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Columna N6: Sobre el derecho a la libre expresión y deber del

desorden.

¿A qué le llamamos libertad de expresión?, ese concepto


coqueto y resguardado por la Constitución. Dejemos claro, eso
sí, que la pregunta está referida únicamente al compatriota
peruano.

Respondiendo en posibilidades primero, quizá sea el hecho de


profesar palabras sin sentido, criticar al vecino, cholear a
la gente, especular y difundirlo, producir seriecitas mal
orientadas, pintar con grafitis las paredes de los colegios,
lanzar demagogias a peruanos desesperados, qué se yo, son
solo suposiciones.

Sin embargo, tras observar el día a día, notamos que las


posibilidades se van entrometiendo en lo que llamamos
realidad. Comencemos por extender un poco el tema de profesar
palabras sin sentido, incoherentes, vacías, nulas, que casi
siempre se podrían escuchar de personas con un desdén hacia
la educación (misma que se degrada con el tiempo y muere en
el olvido, pero ese es otro tema), peyorativas a la lengua
establecida para ejemplificar, sobran, aunque por nominar una
podemos obtener: “cuerpa”. Y luego de la nominación... con
ustedes una excepción, pues la autora del que espero nunca
sea un neologismo, no creo carezca de educación alguna, en
fin. Pasemos mejor al caso de todos aquellos que calumnian a
sus vecinos, los “maleteros” (según la masiva academia de la
lengua peruana, maletero es todo aquel que habla mal a las
espaldas del otro) que nunca faltan. Ellos, hacen uso de su
libertad, pero sin que a nadie le importe más que al
afectado, omiten también el derecho al respeto de la dignidad
como fin supremo de la sociedad, y el Estado que a través de
hechos nos deja claro que faltas de respeto como esas no
tienen relevancia.

Cholear a la gente, la típica actitud que adquiere un


ricachón o alguien que dice o cree (a ciegas) serlo. Es
irritantemente común escuchar en los medios de transporte o
instituciones “educativas” la irreverencia de: calla cholo, o
calla serrano, pretendiendo ofender a la persona o al menos
hacerla sentir inferior, una completa gilipollez claro, pues
la mayoría de los peruanos somos cholos y nuestros
antepasados nos convierten en cholos, duela a quién le duela.

Ahora, especular y difundirlo. ¡El favorito en cuestión de


chismes por los programas televisivos “chicha” o los
periódicos sobrevivientes re “chichas”! Estos medios
informativos y nada culturales encargados de desgraciarle la
reputación, más de lo que está, a los personajes famosos de
la conocida farándula peruana o como le acuñan a la
actualidad: Chollywood.

Y para no cansar a los lectores con mentalidad extraña que


disfrutan de las columnas, vamos a juntar en un montón, las
últimas posibilidades del segundo párrafo para su breve
desarrollo.

Producir seriecitas mal orientadas, pintar con grafitis


amorosos y disléxicos las paredes de los colegios, lanzar
demagogias a peruanos desesperados, ¿Qué tienen en común? La
palabra “Calamitoso”. Pues no se difunde cultura para algún
bien a la sociedad o mejora en ella, no se trata de actos
moralmente bien vistos, etc.

¡Listo! Hemos terminado con la profundización de las


hipótesis propuestas a la cuestión, más no con el “raje”.

La libertad de expresión engloba demasiados conceptos, pero


rápidamente hemos tocado si a penas el de la comunicación por
lo general, oral y cotidiana. Para resaltar a un punto de
vista personal, las muchas interpretaciones del término
“libertad” para su ejecución, a pesar de estar especificado
en el libro de la CPP lo que significa (es actuar bajo propia
voluntad sin sobrepasar los derechos de otros), y con esto
quiero llegar al desorden que se fomenta y las violaciones a
la integridad de la persona por mera ignorancia o capricho, a
causa de las contradicciones también por parte de los mismos
artículos o incisos de la Carta Magna, tales como: el
ejercicio público de todas las confesiones es libre y la
difusión del pensamiento, pero a su vez, siempre que no
ofenda la moral ni altere el orden público, bien, pongamos un
caso de la vida real.
“Un evangelista que para el ejercicio público de su confesión
y la difusión de la misma, pregona por las calles a viva voz,
citas bíblicas o reflexiones. En eso, aparece una señora
moralmente ofendida al ser su doctrina contraria a la del
evangelista y lo censura”. Contradictorio ¿no? Aquí tienes
algo más para analizar en tus ratos libres, amigo lector.

Artículo 1º.- La defensa de la persona humana y el respeto de


su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.

Artículo 2º.- Toda persona tiene derecho:

2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por


motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión,
condición económica o de cualquiera otra índole.

3. A la libertad de conciencia y de religión, en forma


individual o asociada.

No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay


delito de opinión. El ejercicio público de todas las
confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni
altere el orden público.
4. A las libertades de información, opinión, expresión y
difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o
la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin
previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo
las responsabilidades de ley.

8. A la libertad de creación intelectual, artística, técnica


y científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones
y a su producto. El Estado propicia el acceso a la cultura y
fomenta su desarrollo y difusión.

19. A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y


protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación.

Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante


cualquier autoridad mediante un intérprete. Los extranjeros
tienen este mismo derecho cuando son citados por cualquier
autoridad.

Artículo 13º.- La educación tiene como finalidad el


desarrollo integral de la persona humana. El Estado reconoce
y garantiza la libertad de enseñanza.

Los padres de familia tienen el deber de educar a sus hijos y


el derecho de escoger los centros de educación y de
participar en el proceso educativo.

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