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"EL CÓNDOR QUE SE LLEVÓ A UNA MUJER - LEYENDA DE BOLIVIA, PERÚ, CHILE,

ECUADOR Y COLOMBIA"

Hace mucho tiempo, en un poblado, vivía una hermosa cholita que era hija de una familia
próspera. Todas las mañanas se dirigía a pastorear a sus ovejas. Cerca de ese pueblo,
había un cerro donde habitaba un cóndor que, al ver a la cholita, quedó prendado de su
belleza. Así, salía todos los días a verla y se quedaba flotando en el cielo. Hasta que un día,
decidió que ella sería para él.

En uno de esos días, la cholita salió como siempre a pasear sus ovejas. Y para
entretenerse, se puso a tejer. Cuando de repente, un hombre se le acercó diciéndole:
"pastorcita, ¿por qué estás tan sola? ¿No quisieras jugar?". "No puedo porque estoy
tejiendo, si tú quieres, espera que termine", contestó la cholita.

El hombre, que no era hombre porque era un cóndor con figura de hombre, el mismo que la
miraba todos los días desde las alturas, se puso a su lado a esperarla. La cholita, después
de un largo rato, terminó de tejer y se dispuso a jugar con ese hombre tan simpático.

El hombre se puso muy contento porque la pastorcita estaba cayendo en la trampa y le


propuso jugar a cargarse para ver quién corría más distancia. La pastorcita aceptó y se
subió a la espalda del hombre. Rato después, se subió el hombre sobre la espalda de la
pastorcita, y así estuvieron jugando largo rato.

Pero el hombre no tenía buenas intenciones, porque lo que verdaderamente quería era
llevársela y casarse con ella. En medio del juego, cuando le tocó el turno a la pastorcita de
subirse a la espalda del hombre, éste comenzó a correr muy rápido. Y cuando había
alcanzado mucha velocidad, se convirtió en cóndor, emprendiendo vuelo hacia las peñas
más altas donde el pájaro tenía su cueva.

Cuando la cholita estaba en la cueva del cóndor, se puso muy triste porque ese no era el
lugar para que vivan las personas. Además, tenía mucho frío y no tenía qué comer. Pero el
miedo más grande era que el cóndor quería casarse con ella. Pero ¿cómo casarse con un
cóndor? Esta era la idea que la desesperaba y la cholita lloraba pensando en lo lejos que
estaba de su familia y su comunidad. Lloraba porque nadie la podía ayudar.

El cóndor trataba de hacerse amable y atenderla de la mejor manera. Le llevaba mucha


comida, pero siempre era comida cruda y carne podrida. La cholita insistía en que el cóndor
le trajera mejor comida y que ella solo comía algo cocido. Pero después de algunos días
tenía tanta hambre que aceptó comer la carne cruda.

Los días pasaron, la carne cruda fue haciendo efecto en la cholita, le empezaron a salir
plumas. La pastorcita se estaba convirtiendo en cóndor. Muy triste, la cholita veía que cada
día que pasaba le salían más plumas. Recordaba a sus padres y a su hermano, y se ponía
a llorar.

A pesar de los esfuerzos del cóndor por hacerla feliz, ella quería volver a su hogar, pero por
la altura en la que se encontraba, nadie podía socorrerla.

Un día, en lo alto de las montañas, se encontraba volando un picaflor. Quien, escuchando


los sollozos de la joven, se acercó para preguntar el porqué de su tristeza. Ella le contó todo
lo que le había pasado y la desdicha que eso le causaba.

Entonces, el picaflor, teniendo compasión, le dijo que iría donde su familia para contar el
lugar donde se encontraba cautiva. Mientras tanto, sus padres no paraban de llorar de pena
y de buscarla desde el día de su repentina desaparición.

Fue allí donde el picaflor les dijo que su hija se encontraba en lo más alto de las montañas y
que era prisionera del cóndor de los Andes. Los padres de la joven, ya de muy avanzada
edad, le pidieron a su hijo que pudiera rescatar a su hermana.

Entonces, el joven le pidió al picaflor que lo guiara hasta la cueva del cóndor. Rápidamente
emprendieron la difícil travesía y, llegando a los pies del cerro, el joven gritó: "¡Hermana, no
te preocupes, yo te rescataré de allí!".

Reconociendo la voz de su hermano, la cholita rápidamente le hizo señas desde las alturas.
Su hábil hermano ató varios pedazos de cuerda para formar una cuerda más larga. Cuando
la tuvo lista, la arrojó hacia la cima de la montaña. La cholita descendió por la cuerda y
abrazó a su hermano mientras lloraba de alegría.

Sin embargo, su hermano se sorprendió al notar que a su hermana le habían salido plumas
de cóndor. Pero no le preguntó nada porque lo que más importaba es que la había
rescatado y ahora juntos podían volver a su pueblo junto a sus padres.

Al regresar a su casa, a lo lejos vieron a sus padres que estaban ansiosos de recibir a sus
dos hijos. Los jóvenes corrieron a su encuentro. "Papá, mamá, estoy de vuelta, no saben
cuánto los extrañé", dijo la cholita que no paraba de llorar de alegría.

Tanto la cholita como su hermano tenían mucha hambre, así que su madre les dio quinoa y
charque para que comieran. Todos conversaban muy contentos hasta que una sombra
cruzó el campo. Era el cóndor que volaba en lo alto del cielo, buscando a su amada
pastorcita. Quería recuperarla para llevársela a vivir con él.

Al darse cuenta del peligro, el joven tomó a su hermana y la escondió dentro de un cántaro
negro, que tapó con una manta. El cóndor voló toda la tarde sobre la casa en busca de la
pastorcita, pero no logró verla. Al gran pájaro le dio tanta pena que no pudo contener sus
lágrimas. Sentía tanta tristeza, pues la amaba de verdad.

Desilusionado, regresó hacia las montañas. Mientras tanto, el joven, viendo que el peligro
había pasado, rápidamente fue a avisar a su hermana: "Ya puedes salir, el cóndor se ha
ido". Pero nadie contestó. Extrañado de la situación, el joven sacó la manta e inclinó el
cántaro para mirar más de cerca.

Lo que vio era tan increíble que se quedó mudo del asombro. Su querida hermana se había
transformado completamente en un cóndor. La cholita, convertida en un cóndor, miró con
ternura a su hermano y elevando la vista al cielo, divisó al cóndor que había vuelto a
buscarla.

La cholita movió las alas y emprendió el vuelo. Se reunió con su compañero y juntos volaron
hacia las montañas de los Andes para comenzar una nueva vida juntos.

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