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Qué son las palabras?

Una palabra es la unidad mínima gramatical dotada de significado propio. En la cadena


hablada, se separa de las demás mediante pausas, y en la escritura
mediante espacios en blanco.

Su estudio responde a perspectivas muy diferentes, que van desde su


significado hasta su composición a partir de piezas más pequeñas (llamadas
morfemas), y su posterior combinación en secuencias lineales (llamadas
sintagmas), que a su vez componen unidades más grandes (las frases u
oraciones). Así que la palabra es el punto de partida del análisis del lenguaje
verbal.

El término palabra proviene del latín parabŏla y comparte su punto de


origen, justamente, con la parábola, que es la voz griega parabolê: la acción
de lanzar algo al lado de otra cosa para compararlas (pára-, “al lado”; ballo,
“lanzar”). A lo largo de la historia, este término sufrió una inversión de sus
sonidos r y l (cosa apreciable en el término italiano parola o en francés
parole) en el latín vulgar, hasta terminar convertida en «palabra» en
español.

Obviamente según una lógica propia. Esto se debe a que cada idioma posee
una historia gramatical diferente, vinculada directamente con la historia de
sus hablantes.

Según la lingüística tradicional, todas las palabras que existen poseen un


significado (un sentido abstracto y mental que hace referencia a algún
aspecto de la realidad) y un significante (una forma oral y/o escrita que le
corresponde y que la distingue de las demás palabras del idioma).

Por ejemplo, el término «árbol» tiene un significado que todos los seres
humanos hemos experimentado de un modo u otro (el de esos seres
inmóviles, altos y antiguos, que tienen ramas, hojas, y dan frutos), pero un
significante exclusivamente hispano (“árbol”, que en otros idiomas será
“tree”, “baum”, “albero” o “arbre”).

Tipos de palabras
Las palabras se pueden clasificar de muchas y muy variadas maneras, tantas
que resulta difícil listarlas todas. Por ejemplo, se puede distinguir entre
buenas y malas palabras (o sea, las que son apropiadas para ocasiones
formales y las que no), entre palabras compuestas y simples (dependiendo
de si son producto de fusión de otras palabras o no), o en español entre
palabras graves, agudas y esdrújulas de acuerdo a la ubicación de su sílaba
tónica.

Sin embargo, la clasificación más importante quizá sea la que distingue


entre sus categorías gramaticales, o sea, en base a su función dentro de la
lógica de la lengua. Así, tenemos:

Sustantivos. Son las palabras que nombran objetos de la realidad (concreta


o abstracta), o sea, las cosas que tienen sustancia. Su función dentro de la
lengua es hacer las veces de etiquetas. Por ejemplo: perro, planeta, edificio,
subsuelo, José, América, París, Luxemburgo.

Verbos. Son las palabras que nombran acciones, y cuya forma se suele
adaptar (dependiendo del idioma) al modo específico en que la acción se
llevó a cabo (conjugación). En español, los verbos presentan para ello un
tiempo verbal, un modo verbal y una persona verbal. Son ejemplos de
verbo: correr, dormir, nació, vendrán, dijimos, amar, viviré.

Adjetivos. Son las palabras que sirven para añadirle significados a un


sustantivo o a un pronombre, aportando su propio sentido a lo dicho. Son
uno de los tipos de modificadores que existen, ya que se usan para
justamente modificar el sentido propio de los sustantivos. Por ejemplo: feo,
bonita, grande, poco, estrafalario, graduado, amarillo, abundante.

Adverbios. Son las palabras que sirven para añadirle significados a los
verbos, o a los propios adjetivos, o incluso a otros adverbios. Son los más
versátiles de los modificadores de la lengua. Por ejemplo: muy, tan,
rápidamente, especialmente, cómo, dónde, ayer, aquí, bastante.

Artículos. Son las palabras que sirven para especificar dos aspectos
específicos de un sustantivo o de un pronombre, que son el número y el
género. En algunos idiomas, como el inglés, existe un único artículo para
todo (the), mientras que en español existen dos: masculino (el) y femenino
(la), y en alemán hay tres distintos: masculino (der), femenino (die) y neutro
(das).

Pronombres. Son las palabras que sirven para sustituir sustantivos (o a


veces fragmentos enteros de una oración), de modo de hacer la lengua más
ágil y menos repetitiva. En principio, son palabras sin un significado fijo, sino
que lo adquieren de acuerdo al contexto en que estén siendo usadas,
expresando así un cierto tipo de relación. Por ejemplo: tú, yo, lo, ello, ella,
nosotros, te, ti, su, mi.

Proposiciones. Son las palabras que sirven para indicar relaciones entre las
demás palabras, sean del tipo que sean, para ganar mayores niveles de
precisión respecto de lo que se dice. Su significado es siempre gramatical,
o sea, propio de lo que la lengua es capaz de expresar, y pueden indicar
relaciones espaciales, materiales, de pertenencia y un inmenso etcétera.
Por ejemplo: de, para, sobre, por, en, con, desde, hacia, bajo, entre.

Conjunciones. Son las palabras que permiten unir otras palabras o términos
de una oración (o incluso oraciones entre sí) para formar cadenas de
sentido. Carecen de un significado por fuera de la lengua, es decir, tienen
sentido sólo como piezas de utilería del idioma. Por ejemplo: y, pero, sin
embargo, no obstante, además, o, aunque.

Interjecciones. Son palabras de sentido y forma fija en el idioma, que se


emplean con fines pragmáticos, o sea, para expresar información por fuera
de lo dicho, usualmente de tipo emocional o subjetiva. Muchas provienen
de proverbios o palabras del pasado, que sobreviven sólo a medias y han
perdido su sentido original. Son ejemplo de ello: ay, eh, zas, hola, adiós,
ojalá, vaya.

Formación de las palabras


Las palabras se forman a través de varios procesos distintos, ya que no
todas tienen un mismo origen. Dichos procesos son los siguientes:

Composición. La composición es un proceso de “fabricación” de palabras a


partir de la unión o juntura de dos raíces de palabras (raíces léxicas) dotadas
de significado propio cada una. En algunas lenguas, como el alemán, este
proceso es más complejo y produce términos largos y complicados a partir
de muchas palabras distintas, mientras que en español suele abarcar dos
(en algunos casos tres) términos diferentes en una misma y nueva palabra.

Por ejemplo:

Dos sustantivos diferentes: coliflor, bocacalle, motochorro.


Dos verbos diferentes: toma y dame, duermevela, subibaja.
Dos adjetivos diferentes: sordomudo, agridulce, altibajo.
Un verbo y un sustantivo: sacacorchos, abrelatas, aguafiestas.
Un sustantivo y un adjetivo: aguamarina, pelirrojo, boquiabierto.
Un adjetivo y un sustantivo: medianoche, salvoconducto, bajorrelieve.
Un adverbio y un adjetivo: malpensado, biempensante, bienvenido.
Un pronombre y un verbo: quehaceres, cualquiera, quienquiera.
Derivación. La derivación es otro proceso distinto a través del cual se
obtienen palabras nuevas, que consiste en añadir partículas derivativas
(afijos) a la raíz de una palabra, para obtener así términos nuevos con un
sentido similar al original. Dependiendo del tipo de partícula empleada,
podemos hablar de prefijos, sufijos, infijos o flexivos:

Prefijación. Consiste en añadir una partícula antes de otra palabra, para


modificar su sentido original. En estos casos, sin embargo, se trata de un
proceso casi de composición, ya que los prefijos en español tienen todos un
sentido propio (ya que en su mayoría son herencias de lenguas antiguas).
Por ejemplo: invisible (prefijo in, palabra visible), submarino (prefijo sub,
palabra marino).

Sufijación. La principal fuente de palabras derivadas del idioma es la


sufijación, que consiste en añadir una partícula al final de la raíz léxica. Así,
de una misma raíz se pueden derivar palabras muy diferentes entre sí, tal y
como en el siguiente ejemplo: de la raíz flor se puede derivar florería
(añadiendo el sufijo –ería), florero (añadiendo el sufijo –ero), floración
(añadiendo el infijo –a– y el sufijo –ción), floresta (añadiendo el sufijo –esta)
o floritura (añadiendo el infijo –it– y el sufijo –ura).

Flexión. La flexión es un caso de derivación gramatical sumamente común,


ya que es lo que ocurre cuando conjugamos un verbo: añadimos a la raíz
una terminación que no cambia su sentido léxico (el que aparece en el
diccionario), sino únicamente su sentido gramatical. Por ejemplo, a la raíz
léxica camin- se le puede añadir diversos sufijos flexivos, como -ar
(caminar), –o (camino), –as (caminas), –emos (caminemos), –abas
(caminabas), adaptando la raíz a distintos casos gramaticales, sin alterar su
significado de base.

Parasíntesis. Se llama parasíntesis al caso en el que ocurren, al mismo


tiempo, procesos de composición y de derivación de distinta naturaleza,
para obtener así una palabra nueva mediante diversos procesos
simultáneos. Tal es el caso, por ejemplo, de paraguazo, fruto de la
composición de para y aguas, a la vez que de la derivación con el sufijo –
azo. Otros casos son anaranjado, quinceañera o enrojecido.

Gramaticalización. A diferencia de los demás es un proceso que se da de


manera diacrónica, o sea, a lo largo del tiempo. Consiste en el cambio de
significado de una palabra presente en la lengua, debido a la pérdida de su
referente real (lo cual comúnmente significaría que la palabra se deje de
usar) y su sustitución por un sentido meramente gramatical, o sea,
funcional a la lengua.

Un claro ejemplo de ello es el uso moderno del verbo haber, cuyo sentido
original de “tener” o “poseer” se perdió en el tiempo y fue reemplazado con
el uso de haber como verbo auxiliar de los tiempos compuestos: “haber
tenido”, “haber venido”, “habrás dicho”, “habrán querido”, etc.

Familias de palabras
Cuando hablamos de familias de palabras o familia léxica, nos referimos a
un conjunto de palabras que comparten una misma raíz de significado
léxico, o sea, que son fruto de procesos derivativos y/o flexivos a partir de
una misma raíz. De este modo, a las palabras “ancestrales” son llamadas
palabras primitivas, y a sus descendientes, palabras derivadas.

Un ejemplo de familia léxica es la proveniente de la raíz mar: marea,


marítimo, marinero, mareado, marejada, marear, marinar, submarino, etc.
Como podemos ver, las familias léxicas comparten un mismo significado
raíz, aunque lo expresen de maneras totalmente distintas, pues se trata de
palabras diferentes entre sí.

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