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TRATADOS DE BUCARELI

Los Tratados de Bucareli es la denominación de un tratado entre México y


Estados Unidos, firmado el 10 de agosto de 1923, entre los entonces presidentes
Álvaro Obregón y Calvin Coolidge, ya que con esto se buscaba regularizar la
situación de las propiedades e inversiones estadounidenses en México, sobre todo
las petroleras. El nombre se debe a que las conversaciones para el tratado
tuvieron lugar en un edificio de la calle Bucareli. Estos tratados fueron creados con
la idea de que México necesitaba una inversión extranjera y de esa manera
reconstruir la economía de México ya que durante la revolución mexicana hubo
muchos daños, y de alguna otra manera esto iba hacer que el gobierno de Álvaro
Obregón fuera más reconocido para los Estados Unidos; para ello, Obregón
convenció a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de dictaminar que
el artículo 27 constitucional sólo podía referirse, en cuestiones de explotación de
bienes nacionales, a los procesos posteriores a 1917, por lo cual los daños debían
resarcirse.

Los Tratados de Bucareli desde entonces representaron, una “leyenda negra” de


la política y la diplomacia mexicana del obregonismo. Todas las versiones
indicaban que, además de analizar los temas abordados, se habían celebrado
acuerdos “extraoficiales” que dañaban la soberanía nacional, lesionaban la
Constitución de 1917, supeditaban a México al marco de influencia financiera y
económica estadounidense y, lo peor, que comprometían al país en su desarrollo
económico y político interno para el futuro. Todo se debía a la necesidad del
reconocimiento diplomático, que daría por resultado el apoyo financiero, militar,
tecnológico y político de Estados Unidos al gobierno de Obregón y, con ello, de la
comunidad internacional.

Durante las discusiones entre los representantes abordaron temas y problemáticas


con un contenido delicado para la política interna mexicana la cual comprometió
sin duda al gobierno obregonista ante la opinión pública, sus detractores y
adversarios; temas como la aplicación retroactiva del artículo 27 constitucional, el
impuesto sobre contratos y exportaciones petroleras, la devolución de las
ferrocarriles a sus antiguos propietarios, la repartición de ejidos, las restricciones
de propiedad a lo largo de las costas y fronteras mexicanas a los extranjeros, las
restricciones de las derechos religiosos, las reclamaciones no solucionadas a
favor de los estadounidenses, las disputas fronterizas a lo largo del Río Bravo, las
dificultades en torno al pago de la deuda exterior mexicana y el futuro de la
celebración de un Tratado de Amistad y Comercio entre ambos países entre
ambos países representaron el centro de las discusiones que tan pronto como
fueron firmadas en las minutas involucraron al gobierno mexicano en pactos
extraoficiales que posteriormente no se llevaron a cabo, pero que se
transformaron en el talón de Aquiles de la discusión pública a favor del
obregonismo y su política exterior o en su contra, involucrando sin suda a la
política interior mexicana.

Los pactos extraoficiales en materia petrolera y agraria representaron el


compromiso moral del presidente Obregón para detener o retrasar la aplicación de
las disposiciones de la Constitución de 1917 en tales materias y con ello lograron
el ansiado reconocimiento diplomático del gobierno estadounidense antes de que
su gobierno concluyera; sin embargo, para que todo esto se pudiera llevar acabo
primero se realizaron acuerdos en las que ambos países estuvieran de acuerdo
aunque esto favoreció mas al gobierno estadounidense que al gobierno mexicano
por lo que esto hizo destacar aún más el motivo por el cual lo estaban realizando
que era el deseo que tenía Obregón por hacer reconocido su mandato como
presidente de México, por lo cual el destacado internacionalista Isidro Fabela y
entre muchos otros especialistas en Derecho Internacional o analistas de la
política exterior mexicana, resumió los resultados de los acuerdos de Bucareli y
sus significado político y diplomático, tanto en lo formal como en lo extraoficial,
pero con una postura contraria, cito lo siguiente:

[…] las obligaciones que México contrajo eran claramente contrarias al Derecho
Internacional y que, si así lo hizo, ‘eso se debió únicamente al deseo que Obregón tenía
para que se reconociese su gobierno’.
[…] Obregón compró el reconocimiento de su gobierno y al efecto pagó el
siguiente precio:

1) Se acordó que el artículo 27 constitucional no era retroactivo y a ese efecto, la


‘Suprema Corte’ dictó cinco ejecutorias consecutivas y uniformes. De esta
manera, se retardó la independencia económica de México con graves perjuicios
para nuestro país y el consiguiente beneficio de los accionistas extranjeros.
2) El gobierno de México permitió que se sometieran a la Comisión General de
Reclamaciones de ciudadanos norteamericanos provenientes de la expropiación
de tierras. Consintió, asimismo, en pagar, en efectivo, las tierras que se
expropiasen en exceso de las mil setecientas cincuenta y cinco hectáreas y, en
bonos, aquellas que no alcanzasen esta cifra. Por consiguiente, y por el mero
hecho de que a los ciudadanos norteamericanos se otorgó un recurso legal que
desde el principio se negó a los ciudadanos mexicanos, se estableció una situación
de desventaja para éstos que nunca debía haberse permitido. Ya se está pagando
a los ciudadanos norteamericanos el importe de las tierras que les fueron
expropiadas, en tanto que a los mexicanos no solamente no se les da un centavo,
sino que, además, se les niega el recurso judicial.
3) México admitió, en la Convención Especial de Reclamaciones, su responsabilidad
por los daños causados por la revolución. El derecho internacional no admite
responsabilidad semejante.
4) México admitió indemnizar a los ciudadanos norteamericanos por todos los daños
sufridos por los mismos desde 1868, hasta un año después de celebrada la primera
junta de la Comisión de Reclamaciones. Este plazo fue prorrogado
posteriormente.
5) Resulta innecesario decir que un gobierno más enérgico y más digno, se hubiera
negado a aceptar esas condiciones.

Como lo hemos plasmado antes, esto no solo fue un cambio que favoreció a los
estadounidenses, sino que también fue un cambio que perjudico de muchas
maneras al gobierno mexicano y también al pueblo mexicano ya que de cierta
manera fue un golpe en el cual implica de muchas maneras como en su
economía, ya que apenas se iban recuperando de una guerra y si no fuera solo
eso, también tenían que pagarles a los estadounidenses, desde mi punto de vista
como estudiante opino que los tratados de Bucareli no fue más que un pretexto
para que los estadounidenses pudieran entrar de alguna manera al gobierno de
México y poder controlar lo que no podían desde su país, y su mejor oportunidad
fue mostrar su apoyo al gobierno mexicano que se iba recuperando de una guerra
y lo más importante, que se encontraron con una persona un poco desvergonzada
que lo que más le importaba era poner en alto su nombre, el cual tuviera un gran
reconocimiento en la historia de México y Estados Unidos lo cual logro pero no de
la mejor manera para su país.

Bibliografía
Álvarez, P. S. (2012). Los Tratados de Bucareli y la Rebelión Delahuerta. México: Instituto Nacional
de Estudios Historicos de la Revolución Mexicana (INEHRM).

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