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En idioma español, generalmente los prefijos provienen de antiguas preposiciones de origen latino (los
prefijoides en cambio provienen tanto del latín como del griego). Lo que quiere decir que un prefijo es la sílaba
o palabra que se antepone a la raíz de una palabra, para formar otra palabra con otro significado pero
manteniendo siempre la relación con el vocablo inicial.
Tipos de prefijos
Podemos clasificarlos por sus características, por su posición o por su origen. Por sus características podemos
decir que existen dos tipos de prefijos: los prefijos propiamente dichos y los prefijoides. Estos últimos poseen
un carácter parecido al de los prefijos, aunque con algunas diferencias:
Poseen un significado léxico, porque son, en realidad, sustantivos que provienen de lexemas latinos, griegos o
extranjeros, no de preposiciones.
Forman series no de palabras derivadas, sino de palabras compuestas, ejemplos: aeropuerto, aeroflota,
aerotransportado, aeromoza.
Como formantes léxicos, pueden aparecer tanto a principio como a final de las palabras como sufijos, ejemplos:
filo soviético bíblio filo, grafo 'manía / reprografía, fagocitar, aerófago.
En cuanto a su posición, algunos prefijos pueden superponerse a palabras derivadas formadas con otros prefijos
(por ejemplo, redescubrir); otros se sitúan delante del lexema directamente. En cuanto a su origen, la mayoría
provienen del latín y otros del griego, a veces incluso a través del latín. Muchas palabras griegas fueron
traducidas al latín calcando prefijos griegos con otros latinos: metamorfosis da lugar a transformatio (de donde
el español «transformación»)
Por lo que toca a su significado, pueden clasificarse en estos cinco tipos:
De negación: a- / an-; anti-; contra-; des- / dis- / de-; ex- ; extra-; in- / im- / i-.
Locativos: ante-; circum- / circun- ; entre- / inter-; infra-; pos- / post; sub- / so-; super- / sobre-; trans- / tras-;
ultra-; vice-.
Temporales: ante-; pos- / post-; pre-.
De intensificación: archi-; extra-; hiper-; re-; super-; ultra-.
De cantidad y tamaño: bi- / bis-; mini-; mono- / mon-; multi-; pluri-; semi-; uni-.
SUFIJOS
Se denomina sufijo a un tipo de morfema o afijo que se agrega después del lexema, raíz o tema de una palabra.1
Los sufijos pueden ser derivativos o flexivos. En la mayoría de las lenguas los derivativos preceden a los
flexivos, ya que los derivativos tienden a estar más cerca de la raíz. En una lengua flexiva, muchas palabras
pueden estar formadas por una raíz más un cierto número de sufijos derivativos, y posiblemente algunos u otros
sufijos flexivos, aunque, todas las lenguas tienen algunas palabras invariables formadas por un único morfema.
La sufijación es el proceso más extendido en las lenguas humanas para la formación de nuevas palabras,
alrededor del 70 % de las lenguas del mundo usan extensivamente la sufijación, y al menos el 80 % usan sufijos
en alguna medida. El vocablo latino suffixus derivó en sufijo, un concepto que se emplea en la gramática para
nombrar al afijo que se añade en el final de una palabra. Un afijo, por su parte, es una secuencia lingüística que
altera el significado de un término.Los sufijos, por lo tanto, son afijos que se posponen, a diferencia de los
prefijos (que se ponen por delante de la palabra). Esto quiere decir que el sufijo se ubica después de la raíz o del
lexema. Importancia de conocer los sufijos
Conocer los diferentes tipos de sufijos que existen en nuestra lengua es sumamente importante, ya que nos
puede traer varios beneficios. Por un lado, nos ayuda a deducir el significado de una palabra desconocida para
nosotros; por ejemplo, la primera vez que nos encontramos con el término «animación» sabremos que se trata
de una acción, y que no puede ser un adjetivo, como sí ocurre con «animada», aunque ambas pertenezcan a la
misma familia.El estudio de la etimología también requiere del dominio de este y otros conceptos, como ser los
prefijos, ya que acarrea la descomposición de las palabras en todas sus partes para intentar hallar el origen y la
evolución de su significado desde la primera lengua en la que se concibió hasta llegar al castellano, en nuestro
caso. Sufijos apreciativos. Se trata de aquellos sufijos que, al unirse al lexema o raíz, construyen una palabra
con tintes calificativos, o sea, que expresa el modo en que la persona comprende, valora u observa el referente
del cual habla. Este tipo de sufijos convierten raíces en apreciaciones (de allí su nombre), y pueden ser, a su vez,
de distinto tipo:
Sufijos aumentativos. Como su nombre lo indica, estos sufijos permiten aumentar o maximizar el significado de
la raíz léxica de la palabra, ya sea para indicar que el tamaño de un objeto es grande, o que el sentido de algo es
más intenso o fuerte, o cualquier otra connotación que tenga, en nuestra cultura, algo de gran tamaño. Por
ejemplo: de “casa”, podemos obtener “cas-ota” añadiendo un sufijo que indica que es una casa de gran tamaño,
o de mucho lujo y muy ostentosa.
Sufijos diminutivos. Al contrario del caso anterior, este tipo de sufijos sirven para disminuir o atenuar el
significado de la raíz léxica, ya sea porque el referente es pequeño en tamaño, en importancia, o en algunos
casos porque lo tenemos en estima. Por ejemplo: de “favor”, podemos obtener “favor-cito” añadiendo un sufijo
que indica que el favor es pequeño, que no debería incomodar mucho al otro”.
Sufijos peyorativos. En este caso, los sufijos sirven para fijar la postura personal y subjetiva de la persona
respecto al referente, especialmente cuando se trata de una valoración negativa del mismo. Por ejemplo, de
“mujer” podemos obtener “mujer-zuela” para indicar que pensamos mal de ella, o que es una mujer de la mala
vida.
Sufijos flexivos. Los sufijos flexivos, a diferencia de los anteriores, no reflejan las valoraciones del referente
que una persona tiene, sino que cumplen un rol enteramente gramatical. Esto significa que su rol tiene sentido
dentro de la lengua misma, de modo tal de hacerla describir lo mejor posible el objeto o la realidad aludida por
el lenguaje. Así, tenemos los siguientes tipos de flexivos:
Sufijos flexivos de género. Los flexivos de género son aquellos que modifican la terminación de una palabra
para indicar a qué género (masculino o femenino) se refiere la misma. Generalmente son -a y -o, dependiendo
de si el referente es femenino o masculino, respectivamente, aunque a veces puede emplearse también el -e. Por
ejemplo: maestr-o para el masculino, maestr-a para el femenino.
Sufijos flexivos de número. Semejante al caso anterior, el de los flexivos de número tiene como fin indicar si el
referente es singular o plural (para esto se emplea el sufijo -s). Así, usando el mismo ejemplo del caso anterior,
tendremos: maestro (singular) o maestro-s (plural). Como se verá, los flexivos de género y número pueden y
suelen acompañarse.
Sufijos flexivos verbales. Trataremos como una categoría aparte los flexivos que tienen que ver con los verbos,
y que sirven para adecuarlos a la acción que buscan describir. Y aunque los veamos por separado, todos se dan
normalmente a la vez:
Flexivos de persona verbal. Aquellos que se adhieren al verbo para adecuarlo a una conjugación específica, es
decir, para indicar qué persona realiza la acción, de acuerdo a las reglas establecidas para las personas verbales
dentro de la lengua. Por ejemplo: del verbo “enseñar” podemos obtener “enseñ-o” (yo), “enseñ-as” (tú), “enseñ-
a” (Ud./ él/ ella), “enseñ-amos” (nosotros), “enseñ-an” (ellos).
Flexivos modo, tiempo y aspecto. Como indica su nombre, coordinan la forma en que se expresan el modo
verbal, el tiempo verbal y el aspecto verbal, permitiendo que la acción del verbo se adapte a las condiciones en
que ocurre. Por ejemplo: del verbo “enseñar”, tenemos “enseñ-a” (presente), “enseñ-ará” (futuro), “enseñ-aba”
(pretérito imperfecto), “enseñ-aría” (condicional), “enseñ-a” (imperativo), “enseñ-e” (subjuntivo), etc.
Flexivos verbales impersonales. Por último, están las formas verbales incompletas o impersonales, es decir, que
no se conjugan, y por eso las listamos aparte de las demás. Son el infinitivo (-ar, -er, -ir), el gerundio (-ando, -
endo) y el participio (-ado, -ido). Por ejemplo: el verbo “enseñ-ar” (infinitivo), “enseñ-ando” (gerundo) o
“enseñ-ado” (participio).
Sufijos derivativos. Estos sufijos son algunos de los más importantes, pues permiten cambiar la categoría
gramatical de la raíz, componiendo así nuevos usos y nuevas formas lingüísticas. A este proceso se le conoce
como derivación, y se da mediante cuatro tipos distintos de sufijos, de acuerdo al tipo de categoría gramatical de
destino:
Derivativos adjetivantes o adjetival. Aquellos que permiten construir adjetivos a partir de otros lexemas. El
participio, listado antes, se halla entre este tipo de sufijos también, así como todos los sufijos de los gentilicios.
Por ejemplo: del verbo “fatigar”, tenemos “fatig-ado”, y del sustantivo “farsa”, tenemos “fars-esco”, así como
del sustantivo “México” tenemos “mexic-ano”.
Derivativos adverbializantes o adverbial. Aquellos que permiten construir adverbios a partir de otros lexemas.
Por ejemplo: del adjetivo “descarado”, tenemos “descarad-a-mente”, y del sustantivo “perro”, tenemos “perr-
una-mente”. Nótese que en estos casos suele haber un flexivo u otro tipo de sufijo haciendo el rol de infijo, o
sea, de sufijo intermedio.
Derivativos nominalizantes o nominal. Aquellos que permiten construir sustantivos a partir de otros lexemas.
Por ejemplo: del verbo “postergar”, tenemos “posterga-ción”.
Derivativos verbalizantes o verbal. Aquellos que permiten construir verbos a partir de otros lexemas. Por
ejemplo: del sustantivo “perro”, proviene el verbo “perr-ear”, y del adjetivo “tonto”, viene “tont-ear”