Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
N. TEMAS SESIÓN
La etapa romana
1 1
(del siglo III a.C. al siglo V d.C.)
La etapa visigoda
2 1
(siglos VI y VII)
La Alta Edad Media
3 1
(del siglo VIII al siglo XII)
La Corona de
4 1
Castilla y León
Las Comunidades Vascas
5 1
y el Reino de Navarra
La Corona de Aragón:
6 1
Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia
La etapa de la Monarquía Absoluta
7 2
(siglos XVI y XVII)
La etapa de la Monarquía Ilustrada
8 2
(siglo XVIII)
El sistema
9 2
constitucional español (I)
El sistema
10 2
constitucional español (II)
La codificación
11 2
Mercantil y civil
La codificación
12 2
Penal y procesal
1
2
1. LA ETAPA ROMANA (DEL SIGLO III A.C. AL
SIGLO V D.C.)
3
Los mores maiorum se manifestaban sobre la situación jurídica
del individuo (esclavo, pater familias, libertos, etc.), los aspectos pa-
trimoniales, los ritos y las liturgias.
4
go, las más interesantes para la creación del derecho eran los preto-
res y los cónsules.
5
gio social en la sociedad romana. Ello dio lugar a una liberalización y
desacralización del derecho. El derecho se convirtió en ciencia.
6
1.4. Dominado y monarquía absoluta
7
La romanización significó la recepción a la península de esta cul-
tura romana. Sin embargo, la recepción no implicó sólo la adaptación
a esa cultura, sino también el proceso de rechazo a la propia. Asi-
mismo, también supuso la llegada de la religión que condicionó toda
Hispania hasta el momento actual: el cristianismo. Esta nueva reli-
gión marcó de forma decisiva el ordenamiento jurídico romano e his-
pánico.
8
ces. Más tarde, la lucha política entre los patricios romanos y los ple-
beyos desencadenó que el ius civile se ampliara también para los
plebeyos, dando como resultado la Ley de las XII Tablas, del mismo
modo que se añadió el ius legitimum.
Para los romanos el ius civile era inmodificable, era eterno, era
un derecho formulista; pero tenía un problema: era un derecho lento.
Por este motivo y debido a las necesidades del momento, era nece-
sario un derecho rápido para dar respuesta a los conflictos de la
nueva sociedad. De modo que el pretor urbano creó el ius honora-
rium.
9
La concesión de la ciudadanía implicó que, a partir de entonces,
todos se rigieran por el ius civile y el ius honorarium; y por tanto, los
derechos propios de los pueblos de la península desaparecieron. La
fragmentación de los pueblos y de sus derechos desapareció. Por
consiguiente, se puede hablar de romanización jurídica y también de
unificación jurídica.
10
La provincia –que en un primer momento significaba el conjunto
de facultades otorgadas al magistrado romano que gobernaba la
nueva demarcación– más tarde pasó a significar el territorio geográ-
fico, el marco geográfico. La propiedad del territorio fue considerada
de dominio público, también llamado ager publicus.
11
se mantuvieron con pequeñas diferencias durante los dos primeros
siglos después de Cristo.
12
tenía que respetar los diferentes derechos existentes en la península
y la organización administrativa indígena en los términos estableci-
dos por la lex provinciae correspondiente. No obstante, por razones
de alta política, se permitía intervenciones esporádicas de carácter
extraordinario.
13
En segundo lugar, estaban las asambleas populares. Éstas po-
dían ser de dos tipos. O bien religiosas, esto es, de origen religioso;
o bien políticas. Éstas últimas fueron las que adquirieron mayor rele-
vancia al encargarse de controlar las gestiones de los gobernadores
salientes.
14
plena autonomía al quedar al margen de los gobernadores provincia-
les y, por otro lado, suponía la exoneración en el pago de impuestos
para los habitantes de la misma. Así pasó en Hispania con: Málaga,
Sagunto y Cádiz.
15
trados elegidos en un principio por el pueblo y luego indirectamente
a través de la curia.
Para poder ser magistrado era necesario cumplir con tres requi-
sitos. El primer requisito, era tener veinticinco años de edad como
mínimo. El segundo requisito, era tener una posición económica de-
terminada porque se le exigía que respondiera de forma solidaria del
déficit presupuestario del municipio. El tercer requisito, era que el
sistema tenía que ser colegial, si uno de los dos resultaba ausente,
el otro ejercía la representación del ausente.
16
Otra figura que apareció en la época del Dominado fue la de los
curatores, quienes asumieron la dirección del gobierno municipal.
Había dos tipos de estos funcionarios: por un lado, los designados
por los comicios, nombrados para llevar a cabo exclusivamente mi-
siones especiales. Por el otro, los curatores rei publicae, quienes
eran designados por el emperador con la misión de representarle.
Por lo tanto, defendían los intereses del emperador y no del munici-
pio. Esta situación conllevó el desplazamiento de las elecciones, pa-
sando el poder de las manos del pueblo a las del emperador. Así, el
emperador pasó a controlar el poder municipal.
17
Las decisiones de la curia eran tomadas por mayoría simple, los
acuerdos de la curia se reproducían por escrito y eran registrados en
actas. En el Dominado la curia adquirió funciones de tipo tributario y
fue la encargada de recaudar los impuestos.
18
2. LA ETAPA VISIGODA (SIGLOS VI Y VII)
El período del reino visigodo abarca desde el año 476 d.C., mo-
mento de la caída oficial del Imperio Romano, al ser depuesto el últi-
mo emperador, Rómulo Augusto, hasta el año 711 d.C., año de la
derrota visigoda en la batalla de Guadalete y entrada victoriosa de
las huestes sarracenas en la península.
19
godo y los partidarios de asumir la realidad del Imperio con la volun-
tad de implicarse en su gestión y gobierno.
20
Con el asentamiento visigodo en Aquitania secunda fue necesa-
rio un nuevo reparto de las tierras que hasta ese momento habían
estado en manos de la nobleza galorromana, para poder garantizar
así la subsistencia de los visigodos. Así pues, la nobleza visigoda
obtuvo parte de las tierras de los antiguos dueños. Este reparto de
tierras remarcó aún más la diferenciación social entre los visigodos
y, por lo tanto, aproximó más su estructura social a la de la época
del Dominado.
Esta nueva legislación del rey visigodo partió del derecho roma-
no, al ser el único ordenamiento jurídico completo y vigente. Así
pues, el derecho romano se adaptó a la práctica visigoda.
21
Eurico como por los reyes visigodos anteriores. Luego, podemos
afirmar a ciencia cierta que en esta época los visigodos comenzaron
a regirse por leyes escritas. Con esto, se reconduce el derecho con-
suetudinario a la ley escrita. El Código de Eurico regulaba el reparto
de tierras entre los godos y los galorromanos, la sucesión e intenta-
ba dar solución a los nuevos problemas que planteaba la sociedad.
22
Al cabo de unos años, el Código de Eurico quedó obsoleto por lo
que ya no servía para resolver los nuevos problemas que se plantea-
ban. Por este motivo el rey Leovigildo llevó a cabo una compilación
con el objetivo de poner al día el Código que había impulsado Euri-
co. En el año 580 d.C., Leovigildo revisó el Código de Eurico y de
aquí viene el nombre del mismo: Codex revisus.
23
Desde ese momento, el rey presentó sus leyes a la considera-
ción de los concilios de la Iglesia. No obstante, la creación de las le-
yes aún continuaba siendo potestad del rey, mas el rey las entrega-
ba a los concilios para obtener el asentimiento de la Iglesia y tener
así la confirmación que estaba actuando de forma recta y en justicia.
24
Del Líber encontramos diversas redacciones: la primera es la re-
cesvintiana (654 d.C.) y la segunda redacción en un sentido de revi-
sión fue la ervidiana (681 d.C.) con el consenso del Concilio de Tole-
do. La segunda redacción incorporó leyes posteriores y lo depuró.
Junto a las revisiones oficiales se hicieron las llamadas redacciones
vulgatas. El pueblo se apropió del Derecho y el monarca perdió el
control. A partir de aquí, empezaron a surgir redacciones privadas
del Líber.
25
Respecto a la aplicación del derecho visigodo, no se han en-
contrado fuentes escritas, así que no conocemos su aplicación real.
La doctrina es unitaria al considerar que la vigencia legal del Liber
fue efectiva. Sin embargo, respecto las leyes teodoricianas, el Códi-
go de Eurico y el Codex revisus una parte de la doctrina está a favor
de la teoría personalista al considerar que dan forma de ley a las
costumbres germánicas destinadas a la población visigoda; mientras
que la Lex Romana Visigothorum tenía aplicación para todos.
26
La Hispana fue precedida desde mediados del s. VI d.C. por un
índice formado por el extracto de los cánones y contó de tres recen-
siones o firmas fijas del texto: la última recesión de la Vulgata fue la
más difundida, utilizada y conocida en las Galias e influyó en otras
colecciones canónicas posteriores.
27
el monarca tenía que ser necesariamente un noble perteneciente a
la alta nobleza. En el VI Concilio se reiteró lo que se había estableci-
do en el Concilio anterior y se añadieron más requisitos: no ser cléri-
go o monje, no haber sufrido la pena infamante de decalvación y
acreditar buenas costumbres. El VII Concilio prohibió ser rey a los
sujetos que habían participado en las conjuras conducentes a derri-
bar al monarca. Tal medida pretendió acabar con los asesinatos de
los reyes.
Esta cuestión incierta fue regulada por los cánones de los conci-
lios. En concreto, el IV Concilio estableció que el monarca fuera ele-
gido por los principales del reino y los obispos. Y el VIII Concilio lo
precisó estableciendo que tenía que ser elegido por los personajes
importantes de la corte junto a los prelados, reuniéndose al efecto en
Toledo o donde hubiera muerto el rey anterior.
28
hacía, podía ser desposeído. Estaba limitado por la Iglesia, pues és-
ta comprobaba efectivamente si actuaba conforme a la fe católica y,
sino lo hacía, tenía la competencia para desposeerlo. En la práctica,
solamente se conoce un caso de desposesión por la Iglesia, la del
rey Suintila.
29
La administración de la monarquía visigoda se fundaba en una
administración central, territorial y local.
30
quedarían incorporados a la asamblea los jóvenes nobles educados
en la corte junto a los hijos del rey.
31
Las competencias del Aula Regia eran diversas. En primer lugar,
el Aula tenía la función de asesorar al monarca en cualquier tema,
siempre y cuando, él lo solicitara. En segundo lugar, ayudaba al mo-
narca en las tareas legislativas. En tercer lugar, participaba en tareas
administrativas o gubernativas. En cuarto lugar, el Aula tenía compe-
tencias judiciales, al ser el supremo tribunal del reino. El Aula decidió
los casos que merecían una audiencia especial del rey y también fue
la única instancia para juzgar la alta nobleza, los seculares y los
eclesiásticos.
32
y del triunfo definitivo de los latifundios. Los latifundios quedaron en
manos del conde, dando lugar a una nula relación con el resto de
ciudades o latifundios que no fueran del mismo territorio.
33
mún. De éstas tenemos constancia a través de las Etimologías de
San Isidoro en las que se hace referencia a las asambleas campesi-
nas celebradas en parajes, donde acudían gentes de poblados cer-
canos.
34
través del incremento de la presión fiscal que, en algunos extremos,
llegaba a ser confiscatoria.
35
3. LA ALTA EDAD MEDIA (DEL SIGLO VIII AL
SIGLO XII)
36
batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. Hasta entonces, la recon-
quista se limitó a escaramuzas, una posición por lo general defensi-
va y tímidos aumentos territoriales. La reconquista es repoblación y
colonización, resultado del enfrentamiento de los siglos XII y XIII.
37
Dentro de esos localismos, costumbres locales o usos de la tier-
ra encontramos de diversa tipología. Por un lado estaban los Fueros
breves. Por otro, los Fueros extensos y, por otro, las Cartas de po-
blación. Hay que tener en cuenta que este tipo de costumbres loca-
les escritas fueron extendiéndose en el orden expuesto, pero en al-
gunos lugares y momentos soslayándose unos con otros. El Dere-
cho en sí mismo era fruto de la tradición cristiana y de la costumbre
de la tierra. El Derecho era visto como un don de Dios para los hom-
bres. Su ámbito estaba restringido y en función del lugar fue alterado
o manipulado por la avaricia de los nobles.
Los nobles, viendo que nadie contenía sus fuerzas y que sólo
disponían de éstas y de apoyos puntuales fruto de las alianzas, to-
maron un camino de subjetivización del derecho, en el que se acep-
taban las costumbres favorables a los intereses señoriales y se re-
chazaban las que les perjudicaban. El argumento era el siguiente:
como el derecho es un don divino, sólo Dios puede interpretarlo, y
por lo tanto, si yo con mi razón creo que estoy en lo cierto, sólo Dios
puede juzgarme. De aquí traen causa los famosos juicios de Dios y
las Ordalías de origen germánico.
38
Con esto aún se causó mayor inestabilidad y rivalidades por el
poder entre los nobles y los particulares. Así el derecho se configuró
como el legislador de las desigualdades sociales existentes: el privi-
legio.
39
lidad era atraer nuevos pobladores para las villas de nueva
conquista o las villas de nueva creación. Su función era regu-
lar los rasgos generales de una sociedad principalmente agra-
ria.
40
feudal. De la tensión entre estos dos ordenamientos, y a partir del si-
glo XIII –con la influencia del derecho común–, apareció el derecho
real, esto es, el primer intento de crear un derecho con vocación ge-
neral.
La aplicación del derecho era llevada a cabo por legos, esto es,
personas escogidas entre los miembros de cada comunidad por su
sabiduría, integridad y prestigio social; pero desconocedoras, en su
gran mayoría, del derecho. En los Fueros Breves, los jueces creaban
el derecho a partir de su libre albedrío. En cambio, en los Fueros Ex-
tensos ya se recogía el derecho consuetudinario del lugar y el dere-
cho fruto de la autonomía municipal.
41
se, la fuerza legislativa del príncipe temperó el derecho señorial y el
derecho municipal.
42
beza de fueros formularia”, es decir, la planta a seguir
para la creación de otros fueros.
En el área catalana –formada entonces por los condados
de la llamada Cataluña Vieja– debe destacarse la inexis-
tencia de fueros. Lo que sí había eran costumbres –tam-
bién llamadas consuetudines o costumes. En base a es-
tas costumbres, en el área catalana se distinguen las dis-
tintas zonas: el valle de los pirineos –Andorra, el valle de
Àneu y el valle de Aran–, Barcelona, Girona, Tortosa y
Lleida.
43
las mismas que resultó ser especialmente conflictivo
por la situación social del momento, debido a la
existencia de gran cantidad de poblaciones bajo ju-
risdicción señorial, lo que dificultaba sobremanera la
imposición del poder público sobre costumbres va-
rias.
44
Las Costumbres de Tortosa –redactadas en 1277– fueron el có-
digo de costumbres más romanizado de las tierras catalanas. Con
una alta influencia justinianea, reflejaron claramente la tensión entre
el poder señorial y el municipal. Vale la pena señalar que este poder
municipal se afianzó merced de la donación hecha por Ramón Be-
renguer IV, conde de Barcelona, príncipe de Aragón y Marqués de
Provenza, Lleida y Tortosa, de la susodicha ciudad a la orden del
Templo y a la noble casa de los Montcada.
45
gua cuenta que a la muerte de Irnerio, Jacobo fue elegido para suce-
derle.
46
El derecho feudal o libri feudorum era el derecho vivido. Era el
conjunto de textos que desde el siglo XII recogían prácticas feudales
fruto de la sociedad de la Alta Edad Media. Esto hizo que se incorpo-
raran como parte del derecho de Justiniano –especialmente tras las
importantes Cartas de Oberto Dell Orto a su hijo para estudiar el de-
recho feudal–. Oberto Dell Orto era juez en Milán y, por ello, sabía
de la importancia del derecho feudal.
47
gorio IX, Ramón de Penyafort redactó la decretal Liber extra o
Decretales de Gregorio IX (1234), que recopilaba los decreta-
les de Gregorio IX y de Papas anteriores, cánones conciliares
y anteriores al decreto de Graciano. Intentaba ordenar mejor
los cánones de la Iglesia en la práctica judicial. Por ello los
decretales de Gregorio IX se consideran como el derecho de
la Iglesia por excelencia.
En tercer lugar, el Liber Sextus era una nueva obra de adap-
tación con nuevos concilios que fue realizada por Bonifacio
VIII.
En cuarto lugar, las clementinas o Liber Septimus que fueron
realizadas por Clemente V.
48
Pues bien, para comprender porqué estaban tan enfrentados los
dos ordenamientos, aunque después llegaran a un acuerdo forzoso,
debe estudiarse el Corpus Iuris Canonici y el Corpus Iuris Civilis con
cierto detenimiento. Detrás del derecho romano de Justinianeo y del
derecho romano canónico se escondía la cuestión de la guerra de
las investiduras, es decir, las guerras entre el Papa de Roma –poder
espiritual– y el Emperador –poder temporal–. No obstante, a medida
que se impuso el derecho común este enfrentamiento fue desapare-
ciendo hasta fundirse en un único cuerpo, esto es, la iura communia.
49
empezó en el siglo XIII y se consolidó en el siglo XIV. El patrón bolo-
ñés se extendió por toda Europa teniendo las siguientes característi-
cas: las clases se hacían de manera oral. La docencia era privada.
Los alumnos pagaban al profesor. Por razones de diversa índole, la
presencia de estudiantes provinentes de las naciones hispánicas fue
en todo momento muy importante. Este hecho ayuda a comprender
la razón de la rápida recepción de derecho común en España.
50
lia –concretamente en la ciudad de Orleans, en el reino de Francia–.
Resulta curioso que el siguiente movimiento sucesor de la glosa
apareciera en Orleans –muy lejos de Italia–; lo que nos demuestra el
grado de extensión y difusión del derecho común. El siglo XV fue el
de los comentaristas. Destacamos Pierre de Bellaperche y Jacques
de Revigny, que fueron los iniciadores del comentario.
51
El estudio del derecho justinianeo y su posterior conversión en
derecho común suponía la plena revaloración del derecho como es-
tudio autónomo, lo que se justificaba en gran parte por la labor de los
juristas boloñeses al transmitir sus conocimientos a estudiantes veni-
dos de toda Europa. Cuando estos estudiantes regresaron a sus ca-
sas llevaron con ellos la simiente del derecho romano justinianeo en
cuya base intentaron adaptar el derecho propio de sus reinos.
52
fue la progresiva sustitución del Líber como derecho supletorio y la
transformación total del derecho municipal.
53
León, y, por voluntad regia, se impuso en las nuevas tierras de las
extremaduras.
54
nica para terminarla, asegurando la posesión de la Mancha y dejan -
do expedito el camino hacia la ocupación de Sevilla y Andalucía.
55
En primer lugar, en el reino de León y junto al Líber, aparecie-
ron derechos municipales y señoriales que no se llegaron a
desarrollar debido a la consideración del Líber como libro al
que debía recurrirse en última instancia. El arraigo del Líber
en León se debía a la existencia de población mozárabe en
su territorio.
56
Se esforzó para aumentar el poder real y por consolidar y exten-
der las numerosas conquistas realizadas durante el reinado de su
padre, el rey San Fernando. Fue el autor de tres obras fundamenta-
les en el estudio de la historia del derecho castellano: el Fuero Real,
el Especulo, el Libro de las Siete Partidas. En las tres obras en-
contramos una serie de elementos comunes:
Unificación jurídica.
Renovación jurídica.
Afirmación del monopolio legislativo del monarca.
Monarquía hereditaria.
57
El Fuero Real era un libro de fuero que se concedió en el año
1255 para Castilla y las dos Extremaduras, territorios en los que pre-
dominaban los derechos especiales otorgados y el libre arbitrio de
los jueces. La principal afirmación que contenía era que el rey era el
titular del monopolio legislativo, lo que también contribuyó a la unifi-
cación jurídica y la renovación del derecho –incluyendo derechos an-
tiguos de Castilla y de las dos Extremaduras y algunos preceptos de
derecho común.
58
En el Espéculo –sistematizado en cinco libros con subtítulos y le-
yes– encontramos diversas materias: derecho canónico, político, ad-
ministrativo, procesal y compendio de leyes. A partir de su promulga-
ción, el Espéculo fue el único libro de leyes aplicable por los tribuna-
les de justicia, dejando las demás leyes sin validez alguna. El mono-
polio legislativo del monarca implicaba llenar las lagunas legales e
interpretar el derecho. Ello obligaba a los jueces a tener que dirigirse
al monarca si no existía una Ley aplicable al caso.
59
tenía que recurrir al rey, quien resolvía dudas y corregía el derecho –
ayudado por juristas de su confianza.
60
Alfonso X consideraba que la jurisdicción era una regalía propia
del rey, que –en algunos casos– podía ceder por carta o por privile-
gio a señores o a municipios –integrantes de la jerarquía de la juris-
dicción regia–. Dentro de la jurisdicción regia podía distinguirse tam-
bién la justicia de sangre, que sólo podía darse de forma expresa.
Llevarla a cabo, en ningún caso podía romper la sumisión jerárquica
al rey. Esta estructura jerárquica solamente dejaba de existir en el
caso que el monarca concediera expresamente alzadas –esto es, los
recursos de apelación–, solamente hábiles para un período de tiem-
po limitado a la vida del rey que hacía la concesión.
61
especiales –el derecho señorial y el derecho municipal– por la pre-
tensión del monarca de tener en sus manos el poder de creación del
derecho en exclusiva. Además, Alfonso X pretendía unificar y reno-
var el ordenamiento jurídico.
62
bleza en 1269. Estas circunstancias obligaron al monarca en 1272 a
autorizar el retorno a los fueros.
63
Aún así, en las Cortes de Zamora los estamentos sólo consiguie-
ron que en la aplicación del derecho no triunfara la jurisdicción real,
sin indicar en ningún momento el campo de la creación del derecho.
Tras esta victoria parcial en el terreno jurisdiccional intentaron con-
solidarla fijando por escrito su derecho, configurando sus fueros
como ordenamientos jurídicos completos. Con ello pretendían prote-
ger el derecho tradicional de futuros ataques regios.
Después de las Cortes de Zamora los poderes del rey eran los
siguientes:
64
importancia, pues acabaron permitiendo que Fuero Real y Partidas
volvieran a regir como ordenamientos jurídicos completos.
65
Media, participaron como miembros de los estamentos en las Cor-
tes.
66
Las leyes publicadas por los monarcas en las cortes recibían el
nombre de Ordenamientos. Si eran peticiones de los estamentos
aceptadas por el monarca se calificaban de posturas o peticiones,
recogidas en un cuaderno de peticiones. No obstante, los reyes tam-
bién podían dar, de manera excepcional, leyes generales fuera de
cortes y leyes particulares a través de las cartas y privilegios reales,
aconsejados por el Consejo Real. En estas leyes, los monarcas cas-
tellanos a menudo afirmaban su validez aunque fueran contrarias a
leyes, ordenamientos, fueros o costumbres anteriores.
Para poder imponer el derecho del rey era necesario que éste
obtuviese la potestad para nombrar jueces o corregidores, facilitando
que señores y municipios adquirieran, por el paso del tiempo, la ju-
risdicción, con el cobramiento consiguiente de caloñas. De este
modo, Alfonso XI satisfizo las necesidades económicas y las preten-
siones de poder de los señoríos y municipios y, al mismo tiempo,
consiguió hacer realidad las ideas que ya había defendido Alfonso X:
el monarca es el único que promulga leyes, sin tener en cuenta el lí-
67
mite del fuero o la costumbre, puesto que ambos son creados, inter-
pretados, declarados y enmendados por el rey; y el rey confirma sólo
los fueros que no son contrarios a las leyes o privilegios en uso; y
además, todo ello sin tener obligación.
68
Esta situación subsistió hasta la codificación del derecho en
el siglo XIX.
En última instancia, si no se encontraba ninguna norma en
las leyes, los fueros o las Partidas, tenía que recurrirse al mo-
narca, que era el único que podía interpretar el derecho y
completar las posibles lagunas.
69
las daban en los juicios y, como no estaba prohibido, se invocaban
las opiniones de los juristas del derecho común –con la salvedad
que ello debía reforzar lo establecido por las normas castellanas.
70
tenía que preferirse la opinión de Juan Andrés y, en su defecto, la
del abad Panormitano, mientras que en materia civil debía preferirse
la opinión de Bartolo y, en su defecto, la de Baldo. Esta medida no
sirvió de mucho, ya que si estos cuatro juristas no tenían una opinión
que sirviera para un proceso concreto las partes podían invocar el
resto de opiniones, sin ningún límite.
71
En primer lugar, se dio primacía al derecho del rey, en su do-
ble vertiente de derecho del rey otorgado dentro o fuera de
las Cortes, al establecer que se aplicarían las leyes de los
“Ordenamientos e Premáticas” llevadas a cabo por los mo-
narcas. Se remarcaba, además, la primacía de la ley, ya que
contra su aplicación no podía alegarse que no fueran usadas
ni guardadas. La identificación de la ley con el derecho del
soberano comportaba la superioridad de la ley frente a la
costumbre.
A falta de leyes del rey y de fueros tenía que recurrirse a las Sie-
te Partidas, cuya normativa era preciso observar, aunque estuviera
en desuso. Su interpretación, de acuerdo con la doctrina justinianea,
correspondía al monarca.
72
tas, las leyes del rey que tenían que aplicarse en primer lugar eran
las recopiladas. Por lo tanto, el resto de leyes dejaron de aplicarse.
73
del soberano. Lo difícil de controlar fue la aplicación y el cumplimien-
to de las leyes. El aumento de leyes y la dificultad para su conoci-
miento provocó la existencia de un derecho de la práctica que aleja-
ba del derecho legislado por ignorancia, por rechazo o por otros mo-
tivos.
74
5. LAS COMUNIDADES VASCAS Y EL REINO
DE NAVARRA
75
Aunque al final acabaron por integrarse en la Corona de Castilla,
no se trataba, en ningún caso, de una anexión al uso en las tierras
reconquistadas a los musulmanes. Las comunidades vascas se in-
corporaron a la Corona como comunidades con personalidad jurídica
propia y con la pretensión de conservar sus respectivos ordenamien-
tos jurídicos antiguos de base consuetudinaria, así como su estructu-
ra de poder propia y poliárquica, nacida en los albores de la Alta
Edad Media.
76
Por otro lado, el derecho consuetudinario de la tierra de Ayala
constituye una fuente peculiar en el derecho alavés. Dicha peculiari-
dad estaba recogida en su Fuero, el cual –redactado el año 1373–
presentaba algún parecido con el derecho de Vizcaya. Posteriormen-
te, en el año 1463, Ayala se incorporó a la Hermandad Alavesa, pero
mantuvo su peculiar sistema jurídico hasta el año 1487, cuando se
extendió para Ayala el derecho de Castilla formado por el Fuero
Real, las Partidas y los Ordenamientos de Cortes, aunque se reser-
vó algunos privilegios del fuero como el nombramiento de alcalde, li-
bertad testamentaria, etc.
77
En dicha Ley de 1839, el gobierno español escuchando las cua-
tro provincias vasconavarras proponía a las Cortes: “La modificación
indispensable que en los mencionados fueros reclama el interés de
las mismas conciliado con el general de la Nación y de la constitu-
ción de la Monarquía”; por lo que las Cortes españolas confirmaron
los fueros de las provincias vascas y Navarra, sin perjuicio de la uni-
dad constitucional de la monarquía (art. 1 y art. 2).
78
En definitiva, no había un ordenamiento jurídico completo que
aglutinara las tres comunidades vascas, pues cada una poseía cos-
tumbres y usos propios, y aunque éstas presentaran diferencias na-
turales, ofrecían grandes paralelismos en sus respectivas evolucio-
nes jurídicas, de modo que Álava, Vizcaya y Guipúzcoa recibieron fi-
nalmente un régimen general común impuesto por el Estado consti-
tucional. Para terminar, debe tenerse en cuenta que, aunque los vas-
cos perdieron su inmunidad en materia fiscal, a cambio obtuvieron
un régimen especial o de “cupo”, por el que solamente están obliga-
dos a contribuir por los servicios públicos prestados por el Estado
español.
79
la dinastía francesa. Los navarros eligieron como reina a una nueva
Juana, unida en matrimonio con Felipe de Evreux, descendiente de
Juana I, hija de Enrique I.
80
reyes lo eran después de jurar los fueros– y la herencia visigoda,
que consideraba que el rey de Navarra, al ser el heredero legítimo
del reino, lo era por la gracia de Dios.
Sin embargo, esta disyuntiva era más teórica que real, pues no
se dio ningún caso en el que el pueblo prescindió de su rey y tuviera
de buscar un nuevo rey. En realidad, en Navarra los reyes eran los
titulares del poder, mas eso no significaba que en algunas ocasiones
el ejercicio de la potestad regia apareciera limitada por los estamen-
tos. En los enfrentamientos entre el rey –que quería imponer su ple-
na potestad– y los estamentos –que querían defender sus fueros y
los privilegios con el fin de limitar las aspiraciones del rey– venció el
rey que, en la época moderna, acabó imponiendo su soberanía. Así
pues, los estamentos no consiguieron tomar del rey la titularidad ple-
81
na de la soberanía, ni tampoco consiguieron plasmar el principio que
el rey lo era por elección del pueblo, sino que lo era por la gracia de
Dios.
82
tamentos, pero en realidad seguía siendo un derecho particular para
los estamentos nobiliarios, de manera que quedaba reservada al rey
la posibilidad de crear un derecho general para todos los navarros.
Así las cosas, todavía cabe añadir que los fueros de cada esta-
mento no estaban fijados oficialmente por escrito en una única re-
dacción y que las confirmaciones seguían siendo genéricas. Por ello,
en la Baja Edad Media existía una gran diversidad de redacciones
del derecho navarro. Estas redacciones giraban alrededor de dos ex-
tremos: por un lado, la tarea del rey como creador de derecho; por el
otro, la jurisprudencia.
83
Aún a principios del siglo XV se decía que antiguamente los mu-
nicipios de Navarra estaban aforados a siete fueros municipales dife-
rentes: Sobrarbe, Jaca, Estella, Viguera, Novenera, Daroca y Medi-
naceli. En cambio, los tribunales eclesiásticos aplicaron el derecho
canónico de la recepción. Finalmente quedaba la nobleza y los agri-
cultores, que históricamente habían estado sometidos a la jurisdic-
ción del rey.
84
tado. Todos los intentos de reducir la diversidad, tanto en el año
1330 como en el año 1413, fracasaron.
85
se enseñara el derecho romano justinianeo y el derecho canónico, y
el hecho de que el derecho navarro poseía un marcado carácter con-
suetudinario y tradicional; lo que, aparentemente, chocaba con el
nuevo derecho de la recepción, técnico y que se basaba en la prima-
cía de la ley en detrimento de la costumbre. Aún así, la inexistencia
de reacciones en contra del derecho común, tales como las produci-
das en Castilla o Cataluña, no significa que el derecho común no cir-
culara por Navarra.
86
Por ello, se cree que el obispado de Pamplona era un activo
agente de la recepción del derecho común en Navarra. En la curia
actuaban como jueces y asesores los clérigos formados en los dos
derechos. Lo mismo sucedía en la curia regia o Tribunal de la Corte
Mayor, donde, a partir del siglo XVI, se documenta la presencia de
juristas que habían estudiado en Francia o en Bolonia. El hecho de
que estos dos tribunales, el del obispo a Pamplona y el del rey, fue-
ran los principales núcleos en los que se utilizaba el derecho de la
recepción, explica la preponderancia de la recepción del derecho
procesal romano-canónico.
El hecho que el rey Carlos III, en el siglo XV, recordara que de-
bían aplicarse los fueros y que éstos tenían que ser preferentes al
derecho canónico y al derecho civil, resulta especialmente revelador:
el derecho común se aplicaba de forma abusiva. Es muy significativo
que los estamentos en el año 1576 pidieran al rey y lo lograran, que
87
a falta de fuero y leyes del reino pudieran recurrir al derecho común,
como ya estaban acostumbrados a hacer.
88
costumbre que tenían los navarros de regirse por el derecho común,
supletorio del fuero y las leyes del reino.
89
Si consideramos que las soluciones a los conflictos planteados
eran puramente formales, la afirmación acerca del triunfo de la sobe-
ranía regia en Navarra era evidente. En realidad, las leyes del rey,
virreyes y del Consejo Real, como leyes del rey, podían derogar las
leyes aprobadas por las Cortes, ya que todas las leyes, decisivas o
no, eran leyes del soberano, y él decidía sobre su vigencia.
90
6. LA CORONA DE ARAGÓN: ARAGÓN, CATA-
LUÑA, MALLORCA Y VALENCIA
91
La situación jurídica de la Alta Edad Media en Aragón era pareci-
da a la de los otros reinos hispánicos. El Líber era el derecho común
de los cristianos peninsulares y formaba un derecho general; a su
lado, había derechos particulares, señoriales y municipales.
92
ella, deseaban tierras como recompensa. En el último tercio del siglo
XI, el fuero de Sobrarbe o derecho nobiliario fue concedido a la villa
y castillo de Alquézar. Poco tiempo después, este fuero pasó a apli-
carse a los territorios cercanos a Zaragoza.
93
recho, el rey afirmaba su poder e incluso mejorándolo en beneficio
de los aragoneses.
94
de crear derecho con los estamentos, el rey también continuó dictan-
do cartas reales fuera de ellas.
95
conquistadas y por los derechos de los infanzones, y todo esto en un
contexto de recepción del derecho común. La utilización y el triunfo
de estos Fueros de Aragón dejaron obsoleto el Fuero de Jaca. De
hecho, la gran aceptación y difusión que tuvo el derecho de Jaca ha -
bía dejado el camino abierto para que el derecho de los Fueros de
Aragón no encontrara obstáculos en su aceptación. A partir de este
momento los aragoneses ya disponían de un derecho general y bien
sistematizado. En consecuencia, no había ninguna razón para seguir
utilizando el Fuero de Jaca.
96
través de sus sentencias, que pasaron a ser el modelo que debían
seguir los tribunales inferiores.
97
conllevó la desaparición del visigodismo político que aspiraba al res-
tablecimiento de su antigua organización. Como contrapartida, los
godos autóctonos de la región llamados hispani fueron los que se
encargaron de la dirección de la administración y del ejército.
98
6.6. La independencia del Condado de Barcelona
99
esta situación y el Líber volvió a aplicarse para solucionar los conflic-
tos. El derecho que estaba recogido en el Líber estaba fuertemente
arraigado en las conductas diarias de los habitantes de Cataluña. De
hecho, acabaron convirtiéndose en costumbres, y éstas fueron incor-
poradas en las redacciones de derecho municipal y de derecho se-
ñorial, e incluso, en las mismas normas condales.
100
Los Usatges de Barcelona se convirtieron en el libro de derecho
fundamental de Cataluña. Los Usatges recogían un ordenamiento ju-
rídico general, mas era incompleto. Por este motivo, el Líber se con-
virtió en derecho supletorio del Principado. Además, las posibles la-
gunas de los Usatges y del Líber, según el anónimo redactor de los
Usatges, debían llenarse acudiendo al arbitrio del conde, que sen-
tenciaba con su curia.
101
En la reunión de las Cortes de 1409 en Perpiñán, los estamentos
obtuvieron del rey Martín I el Humano el reconocimiento que sus ofi-
ciales de justicia deberían aplicar en sus tribunales los Usatges, las
constituciones y los capítulos de cortes, los privilegios, los usos y las
costumbres, tanto de las universidades –esto es, derecho especial,
municipal y señorial– como de los particulares –privilegios, derecho
común, equidad y buena razón.
102
6.10. El sistema pactista
103
cambio, las cortes no podían crear derecho sin el consentimiento del
conde.
A mediados del siglo XIV, con Pedro III de Barcelona (IV de Ara-
gón), se utilizó el término constitución y se comenzó a identificar con
la ley. Dentro de los enfrentamientos entre el conde y los estamen-
tos, y dentro de los mismos estamentos, y como consecuencia de
éstos, surgieron en esa época los capítulos y peticiones ofrecidos
por los miembros de las Cortes al conde-rey. Se dividían en capítu-
los, que recogían las condiciones impuestas al conde para conceder-
le el donativo o los greuges, es decir, la lista de agravios padecidos
que querían que les fueran resarcidos por el monarca. Estos capítu-
los generaron discusiones individualizadas que se perfeccionaban
con la provisión que hacia el conde mismo.
104
los de la prooferta y de greuges se consideraban de prestigio inferior
a las constituciones.
105
decisivo, debido a la existencia del tercer volumen que recogía las
disposiciones corregidas, contrarias o derogadas. A partir del año
1704 quedaron derogadas todas las leyes regias anteriores no reco-
gidas en la compilación.
106
hizo el monarca en estos dos nuevos reinos fue establecer un dere-
cho general para todos los súbditos. Sin embargo, a los estamentos
y a algunos miembros de la Corona que no querían perder su posi-
ción se les continuaron concediendo privilegios, aunque ya no se tra-
taba de derechos especiales, sino de excepciones a los fueros, esto
es, a la ley general o a la costumbre. En realidad el derecho nuevo
de los nuevos reinos consistía en la concesión de los derechos ya
existentes y utilizados en los otros reinos de la Corona.
107
tante, parece claro que la mayoría de repobladores provenían de ciu-
dades catalanas, principalmente Lleida y Tortosa, ya que exportaron
sus costumbres locales al nuevo reino.
108
naturales del reino que probablemente fue promulgado en el año
1240. Esta obra muy pronto pasó a llamarse Fori Valentiae, que tra-
ducido al castellano sería Fueros de Valencia.
109
En este contexto de tensiones entre el monarca y los estamen-
tos aragoneses, el rey se vio obligado a tomar decisiones contradic-
torias, unas veces a favor de los aragoneses y otras a favor de los
valencianos, dependiendo de si se encontraba en Aragón o en Va-
lencia. Esta situación política se prolongó hasta principios del siglo
XIV, momento en el que se alcanzó una solución mediante un acuer-
do de tipo económico. Por consiguiente, en las Cortes de Valencia
de 1329-1330 se determinó la aplicación de los Fueros de Valencia
en todo el reino. A cambio, los señores aragoneses conservaban la
jurisdicción que tenían, o bien podían obtener otra, pues dicha re -
nuncia era de carácter voluntario.
110
der. Esto explicaría porque la identificación del derecho común y la
determinación de su aplicación se dejaron en manos de los juristas.
111
cial no había llegado a desarrollarse. Así pues, al no conservarse
ningún derecho anterior arraigado, el rey tuvo la oportunidad de or-
denar el reino a su conveniencia.
112
cho de la isla de Mallorca vino determinado por la concesión de la
Carta de población del año 1231. Jaime I estableció un derecho ge-
neral para toda la isla. En él se limitaba a recoger el derecho propio
del nuevo reino y, como tal, era incompleto. A su lado estaba el de-
recho común para poder configurar un ordenamiento jurídico com-
plejo para Mallorca. No obstante, la carta de privilegios de Mallorca
se limitaba a fijar el derecho propio de los naturales del reino, en el
que se incluían los capítulos de los Usatges referentes al derecho
penal.
113
cho supletorio en la Carta de Ibiza permiten concluir que, en la prác-
tica, se recurría como derecho supletorio al único ordenamiento ge-
neral y completo del momento: el derecho común.
114
7. LA ETAPA DE LA MONARQUÍA ABSOLUTA
115
na, aunque sí fue objeto de sistematización y racionalización a partir
del fenómeno compilatorio.
Desde el siglo XIII cada reino había empezado a fijar sus orde-
nes de prelación de fuentes, dentro de los que cada vez tuvo un pa-
pel más importante el derecho general propio del reino. Además, a
medida que los monarcas conseguían aumentar su poder y consoli-
dar el monopolio legislativo que venían reclamando desde el siglo
XII, también creció la legislación regia, dada por los reyes o bien en
colaboración con las Cortes. Esta abundante legislación, que au-
mentaba paralelamente con el asentamiento de la soberanía regia, a
menudo era de carácter coyuntural y administrativo y, una vez pro-
mulgada, corría sola o recogida en pliegos de textos dados por parti-
culares. Había, pues, desde la Baja Edad Media, un problema objeti-
vo para conocer el derecho vigente, que se fue acentuando con el
paso de los años.
116
Por lo tanto, fijar los órdenes de prelación de fuentes y compilar
el derecho eran dos tareas estrechamente vinculadas la una con la
otra: se compilaba aquello que previamente había sido calificado
como derecho principal por medio de un orden de prelación de fuen-
tes. Sin embargo todo esto se hacía en un contexto marcado por la
lucha entre el rey y los estamentos; el primero por imponer su volun-
tad, y los estamentos, por conservar la situación bajo-medieval.
117
recho regio, y unos derechos especiales, que eran los derechos mu-
nicipales y señoriales. Sin embargo, además, y dentro del derecho
regio aún podemos distinguir entre el derecho del rey –creado unila-
teralmente por el monarca– y el del reino –en cuya creación interve-
nían las cortes.
118
En Cataluña el primer orden de prelación se encontraba dentro
los Usatges, y las primeras constituciones compiladas son del tiem-
po de Alfonso I. No obstante en Cataluña el papel de los Usatges
como núcleo originario de las compilaciones se vio diluido por el cri-
terio sistemático, y no cronológico, que adoptaron los compiladores;
y es que los Usatges, ubicados en el lugar donde les correspondía
por la materia, perdían su entidad. En Castilla el orden de prelación
fundacional fue el fijado por Alfonso XI en el Ordenamiento de Alcalá
de 1348, pero como las Partidas desempeñaban un papel que el de-
recho común hacía en los demás reinos, no fueron compiladas. En
Navarra, la situación no se mantuvo fija en un texto único durante
mucho tiempo. El caso es que el derecho navarro no se empezó a
compilar hasta 1512, cuando Navarra fue incorporada a la Corona
de Castilla y León.
119
único derecho objeto de compilación. En los territorios de la Corona
de Aragón, por el contrario, las compilaciones fueron impulsadas por
los estamentos, que querían ver reconocido el derecho del reino –
tanto el derecho aprobado en las Cortes como también el derecho
de los estamentos formulado al margen de ellas– y que veían en la
compilación un modo de fijarlo y así poder evitar posibles modifica-
ciones y violaciones por parte del rey.
Debe tenerse en cuenta que por mucho interés que los estamen-
tos pudieran tener en la compilación y por muchos esfuerzos que pu-
sieran en ello, la aprobación oficial necesariamente tenía que pasar
por las manos del rey. Solamente él podía promulgar y, con el tiem-
po, tan sólo él podía autorizar su publicación. Esto hizo que la pugna
política que había detrás de todas las compilaciones acabara resol-
viéndose, directamente o indirectamente, a favor del rey.
120
concedido a las Cortes o hasta la celebración de nuevas Cortes. Asi-
mismo, existían también leyes coyunturales, que esperaban resolver
un problema concreto y que perdían virtualidad cuando el problema
había sido resuelto; también existían leyes abrogadas y leyes dero-
gadas por leyes posteriores. Todo ello puede explicar la exclusión de
algunas de las compilaciones, pero no podemos soslayar que otras
leyes fueran marginadas o incluidas simplemente por razones políti-
cas, lo que, no obstante, resulta harto difícil de demostrar.
121
7.3.1. La Corona de Castilla y León
122
Las Ordenanzas Reales y sus suplementos no satisficieron las
pretensiones de las cortes en el siglo XV. Tampoco compilaron el
mandato de Isabel I incluido en el codicilo de su testamento, orde-
nando que se reunieran las leyes en un solo volumen con un lengua-
je breve y sencillo. Sin duda, la obra de Montalvo no era suficiente,
ya que solo recopilaba las leyes castellanas. No obstante, no se mo-
dificó su redacción y, por lo tanto, no existía una versión más clara,
breve y sencilla.
123
Los recopiladores fueron autorizados por el monarca para hacer
modificaciones en los originales, para dar mayor claridad al texto re-
cogido, y llegaron a incluir nuevas leyes que pretendían superar
contradicciones o llenar lagunas legales. Sin embargo, y a excepción
hecha a algunas leyes, se mantuvieron fieles al texto original de la
ley. Cuando una norma se podía recoger en más de un título, se limi-
taron a recogerla en un solo título, haciendo uso de remisiones y
reenvíos en los otros sitios donde podía haberse reproducido.
124
una nueva recopilación, con una nueva sistemática, la Novísima Re-
copilación de las leyes de España.
125
Paralelamente a la obra del síndico, el Consejo Real impulsó la
publicación de dos recopilaciones realizadas por Armendáriz, que
debían recoger respectivamente las leyes aprobadas en las Cortes y
las leyes regias fuera de ellas, de las que solamente se imprimió la
primera, la “Recopilación de todas las leyes del reyno de Navarra a
suplicación de los tres Estados del dicho Reyno concedidas, y jura-
das por los señores Reyes” en 1614.
126
El carácter exclusivo de la obra de Chavier sólo se puede afirmar
sobre las leyes del rey aprobadas en las Cortes, ya que a su lado
continuaron existiendo, como parte del ordenamiento jurídico nava-
rro, las Ordenanzas publicadas a principios del siglo XVII por Pas-
quier, por los síndicos y por Armendáriz. El rey, además, continuó
promulgando provisiones contra el derecho navarro.
127
diencias que, en Castilla, habían sido declaradas oficialmente vigen-
tes.
128
dos después de la compilación sistemática en nueve libros en forma
de apéndices cronológicos.
129
bunales de Cataluña. El resultado de la tarea fueron dos manuscri-
tos, uno en latín y otro en catalán, que se conservarían en el Archivo
Real de Barcelona.
130
tificación de las modificaciones impuestas al derecho común propio
de Cataluña. En la práctica, la Administración de Justicia y los parti-
culares recurrían a la compilación impresa para poder conocer el de-
recho general catalán y los privilegios de los estamentos, si bien el
texto no podía ser invocado ante el monarca por los estamentos, que
no habían conseguido imponerlo al rey.
131
legislativo que supuso la incorporación a la obra de un tercer volu-
men que recogía las constituciones, los capítulos, los actos de corte
y otras leyes de Cataluña superfluas, contrarias y corregidas.
132
yes lo que en la compilación precedente se ofrecía como fuero. Es-
tas características se acentuaron en la compilación de derecho va-
lenciano que se hizo a mediados del siglo XVI. El notario Pastor faci-
litó el conocimiento de los fueros, de acuerdo con la sistemática me-
dieval del Código Justiniano, aceptada por los Fueros de Jaime I.
Esta compilación no fue promulgada, pero contó con la autorización
correspondiente del emperador para ser publicada en 1547 y los bra-
zos de las Cortes valencianas procuraron perfeccionarla añadiendo
fueros, actos de cortes y ordinaciones de los reyes de Valencia que
el notario Pastor había dejado fuera de su compilación. La compila-
ción sistemática no logró desbancar la compilación cronológica y las
dos coexistieron.
133
la monarquía hispánica y el primer paso hacía la construcción del
Estado moderno.
134
Por consiguiente, tan español geográficamente hablando eran un ca-
talán como un portugués o un granadino. No obstante, y sobre todo
a partir de la crisis castellana del siglo XVII, el sentido y la voluntad
de construir una España –a nivel peninsular– castellana irá in cres-
cendo. En parte, la elección de Castilla como centro asimilador se
debía a las menores defensas jurídicas y políticas a la arbitrariedad
regia, así como a su mayor poder demográfico, económico y militar.
135
8.2. De la Monarquía Hispánica al Reino de España
136
marcado, el comercio con América fue reconocido en 1702, es decir,
antes de la Guerra.
137
dos asaltos sobre Madrid; y con una retirada imperial en toda regla y
la traición inglesa sellada en el Tratado de Utrecht.
138
La victoria militar de Felipe V permitió que la monarquía impusie-
ra su soberanía sobre los estados peninsulares de la Corona de Ara-
gón por medio de los decretos de Nueva Planta.
139
ban los principales obstáculos para la afirmación de la soberanía del
monarca: las instituciones públicas aragonesas y el derecho político
del reino. En cambio, conservó el derecho privado, mas su extensión
dependía de la gracia del rey.
140
castellano, sustituyendo así el catalán como lengua oficial y se prohi-
bió motivar las sentencias.
141
de meras provincias. Por consiguiente, la Monarquía Hispánica des-
apareció también, cambiando la Corona de Castilla y León su nom-
bre tradicional por el de Corona y Reino de España.
142
8.4. La unificación territorial y sus repercusiones jurí-
dico-públicas
143
ron los textos recopilados mediante apéndices cronológicos. De esta
forma, el derecho nuevamente promulgado se iba acumulando sobre
normas anteriores que no estaban formalmente derogadas.
144
Como este proyecto fracasó, se le encargó a Reguera Valdelo-
mar que lo realizara. Este jurista presentó, además del trabajo que le
había sido encomendado, un proyecto de recopilación nueva, tenien-
do en cuenta la época. Fue por ello que Carlos IV le encargó en el
año 1802 que realizara la nueva obra, promulgada el año 1805 con
el nombre de Novísima Recopilación.
145
la situación jurídica de los reinos peninsulares, si bien todos tuvieron,
desde entonces, una parte de sus leyes en la recopilación.
146
crónica, en el momento de difusión de los códigos que, basados en
la razón, trataban de establecer principios jurídicos fundamentales
en un lenguaje claro, preciso y conciso, y cada código abastaba un
solo sector del ordenamiento jurídico.
147
Sin embargo, este derecho regio tendía a identificarse con el de-
recho castellano, que se convertía así en derecho común, y, por tan-
to, contrapuesto a los otros derechos propios, llamados todos ellos
forales, término que derivaría de los fueros aragoneses y valencia-
nos, y de las otras provincias de España, también llamados, a partir
del jurista Gregori Mayans, forales.
148
9. EL SISTEMA CONSTITUCIONAL ESPAÑOL (I)
149
plica que esta época también pueda llamarse la del Estado nacional
o la del Estado constitucional o época constitucional.
150
Si bien las monarquías habían contribuido a facilitar la igualación
de todos sus miembros en la condición de súbditos, no llegaban a la
igualdad ante el derecho que reclamaba la formación de la nueva
conciencia nacional. Los elementos necesarios para alcanzarla pro-
cedieron de la consideración que la sumisión al poder soberano se
fundamentaba en la renuncia de derechos que todo individuo hacía
en favor del soberano.
La igualdad ante la ley exige que todos los derechos civiles y po-
líticos correspondan de la misma forma a todos los miembros de una
nación en virtud de su condición de ciudadanos. Todos los ciudada-
nos tienen que participar en la formación de la voluntad nacional me-
diante el ejercicio del voto. Cada hombre, cada ciudadano, un voto.
151
A partir de la igualdad se conseguirá la libertad. Se exigirá que la
representación del tercer estado recaiga exclusivamente en miem-
bros que pertenezcan realmente al tercer estado y, para defender la
libertad de voto, se argumenta que no puede haber derechos ilimita-
dos. Se impondrán limitaciones al derecho de voto, el cual, de esta
manera, matizará la condición de ciudadano, base determinante de
la participación en los derechos políticos y civiles.
152
cuestión del poder y su legitimación en una sociedad formada por
hombres libres. Por lo tanto, el origen del poder de las comunidades
humanas se basa en las convenciones.
153
constitución, no es necesario. Es la misma nación quien da la consti-
tución. La nación es un fenómeno natural, el Estado o el gobierno es
obra del derecho positivo.
154
En las naciones con una gran población y extensión territorial, es
preciso que exista un intermediario entre la nación y los ciudadanos.
Esta necesidad pasa a ser más evidente si se acepta la voluntad co-
muna representativa.
9.2. El constitucionalismo
155
El Estado nacional pretende ser una construcción racional que la
nación ha puesto a su servicio. El Estado es el instrumento al servi-
cio de la soberanía de la nación, quien la ejerce sobre todos los ciu-
dadanos que viven dentro de su territorio. A partir de este momento,
el territorio pasa a ser un elemento esencial, ya que determina geo-
gráficamente el ámbito de aplicación de la soberanía.
156
legislativo, el judicial y el ejecutivo, para poder obtener un equilibrio
de poderes e impedir un régimen tiránico.
157
renovación parcial de las asambleas para evitar que puedan surgir
intereses corporativos.
158
nes que se configuraron como Estados nacionales optaron por admi-
tir la existencia de una voluntad común y representativa. Desde esta
óptica, la constitución es hija de la voluntad general identificada con
la soberanía, mientras que la ley es obra de la voluntad popular,
cuya acción debe operarse necesariamente dentro de la Constitu-
ción.
159
9.3. Los límites a la soberanía nacional y los Derechos
del Ciudadano
160
La Revolución Francesa provocó en toda Europa la difusión de
las ideas de la soberanía nacional y de la igualdad de todos los ciu-
dadanos ante la ley. En España, los acontecimientos de principios
del siglo XIX estuvieron marcados por la invasión de la península por
parte de las tropas napoleónicas y la oposición a éstas, que trataba
de defender la corona de España contra el monarca impuesto por
Napoleón, su hermano José, y contra el Estatuto de Bayona dado
por el monarca francés en 1808.
161
Desde el punto de vista político, el período iniciado por la Consti-
tución de Cádiz fue muy conflictivo, pues la consolidación definitiva
del triunfo de la soberanía nacional pasó por graves tensiones. Así,
por un lado, la generada por los que defendía la soberanía del rey, y
por otro lado, la de los que, sin negar la existencia de la soberanía
nacional, discutían la existencia de la nación española constitucio-
nalmente definida.
162
unitarios pasaron por no pocas demoras y cortapisas. El fundamento
político-jurídico de la existencia de una nación se encuentra en la
constitución del Estado. El apoyo político de una nación es, pues, un
Estado que aparece separado por fronteras geográficas con otros
Estados. Por lo tanto, el cambio en la titularidad de la soberanía pro-
vocó un cambio en el tipo de Estado, que fue traumático y conflictivo.
163
señalar que, cada una, nació en un contexto determinado en los de-
rechos que reconocían, en los organismos del Estado y en el siste-
ma electoral que regulaban.
164
príncipe Carlos María de Borbón y Parma, luego se cerró sobre sí y
solamente concedió el Estatuto real de 1834, que conjugaba un fuer-
te poder ejecutivo en la persona del soberano y un sistema bicame-
ral representativo de sufragio limitado.
165
condiciones de riqueza para poder ser procurador eran las mismas
que para ser elector, hecho que se justificaba porque no recibían
ninguna remuneración.
166
En esta Constitución se reflejaba el principio de separación de
poderes. En primer lugar, el poder legislativo residía en las Cortes
con el rey, es decir, las Cortes formadas por el Senado y el Congre-
so, pero junto con el monarca, al que se le reconocía un papel más
amplio que el que tenía en la Constitución de 1812.
167
juzgado. Eran responsables ante las infracciones de leyes que co-
metían e independientes. La justicia se impartía en nombre del rey,
los juicios criminales eran públicos y se dejaba abierta la posibilidad
de instaurar el juicio por jurado para toda clase de delitos.
168
La nueva Constitución dio un paso más en el control de las Cor-
tes por parte del monarca. Las modificaciones más importantes fue-
ron las del Senado, que consolidaron el papel de la cámara de pró-
ceres. El número de senadores sería limitado y su nombramiento co-
rrespondería al monarca.
169
tanto, la sucesión de constituciones españolas es un claro indicador
de la inestabilidad política en el siglo XIX.
170
con algunos matices. El rey solamente tenía la facultad de sancionar
y promulgar las leyes.
A propuesta de las Cortes o del rey podía acordarse por las Cor-
tes reformar la Constitución. No se mencionaba ningún quórum es-
pecial. Establecido este acuerdo, el rey disolvía el Senado y el Con-
greso y convocaba nuevas Cortes, que se reunirían en el plazo de
los tres meses siguientes. Estas nuevas Cortes tenían únicamente el
carácter de constituyentes para deliberar acerca de la reforma; nada
se dice sobre el quórum para realizarla.
171
se estaba cuestionando la existencia de una verdadera nación espa-
ñola– no paso nunca de ser un proyecto, por lo que podemos decir
que la vigencia de la Constitución de 1869 duró hasta 1874.
172
Referente a la división de poderes, en la Constitución de 1876 se
mantenía la división efectuada en las otras constituciones. Por un
lado, el poder legislativo estaba compartido entre el rey y las Cortes,
por otro lado, el ejecutivo era del rey, y finalmente, el poder judicial
era de los tribunales y juzgados. Pero si una de las cámaras recha-
zaba un proyecto o el rey negaba la sanción, no se podía proponer
otro igual mientras durara la legislatura.
173
La crisis económica internacional de 1929 será parcialmente res-
ponsable de la difícil coyuntura que en el campo económico deberá
surcar la nave republicana. En España, los efectos de la crisis inter-
nacional ya se advertían desde 1930, y sus primeras secuelas (la
más significativa, la caída del tipo de cambio de la peseta) habían
contribuido no poco al hundimiento de la Dictadura. Por ello, en lo
político, la reacción ante la crisis no fue el recurso a un gobierno de
fuerza, sino justamente la opuesta: la salida democratizadora. Ahora
bien, el nuevo régimen se vería obligado a convivir durante todo el
quinquenio republicano (1931-1936) con una profunda depresión
económica internacional.
174
tura, el Código constitucional reproducía, en sus trazos fundamenta-
les, la estructura ya perfilada para el Anteproyecto por la Comisión
jurídica Asesora. Los 125 artículos se agrupan en nueve títulos a los
que precede un título preliminar. El título es más casuístico, sin lugar
a dudas, es el III, relativo a los “derechos y deberes de los españo-
les”, único además que se divide en dos capítulos (“Garantías indivi-
duales y políticas” y “Familia, economía y cultura”).
175
Constitución, con olvido o, al menos, soslayo de los otros dos aspec-
tos intrínsecos a la reforma constitucional.
176
Tercera etapa: Disolución automática del Congreso. Acordada
la necesidad de la reforma, tal decisión debía ser puesta en
conocimiento del Presidente de la República, insertándose en
el Diario de Sesiones y en la Gaceta de Madrid, no pudiendo
por lo demás celebrarse ninguna sesión después del votado
acuerdo de reforma. En ese momento, el Presidente de las
Cortes “declarará la disolución automática de éstas, ponién-
dolo en conocimiento del Gobierno”, según reza el artículo
134.2 del Reglamento de la Cámara.
177
La reforma de Gobierno: una República democrática de
trabajadores.
La forma de Estado: un Estado “integral”.
El principio del laicismo del Estado.
La vertiente social de la Constitución, con el establecimien-
to de un incipiente “Estado social”.
El principio de la democracia representativa, bien que con
manifestaciones de democracia directa.
El modelo de régimen parlamentario de “checks and balan-
ces”.
178
gunas de las celebres Ordenanzas decretadas durante la Edad Mo-
derna por los Consulados de Comercio.
179
ni esta comisión ni la que se nombró en el año 1820 elaboró ningún
proyecto.
180
sario incluirlos allí. Del código se desprendía que faltaba criterio cientí-
fico para definir las instituciones del mismo. Además, no se reguló en
el código los lugares de contratación, seguros sobre la vida, contra in-
cendios y para las cosechas, ni acerca del transporte marítimo de per-
sonas, abordajes, quiebras de sociedades, y otras materias de gran
importancia. Además, estaba repleto de disposiciones oscuras y
contradictorias.
Sin embargo, tiene que recordarse que por la época en que fue
promulgado el Código de 1829, podemos afirmar que se trataba de
una obra completa y equitativa.
181
Este reenvió a su vez el proyecto a la Comisión general de Codifica-
ción, pero debido a sus ocupaciones no pudo revisar el proyecto. Fi-
nalmente se designó una séptima comisión que fue la encargada de
revisar el proyecto de Código de comercio. Una vez revisado el pro-
yecto, el 5 de diciembre se elevó al Gobierno el proyecto definitivo de
Código de Comercio. Finalmente fue promulgado el día 22 de agosto
de 1885.
182
establecía que los contratos mercantiles, en todo lo relativo a sus re-
quisitos, modificaciones, excepciones, interpretación y extinción y a la
capacidad de los contratantes, se regirían, en todo lo que no se halle
expresamente establecido en este Código o en leyes especiales, por
las reglas generales del Derecho común.
183
los agentes mediadores del comercio y de sus obligaciones respecti-
vas.
184
cuento, las compañías de ferrocarriles y demás obras públicas, las so-
ciedades de almacenes generales de depósito, los Bancos de crédito
territorial, los Bancos y sociedades agrícolas, los préstamos con ga-
rantía de efectos o valores públicos, los cheques, los efectos al porta-
dor y los maquinistas de los buques de vapor.
185
Pero a parte de las mejoras introducidas en el Código, también
encontramos una serie de defectos:
186
dos generalmente en cada plaza; en tercer lugar, las reglas generales
del Derecho común.
Así pues, la segunda fuente del derecho mercantil español son los
usos mercantiles observados generalmente en cada plaza. Los usos
del comercio no tienen que entenderse como el derecho consuetudi-
nario, sino como reglas para resolver los diversos casos particulares.
De modo que los usos sirven para fijar el sentido de las cláusulas os-
curas y para dar plenos efectos al acto o contrato.
187
Así pues, en el Código de 1829 se establecía que las leyes de co-
mercio eran excepciones del Derecho civil o común, y por consiguien-
te, el derecho mercantil era un derecho excepcional. En cambio el Có-
digo de 1885 estableció el derecho mercantil como un derecho propio
y, además, reconocía que el derecho privado común era la base o la
parte general de los derechos privados especiales, entre los que se
encontraba el derecho mercantil. Así las cosas, el derecho común era
el derecho supletorio de los derechos privados especiales. Por lo tan-
to, cuando en un caso concreto no pueda resolverse por la legislación
mercantil, ni por los usos de comercio tendrá que recurrirse al derecho
común.
188
11.5. Introducción a la codificación civil
189
En España el deseo codificador sentido ya en el siglo XVIII, de
primera intención no consiguió un Código, sino una mera recopila-
ción, la Novísima Recopilación (1805), con la que se pensó, quizás,
alcanzar parte de los objetivos a que se aspiraba con aquél. No obs-
tante, realmente ni siquiera se consiguieron plenamente los propósi-
tos de completar la Nueva Recopilación (1567), modernizarla y sub-
sanar sus defectos.
190
De hecho, todo el mundo estaba de acuerdo con los principios
generales que tenían que guiar el nuevo código; todo el mundo era
partidario de la primacía de la voluntad del individuo y de una propie-
dad libre de trabas. El problema surgía cuando convenía actuar, de
forma concreta, aquellos dos principios. La plasmación práctica de
aquellos principios se desarrollaba de forma diferente si se bebía del
derecho de Castilla o si se bebía del derecho propio de las regiones
que habían mantenido un derecho diferente del de Castilla –que
eran principalmente Aragón, Cataluña, Baleares, Galicia, las provin-
cias vascas y Navarra.
191
gemónica en aquel momento. Técnicamente podríamos decir que se
trataba de armonizar tradiciones jurídicas diferentes. Sin embargo,
en cambio, la interpretación desde un punto de vista político de
aquella situación, que impedía tirar adelante con un Código Civil úni-
co para toda la monarquía, era diferente.
192
Con estas condiciones que acabamos de ver y reconocidos los
derechos forales, la promulgación del Código civil era una decisión
política que podía ser tomada en cualquier momento. Se establecían
por ley unas bases que autorizaban al gobierno a realizar un Código
civil conforme a aquellas incluidas en la ley, en las que se preveía
que los derechos forales subsistirían “por ahora”, con sus propios
sistemas de derecho supletorio incluidos, y que el Código Civil sería
supletorio (siendo supletorio de los derechos supletorios).
193
Aunque el artículo 12 de la Ley de bases del 1888 fijaba el Códi-
go civil como supletorio, y, por lo tanto, actuaba en defecto del que
había en cada provincia, se mantuvo la incertidumbre sobre si en
Cataluña tenía que actuar como derecho supletorio o bien el Código
civil o bien los derechos supletorios tradicionales, que, como había
resuelto Felipe V después de promulgar el Decreto de Nueva Planta,
estaban fijados en la Constitución del 1559, es decir, el derecho ca-
nónico, el derecho romano justinianeo y la doctrina de los doctores,
según la equidad regulada por el derecho común.
194
paratismo; que la Constitución de la Segunda República, sin ser cua-
lificada de federal, retornaba a los planteamientos del fracasado pro-
yecto del Constitución federal del 1873 y volvía a hacer viables la co-
existencia de ordenamientos jurídicos diferenciados. La nueva dicta-
dura, en 1939, soslayó aquella solución.
195
En definitiva, y a pesar de la codificación civil, no se llevó a cabo
la unificación del derecho privado en España. Cuando los derechos
tradicionales de las regiones con derecho distinto del de Castilla hi-
cieron las compilaciones que estaban previstas al promulgarse en
Código civil, aquellos derechos se desvincularon de la tradición his-
tórica y quedaron petrificados, de tal guisa que no podía procederse
a desarrollarlos y a renovarlos. Las compilaciones suponían una rup-
tura con la tradición histórica. Desde aquel momento, el derecho pro-
pio todavía vigente quedaba hueco y fosilizado en la compilación, sin
posibilidad de recurrir al derecho tradicional que es de donde proce-
día. El Código civil pasa-ría a ser considerado como supletorio de to-
das las compilaciones.
196
nes, etc. Algunas de ellas, a pesar de no ser Derecho civil; sin em-
bargo, como ya sabemos, se suelen estudiar dentro de éste.
197
no se ha aplicado, y las reformas hechas hasta ahora en el Código
han seguido otros caminos.
198
12. LA CODIFICACIÓN PENAL Y PROCESAL
199
miento de Riego en Cabezas de San Juan, que restableció la vigen-
cia de la Constitución de 1812. Se abrió así un período constitucional
(1820-1823) durante el que vio la luz el primer Código Penal, aunque
antes ya se había esbozado un proyecto de Código Criminal en
1787. El Código de 1822 sustituyó al Derecho penal histórico espa-
ñol representado por las Pragmáticas de la Nueva Recopilación, el
Fuero Juzgo y las Partidas.
200
sus condenas”. Entre otros particulares, también destaca este Códi-
go por una regulación de la autoría mediata, la previsión de agravan-
tes y atenuantes, y la indemnización de los declarados absolutamen-
te inocentes después de haber sufrido un procedimiento criminal.
201
dad. Se abandonó el principio de excepcionalidad en los delitos cul-
posos y se reguló el delito imprudente mediante cláusulas generales.
202
12.5. El Código penal de 1928
203
ble, la regulación del encubrimiento como delito autónomo en la par-
te especial, o la regulación del delito continuado que no volvería a
aparecer hasta la reforma penal de 1983.
204
Destacan otras reformas de carácter técnico como la sustitución
de la clasificación tripartita de las infracciones penales (delitos gra-
ves, menos graves y faltas) por la bipartita (delitos y faltas), supre-
sión del privilegio al uxoricidio en caso de adulterio, ampliación de la
fórmula del estado de necesidad, dando cabida al trastorno mental
transitorio como eximente, etc.
205
En cuanto a la teoría de la pena, pasó a primer plano la preven-
ción general y ello se tradujo en una mayor severidad de las penas,
restableciéndose la pena de muerte. Sin embargo, también la pre-
vención especial se manifestó en la ampliación del arbitrio judicial, la
ampliación de la condena condicional, la introducción de la reden-
ción de penas por trabajo (art.100), o la posibilidad de sustituir la
pena de los menores de dieciocho años y mayores de dieciséis por
una medida de seguridad (art. 65).
206
reforma del Código Penal, desarrollada por Decreto de 24 de enero
de 1963 que aprobó el texto revisado del Código. El alcance de la re-
forma fue variado: se suprimió el privilegio para el uxoricidio en caso
de adulterio y se declaró la irrelevancia del consentimiento en las le-
siones (art.428), se escindió de la estafa las infracciones de los dere-
chos de autor y propiedad industrial, se modificó la regulación de los
derechos de autor y de propiedad industrial, se modificó la regula-
ción del altruismo, se reguló con gran amplitud los delitos relativos a
la prostitución –arts. 452 a) a F)–, y se introdujo el delito de exten-
sión y entrega de cheques sin fondos.
207
de 28 de junio de 1967, se extendió la protección penal a otras con-
fesiones distintas de la católica (art.205 y ss.).
208
“Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones y omisiones
que en el momento de producirse no constituyan delito, falta […] se-
gún la legislación vigente en aquél momento”. En el Art. 9.3 se con-
sagra el principio de irretroactividad de las disposiciones sanciona-
doras desfavorables.
209
momento en que se aprobaron las Partidas, que fueron la obra más
importante de la historia jurídica castellana.
Fue a partir del siglo XIII cuando se intentó acabar con la disper-
sión normativa, mediante la atribución a las ciudades de un mismo
fuero –derecho local–, y finalmente con la redacción de las Siete
Partidas.
210
es decir, no era posible plantear otro proceso posterior con el mismo
objeto y partes. Todo esto iba ligado a la creencia de que ese proce-
so necesitaba un procedimiento complicado, lento, formalista y muy
caro para poder garantizar a las partes todos los medios para su de-
fensa.
211
procedente de 1534, el cual era un procedimiento poco definido. En
segundo lugar, el juicio ordinario que quedó incluido en el decreto sin
hacerse ninguna modificación. Y en tercer lugar, se estableció un
nuevo juicio al que no se le dio ninguna denominación. Éste, se ca-
racterizaba por ser un juicio intermedio de los dos anteriores por la
cuantía, que se regía por los mismos principios que el juicio ordina-
rio.
212
que se opusieron a la Ley de 1838 y los que consiguieron la deroga-
ción de la Instrucción de 1853.
Así pues, el proceso civil era el medio a través del cual las par-
tes solucionaban sus conflictos de intereses, y el juez sólo asumía el
papel de simple mediador. El principio del proceso que adquirió más
relevancia fue el dispositivo, al dar una serie de facultades procesa-
les de dirección a las partes. En primer lugar, las partes eran las que
tenían que aportar las pruebas en los procesos. En segundo lugar, el
juez no tenía control de oficio de los presupuestos procesales. En
tercer lugar, las partes eran las encargadas de avanzar el proceso,
de modo que ellas eran las que tenían que anunciar al juez que se
daba por terminada una fase y que empezaba otra.
213
Otro punto a destacar de la Ley era que se mantenían parcelas
importantes de secreto en las actuaciones, de modo, que no pode-
mos hablar del principio de publicidad general en las actuaciones. La
Ley establecía que las vistas eran públicas; sin embargo, en la prác-
tica de la prueba no se admitía la publicidad, ni tampoco, se admitía
la presencia de la parte contraria en las pruebas de confesión o testi-
fical.
214
El legislador sólo podía hacer reformas parciales de la misma
para evitar la corrupción o prácticas viciosas, pero no podía hacer
una reforma total de la misma.
Esto cambió a partir del año 1667 cuando se dictó el Code Louis,
en el que por primera vez el rey Luís XIV de Francia estableció el po-
der legislativo del rey en materia procesal civil. Este cambio, en un
primer momento no implicó el rechazó de la evolución normativa
existente hasta ese momento, pero supuso la introducción de refor-
mas muy importantes.
215
La derogación de la Ley de 1830 se quiso paliar ordenando la
realización de una nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. Así pues, en el
año 1880, se promulgó la Ley de Bases de 21 de junio de 1880, en
la que se establecían reformas de detalle respecto de la Ley de En-
juiciamiento Civil de 1855. Así, simplemente se establecía que debía
introducirse en la ley actual las reformas y modificaciones que la
ciencia y la experiencia aconsejaron convenientes.
216
En segundo lugar, la propia Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881,
reguló multitud de procesos especiales. Esta multitud de procesos se
debieron al hecho que el legislador, en casi todas las leyes materia-
les, se había sentido en la necesidad de dotarlas de un proceso es-
pecial. A parte de suponer que existieran más de cuarenta procesos
especiales, implicó que se configurara una tutela judicial privilegiada
frente a la tutela judicial ordinaria.
217
día “con el cuidadoso tacto que requiere el tratamiento de la ordena-
ción del proceso” al estudio del que “podría ser el nuevo ordena-
miento procesal”. En esta Ley el juicio de menor cuantía se convirtió
en el juicio tipo, desplazando al de mayor cuantía, aunque ello se
hizo a base de desnaturalizar a aquél que dejó de ser un plenario rá-
pido.
218
EJERCICIOS DE
AUTOEVALUACIÓN
DE LAS
UNIDADES DOCENTES
219
220
Autoevaluación Unidad 1
221
6 ¿Qué era el ius gentium?
a El derecho de los ciudadanos romanos.
b El derecho de los magistrados.
c El derecho de los extranjeros.
d El derecho supletorio al ius civile.
7 ¿Quién creó el ius honorarium?
a El pretor peregrinus.
b El pretor urbanus.
c El cónsul.
d El Pontifex Maximus.
8 En la época del Dominado, ¿qué diferencia se da entre las colonias y los municipios?
a Las colonias eran consideradas ciudades romanas y los municipios no.
b Las colonias tenían independencia legislativa y los municipios no.
Las colonias eran núcleos de nueva creación y los municipios eran núcleos existentes antes
c
de la llegada de los romanos.
d Ninguna respuesta es correcta.
9 ¿Qué eran las ciudades estipendiarias?
a Ciudades consideradas como no romanas.
b La mayoría de las ciudades de Hispania y de todo el Imperio, sujetas al pago de impuestos.
c Las exentas del pago de impuestos.
d Las federadas con Roma.
10 ¿Qué ordenaba la Lex Flavia Municipalis?
a Los municipios.
b La concesión de la dote.
c El sistema tributario.
d Todas las respuestas son correctas.
222
Autoevaluación Unidad 2
223
6 Durante la monarquía visigoda, ¿el poder del rey estaba limitado?
a No, porque era de origen divino.
Sí, por la Iglesia, ya que el rey podía ser desposeído si no actuaba de acuerdo con los
b
principios de la Fe católica.
c No, porque el rey era monarca soberano y estaba por encima del poder espiritual.
d Ninguna respuesta es correcta.
7 ¿Qué era el Aula Regia en el período visigodo?
a Una institución episcopal de carácter sagrado.
b El aula donde regía el soberano sus normas.
c El cuerpo político supremo de la monarquía visigoda.
d Un comité de Pontífices que elaboran leyes.
8 ¿Qué era la Hispana en el período visigodo?
a Una obra creada por el rey Teodorico.
b Una colección de cánones conciliares y epístolas pontificias recopiladas.
c Una compilación de todo el ius civile.
d La principal fuente de la Lex romana Visigothorum.
9 ¿Cuál era una de las competencias del Aula Regia en el período visigodo?
a Asesorar al monarca en cualquier tema, siempre y cuando, él lo solicitara.
b Competencias fiscales para la gestión de impuestos de los ciudadanos.
c Administración territorial de los godos.
d Todo lo relativo a la competencia legislativa.
¿Qué consecuencias trajo para España la invasión musulmana entre los años 711 d.
10
C y 716 d. C?
a El reforzamiento de las políticas agrarias y económicas.
b La desaparición de la organización de la monarquía visigoda.
c La innovación de nuevas técnicas legislativas.
d La conjugación del derecho visigodo y el derecho musulmán.
224
Autoevaluación Unidad 3
225
6 ¿Qué eran los privilegios del príncipe-conde en Cataluña?
a Potestades que le eran atribuidas por su condición de siervo de Roma.
b Tratos especiales concedidos a los príncipes por su condición real.
c Una de las principales fuentes de las costumbres en Cataluña.
d Ninguna respuesta es correcta.
En el orden de lo consuetudinario, ¿cuál fue el hecho relevante que permitió afianzar
7
la seguridad del derecho en Cataluña?
a Los “usus terrae” de los fueros extensos.
b La redacción de las costumbres de Lleida (1228) y Tortosa (1277).
c Las costumbres compiladas en el Líber.
d Todas las respuestas son correctas.
8 ¿Quiénes fueron los glosadores?
a Los jueces encargados de revisar el Líber Iudiciorum.
b Los nuevos vasallos de la época feudal.
c Los primeros juristas que corrigieron el Digesto según la tradición de Bolonia.
d Los señores feudales.
9 ¿Qué nombre recibe la especialidad del Derecho en la Edad Media?
a Feudal.
b Legal.
c Musulmán.
d Hebreo.
10 ¿Qué distingue un glosador de un comentarista?
a Nada. Ambos interpretan el Corpus Iuris civilis.
Los glosadores comentan el Corpus Iuris Civilis transformándolo y adaptándolo a la realidad
b
mientras que el comentarista sólo lo explica.
El comentarista simplemente explica el texto mientras que el glosador mediante su glosa lo
c
transforma.
El glosador simplemente explica el texto, en cambio el comentarista lo utiliza como base
d
para construir un nuevo sistema jurídico.
226
Autoevaluación Unidad 4
227
¿Qué consecuencias tuvo para la Corona de Castilla y León la promulgación del
6
Fuero Real, el Especulo y el Libro de las Siete Partidas?
La potestad de la creación del derecho en manos del monarca y el mantenimiento de las
a
fazañas.
La potestad de la creación del derecho en manos del monarca y el mantenimiento de los
b
fueros.
La potestad de la creación del derecho en manos del monarca y el mantenimiento de los
c
fueros y las fazañas.
La posesión de la creación del derecho en manos del monarca y la desaparición de los
d
fueros y las fazañas.
7 ¿Cómo se llamaron las leyes publicadas por el monarca en las Cortes?
a Ordenamientos.
b Posturas.
c Peticiones.
d Fazañas.
¿Qué orden de prelación de fuentes se estableció en 1348 en la Corona de Castilla y
8
León?
a Ordenamiento de Alcalá, fueros y Partidas.
b Ordenamiento de Alcalá y Partidas.
c Ordenamiento de Alcalá, fueros, Partidas y recurrir al monarca.
d Únicamente se podía recurrir al Ordenamiento de Alcalá.
9 ¿Cuál era la primera fuente en el orden de prelación de las Leyes de Toro?
a Las leyes de los Ordenamientos.
b El Fuero Real.
c Las Siete Partidas.
d El derecho común.
10 ¿Qué consiguieron los estamentos en las Cortes de Zamora?
a Controlar el poder legislativo del monarca.
b Limitar la potestad del monarca.
c Que el rey no fuera el juez supremo.
d Que en la aplicación del derecho no triunfara la jurisdicción real.
228
Autoevaluación Unidad 5
229
6 En el Reino de Navarra, el Fuero Antiguo era…
a Un derecho particular para los estamentos nobiliarios.
b Un derecho general para todos los navarros.
c Normas referidas a las relaciones entre la nobleza laica, el rey y los eclesiásticos.
d Normas referidas a las relaciones entre los hombres de las ciudades y el rey.
7 ¿En qué fueros se dividía el derecho navarro en el año 1330?
a En el de la nobleza, el de los ciudadanos y el de los agricultores.
b En el de la nobleza y el de los ciudadanos.
c En el de la nobleza y el de los agricultores.
d En el de la nobleza y el de la Iglesia.
8 La división de los fueros de Navarra de 1330…
a Prosperó.
b Prosperó finalmente en el año 1413.
c Fracasó juntamente con el intento de 1413.
d Todas las respuestas anteriores son incorrectas.
9 ¿Qué característica tenía el Derecho en Navarra durante la Alta Edad Media?
a Era un derecho técnico.
b Era un derecho consuetudinario y tradicional.
c Se fundamentaba en la primacía de la ley en detrimento de la costumbre.
d Era derecho romano justinianeo y derecho canónico.
10 ¿Qué papel tuvo el derecho común en Navarra en el siglo XV?
a Se prohibió la aplicación del derecho común.
b Era el derecho supletorio.
c Era el derecho que se aplicaba en Navarra.
Resolvía las contradicciones y ambigüedades que generaba la aplicación del derecho
d
navarro.
230
Autoevaluación Unidad 6
231
¿Qué derecho se aplicaba para resolver los conflictos entre musulmanes y
6
cristianos?
a El ordenamiento jurídico cristiano.
b Se creó un nuevo derecho para resolver estos conflictos.
c El ordenamiento jurídico musulmán.
d No fue necesario crear un nuevo derecho porque los expulsaron a todos.
7 El reino de Valencia y el reino de Mallorcas fueron repoblados…
a Mayoritariamente por catalanes.
b Mayoritariamente por aragoneses.
c Mayoritariamente por aragoneses y algunas regiones por catalanes.
d Las respuestas anteriores son incorrectas.
8 El rey Jaime I aprobaba las leyes…
a En las cortes de Mallorca.
b Sin el límite de las Cortes.
c Con la participación estamental.
d En el Gran e General Consell.
9 ¿Qué era el Gran e General Consell?
a Estaba formado por prohombres del reino que aconsejaban al gobernador.
b Estaba formado por prohombres del reino que aconsejaban al rey.
c Era una parte delegada de las Cortes catalanas.
d Era la denominación que recibían las Cortes generales de la Corona de Aragón.
10 ¿Qué derecho tenían las tres islas?
a Únicamente el derecho común.
b Únicamente el derecho propio de cada isla.
El derecho común que adquirió características propias en cada una de las islas, al ser
c
modificado por el derecho propio de cada isla.
d El derecho valenciano y el derecho catalán.
232
Autoevaluación Unidad 7
233
6 Las Ordenanzas del Consejo Real del Reyno de Navarra...
Contenían todas las leyes promulgadas por el rey en las Cortes desde la unión de Navarra y
a
Castilla.
b Eran obra de Antonio Chavier.
c Eran obra de Armendáriz.
d Se publicaron en 1662.
7 La primera compilación de Aragón contenía...
a Únicamente los fueros de Aragón.
Los fueros de Aragón, los fueros dados por Jaime II, los fueros dados por Pedro III, los
b
fueros dados por Juan I y los fueros dados por Martín I el Humano.
c Solamente los fueros vigentes.
Un compendio de leyes que estaba sistematizado de la misma forma que el Código de
d
Justiniano.
8 ¿Qué contenía la primera compilación de Cataluña?
El derecho del Principado, las Commemoracions de Pere Albert y las Costumes de
a
Cathalunya.
b Solamente el derecho aprobado por el rey.
c Los Usatges, las constituciones y los capítulos de Cortes.
d Todas las respuestas anteriores son incorrectas.
9 ¿Qué año se promulgó oficialmente la compilación del reino de Valencia?
a En el año 1547.
b En el año 1599.
c En el año 1707.
d Nunca.
10 ¿Cuándo se promulgó oficialmente la compilación del reino de Mallorcas?
a A principios del siglo XVII.
b Nunca.
c A finales del siglo XVI.
d A principios del siglo XVIII.
234
Autoevaluación Unidad 8
235
6 El decreto de Nueva Planta de Mallorca era muy parecido…
a Al de Aragón.
b Al de Valencia.
c Al de Cataluña.
d Al de Menorca.
¿Qué consecuencias tuvo la desaparición de las instituciones de los reinos de la
7
Corona de Aragón?
a La derogación del derecho propio de cada reino.
b La imposibilidad de renovar el derecho propio de cada reino.
c La aparición de un órgano que se encargaba de legislar juntamente con el rey.
d La aplicación en Navarra de las normas aprobadas por el rey.
¿Qué orden de prelación establecieron los decretos de Nueva Planta para los reinos
8
de la Corona de Aragón?
Los decretos de Nueva Planta de cada reino, las leyes regias y el derecho propio de cada
a
reino.
Los decretos de Nueva Planta de cada reino, las leyes regias y el derecho propio de
b
Castilla.
Los decretos de Nueva Planta de cada reino, las leyes regias, el derecho propio de cada
c
reino y el derecho propio de Castilla.
d Los decretos de Nueva Planta de cada reino y el derecho propio.
9 La Nueva Recopilación contenía…
a Las leyes aprobadas por el rey en las Cortes entre el 1484 y 1567.
b Las leyes recogidas por Montalvo y la legislación real dada entre el 1484 y el 1567.
c Las sentencias de los tribunales del rey.
d La legislación de las Cortes castellanas anteriores al 1567.
10 ¿Qué derecho se estudiaba en las universidades durante el reinado de Felipe V?
a Únicamente el derecho propio de cada territorio.
b Únicamente el derecho común.
Se estudiaba el derecho común, pero él intento que se estudiara el derecho propio de
c
Castilla.
d Todas las respuestas anteriores son incorrectas.
236
Autoevaluación Unidad 9
237
6 ¿A quién corresponde el poder ejecutivo, legislativo y judicial?
a Al rey, a las Cortes y a los tribunales.
b Al rey, a los estamentos y a los tribunales.
c A los representantes de la nación.
d Al rey y a los estamentos.
7 ¿Qué características tiene la ley?
a Tiene que ser abstracta, general y obra del pueblo.
b Tiene que ser general y abstracta.
c Tiene que ser específica y general.
d Tiene que ser escrita y concreta.
8 Uno de los derechos de libertad del individuo aislado es…
a El derecho a la asistencia y socorro.
b El derecho de sindicación.
c La libertad de asociación.
d La libertad de conciencia.
9 ¿Por qué fue difícil consolidar el concepto de soberanía nacional en España?
a No fue difícil consolidar el concepto de soberanía nacional.
b Por los defensores de la soberanía del rey.
Por las personas que discutían la existencia de la nación española constitucionalmente
c
definida.
d La respuesta b y c son correctas.
10 Las diferentes constituciones del siglo XIX fueron fruto…
a De las diferencias ideológicas de aquellos que gobernaron España.
b De la necesidad de renovar las constituciones preexistentes.
c De las iniciativas legislativas que intentaban mejorar las constituciones anteriores.
d Todas las respuestas son incorrectas.
238
Autoevaluación Unidad 10
239
6 La Constitución de 1837…
a Pretendía el retorno a las Cortes de la nobleza y de la Iglesia.
b Trataba de restaurar las leyes fundamentales de la monarquía.
c Era una actualización de la Constitución de Cádiz.
d Contenía un título dedicado a los ciudadanos.
7 La Constitución de 1869…
a Era una constitución conservadora.
b Tenía un título dedicado a los derechos de los ciudadanos.
c El poder legislativo estaba en manos del rey y de las cortes.
d El poder ejecutivo pertenecía a la nación.
¿En que año se efectuó el Proyecto de Constitución de la Primera República
8
española?
a 1863
b 1873
c 1853
d 1883
9 ¿En qué año se promulgó la Constitución de la Segunda República Española?
a 1931
b 1941
c 1921
d 1933
Identifique uno de los principios sobre los que se construye el modelo constitucional
10
republicano.
a Soberanía popular.
b Sufragio censitario.
c Catolicismo del Estado.
d Democracia no representativa.
240
Autoevaluación Unidad 11
241
García Goyena, en 1851, realizó un Proyecto de codificación del Derecho civil. ¿Qué
6
problema se suscitó en la práctica?
Ninguno. Todos estaban de acuerdo con los principios generales que tenían que guiar el
a
nuevo Código.
Debido a la influencia de la tradición jurídica castellana de Goyena surgieron conflictos con
b
los intereses catalanes.
c Una sublevación del pueblo catalán que culminó en una guerra civil.
d Ninguna respuesta es correcta.
7 ¿Qué solución se optó a la hora de codificar todo el derecho civil español?
a Eliminar las diferencias entre el derecho castellano y foral.
b Unificar todo el derecho a partir del modelo aragonés.
La realización de un Código que tendría que convivir con los derechos forales, una vez,
c
éstos hubieran sido fijados.
d La promulgación de leyes especiales para la armonización de los distintos derechos.
8 La entrada en vigor del Código civil español fue en el año…
a 1851
b 1888
c 1889
d 1861
9 El derecho foral está formado por…
a El Código civil.
b Un conjunto de normas particulares que se aplican sólo en ciertas regiones.
c El derecho común.
d El Código civil y una compilación de leyes propias de cada territorio.
10 El Código civil sigue la estructura del plan adoptado por el francés y se divide en…
a Tomos.
b Libros.
c Tomos, libros, capítulos, secciones y disposiciones.
d Libros, títulos, capítulos, secciones y artículos.
242
Autoevaluación Unidad 12
243
6 ¿Qué proceso contenían las Partidas?
a Únicamente el proceso ordinario.
b Únicamente el proceso especial.
c El proceso ordinario y el especial.
d El proceso plenario rápido y el ordinario.
7 ¿Qué año se aprobó la primera Ley de Enjuiciamiento Civil?
a En el año 1881.
b En el año 1838.
c En el año 1853.
d En el año 1855.
8 La sana crítica era…
a La valoración tasada de la prueba.
b Una manera de limitar el arbitrio judicial.
c La necesidad de motivar la valoración de la prueba en la sentencia.
d Una manera de ampliar las facultades del juez.
9 ¿Qué Ley de Enjuiciamiento Civil está vigente hoy en día?
a La Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000.
b La Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881.
c La Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855.
d La Ley de Enjuiciamiento Civil de 2005.
10 ¿Qué tipo de procesos estaban previstos en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881?
a Únicamente el proceso ordinario.
b Únicamente una multitud de procesos especiales.
c El proceso ordinario y multitud de procesos especiales.
d Un proceso ordinario y tres procesos especiales.
244
CASOS PRÁCTICOS DE
AUTOEVALUACIÓN
DE LAS
SESIONES DE ATENCIÓN TUTORIAL
245
246
PRÁCTICA SESIÓN Nº 1
247
que la ciudad tenga justicia aquel año. Y si alguien incumpliere este
precepto pague cinco sueldos de moneda real al merino del rey.”
CUESTIONES:
248
PRÁCTICA SESIÓN Nº 2
Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos largos años hace que
ciño la Corona de España, y la España vive en constante lucha,
viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan
ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su
dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como
sufridos, sería el primero en combatirlos, pero todos los que con la
249
espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetran los males
de la nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la
patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del
combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los
partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión
pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible
todavía hallar el remedio para tamaños males.
250
CUESTIONES:
251