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La “Doctrina Calvo”, denominada así por la formulación del jurista argentino Carlos Calvo, en su obra
Derecho internacional teórico y práctico de Europa y América (1868), señala que los extranjeros
residentes, habiendo sufrido algún perjuicio en el país de acogida, deberán recurrir a los tribunales de
dicho país, evitando invocar la intervención, por la vía diplomática o la fuerza, por parte de su estado de
origen.
Elaborada en tiempos en que aún estaba en ciernes el derecho internacional, mientras primaba el
principio de poder efectivo de los estados, la Doctrina Calvo se basa en un elemento central del estado
moderno, la soberanía. Por un lado, la soberanía legal -igualdad jurídica de los estados- y, por otra, la
soberanía westfaliana -exclusión de autoridades externas en toma de decisiones internas- y, derivado de
ella, la integridad territorial. En este sentido, la Doctrina Calvo puede resumirse en tres postulados
(Suñe, 2015: 195): 1) igualdad ante la ley de nacionales y extranjeros; 2) sujeción de los extranjeros a las
leyes y jueces nacionales; y 3) abstención de los estados extranjeros de intervenir en las controversias
patrimoniales de sus nacionales en terceros países.
Dos argumentos centrales esgrimidos por Calvo en la formulación de su doctrina son: “El principio de la
indemnización y de la intervención diplomática a favor de los extranjeros, a causa de perjuicios sufridos
en los casos de guerra civil, no ha sido ni es admitido por ninguna nación de Europa o de América” y
relativo a que:
los Gobiernos de las naciones poderosas, que ejercen o imponen este pretendido derecho en contra de
Estados relativamente débiles, cometen un abuso de poder y de fuerza que nada podría justificar y
que es contrario a su propia legislación a la práctica internacional y a las conveniencias políticas
(Calvo, 1868).
El jurista y diplomático Carlos Calvo (1824-1906) tuvo el carácter de relevante autor de valiosas obras de
Derecho Internacional. La extensión y calidad de su obra escrita obtuvo el debido reconocimiento
internacional, y su pensamiento ha perdurado sobre diversos tópicos, en particular destacó lo que se
denomina: “Doctrina Calvo”, a través de la cual proscribe la intervención armada para el cobro de
deudas y la ejecución de reclamaciones privadas.
El internacionalista Carlos Calvo establecía, de manera literal: “…de conformidad con los principios del
Derecho Internacional, el cobro de deudas y la ejecución de reclamos privados no justifica de plano la
intervención armada de parte de los gobiernos.
Carlos Calvo aseveraba que un Estado no puede aceptar responsabilidades por pérdidas sufridas por
extranjeros a resultas de guerra civil o insurrección, partiendo de la base de que al admitir la
responsabilidad en tales caso, significaría una amenaza para la independencia de los Estados más
débiles, que quedarían sometidos a la posible intervención de Estados fuertes, y crearía una desigualdad
injustificable entre nacionales y extranjeros.
3. Max Sorensen
La Cláusula Calvo es una estipulación pactada en un contrato entre un extranjero y un
gobierno, de acuerdo con el cual el extranjero conviene en no acudir al gobierno de su
nacionalidad para que lo proteja en relación con cualquier conflicto que surja del
contrato. La Cláusula ha adoptado diferentes formas, pero generalmente dispone que
las dudas y controversias que puedan surgir debido a este contrato, serán resueltas por
los tribunales competentes del Estado, de conformidad con su Derecho, y no dará lugar
a ninguna intervención diplomática o reclamación internacional.
Introducción
En 1868, a pesar de que la mayoría de los países latinoamericanos eran independientes, aún no
podían de-finirse con la característica de la estabilidad y con unos gobiernos verdaderamente
democráticos. Guerras civiles y revoluciones repentinas causaban muy a menudo cambios de gobiernos.
Además, la soberanía no podía desarrollarse y seguir su curso natural debido a las injerencias
extranjeras por las reclamaciones diplomáticas que los inversores europeos y estadounidenses
llevaban a cabo, respaldados por el derecho internacional de la época que garantizaba el derecho de
intervención sin ninguna restricción.
Una ofensa dirigida a un ciudadano extranjero era di-rectamente una ofensa también al Estado al
cual él pertenecía, y ese Estado tenía todo derecho a obtener justicia en la forma que más le pareciera,
inclusive la fuerza armada. Queda claro que el instrumento del derecho de intervención sirvió con
frecuencia para sostener reclamaciones sin algún fundamento o casus belli para una intervención
militar, del cual el Imperio mexicano de Maximiliano de Habsburgo es un ejemplo muy claro (Tamburini:
2002; 5).
Carlos Calvo, jurista y diplomático argentino, en su monumental tratado de seis tomos Derecho
Internacional teórico y práctico, publicado en 1868, expone los principios básicos de su doctrina
tomando como fundamentos los principios de la soberanía nacional, la igualdad entre ciudadanos
nacionales y extranjeros, y la jurisdicción territorial. Su tesis fue el resultado de la intervención
que sufrió México en 1861 por los gobiernos de Inglaterra, Francia y España con el pretexto de
deudas impagas, y que finalizó con la conquista del país azteca y la imposición de un gobierno imperial
extranjero (Maximiliano de Austria). Calvo, a su vez, tuvo en cuenta la explotación vivida por Perú,
Bolivia y Chile por las compañías inglesas dedica-das a la comercialización del guano fertilizante
(Raya de Vera: 2011; 22).
Conclusión
La entrada en la escena político-económica de los países en desarrollo y recién independizados
durante la década de los sesenta llevó a un primer plano otra vez el papel de las
nacionalizaciones y los recursos diplomáticos. En las discusiones de la Asamblea General de la
ONU esas naciones enfatizaron los conceptos de Carlos Calvo teniendo una gran influencia
sobre las propias resoluciones de la Asamblea.