Está en la página 1de 5

Existen diversas acepciones sobre estos términos.

En el artículo de hoy tomaremos el que nos propone la Real


Academia Española (RAE) que considera que los extranjerismos o préstamos lingüísticos son las voces
procedentes de otras lenguas, es decir, las voces que una lengua toma de otra. Asimismo, distingue entre:
Extranjerismos o préstamos adaptados: son aquellos que han completado el proceso de acomodación a los
patrones propios del español y, por lo tanto, están incorporados a la lengua española.
Extranjerismos crudos o no adaptados: son aquellos que tienen la grafía y pronunciación a la lengua de origen y
no se ajustan al sistema fonológico ni ortográfico del español.
¿Cómo deben escribirse los extranjerismos o préstamos lingüísticos?
Según se trate de extranjerismos adaptados o crudos los escribiremos de la siguiente manera:
Extranjerismos o préstamos adaptados
Al considerarse palabras españolas a todos los efectos, no necesitan marcarse de modo alguno. Veamos un
ejemplo.
¿Quieres un bombón?
En este ejemplo, la palabra “bombón” es un extranjerismo adaptado y por ello no necesita marcarse o resaltarse
tipográficamente.
Extranjerismos crudos o no adaptados
Se deben escribir en cursiva o, como segunda opción, sin cursiva, pero entre comillas. Vamos a ver un ejemplo.
Me encanta la pizza. (cursiva)
Me encanta la “pizza”. (no cursiva, pero entre comillas)
La palabra – pizza – es un extranjerismo crudo y por ello debe marcarse en cursiva o como segunda alternativa,
sin cursiva, pero entre comillasUn préstamo lingüístico es una palabra, morfema o expresión de un idioma que
es adoptada por otro idioma. A menudo resulta de la influencia cultural de los hablantes del primer idioma sobre
los del segundo. Cuando el elemento prestado es una palabra léxica, normalmente un adjetivo, un nombre o un
verbo, hablamos de préstamo léxico.1 El préstamo léxico es de lejos el más frecuente de todos, pero también
existe el préstamo gramatical, que sucede especialmente cuando un número importante de hablantes bilingües
de las dos lenguas usan partículas, morfemas y elementos no léxicos de una lengua cuando se habla la otra. Otro
fenómeno similar es el calco semántico, en el cual aunque no se toma una expresión literal de otro idioma, sí se
toma su significado. Los EXTRANJERISMOS son palabras o expresiones tomadas de otra lengua que,
generalmente, conservan su forma original. Deben escribirse entre comillas, si no pueden aparecer en
cursivaPréstamos adaptados o extranjerismos. Los préstamos son las palabras incorporadas que sufren
modificaciones fonéticas o gráficas para adaptarse a las normas de la lengua de destino, por ejemplo fútbol de
football en inglés o corsé del francés corset.
PREFIJOS
En morfología lingüística, un prefijo (del latín praefixus, participio de praefigĕre: ‘colocar delante’)1 es un
morfema de la clase de los afijos que se antepone a una raíz, lexema o base léxica para formar una opción
lexical con diferente significado (prefijo derivativo) o que expresa categorías gramaticales diferentes (prefijo
flexivo).2
En español, todos los prefijos son derivativos, y no existen prefijos flexivos; un ejemplo es el prefijo re-, que
genera, entre otros: renacer, recaer, repasar, etc. Sin embargo, en algunos idiomas los prefijos son casi
exclusivamente flexivos, como sucede en muchos subgrupos de idiomas nigerocongoleses y en algunos idiomas
ye.
Al proceso para crear nuevas palabras o neologismos mediante prefijos se lo conoce como «prefijación». La
prefijación puede ser una clase de derivación o de flexión, aunque esto último es tipológicamente menos
frecuente; por ejemplo en español prácticamente todos los prefijos son derivativos. Los prefijos son un
procedimiento morfológico moderadamente frecuente en los idiomas del mundo; alrededor de un 40 % de los
idiomas del mundo utilizan en alguna medida importante los prefijos como parte de la morfología.3
Los idiomas exclusivamente o casi exclusivamente prefijantes son solo un 16 % de los idiomas del mundo. Los
idiomas que usan preferentemente sufijos se concentran en África (especialmente entre los idiomas
nigerocongoleses) y en el centro de México (especialmente entre los idiomas otomangueanos).
En muchos idiomas ―como los idiomas indoeuropeos― los prefijos son bastante asimétricos respecto a los
sufijos, ya que se usan en la derivación, pero no en la flexión.
En el idioma español, el papel de los prefijos es más limitado que el de los sufijos, ya que se usan solo en la
derivación, nunca en la flexión (a diferencia de lo que ocurre con los sufijos). Fonológicamente los prefijos
nunca provocan cambios de acento, a diferencia de los sufijos y son siempre átonos.nota 1

En idioma español, generalmente los prefijos provienen de antiguas preposiciones de origen latino (los
prefijoides en cambio provienen tanto del latín como del griego). Lo que quiere decir que un prefijo es la sílaba
o palabra que se antepone a la raíz de una palabra, para formar otra palabra con otro significado pero
manteniendo siempre la relación con el vocablo inicial.
Tipos de prefijos
Podemos clasificarlos por sus características, por su posición o por su origen. Por sus características podemos
decir que existen dos tipos de prefijos: los prefijos propiamente dichos y los prefijoides. Estos últimos poseen
un carácter parecido al de los prefijos, aunque con algunas diferencias:
Poseen un significado léxico, porque son, en realidad, sustantivos que provienen de lexemas latinos, griegos o
extranjeros, no de preposiciones.
Forman series no de palabras derivadas, sino de palabras compuestas, ejemplos: aeropuerto, aeroflota,
aerotransportado, aeromoza.
Como formantes léxicos, pueden aparecer tanto a principio como a final de las palabras como sufijos, ejemplos:
filo soviético bíblio filo, grafo 'manía / reprografía, fagocitar, aerófago.
En cuanto a su posición, algunos prefijos pueden superponerse a palabras derivadas formadas con otros prefijos
(por ejemplo, redescubrir); otros se sitúan delante del lexema directamente. En cuanto a su origen, la mayoría
provienen del latín y otros del griego, a veces incluso a través del latín. Muchas palabras griegas fueron
traducidas al latín calcando prefijos griegos con otros latinos: metamorfosis da lugar a transformatio (de donde
el español «transformación»)
Por lo que toca a su significado, pueden clasificarse en estos cinco tipos:
De negación: a- / an-; anti-; contra-; des- / dis- / de-; ex- ; extra-; in- / im- / i-.
Locativos: ante-; circum- / circun- ; entre- / inter-; infra-; pos- / post; sub- / so-; super- / sobre-; trans- / tras-;
ultra-; vice-.
Temporales: ante-; pos- / post-; pre-.
De intensificación: archi-; extra-; hiper-; re-; super-; ultra-.
De cantidad y tamaño: bi- / bis-; mini-; mono- / mon-; multi-; pluri-; semi-; uni-.
SUFIJOS
Se denomina sufijo a un tipo de morfema o afijo que se agrega después del lexema, raíz o tema de una palabra.1

Los sufijos pueden ser derivativos o flexivos. En la mayoría de las lenguas los derivativos preceden a los
flexivos, ya que los derivativos tienden a estar más cerca de la raíz. En una lengua flexiva, muchas palabras
pueden estar formadas por una raíz más un cierto número de sufijos derivativos, y posiblemente algunos u otros
sufijos flexivos, aunque, todas las lenguas tienen algunas palabras invariables formadas por un único morfema.

La sufijación es el proceso más extendido en las lenguas humanas para la formación de nuevas palabras,
alrededor del 70 % de las lenguas del mundo usan extensivamente la sufijación, y al menos el 80 % usan sufijos
en alguna medida. El vocablo latino suffixus derivó en sufijo, un concepto que se emplea en la gramática para
nombrar al afijo que se añade en el final de una palabra. Un afijo, por su parte, es una secuencia lingüística que
altera el significado de un término.Los sufijos, por lo tanto, son afijos que se posponen, a diferencia de los
prefijos (que se ponen por delante de la palabra). Esto quiere decir que el sufijo se ubica después de la raíz o del
lexema. Importancia de conocer los sufijos
Conocer los diferentes tipos de sufijos que existen en nuestra lengua es sumamente importante, ya que nos
puede traer varios beneficios. Por un lado, nos ayuda a deducir el significado de una palabra desconocida para
nosotros; por ejemplo, la primera vez que nos encontramos con el término «animación» sabremos que se trata
de una acción, y que no puede ser un adjetivo, como sí ocurre con «animada», aunque ambas pertenezcan a la
misma familia.El estudio de la etimología también requiere del dominio de este y otros conceptos, como ser los
prefijos, ya que acarrea la descomposición de las palabras en todas sus partes para intentar hallar el origen y la
evolución de su significado desde la primera lengua en la que se concibió hasta llegar al castellano, en nuestro
caso. Sufijos apreciativos. Se trata de aquellos sufijos que, al unirse al lexema o raíz, construyen una palabra
con tintes calificativos, o sea, que expresa el modo en que la persona comprende, valora u observa el referente
del cual habla. Este tipo de sufijos convierten raíces en apreciaciones (de allí su nombre), y pueden ser, a su vez,
de distinto tipo:
Sufijos aumentativos. Como su nombre lo indica, estos sufijos permiten aumentar o maximizar el significado de
la raíz léxica de la palabra, ya sea para indicar que el tamaño de un objeto es grande, o que el sentido de algo es
más intenso o fuerte, o cualquier otra connotación que tenga, en nuestra cultura, algo de gran tamaño. Por
ejemplo: de “casa”, podemos obtener “cas-ota” añadiendo un sufijo que indica que es una casa de gran tamaño,
o de mucho lujo y muy ostentosa.
Sufijos diminutivos. Al contrario del caso anterior, este tipo de sufijos sirven para disminuir o atenuar el
significado de la raíz léxica, ya sea porque el referente es pequeño en tamaño, en importancia, o en algunos
casos porque lo tenemos en estima. Por ejemplo: de “favor”, podemos obtener “favor-cito” añadiendo un sufijo
que indica que el favor es pequeño, que no debería incomodar mucho al otro”.
Sufijos peyorativos. En este caso, los sufijos sirven para fijar la postura personal y subjetiva de la persona
respecto al referente, especialmente cuando se trata de una valoración negativa del mismo. Por ejemplo, de
“mujer” podemos obtener “mujer-zuela” para indicar que pensamos mal de ella, o que es una mujer de la mala
vida.
Sufijos flexivos. Los sufijos flexivos, a diferencia de los anteriores, no reflejan las valoraciones del referente
que una persona tiene, sino que cumplen un rol enteramente gramatical. Esto significa que su rol tiene sentido
dentro de la lengua misma, de modo tal de hacerla describir lo mejor posible el objeto o la realidad aludida por
el lenguaje. Así, tenemos los siguientes tipos de flexivos:
Sufijos flexivos de género. Los flexivos de género son aquellos que modifican la terminación de una palabra
para indicar a qué género (masculino o femenino) se refiere la misma. Generalmente son -a y -o, dependiendo
de si el referente es femenino o masculino, respectivamente, aunque a veces puede emplearse también el -e. Por
ejemplo: maestr-o para el masculino, maestr-a para el femenino.
Sufijos flexivos de número. Semejante al caso anterior, el de los flexivos de número tiene como fin indicar si el
referente es singular o plural (para esto se emplea el sufijo -s). Así, usando el mismo ejemplo del caso anterior,
tendremos: maestro (singular) o maestro-s (plural). Como se verá, los flexivos de género y número pueden y
suelen acompañarse.
Sufijos flexivos verbales. Trataremos como una categoría aparte los flexivos que tienen que ver con los verbos,
y que sirven para adecuarlos a la acción que buscan describir. Y aunque los veamos por separado, todos se dan
normalmente a la vez:
Flexivos de persona verbal. Aquellos que se adhieren al verbo para adecuarlo a una conjugación específica, es
decir, para indicar qué persona realiza la acción, de acuerdo a las reglas establecidas para las personas verbales
dentro de la lengua. Por ejemplo: del verbo “enseñar” podemos obtener “enseñ-o” (yo), “enseñ-as” (tú), “enseñ-
a” (Ud./ él/ ella), “enseñ-amos” (nosotros), “enseñ-an” (ellos).
Flexivos modo, tiempo y aspecto. Como indica su nombre, coordinan la forma en que se expresan el modo
verbal, el tiempo verbal y el aspecto verbal, permitiendo que la acción del verbo se adapte a las condiciones en
que ocurre. Por ejemplo: del verbo “enseñar”, tenemos “enseñ-a” (presente), “enseñ-ará” (futuro), “enseñ-aba”
(pretérito imperfecto), “enseñ-aría” (condicional), “enseñ-a” (imperativo), “enseñ-e” (subjuntivo), etc.
Flexivos verbales impersonales. Por último, están las formas verbales incompletas o impersonales, es decir, que
no se conjugan, y por eso las listamos aparte de las demás. Son el infinitivo (-ar, -er, -ir), el gerundio (-ando, -
endo) y el participio (-ado, -ido). Por ejemplo: el verbo “enseñ-ar” (infinitivo), “enseñ-ando” (gerundo) o
“enseñ-ado” (participio).
Sufijos derivativos. Estos sufijos son algunos de los más importantes, pues permiten cambiar la categoría
gramatical de la raíz, componiendo así nuevos usos y nuevas formas lingüísticas. A este proceso se le conoce
como derivación, y se da mediante cuatro tipos distintos de sufijos, de acuerdo al tipo de categoría gramatical de
destino:
Derivativos adjetivantes o adjetival. Aquellos que permiten construir adjetivos a partir de otros lexemas. El
participio, listado antes, se halla entre este tipo de sufijos también, así como todos los sufijos de los gentilicios.
Por ejemplo: del verbo “fatigar”, tenemos “fatig-ado”, y del sustantivo “farsa”, tenemos “fars-esco”, así como
del sustantivo “México” tenemos “mexic-ano”.
Derivativos adverbializantes o adverbial. Aquellos que permiten construir adverbios a partir de otros lexemas.
Por ejemplo: del adjetivo “descarado”, tenemos “descarad-a-mente”, y del sustantivo “perro”, tenemos “perr-
una-mente”. Nótese que en estos casos suele haber un flexivo u otro tipo de sufijo haciendo el rol de infijo, o
sea, de sufijo intermedio.
Derivativos nominalizantes o nominal. Aquellos que permiten construir sustantivos a partir de otros lexemas.
Por ejemplo: del verbo “postergar”, tenemos “posterga-ción”.
Derivativos verbalizantes o verbal. Aquellos que permiten construir verbos a partir de otros lexemas. Por
ejemplo: del sustantivo “perro”, proviene el verbo “perr-ear”, y del adjetivo “tonto”, viene “tont-ear”

También podría gustarte