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OIT 1
Por
joseluis.gil@uah.es
RESUMEN: Una vez ratificados y publicados en el Boletín Oficial del Estado, los convenios de
la OIT forman parte del ordenamiento jurídico interno, y se relacionan con las leyes nacionales
mediante el principio de competencia, no de jerarquía. Pese a sus peculiaridades, los convenios de
la OIT gozan de carácter self-executing, si establecen reglas claras y precisas. La jurisprudencia,
que no es fuente del derecho en el ordenamiento jurídico español, es un medio apropiado para
aplicar los instrumentos de la OIT. El juez nacional goza de gran flexibilidad cuando aplica los
principios generales del derecho extraídos o inspirados en los instrumentos de la OIT. Los jueces y
tribunales también pueden aplicar las reglas claras y precisas que establezcan los convenios de la
OIT. Junto a supuestos de aplicación secundum o praeter legem, en que el juez o tribunal aplica
los principios o reglas que contienen los convenios de la OIT, de conformidad con los principios y
derechos fundamentales que protege esa organización, o para colmar las lagunas del
ordenamiento jurídico, cabe también una aplicación o jurisprudencia contra legem, cuando los
instrumentos de derecho internacional del trabajo contienen reglas de aplicación directa que sean
contrarias a lo dispuesto en la ley nacional, sea anterior o posterior a la fecha de entrada en vigor
del convenio. En definitiva, puede haber supuestos de aplicación del instrumento de la OIT según,
al margen o en contra de la ley nacional, que producen un reforzamiento, una ampliación o
extensión o, en fin, una corrección de la ley nacional. En un Estado material de derecho, los jueces
y tribunales deben ejercer con independencia y libertad de criterio las facultades que derivan de la
reserva de jurisdicción, y pueden llevar a cabo un control de convencionalidad o compatibilidad de
la ley interna con los tratados internacionales, que se traduzca en la inaplicación o desplazamiento
de la ley interna que invade el ámbito competencial del convenio de la OIT, al empeorar el
estándar mínimo que establece, pero sin incurrir en un uso alternativo del derecho o en una
jurisprudencia guiada por prejuicios ideológicos.
SUMARIO: Introducción.- I. Los instrumentos de la OIT como fuentes del ordenamiento jurídico
interno: 1. Incorporación.- 2. Relación con las demás normas.- II. Los instrumentos de la OIT a
través de la jurisprudencia: 1. Principios.- 2. Reglas.- III. Conclusiones.- IV. Bibliografía.
ABSTRACT: Once ratified and published in the Official State Gazette, ILO Conventions form
part of the domestic legal order, and are related to national laws through the principle of
competence, not hierarchy. Despite their peculiarities, ILO Conventions are self-executing if they
lay down clear and precise rules. Case law, which is not a source of law in the Spanish legal
system, is an appropriate means of applying ILO instruments. The national judge enjoys great
flexibility when applying the general principles of law drawn from or inspired by ILO instruments.
Judges and courts can also apply the clear and precise rules laid down in the ILO conventions. In
addition to cases of secundum or praeter legem application, in which the judge or court applies the
principles or rules contained in ILO Conventions in accordance with the fundamental rights
protected by the ILO or to fill gaps in the legal system, there may also be contra legem application
or case law, when international labour law instruments contain directly applicable rules that are
contrary to the provisions of national law, whether it predates or post-dates the date of entry into
force of the Convention. In short, there may be cases of application of the ILO instrument according
to, outside or contrary to national law, which result in a reinforcement, a broadening or extension or,
finally, a correction of national law. In a substantive rule of law, judges and courts must exercise
with independence and freedom of judgement the powers deriving from the reservation of
jurisdiction, and may carry out a control of conventionality or compatibility of domestic law with
international treaties, resulting in the non-application or displacement of domestic law that
encroaches on the competence of the ILO Convention by lowering the minimum standard it
establishes, but without engaging in an alternative use of the law or in case law guided by
ideological prejudices.
SUMMARY: Introduction.- I. The ILO instruments as sources of the domestic legal system: 1.
Incorporation.- 2. Relationship with other norms.- II. The ILO instruments through jurisprudence: 1.
Principles.- 2. Rules.- III. Conclusions.- IV. Bibliography.
INTRODUCCIÓN
2 Cfr., para mayores detalles, Valticos (1970: 143 ss), OIT (1998 y 2019), Arias (2002 y 2009),
Servais (2011: 68 ss), Maupain (2012) y Gil (2015a y 2018). Las recomendaciones actúan
generalmente como guía, aclaración u orientación para la interpretación del contenido de los
convenios, o como complemento de estos, aunque en ocasiones se aprueban por la falta de la
mayoría suficiente de dos tercios para la aprobación del convenio, o como instrumento con vida
propia, a veces como primer paso para la aprobación posterior de un convenio, como la
Recomendación nº 198 sobre la relación laboral. A diferencia de los convenios, que son normas
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vinculantes para los Estados que los ratifican, las recomendaciones son simples propuestas sin
fuerza de obligar, según el artículo 19.6 b) de la Constitución de la OIT de 28 de junio de 1919,
aunque pueden operar a modo de interpretación auténtica de los convenios, ilustrando plenamente
sobre su contenido real (STS de 26 de diciembre de 2001, RJ 2205/2002, y 11 de marzo de 2002,
RJ 4682).
3 Art. 19 de la Constitución de la OIT.
4 Art. 19.2 de la Constitución de la OIT. Cfr. Valticos (1970: 220 ss), Fernández Pons (2010b),
Martínez Barrabés (2010), Bonet (2010), Servais (2011: 45 ss) y OIT (2019) acerca de la
elaboración de los convenios y recomendaciones internacionales del trabajo.
5 Sobre las obligaciones de los Estados miembros en cuanto a los convenios y recomendaciones,
cfr. el art. 19, párrafos 5 y 6, de la Constitución de la OIT, y, en la doctrina, Maupain (2012: 7). El
art. 19.7 de la Constitución especifica las obligaciones de los Estados federales.
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instrumentos, sobre todo los de índole técnica6. También ha influido otra circunstancia.
Si, durante décadas, los instrumentos internacionales más importantes en materia laboral
eran los que adoptaba la OIT, por tratarse de una organización especializada que actúa
en el plano universal, hoy en día, en países como España, el derecho que procede de la
Unión Europea constituye la fuente más asidua e incisiva de aprobación de normas de
origen internacional en el campo social.
Con todo, la situación ha empezado a cambiar en los últimos años7. En cuanto
instrumentos de derechos humanos, ciertos convenios fundamentales de la OIT poseen
una relevancia particular. Por otro lado, el compromiso del Estado de respetar un umbral
mínimo de protección puede verse comprometido con la tendencia a supeditar el derecho
a la economía, en un contexto de mayor interdependencia o de crisis. Así, en algunos
aspectos, las últimas reformas laborales para hacer frente a la globalización y luchar
contra la crisis financiera y económica, impuestas o sugeridas por ciertas organizaciones
internacionales, y llevadas a cabo al margen del diálogo social, suscitan serias dudas de
adecuación a los instrumentos de derecho internacional del trabajo y, en particular, al
concepto de trabajo decente que promueve la OIT, ya sea por la vulneración de alguno
de los preceptos de los convenios de la OIT, o por apartarse de las recomendaciones y
buenas prácticas que sugiere esa organización para conseguir una globalización
equitativa y buscar el mejor modo de superar la crisis económica sin vulnerar los
derechos de los trabajadores8. De ahí el papel relevante que pueden desempeñar los
jueces y tribunales, en cuanto piedra angular del Estado de derecho, en la aplicación de
los instrumentos de derecho internacional del trabajo, como último baluarte o recurso
frente a la veleidad del legislador.
6 Cfr. Gonzàlez de Rivera (2015: 281 ss) y, en general, Javillier (2007) y Beaudonnet (dir.) (2009:
37 ss) acerca de los obstáculos jurídicos para la aplicación de las normas internacionales del
trabajo.
7 Cfr. Leary (1982), Bronstein (1995), García Perrote (1997), Díaz Barrado (2003), Thomas, Oelz
y Beaudonnet (2004), Von Potobsky (2004), Beaudonnet (2005, 2006 y 2010), Menéndez y Ceinos
(2007), Beadonnet (dir.) (2009), Fernández Pons (2010a), López, Caruso, Freeland y Stone (coords.)
(2011), Akandji-Kombé (2012), Thomas (2012), Alfonso Mellado (2015), Gonzàlez de Rivera
(2015), Maneiro (2015) y Falguera (2016) y, asimismo, los números 112 y 117, de la Revista del
Ministerio de Empleo y Seguridad, publicados en 2014 y 2015, y dedicados de forma monográfica
a la aplicación de los convenios ratificados por España. En general, cfr. Valticos (1955, 1964, 1970:
187 ss, 495 ss y 508 y 509, y 1977), con cita de otros autores. Cfr. también el comentario de
González Velasco (1975), acerca de los problemas que planteaba, antes de la entrada en vigor de
la CE, la vigencia de los convenios de la OIT, y Galiana (1979), sobre la vigencia en España de los
tratados internacionales de carácter laboral; Hartka (1990), Jackson (1992), Sandholtz (2015), Sloss
y Van Alstine (2015), Aust y Nolte (eds.) (2016) y Ammann (2020), acerca de la aplicación de los
instrumentos de derecho internacional por los jueces nacionales; Comisión Internacional de Juristas
(2009), sobre los tribunales y la exigibilidad legal de los derechos económicos, sociales y culturales, y
Alfonso Mellado (2014), Akandji-Kombé (2014b), Salcedo (2016) y Alzaga (2020), sobre la
aplicación de la Carta Social Europea por los órganos jurisdiccionales internos.
8 Cfr. Gil (2017b y 2020a).
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El artículo, que pretende analizar el modo en que los jueces y tribunales nacionales
aplican los instrumentos de la OIT, se divide en dos partes. La primera estudia los
instrumentos de la OIT como fuentes del ordenamiento interno (1), y la segunda, los
instrumentos de la OIT a través de la jurisprudencia (2).
1.1. Incorporación
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la adopción del tratado por el Estado español se produce con la prestación del
consentimiento del Estado español, cuya manifestación compete al rey, según el art.
63.2 CE, de acuerdo con la Constitución y las leyes. La intervención del rey en estos
términos se corresponde así con los actos de sanción y promulgación de las leyes. De la
adopción por el derecho español y del contenido del pacto, da fe la publicación obligada
del tratado en el Boletín Oficial del Estado, a partir de la cual las normas contenidas en el
mismo se tienen por existentes en el plano interno y comienzan a ser obligatorias y
vinculantes para los ciudadanos, autoridades y tribunales. Así pues, con la publicación,
sin más requisitos, los tratados entran a formar parte del ordenamiento jurídico interno.
Sin analizar ahora en detalle cuestiones tales como si el sistema español es monista,
o contiene elementos del sistema dualista13, o qué sucede si se ratifica el tratado, pero
no se publica en el Boletín Oficial del Estado14, basta con indicar que, en España, en
cuanto tratados internacionales, los convenios de la OIT forman parte del ordenamiento
interno una vez se hallan ratificados y publicados en el Boletín Oficial del Estado15. En
principio, los sistemas formalmente monistas dejan, a priori, un ámbito mayor al derecho
internacional, porque no exigen una recepción formal, aparte de la publicación. En
realidad, el monismo y el dualismo son modelos teóricos que no se encuentran, como
tales, en la práctica. Por eso, deben entenderse, no como conceptos doctrinales, sino
como técnicas de integración del derecho internacional en el derecho interno. El requisito
derecho internacional. Tal fue el caso, por ejemplo, durante muchos años, de la Carta Social
Europea revisada, de 1996, que España firmó el 23 de octubre de 2000, pero no ha ratificado
hasta el 17 de mayo de 2021: cfr. “España ratifica la Carta Social Europea Revisada”, 17 de mayo
de 2021, en
https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/exteriores/Paginas/2021/170521-
carta-social.aspx (9 de junio de 2021) y “España ratifica la Carta Social Europea Revisada y acepta
el sistema de reclamaciones colectivas”, 17 de mayo de 2021, en
http://www.exteriores.gob.es/RepresentacionesPermanentes/ConsejodeEuropa/es/Noticias/Pagina
s/Articulos/20210517_NOT1.aspx (9 de junio de 2021). El instrumento de ratificación de la Carta
Social revisada, con la declaración específica de adhesión al procedimiento de reclamaciones
colectivas, se ha publicado en el BOE de 11 de junio de 2021, y entra en vigor el 1 de julio de
2021.
15 Arts. 1.5 del Código civil y 96.1, inciso primero, de la CE.
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los particulares y la administración, así como aplicarlo de oficio los órganos jurisdiccionales, lo que
da lugar a una entrada en vigor sui generis del convenio.
22 Sobre el decreto, cfr. Herrero (1972) e Yturriaga (1974).
23 Para Herrero (1974: 97 y 98), “el nuevo título preliminar del Código civil no ha hecho más que
consagrar en forma de ley lo que venía siendo práctica constante en España: la recepción
automática y la jerarquía supralegal de los Tratados”. También González Campos (1977: 131),
nota 205, señala que cabe hablar de un rango supra-legal de las normas contenidas en los
tratados. Cfr. Rodríguez-Zapata (1976: 269 ss) y González Campos (1977) para un análisis de la
situación anterior a la entrada en vigor de la CE de 1978.
24 Cfr. un resumen del estado de la cuestión en Sánchez Rodríguez (1984a: 79 ss y 131 ss, 1984b:
154 ss y 1992: 323 ss) y Ruiz Miguel (2015: 34 ss).
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25 González Velasco (1975: 132), Galiana (1979: 193 ss), Arias (2002: 125 ss y 2009: 126 ss),
Sempere (2002: 3), Alfonso Mellado (2015: 6), Falguera (2016: 41) y Alzaga (2020: 13). Sin
embargo, para Menéndez y Ceinos (2007: 93), afirmar la supralegalidad de los convenios de la OIT
“supone tanto como negar, en cierto modo, su carácter de norma mínima”.
26 La ley regula los tres tipos de acuerdos internacionales existentes en la práctica española: los
tratados, que solo puede firmar el Estado como sujeto de derecho internacional, aunque las
Comunidades Autónomas pueden participar en su celebración (arts. 49 y 50 de la Ley 25/2014);
los acuerdos internacionales administrativos, que ejecutan o concretan los tratados, siendo su
contenido de naturaleza técnica, y que pueden suscribir las Comunidades Autónomas en el marco
de las competencias que les otorguen los tratados (art. 52 de la Ley 25/2014, de 27 de noviembre),
y los acuerdos internacionales no administrativos, que contienen declaraciones de intenciones, o
establecen compromisos de actuación de contenido político, técnico o logístico, y no constituyen
fuente de obligaciones internacionales, y que puede suscribir cualquier sujeto de derecho público
con competencia para hacerlo, incluidas las Comunidades Autónomas (art. 53 de la Ley 25/2014,
de 27 de noviembre). Sobre la Ley 25/2014, de 27 de noviembre, cfr. los comentarios de Andrés
Sáenz de Santamaría, Díez-Hochleiner y Martín Pérez de Nanclares (dirs.) (2015).
27 Cfr. Pastor (2014: 56 y 57), Andrés Sáenz de Santamaría (2014: 73 y 74), Gallego (2015: 213
y 214), Martín y Pérez de Nanclares (2015: 35 y 36) y Díez-Hochleiner (2015b). Conviene recordar
que, según el art. 27 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, un Estado no
puede invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un
tratado. Cfr. Remiro (1981: 96) sobre la obligatoriedad y aplicabilidad del tratado en el orden
internacional.
28 Cfr. Muñoz Machado (2015b: 212 ss) y, asimismo, las definiciones del diccionario
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al principio de prevalencia que recoge el art. 149.3 CE, para solventar los conflictos de
competencia entre el Estado y las Comunidades Autónomas29. Además, cabe discutir si
la prevalencia que exige la disposición se logra en virtud del principio de jerarquía, o del
principio de competencia30. En su acepción más general, y dicho de una persona o de
una cosa, prevalecer significa sobresalir, tener alguna superioridad o ventaja sobre
otras31.
A mi juicio, no hay argumentos concluyentes para afirmar que, en el ordenamiento
jurídico español, los tratados tienen una jerarquía superior a las leyes. Que la norma
jurídica contenida en un tratado internacional válidamente celebrado y publicado
oficialmente prevalezca sobre cualquier otra norma del ordenamiento interno en caso de
conflicto con ellas, salvo las normas de rango constitucional, no significa necesariamente
que el tratado tenga una jerarquía superior a la norma interna. También cabe entender
que, una vez ratificado y publicado en el BOE, acota un ámbito de competencia que no
pueden desconocer las normas del derecho interno. La doctrina de derecho
administrativo ha explicado de forma convincente que, con carácter general, no hay ni
puede haber sino una sola clase de leyes, cualesquiera que sean los mecanismos
formales utilizados para su producción. En un ordenamiento complejo, donde confluyen
fuentes de origen internacional y otras dictadas tanto por el Estado como por las
Comunidades Autónomas, los conflictos entre las leyes deben resolverse en virtud del
principio de competencia, no de jerarquía. Así, un tratado, una ley orgánica, un real-
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decreto ley, un decreto legislativo, una ley ordinaria, o la ley de una Comunidad
Autónoma, tienen la misma jerarquía y, si se produce un conflicto, habrá que apelar al
principio de competencia. Habrá que descartar la aplicación de la ley que invada el
campo competencial que corresponde a otra. Desde el punto de vista del principio de
competencia, la norma del tratado internacional desplaza a la norma interna, no porque
tenga una jerarquía superior, sino porque delimita un ámbito de competencia que no
puede invadir la norma del ordenamiento interno, sea anterior o posterior a la fecha en
que empieza a aplicarse el tratado. En este sentido, la STC 140/2018, de 20 de
diciembre, señala que el art. 96 CE “no atribuye superioridad jerárquica a los tratados
sobre las leyes internas, aunque establece, de un lado, una regla de desplazamiento por
parte del tratado de la norma interna anterior, sin que ello suponga su derogación, y, de
otro, define la resistencia del tratado a ser derogado por las disposiciones internas
posteriores en el tiempo, sin que esto último suponga la exclusión de la norma interna del
ordenamiento nacional, sino su mera inaplicación” (FJ 6).
En definitiva, en cuanto tratados internacionales, los convenios de la OIT deben
respetar la CE y tienen una jerarquía igual a las leyes nacionales. Los conflictos entre los
convenios de la OIT y las leyes deben solventarse mediante la aplicación del principio de
competencia. En el campo laboral y social, en que la OIT puede ejercer sus
competencias constitucionales para promover la justicia social, el Estado goza también
de competencia para legislar. Hay, pues, una competencia compartida. Pero, a diferencia
de cuanto sucede en las organizaciones de integración, como la Unión Europea, en que,
si se respetan los principios de subsidiariedad y de proporcionalidad, la aprobación de un
instrumento como la directiva obliga al Estado a armonizar el ordenamiento interno, la
adopción de un convenio de la OIT no restringe la competencia del Estado, hasta que se
ratifica el instrumento de derecho internacional del trabajo. Si acaso, podría decirse que
la cesión de competencia del Estado a la OIT es voluntaria, e implica el compromiso de
no desconocer el umbral mínimo de protección que establece el instrumento. El convenio
de la OIT acota un ámbito de competencia que no pueden desconocer las disposiciones
legales: fija unos estándares mínimos, que debe respetar, en el ordenamiento jurídico
interno, el Estado miembro que lo ratifica. Si España ratifica un convenio de la OIT y lo
publica en el BOE, las leyes del Estado no pueden invadir el ámbito competencial propio
del instrumento de derecho internacional. Dicho de otro modo, las leyes nacionales
pueden mejorar el estándar mínimo, pero no desconocerlo y empeorarlo32. Si lo hacen,
rebajando el nivel mínimo de protección que establece el convenio de la OIT, son
32 Conviene tener presente que los convenios de la OIT son normas mínimas, como se
desprende del artículo 19.8 de la Constitución de la OIT. Cfr., por todos, Von Potobsky (2004: 290)
y Menéndez y Ceinos (2007: 92 ss).
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41 Alonso García (2020: 47). Como destaca el autor, así actuó, por ejemplo, la Sala Tercera del
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45 Cfr. el comentario crítico de Desdentado (2018) a la STS de 2 de julio de 2018 (RJ 3847).
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ET, que permitía al empresario extinguir la relación laboral por causa de absentismo
derivado de enfermedades intermitentes de corta duración del trabajador, hubieran dado
o no lugar a la expedición de partes oficiales de baja médica, y apenas un mes antes de
que el Real Decreto-ley 4/2020, de 18 de febrero, derogara el precepto del ET46. En la
doctrina, varios autores habían expuesto las dudas que suscitaba la regulación de art. 52
d) ET, a la luz del Convenio nº 158 OIT47. Pero la cuestión no era pacífica48. El Tribunal
Constitucional se había pronunciado ya, y había admitido la constitucionalidad de la
disposición, teniendo en cuenta también, en su razonamiento, el Convenio nº 158 OIT
(FJ 6). Por otra parte, tras la reclamación de los sindicatos CC.OO. y UGT, por
vulneración del Convenio nº 158 OIT, el comité tripartito que designó la OIT consideró
“que las modificaciones a las definiciones y a las limitaciones de lo que constituye una
ausencia temporal del trabajo introducidas por la reforma legislativa de 2012 han sido
determinadas de conformidad con el artículo 6 del Convenio nº 158, de acuerdo con los
métodos de aplicación mencionados en su artículo 1”, y que “el Gobierno deberá seguir
facilitando informaciones sobre la manera en que se computan en la práctica las
ausencias relacionales con la incapacidad temporal y en particular aquellas causas que
hayan obedecido a un tratamiento médico de cáncer o enfermedad grave”49. La
Comisión de Expertos en Convenios y Recomendaciones ha llevado a cabo el
seguimiento de la cuestión50. Así las cosas, con un razonamiento muy discutible, la STSJ
de Cataluña de 17 de enero de 2020 (AS 727) consideró que el art. 52 d) ET se oponía y
era contrario al art. 6.1 del Convenio nº 158 OIT, a los arts. 4.1 y 5 del Convenio nº 155
OIT, sobre seguridad y salud de los trabajadores, y al art. 3 de la Carta Social Europea y
al art. 11 de la Convención sobre la Eliminación de toda Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), de 1979, y ratificada por en 198451. La sentencia afirma que, sin entrar en el
juicio de constitucionalidad de esa norma, la misma no resulta de aplicación al caso,
Fernández Martínez (2020a: 91) y, de forma implícita, Fernández Martínez (nº: 283).
49 Cfr. CC.OO. y UGT (2012) y OIT (2014), apartados 295 y 296, pp. 74 y 75.
50 OIT (2015).
51 Cfr. la crítica de Alonso García (2020: 25 ss). Por el contrario, Molina (2020) considera la
sentencia “interesantísima” y “muy bien fundamentada”, y Rojo (2020) habla de la “muy cuidada y
extensamente fundamentada argumentación jurídica”. Cfr., en la prensa económica, Cortés, Irene,
“La justicia se adelanta al Gobierno: el despido por absentismo es contrario a derecho”, Cinco
Días, 14 de febrero de 2020.
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necesario que concurran dos requisitos coincidentes: por un lado, la notoria y evidente
insuficiencia de la indemnización, por resultar manifiestamente exigua; por otro, que sea
clara y evidente la existencia de una ilegalidad, fraude de ley o abuso de derecho en la
decisión empresarial extintiva del contrato. En esos supuestos de todo punto
excepcionales, puede que resulte necesario superar los umbrales que establece la ley.
Admitida la posibilidad de acordar una indemnización superior a la legal, los magistrados
se preguntan qué importe cabe dar, y señalan que la posibilidad inusual de pagar una
indemnización mayor a que fija la ley debe adecuarse a unos límites objetivos, en tanto
que, en caso contrario, se incurriría en posibles subjetivismos, que conllevarían
inseguridad jurídica y desconcierto entre los operadores jurídicos. Así, señalan, como
una primera guía, la aplicación analógica de lo previsto en la ley para la ejecución de las
sentencias firmes en materia de despido, que incrementa la indemnización en hasta
quince días por año de servicio, y un máximo de doce mensualidades [art. 281.2 b) LJS].
El segundo criterio que propone la sentencia es que la “indemnización adecuada” integre
otros conceptos resarcitorios, cuando la conducta extintiva de la empresa cause
perjuicios al trabajador que superen el mero lucro cesante. Sin embargo, por aplicación
del artículo 1006 del Código civil, en relación con el art. 1101 del mismo cuerpo legal, los
daños deberán cuantificarse en la demanda y acreditarse en el acto del juicio, lo que
descarta la mera aplicación de oficio por el órgano judicial. Como daños concretos y
posibles en el caso enjuiciado, menciona la necesidad de desplazamiento, sus gastos,
alquileres, el daño emergente por la pérdida del trabajo anterior, o el daño moral por
abandonar un ambiente familiar y social consolidado. En definitiva, la sentencia admite la
posibilidad de conceder el pago de una indemnización superior a la que fija la ley,
aunque la demanda deberá indicarlo de forma expresa, e informar de los daños que
ocasiona, y que habrán de probarse en el juicio.
Como veremos luego con más detalle54, la sensación que producen los
pronunciamientos que he citado es de inseguridad y desasosiego, por la asunción de
postulados discutibles, como la equiparación de un despido con baja indemnización a un
desistimiento del contrato de trabajo; por la invocación el derecho internacional del
trabajo para contradecir la aplicación usual de la ley o la doctrina del Tribunal
Constitucional, y desplazar una disposición legal que regula una cuestión sensible o
controvertida, cuando no hay consenso en la interpretación del alcance de la norma
internacional, e incluso en contra del parecer de los órganos de supervisión y control, o
por el uso de la Carta Social Europea revisada, que no había ratificado aún España, para
interpretar el sentido de los instrumentos universales de derecho internacional del
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trabajo, cuando esa tarea corresponde a la Corte Internacional de Justicia, como órgano
jurisdiccional competente, o a los órganos de supervisión y control de la OIT. El
sometimiento de los jueces y tribunales a la ley y al derecho se compadece mal con esa
beligerancia y pertinacia en el mantenimiento de criterios contrarios a la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional, y aun de la doctrina y las decisiones de los órganos de
supervisión y control de la OIT. Es, pues, imprescindible hallar un punto de equilibrio, que
evite los dos defectos extremos en que puede incurrir la interpretación jurídica: la
insensibilidad del formalismo y la desenvoltura del uso alternativo del derecho55.
Junto al problema de la relación con la ley nacional, las normas de derecho
internacional plantean el de la aplicación en el ordenamiento interno. En este sentido, el
art. 30.1 de Ley 25/2014, de 27 de noviembre, de Tratados y otros Acuerdos
Internacionales, prevé la “aplicación directa” de los tratados internacionales, “a menos
que de su texto se desprenda que dicha aplicación queda condicionada a la aprobación
de las leyes o disposiciones reglamentarias pertinentes”56. Así, la ley recoge, como regla
general, el carácter self-executing del tratado internacional. Por lo tanto, los órganos
judiciales y administrativos deben aplicar, de forma directa, las disposiciones self-
executing de cualquier tratado. El carácter self-executing depende, ante todo, de la
precisión y el carácter incondicional de la redacción, pero también de la voluntad de los
sujetos obligados internacionalmente y de la relación del tema con las facultades del
poder judicial, más que del poder legislativo o ejecutivo. En este terreno, pueden
plantearse problemas, si hay una ley anterior o posterior que contraviene el tratado. Por
las razones ya expuestas, si el precepto es self-executing, habría que aplicar el principio
de competencia, no el de jerarquía. Si un tratado contiene disposiciones non-self-
executing, y el Estado o la Comunidad Autónoma con competencia en la materia no lleva
a cabo su desarrollo legal o reglamentario, la Administración podría incurrir en
responsabilidad patrimonial, si causa un perjuicio económicamente evaluable a los
particulares. Se halla muy extendida la opinión de que, para que puedan aplicarse, los
convenios y, desde luego, las recomendaciones de la OIT suelen requerir, en cualquier
caso, desarrollo, puesta en ejecución o transposición mediante normas nacionales, y que
raramente son normas autoejecutivas o autosuficientes. Con cierta frecuencia, los
convenios de la OIT no tienen carácter self-executing, porque exigen que la ley cree y
regule instituciones como la inspección de trabajo. Además, la normativa de la OIT suele
incluir líneas de tendencia, no mandatos imperativos, atendiendo a las condiciones y
prácticas nacionales. Aun así, otros muchos convenios contienen reglas claras y
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precisas, que los jueces y tribunales pueden aplicar en el derecho interno. En realidad,
los convenios de la OIT y sus normas pueden ser de distinta naturaleza. Cabe distinguir
entre los convenios llamados promocionales, o que contengan normas generales de ese
carácter; las normas programáticas; las normas con directivas específicas sobre temas
determinados; las normas que reconocen derechos subjetivos, conforme a las
condiciones impuestas por los Estados, y también las normas autoejecutivas, por su
precisión y carácter incondicional, que garantizan derechos o imponen obligaciones57. En
definitiva, a la hora de determinar si un tratado internacional resulta directamente aplicable,
lo importante es saber si las normas que contiene son lo bastante precisas como para que
puedan invocarlas las partes y aplicarlas los tribunales58. La jurisprudencia ha señalado
que la función más habitual del recurso a los convenios de la OIT es la de elemento
interpretativo o de derecho supletorio, por lo que el juez suele acudir, en primer término,
a las normas internas –estatales o pactadas– que se ocupen, de forma expresa, de la
materia correspondiente59. Ahora bien, encontramos disposiciones directamente
aplicables en instrumentos importantes sobre condiciones de trabajo, como el Convenio
nº 1 sobre las horas de trabajo (industria), 1919, el Convenio nº 95 sobre protección del
salario, 1949, el Convenio nº 108 sobre los documentos de identidad de la gente de mar,
1958, el Convenio nº 120 sobre la higiene (comercio y oficinas), 1964, el Convenio nº
132 sobre las vacaciones pagadas (revisado), 1970, el Convenio nº 136 sobre el
benceno, 1971, el Convenio nº 138 sobre la edad mínima, 1973, el Convenio nº 170
sobre los productos químicos, 1990, el Convenio nº 171 sobre el trabajo nocturno, 1990,
aplicabilidad en Francia de los convenios de la OIT. Jeammaud (1986: 400) indica que la primacía
que la Constitución francesa atribuye a los tratados solo tiene plena utilidad si los sujetos poseen la
facultad de invocar sus disposiciones en el orden interno y, de modo especial, frente a las
autoridades o ante los tribunales nacionales. El autor añade que, para eso, será necesario que las
disposiciones sean lo bastante precisas, y que tal sucederá normalmente si se trata de auténticas
proposiciones normativas, si tienen la significación de reglas de derecho adoptadas en común por los
Estados contratantes, quienes les han asignado un campo de validez internacional que cubre ciertas
categorías de relaciones jurídicas internas o internacionales, o bien se han comprometido a
reproducirlas en su propio orden jurídico. Jeammaud (1986: 403) concluye que un buen número de
cláusulas de los Convenios de la OIT son lo suficientemente precisas como para que su aplicación en
el orden interno no choque con ninguna dificultad práctica verdadera. Y, si se admite que son
inevitables, y aun deseables, las carencias del derecho nacional en el proceso de adecuación a los
tratados que buscan un acercamiento de las legislaciones, convendrá tener bien presente la posible
aplicabilidad directa en el orden interno de las disposiciones internacionales que contengan alguna
previsión adicional (p. 404). Acerca de la aplicabilidad, en Francia, de los instrumentos de la OIT,
cfr. Jeammaud (1986), Quenaudon (2007a y 2007b), Rodière (2008), Lyon-Caen (2010), Akandji-
Kombé (2011 y 2014a), Charbonneau (2011), Auvergnon (2014), El Boudouhi (2014), Conseil
d’État (2016) y Sauvé (2016). Cfr. también Leary (1982: 54 ss), Von Potobsky (2004: 292 ss) y
Alzaga (2020: 15) acerca de la aplicación directa de los instrumentos de derecho internacional del
trabajo.
59 Cfr. la STS de 23 de diciembre de 1991 (RJ 9097), para la determinación del salario en tiempo
de vacaciones.
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
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entrada en vigor, el 26 de abril de 1985, del Convenio 158 OIT motivó un debate doctrinal
en nuestro país. Tras la polémica acerca del carácter self-executing de la norma, un sector
de la doctrina y la jurisprudencia mayoritaria rechazaron la aplicabilidad directa del art. 7 del
Convenio, en que se recoge el derecho de defensa del trabajador antes de que termine la
relación laboral64. Por el contrario, algunos Magistrados de Trabajo y una parte de la
doctrina han propugnado la aplicabilidad directa de las normas del Convenio 158 OIT65. Es
urgente que se revise ese criterio, como ha ocurrido en otros Estados. Así, en Francia,
hasta finales del siglo XX, el Tribunal de Casación juzgó que el Convenio nº 158 no era
directamente aplicable en el derecho interno, de modo que los justiciables no podían
invocar sus disposiciones para descartar la aplicación de la ley nacional66. Sin embargo,
en la actualidad, siguiendo el criterio del Consejo de Estado67, el Tribunal de Casación
considera que el Convenio nº 158 se aplica de forma directa e inmediata, en lo que hace
al respeto del plazo de preaviso68, y ha juzgado que el contrat nouvelles embauches, que
preveía un periodo de consolidación de dos años, no se acomodaba a lo establecido en
Recomendación. Deben manejarse, a tal fin, el Informe VIII (1), elaborado por la Oficina Internacional
de Trabajo de la OIT, para su utilización en la 67 Reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo, celebrada en 1981; el Informe VIII (2), preparado por la Oficina en 1981, y que recoge la
síntesis de las respuestas de los Estados Miembros a las preguntas que les fueron formuladas
previamente, la valoración de la Oficina y las conclusiones propuestas con miras a la adopción del
Convenio y de la Recomendación; el Informe V (1), que incluye las conclusiones adoptadas por la
Conferencia en su 67 Reunión (1981), y que contiene los proyectos de Convenio y de
Recomendación sobre la terminación de la relación de trabajo, y el Informe V (II), de la Oficina, que
recopila las respuestas de los Estados Miembros realizadas sobre la base del informe anterior y,
teniéndolas en cuenta, elabora nuevos proyectos de Convenio y Recomendación. Cfr. Bronstein
(2010) sobre la seguridad del empleo y Gil (2007, 2014a, 2014b, 2015b, 2017b: 32 ss y 2020a: 162
ss), García Ninet (2015) y Mella (2018 y 2019: 90 ss) acerca del cumplimiento por España del
Convenio nº 158 OIT.
64 Alonso Olea (1986: 46), Sampedro (1987) o Borrajo (1989: 248 y 249) y las SSTS de 4 y 5
noviembre de 1987 (RJ 7810 y 7815), 19 y 28 de abril, 23 y 30 de mayo (dos sentencias), 13 de junio,
11 de julio y 3 de noviembre de 1988 (RJ 2991, 3038, 4263, 4667, 4668, 5274, 5787 y 8508) y las
que cita Albiol (1990: 73).
65 Delgado (1986: 60 y 61), Jiménez Sánchez (1986: 61 ss), Fernández Otero (1986: 63 ss) y, en la
doctrina, Galiana (1986), Valle (1988), Gil (1991: 211 ss y 1994: 101 ss) y Pumar (2011: 141 ss). En
este sentido, cabe entender que no resulta obligada la intervención legislativa para asegurar la
aplicación directa del derecho de defensa del trabajador: basta la aplicación judicial del principio de
buena fe como cauce idóneo para dotar de eficacia al art. 7 del Convenio 158 OIT. El art. 7 del
Convenio 158 OIT aparece redactado en términos claros y precisos. La norma establece que “no
deberá darse por terminada la relación de trabajo” antes de haber ofrecido al trabajador "la
posibilidad de defenderse de los cargos formulados contra él". La concreción de la norma hace in-
necesario su desarrollo legislativo. Hallándose redactado el artículo con la suficiente precisión, los
jueces ordinarios habrán de aplicarlo y los particulares deberán respetarlo.
66 Cfr., por ejemplo, las sentencias que cita Tournaux (2009: 2 y nota 8): Cour de cassation,
Chambre sociale, 1 juillet 1988, nº 97-40138, Mme Isabelle Beltran c/ Société anonyme Distribution
des Boyères Intermatché Sadibo, inédit, y Cour de cassation, Chambre sociale, 10 novembre 1998,
nº 98-40493, Mme De l’Hamaide c/ Société Radiospares.
67 Conseil d’État, section du contentieux, 19 octobre 2005, nº 283471 y otros.
68Cour de cassation, Chambre sociale, 29 mars 2006, pourvoi nº 04-46499, Bull. civ. nº 131. Cfr.
Duplat (2006)
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
69Cour de cassation, Chambre sociale, 1 juillet 2008, pourvoi nº 07-44124, Bull .civ. nº 146 y
Revue de Droit du Travail, Septembre 2008, pp. 513-514. Cfr. Duplat (2008).
70 Cfr. OIT (2007), párrafos 62 y ss, pp. 14 ss, y, en la doctrina, Willmann (2007a y 2007b) y
de la Constitución Española, reconoce tres fuentes del derecho: la ley, la costumbre y los principios
generales del derecho (art. 1, párrafos 1, 3 y 4). Según el art. 1.6 del Código civil, la jurisprudencia
complementará el ordenamiento jurídico, al interpretar y aplicar esas tres fuentes del derecho. Cfr.
De Diego (1925), Puig Brutau (1951), Díez-Picazo (1977 y 1991: 11 ss), Aparisi (1992), Lalaguna
(1992a), Rams (2000: 77 ss), Bercovitz (2013: 85 ss), Mestre (2008) y Muñoz Machado (2015b:
103 ss). Cfr. Montalvo (1984), Fernández Villazón (2007) y Martín Valverde (2009) acerca de la
jurisprudencia en el derecho del trabajo. Gadamer emplea también el término “complemento” al
hablar de la interpretación jurídica.
72 Lalaguna (1977 y 1992b).
73 No constituye jurisprudencia “una sentencia aislada” (SSTS de 27 de diciembre de 2001, RJ
2080/2002, y 30 de septiembre de 2002, Sala de lo Civil, RJ. 8487), y tampoco las resoluciones de
Juzgados y Tribunales Superiores de Justicia (STS de 30 de abril de 2001, RJ 5133). No
constituyen jurisprudencia ni las resoluciones administrativas, cuya labor interpretativa únicamente
vincula a la propia Administración, ni los laudos o decisiones arbitrales, que tan solo vinculan a las
partes del litigio. El requisito de la reiteración de la jurisprudencia se predica incluso de la dictada
en casación para la unificación de doctrina: cfr. Martín Valverde (2009: 32 y 33).
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
En las páginas que siguen, distinguiré entre los instrumentos de la OIT como
principios (2.1) y como reglas (2.2). Inspirándome en la estructura de la obra de Gustav
Boehmer sobre el derecho a través de la jurisprudencia, distinguiré luego entre los casos
de jurisprudencia o aplicación secundum legem, praeter legem o contra legem76. En
definitiva, puede haber supuestos de aplicación del instrumento de la OIT según, al
margen o en contra de la ley nacional, que producen un reforzamiento, una ampliación o
extensión o, en fin, una corrección de la ley nacional.
2.1. Principios
Si hace años la doctrina contraponía los principios a las normas77, hoy resulta
frecuente distinguir entre los principios y las reglas78. De ese modo, puede concebirse el
ordenamiento jurídico como un entramado de reglas y principios. El pensamiento a
través de principios es consustancial al ser humano79. Según la opinión tradicional, los
principios son las ideas fundamentales o esenciales del ordenamiento jurídico80. Hoy en
día, se halla en boga la tesis que identifica los principios con los valores, y que los
76 En el análisis de las relaciones entre la ley y el poder de los jueces (Gesetz und Richtermacht),
Boehmer (1959: 17) parte de la hipótesis de que son inciertas y fluctuantes las fronteras entre la
indagación teleológica del derecho secundum legem, la ampliación de la ley praeter legem y su
corrección contra legem. Cfr. Gil (2021a: 119 ss).
77 Cfr., en particular, Esser (1956).
78 La doctrina española ha revelado una sensibilidad extraordinaria en el estudio de los principios
generales del derecho. Dos nombres vienen de inmediato la mente: De Castro (1949: 421 ss, 1958 y
1970: 96 ss) y García de Enterría (1959, 1963, 1964, 1984, 1997a: 146 ss, 1997b: 56 y 57). De
Castro es uno de los autores que antes y con mayor sutileza se ocupó de resaltar la trascendencia de
los principios generales del derecho. Escribió que los principios “son como el aire en que
jurídicamente se vive, cuya existencia no se advierte mientras no está en cuestión”, y los definió
como "las ideas fundamentales e informadoras de la organización jurídica de la comunidad
española". De Castro resaltó la heterogeneidad, desde un punto político, de las tendencias favorables
y contrarias a la admisión de los principios generales como fuente del derecho. Y elaboró una
clasificación de los tipos de principios generales, al distinguir entre las reglas del derecho natural, los
principios jurídicos sociales, tradicionales o nacionales y los principios organizadores de la comunidad
o principios políticos. Por su parte, García de Enterría ha escrito algunas de las páginas más
hermosas e inspiradas acerca de los principios generales del derecho. Influido por la doctrina
alemana, García de Enterría ha destacado la importancia de los principios generales del derecho en
la labor cotidiana del jurista y, con su crítica del positivismo, ha sentado las bases de una
jurisprudencia principal en el derecho administrativo. Tras aprobarse la Constitución, García de
Enterría advirtió que, con ella, se instaura un Estado material de derecho, en que adquieren una
relevancia especial los principios generales del derecho. Los autores españoles han estudiado
profusamente los principios. La bibliografía es inabarcable, y me limitaré a algunas referencias. Cfr.,
por todos, Cadarso (1977), Díez-Picazo (1991: 9 y 10), Gordillo (1992), Beladiez (1994), Rams
(2000: 72 ss), Bercovitz (2013: 81 ss), Carretero (2020) y, asimismo, entre los laboralistas, Gil
(2003: 123 ss), De la Villa y López Cumbre (dirs.) (2003) y González del Rey (2007).
79 Russell (1912: 67 ss) ha explicado, de forma satisfactoria, el modo en que el hombre emplea
los principios generales en el ámbito de la lógica.
80 Gil (2003: 123 ss), con abuntante bibliografía.
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81 Cfr. Alexy (1986: 86 y 138 ss; 1994: 162, 2003. 2004 y 2019), quien desarrolla ideas que había
apuntado Dworkin (1977: 61 ss) y, asimismo, Rubio (1995: IX), Rodríguez-Piñero (1998:6 ss), Martín
Valverde (2003: 42 ss y 2009: 23 y 24 y 2016) y Muñoz Machado (2015b: 59 ss y 2015c: 111 ss). Tal
es el predicamento de esa teoría, que la ha acogido incluso el diccionario panhispánico del español
jurídico de la RAE, dirigido por Santiago Muñoz Machado. En efecto, en el campo del derecho
administrativo y civil, indica que los principios generales del derecho son “principios que prescriben que
un valor o un bien jurídico debe ser realizado en la mayor medida que resulte posible, considerando el
entorno y las circunstancias del caso”. Y añade: “Como su aspiración es realizar un valor, pueden
considerarse, a los efectos de aplicación, como unos ‘mandatos de optimización’ (R. Alexy)”. Cfr.
https://dpej.rae.es/lema/principios-generales-del-derecho (9 de junio de 2021).
82 Habermas (1994: 278 y 328 ss) observa que los principios tienen un sentido deontológico, y
los valores, teleológico. Los principios o normas de orden superior, a cuya luz pueden justificarse
otras normas, tienen el sentido absoluto de una obligación incondicional y universal: obligan a sus
destinatarios sin excepción y por igual a practicar un comportamiento que cumple expectativas
generalizadas de comportamiento. Por el contrario, los valores son preferencias compartidas
intersubjetivamente. Cfr., asimismo, la crítica de Gil (2003: 123 ss), en especial la p. 128 y la nota 535,
de las pp. 128 y 129.
83 Melville (1851), Chapter 89, “Fast-Fish and Loose-Fish”, pp. 414 ss.
84 En un pasaje de su obra, Alexy (1986: 112, nota 84) califica a la proporcionalidad como una
regla, en vez de un principio. Se aleja así de la tradición jurídica y de la opinión jurídica dominante,
y contradice una tendencia clara del derecho europeo y constitucional contemporáneo. Así, por
ejemplo, la Constitución federal suiza recoge el principio de proporcionalidad (arts. 5.2 y 36.3), que
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
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este sentido, el art. 1.4 del Código civil dispone que “los principios generales del derecho
se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del
ordenamiento jurídico”. Los principios generales del derecho pueden desempeñar una
función fundamentadora o informadora, como cuando se invocan los principios de
protección contra el despido injustificado, o el principio de inmediatez en el ejercicio del
poder disciplinario. Asimismo, pueden desempeñar una función interpretativa, cuya
importancia subraya el art. 10.2 CE, cuando dispone que “las normas relativas a los
derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán
de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”86. En
numerosas sentencias, el Tribunal Constitucional hace referencia a los convenios de la
OIT87. De ese modo, por ejemplo, los derechos fundamentales de la libertad sindical y la
huelga deben interpretarse de conformidad con los convenios fundamentales de la OIT88.
En fin, la función supletoria de los principios generales del derecho se da en caso de
insuficiencia de la ley o de la costumbre.
86 Aparicio (1989), Saiz (1999 y 2009). Carreras (2000) y Garrido Falla (2001), Santolaya (2010),
Merino y Sieira (2011) y Ruiz Miguel (2015). Según destaca la STC 91/2000, de 30 de marzo, la
decisión del constituyente de incorporar el art. 10.2 a nuestro texto constitucional “expresa el
reconocimiento de nuestra coincidencia con el ámbito de valores e intereses que dichos instrumentos
protegen, así como nuestra voluntad como Nación de incorporarnos a un orden jurídico internacional
que propugna la defensa y protección de los derechos humanos como base fundamental de la
organización del Estado” (FJ 7). Aun así, como puede verse, por ejemplo, en la STC 140/2018, de 20
de diciembre, el Tribunal Constitucional ha advertido que los tratados internacionales no integran el
canon de constitucionalidad bajo el que hayan de examinarse las leyes internas, al margen de su valor
hermenéutico ex art. 10.2 CE, en el caso de los textos internacionales sobre derechos humanos.
87 Cfr., entre otras, la STC 197/1998, de 13 de octubre, FJ 3, y, acerca de la aplicación del
Convenio nº 135 OIT ex art. 10.2 CE, por todas, las SSTC 111/2003, de 16 de junio, FJ 5; 79/2004,
de 5 de mayo, FJ 3; 188/2004, de 2 de noviembre, FJ 4; 326/2005, de 12 de diciembre, FJ 4;
336/2005, de 20 de diciembre, FJ 4, y 92/2005, de 18 de abril.
88 SSTC 38/1981, de 23 de noviembre, FJ 4 ; 23/1983, de 25 de marzo, FJ 2; 94/1995, de 19 de
junio, FJ 2; 308/2000, de 18 de diciembre, FJ 6; 185/2003, de 27 de octubre, FJ 6; 198/2004, de 15
de noviembre, FJ 5, y 281/2005, de 7 de noviembre, FJ 3. Cfr. Ojeda y Gutiérrez (2015) y Gil (2020d:
167 ss) acerca de la relevancia de las decisiones del Comité de Libertad Sindical. El contenido del
derecho a la libertad sindical está, en lo esencial, trazado en el art. 28.1 CE, que desarrolla la Ley
Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical. Para integrarlo son útiles, ex artículo 10.2
CE, los Convenios de la OIT nº 87, sobre libertad sindical y protección del derecho de sindicación,
de 9 de julio de 1948, y nº 98, relativo a la aplicación de los principios del derecho de sindicación y
negociación colectiva, de 1 de julio de 1949. Hay que distinguir, como ha hecho reiteradamente el
Tribunal Constitucional, entre el contenido esencial y el contenido adicional del derecho, este
último dispuesto por el legislador y que se integra también en el ámbito constitucionalmente
protegido. El contenido esencial, además de lo establecido en el art. 28.1 CE, se integraría con el
derecho de huelga (artículo 28.2 CE) y con el derecho a la negociación colectiva (artículo 37.1 CE
y SSTC 37/1983, de 11 de mayo; 9/1998, de 13 de enero, y 225/2001, de 26 de noviembre). En
palabras de Monereo y Fernández Avilés (2008: 248): “En este punto, es destacable la influencia
que -desde un prisma hermenéutico- los Convenios y Recomendaciones de la OIT -y las
resoluciones del Comité de Libertad Sindical- han tenido en la conformación del «bloque de
constitucionalidad» relativo al derecho de libertad sindical dentro de la doctrina del TC, como
también en especial la jurisprudencia del TEDH”.
55
Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
Pues bien, de forma natural, los jueces y tribunales nacionales pueden inspirarse en
los principios o ideas fundamentales que contienen los instrumentos de la OIT, junto a
las reglas concretas y, a veces, muy técnicas89. El richtiges Recht o derecho justo que
elabora la OIT de forma tripartita, y que constituye el código internacional del trabajo,
tiene un carácter principal90.
Ante todo, el juez y tribunal puede y debe aplicar, en el derecho interno, los principios
que se deducen de los derechos fundamentales en el trabajo. Desde su creación en
1919, y en particular desde la adopción de la Declaración de Filadelfia en 1944, la OIT se
ha preocupado de forma creciente por proteger la dignidad humana y los derechos
fundamentales de los trabajadores. En los últimos años, la OIT ha tratado de adaptar su
acción normativa a un mundo globalizado, dominado por el capitalismo financiero y la
crisis económica. Así pues, junto al enfoque tradicional, que consiste en la adopción de
normas internacionales del trabajo, la OIT ha seguido otro funcional, centrado en la
promoción de los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Los principios y
derechos fundamentales en el trabajo, que han adquirido una importancia cada vez
mayor en la actividad normativa de la OIT, son universales y se aplican a todas las
personas en todos los Estados, con independencia de su nivel de desarrollo económico.
Configuran un umbral mínimo de decencia. La concreción o cristalización de los
principios y derechos fundamentales en el trabajo es un proceso lento, fruto del
consenso de la comunidad internacional. Ya desde los años setenta del siglo XX, se
consideraban como derechos humanos fundamentales la libertad sindical, la abolición
del trabajo forzoso y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y
ocupación91. Más tarde, la Declaración de la OIT de 1998 sobre los principios y derechos
fundamentales en el trabajo añadió al elenco la prohibición del trabajo infantil. La
inclusión de la seguridad y salud laboral, que se discute ahora, supondría un primer paso
para la entrada de otras condiciones de trabajo justas y, en particular, el salario digno y
la limitación de la jornada. Que no se incluyeran, en la Declaración de 1998, entre los
89 Así, los jueces y tribunales nacionales pueden utilizar el derecho internacional del trabajo como
fuente de inspiración en el desarrollo de principios jurisprudenciales, o las disposiciones que
establecen principios generales o que fijan objetivos programáticos con fines de interpretación o
inspiración: cfr. Beaudonnet (2006: 13) y Beaudonnet (dir.) (2009: 23 ss y 65 y 66). Como subraya
Von Potobsky (2004: 297), los jueces de distintos países no solo han aplicado directamente los
convenios ratificados, reconociéndoles operatividad propia, sino que han recurrido también a tales
instrumentos a falta de ratificación, entre otros casos, para aplicar principios reconocidos en la
Constitución nacional y no reglamentados, o para aplicar el derecho interno conforme a principios
internacionales. Según la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones,
la jurisprudencia ha de desempeñar un papel fundamental en la aplicación efectiva de las
disposiciones del Convenio nº 158, al elaborar principios generales de derecho en relación con
ciertas cuestiones concretas: cfr. OIT (1995: párrafo 32, p. 14).
90 Uso el título de una obra esencial de Larenz (1985).
91 Valticos (1970: 239 ss).
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92 Rodgers (2002: 20) y Rodgers, Lee, Swepston y Van Daele (2009: 42).
93 Cfr, por ejemplo, Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1999), párrafo 15,
(2006), párrafo 22 ss y, asimismo, Amnistía Internacional (2005: 40 ss).
94 Cfr. una síntesis, por ejemplo, en la nota sobre el “Derecho internacional de los derechos
humanos”, en https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/InternationalLaw.aspx (9 de
julio de 2021); en “Conceptos clave sobre los DESC - ¿Cuáles son las obligaciones de los Estados
respecto de los derechos económicos, sociales y culturales?”, en
https://www.ohchr.org/SP/Issues/ESCR/Pages/WhataretheobligationsofStatesonESCR.aspx (9 de
julio de 2021), y ACNUDH (2009: 14 ss). Algún autor ha considerado, como pionero en la
aplicación de la trilogía de deberes al ámbito de los derechos económicos, sociales y culturales, el
Informe sometido, en 1987, por el Experto independiente Sr. Asbjorn Eide, a la Comisión de
Derechos Humanos, sobre el derecho a una alimentación adecuada como derecho humano
(E/CN.4/Sub.2/1987/23, de 7 de julio de 1987), y también el informe del Relator Especial sobre el
Derecho a la Alimentación, Sr. De Schutter, distribuido el 7 de agosto de 2013, en especial los
párrafos 6 y ss: cfr. Riquelme (2013: 84 y 85 y 2014: 21 y 22, en especial la nota 58) y, asimismo,
Ushakova (2020a: 321, nota 44).
95 ACNUDH (2009: 34 ss).
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
96 Brett (2001: 3), Maupain (2005a: 23 y 2009: 25), Daugareilh (2005: XVII), Tapiola (2018: 112 y
113) y Gil (nº: 30 y 31, 2020d: 164 ss y 2020e: 23). Como se ha dicho, esos derechos son, en
cierto sentido, “una condición previa para todos los demás porque proporcionan los elementos
necesarios para luchar libremente por la mejora de las condiciones de trabajo individuales y
colectivas, de acuerdo con las circunstancias de los países de que se trate”: cfr. OIT (1997),
párrafo 16. En opinión de Rodgers, Lee, Swepston y Van Daele (2009: 42), cuando se estaba
debatiendo la Declaración de 1998, algunos sectores propusieron que se incluyeran también temas
como la seguridad y la salud en el trabajo; pero, en última instancia, se decidió limitarla solo a las
primeras cuatro categorías de derechos, por considerarlos derechos “habilitadores”, es decir,
básicos para el logro otros derechos. La Declaración de 1998 alude a esa idea, cuando señala
que, “con el objeto de mantener el vínculo entre progreso social y crecimiento económico, la
garantía de los principios y derechos fundamentales en el trabajo reviste una importancia y un
significado especiales al asegurar a los propios interesados la posibilidad de reivindicar libremente
y en igualdad de oportunidades una participación justa en las riquezas a cuya creación han
contribuido, así como la de desarrollar plenamente su potencial humano” (Preámbulo, párrafo
quinto). De igual modo, la Declaración sobre la justicia social para una globalización equitativa, de
2008, destaca que los principios y derechos fundamentales en el trabajo “revisten particular
importancia, no sólo como derechos sino también como condiciones propicias, necesarias para la
plena realización de todos los objetivos estratégicos” [I, A, iv)].
97 En este sentido, la Declaración de 2008 señala que “la libertad de asociación y la libertad
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De forma original, sin romper la igualdad formal de todos los Convenios que establece
el art. 19 de la Constitución, la Declaración de 1998 pone en entredicho el dogma de la
voluntariedad en la ratificación de los convenios, e impone a los Estados el respeto de
ciertos principios y derechos fundamentales en el trabajo, por el mero hecho de
pertenecer a la OIT, hayan ratificado o no los convenios que los desarrollan. La
innovación estriba en que, mediante un instrumento de carácter no vinculante, como es
la Declaración, la OIT deduce los principios y derechos fundamentales en el trabajo que
todo Estado debe respetar, promover y hacer realidad, de buena fe y de conformidad con
la Constitución, haya o no ratificado los convenios fundamentales en que se desarrollan.
Aunque los principios derivan de la Constitución99, no tienen la misma formulación que
en ella. Así, por ejemplo, la Constitución habla solo de la discriminación por razón de
sexo, raza y religión, mientras que el Convenio nº 111 cubre cuatro motivos más100.
Según lo dispuesto en el art. 19 de la Constitución, no ofrece dudas el hecho de que, tras
la adopción de un convenio, los Estados tienen obligaciones en el plano internacional,
aunque no lo ratifiquen. En primer lugar, deben someterlo a las autoridades nacionales
competentes para que formulen la legislación pertinente o adopten otras medidas,
incluida la ratificación, y, si no lo ratifican, deben presentar informes. Pero de ahí a
señalar que, de la mera pertenencia a la OIT, se desprende un deber de respetar,
promover y hacer realidad, de buena fe y de conformidad con la Constitución, ciertos
principios y derechos fundamentales en el trabajo que recogen los convenios
fundamentales de la OIT, hay un abismo, que ha cubierto la propia Declaración de 1998.
¿Resulta obvio pensar, a la luz del Tratado de Versalles y de la Declaración de Filadelfia,
que el solo hecho de pertenecer a la OIT impone la obligación de no recurrir al trabajo
infantil, aunque no se hayan ratificado los convenios fundamentales que desarrollan ese
derecho humano? También cabe preguntarse por qué, de entre todas las condiciones de
trabajo humanas imaginables, son precisamente esos cuatro principios y derechos
fundamentales en el trabajo, y no otros tan básicos, como la protección de la seguridad y
salud en el trabajo, los que obligan a los Estados miembros, por el solo hecho de
pertenecer a la OIT. La respuesta de que la comunidad internacional no ha sido capaz,
hasta ahora, de ir más lejos en la concreción de los principios y derechos fundamentales
en el trabajo, pone de relieve el margen de creación jurídica con que actuó la OIT en
99 Helfer (2006: 710) apunta: “in particular of the clause that requires states to report unratified
1.1 a) del Convenio nº 111, el término discriminación comprende “cualquier distinción, exclusión o
preferencia basada en motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional
u origen social que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el
empleo y la ocupación”.
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
101 Sobre el particular, cfr. Gil (2019: 63 y 64 y nº: 32 ss) y Daugareilh (2020: 11 ss).
102 Cfr. Gil (2020e) para un análisis global de la responsabilidad de las empresas multinacionales
por vulneración de los estándares laborales.
103 Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo (2019: 40), con cita del art. 25 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos de 1948, que reconoce el derecho a un nivel de vida adecuado
que asegure la salud y el bienestar, y el art. 7 b) del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de 1966, que reconoce el derecho a condiciones de trabajo seguras y
saludables. La Comisión recuerda que ese derecho se aplica a la salud física y mental. Acerca de
la seguridad y salud en el trabajo en el art. 7 b) del PIDESC, cfr. CDESC (2016), párrafos 25 y ss.
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104 Dependiendo del punto de vista que se adopte, la Declaración de la OIT de 1998 puede
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
108 Rodgers, Lee, Swepston e Van Daele (2009: 44) subrayan que, en la mayoría de los casos, la
propia OIT no establece diferencias entre las normas de protección de los trabajadores, aunque
vela por que ninguna de sus acciones vaya en contra de la noción de derechos básicos.
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109 Cf. Gil (1994: 101 ss, y 2003: 237 ss y 2015b: 670 y 2016).
110 El artículo 10 de la Recomendación nº 166 de la OIT dispone que “se debería considerar que
el empleador ha renunciado a su derecho de dar por terminada la relación de trabajo de un
trabajador a causa de una falta de éste si no hubiera adoptado esta medida dentro de un período
razonable desde que tuvo conocimiento de la falta”.
111 Cfr. Boehmer (1952: 261), y Díez-Picazo (1963: 96 y 97), quien cita, además del autor apenas
mencionado, a Siebert, Hamburguer, Gubter y Franke, y Larenz (1975: 302), aun cuando en la
traducción española se alude a la caducidad. Al tratar los supuestos de pérdida del derecho de
despido, Hueck y Nipperdey (1963: 193 y 194) contemplaban cinco posibilidades: junto a la hipótesis
de un plazo establecido por el ordenamiento, mencionaban la pérdida del carácter de causa de
despido por el transcurso de un tiempo relativamente largo, la renuncia al despido, la preclusión y la
remisión de la falta cometida.
112 Cfr. Gil (1993: 65 ss, 1994: 132 ss, 2003: 268 ss y 2016).
113 La reducción teleológica es un método de integración de lagunas ocultas: cfr. Larenz (1979:
385), cuya opinión resumo. En contra de su sentido literal, pero de acuerdo con la teleología
inmanente de la ley, una regla legal precisa una restricción que no está contenida en el texto legal. La
integración de esa laguna se realiza añadiendo la restricción que se requiere conforme al sentido. Se
trata de una reducción teleológica porque, de ese modo, la regla contenida en la ley, concebida de
forma demasiado amplia según su sentido literal, se reconduce y circunscribe al ámbito de aplicación
que le corresponde, según el fin de la regulación y la conexión de significado de la ley. A veces, la
restricción de un precepto legal se consigue mediante la concreción de la cláusula general de la
buena fe (Larenz, 1979: 390). Tal es el caso de la restricción del art. 60.2 ET mediante el principio de
inmediatez en el ejercicio del poder disciplinario, que deriva del principio general de la buena fe.
114 Siguen, por ejemplo, la elaboración del principio de inmediatez en el ejercicio del poder
disciplinario empresarial: Rabanal (1996 y 2009), Sempere y Luján (1996), Luque (1999: 503 ss),
Rodríguez Rodríguez (2008: 47 ss y 206 ss) y Molina (2009). Cfr., asimismo, Desdentado y Puebla
(2002: 40, 41, 42, 43, 45 y 46), Terradillos (2004: 68 y 69) y Conde (2007: 336). Sin embargo, otros
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
2.2. Reglas
No debe olvidarse que, pese a sus peculiaridades, los convenios de la OIT gozan de
carácter self-executing, si establecen reglas claras y precisas. Como ya hemos indicado,
el art. 30.1 de la Ley 25/2014, de 27 de noviembre, de Tratados y otros Acuerdos
Internacionales, señala que las disposiciones de los tratados son de aplicación directa, “a
menos que de su texto se desprenda que dicha aplicación queda condicionada a la
aprobación de las leyes o disposiciones reglamentarias pertinentes”.
Pues bien, cabe distinguir entre los casos de jurisprudencia o aplicación secundum
legem, praeter legem o contra legem. En el caso de la aplicación o jurisprudencia
secundum legem, la regla del instrumento de derecho internacional del trabajo refuerza
la ley nacional. En este sentido, el juez acude al instrumento de derecho internacional del
trabajo para perfilar mejor los contornos de determinados derechos e instituciones, como
cuando la STC 198/2001, de 4 de octubre, invoca el art. 5 c) del Convenio nº 158 OIT
para explicar por qué, en el ámbito de las relaciones laborales, la garantía de indemnidad
se traduce en la imposibilidad de adoptar medidas de represalia, derivadas de las
actuaciones del trabajador encaminadas a obtener la tutela de sus derechos (FJ 3)117.
autores se han mostrado escépticos. Así, por ejemplo, Montoya (2001: 85, nota 39) objeta: “La
circunstancia de que la ley (en nuestro Derecho, el art. 60.2 ET) fije unos plazos precisos, con
obvios propósitos de seguridad jurídica, para la prescripción de las faltas de los trabajadores hace
de difícil acogida la tesis de que el empresario vendría obligado, sin llegar al final de los plazos, a
la adopción inmediata de su decisión punitiva (sobre esta tesis de la ‘inmediatez’ en el ejercicio del
poder disciplinario, vid. en nuestra doctrina J.L. GIL Y GIL, La prescripción de las faltas laborales,
Madrid, 1993, pp. 65 ss.)”. En mi tesis, como ya he aclarado, propongo una corrección teleológica,
en ciertos casos, no indiscriminada, del art. 60.2 ET de acuerdo con el principio general de la
buena fe, del que se deriva el principio de inmediatez en el ejercicio del poder disciplinario
empresarial.
115 Han acogido la tesis, por ejemplo, las SSTSJ de Extremadura de 26 de julio de 1994 (rec. 457
y 458/94 –una de ellas AS 2833-), Canarias (Las Palmas) de 30 de julio de 1999 (AS 4146) y
Cataluña de 8 de abril de 2003 (AS 1899). En cualquier caso, el principio de inmediatez ha pasado
al lenguaje jurídico. Algunas sentencias lo mencionan, aunque no lo apliquen para resolver el
fondo del asunto. Así, la STSJ de Navarra de 24 de abril de 1997 (AS 982) señala que “en virtud
de los principios de seguridad jurídica e inmediatez el empresario ha de sancionar los
incumplimientos laborales dentro de los plazos de las llamadas prescripción corta y larga reguladas
en el artículo 60.2 ET”. Cabe citar también las SSTSJ de Madrid de 28 de diciembre de 2004 (AS
4027) y 9 de diciembre de 2010 (JUR 107761) y Castilla-La Mancha de 23 de julio de 2008 (AS
2729).
116 AATS de 14 de junio de 2005 (JUR 167233) y 26 de junio de 2009 (JUR 406597).
117 Según el art. 5 c) del Convenio nº 158 OIT, entre los motivos que no constituirán una causa
justificada para la terminación de la relación de trabajo figura “presentar una queja o participar en
un procedimiento entablado contra un empleador por supuestas violaciones de leyes o
reglamentos, o recurrir ante las autoridades administrativas competentes”.
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118 Tanto el Convenio nº 132 como la Recomendación nº 98, se hallan en situación provisoria.
Cfr. Chacartegui (2011), Camps (2014) y Falguera (2016: 52 ss) acerca de la aplicación en España
del Convenio nº 132 OIT.
119 STSJ de Castilla-La Mancha 18 de septiembre de 2003 (AS 1272).
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
previstas para las vacaciones con una baja por maternidad, paternidad o incapacidad
temporal, incluida la incapacidad derivada de embarazo, parto y lactancia natural, se
mantiene el derecho a disfrutarlas en una fecha posterior, una vez finalizada la
suspensión del contrato de trabajo o la situación de incapacidad, aunque haya terminado
el año natural a que corresponda. Si la baja en el trabajo se debe a una incapacidad
temporal no relacionada con la maternidad, el embarazo, el parto o la lactancia natural,
las vacaciones pueden disfrutarse en un momento posterior, siempre que no hubiera
transcurrido un periodo de dieciocho meses desde el final del año en que se hubiesen
originado (art. 38.3 ET). Por indicación de la jurisprudencia del TJUE, que han asumido
los tribunales nacionales, esas reglas de posposición del disfrute de vacaciones se
aplican tanto en el supuesto de que esos acontecimientos aparezcan antes de iniciarse
el periodo de vacaciones, como en el supuesto de que lo hagan durante dicho periodo,
en cuyo caso puede posponerse, con esos límites, la parte que quede pendiente de
disfrute120.
La jurisprudencia ha aplicado de forma directa el art. 7 Convenio OIT nº 132, relativo
a la cuantía de la remuneración durante el periodo de vacaciones121. Ha utilizado el
concepto de “remuneración normal o media” a que se refiere la disposición, de modo que
pueden quedar excluidos, de la retribución de vacaciones, los conceptos salariales de
carácter extraordinario, como las horas extraordinarias, en tanto que no se devengan de
modo habitual. No obstante, esa línea de jurisprudencia ha experimentado algún ajuste a
partir de las SSTJUE de 22 de mayo y 12 de junio de 2014, asunto C-539/12, Z.J.R. ock
y British Gas Trading Limited y asunto C-118/13, Gülay Bollacke y K+K Klaas & Kock
B.V. & Co. KG, en las que se sostiene que el derecho a las vacaciones que reconoce el
art. 7.1 de la Directiva 2003/88/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de
noviembre de 2003, implica no solo que exista una retribución, sino también que la
misma deba calcularse conforme a los criterios establecidos en el art. 7 del Convenio
OIT nº 132. Así, debe aplicarse el canon de la retribución normal o media incluso cuando
haya una regulación de la retribución de las vacaciones en el convenio colectivo. De esa
forma, la retribución de las vacaciones debe incluir las partidas devengadas normalmente
por el trabajador, aunque sean de carácter variable. Se puede excluir lo extraordinario,
pero no lo variable. En este caso, habría que atender a la retribución “media” en el
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
123 Acerca del Convenio nº 140 de la OIT, cfr. Sala Franco (1985), Lantarón Barquín (2003). y
Pérez Amorós (2019) y Gil (2021b: 669 y 670). Para un estudio de conjunto, cfr. OIT (1991, 2002,
2003 y 2010, párrafos 96-185, pp. 27 ss.).
124 Según la STSJ de la Comunidad Valenciana de 2 de mayo de 2001 (AS 102), el precepto
estatutario debe interpretarse en armonía con lo establecido en los arts. 1 y 3 c) del Convenio 140
OIT, sobre licencia pagada de estudios, ratificado por España el 16 de agosto de 1978, respecto a
los fines educativos de la licencia y la promoción social de los trabajadores: la garantía de la
formación profesional es un principio rector de la política social y económica, y las dudas en la
interpretación de las normas sustantivas laborales deben resolverse pro operario.
125 Martín Valverde, Rodríguez-Sañudo y García Murcia (2020: 764).
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126 STSJ de la Comunidad Valenciana de 12 de mayo y 7 de julio de 1998 (AS 5809 y 6489).
127 STJ de Castilla-La Mancha de 14 de noviembre de 1995 (AS 4406).
128 Gil (2021b: 669 y 670).
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
conviene tener presente que es necesario que el convenio de la OIT se halle redactado
en términos que permitan invocarlo a los particulares, y que exista una verdadera
incompatibilidad entre el mismo y la ley129. Si la ley fuese anterior, podría pensarse que
la ratificación y publicación del Convenio deroga la ley, en virtud de la regla lex posterior
derogat anterior.130 Para obviar los problemas prácticos de incertidumbre que se derivan
de una derogación tácita, los órganos de supervisión y control de la OIT han estimado
que resulta conveniente armonizar formalmente y poner de conformidad la ley con el
convenio, derogándola o modificándola, para que no exista duda en cuanto a la situación
legal o el derecho aplicable, y para que todos los interesados -jueces, inspectores de
trabajo, empresarios y trabajadores- puedan estar informados acerca de la incorporación
de tales textos al derecho interno y de las modificaciones así aportadas a la legislación
anterior131. El problema es más arduo si la ley es posterior al convenio de la OIT, y el
Estado no lo denuncia.
En los últimos años, se ha debatido con ardor la adecuación al Convenio nº 158 OIT
de la reforma profunda del régimen jurídico del despido que llevó a cabo el legislador en
la reforma de 2012132. La controversia permite analizar de qué modo, y dentro de qué
límites, los jueces y tribunales pueden llevar a cabo un control de convencionalidad, que
se traduzca en una inaplicación de la norma interna contraria al instrumento de derecho
internacional del trabajo. En 2010 y 2012, el legislador modificó el régimen jurídico del
despido, que sigue concibiéndose, en teoría, como una ultima ratio, tanto en lo que se
refiere a la exigencia de justificación, como al control de la decisión del empresario y a
las medidas de reparación, con el objetivo de desplazar el centro de gravedad o el
derecho común de protección contra el despido injustificado, de limitar el control del
poder del empresario y de reducir la indemnización por despido133. En 2012, el legislador
prosiguió la tarea que había comenzado en 2010, pero fue más allá y emprendió un
70
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camino que, hasta entonces, no había recorrido. Al hacerlo, puso en entredicho algunas
de las garantías que establece el Convenio nº 158 OIT. Al suprimir el requisito finalista, el
legislador pretendió aliviar al empresario de acreditar la concurrencia y suficiencia de la
causa, lo que contradice la necesidad de control judicial que prevé el Convenio nº 158
OIT134. Hay, pues, un salto cualitativo entre las reformas laborales de 2010 y 2012.
Según el preámbulo de la Ley 35/2010, de 17 de septiembre, se mantenía intacto el
derecho de los trabajadores a la tutela judicial efectiva, y se integraba en la ley la
interpretación que habían hecho los órganos jurisdiccionales de las causas del despido
objetivo, en el desarrollo de su tarea de revisión jurisdiccional de las decisiones
empresariales sobre esta materia. Con la modificación de 2012, el legislador busca
limitar aún más el margen de apreciación de los jueces y tribunales, y trata de privar al
juez de la competencia que le es propia en un Estado de derecho. De acuerdo con la
nueva lógica, que recoge con claridad la exposición de motivos de la Ley 3/2012, de 6 de
julio, los jueces y tribunales deberían circunscribirse a comprobar la existencia de la
causa, sin entrar a valorar la seriedad de la misma135. En definitiva, el papel del juez
debería ceñirse a comprobar la concurrencia de las causas, sin valorar la razonabilidad,
proporcionalidad o adecuación, en el caso concreto, de la medida que propone el
empresario.
Tal opción de política del derecho del legislador ha merecido la crítica de una parte de
la doctrina y de la jurisprudencia. Y es que el designio del legislador puede menoscabar
la reserva de jurisdicción de que goza el poder judicial en un Estado de derecho, y
contravenir lo dispuesto en las normas internacionales del trabajo y, en particular los arts.
4, 8 y 9 del Convenio nº 158 OIT136. En un Estado material de derecho, como el que
instaura la CE, el juez goza de una reserva de jurisdicción y está sometido a la ley y al
71
Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
78, y European Committee of Social Rights (2018: 204 y 205), con cita de Conclusiones 2012,
Turquía, y Conclusiones 2003, Francia.
140 Cabe citar, por ejemplo, las SSAN de 28 de septiembre, 15 de octubre y 18 de diciembre de
2012 (RJ 2515, 2/2013 y 1036/2013) y 4 de abril de 2013 (RJ 1816), que invocan las SSTS de 14
de junio de 1996 (Ar. 5162) y 29 de septiembre de 2008 (Ar. 5536), y las SSTS de 18 de febrero,
26 de marzo y 17 de julio de 2014 (RJ 3268, 2778 y 5743) y 26 de enero, 12 de mayo, 28 de
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octubre y 30 de noviembre de 2016 (RJ 3256, 5724 y 6365). Asimismo, la STSJ de Galicia de 2 de
mayo de 2013 (AS 1134) realiza un juicio de proporcionalidad y concluye que la medida extintiva
no es proporcionada para superar una situación económica negativa, pues resulta contraria al
deber de buena fe, desde el momento en que simultáneamente a la tramitación de un expediente
de regulación de empleo que comportó la extinción de veinticinco contratos de trabajo, se
nombraron dos asesores de confianza, con un gasto anual aproximado de 120.000 euros. Cfr.
Rodríguez-Piñero (2010), Desdentado (2012: 4 ss), González González (2012) y Preciado (2013:
12 ss) acerca del control judicial del despido, en particular tras las últimas reformas.
141 Cfr., al respecto, Gil (2015b: 668 y 669). El comité tripartito que examinó la reclamación de los
sindicatos por vulneración del Convenio nº 158 concluye: “El Comité considera que las
modificaciones a las causas de despido económicas, técnicas, organizativas o de producción que
la reforma legislativa de 2012 ha introducido en el Estatuto de los Trabajadores no vulneran las
disposiciones de los artículos 1, 8 y 9 del Convenio nº 158” (párrafo 265, p. 69). Y añade: “El
Comité considera que el Gobierno deberá seguir presentando informaciones sobre la manera en
que la nueva regulación de las causas de despido económicas, técnicas, organizativas o de
producción se han aplicado en la práctica, incluyendo datos sobre el número de recursos
interpuestos, el resultado de dichos recursos y el número de terminaciones por razones
económicas o análogas. Cfr. OIT (2014), párrafo 266, p. 69.
142 El ATC 43/2014, de 12 de febrero, inadmite a trámite la cuestión de inconstitucionalidad
3801/2013, que había planteado el Juzgado de lo Social nº 34 de Madrid, y considera adecuada la
nueva regulación de la indemnización por despido improcedente. Asimismo, la STC 8/2015, de 22
de enero, que resuelve el recurso de inconstitucionalidad presentado por los grupos parlamentarios
del Partido Socialista Obrero Español e Izquierda Plural, rechaza que la reforma laboral “haya
consagrado un despido colectivo no causal […] basado en un libérrimo arbitrio o discrecionalidad
empresarial”. Al contrario, afirma que, al prescindir de las referencias a la prueba de la
concurrencia de la causa de despido y a la acreditación de las razones de la decisión de extinción,
la ley “suprime espacios de incertidumbre en la interpretación y aplicación de la norma generados
por unas previsiones legales, tan abiertas en su contenido como abstractas en sus objetivos, que
en ocasiones podían llegar a constituir la exigencia de una prueba diabólica” para los empresarios.
La sentencia añade que la nueva redacción “impone al empresario un periodo de consultas con los
representantes de los trabajadores en el que debe entregarles no solo una ‘memoria explicativa de
las causas del despido colectivo’, sino también ‘toda la información necesaria para acreditar las
causas motivadoras del despido colectivo’”; en definitiva, el precepto impugnado “dota a la
definición de las causas extintivas de una mayor objetividad y certidumbre”, lo que, además,
permite al órgano judicial realizar un “control efectivo” sobre la decisión empresarial.
143 Arts. 2.2 b), 4, 6.1, 7, 8, 9.1 y 9.3.
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
144 No parece que resulte necesario acudir a la responsabilidad del Estado por los daños y
facultad de una de las partes de dejar sin efecto el contrato celebrado, sin necesidad de justificar la
decisión. Cfr. https://dpej.rae.es/lema/desistimiento-del-contrato (24 de junio de 2021).
148 Gil (2011).
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149 Cfr. Napoli (1980 y 2002) y, asimismo, Valdés (2001: 129) acerca de la distinción entre
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
Constitucional, e inaplicar una disposición legal que regula una cuestión sensible o
controvertida, cuando no hay consenso en la interpretación del alcance de la norma
internacional, e incluso en contra del parecer de los órganos de supervisión y control.
Así, la STSJ de Cataluña de 17 de enero de 2020 (AS 727) se aparta del criterio, aun
discutible, que había mantenido la STC 118/2019, de 16 de octubre, la cual había tenido
en cuenta también el Convenio nº 158 OIT. Asimismo, la sentencia asume que el art. 52
d) ET, ya derogado, vulneraba el art. 6.1 del Convenio nº 158 OIT, cuando el comité
tripartito encargado de resolver la reclamación de los sindicatos CC.OO. y UGT no
apreció tal vulneración. De igual modo, la interpretación que hacen la SJS nº 34 de
Madrid de 21 de febrero 2020 (AS 2366), la SJS nº 26 de Barcelona de 31 de julio de
2020 (AS 2054) y la STSJ de Cataluña de 23 de abril de 2021 (JUR 159982) sobre el
carácter adecuado o disuasorio de la indemnización de despido introduce un tema de
discusión que ni siquiera figuraba en la reclamación de los sindicatos CC.OO. y UGT,
tras la reforma laboral de 2012. Las centrales sindicales no cuestionaban la adecuación
al Convenio nº 158 OIT de la reducción de la cuantía de la indemnización, sino tan solo
la supresión de los salarios de tramitación, en caso de opción por el empresario por la no
readmisión, ante la declaración judicial de la improcedencia del despido. Guste más o
menos al intérprete, difícilmente puede considerarse que un régimen jurídico como el del
art. 56 ET sea inconstitucional, o vulnere el art. 10 del Convenio nº 158 OIT152. Tal y
como lo interpreta la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y
Recomendaciones, el art. 10 del Convenio OIT, que admite el pago de una
indemnización adecuada, si no se produce la readmisión, puede respetarse de muchas
formas, según los distintos ordenamientos jurídicos, porque el instrumento parte de un
criterio de flexibilidad, en lo que hace a la reparación apropiada153. Si el Convenio nº 158
OIT exige que la indemnización sea adecuada, la SJS nº 26 de Barcelona de 31 de julio
de 2020 (AS 2054) reclama que sea disuasoria. Por su parte, el comité tripartito que
resolvió la reclamación de los sindicatos CC.OO. y UGT consideró que la supresión, en
ciertos supuestos, de los salarios de tramitación no vulneraba el Convenio nº 158 OIT154.
152 “Gil (2007, 2009: 403, 2014a, 205b: 672, 2017b: 33 y 2020a: 136).
153 Cfr. OIT (1995), apartados 218 y ss, pp. 90 y ss.
154 Según el apartado 279 de las conclusiones, “el Comité considera que si bien las
modificaciones introducidas por la reforma legislativa de 2012 suprimen el pago de los salarios de
tramitación en caso de opción por el empresario de la extinción del contrato ante la declaración
judicial de la improcedencia del despido, no han eliminado el pago de una indemnización por la
terminación de la relación de trabajo que requiere el artículo 10 del Convenio nº 158. Los jueces
españoles siguen facultados para ordenar el pago de una indemnización adecuada u otra
reparación que se considere apropiada en caso de que se llegue a la conclusión de que la
terminación de la relación de trabajo es injustificada”. El apartado 280 reza: “El Comité considera
que el Gobierno deber a seguir facilitando informaciones sobre la naturaleza de las reparaciones
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En la reforma de 2012, el legislador optó por la forma más sencilla para reducir el
coste del despido: disminuir el número de días de indemnización por año de servicio, así
como el número máximo de mensualidades. Con todo, cabe imaginar otras soluciones155.
Así, la ley puede establecer unos topes mínimo y máximo, referidos al número de días de
indemnización, y dejar al juez un margen de apreciación para que fije la cuantía exacta
de la indemnización, según el perjuicio real que sufra el trabajador, o la dimensión o
situación de la empresa156. O puede fijar, como en Francia, un mínimo de mensualidades
de indemnización, que puede elevar el juez a la luz de las circunstancias del caso157. O,
para evitar que el despido improcedente de un trabajador se traduzca en una
indemnización escasa, si se produce a los pocos meses de haberse iniciado la
prestación de servicios, el legislador puede establecer que, en todo caso, el empresario
debe pagar un mínimo de mensualidades. En los despidos justificados, basados en la
ineptitud del trabajador o en circunstancias inherentes a la empresa, podría asegurarse
el pago de la indemnización por un fondo constituido mediante aportaciones de los
empresarios, tal y como permite el art. 12.1 del Convenio nº 158 OIT al regular la
compensación por fin de servicios. En este sentido, pueden ensayarse fórmulas como las
que instaura la ley austriaca sobre las indemnizaciones por despido (Abfertigunsrecht),
de 2002158. Pero esa posible reducción del montante de la indemnización por despido
debe compaginarse con la compatibilidad con una indemnización adicional por daños y
perjuicios159, no solo en los casos de vulneración de un derecho fundamental, como ha
concedidas por las decisiones judiciales que han concluido que la terminación de la relación de
trabajo fue injustificada”. Cfr. OIT (2014: 72).
155 Gil (2007: 164 y 2009: 414 y 415) y Gil y Sagardoy (2007: 131 y 132).
156 Al respecto, vid Sagardoy y Gil (1997: 66 y 2004: 453) y Gil y Sagardoy (2007: 131).
157 Cfr., en particular, los artículos L. 1235-3, 1235-3-1 y 1235-3-2 del Code du travail,
modificados por la ley nº 2018-217, de 29 de marzo de 2018 (art. 11), que pueden consultarse en
https://www.legifrance.gouv.fr/codes/section_lc/LEGITEXT000006072050/LEGISCTA00000618944
5/#LEGISCTA000006189445 (5 de julio de 201) y, para el régimen jurídico anterior, por todos,
Pélissier (1980: 321 ss), Martinon (2005: 318 ss y 328 ss), Pélissier, Supiot y Jeammaud (2008:
594), Mazeaud (2010: 393 ss) y Favennec-Héry y Verkindt (2011: 519).
158 Cfr. un resumen de la ley austriaca en Comisión Europea (2006: 11), en el apartado 4 a),
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
admitido primero la jurisprudencia160 y luego el legislador161. Ahora bien, una vez que el
legislador ha establecido un régimen de indemnización por despido, que todavía resulta
generoso si se compara con el de otros ordenamientos jurídicos, no parece posible que
el juez o tribunal lo cuestione, si es constitucional, por una supuesta vulneración del art.
10 del Convenio nº 158 OIT, ya de forma general, ya en un supuesto concreto, en que se
considera que la indemnización es exigua. En suma, desde el punto de vista del
Convenio nº 158 OIT, no cabe hacer reproche alguno a la reducción de las
indemnizaciones por despido y a la supresión, en algunos casos, de los salarios de
tramitación, que llevó a cabo la reforma de 2012.
Antes de desplazar la aplicación del art. 56 ET, por una supuesta vulneración del art.
10 del Convenio nº 158 OIT, que no existe, habría que explorar la posibilidad de solicitar
al juez una indemnización adicional por los daños y perjuicios que suponga, en un caso
concreto, la ruptura no justificada de la relación laboral, por incurrir el empresario en una
responsabilidad contractual o extracontractual. El modo de dar cumplimiento a las
exigencias del Convenio nº 158 OIT y el art. 24 de la Carta Social Europea revisada no
es elevar la indemnización por despido, que se halla tasada en nuestro ordenamiento
jurídico, sino considerarla compatible con una indemnización adicional por daños y
perjuicios, si el empresario incurre en responsabilidad contractual o extracontractual, aun
cuando no se haya producido una discriminación o una vulneración de derechos
fundamentales o libertades. En general, los daños y perjuicios que acompañan a un
despido injustificado derivarán de una responsabilidad contractual, y será competente el
orden social de la jurisdicción. El pago de daños y perjuicios, que es diferente de la
indemnización en caso de terminación injustificada, se concede en algunos
ordenamientos jurídicos cuando el empresario se comporta de manera licenciosa,
irresponsable, malintencionada o ultrajante162. La indemnización financiera sirve tan solo
para compensar la pérdida injustificada del empleo163. Por eso, resulta criticable la
doctrina de la STSJ de Cataluña de 23 de abril de 2021 (JUR 159982), pese al intento de
nuestro ordenamiento jurídico, sino considerarla compatible con una indemnización adicional por
daños y perjuicios, si el empresario incurre en responsabilidad contractual o extracontractual, aun
cuando no se haya producido una discriminación o una vulneración de derechos fundamentales o
libertades. En general, los daños y perjuicios que acompañan a un despido injustificado derivarán
de una responsabilidad contractual, y será competente el orden social de la jurisdicción.
160 STS de 17 de mayo de 2006 (Ar. 7176).
161 La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres,
codificó esa doctrina –que protege de forma intensa la seguridad en el empleo- en los supuestos
de discriminación o lesión de los derechos fundamentales o libertades públicas del trabajador. La
ley dio una nueva redacción a los arts. 27.2, 180.1 y 181 LPL. Cfr., en la actualidad, los arts. 26.2,
182.1 d) y 183.3 LJS.
162 OIT (1995), párrafo 230, p. 95. Así sucede en países como Francia o Estados Unidos.
163 OIT (1995), párrafo 221, p. 91.
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164 Alonso Olea (1958: 173 ss) y Gil (2003: 339 y 2009).
165 Ya hace años, Valticos (1970: 190) observó que el carácter general de la mayoría de las
disposiciones de la Carta puede obstaculizar que un recurso fundado en ella se someta a una
jurisdicción nacional. Cfr., asimismo, Alzaga (2020: 11 ss) y, para una opinión diferente, Salcedo
(2016).
166 Los procedimientos de control se describen en OIT (2019). Cfr. también Valticos (1970: 500
ss), para un análisis ya clásico, y Ushakova (dir. y coord.) (2020) y Valle (2020), Ushakova (nº) y
Gil (2020d), por lo que mira a los procedimientos especiales de reclamaciones y quejas.
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167 Cfr. Etala (2001) sobre la interpretación de los convenios de la OIT y Valticos (1970: 525) y Gil
(2020d: 168 y 169) acerca del carácter cuasi-jurisdiccional del Comité de Libertad Sindical de la
OIT.
168 Koroma y Heijden (2016, párrafos 133 ss, pp. 46 ss).
169 OIT (2020:10 ss).
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170 Cfr. Orden del día de la 340.ª reunión del Consejo de Administración de la OIT (octubre-
noviembre de 2020), Sección Institucional (INS), 5º punto del orden del día, en
https://www.ilo.org/gb/GBSessions/GB340/ins/lang--es/index.htm (11 de julio de 2021) y orden del
día de la 341.ª reunión del Consejo de Administración de la OIT (marzo de 2021), Sección
Institucional (INS), en https://www.ilo.org/gb/GBSessions/GB341/ins/lang--es/index.htm (11 de julio
de 2021).
171 Sagardoy, Valle y Gil (2006: 254).
172 El Convenio nº 1, que se adoptó el 28 de noviembre de 1919, en la primera reunión de la
individual, se optará entre abonar las horas extraordinarias en la cuantía que se fije, que en ningún
caso podrá ser inferior al valor de la hora ordinaria, o compensarlas por tiempos equivalentes de
descanso retribuido. Y agrega que, en ausencia de pacto al respecto, se entenderá que las horas
extraordinarias realizadas deberán compensar mediante descanso, dentro de los cuatro meses
siguientes a su realización.
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Gil y Gil – Aplicación por el Juez nacional de los instrumentos de la OIT
incentivaba el trabajo extra, y era contrario al reparto del trabajo, parte de una sola de las
finalidades que tenía y tiene el incremento, y olvida que su fijación por la ley es
indispensable para conseguir otras, como la compensación del mayor esfuerzo del
trabajador, o la desincentivación del trabajo excesivo. Por las razones ya dichas, por
vulneración del ámbito de competencia reservado al convenio de la OIT, la antinomia
debe resolverse mediante el desplazamiento o inaplicación de la disposición del derecho
interno, que ha rebajado el umbral o estándar mínimo de protección. Hay una
competencia compartida entre la OIT y el Estado, y los conflictos entre los convenios de
la OIT y las leyes deben solventarse mediante la aplicación del principio de competencia.
El convenio de la OIT acota un ámbito competencial, al fijar unos estándares mínimos,
que debe respetar el Estado miembro en el ordenamiento jurídico interno, Al ratificar un
convenio de la OIT y publicarlo en el BOE, las leyes del Estado no pueden invadir el
ámbito competencial propio del instrumento de derecho internacional. En suma, las leyes
nacionales pueden mejorar el estándar mínimo, pero no desconocerlo. Si rebajan el nivel
mínimo de protección que establece el convenio de la OIT, como sucede en el caso del
recargo de las horas extraordinarias, son incompetentes, y el juez nacional puede
desplazarlas, en virtud del principio de competencia, por aplicación de lo dispuesto en el
art. 31 de la Ley 25/2014, de 27 de noviembre, de Tratados y otros Acuerdos
Internacionales.
III. CONCLUSIONES
Como tratados internacionales, y partiendo de lo dispuesto en los arts. 1.5 del Título
Preliminar del Código civil y 96.1 de la Constitución Española, los convenios de la OIT
rigen en España tras la ratificación y publicación oficial. No ofrece dudas el hecho de que
deben respetar la CE. La prevalencia de los tratados internacionales sobre las leyes, que
establece el art. 31, del Capítulo IV, sobre aplicación e interpretación de los tratados
internacionales, de la Ley 35/2014, de 27 de noviembre, de Tratados y otros Acuerdos
internacionales, no implica que los tratados internacionales posean una jerarquía
superior a las leyes. Las relaciones se rigen por el principio de competencia, y no de
jerarquía.
La reciente ratificación de la Carta Social Europea de 1996 abre una puerta a la
esperanza, y hace prever que no será infrecuente, a partir de ahora, la invocación de
preceptos del instrumento regional de derechos sociales, el más avanzado del mundo,
cuando no es pacífica la cuestión de la aplicabilidad directa de los mismos. El activismo
de algunos jueces y tribunales en el uso del control de convencionalidad puede resultar
contraproducente, y devaluar la fuerza y el prestigio de los instrumentos del derecho
internacional del trabajo, si no se halla guiado por un espíritu de mesura, que reserve el
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IV. BIBLIOGRAFÍA
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