Composición literaria
a partir de títulos de obras de
Gabriel García Márquez
Docente:
ORLANDO VILLANUEVA MARTINEZ
Doctor en Historia
Profesor Titular facultad de Ingeniería
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2020
El Pirata en Aguas del Amor
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- Buenas don Ramiro, dicen las malas lenguas que usted da las crónicas y
reportajes cuando el periódico no lo hace.
- ¿Qué le digo yo? Mucho se habla de mí, pero yo hablo mucho más de ellos.
¿qué lo trae por aquí joven Edward? ¿acaso quiere escuchar los doce cuentos
peregrinos?
- Uh no señor, eso déjelo para la mala hora, yo vengo a preguntarle ¿qué paso
esta mañana, a quién secuestraron?
- Primero respóndame usted joven Edward: ¿Cómo se cuenta un cuento?
- Dejé los rodeos señor Ramiro y la bendita manía de contar para otro menos
sagaz.
- Tampoco se ponga bravo don Edward, ¿Qué quiere que le cuente?
-Don ramiro ¿a quién secuestraron ayer?
-Me extraña que no lo sepa joven Edward, pues a su querida, a la señorita Forbes.
- ¡¿Cómo?!
- Sí, ayer unos piratas atracaron en el puerto y asaltaron el pueblo, la joven lleva
en ese barco de endemoniados ya una noche, ojalá este bien.
Edward sintió como hervía su sangre, del amor y otros demonios.
-Joven Edward no se desespere- me dijo don Ramiro, yo salí del bar como alma
que lleva el diablo, tenía los ojos de perro azul, solo pensaba en ella, no hallaba
que hacer en mi corazón experimente cien años de soledad en tan solo un
segundo.
Esto era definitivamente el amor en tiempos de cólera, no sabía cómo actuar ni
hacia donde ir me temblaban las piernas sudaba frío que sería de mi amada
Isabel, si esos hombres le hacían algo les daría una paliza que no podrían vivir
para contarla.
Me arme de valor y fui corriendo hasta el pueblo, allí indague en el puerto
principal, efectivamente en ese lugar estaba el barco pirata que ondeaba su
oscura bandera.
Como mi abuelo lo menciono era muy poco lo que sabía leer, sino hubiera sido por
mi Isabel que me enseño algo de lo que era leer y escribir no habría sido capaz de
esa noche sobrevivir.
Llegué hasta ese barco no había ni Dios ni ley, habían arrasado con todo, la noche
anterior, el motivo del secuestro de Isabel era que el capitán de esta nave quería
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subyugar al gobernador Robert, quien era el padre de la mujer que me quitaba el
sueño, aunque sabía que no era de los amores del gobernador decidí ir y ofrecer
mi ayuda, corrí y golpee durante varios minutos la puerta del palacio, nadie salió.
Cuanto estaba ya para marcharme, el gobernador hablo desde el balcón:
- ¿Qué busca joven? ya Isabel no está, ya les pertenece a esos sucios piratas,
nunca cederé ante sus chantajes.
-Pero señor Gobernador es su hija ¿qué clase de ser humano es usted? -le
respondí.
- ¡Sí!, lo es y la amo, incluso más que usted, si es que alguien tan inferior puede
saber qué es eso, pero el bien común supera este sentimiento primitivo-dijo don
Robert.
-Por arrogante está solo y vacío, ni aunque llegar a tener todo el poder sobre el
mundo sería capaz de un solo instante ser feliz – vocifere.
Decidí ir solo a enfrentarme a los piratas, comencé a gritar en frente de la nave,
forme un gran barullo yo solito, me metí al barco repartiendo golpes a diestra y
siniestra, sin embargo, era un iluso, basto con el negro que hizo esperar a los
ángeles me mandara a mi infierno de un solo sopetón.
Cuando desperté estaba amarrado al mástil, me dolía todo, de pronto se me
acerco el terrible dueño de la embarcación apodado el coronel y en tono de
interrogación me dijo:
- ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí?
-Vengo por mi amada y ni usted ni nadie me detendrá – temblaba de miedo en
cada palabra.
-Me respondió con tono burlón: ¿usted cree que una dama como esas fijaría en
usted?
Bajé la cabeza y pensé rápidamente que debía hacer, como todo pirata su
debilidad debía ser el dinero, que obviamente yo no tenía, pero mi tío que ya
estaba viejo… sí; solo había una forma de liberar a Isabel y era entregando todo lo
que poseía mi tío que me había criado, claro que estaba dispuesto a darlo todo
por ella.
En tono arrogante respondí:
-Aunque me vea así mal trecho tengo mucho dinero y lo daré todo por esa mujer.
El coronel me miro y dijo: sí es tanto como dice puede reclamar a su mujer.
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-Yo no cabía del gozo, entregué todo lo poco que tenía por ella, pero cuando la
liberaron, me miró con despreció, en realidad solo me había embaucado para un
día quedarse con lo que era de mi tío, ya no existía ningún interés por mí.
En este momento me sentí como la diatriba de amor contra un hombre sentado:
monologo de un acto, ardía mi alma, todo mi amor se consumía en llamas de
desesperación.
El coronel viendo semejante espectáculo mando asesinar a Isabel y a mí; a ella
por ser un ser tan despreciable y a mí por ser alguien tan débil, cuando la espada
acabo con la vida de ella, pensé, que bueno es no volver a imaginar a Isabel
viendo llover en Macondo, la espada ahora se aproximaba a mí ya estaba
resignado a recibir la muerte, pero de la nada surgió una mujer del navío y grito
-no lo mate recuerde que el coronel no tiene quien le escriba, la increíble y triste
historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada se dibujaba en su ojos,
era la mujer más hermosa que había visto, Isabel ya no existía.
Odie y ame a esa mujer al instante no quería morir, aunque sabía que lo merecía,
le había quitado todo el fruto del trabajo a mi tío y la mujer que amaba había
muerto.
Sin embargo, esos ojos le dieron luz a mi vida, incluso pensé en algún día luchar
por un país al alcance de los niños, me enliste en este barco desde el cual escribí
tanto tiempo, tenga claro que yo no vengo a decir un discurso, sino a relatar como
una mujer nos hace mal y otra nos hace luchar.
A medida que viví en este barco me fui enamorando más de ella, era todo lo que
soñé, quizás un poco más, pero como pirata me oculte y mimetice tan bien que la
aventura de Miguel Littin, clandestino en chile no era nada, no tuve una esposa
falsa, sino miles de amantes para complacerme, al fin o al cabo era un pirata.
Pero esto no es de contar la memoria de mis putas tristes, sino de cómo en una
noche de dura batalla que suelen haber en el mar caribe se formó un motín dentro
del navío yo comande la rebelión después de tantos años en el mar ya quería
descansar al lado de mi amor que no valoraba, me encanto cuando andaba de
viaje por los países socialistas, pero ya no más.
Es así como con mi espada atravesé al coronel, convirtiéndome en el general, sin
saber que el general y su laberinto estarían por acabar, después de esa noche
quise llevar a toda mi embarcación a puerto seguro, pero no lo logre, sino que
encallamos y quedamos a la deriva, no obstante, varios pudimos sobrevivir y mi
amada Katherine y yo fuimos unos de aquellos que vimos la luz nuevamente.
Hoy me encuentro a la orilla del mar en el mismo lugar donde sentí esa vieja
hojarasca contemplado desde el palacio el verano feliz de la señora Forbes,
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dejando el amargo amor y las oscuras historias que viví desde ese día, lo que un
día fue para mí el rastro de tu sangre en la nieve, hoy es mi felicidad gracias
aquella mujer que no dejo que con una espada dieran fin a mi vida.
Pero como negar que hay días que extraño cuando era feliz e indocumentado,
ahora solo me queda ver a chile, el golpe y los gringos, mientras que cuento esta
historia como el relato de un náufrago, que llora en los funerales de la mamá
grande, ahora me despido dejando esta historia con mi puño y letra, pero no crean
que esta es la única historia de Edward Teach.