Está en la página 1de 4

¿Qué son los valores?

Recordando a Risieri Frondizi


Autor: Sigfrido Samet Letichevsky
Publicado: March 19, 2011
Recordando el libro de Risieri Frondizi, publicado por Fondo de Cultura Económica en 1958

El filósofo argentino y ex decano de la


Universidad de Buenos Aires, Risieri Frondizi,
publicó en 1958 un libro acerca de los valores
(ref. 1), que tuvo un éxito notable. En esta nota
se discuten algunos ejemplos, se puntualiza la
influencia del entorno en los comportamientos
éticos, y se sugiere un mecanismo «darwiniano»,
siguiendo a Hayek, para explicar la permanencia
de los valores –al menos en el campo de la
ética– que favorecen la cohesión social.
Wittgenstein. Schlick, Carnap, Ogden,
Ayer, Stevenson y Russell) y las objetivas,
centrándose en Max Scheler.
El ex decano de la Universidad de Buenos
Aires escribió esta introducción a la axiología, publicada en 1958 y de su tercera edición se
hicieron 19 reimpresiones hasta 2005. Semejante éxito parece indicar también que no hay
novedades fundamentales en ese campo. Critica las teorías subjetivistas, fundamentalmente
la de Perry (pero también las de Menong, Ehrenfels, Wittgenstein, Schlick, Carnap, Ogden,
Ayer, Stevenson y Russell) y las objetivistas, centrándose en Max Scheler.
Cada enfoque responde a necesidades, pero ambos son incompletos. El autor los
enriquece con la concepción estructural, muy de moda en su época, pero sin duda adecuado
a las sociedades complejas y sus valores emergentes.
La escala de valores no es idéntica para todas las personas, pueblos y épocas, pero, en
forma aproximada es así: Gustos, Emoción artística, Valores morales, Valores religiosos.
Los sabores de una buena comida implican valores, pero de una categoría inferior. Los
valores morales son muy elevados, y los religiosos son los superiores para los religiosos. No lo
son para los no religiosos, pero toda persona civilizada respeta a las religiones y a sus
creyentes.

Valores: económicos y axiológicos


Algunos párrafos suscitan dudas. Así, dice en pág. 30, acerca de los sellos de correo:
«Nuestro deseo de coleccionarlos es lo que les ha concedido valor.» Como sucede siempre, la
demanda otorga valor a cualquier cosa o servicio. Pero aunque se use la misma palabra, en
este caso se trata de valor económico, no axiológico. Parece confirmarlo en pág. 49: «(…)
habrá que reconocer que los economistas, y en particular Adam Smith (1723-1790), fueron los
primeros en interesarse en los valores». Y lo repite en pág. 134: «La magnitud del valor se
mide por la magnitud del depositario: un trozo de tela o de pan vale aproximadamente el
doble que la mitad del trozo.»
Ciertamente los valores residen en depositarios materiales, pero no son ese material.
Escucho de un disco sinfonías de Beethoven, y me parecen sublimes. Pero lo sublime no es el
disco, sino la música. Si el valor de la tela o el pan dependen de su tamaño o peso, es porque
hablamos de valor económico, no axiológico.
Dice Frondizi en pág. 29: «La opinión de la gente de mal gusto en nada perjudica la
belleza de una obra de arte». Y en pág. 120, comentando a Scheler: «La traición de mi amigo,
por ejemplo, no altera el valor, en sí, de la amistad. La independencia de los valores implica
su inmutabilidad: los valores no cambian. Por otra parte son absolutos: no están
condicionados por ningún hecho, cualquiera sea su naturaleza, histórica, social, biológica, o
puramente individual. Sólo nuestro conocimiento de los valores es relativo; no los valores
mismos».
Pero ¿cómo se sabe cuál es el buen gusto? ¿El de la mayoría? ¿El de una minoría culta?
Pues, Scheler aparte, dice en pág. 131: «El criterio empírico queda excluido pues sólo podría
decirnos cuál es la tabla jerárquica de una persona, un pueblo o una época, mas no cuál debe
ser dicha tabla».
Efectivamente, la ética no describe lo que se hace, sino lo que se debería hacer. El
profesor Neira dijo que, como cristiano, debía perdonar a su agresor, no que él quisiera
hacerlo. En ética tiene razón Carnap, para quien «los juicios de valor son formas disfrazadas
de normas o imperativos».
En pág. 102 cita a Russell: «El deseo de ser «bueno» generalmente se resuelve en el
deseo de ser aprobado o, alternativamente, de actuar de manera de producir ciertas
consecuencias generales que deseamos. (…) y si se trata de una sociedad corrompida,
¿nuestros deseos serán buenos cuando merezcan la aprobación de la inmoralidad?».
(«Religión y Ciencia», 1935).

Influencia del entorno


Efectivamente, una de las principales razones para ser «bueno» es el deseo de ser aprobado
(pero un exceso de «bondad» es simplemente blandura o buenismo, que pueden tener
consecuencias trágicas.
Cuando Russell escribiría «Religión y Ciencia», ya se estaba perfilando la «sociedad
corrompida». El antisemitismo que impregnaba a la sociedad alemana, se alió con la sed de
venganza (por haber perdido la Primera Guerra Mundial y por la crisis de 1930) he hizo que
parte de la población exacerbara su antisemitismo hasta volverlo exterminador.
La mayor parte de la población no protestó públicamente porque la opinión favorecía al
antise- mitismo, y también por miedo. Pero en 1941 la población alemana se enteró de las
matanzas de judíos en Polonia y Rusia, por los soldados que volvían horrorizados del frente. La
razón por la que introdujeron las cámaras de gas, fue que los soldados que fusilaban a civiles
inocentes, quedaban destrozados.
Un mandamiento moral es «no robarás». Pero cuando en un país se despilfarra el dinero que
todos pagan con sus impuestos, empieza la corrupción de Concejales para arriba. Si se
despilfarra tanto, ¿a quién perjudicará que yo me quede con algo (al principio; luego, cada
vez más)?. Y una vez que se percibe la corrupción de tantas personalidades, ¿es de extrañar
que muchos ciudadanos corrientes traten de quedarse con lo que puedan (que al fin y al cabo
les había sido sustraído primero)? Cuando las autoridades tienen una conducta moral, es
posible encauzar a los ciudadanos combinando la educación con el estricto cumplimiento de
la ley. Muy pocos tienen convicciones morales tan firmes que los hace casi independientes del
entorno a este respecto.

Ordre du coeur (Orden de corazón)


Nos dice Frondizi el pág. 127: «Se opta por la razón porque se rechaza la sensibilidad;
no se advierte que hay una tercera esfera, de dignidad semejante a la razón, aunque
independiente de ella tanto como de la sensibilidad. Es el ordre du coeur de que hablaba
Pascal. Un orden que no es caótico ni caprichoso, pero que la razón intelectual no logra
comprender: «el corazón tiene razones que la razón no comprende». La luz de la emoción se
apaga cuando se intenta llevarla al intelecto. (…)».
Sospecho que muchas «razones del corazón» tienen poco que ver con la emoción. Pero
veamos primero lo que dice en pág. 133: «Es «de esencia» de valor de lo agradable sensorial
darse como mudable, frente al valor de la salud, por ejemplo, o el valor del conocimiento».
Es cierto que hay valores que cambian fácilmente (los sensoriales) y otros muy estables
(los morales y religiosos). En casi todos los pueblos, la moral fue introducida y controlada por
la religión.
En pág. 188 dice que «Si bien los valores mantienen relaciones entre sí, el reino de los
valores estéticos es autónomo con respecto a los valores éticos y ambos son autónomos en
relación a los valores religiosos». Es decir, que cada clase de valores es independiente de las
otras.
Leemos en pág. 143: «¿A quién puede resultar placentero lanzarse a un caudaloso río
para salvar la vida de su mayor enemigo? Adjudicamos, sin embargo, valor moral a esa
acción». Cualquiera se tiraría al agua para salvar a un hijo. Pero supongo que casi nadie lo
haría por un «enemigo»: bien cumplido estaría con dar aviso a un policía o bombero.
Y en pág. 151: «Si alguien adjudicara valor vital a algo nocivo para la salud, y que
conduce rápida- mente al aniquilamiento de la especie humana, fácil será mostrar la falsedad
de tal pretensión». Cierto, pero los fumadores saben que el tabaco es cancerígeno y no por
eso dejan de fumar. Estamos ante una oposición entre dos valores, y los fumadores eligen el
del menor nivel, porque generalmente la patogenia es lenta como para focalizar su atención o
su consciencia. Hace 70 años, la publicidad de los cigarros «Avanti» tenía como lema:
«Prolongan la vida».
Supongo que el impresionismo francés surgió cuando los artistas salieron a pintar al
aire libre. Al principio sus obras resultaron chocantes al público. El cambio de gusto aparece
en vanguardias (a veces por razones detectables) y luego se propaga a otros artistas y al
público. El abandono del realismo coincide con la difusión de la fotografía, que muestra «las
cosas como son» mejor y más barato. Pero ha regresado, como realismo y como
hiperrealismo.

Origen de los valores éticos


La principal necesidad humana es conservar la vida; de ahí el «no matarás». Pero para
conservar y reproducir la estructura social, hacen falta los diez mandamientos. Si todos
robaran, mataran y mintieran libremente, la sociedad se desintegraría de inmediato o no
habría llegado a formarse. La religión fue durante mucho tiempo el consuelo ante la brevedad
de la vida y el temor de Dios que nos hace cumplir normas morales que no cumpliríamos
espontáneamente. ¿Cómo se puede explicar que la religión y la moral manden exactamente
lo que conviene a la formación y crecimiento de las sociedades humanas?
Seguramente han surgido a lo largo de los milenios, muchas religiones y muchos
mandamientos (de padres, sacerdotes, reyes o dioses) que han ido desapareciendo. Si esos
mandamientos perjudicaban a su grupos, se habrán extinguido junto con ellos. Pero
(¿casualmente?) han sobrevivido aquellos que de hecho (aunque desconozcamos las
razones), han servido para fortificar sus sociedades. Ha habido una selección natural,
«darwiniana», como sucede con los seres vivos.{1}
Vale la pena meditar algunos párrafos de Hayek (ref. 2). En pág. 53:
«Las normas que facilitan su funcionamiento no fueron apareciendo porque los distintos
sujetos llegaron a advertir la función de las mismas, sino porque prosperaron en mayor
medida aquellos colectivos que, sometiéndose a ellas, lograron disponer de más eficaces
esquemas de comportamiento». En pág. 57: «Aún cuando ajustemos nuestro comportamiento
a los esquemas aprendidos, en innumerables ocasiones no sabemos por qué hacemos lo que
hacemos. Las normas y usos aprendidos fueron progresivamente desplazados a nuestras
instintivas predisposiciones, no porque los individuos llegaran a constatar racionalmente el
carácter favorable de sus decisiones, sino porque fueron capaces de crear un orden de
eficacia superior –hasta entonces por nadie imaginado– a cuyo amparo un mejor ensamblaje
de los diversos comportamientos permitió finalmente –aún cuando ninguno de los actores lo
advirtiera– pontenciar la expansión demográfica del grupo en cuestión, en detrimento de los
restantes{2}».

En torno a las percepciones


Puesto que la filosofía, y en particular la ética, deben partir de la experiencia, Frondizi,
intentando aclarar algunos aspectos de la percepción, dice en pág. 193: «El sonido, en tanto
sonido, no existe, desde luego, sino hay un oído que lo oiga: un sonido es un sonido oído. Si
por existencia del sonido, en cambio, se entienden las vibraciones que produce el objeto al
caer, la situación es muy distinta, pues tal existencia no exige la presencia de ningún oído
que lo perciba. En el análisis de las percepciones gustativas, la distinción resulta muy patente.
Si entendemos por «dulce» la correspondiente vivencia de percepción gustativa, ella no
puede existir sin un paladar, es decir, sin un sujeto que tenga la vivencia; el azúcar no es
dulce, en este sentido, cuando está dentro de un recipiente. En cambio, si entendemos por
dulce las propiedades fisicoquímicas que tiene el azúcar y que produce en nosotros la
percepción gustativa de «dulce», tales propiedades son independientes del sujeto que puede
paladear el azúcar».
Para percibir hacen falta sentidos. Pero el sonido se produce (en el aire; en el vacío no)
aunque no haya quien lo perciba. Un perro percibe sonidos que nosotros no percibimos
(«ultrasonidos»). Ese «sonido oído» (por el perro), indudablemente existe. Me compré un
coche azul, y mi amigo que está en Londres me cree, porque sabe que cuando vuelva lo verá
azul. Lo mismo sucede con el azúcar. Pero las sensaciones humanas son percibidas por
sentidos humanos. A las moscas y a las hormigas les gusta el azúcar, pero difícilmente la
perciban «dulce». La sacarina, en cambio, no tienen atractivo alguno para ellas.

Notas
{1} Junto con el alzamiento militar, el 18-7-1936, se desató la Revolución en España. El odio
de los «revolucionarios» se dirigió mayoritariamente hacia el clero católico. Mataron unos
7.000 religiosos y más de 3.000 laicos. Ignoro qué esperaban obtener con esa matanza. Pero
como la religión tiene razones para existir, no se la puede extirpar sin correr graves riesgos.
En este caso, cohesionó a la clase media alrededor de los militares alzados; la principal
perjudicada fue la República. (ref. 2, pág. 223).
{2} Algunas personas creen que la famosa «mano invisible» de la que hablaba Adam Smith,
es un concepto místico. Pero en realidad fue la primera enunciación científica del proceso de
autoordenación de los mercados y en general, de los procesos emergentes.

Referencias
1. «¿Qué son los valores?»Risieri Frondizi. Ed. Fondo de Cultura económica (1958).
2. «La fatal arrogancia». Friedrich A. Hayek (1988). Unión Editorial (1990).
3. «Los mitos de la Guerra Civil». Pío Moa Rodríguez (2003). La Esfera de los Libros
(2004).

Notas:
Fuente: http://www.nodulo.org/ec/2011/n108p14.htm
El Catoblepas • número 108 • febrero 2011 • página 14
SPAIN. Marzo de 2011

También podría gustarte