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Tema 2

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y


Patológico)

Tema 2. Envejecimiento sano


versus patológico
Índice
Esquema

Caso clínico

Planteamiento del caso

Material de estudio

2.1. Introducción y objetivos

2.2. Desarrollo cognitivo

2.3. Conectividad y neuroanatomía en el envejecimiento

2.4. Envejecimiento sano y patológico: líneas divisorias

2.5. Envejecimiento exitoso (EE)

2.6. Referencias bibliográficas

Caso clínico: resolución

Resolución del caso clínico

A fondo

Poblaciones o zonas azules

Intentos de sacarle algo a la vida. El diario de Hendrik


Groen, de 83 años y cuarto

Test
Esquema

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 3


Tema 2. Esquema
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Caso clínico

Planteamiento del caso

Diferencias entre envejecimiento normal y patológico

A continuación, presentamos dos casos clínicos, con el objetivo de mostrar sus

diferencias de cara a un diagnóstico diferencial entre envejecimiento normal y

patológico.

Caso 1:

Hombre de 68 años con estudios primarios, si bien se ha dedicado toda su vida a la

gerencia de una empresa familiar. Esta ha experimentado un enorme crecimiento,

hasta el punto de que se ha convertido en una de las más importantes de la

comunidad. Sin embargo, él siempre se ha adaptado a la situación y ha ido

formándose y rodeándose de gente muy competente a su alrededor, junto a la cual

ha sido capaz de sacar la empresa adelante y mantener el nivel de actividad en

tendencia creciente.

No obstante, recientemente (hará unos diez meses) ha enviudado, lo que le ha

afectado sobremanera. Aunque tiene más familia (tres hijos), no conviven con él y de

repente ha notado un tremendo vacío. Uno de los hijos vive relativamente cerca (de

hecho, trabaja con él), pero el resto hizo su vida lejos del domicilio familiar hace ya

muchos años. Por tanto, ha pasado a vivir solo, pero no se termina de adaptar a este
cambio. Sin antecedentes personales ni familiares de interés.

Consulta porque dice sentir que ya la vida no tiene sentido y que, a raíz de la

jubilación (hace doce meses) y la muerte de su mujer (poco después), ha notado

cómo un gran peso se ha cernido sobre sus espaldas y le cuestan incluso las cosas

del día a día. Su actitud y aspecto es relativamente bueno, pero se le nota algo

despistado, si bien en el screening general se encuentra alerta y orientado, sin fallos

significativos, excepto en algunos ítems puntuales que él atribuye a despistes (en sus

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Caso clínico

propias palabras: «los despistes que últimamente me pasan»). No se constatan

problemas neurolingüísticos.

Sin embargo, el hijo, que le acompaña a consulta y pasa después de él, refiere que

desde hace algunos meses le ve más despistado y con más problemas de memoria

que de costumbre, con muchas preguntas repetitivas, e incluso repite temas de

conversación, enlentecido y con una capacidad para resolver situaciones cotidianas

algo reducida. Además, aunque nunca ha sido de mucho dormir, y mucho menos en

los últimos años, ahora apenas duerme tres-cuatro horas en la noche. Aunque de

forma muy progresiva, los síntomas parecen haberse ido acrecentando,

especialmente en el último año. También nota que está algo más desganado,

habiendo abandonado incluso el fútbol, que era su pasión, y se sabía incluso las

plantillas de varios equipos.

Caso 2:

Manolo siempre ha sido una persona de campo, que entró a trabajar en el ganado

joven y que apenas completó los estudios básicos. Su mujer murió ya hará año y

medio y ahora vive con uno de sus hijos, porque no lo ven capaz de vivir solo y

porque él también lo ha pedido. Además, de vez en cuando se va a pasar alguna

temporada con su hija. Aunque en algunos momentos el colesterol le ha dado

algunos problemas (le gusta comer), no tiene ningún factor mórbido significativo, si

bien hace cosa de diez años pasó un episodio depresivo importante que requirió

tratamiento farmacológico. Preguntado por si era el primer episodio, cree que cuando

era joven también tuvo una temporada parecida, aunque en aquel momento nadie le

puso nombre.

Su hijo, con quien convive, refiere que desde hace tiempo nota en él frecuentes

cambios de comportamiento, incluso llegando en algún momento a verle algo

desorientado en la cocina a veces a media noche. Asimismo, refiere que a menudo

pregunta cosas que ya se han hablado o que ha preguntado con anterioridad, hasta

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Caso clínico

el punto de que ha tenido un momento hace unas semanas (que es lo que ha

provocado la consulta) en el que no ha reconocido a su propio nieto.

Cree su hijo que ya no es el mismo, y aunque ha sido un hombre muy trabajador y

que siempre con tesón ha sacado todas las cosas, explica: «Últimamente, más a raíz

de la muerte de mi madre, su cabeza ha caído en picado». Ya hace tiempo que no le

mueven a casa de su hija porque al salir a la calle se nota raro, incluso con mucha

ansiedad, hasta el punto de que su hijo ha tenido miedo de que le diera un ataque de

pánico y han tenido que volverse antes siquiera de cruzar la esquina.

Aunque se muestra algo desconfiado, su actitud en consulta es cálida, pero muy

reacio a cumplir órdenes o hablar con el clínico. Además, se muestra muy preguntón

y algo nervioso. No hay problemas neurolíngüísticos evidentes, pero es muy escueto

en las respuestas y hay que intentar estimular las respuestas y la conversación. En

ella, el hijo le interrumpe numerosas veces con el ánimo de ayudarle a completar

frases más rápidamente o cuando no recuerda algo.

Se encuentra totalmente desorientado temporalmente, aunque sabe, de manera casi

mecánica, que se encuentra en el médico (aunque no sabe especificar con


concreción el lugar donde se está dando la consulta). A veces, cuando no recuerda

algunas cosas, tiende a confabular, algo que le sucede muy a menudo, según refiere

su hijo, y, confrontado con los problemas que presenta, dice no pasarle nada:

«Cosas de la edad… ¡no puedo tener la misma memoria que tenía cuando era un

chaval como tú!, ¿no crees?».

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Material de estudio

2.1. Introducción y objetivos

Establecer y constatar las diferencias cognoscitivas entre envejecimiento sano y

patológico no es un objetivo baladí, ya que envejecer no significa necesariamente

perder funciones: algunas sufren incluso mejoras. Para esto, el primer paso supone

conocer, entender y analizar el envejecimiento sano, porque dentro de este existe

una posible variabilidad «normal» que también incluye un declive cognitivo, a

menudo confundible con un deterioro cognitivo patológico. Sin embargo, existen

diferencias entre ambas entidades que es importante tener presentes a la hora de

llevar a cabo una evaluación en este sentido, así como que existen diferencias

interindividuales importantes debidas generalmente al estado de salud general,

factores hereditarios, nivel de actividad (física y cognitiva), nivel educativo, social y/o

económico…

Por todo ello, en este tema se abordarán las características cognitivas del

envejecimiento sano y del patológico, intentando para ello dibujar la línea divisoria

entre ambos.

En este tema se pretenden conseguir los siguientes objetivos:

▸ Conocer el envejecimiento sano desde el punto de vista cognitivo.

▸ Conocer los perfiles de deterioro cognitivo en el envejecimiento patológico.

▸ Analizar los criterios de diferenciación entre ambas entidades.

▸ Conocer someramente los factores y grupos de envejecimiento exitoso: reserva

cognitiva, superagers, etc.

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Material de estudio

2.2. Desarrollo cognitivo

Vistos los aspectos biopsicosociales que suceden en el envejecimiento normal, cabe

explicitar los principales cambios que se dan en el funcionamiento cognitivo de esta

etapa vital. Para ello, los clasificaremos directamente en base a los diferentes

dominios cognitivos. Si bien, antes de comenzar con este análisis pormenorizado,

cabe explicitar que diversos estudios han concluido que, llevando a cabo un control

estadístico de la varianza del razonamiento, memoria, velocidad y vocabulario, el

efecto de la edad se reduce considerablemente en un gran abanico de variables

cognitivas y neuropsicológicas, incluidas las prototípicas variables de memoria.

Así, se ha observado un aumento en las medidas que representan productos

cognitivos ejercitados antes de los sesenta años, como el vocabulario o la

información general, mientras que hay una disminución lineal en medidas de

eficiencia y efectividad del procesamiento, implicando habitualmente manipulación de

la información y/o transformación, especialmente de material abstracto, como

podemos observar en la Figura 1 (Salthouse, 2010).

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Tema 2. Material de estudio
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Material de estudio

Figura 1. Medias y error estandarizado de las puntuaciones compuestas en cinco habilidades cognitivas donde se
representa el declinar debido a la edad. Fuente: Salthouse, 2010.

Atención

Mientras la atención sostenida se mantiene relativamente preservada en la vejez,

ElShafei, Fornoni, Masson, Bertrand y Bidet-Caulet (2020) constatan un incremento

en la distractibilidad, probablemente como consecuencia de una reducción de la

eficiencia atencional de los mecanismos arriba-abajo, o incluso de una mayor

activación de la atención de aquellos abajo-arriba. Y es que el envejecimiento se

caracteriza por dificultades de atención, en particular, una capacidad reducida para

inhibir información irrelevante. Esta distracción exacerbada se ha atribuido a una

degradación de los mecanismos inhibidores (hipótesis del déficit inhibitorio) y/o un


deterioro en el funcionamiento del lóbulo frontal (hipótesis del envejecimiento frontal).

Igualmente, la atención selectiva es uno de los procesos que más se mantiene con

el paso de los años, si bien las dificultades parecen surgir cuando se le requiere a la

persona que se procese, simultáneamente a la tarea diana, alguna información

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Material de estudio

adicional. Tanto es así que, partiendo de estudios en los que se han usado tareas

distractoras, se constata una disminución en la capacidad de inhibición de estímulos

irrelevantes («ruido atencional»), excepto cuando se dispensan claves para distinguir

los ítems relevantes de los irrelevantes.

Procesamiento de la información

Hay tres hipótesis prominentes en torno al funcionamiento del procesamiento de la

información en el envejecimiento:

▸ Déficits de recursos: esta hipótesis, basada en la noción de que solo está

disponible una cantidad limitada de recursos cognitivos para las operaciones

mentales, refiere que con la edad se reducen estos recursos, debido a las
reducciones en la capacidad del SNC: déficits de capacidad/recursos atencionales,
reducción de memoria de trabajo (MT), etc. (Light, 2000; Whitbourne, 2001).

▸ Déficit de la inhibición: entiende que el envejecimiento implica una reducción de

recursos cognitivos disponibles para gestionar los procesos atencionales. Los


procesos de activación estarían conservados en la vejez, pero habría un deterioro
en procesos inhibitorios que evitan el acceso de ideas irrelevantes a la MT y la

restricción de respuestas inapropiadas a la tarea. Según Groth y Allen (2000), este


déficit se daría debido a un descenso del filtro atencional.

▸ Enlentecimiento cognitivo: Whitbourne (2001) entiende que los ancianos pierden

velocidad de procesamiento, además de otros procesos cognitivos, a causa de dos


mecanismos básicamente, descritos por Light (2000): el de tiempo limitado y el de
simultaneidad. Se requiere de mayor tiempo en operaciones tempranas de una
secuencia cuando condicionantes externos limitan el tiempo del que se dispone para

procesar la información, de manera que el tiempo disponible para operaciones


posteriores desciende.

Concomitantemente, una velocidad de ejecución ralentizada puede reducir la

disponibilidad de resultados de pasos previos, necesarios para completar los

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siguientes pasos, dado que la información se «cae» o se desplaza. Así, aunque se

incremente la cantidad de tiempo permitido, incluido un aumento de los procesos

atencionales, no se puede compensar la ralentización cognitiva sufrida, debido a que

el problema sería la tasa de procesamiento del individuo, y no tanto las limitaciones

temporales externas.

Memoria

Ruiz-Vargas (2008) constata que los cambios estructurales explican los cambios en

los procesos mnésicos más típicos del envejecimiento, así como los procesos que

operan en ellos y/o los conocimientos que se almacenan. De hecho, el hipocampo

sufre un ligero y progresivo deterioro hasta la séptima década, momento en el que se

acelera su deterioro, especialmente en comparación con otras áreas, como las

sensoriales primarias o aquellas ubicadas en la corteza temporal.

Los procesos y estructuras más constatados y estudiados con relación al

envejecimiento son los siguientes:

Tabla 1. Estructura de la memoria. Fuente: Matellanes, Díaz y Montero, 2010.

▸ Memoria sensorial: No se ve influida por el envejecimiento, por norma general.

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Material de estudio

▸ Memoria a corto plazo (MCP): A su vez, teniendo en cuenta el carácter pasivo

o activo en el mantenimiento de la información, la MCP se subdividiría en:

• Memoria primaria (MP): Ruiz-Vargas (2008) constata que esta no declina o, si


lo hace, es de manera leve; tampoco en su capacidad de almacenamiento o
duración de la información en esta memoria ni el propio reconocimiento. No

obstante, si hay interferencias o se exige reorganización de la información que


hay que recordar, los resultados tienden a empeorar.

• Memoria de trabajo (MT): esta, además de ser un sistema de almacenamiento


con una capacidad relativamente limitada, dispone de un ejecutivo central
capaz que selecciona y manipula la información de la MP. Además, se podría
esperar que los cambios derivados de la edad redujeran su rendimiento en
procesos como la comprensión del lenguaje, aprendizaje y razonamiento, junto

con la memoria verbal y espacial (Light, 2000; Whitbourne, 2001). Las


limitaciones en este proceso explicarían la causa de las dificultades en la
integración de la información mediante varias premisas, incluso cuando el
reconocimiento de estas no varía con la edad. Pousada (1998) se refiere a la
hipótesis del déficit inhibitorio anteriormente expuesta para explicar los déficits
observados en la MT. Así, defiende la tesis de que el fallo o reducción en

mecanismos de inhibición (su eficacia se reduce con los años), acrecentaría los
contenidos de la MT, incorporándole informaciones no relevantes, que daría
lugar a un escenario adecuado para favorecer una competición en la
recuperación de información relevante, generando con ello un inevitable
aumento de la distractibilidad, más cantidad de respuestas inadecuadas, más

tiempo para la emisión de respuestas apropiadas y una mayor tasa de olvidos.


Whitbourne (2001), por su parte, apunta a la hipótesis del enlentecimiento
como explicación de los fallos de la MT. Ambas hipótesis coinciden, no
obstante, en una reducción de los recursos de procesamiento para tareas
mnésicas según avanza la edad (Reuter-Lorenz, Festini y Jantz, 2016).

▸ Memoria secundaria o memoria a largo plazo (MLP): Suele ser generalmente

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un defecto en este proceso lo que provoca que los ancianos se quejen de una

mayor incapacidad para recordar información importante. Teniendo como

premisa la manera en que se almacena la información, esta se subdivide en

memoria explícita e implícita, con las correspondientes subdivisiones:

• Memoria explícita: las puntuaciones en tareas de recuerdo intencional de


personas mayores están por debajo de las obtenidas por adultos jóvenes

(Charnes, 2000; Ruiz-Vargas, 2008). Además, la memoria episódica es


sensible a la edad, siendo los mayores los que tienen más problemas en tareas
cotidianas y situaciones experimentales estándar (Ruiz-Vargas, 2008;
Whitbourne, 2001).

• Memoria implícita: no decayendo tanto como lo hace la explícita, si decayera


podría ser debido a un deterioro en la manera de organizar la percepción
(Charnes, 2000; Ruiz-Vargas, 2008).

Una de las explicaciones más extendidas acerca del declive de la MLP en la vejez

consiste en que no se usan espontáneamente estrategias organizativas para la

información tan adecuadas, procesando la información superficialmente cuando se

codifica y recupera. Empero, cuando se les proporcionan instrucciones para

organizarla con mayor eficacia, el recuerdo mejora sensiblemente.

La edad tampoco parece influir en la memoria remota, aunque sí lo hace en la

prospectiva (Ruiz-Vargas, 2008), siendo esta donde suelen declarar una mayor

disfuncionalidad. Igualmente, Pousada (1998) formula una de las hipótesis más

manidas en torno a la pérdida de memoria por el envejecimiento, centrada en los

problemas de metamemoria. Esta afirma que las bajas expectativas en la propia

memoria, así como dificultades en el uso espontáneo de las estrategias mnésicas,

supondrían factores muy ligados a esta pérdida.

En cuanto a los errores en los procesos mnésicos (codificación, almacenamiento,

recuperación y reconocimiento) en el envejecimiento, el medio no familiar y/o las

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condiciones estresantes o de excesiva demanda provocarían peores resultados en

cuanto a la adquisición de información, al tiempo que la significatividad del material

que hay que recordar, una buena atmósfera y la ayuda en organizar el material

pueden mejorar este proceso.

Light (2000) refiere que usar pruebas de recuerdo con claves y recuerdo libre ha

servido para valorar el peso diferencial entre los problemas de adquisición y

recuperación de la información, de forma que ambos están deteriorados por el

envejecimiento, si bien se hace imposible separarlos independientemente con el

objetivo de valorar el peso de cada proceso en los problemas amnésicos de la edad.

Generalmente, se observaría un enlentecimiento que influiría principalmente en el


tiempo que se requiere para codificar la información.

Por todo ello, se puede concluir que envejecer influye negativamente en la MCP y

afecta a las diferentes tareas cognitivas (comprensión y razonamiento). La severidad

de los trastornos varía en consonancia con las circunstancias concretas de cada

tarea y/o las características del propio sujeto. Resumidamente, la velocidad y

profundidad en el procesamiento, así como las estrategias y organización de la

información, influyen determinantemente en el rendimiento de los procesos

mnésicos. La American Association of Retired People (2003) recuerda que a estos

factores de naturaleza cognitiva hay que unirles además aquellos factores más

socioeconómicos y educativos, el estado emocional y el estrés.

Lenguaje

El lenguaje en el envejecimiento pasa por un aumento o mantenimiento del

vocabulario, problemas para acceder a redes léxicas (con un incremento del

«síndrome de punta de la lengua», mayores tiempos de reacción y paráfrasis

compensatorias) y una mengua en la comprensión de estructuras gramaticales

(lo que podría relacionarse con las limitaciones para operar a la par diferente tipo de

información o material complejo, por lo cognitivamente exigente en intensidad y que

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exige de la participación de diversos dominios de estas tareas), según podemos

observar en Matellanes, Díaz y Montero (2010).

Funciones ejecutivas (FE)

Como hemos observado, el deterioro más prominente se registra en los lóbulos

prefrontales, donde se asientan las FE. Por ello, son las primeras en declinar y las

que lo sufren en mayor medida durante el envejecimiento, en especial la región

dorsolateral.

Dentro de las FE, como hemos podido observar, en el envejecimiento se presentan


dificultades en la organización conceptual y en la capacidad para tratar elementos

abstractos, en tanto que se piensa de forma más concreta que siendo joven, cayendo

asimismo la flexibilidad cognitiva (que se ha visto ya de por sí relacionada de

manera negativa según avanza la edad, mostrando déficits en la formación de

conceptos autoiniciada y cambios de categorías, de igual manera que se presentan

tendencias perseverantes requeridas para trabar nuevas abstracciones) y la

formación de asociaciones conceptuales nuevas.

Por si todo esto fuera poco, cuando se demanda al anciano que categorice objetos,

los agrupa en base a sus relaciones inmediatas: por ejemplo, en lugar de emparejar

«verduras» y «animales» separadamente, realiza a menudo una «agrupación

oracional», agrupando elementos que es habitual que aparezcan en las mismas

frases (como «conejo» y «zanahoria»). Así, se encuentra que el rendimiento de la

gente mayor es inferior interpretando el significado de refranes o acometiendo tareas

de identificación de objetos, ya que, en lugar de estrechar el campo partiendo de

preguntas abstractas (¿es un animal? ¿es un mamífero?) a otras más concretas (¿es

un perro?), tienden a hacer más preguntas concretas primariamente, prolongando

significativamente la resolución de tareas.

Por otro lado, presentan más problemas para parar una respuesta y asimilar

reglas nuevas en la tarea, así como les cuesta desestimar estímulos distractores

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(Reuter-Lorenz, Festini y Jantz, 2016). El aumento de la verborrea habitual en esta


etapa podría ser por la dificultad para inhibir información irrelevante, si bien no existe

un consenso y una unidad en torno al control de la interferencia (Fjell, Sneve,

Grydeland, Storsve y Walhovd, 2017).

Asimismo, son menos sistemáticos y eficientes en tareas de resolución de

problemas que tienen como requisito una capacidad de conceptualización intacta.

Whitbourne (2001) también refiere que los mayores pueden dar respuestas más

rápidas, inclusive en áreas en las que no son expertos, además de ser menos

susceptibles de buscar más información una vez que han tomado una decisión.

Pueden tener, además, un juicio procedimental muy extenso, sabiendo qué pasos

tomar en cada contexto, aunque a veces les pueda inducir a cometer errores

resolviendo problemas nuevos. Esta tendencia a tomar decisiones más rápidas con

menor cantidad de información puede reflejar un intento de preservar los recursos

cognitivos o ganar tiempo para poder prepararse de cara a las acciones posteriores

que sean necesarias, no siendo además incompatible con estudios que constatan un

enlentecimiento en el procesamiento de la información, ya que la resolución de

problemas no se mide en tiempo de reacción, sino en cantidad de información y

«ligereza» en la toma de la decisión (Reuter-Lorenz, Festini y Jantz, 2016).

En conclusión, cuando un problema que ya ha sido previamente analizado aparece

con un nuevo elemento, o cuando una precipitada decisión lleva a evitar información

de relevancia, los ancianos parten en desventaja: los jóvenes pueden no tener


familiaridad con muchas situaciones, pero sin embargo pueden procesar una mayor

cantidad de información en menor tiempo, además de poder impedir algunas trampas

en las que sí que caen sus mayores.

Todos estos déficits ejecutivos se han asociado con el fenómeno de «cerebro

desconectado» (Fjell et al., 2017) que describiremos a continuación.

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2.3. Conectividad y neuroanatomía en el


envejecimiento

A día de hoy, existe una confluencia en las evidencias en el sentido de que la edad

produce naturalmente un patrón de afectación anteroposterior de la sustancia blanca,

deteriorándose en mayor medida los circuitos frontales. Empero, si bien tenemos

relativa certeza de que la progresiva desconexión de áreas distantes causa

reducciones cognitivas significativas (lo que da lugar al término de «cerebro

desconectado» al que aludíamos anteriormente), no se puede constatar que los

cambios cognitivos a lo largo del tiempo puedan ser explicados por cambios

simultáneos en la conectividad cerebral.

Parecería lógico pensar que a mayor desconexión de áreas neuroanatómicamente

alejadas, menor capacidad ejecutiva, entendiendo como tal, además de las FE per

se, la eficiencia en el procesamiento y la integración de la información, generación de

inferencias o una toma de decisiones compleja derivada de la multitud de datos que

se han de gestionar para esta. Y es que tanto las funciones ejecutivas como la

velocidad de procesamiento suponen constructos altamente sensibles y asociados a

las diferencias de conectividad estructural. Y también está ampliamente constatado

que la integridad de la sustancia blanca disminuye en el envejecimiento (Fjell et al.,

2017).

También se observan cambios de flujo sanguíneo funcional en este período,

incrementándose la activación prefrontal bilateral y de forma menos lateralizada.

Además, se observa una reducción de la actividad occipitotemporal en detrimento de

un incremento frontal, lo que supone un mecanismo compensatorio de especial

relevancia en tareas que implican funciones atencionales, visoespaciales y de

memoria. De esta manera, a medida que se incrementa la exigencia cognitiva, se

multiplican las regiones corticales reclutadas, que se activan incluso en menor

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medida, dada la pérdida de eficiencia del procesamiento (Jurado, Mataró y Pueyo,

2013).

Tanto es así que de la capacidad de hiperactivación y del reclutamiento depende el

buen rendimiento en la tarea o no en el envejecimiento, o, dicho sea de otra forma,

un envejecimiento cognitivamente exitoso. Pese a todo, la teoría de la compensación

funcional que recoge todos estos mecanismos también encuentra que, a menudo,

este sobrerreclutamiento no es suficiente, porque los patrones son menos

específicos con la edad, probablemente debido a la pérdida de integridad neuronal.

Todo esto podemos observarlo gráficamente en la Figura 2.

Figura 2. Alteración funcional de los sistemas cerebrales durante el envejecimiento y los mecanismos
compensatorios. Fuente: Bishop, Lu y Yankner, 2010.

Sin embargo, también se dan cambios neuroanatómicos típicos del envejecimiento,

como es —además de la pérdida generalizada de volumen tanto de sustancia blanca

como de gris, especialmente importante entre los 50 y 70 años (aunque antes se


creía que esta pérdida era debida a la muerte neuronal, ahora se sabe que es debido

a la atrofia cortical, la pérdida de sustancia blanca y factores diversos como

reducción del tamaño neuronal, disminución de la densidad sináptica, pérdida de

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mielina, etc.)— el ensanchamiento de ventrículos y surcos, de forma que son el

tercer ventrículo y los laterales los más estudiados, por su relación con regiones de

especial relevancia en esta etapa vital. Así, este fenómeno se da con mayor

intensidad a los 70 años, cuando la dilatación puede llegar a ser del doble que en los

adultos jóvenes (Barroso, Correia y Nieto, 2011).

Y es que el cerebro sufre un complejo proceso de reorganización funcional y

estructural, y algunos de estos procesos reorganizativos pueden suponer patrones

preclínicos de algunas patologías neurodegenerativas (Zonneveld et al., 2019).

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Material de estudio

2.4. Envejecimiento sano y patológico: líneas


divisorias

La línea que separa los cambios cognitivos normales de aquellos considerados

anormales es difusa. Como hemos visto, el envejecimiento sano o normal se debe a

los procesos fisiológicos propios del curso de la vida, donde el reloj biológico controla

el desarrollo de las células nerviosas.

No obstante, existe un contínuum entre el envejecimiento sano y el patológico, donde

encontramos, por un lado, personas con un «envejecimiento exitoso» —successful

aging—, que se da entre el 11 % y el 44 % de personas (en función del estudio que


tomemos) y que veremos después.

Por el otro lado, encontramos personas frágiles (el concepto de fragilidad aludido en

el primer tema y sobre el que se llevó a cabo una píldora), propensas a

descompensarse, donde, de acuerdo con la «hipótesis del umbral» del

envejecimiento normal, la reserva decrece de manera lenta, pudiéndose alcanzar

niveles críticos (en una prevalencia del 11,8 % al 44 %). Por otra parte, otras

personas pueden partir de una reserva relativamente baja y alcanzar el umbral de la

manifestación clínica de forma más rápida y fácil.

Sea como fuere, queda claro que una trayectoria de envejecimiento se

caracteriza por una merma de las funciones cognitivas superior a la esperada

por el típico proceso del envejecimiento, que se suele ver reconocida por el

propio paciente y por las personas que le rodean, entidad que ha recibido mucha

atención en la práctica clínica y en la investigación (Onandia-Hinchado, 2015;

Rolfson, 2018).

Se han utilizado multitud de términos para referirse al declive cognitivo que no es

debido a la edad, si bien el más usado es el de deterioro cognitivo leve (DCL, o

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Material de estudio

MCI por sus siglas en inglés, mild cognitive impairment). Este describe un estadio a

caballo entre el declinar normal derivado de la edad y un deterioro cognitivo

instaurado, donde los ancianos experimentan déficits cognitivos más severos de los

esperados para su edad, pero que no cumplen todos los criterios diagnósticos del

diagnóstico de demencia. Además, viene asociado a una mayor probabilidad de

progresión a demencia.

No obstante, hoy en día existe un candente debate acerca de si representa un

estadio previo al desarrollo de una demencia o si debe considerarse como una

demencia incipiente, más que factores o estados de riesgo, pero sin un riesgo real de

progresión (Onandia-Hinchado, 2015). Igualmente, debemos tener en cuenta que el

hecho de obtener puntuaciones consideradas como más bajas de lo esperado para

el nivel educativo y la edad del sujeto no implica que la persona que tenemos delante

vaya a desarrollar demencia: existe una probabilidad de que, en un proceso de

normalidad y sin que incluso jamás se vaya a desarrollar demencia, algunas

puntuaciones de las pruebas neuropsicológicas que hemos practicado resulten bajas.

Algunos estudios, como el del vídeo que sigue, han procurado buscar la proporción

considerada normal entre número de índices estudiados y cuántos pueden arrojar


puntuaciones bajas sin querer decir que supone que hemos constatado un déficit.

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Tema 2. Material de estudio
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Material de estudio

Accede al vídeo:https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?
id=8017e9ad-c472-46e7-ba2a-ab9e01084ac0

En el tema «Deterioro cognitivo leve y demencias», veremos más en profundidad los

estadios intermedios entre normalidad y deterioro cognitivo, así como los factores

más asociados a los mismos y la progresión a una enfermedad neurodegenerativa

instaurada.

Sea como fuere, existen algunos criterios que nos pueden ayudar a distinguir un

proceso de alteraciones derivadas del envejecimiento y aquellas indicadoras de

demencia o deterioro cognitivo más allá de la edad. Uno de ellos es precisamente el

hecho de que las diferencias entre ambas entidades van aumentando con el paso de

los años, como podemos ver en la Figura 3:

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Figura 3. Diferencias individuales en habilidades cognoscitivas con el paso del tiempo entre demencia,
envejecimiento normal y el envejecimiento exitoso. Fuente: Ardila, 2012.

Además, en el dominio de la memoria, podemos encontrar criterios diferenciales

específicos, como el hecho de que, a partir de los 50 años, los déficits mnésicos son

discretos en el envejecimiento normal, de manera que se reflejan sobre las AVD

(actividades de la vida diaria), pero sin una limitación funcional significativa (olvido de

nombres, números de teléfono, dificultad inmediata de la evocación, etc.), tienen una

evolución gradual y lenta (y no acelerado, menos aún en cuestión de meses), con un

desempeño en estas pruebas de hasta una desviación típica por debajo de la norma,

pero con un funcionamiento intelectual general normal y en ausencia de signos de

demencia.

Además, las personas sin demencia tienden a beneficiarse notablemente de las

claves o de las pruebas de reconocimiento típicas, si bien pueden mostrar

dificultades en las de recuperación libre.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 23


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2.5. Envejecimiento exitoso (EE)

El modelo de Rowe y Kahn (1997, citado en Rolfson, 2018) supone uno de los

mejores modelos a la hora de describir el denominado «envejecimiento

satisfactorio», con elementos que fueron con posterioridad operativizados por

Strawbridge, Wallhagen y Cohen (2002):

1. Ausencia de enfermedad/discapacidad/factores de riesgo.

2. Mantenimiento del funcionamiento físico y cognitivo.

3. Implicación activa con la vida, entendida como tal, conexiones con las personas:

amigos cercanos o familiares.

Sin embargo, este término fue acuñado ya hace seis décadas, pese a que seguimos

teniendo poco consenso en su definición y operativización. Su historia ha ido en

paralelo con la del término «fragilidad», si bien este tiene en torno a tres décadas.

Sea como fuere, aún a día de hoy es necesario encontrar un léxico que implique un

uso más natural del lenguaje cotidiano por parte de los adultos mayores, los

profesionales de la salud, los investigadores y los responsables de la formulación de

políticas, de manera que respeten la dignidad de cada adulto mayor, pero que

también motiven la investigación que traduzca en políticas, productos y prácticas

(Rolfson, 2018).

Vaillant y Mukamal (2001), de manera más operativa, describen algo después cómo

el envejecimiento exitoso a los 70-80 años puede ser anunciado previamente por

variables medidas y controladas previas a los 50 años (a excepción de la depresión,

que puede darse después): no fumar más de treinta cigarrillos diarios, un consumo

moderado de alcohol, pareja estable, un IMC (índice de masa corporal) de 21-29,

llevar a cabo ejercicio regular y un alto nivel educativo.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 24


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Posteriormente, Moraes y Souza (2005) describen a la persona de envejecimiento

exitoso como alguien con visión optimista de futuro, capacidad para aceptar cambios,

buena autoestima, autoimagen positiva, autonomía, capacidad para elegir metas

significativas, optimizar recursos y compensar pérdidas (estrategias de

compensación de errores), y reserva de capacidad y resistencia (resiliencia), que le

posibilita recuperarse, ajustarse y readaptarse a situaciones novedosas de la vida

diaria. Las mayores críticas, como cabe adivinar, vienen desde el hecho de que esta

definición se correspondería solo con un reducido porcentaje en la población general,

o lo que es lo mismo, el hecho de que sea difícil encontrar a una persona mayor que

cumpla todos los requisitos. Esto sugiere la conveniencia de redefinir y reconsiderar

flexibilizar este perfil idóneo para el envejecimiento exitoso.

En una perspectiva más contemporánea, se incluyen los modelos de la optimización

selectiva con compensación (OSC), proactividad preventiva y correctiva (PPC)

y algunos otros modelos objetivos, subjetivos y culturales propuestos en los últimos

años.

El OSC basa su fundamento en una visión del curso de la vida en la que el éxito se

entiende desde una perspectiva de comportamiento; EE refleja resultados que

maximizan las ganancias y minimizan las pérdidas. La PPC define el envejecimiento

exitoso como la medida en que los adultos mayores se adaptan de manera proactiva,
recurriendo a recursos internos para afrontar los problemas y recursos sociales

externos frente a los factores estresantes reales del envejecimiento.

En una revisión exhaustiva de 2006 de estudios cuantitativos sobre EE, Depp y Jeste

encontraron no menos de veintinueve definiciones diferentes utilizadas en grandes

muestras de adultos mayores que viven en la comunidad, con un rango de

prevalencia previsiblemente amplio (0,4 % a 95 %).

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 25


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Reconociendo estos diferentes puntos de vista, abogaron por una definición amplia

que abarcara los aspectos biopsicosociales y, por lo tanto, sería aceptable para los

médicos, investigadores y adultos mayores por igual.

Phelan y Larson (2002) realizaron una revisión de la literatura de las definiciones de

EE y encontraron siete elementos clave: satisfacción con la vida, longevidad,

ausencia de discapacidad, dominio/crecimiento, compromiso activo con la vida,

funcionamiento alto/independiente y adaptación positiva. Posteriormente,

demostraron una diferencia entre los puntos de vista del EE por parte de los

investigadores y de los propios adultos mayores, lo que justifica una definición que

incluye otro punto de vista más: el individuo. El significado de EE fuera del ámbito

clínico está claramente influenciado por la autodefinición y las consideraciones

culturales (Rolfson, 2018).

Redolat y Carrasco (1998) destacan algunos factores que creen especialmente

relevantes para que se lleve a cabo un envejecimiento satisfactorio:

▸ El estado de salud (comprendiendo dentro de este la enfermedad, operativizada en

número de episodios y enfermedades crónicas, además del nivel de ejercicio físico,


donde los autoinformes de salud y de actividades se relacionan con la salud, y esta,

a su vez, con la cognición en la vejez; el uso adecuado de medicación).

▸ La actividad física.

▸ Educación y nivel de inteligencia (hablaremos de la reserva cognitiva a

continuación).

▸ El estado emocional y la personalidad (la personalidad flexible, la autoeficacia o

creencia, además del buen control de nuestras propias acciones, se ha relacionado


con un mejor rendimiento cognitivo).

▸ El entrenamiento cognitivo (mantenerse activo cognitivamente y experiencia

enriquecida, que se demuestran benefactores).

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 26


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Por lo tanto, parecería que las historias evolutivas de los constructos de la EE y de la

fragilidad tienen mucho en común. Primero, los modelos parecen tener bases

conceptuales casi idénticas en el continuo del envejecimiento desde la aptitud física

hasta la discapacidad. Específicamente, ambos han adoptado explicaciones

biomédicas, visiones del ciclo de vida, desempeño funcional y características

multidimensionales, tanto intrínsecas como extrínsecas.

En segundo lugar, en ambos casos, las comunidades académicas han creado un


espectro de constructos desde muy estrecho y eminentemente biomédico hasta muy

amplio, incluyendo factores funcionales y sociales.

En tercer lugar, existen estrategias similares para operativizar tanto la fragilidad

como el EE, incluidos biomarcadores, fenotipos físicos, medidas basadas en el

rendimiento como la velocidad de la marcha y modelos multidimensionales que

incluyen tanto aspectos sociales como componentes subjetivos.

En cuarto lugar, ambos términos parecen suscitar controversia, especialmente entre

aquellos que se encuentran definidos como el endogrupo o el exogrupo. Cuando el

envejecimiento exitoso se define de manera restringida, el término comunica elitismo

y un sentido de desempoderamiento para la mayoría de los adultos mayores que

serían definidos como fracasados por exclusión. Asimismo, la fragilidad no es un

término con el cual los adultos mayores elegirían identificarse a sí mismos. Por muy

útil que sea el término para los médicos y los investigadores, se entiende como una

condición relativamente estigmatizante en el ámbito público; el etiquetado puede, en

el mejor de los casos, prevenir la implementación y, en el peor de los casos, tener

consecuencias negativas no deseadas (Rolfson, 2018).

Antes de terminar este apartado, es necesario mencionar las «zonas azules», de las

cuales conoceremos más en el apartado «A fondo», pero que suponen comunidades

con un envejecimiento más que exitoso, que comienzan a descubrirse a raíz del

estudio de Poulain et al. (2004) llevado a cabo en Cerdeña.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 27


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Reserva cognitiva y cerebral, y superagers

Antes de terminar con este capítulo, es de suma importancia referirse, aunque sea

someramente, a dos constructos que resultan especialmente relevantes a la hora de

describir las características del envejecimiento exitoso, como son la reserva cognitiva

(RC) y la población denominada superager.

Como bien recogen Díaz-Orueta, Buiza-Bueno y Yanguas-Lezaun (2010), las

personas con una mejor y mayor educación, además de un nivel más alto de

inteligencia al principio de la vida adulta, ejecutan de manera más eficaz y eficiente

los tests cognitivos, evidenciando el papel de estos sobre la denominada reserva

cognitiva.

El mecanismo por el que los años de educación generan un beneficio es aún hoy en

día desconocido, pero se cree que podría tener un efecto directamente beneficioso
sobre el establecimiento de circuitos neurales y de funciones cerebrales,

especialmente en las primeras etapas vitales. Otra hipótesis radica en que esta

promueve y facilita llevar a cabo actividades intelectuales durante todo el ciclo vital,

que contribuyen al mantenimiento de la función cognitiva. Se han postulado otros

posibles mecanismos, como es el papel de la ocupación y el nivel de ingresos,

incluso la tendencia educativa a inculcar valores que supondrían una mejor

funcionalidad en las últimas etapas de la vida.

Pero lo que es cierto es que podemos encontrarnos con personas que, sin tener

muchos años de escolaridad, han trabajado en profesiones exigentes y, así, se han

forjado una RC que les «protege» frente a patologías neurodegenerativas, al tiempo

que también sucede lo contrario: personas que, a la menor lesión neural, pese a sus

numerosos años de educación, desarrollan sintomatología sugestiva de patología

neurodegenerativa.

Por tanto, si bien los años de educación son una variable que debemos tener en

cuenta en tanto en cuanto determinan la RC, otras variables también deben tenerse

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 28


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muy en cuenta a la hora de describir este constructo (por ejemplo, las actividades

estimulantes cognitivamente y físicamente a lo largo de la vida, entre ellas el propio

empleo del sujeto). Igualmente, la «mera» capacidad biológica que el cerebro tiene

para poder hacer frente a las lesiones/daños/degeneración a la que es sometido,

usando para ello estrategias cognitivas usadas anteriormente o incluso llevando a

cabo estrategias compensatorias se ha denominado reserva cerebral (o pasiva).

Esto posibilita que pese a poder recibir una agresión sustancial, un cerebro con alta

RC, que sería un cerebro más desarrollado en todos los sentidos (neuronas,

sinapsis, etc.), no muestre tanto declinar o, cuanto menos, pueda aguantar en mayor

medida estas agresiones (Stern, 2012).

Figura 4. Cómo cambia una función cognitiva a lo largo del tiempo en personas con baja y alta reserva y cómo

llegarán en momentos distintos al umbral desde el cual presentarán síntomas cognitivos de enfermedad de
Alzheimer (AD, Alzheimer’s disease). Fuente: Stern, 2012.

Sin embargo, la evidencia científica a favor de la posibilidad de que las personas con

mayores reservas (de ambos tipos) puedan soportar un mayor daño neurológico es

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 29


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contradictoria, ya que, aunque sí parecen tardar más años en mostrar, desde una

lesión significativa, la sintomatología cognitiva disfuncional, cuando ya se muestra a

menudo se da de manera más acusada y el perfil de deterioro es más pronunciado.

De esta manera, existen algunos individuos (denominados superagers) que de por

sí parten con ventaja en esta etapa del envejecimiento, dado que cuentan con un

mayor grosor cortical llegado el momento crítico del envejecimiento (70-80 años) y,

por ello, cuentan con capacidades cognitivas similares a las de la población veinte o

treinta años menor.

Estos parecen tener un cingulado anterior más grueso, menores ovillos

neurofibrilares (típicos de la enfermedad de Alzheimer) y mayor densidad de

neuronas (Gefen et al., 2015), especialmente en áreas encargadas de la cognición

social, por lo que no es raro encontrar que estas personas tienen más relaciones
sociales y más satisfactorias (aunque no se sabe la dirección de la relación: si tener

más relaciones sociales provoca una mayor probabilidad de ser superager, o

viceversa). Además, también se les han asociado algunas ventajas genéticas.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 30


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Sea como fuere, existen diferentes factores que, como hemos visto, pueden

ayudarnos a discernir a las personas que se encuentran en un proceso de

envejecimiento sano de aquellos que pueden estar desarrollando una patología.

Dentro del término y de la trayectoria de la «fragilidad», nos encontramos con los

trastornos del movimiento, en los que profundizaremos en el siguiente vídeo:

Accede al vídeo:https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?
id=eb62455a-2b5e-49af-9f8b-ace500e4f9c3

Igualmente, y para finalizar, cabe destacar que existen algunos factores que

sabemos que empeoran la función cerebral ya desde etapas etarias medias, de

forma que, si se trabajaran, es probable que la tasa de deterioro cognitivo (e incluso


de envejecimiento en general) bajara.

Si bien existen pocos estudios dado el necesario carácter longitudinal, uno de los

más recientes (Schubert et al., 2019) nos indica, con una muestra considerable (2285

adultos entre los 22 y 84 años), que la mayor edad, ser hombre, fumador activo, una

circunferencia de la cintura más ancha, consumir alcohol, trastornos cardiovasculares

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 31


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y niveles de interleucina-6 (un factor sanguíneo) suponen un mayor riesgo

significativo de envejecimiento cerebral. Por el contrario, el mayor nivel educativo y

ejercicio fueron asociados con menores riesgos.

Del mismo modo, añadido a la edad y al sexo, tener un nivel educativo menor a la

educación universitaria, mayores niveles moleculares específicos (molécula-1),

diabetes, sintomatología depresiva e historia de traumatismo craneoencefálico se

asociaron con un mayor riesgo de envejecimiento cerebral durante los siguientes

cinco años.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 32


Tema 2. Material de estudio
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Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 36


Tema 2. Material de estudio
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Caso clínico: resolución

Resolución del caso clínico

En los dos casos presentados al inicio del tema se administró como parte del

protocolo de evaluación el Examen Cognitivo de Cambridge Revisado (CAMCOG-R),

un test neuropsicológico utilizado para la valoración del deterioro cognitivo en

personas de edad avanzada que evalúa una amplia gama de funciones cognitivas,

entre las que se encuentran la atención, la percepción, la memoria, el lenguaje, la

praxis y el razonamiento abstracto. Este posee datos normativos.

Las diferencias que observamos en cada uno de los casos se resumen en la tabla

siguiente:

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 37


Tema 2. Caso clínico: resolución
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Caso clínico: resolución

Las diferencias más importantes estriban en orientación, fluidez verbal semántica,

memoria (tanto en recuerdos como en procesos) y en el test del reloj.

Mientras en el caso 1 la orientación está conservada, en el caso 2 existe una

desorientación en todos los aspectos (temporal, espacial y personal).

En cuanto a la memoria, mientras que en el caso 1 el paciente conserva los


recuerdos remotos y tan solo muestra dificultad en algunos recientes, el paciente del

caso 2 presenta una amnesia tanto retrógrada (hechos remotos) como anterógrada

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 38


Tema 2. Caso clínico: resolución
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Caso clínico: resolución

(hechos recientes); en cuanto a los procesos, mientras en el caso 2 todos se

encuentran afectados, en el caso 1 solo existe dificultad en el proceso de

recuperación, pero se beneficia de claves para el recuerdo.

Este es el hecho quizá más relevante, pues mientras los pacientes que mejoran con

claves o con reconocimiento presentan un envejecimiento normal, los pacientes que

no lo hacen presentan dificultad en los procesos de consolidación (clave para el

diagnóstico de un trastorno neurodegenerativo).

La fluencia verbal es también muy ilustrativa. Mientras que el paciente del caso 1

conserva la semántica, el paciente del caso 2, no, lo que nos lleva a una afectación

de los lóbulos temporales mediales (típica de demencia). La afectación de la

fonológica nos habla del componente ejecutivo de acceso a los almacenes de

memoria relacionados con el lóbulo prefrontal.

Por último, el test del reloj es una excelente medida de procesos ejecutivos de

organización y programación motora, conservados en el caso 1 y afectados en el

caso 2.

Por ello, se concluye que el paciente del caso 1 presenta una puntuación en

CAMCOG que no supera el punto de corte establecido para deterioro cognitivo

clínicamente significativo, pero padece un deterioro anteroposterior propio del

envejecimiento normal o no patológico (no neurodegenerativo), que compromete

principalmente áreas prefrontales. Es además independiente para AVD (vive solo).

Por el contrario, el paciente del caso 2 presenta una puntuación total que sí supera el

punto de corte. El paciente presenta deterioro cognitivo moderado-severo

neurodegenerativo (demencia moderada-severa), que compromete principalmente

áreas bifrontales, lóbulos temporales mediales y parietales, afectando a los dominios

cognitivos de atención, memoria (procesos de consolidación y amnesia tanto

anterógrada como retrógrada), praxias (principalmente constructivas e ideatorias) y

funciones ejecutivas.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 39


Tema 2. Caso clínico: resolución
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Caso clínico: resolución

Se trata de un trastorno neurodegenerativo por la evolución de los síntomas hacia el

empeoramiento, el compromiso de áreas temporomediales con dificultades en la

consolidación mnésica, el compromiso de otros dominios cognitivos, así como la

afectación conductual y compromiso de actividades de la vida diaria.

Pensamos que el trastorno neurodegenerativo más plausible es una enfermedad de

Alzheimer, debido a las características de los déficits mnésicos descritos y a la

presencia de afasia, apraxia y agnosia.

En cuanto a la distinción con una pseudodemencia depresiva, no consideramos que

la sintomatología que presenta sea explicada por una pseudodemencia depresiva

debido a la progresión de la enfermedad, a la instauración insidiosa de los síntomas,

la duración de estos, la presencia de sintomatología de la tríada afaso-apraxo-

agnosia, a la falta parcial de conciencia de sus déficits y a la no respuesta positiva al

tratamiento farmacológico.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 40


Tema 2. Caso clínico: resolución
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A fondo

Poblaciones o zonas azules

Buettner, D. (2010). How to Live to Be 100+ [Vídeo].

T E D . https://www.ted.com/talks/dan_buettner_how_to_live_to_be_100?

utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare

En el mundo se han descubierto 5 zonas denominadas «zonas azules» que, si bien

están geográficamente muy distantes, comparten un rasgo muy característico: una

inusitada densidad de pobladores por encima de los 90 y 100 años. Sin embargo,

estas comunidades comparten unos rasgos específicos: bajo nivel de sedentarismo y

de elementos técnicos que faciliten el trabajo físico (actividad física intensa y

regular); tener ikigai (vocablo japonés usado para designar la ‘razón de ser’, o

razones por las que nos levantamos por las mañanas); reducido estrés (siesta, rezo,

ceremonia del té); «Hara hachi bu» (no comer hasta llenarnos, sino hasta el 80 % de

nuestra capacidad); dieta rica en fruta y legumbres (cada comunidad las suyas

propias); consumo moderado de bebidas alcohólicas; grupos sociales cohesionados

y activos y prácticas religiosas y familias muy unidas y vinculadas.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 41


Tema 2. A fondo
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A fondo

Intentos de sacarle algo a la vida. El diario de


Hendrik Groen, de 83 años y cuarto

Groen, H. (2016). Intentos de sacarle algo a la vida. El diario de Hendrik Groen, de

83 años y cuarto. Roca Editorial.

Esta novela recoge (en clave de humor e ironía) cómo llenar de años la última etapa

vital, acompañando al protagonista en esta última etapa que exige, como hemos

visto, multitud de pérdidas y readaptaciones. La nota diferencial en ella viene del

amor que se le toma a Hendrik, que nos dejará enganchados y tornará inolvidable la

historia.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 42


Tema 2. A fondo
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Test

1. Un paciente de edad avanzada que presenta dificultades centradas en algunos

componentes ejecutivos (funcionamiento prefrontal) con preservación de los

procesos de memoria de registro/codificación y almacenamiento/consolidación

presentará:

A. Alguna demencia.

B. Deterioro cognitivo leve amnésico.

C. Envejecimiento normal.

D. Todas son correctas.

2. El envejecimiento patológico:

A. Responde a un deterioro cognitivo.

B. Es el que experimenta la mayoría de las personas.

C. Tiene una afectación asociada al funcionamiento prefrontal.

D. Tiene un deterioro anteroposterior.

3. El envejecimiento patológico:

A. Produce una mejora en el vocabulario.

B. Tiene un patrón de mejora en medidas de eficiencia y efectividad en el

procesamiento de la información.

C. Tiene un patrón de mejora en integridad de materia blanca y gris.

D. Ninguna es correcta.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 43


Tema 2. Test
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Test

4. En el envejecimiento sano:

A. Se deteriora la atención sostenida, ya que pueden estar menos en las

tareas.

B. Existe una mayor distractibilidad por incapacidad para reducir el «ruido

atencional».

C. Se deteriora la atención selectiva, por lo que se tiene menor criterio para

elegir estímulos relevantes.

D. Mejora el procesamiento simultáneo de estímulos.

5. En el envejecimiento sano:

A. La distractibilidad viene dada por una mejora en la eficiencia a nivel

atencional.

B. La atención mejora si se da algún criterio de discriminación de estímulos

relevantes de los irrelevantes.

C. La atención mejora con la práctica.

D. Ninguna es correcta.

6. Según la revisión de Schubert et al. (2019), ¿cuál de estos factores NO supone

un mayor riesgo de envejecimiento cerebral?

A. Ser fumador activo.

B. Hacer mucho ejercicio físico.

C. Tener más tripa.

D. Trastornos cardiovasculares.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 44


Tema 2. Test
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Test

7. El hipocampo:

A. Se mantiene preservado durante todo el período de envejecimiento.

B. Sufre un deterioro exacerbado desde los 50 años, aproximadamente.

C. Se va deteriorando progresivamente hasta los 70 años, momento en el

cual cae abruptamente su rendimiento.

D. Es el causante de la mejora que se da en la memoria episódica en el

envejecimiento.

8. El proceso mnémico que más daño sufre en el proceso de envejecimiento es:

A. Memoria primaria, sin implicar reorganización del material a recordar.

B. Memoria de trabajo.

C. Memoria secundaria.

D. Las respuestas B y C son correctas.

9. ¿Cuál de estos procesos se ve deteriorado por efecto del envejecimiento?

A. Registro o codificación de la información.

B. Recuperación o evocación libre de la información.

C. Ni A ni B.

D. Tanto A como B.

10. Por efecto de la menor conectividad de áreas distales:

A. Se ha constatado que las funciones cognitivas decaen proporcionalmente.

B. Intuimos que se incide sobre el empeoramiento de las funciones ejecutivas.


C. Disminuye la integridad de la sustancia blanca.

D. Mejora el procesamiento simultáneo de estímulos.

Neuropsicología del Envejecimiento (Normal y Patológico) 45


Tema 2. Test
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