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Los tumores malignos del intestino delgado son muy infrecuentes. En estudio a gran escala
en autopsias su frecuencia fue inferior al 0,1%. Aunque el intestino delgado es el órgano
gastrointestinal (Gl) más grande, menos del 5% de los tumores malignos aparecen en él. El
motivo todavía no se ha dilucidado. El adenocarcinoma (no ampular) es la neoplasia más
común y representa entre el 30 v el 50% de los tumores malignos. La mayoría aparece en el
duodeno o el yeyuno. Los factores predisponentes parecen ser la ingestión de alcohol, la
enfermedad de Crohn, la enfermedad celíaca v la neurofibromatosis. También parece Ser
un factor predisponente un adenoma preexistente y vale la pena señalar que más del de los
pacientes con poliposis adenomatosa familiar (PAF) presentan pólipos en el intestino
delgado proximal y que añás del 5% desarrollan adenocarcinoma.
Los tumores GIST despiertan un gran interés y se están comunicando en mayor número, No
está claro todavía si el incremento deriva de los mejores estudios diagnósticos o de si se
produce una mayor incidencia real.
CUADRO CLÍNICO
Al igual que sucede en los tumores benignos del intestino delgado, la presentación puede
ser lenta e insidiosa. Los pacientes pueden tener anemia leve, hemorragia de bajo volumen,
dolor abdominal, poco intestino, disminución del peso y, si hay una lesión grande
infiltrante, desarrollar lentamente una malabsorción o retortijones intermitentes. Asimismo,
los pacientes pueden presentar síntomas agudos de invaginación obstructiva o hemorragia
masiva. Los pacientes con lesiones malignas no suelen buscar tratamiento de emergencia,
pero presentan síntomas persistentes durante un período de varios meses.
DIAGNOSTICO
El diagnóstico por la imagen es vital en los tumores malignos, al igual que en los tumores
benignos. Los tumores malignos suelen detectarse fácilmente mediante una evaluación de
contraste con bario o una TC con contraste. Debido a su naturaleza, estos tumores suelen
ser más grandes que los tumores benignos, aunque la introducción de la enteroscopia y de
la endoscopia con cápsula permite diagnosticarlos antes si se acompañan de síntomas. La
anemia leve secundaria a una pérdida lenta de sangre a partir de una lesión pequeña puede
inducir una presentación más temprana y permitir establecer antes el diagnóstico y, así,
conseguir un pronóstico mejor.
Las lesiones ampulares pueden implicar una obstrucción de las vías biliares e ictericia.
Debido a la posición de estas lesiones, los pacientes pueden buscar tratamiento pronto y las
lesiones pueden resecarse precozmente. Las técnicas actuales endoscópicas y de ecografía
endoscópica pueden incluso permitir una resección endoscópica.
TRATAMIENTO Y MANEJO
Es esencial resecar todos los tumores. Debe determinarse la histología, ya sea benigna o
maligna. Una vez que se ha extirpado la lesión, el análisis histológico indicará qué tipo de
quimioterapia se requiere, la cual está experimentando cambios a un ritmo rápido.
Asimismo, las evaluaciones oncológicas más novedosas deben establecer los fármacos que
se prefieren, Esta afirmación es válida para las lesiones de adenocarcinoma Y para los
linfomas y leiomiosarcomas. El tratamiento del linfoma acostumbra a ser más complejo.
Los linfomas primarios clasificarse de modo que pueda determinarse el manejo. Una vez
más, el oncólogo orienta sobre los últimos avances terapéuticos.
COMPLICACIONES
Los hallazgos de un estudio exhaustivo llevado a cabo revelan que la tasa de supervivencia
a los cinco años de un adenocarcinoma de intestino delgado es del 30% y que el tiempo de
supervivencia medio es inferior a 20 meses. El adenocarcinoma ampular muestra un
pronóstico mejor, con una tasa de supervivencia a los cinco años del 36% e incluso un
pronóstico mejor en los pacientes en que se efectúa una resección temprana. El pronóstico
global del linfoma varía mucho según el estadio de la enfermedad. En los estadios
avanzados, las tasas de supervivencia a los cinco años oscilan, en general, entre el 25 y el
30%. No obstante, gracias a la cirugía radical y al tratamiento farmacológico que mejora
rápidamente. las tasas de supervivencia a los cinco años han aumentado v se han
comunicado incluso valores de hasta un 60 a 70%. El cuadro de los pacientes con estos
tumores todavía no es bueno. pero los avances en el campo de la quimioterapia pueden
sugerir implicaciones pronósticas mejores en el futuro.
El síndrome carcinoide se produce cuando el tumor secreta una gran cantidad de una
sustancia activa como la serotonina. Los síntomas aparecen a causa del carcinoide cuando
los tumores se hacen más grandes o hacen metástasis. Los tumores carcinoides de menos de
1 cm rara vez efectúan metástasis. Las lesiones de más de 2 cm deberían tratarse
enérgicamente. Los carcinoides rectales no llevan al síndrome carcinoide y la mayoría son
asintomáticos.
CUADRO CLINICO
DIAGNOSTICO
Como se ha indicado anteriormente, a menudo el tumor neuroendocrino es asintomatico y,
por lo tanto, se detecta durante el estudio para otras enfermedades. No obstante, una vez
que aparecen síntomas, es esencial llevar a cabo estudios radiológicos con contraste, los
cuales pueden poner de manifiesto la localización del tumor. La TC y la RM también son
útiles. Las pruebas isotópicas con somatostatina marcada son muy efectivas para detectar
puntos hematostáticos primarios.
TRATAMIENTO Y MANEJO
La extirpación de las lesiones muy pequeñas suele ser curativa. Las lesiones que llegan a
medir 2 cm tienen una probabilidad significativa de hacer metástasis y de requerir un
tratamiento enérgico. La lesión primaria debe extirparse y debe tratarse cualquier posible
metástasis. La resección quirúrgica de las lesiones metastásicas ha Iogrado algunas
curaciones. La quimioterapia ha obtenido un efecto insignificante. La quimioembolización
y la embolización de la arteria hepática han sido efectivas en manos de médicos
experimentados.
COMPLICACIONES
La resección de tumores de 1 cm conlleva un pronóstico excelente. Sin embargo, si tumores
se han desarrollado en otras localizaciones del tracto Gl, se producen metástasis y el
pronóstico es diverso. La tasa de supervivencia a los cinco años en los pacientes con
carcinoides gástricos es del 49% si son localizados.
En las lesiones pancreáticas, que tienden a hacerse grandes y detectarse tardíamente, la tasa
de supervivencia a los cinco años es del 34%. La presentación clínica es variable en el
intestino delgado. Sin embargo, de nuevo cuando las lesiones son mayores de 2 cm se han
comunicado metástasis en series distintas a tasas comprendidas entre el 33 y el 80 %. Las
lesiones del colon tienden a detectarse posteriormente y la tasa de supervivencia a los cinco
años es del 42 %.
Cuando las lesiones rectales miden menos de 1 cm, la tasa de curación es del 98%. En
conjunto, el pronóstico de los tumores carcinoides es variado. Una vez que han
evolucionado a síndrome carcinoide, el pronóstico es reservado.