mancebo, valiente guerrero, sin más avíos que su arco y la
misión de glorificar a su pueblo: con sus flechas, desgranar una mazorca haría mientras
ésta en el aire estuviese suspendida, ritoque en honor a Tohil1 celebraban los quichés.
Días de fatiga y soledad soportó durante la travesía. Dirigió sus pasos hacia Quiscap, un
cristalino riachuelo, pues la sed malograr los designios delos dioses urdía. ¡Oh infortunio!
de aquellas aguas limpias y frescas no quedaba más que lodo fétido y nauseabundo;
aquel hombre que jamás había llorado ese día dejó caer una lágrima de desesperación
yansiedad más amarga que las flores de pito.
Desplomado sobre la tierra, de cara al cielo, un dulce y apacible sueño le envolvía. Fue
entonces cuando apareció Chamalcan2 llevando un ánfora preciosacuyo contenido era un
delicioso líquido blanquecino y aromado el cual le hizo beber hasta la última gota.
Despertóse poseído de una fuerza y de un poder extraño y decidió continuar su éxodo.
Entrematorrales escuchó un lamento quejumbroso y triste, era un pobre caimán que como
él horas antes moría de sed. Compadecido Utzil, le tomó en sus brazos depositándolo
luego en las aguas del charco lodoso,las que al instante se tornaron azules y cristalinas
creciendo de forma inusitada.
Llegó entonces a Kumarkaaj3,oró al dios del Sol y encaminó sus pasos al Palacio del Ajau
Porón4 su corazón seexcitaba al pensar en su amada Zacar, princesa quiché, la más
bella de las orquídeas que brotan en los chaajs5 quicheleros.
Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba.
Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un
hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba
con su guitarra de plata, frente a su ventana.
Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando
en momento de volverlo a escuchar. Ese hombresito la había embrujado.
Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para
poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al
convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música.
Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes.
Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilisa. Su cuerpo fue llevadola
casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran
dolor llagaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para
llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros "
Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: "estoy al
mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mi".
Toda la gente lloraba al ver sus sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se
ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce canto: "corazón de palo
santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te quiera tanto?"
Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.
EL HOMBRE DEL MAS ALLA
El alba rayaba de lila y palorrosa los volcanes en el horizonte de la ciudad, en los arboles y arbustos
de las plazas del Teatro, de la Victoria, y en las plazuelas de los templos, cabeceaban miles de
pajaros, el fresco de aquella mañana era intenso, sobre la calle del Angel, en la Fonda del Calvario,
sentado frente auna mesa de pino, tiritando de pesadumbre y sudando soledades, un hombre
joven, profundamente demacrado, bebia en un pequeño vaso de herradura a su lado, un perro
negro se dejaba acariciar una oreja de manera descuidada, las puertas de la fonda, recien abiertas
al frescor de la mañana, permitieron a la claridad colarse en su interior. Tullido de frio, el hombre
se restrego las manos, engullo un trago mas y saco del bolsillo interno de su raido saco unas
zapatillas de ballet que en un tiempo fueron rosadas, y ahora estaban lustrosas de tantas caricias,
las contemplo, las beso y las acario, con espero por largos minutos, las dejo sobre la mesa de pino
y extrajo luego un papel escrito, lo desdoblo con ternura y cuidado y lo leyo.
Al punto, silenciosas lagrimas bajaron de puntillas de su rostro, enjuto, barbado y sucio, gruesos
sollozos que se ahogaban antes de salir, sacudian su arrugada frente, sus ojos, rojos de insomio,
llenos de dolor, devoraban una a una las palabras escritas en el papel, el hombre dejo de leer y
bebio un trago mas, guardo con cuidado la carta y las zapatillas, de pronto salio hacia la calle, y el
perro lo esperaba en la banqueta de piedra, al advertir su presencia el hombre emprendio camino
rumbo al sur por la calle Real, los ojos de fuego del perro y sus pisadas como casquitos de cabra lo
guiaban, puesto que apenas podia alzar los pies, dos ancianas de mengala y rebozo de seda, en
espera de la misa de seis, se arremolinaban en la entrada del atrio de San Francisco,como retazos
quebrados del dia, mientras, de la Calle real emergio un hombre joven arrastrado los pies, y detras
un perro negro, cuando llegaron a las gradas del atrio, el perro se acurruco entras las piedras, el
hombre paso sobre el con dificultad y se interno en la iglesia.
-Jesus¡- exclamo, una de las ancianas al ver pasar al hombre, ya se dio cuenta nia Maria, como
puso el trago al Andres? -Ay, si¡ que pena, nia Nela, si tan inteligente que era ese muchacho, pero
le digo que desde hace un tiempo lo veo muy mal. esta como si se lo estuviera ganando el
Cadejo¡-- ay callese, nia Maria, por Dios.-
Desùes de sacudirse en la penumbra las solapas del saco y temblando de frio por el malestar,
Andres del Alba se encamino a la capilla de la Virgen de los Pobres, conmovido por el silencio del
lugar y aplastado por su pèsar nop encontro los hilos para enebrar palabras y dirigirse a la Virgen,
se quebro en sollozos y en rios de lagrimas que llenaron de desolacion aun mas su corazon
acongojado.
Desde lo mas profundo de su afliccion, saco furzas y animo, extrajo la carta y las zapatillas de su
saco, las acaricio y beso con ternura, como si se arrancara parte de si mismo, las deposito entre los
piegues del manto de la Virgen y abandono el templo, el perro negro que habia permanecido
acurrucado en las gradas del atrio se sacudio y camino tras el borracho.
A la Cachajina, fonda del barrio del SAntuario de Guadalupe, entro Andres del Alba, desde el
rincon donde se sento, podia observar el transitar de carruajes, por la calle de la Floresta,
sombreada por añosas jacarandas, cuyas hojas verdes se fundian con la polvorienta calle, mientras
Andres pedia una cuartita, de aguardiente blanco, el perro negro se echo a sus pies protegiendolo,
como si no la quisiera soltar, Andres lo contmeplo con afecto, con voz calida le murmuro-sos mi
unica compañia, perro negro........chucho negro que no tenes nombre.
Desde el momento en que me quede solo en el cementerio aquel terrible dia, no te has separado,
me has seguido siempre, perseguiste a los ladrones que me quisieron atacar y has dormido
conmigo en la interperie, te confieso que al principio, cuando me seguiste me asustaron tus ojos
de fuego y ese olor a azufre, pero me has ayudado tanto que ya no me molestas, sos el unico que
conoce mi dolor y lo comparte¡ Andres siguio bebiendo, la pesadez de sus pensamientos lo
agobiaban, su corazon no albergaba tranquilidad, sino una espantosa desolacion, asi sin sentirlo,
se sumergio, en el recuerdo, sin poder evitarlo a Andres del Alba la evocacion se le enredo en las
pestañas y lo arrastro en un torbellino que no pudo controlar, con desesperacion lo volvio a vivir
todo de nuevo. Se encontro a si mismo en la modesta casa de San Pedro las Huertas, en las
afueras de la ciudad de la mano de su madrina Luisa Aguilar, recordo con angustia su orfandad y la
soledad infinita que desde niño le invadio todos los poros, se sonrio con dulzura al evocar el dia en
que su madrina lo llevaba al colegio de San Buenaventura para aprender musica con el maestro
Ignacio Saenz, al principio no le agrado y preferia jugar con los demas niños, pero cuando el
maestro Saenz lo llevo por primera vez a la iglesia de la Merced para que moviera
acompadasamente el fuelle del organo, se fascino tanto al escucharlo tocar, que estudio con
mayor entusiasmo, recordo que tiempo despues, el intendente del Teatro Colon, se entero que
dominaba el arte de la musica, entonces lo llamo, para que en las noches de agala formara parte
de las comparsas de ahi que participara como esclavo egipcio en Aida, cortesano del Duque de
Mantua en Rigoletto y otras operas, que no decir de las zarzuelas, donde recordaba haber sido
figurante en multiples obras sus recuerdos lo llevaron a la representacion de Fausto, por primera
vez en el Colon, como podria olvidarlo, si fue ahi cuando comenzo todo, cuando comtemplo por
primera vez a Olimpia danzando en el papel de Cleopatra, lo recordaba tan bien, quedo
enamorado deaquellos enormes y claros ojos verdegris, de aquel rostro encantador, de su gracia
para danzar y expresar en movimiento todo tipo de sentimientos y entonces, le escribio versos.al
concluir la representacion aquella noche, Andres, lleno de emocion, habi corrido desde los
camerinos hasta la alameda del Teatro Colon, a cortar flores de azahar y se las habia entregado a
Olimpia, junto con un poema, en aquellos momentos, mas que nunca recordaba la intensidad de
la mirada con que Olimpia lo habia recompensado, pero a cambio de sus flores y poemas que le
admitia, Olimpia le entragaba madejas de silencio, Andres se llego a convercer que sin ser
rechazado, nunca seria correspondido, su unica esperanza era la certidumbre de verla en ensayos,
y representaciones del teatro, solo entonces tenia la sensacion de ser feliz, a Adnres se le acumulo
aun mas la pesadumbre en el alma al evocar el momento en que se entero que Olimpia ya no
bailaria, porque se encontraba muy enferma, y su derrumbe espiritual fue total cuando le
revelaron que Olimpia no podia danzar jamas, recordaba con amrgura esa tarde del mes de
septiembre cuando Olimpia puso en sus manos una carta unas zapatillas, no le alcanzria la rena del
desierto para contar las lagrimas derramadas desde entonces, por eso se las ofrecio a la Virgen de
los Pobres, como ultimas ofrendas. Creyo reconocer el timbre de un organo, en la opera Fausto
advirtio con asombro que el personaje de Margarita encerraba los finos rasgos de su amada
Olimpia, sin poder sostenerse de pie, desesprado Andres vio hacia la calle y se froto los ojos, al
frente de la fonda, surgiendo de un arbol la figura de una mujer se filtro ante el, en sus manos
estrujaba una carta y un par de zapatillas, no puede ser exclamo- esa mujer no se ha robado las
cosas que le deje a la virgen de los pobres, se parece tanto a Olimpia- llamandola a voces se
precipito fuera de la fonda-olimpia¡ olimpia¡- Oliiiiiimmmmmmmmpiaaaaaa¡ el perro negro que
habia permanecido hasta entonces echado a sus pies sin moverse se levanto al oirlo gritar y se le
acerca a la puerta, con sus ojos de fuergo lo vio, correr y perderse en el polvo de la calle de la
Floresta, tropezando con las raices expuestas de los arboles, luego el animal dio una vuelta y
haciendo resonar los cascos de sus patas se perdio en la penumbra de la fonda como un suspiro,
solo un reguero de azufre quedo en el resquicio de la puerta.
LA NIÑA DEL DIA DE FINADOS
LA NIÑA DEL SIA DE FINADOS
Desde el siglo XIX, en el atrio de la Catedral de la ciudad de Guatemala sucede un misterioso
evento que se repite año con año desde esa época. Se aparece una dama vestida de negro, de
aspecto frágil y delicada figura. Quien cruza su mirada con la de ella, puede percibir en sus ojos
una profunda angustia. Se le ve antes del último toque para la misa de las seis de la tarde, en la
puerta principal de San Sebastián. Hay quienes aseguran que se le ve también para la tradicional
visita de sagrarios en Semana Santa.
Es un misterio para todos el descubrir algo que revele la identidad de esta dama, hasta que llega el
día en que ella decide tener un acercamiento con esa persona que ha seguido sus pasos para
pedirle un favor. A cambio, ella entrega siempre una cadena de oro y un papel con la dirección de
su domicilio para poder retribuir el favor que le han hecho.
Cuentan algunos que quienes han llegado a la casa de esta niña, se han vuelto locos por la mala
jugada que les ha hecho el destino, al revelarles que el alma de esta ilusión de mujer descansa en
paz desde hace mucho tiempo en alguna tumba del Cementerio General, y que es precisamente el
Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos cuando se celebra el aniversario de su muerte.
Si alguna vez te encuentras por la calle una dama vestida de negro el Día de Finados, no permitas
que su personalidad misteriosa te cautive, porque puede llegar a impresionarte lo que descubras…
Texto tomado de: Celso Lara. La niña del Día de Finados. Colección Magia y Misterio de
Guatemala. Prensa Libre y Empresa Eléctrica de Guatemala.