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Bolívar según Chávez

ensayo de una tendencia


Gilberto Aranda Bustamante
y Sergio Salinas Cañas
Bolívar según Chávez
RIL editores
bibliodiversidad
Gilberto Aranda Bustamante
Sergio Salinas Cañas

Bolívar según Chávez


Ensayo de una tendencia
320.987 Aranda, Gilberto y Salinas, Sergio
A Bolívar según Chávez: ensayo de una tendencia /
Aranda, Gilberto y Salinas, Sergio. Santiago : RIL
editores, 2013.

160 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0039-9

  1 chávez frías, hugo, 1954-2013. 2 venezuela-


política y gobierno-1999.

Bolivar Según Chávez


Primera edición: noviembre de 2013

© Gilberto Aranda y Sergio Salinas, 2013


Registro de Propiedad Intelectual
Nº 235.135

© RIL® editores, 2013


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Impreso en Chile • Printed in Chile

ISBN 978-956-01-0039-9

Derechos reservados.
Índice

Introducción ................................................................................. 11

Capítulo I
El papel del mito en los proyectos políticos........................ 39
1.1. Los mitos y la política........................................................ 44
1.2. El culto a Bolívar en la historia venezolana........................ 49

Capítulo II
La génesis del actual ideal bolivariano................................ 57
2.1. El origen de Hugo Chávez................................................. 70
2.2. Comienza el bolivarianismo chavista................................. 74
2.3. El hiperliderazgo de Hugo Chávez.................................... 94

Capítulo III
Las organizaciones sociales bolivarianas............................. 99
3.1. Los Círculos Bolivarianos.................................................. 99
3.2. Otros movimientos sociales bolivarianos......................... 110

Capítulo IV
Una Internacional Bolivariana: un camino inconcluso.... 117

Capítulo V
El futuro sin Chávez: muchas preguntas y todavía
pocas respuestas....................................................................... 135
5.1. La muerte en el imaginario político de la izquierda
revolucionaria latinoamericana....................................... 136
5.2. La muerte de Hugo Chávez............................................. 141
5.3. ¿Podrá el mito bolivariano encarnar
en la figura de Chávez? .................................................. 148

Palabras finales....................................................................... 151

Referencias............................................................................... 155
La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida
de los hombres.
Simón Bolívar

Si las ciencias tuvieran que buscarse un nombre nuevo cada


vez que hacen una conquista, ¡cuántos bautismos habría y
cuánta pérdida de tiempo en el reino de las academias!.
Marc Bloch

La historia no va donde uno quiere, pero lo que uno quiere


puede influir sobre el curso histórico.
Ignacio Ellacuría1

1
Jesuita y rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, asesinado
junto con otros cinco religiosos y dos mujeres en 1989 en El Salvador. Cabrero,
Ferrán, El camino de las armas: visiones de la lucha guerrillera y civil en América
Latina, Donostia, GakoaLiburuak, 1998, p. 15.
Introducción

El 5 de marzo del año 2013 falleció Hugo Rafael Chávez Frías,


el comandante-presidente, como era llamado por sus partidarios. Sin
duda, Chávez fue el líder político que más pasiones despertó en Amé-
rica Latina en la última década y su figura continuará previsiblemente
dividiendo las opiniones en Venezuela y, por qué no decirlo, en Amé-
rica Latina. Luego de la caída del muro de Berlín y de los llamados
socialismos reales, el chavismo se transformó, quizás sin buscarlo, en
la esperanza de muchos militantes de izquierda no solo de América
Latina sino que también de otras latitudes.
A su funeral asistieron dignatarios tan diversos como los presi-
dentes de Bolivia, Evo Morales; de Colombia, Juan Manuel Santos;
de Argentina, Cristina Fernández; de Uruguay, José Mujica; de Cuba,
Raúl Castro; de Ecuador, Rafael Correa; de Honduras, Porfirio Lobo;
de El Salvador, Mauricio Funes; de Guatemala, Otto Pérez; de Nica-
ragua, Daniel Ortega; de Haití, Michel Martelly; de México, Enrique
Peña Nieto; de Perú, Ollanta Humala; de Surinam, Desi Bouterse; de
República Dominicana, Danilo Medina; de Panamá, Ricardo Marti-
nelli; de Chile, Sebastián Piñera; y la primera ministra de Trinidad y
Tobago, Kamla Persad-Bissessar.
También asistieron, entre otros, el heredero de la corona espa-
ñola, el príncipe Felipe de Borbón; el presidente de Irán, Mahmud
Ahmadinejad; el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko; el
presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang; y el ministro francés
de Ultramar, Victorin Lurel.
El fallecimiento de Hugo Chávez, debido al cáncer que lo aqueja-
ba, no permitirá cumplir con su deseo de profundizar la Revolución
Bolivariana, llamada en la última década socialismo del siglo xxi,
con su particular estilo caudillesco. Su muerte ha sembrado un halo
de incertidumbre respecto del futuro del chavismo y de un sistema
político levantado alrededor de la figura presidencial de Venezuela
durante 14 años. Para comprender su destino, cabe señalar que el
chavismo tiene como base fundamental una triada de elementos, los
que deben ser analizados tanto por separado, como juntos: la figura

11
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del líder, el movimiento social que lo sostiene (no creado por Chávez,
aunque potenciado por él) y el partido militar. Este último ha estado
encargado del resguardo de la protección del nuevo orden bolivariano,
aunque en un segundo plano de la escena institucional, luego de que
el expresidente Chávez optara por Nicolás Maduro como su sucesor,
un civil y ex sindicalista.
Recordemos que el domingo 14 de abril del 2013, la diferencia
entre el candidato chavista, Nicolás Maduro y el opositor, Henrique
Capriles, solo fue de un 1,83% de los votos. Aunque sin duda esa
noche hubo un verdadero ganador, Hugo Chávez, que aún después de
muerto seguía manteniendo un alto apoyo ciudadano, tal como había
acaecido en los años 1998, 2000, 2004, 2006 y 2012.
Según el informe del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Vene-
zuela, Maduro obtuvo un 50,78% de los votos, mientras que Capriles
alcanzó el 48,95%. «El CNE aclaró que con el 99,12% de las actas
escrutadas, la participación fue de 78,71%. En los comicios del pasado
7 de octubre participó un total de 15,1 millones de personas. Es decir,
un 80,5% de los votantes»2.
Resultó interesante que mientras el candidato derrotado, Hen-
rique Capriles, había denominado a su equipo de campaña electoral
como el «Comando Nacional Simón Bolívar», recuperando la idea
bolivariana con otro contenido, el candidato oficialista y presidente
encargado, Nicolás Maduro, colocaba el acento en Chávez. En su pri-
mer discurso ya como presidente electo, Maduro reivindicó una y otra
vez el legado de extinto comandante: «’(Es la primera vez en que) el
gigante no compite (…) y ahora su hijo demostrará de lo que es capaz
para este país’. El comandante, según las palabras de Maduro, ‘sigue
bendiciendo a su pueblo’. Incluso Maduro llamó a Chávez: ‘El Cristo
Redentor Amado’»3.

2
La Tercera, Nicolás Maduro gana elección por apenas 1,59 puntos y Henrique
Capriles cuestiona el resultado, Santiago, edición del 15 de abril de 2013: http://
www.latercera.com/noticia/mundo/2013/04/678-518738-9-nicolas-maduro-gana-
eleccion-por-apenas-159-puntos-y-henrique-capriles-cuestiona.shtml (consultada
el 15 de abril 2013).
3
El País, Nicolás Maduro: Hugo Chávez sigue bendiciendo a su pueblo, Madrid, edición
del 15 de abril del 2013: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/15/
actualidad/1366001489_067593.html (consultada el 15 de abril 2013).

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Bolívar Según Chávez

De esta simple manera y a diferencia de lo vivido hasta la muerte


de Hugo Chávez, los escenarios políticos venezolanos podrían mos-
trar a un Capriles cada vez más bolivariano y a un Maduro cada vez
más chavista.
El análisis de esta «prospectiva discursiva» nos permite presentar
los objetivos de esta reflexión: comprender la forma en la que la nación
venezolana, en tanto comunidad imaginada —aludiendo a Benedict
Anderson4— tiene su acta fundacional firmada por la imagen de Simón
Bolívar y sellada por el culto que se creó a través del tiempo alrededor
de su persona. Es decir, como «la heroarquía»5 de la que habló Thomas
Carlyle, «sirvió de palanca a Venezuela para construirse como nación»6,
marcando para siempre la historia de la naciente república.
En otras palabras, entender la forma en la que el controversial
líder venezolano y bisnieto de Maisanta7, y su movimiento político
realizaron una resemantización8 del culto al libertador Simón Bolívar
adecuado a su acción política. Nos interesa observar la forma en la
que esta resemantización se hizo carne en Venezuela por medio de
un movimiento social favorable, pero antes lo hizo con el respaldo

4
«Refiriéndose al contexto de los nacionalismos emergentes del siglo xix, el clásico
estudio de Benedict Anderson propuso el concepto de comunidad imaginada como
fórmula que permite desarrollar la experiencia de pertenencia a un grupo determinado
que, paralelamente, genera mecanismos de exclusión de la sociedad creada». Nash,
Mary, Representaciones culturales, imaginarios y comunidad imaginada en la inter-
pretación del universo intercultural, Fundación CIDOB, 2007, 14p: www.cidob.org/
es/content/download/8163/83307/file/03_nash.pdf (consultada el 16 de abril 2013).
5
Anderson afirma que «la sociedad se basa en el culto al héroe. Toda dignidad jerár-
quica en que se cimienta la asociación humana, es lo que llamaríamos heroarquía,
o jerarquía, porque es sagrada también». Citado en Fernández Reyes, Álvaro,
Santo, El enmascarado de plata: mito y realidad de un héroe mexicano moderno,
Zamora, Michoacán, México, Colegio de Michoacán y Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 2004, p. 15.
6
Carrera Damas, Germán y otros, Mitos Políticos en Las Sociedades Andinas:
Orígenes, Invenciones y Ficciones, Caracas, Editorial Equinoccio, 2006, 365p.
7
«Soldado revolucionario que continuó las luchas libertarias sostenidas contra las in-
justicias de la oligarquía criolla durante la segunda mitad del siglo xix y las primeras
décadas del siglo xx». Procuraduría General De La República Bolivariana De
Venezuela, 7 de noviembre de 1924: Muere Maisanta: http://www.pgr.gob.ve/index.
php?option=com_content&view=article&id=23:muere-maisanta&catid=92:historico-
efemerides&Itemid=28 (consultada el 26 de abril 2013).
8
La resemantización es un término nuevo acuñado para designar el fenómeno semántico
de variaciones en el significado. La resemantización ocurre cuando una palabra, por
una u otra causa, pierde el sentido que el uso le había asignado y toma otro.

13
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de un partido militar a este nuevo contenido semántico. Además, de


la relectura que se hizo en el resto de América Latina y que implicó
la creación de una red internacional que giró en torno a estas ideas.
Por último, exploratoriamente este ensayo intentará generar algu-
nas preguntas directrices acerca del futuro político del chavismo sin
Chávez, es decir, del ideal bolivariano relanzado9.
Pero antes, aclaremos algunos conceptos10. La referencia populista en
América Latina se ha afirmado desde mediados del siglo xx, refiriéndose
especialmente a los estilos y liderazgos políticos que siguieron a la depresión
económica mundial de 1929. La emergencia de la cuestión social, agravada
por la depresión económica de los años treinta, que afectó principalmente
a los países que basaban sus economías en la extracción de minerales como
Bolivia, Chile y México, puso en jaque el proyecto modernizador basado
en una estrategia de desarrollo capitalista orientada al exterior.
Como resultado acaeció un reordenamiento de las fuerzas políticas
que intentaron responder a la profunda crisis social. Los mermados
ingresos de la oligarquía repercutieron particularmente fuerte en el
mundo rural desencadenando el proceso de migraciones internas
campo-ciudad. En las grandes urbes, especialmente en ciudades como
Buenos Aires, Montevideo y Sao Paulo con altos índices de inmigración
desde Europa y Medio Oriente, el deterioro de los ingresos fiscales
detuvo la modernización tecnológica, al tiempo que apareció un cin-
turón periférico de asentamientos urbanos espontáneos de población
marginal. La legitimidad social quedó entonces seriamente compro-
metida por parte de bases que no estuvieron dispuestas a otorgar su
consentimiento pasivo a un modelo que no otorgaba beneficios.
Pero si la respuesta inicial de la oligarquía fue acentuar su her-
metismo y alentar la represión estatal —por intermedio de Fuerzas

9
En el sentido que lo entiende Juan Eduardo Romero, es decir, como «una forma de
aglutinación social que prevé se dé mediante la acción ideológica del bolivarianismo
relanzado a través de los Círculos Bolivarianos o cualquier otra estructura que
con el adjetivo bolivariano se conforme en todos los ámbitos de la vida pública».
Romero, Juan Eduardo, Discurso político, comunicación política e historia de Hugo
Chávez, Revista Ámbitos N° 13-14, Zulia, Universidad de Zulia, 2005, p. 371.
10
Esta sección sigue al capítulo primero de Aranda, Gilberto. El caso de Chávez
¿variante neopopulista o proyecto original exportable? Tesis para optar al grado
de Doctor en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Escuela de Posgrado. Santiago, Universidad de Chile, 2012.

14
Bolívar Según Chávez

Armadas dispuestas a imponer soluciones autoritarias— ante el des-


contento organizado en protestas, pronto nuevas elites en combinación
con los grupos mesocráticos emergentes implementaron un conjunto
de medidas redistributivas. La coyuntura marcó la emergencia de un
tipo de Estado de Bienestar, el Estado Asistencialista.
Este se caracterizó por políticas públicas de corte social con un
fuerte contenido clientelista, verificado en la práctica de aplicación
discrecional de las mismas por parte de burocracias estatales que inter-
cambiaron determinadas prestaciones sociales por votos11. Durante los
siguientes cuarenta años la intervención estatal bajo la forma de un
Estado Asistencialista osciló entre gobiernos nacional-populares y la
supresión de estos por parte de regímenes militares.
Precisamente este término, nacional-popular, protagonizaría en-
sayos y experiencias que redefinirían a las comunidades nacionales
dotándolas de un sentido más inclusivo12. El programa nacional popular
se realizó sobre todo en el populismo que alcanzó el poder como conse-
cuencia de la crisis provocada por la gran depresión económica del año
29. Nótese el contenido nacionalista de dicha experiencia popular que
confirma al decir de Stewart el populismo es una especie de populismo
cuyo rasgo distintivo es la equiparación de la nación con el pueblo13.
Desde dicha premisa las taxonomías clasificaron los gobiernos po-
pulistas clásicos, todos con un programa declaradamente nacionalista.
Una de éstas es la propuesta por Paul Drake que además incorpora la
distinción entre las primeras experiencias de las posteriores, bajo el
rótulo de populismos tempranos y populismos tardíos, que correspon-
derían entre otros a los gobiernos de Juan Domingo Perón en Argentina,
Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México; Víctor Raúl
11
Nos referimos al tipo de estructura diádica de intercambio, que implica el estable-
cimiento de redes asimétricas, es decir entre actores de poder y estatus desigual,
eminentemente utilitario y basado en la reciprocidad. Véase Menéndez Carrión,
Amparo, La Conquista del Voto: de Velasco a Roldós, Quito, FLACSO-CEN, 1986.
12
Germani, Gino, Política y Sociedad en una época de Transición. De la sociedad
tradicional a la sociedad de masas, Buenos Aires: Eudeba, 1961. Cfr. Con Cava-
rozzi, Marcelo; El capitalismo político tardío y su crisis en América Latina; Homo
Sapiens Editores; Buenos Aires; 1996. Este autor propone para el mismo fenómeno
el término «matriz estado-céntrica».
13
Stewart, Angus, Las raíces sociales. En: Ionescu, Ghita y Gellner, Ernest; Po-
pulismo. Sus significados y características nacionales; Buenos Aires; Amorrortu;
1969; p. 224.

15
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Haya De la Torre y su partido APRA (Alianza Popular Revolucionaria


Americana), Rómulo Betancourt y su Acción Democrática venezolana,
y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia14.
Desde este registro eminentemente historicista Paul Drake aportó
una de las tipologías clasificaciones más recordadas acerca del popu-
lismo, la que puede ser complementada siguiendo la nueva tipificación
aportada por Flavia Freidenberg para incorporar a los líderes de cierre
de siglo y principio del nuevo y que presentamos a continuación15.

POPULISMOS EN LATINOAMÉRICA

DESIGNACIÓN LAPSO ESTADOS GOBERNANTES


Populismo Temprano Primeras décadas del S. xx Argentina Hipólito Irigoyen
México Lázaro Cárdenas
Populismo Clásico Decenios Brasil Getulio Vargas
1930 – 1940 – 1950 Argentina Juan Domingo Perón
Ecuador José Velasco Ibarra
Panamá Arnulfo Arias
Populismo Tardío Decenios Argentina Juan Domingo Perón
1970 – 1980 Perú Alan García
México Carlos Salinas de Gortari
Nuevos Populismos Decenios Argentina Carlos Menem
Neoliberales 1980 – 1990 Brasil Fernando Collor de Mello
Perú Alberto Fujimori
Nuevos Populismos Decenio 1990 Bolivia Carlos Palenque
Antineoliberales Ecuador Max Fernández
Bolivia Rafael Correa
Populismos Inicios S. xxi Venezuela Evo Morales
Contemporáneos Nicaragua Hugo Chávez
Daniel Ortega

14
Drake, Paul, Conclusion: Requiem for Populism. En: Conniff, Michael (Ed.)
Latin American Populism in Comparative Perspective, Albuquerque, New Mexico
University Press, 1982, pp. 217-245. El populismo temprano a principios del siglo
xx, de corte liberal tendría y un sello reformista, con Hipólito Irigoyen en Argentina
y Arturo Alessandri en Chile como sus exponentes, mientras que el tardío sería
típicos de la década del sesenta y setenta, e incluye a Luís Echeverría de México y
el segundo mandato de Perón en Argentina.
15
Cuadro extraído de Aranda, Gilberto. El caso de Chávez ¿variante neopopulista
o proyecto original exportable? (Op. cit., p. 38). Elaborado sobre la base de Paul
Drake (op. cit.) y adicionando las distinciones Freindenberg, Flavia. La Tentación
Populista. Una Vía al Poder en América Latina. Editorial Síntesis. 2007.

16
Bolívar Según Chávez

Sin embargo si regresamos a las experiencias que se desarrollaron


principalmente entre los años treinta y los cincuenta del siglo pasado,
uno de sus rasgos más sobresalientes fue la construcción de liderazgos
personalistas con rasgos mesiánicos. Sus gobiernos pusieron en práctica
el rechazo a los conceptos liberales de la política económica, apoyados
en sentimientos nacionalistas que plantearon la necesidad de generar
un desarrollo socio-económico autónomo. Otras fórmulas de gobierno
algo menos personalistas y con desarrollo institucional mayor, aunque
siempre respaldadas por coaliciones multiclasista que colocaron el
acento en la inclusión de nuevos segmentos sociales, como el Frente
Popular en Chile o del Partido Nacional Revolucionario (PNR, 1929)
y el Partido de la Revolución Mexicana (PRM, 1938), se orientaron
hacia una relevante intervención estatal sobre la economía16. En el pri-
mer caso bajo un estado de compromiso que le llevó a pactar con las
oligarquías y la Iglesia, en el segundo con un virulento anticlericalismo
implementado en la construcción del nuevo Estado Laico y Moderno.
Adicionalmente, el populismo como mentalidad política reflejó el
descontento contra la hegemonía de ciertas oligarquías domésticas, lo
que implicó un discurso que atacaba a los partidos tradicionales de
las elites17.
Paradójicamente, el populismo representó el caso más claro de
cambio modernizador y conservación de un patrón conductual, en la
medida que preservó la lógica organicista en la relación entre el Es-
tado y la sociedad y apostó por la integración nacional. El programa
populista era un fenómeno de inclusión de los grandes contingentes
humanos excluidos, particularmente de las clases medias emergentes
y el proletariado urbano (y a veces hasta el campesinado, como en el
caso de México) por medio de su representación a través de sindicatos

16
Antecedentes directos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de 1946 y
que gobernó México hasta el año 2000. Para revisar la naturaleza inclusiva de
amplios sectores sociales tradicionalmente postergados en un sistema definido
como de Partido Hegemónico se sugiere revisar Comisión Nacional de Ideología
Partido Revolucionario Institucional, La Ideología de la Revolución Mexicana.
Declaración de principios del PNR, PRM y PRI, México DF, Editado por el PRI,
enero de 1996.
17
Sánchez, Walter, Liberalismo y Populismo en América Latina en Orrego V.,
Francisco (ed.), Transición a la democracia en América Latina, Buenos Aires, GEL
Editores, 1985, p. 64.

17
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

y partidos que el movimiento populista controló. La tenue articulación


ideológica del populismo pasó por el referido liderazgo personalista
que en la clasificación de Weber apela al tipo carismático más que al
racional-legal.
Las ideas fuerzas seleccionadas por el líder para interpelar a los
grupos fueron «desarrollo», «progreso», «industrialización» y «na-
ción», todas inscritas en el meta-relato de la modernidad. Otros trazos
ideológicos del populismo clásico combinaron las referidas demandas
nacionalistas presentes en el imaginario colectivo de los segmentos
recientemente incorporados al sistema político, un fuerte estatismo, el
culto a la personalidad del líder y políticas reformistas ad hoc, como
forma de repudio a la revolución.
Las primeras indagaciones teóricas acerca del populismo en Améri-
ca Latina acaecieron poco después de mediados del siglo xx cuando en
una Argentina, en la que el término se había divulgado, comenzó una
reflexión sistemática del tema. Dicho registro comprendió el populismo
como un movimiento social peculiar en un contexto determinado y
a menudo tenía un sentido descriptivo acumulativo. Por ello ciertos
autores lo clasifican como «generalizaciones empíricas», destacando
que autores fuera de la región al reflexionar acerca del populismo
como experiencia llegaron a reconocer 24 características diferentes18.
Desde la línea interpretativa propuesta por una mirada inspirada
en el funcionalismo, a partir del enfoque de la teoría de la moderni-
zación, los sociólogos Gino Germani y Torcuato Di Tella evaluaron la
experiencia peronista como un caso estudio en el marco del cambio de
una sociedad tradicional hacia la modernidad. En medio de un proceso
de modernización acelerada, creando bolsones donde conviven ambos
paradigmas y se enfrentan diversas tradiciones, poderes, sistemas de
sobrevivencia, conceptualizaciones sociales disímiles, que no logran
resolverse de manera adecuada. Desde este razonamiento dicho tran-
ce, sin embargo correspondía en propiedad a un «caso desviado de
modernización», en el que el liderazgo político gubernamental con-

18
Panizza, Francisco, Introducción: el populismo como espejo de la democracia, en
Panizza, Francisco, El populismo como espejo de la democracia, Fondo de Cultura
Económica, México, 2005, p. 11. Por su parte, Willes, Peter, Un síndrome, no
una doctrina: algunas tesis elementales sobre el populismo, en Ionescu, Ghita y
Gellner, Ernest, op. cit., p. 204.

18
Bolívar Según Chávez

ducía el proceso de modernización saltando etapas y presentando una


severa asincronía en aspectos geográficos, institucionales y de grupos
sociales e incluso motivacionales. Lo anterior incidía en una amplia
movilización de los sectores populares, los que sin embargo, habían
sido manipulados bajo la promesa de «integración» a la comunidad
nacional, misma que finalmente resultaba sólo parcialmente lograda.
La metodología del populismo clásico significó que la participación
plena desde las bases fue sustituida por un consentimiento popular re-
suelto en estructuras informales, las que ocultaron los problemas y los
perpetuaron, como estrategia de reproducción situacional. En el caso
de las sociedades latinoamericanas el expediente clientelar instituyó
vínculos estables de subordinación política y social.
Desde un enfoque heredero de la perspectiva de Parssons los refe-
ridos sociólogos entendían la historia de América Latina como carente
de una secuencia «normal» en el proceso de transformación moderna,
teniendo como referente el norte desarrollado. Es decir esperaban
que se combinara la movilización acelerada de la base social con su
integración a la unidad nacional en un proceso de creciente democra-
tización en el proceso de generación de representantes y autoridades
públicas. Al respecto, Germani se refirió al populismo específicamente
como: «Movimientos nacional populares que parecen representar la
forma peculiar de intervención en la vida política nacional de los es-
tratos tradicionales en curso, de rápida movilización en los países de
industrialización tardía»19.
Esta afirmación, compartida por Di Tella, explica que la expe-
riencia populista impidió que los actores del ámbito sociopolítico se
constituyeran en torno a la categoría de clase social. En su reemplazo
los actores de base, en acelerado proceso de movilización, se incorpo-
raron de manera subordinada a alianzas heterogéneas multiclasistas
centradas en la identificación de lo nacional como el lugar de todos,
excluyendo ciertas oligarquías tradicionales poco dispuestas a inte-
grarse a un nuevo Estado Nacional.
Esta reflexión responde de manera inequívoca a los denominados
estudios de la modernización, que explica el populismo como un caso

19
Germani, Gino, Política y Sociedad en una época de Transición. De la sociedad
tradicional a la sociedad de masas, p. 209.

19
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

político típico de los países subdesarrollados, durante una fase de


transición desde una sociedad tradicional a otra moderna. Al respec-
to, Germani se refiere al caso específico del peronismo: «Un caso de
manipulación, que sin embargo fue exitosa, pues logró proporcionar
un grado efectivo de participación a las capas movilizadas, aunque,
por supuesto, absteniéndose de reformas sociales o en todo caso man-
teniéndolas dentro de los límites aceptables por los grupos sociales y
económicos más poderosos»20.
Complementariamente el populismo fue tratado como un pro-
blema de época, es decir en un período de tiempo específico, una
alianza multiclasista cohesionada en torno a una líder provisto de un
programa nacional popular signado por la re-inclusión cuyo objetivo
declarado para ejecutarlo era la conquista del poder público de Es-
tado. Los autores referidos en una reflexión ex-post-facto vincularon
las experiencia descritas con las consecuencias de la crisis provocada
por la gran depresión económica del año 29 y que esta literatura lo
extendería hasta los años 50. Este acercamiento empirista del popu-
lismo registró temporalmente a este fenómeno en las experiencias de
los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado, indicando se
trataría de una respuesta política a la agudización de la cuestión social
en América Latina, que involucraba la implementación de programas
sociales de educación, salud y vivienda.
El programa populista apareció como una vía reformista para
incluir grandes contingentes humanos antes excluidos, particularmente
de las clases medias emergentes y el proletariado urbano (y a veces
hasta el campesinado como en el caso de México) por medio de su
representación a través de sindicatos y partidos que el liderazgo po-
pulista en la cima del Estado se aplicó en controlar. Adicionalmente,
el populismo como mentalidad política reflejó el descontento contra la
hegemonía de ciertas oligarquías domésticas, lo que implicó un discurso
que atacaba a los partidos tradicionales de las elites21.
Sin embargo, entre los rasgos más sobresalientes del populismo
estaba la constitución de liderazgos personalistas con rasgos mesiánicos.
De lo anterior se desprende que el líder populista fuera incorporado

20
Ibid., 212.
21
Sánchez, Walter, Op. cit., 1985, p. 64.

20
Bolívar Según Chávez

a la clasificación de Weber correspondiente al liderazgo carismático y


no al racional-legal. Para Weber el carisma es una cualidad que puede
considerarse excepcional, mágica en su origen, pues quien la posee está
investido de fuerzas extraordinarias, casi sobrenaturales, por encima
del ciudadano medio, no endosables a otro. Sobre dicha base se pueden
establecer las condiciones que hacen del líder populista un «caudillo
mago» al decir de Cassirer, con una relación demiúrgica con lo público,
expresada en la fundación de un orden nuevo, prometeico, aunque no
necesariamente pragmático. Jaguaribe exploró el registro temporal al
decir que el populismo alimentaba la esperanza de realización de los
objetivos prometidos, la relación directa, sin complejidades institucio-
nales, sin plazos eternos22. La triada definitoria del populismo era la
promesa inmediata realizable y la no mediación que garantiza atención
instantánea a las demandas populares
Los autores primigenios referidos bosquejaron este núcleo con-
ceptual a partir del cual un conjunto de atributos que compartían los
populismos en los más variados contextos locales. En esta línea se ins-
cribe el texto de Alan Knight Revolución, Democracia y Populismo en
América Latina en el que discute el «estilo político populista» centrado
en sus rasgos visibles, enfatizando la función del liderazgo populista de
pivote político flexible para construir alianzas heterogéneas. Provistos
de un liderazgo carismático y de una ideología difusa, sin un desti-
natario colectivo preciso (clase social o nación), pero ideología al fin
que privó de representación propia a los grupos sociales como parte
de una estrategia de acceso al poder o como propone Knight, un estilo
político centrado en sus rasgos exteriores, lo que facilitó la plasticidad
de constituir alianzas variopintas socialmente23.
Complementariamente, otros autores distinguieron que mientras
el populismo clásico fomentó la movilización y cierta inclusión amplia

22
Para Ernst Cassirer en la sociedad moderna los políticos hacen promesas impro-
bables e incluso imposibles, asimilándose al papel que cumplía el mago en las
sociedades primitivas, personaje con un poder absoluto. Véase también, Cassirer,
Ernst, El Mito del Estado, México, Fondo de Cultura Económica; 1997. Véase
también Jaguaribe, Helio, Problemas do desenvolvimento latinoamericano, Río
de Janeiro, 1967, p. 168.
23
Knight, Alan, Revolución, Democracia y Populismo en América Latina, Santiago
de Chile, Centro de Estudios del Bicentenario-Instituto de Historia de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, 2005, p. 242. Ver también p. 52.

21
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

(aunque de corte clientelar), las experiencias de fines de siglo xx apenas


requirieron el consentimiento pasivo de las bases sociales, promovien-
do más bien la desmovilización, marginación y fragmentación de los
ciertos sujetos sociales históricos (sindicatos), como consecuencia del
predominio de la concentración del capital y el desmantelamiento del
escaso estado de bienestar existente bajo formas apenas asistencialis-
tas. La apertura económica, y liberalización comercial fue asociada
a la desregulación de todos los sectores económico-sociales, y su
correspondiente privatización. Respecto a la variante neopopulista, el
artículo de Conniff examina las implicancias del prefijo neo atendiendo
precisamente al papel que se otorgaba al segmento militar, del que el
populismo clásico desconfió profundamente24.
Aunque no podemos atribuir a los enfoques de Knight y Conniff
un carácter eminentemente funcionalista, sí los ubicamos como em-
piristas acumulativos. Forman parte de una gran cantidad de autores
contemporáneos centrados en la reflexión del populismo por medio
de una serie de propiedades acumuladas que harían también de las
actuales experiencias políticas alternativas latinoamericanas referentes
claramente populistas. La escuela norteamericana se presentaría por los
autores referidos mientras que los estudios desde España del argentino
Carlos Malamud, Flavia Freidenberg y Sussane Gratius hacen parte
de esta perspectiva legataria de los estudios clásicos funcionalistas y
el empirismo acumulativo.
Estos autores también han ensayado la evaluación de populismo
chavista. La literatura mayoritariamente de origen norteamericano y
europeo (Connif, Hermet, Freidenberg, Gratius, Paramio) y algunos
latinoamericanos (Krauze, Malamud), relacionan el régimen de Chávez
con la reedición del viejo populismo bajo nuevas condiciones de cri-
sis. Sus reflexiones se cimentaron en el cúmulo de propiedades del
viejo populismo presentes en el estilo del comandante. Otras escuelas
aportarían enfoques algo más originales al respecto. Pero en uno y
otro caso concluyen supuestas escasas credenciales democráticas del

24
Conniff, Michael, Neopopulismo en América Latina. La década de los noventa y
después, en: Revista de Ciencia Política Vol. XXIII; (1), 31-38, Santiago, Pontificia
Universidad Católica de Chile, 2003. La argumentación de Conniff de la nueva
categoría reposó sobre las nuevas estrategias inauguradas por el teniente coronel
Hugo Chávez, aunque ya se intuía presente en otros líderes.

22
Bolívar Según Chávez

régimen chavista, reflejada en una democracia débil o electoral, o a


lo más, describiéndola como una experiencia de cohabitación entre el
autoritarismo y la democracia, producto de la ampliación de la parti-
cipación ciudadana y de la restricción simultánea, lo que remitiría al
concepto de régimen híbrido25.
Ya hacia fines de la década de los sesenta los enfoques estruc-
turalistas ensayaron reflexiones diferentes a los acumulativistas-
funcionalistas al abordar la cuestión del populismo. Aun cuando
compartían con ellos la consignación del populismo como un fenómeno
epocal los registros historicistas enfatizaron el vínculo del populismo
con un determinado período histórico claramente reconocible en
América Latina.
Entre quienes se destacaron tempranamente en cultivar dicha pro-
xémica conceptual fueron quienes desde la Teoría de la dependencia,
el brasileño Fernando Henrique se abocó a estudiar la región desde
las experiencias económicas dominantes en la historia de América La-
tina26. Elementos como los de hegemonía, de resonancia gramsciana,
y las clases sociales centrales y periféricas fueron parte de su aparato
propositivo. Sobre dicha posición distinguieron la emergencia de un
llamado «populismo desarrollista», ubicándola temporalmente entre
las décadas de los años 30 a los 60. Al igual que los funcionalistas
reconocieron que era parte de un período transicional caracterizado
por la formación de alianzas de poder que incorporaron a las clases
medias urbanas, las burguesías industriales y comerciales coludidas en
un sistema de dominio que se expresa en políticas de consolidación del
mercado interno y de industrialización.
La originalidad del enfoque radicó en una perspectiva que con-
sideró al Estado como el principal agente económico del desarrollo
interno, o al no asumir dicho rol el responsable de la dependencia
externa. A partir de ello se enuncia una relación que revisa la relación
entre populismo y liberalismo económico, como el caso de Argenti-

25
Gratius, Sussane, La «Revolución» de Hugo Chávez: ¿Proyecto de izquierda o
populismo histórico?, Madrid, Fride, enero de 2006, p. 4. Además véase Dia-
mond, Larry, Thinking about Hybrid regimes, in Journal of Democracy, vol. 13
(2), Wahington DC, april 2002, pp. 21-25.
26
Cardoso, Fernando, El Modelo Político Brasileño, en Cardoso, Fernando, Estado
y Sociedad en América Latina, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1972.

23
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

na; el populismo y el desarrollo nacional, en Brasil, como caso más


señero o el Estado como principal impulsor del desarrollo en el caso
de Chile27.
En este mismo enfoque se ubica Octavio Ianni quien se centra en
los elementos comunes en las diversas manifestaciones del populismo28.
Concibe este tipo de respuesta política también como un tránsito desde
sociedades estamentales o de castas hacia sociedades de clases, apare-
ciendo nuevamente el tema de la modernidad. Para Ianni el populismo
se presenta en la fase más álgida de la contienda política de grupos
afincados en centros urbanos y polos industriales (correspondiente a
la etapa final de la disociación entre los trabajadores y los medios de
producción). El gobierno populista representa un compromiso entre
las nuevas tendencias del sistema social y la imposición desde el poder
de la dependencia económica. El carácter de clase de esta forma de
resolución política se concretiza a través de dos opciones a) un popu-
lismo de las elites burguesas y las clases medias que manipularían a
las masas; b) el populismo de las masas que exigen atención social a
los titulares del poder29
El concepto de crisis de hegemonía es colocado en el centro del
debate, subrayando la racionalidad del comportamiento de las organi-
zaciones sindicales obreras. Desde este punto de vista es que Mackin-
non y Petrone argumentan que el conflicto del sector manufacturero
no se explica por el éxito de un nuevo grupo hegemónico, los sectores
industriales urbanos, sino que más bien por el proceso de ebullición
social desatado por la referida dimensión de criticidad. Dicho proceso
no fue dirigido por las clases históricamente dominantes sino que por
quienes dirigían el Estado, quienes se abocaron a la construcción de
nuevas alianzas sociales de amplia participación, a las que denominaron
alianzas multiclasistas. De esta forma capitalistas industriales débiles
y clases trabajadoras y grupos marginales fueron enrielados en movi-
27
Mackinnon, María y Petrone, Mario Alberto, Los complejos de la cenicienta,
en Mackinnon, María y Petrone Mario Alberto (Comps.), Populismo y neopo-
pulismo en América Latina; el problema de la cenicienta, Buenos Aires, Eudeba,
1999, p. 27.
28
Ianni, Octavio, «Populismo y relaciones de clase», en: Germani, Gino, Di Tella,
Torcuato y Ianni, Octavio, Populismo y Contradicciones de Clase en Latinoamérica,
Ciudad de México, Ediciones Era, 1973, pp. 83-85.
29
Ianni, Octavio, op. cit., p. 88.

24
Bolívar Según Chávez

mientos nacional-populares, expresión política de una alianza vertical


que pasa a constituir el nuevo bloque histórico30.
Sobre este punto Torre explica el populismo desde los intereses de
clase vertida en una cierta racionalidad de los sectores urbanos paupe-
rizados que se basaría en la maximización de los beneficios materiales,
o mejor dicho, en la concesión de ciertos beneficios a la base social por
parte de aparato gubernamental31. El liderazgo personalista aporta en
una nueva identificación social que refuerza la cohesión y la solida-
ridad de las masas obreras. Para Francisco Weffort en cambio, quien
a propósito de la crisis política que afectó a Brasil en 1930 explica
el modelo carioca de desarrollo económico32. Su reflexión comienza
colocando en evidencia la pérdida de influencia de la oligarquía y su
ideología liberal (aproximándose al examen de Germani y Di Tella),
proceso que acompaña la debilidad de los grupos de industriales y
comerciantes urbanos. En un momento de indefinición hegemónica
irrumpirían las clases populares articuladas en torno al emergente
proceso de industrialización y concentración urbana, las que habrían
reclamado un nuevo «Estado de compromiso». Los representantes del
gobierno estarían a cargo de nuevos equilibrios y acomodos mediante
el ejercicio de conciliación de intereses. Por lo tanto ante la ausencia
de un actor social que asumiera la exclusividad del poder o tuviera
garantizado por sí mismo la hegemonía, el liderazgo populista asumía
la representación de los nuevos sectores. Desde esta perspectiva el líder
populista patrocinaba un estado de compromiso que podía incluir a
rancias elites oligárquicas o la misma Iglesia inclusive, mientras que en
contextos políticos anticlericales abocándose a incluir en el plan de re-
formas sociales a sectores populares, obreros y campesinos, como en el
caso de los gobiernos mexicanos posteriores a la revolución mexicana.
La década siguiente el trabajo de James Malloy quien enmarcó la
reflexión del populismo en las categorías de autoritarismo y corpo-
rativismo. Estos regímenes populistas son caracterizados por fuertes
30
Mackinnon, María y Petrone Mario Alberto, Los complejos de la cenicienta, en
Mackinnon, María y Petrone, Mario Alberto (Comps.), op. cit., p. 29.
31
Torre, Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del
populismo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990.
32
Weffort, Francisco, Clases populares y desarrollo social (contribución al estudio
del populismo, en: Revista Paraguaya de Sociología, año 5 (13), Asunción, Centro
Paraguayo de Estudios Sociológicos, 1968.

25
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

y autónomas estructuras de gobierno que buscan imponer sobre la


sociedad un sistema de intereses, limitando el pluralismo. El origen de
este tipo de experiencia fue asociado a la crisis de la dependencia que
experimento el tipo de desarrollo dependiente retrasado de la región,
en torno a los años treinta. La consecuencia de su establecimiento es
el quiebre de la estructura democrática liberal, remplazándola por
un papel potenciado del Estado, aunque sin deslizarse hacia posturas
socialistas. A menudo enarbolaban una tercera posición, rechazando
el principio marxista de clases y el individualismo del liberalismo. Los
temas dominantes del populismo fueron Estado, nación, desarrollo y
sobretodo justicia social. De tal manera que los populismo ofrecie-
ron gratificaciones simbólicas a partir del liderazgo carismático y los
símbolos de la integración, retórica y acciones nacionalistas y gratifi-
caciones materiales bajo la forma de aumentos salariales y expansión
de servicios públicos33.
Una de los últimos aportes desde esta perspectiva estructuralista
es la del sociólogo francés Alain Touraine. Para él no se puede hablar
de movimiento populista al margen de las estructuras de poder. Por
tanto las fuerzas nacional-populares se organizarían desde un partido
o corriente política o desde los Estados, identificados o no con los
referentes mencionados, lo que significa plantear diferencias entre un
movimiento popular, un partido populista o un estado populista34.
Siguiendo su razonamiento y a diferencia de Europa en América Lati-
na las clases sociales fueron reactivas a la intervención del Estado. Es
decir los movimientos sociales carecieron de autonomía y más bien
se presentaron como dependientes, siendo los regímenes nacional-
populares quienes condujeron el proceso que combinó la esfera social,
la política y la estatal. Touraine definió al régimen nacional popular
como: «Un régimen nacional popular se define por la interdependencia
de tres componentes: el Estado como defensor de la identidad nacional
frente a una dominación extranjera; mecanismos políticos y sociales
de integración; la defensa de la cultura nacional y popular»35.

33
Malloy, James, op. cit.
34
Touraine, Alain, op. cit., p. 169.
35
Ibid., op. cit., p. 167.

26
Bolívar Según Chávez

De esta manera una política de corte nacional-popular vincula


la referencialidad al pueblo en tanto núcleo esencial, la nación como
comunidad o colectivo y el Estado como el agente transformador de la
situación de los anteriores. Por cierto este acercamiento comparte parte
de la diagnosis con sus precedentes, los acumulativistas-funcionalistas,
aunque es más cercano a los históricos-estructuralistas. Los elementos
comunes son a) su vinculación con un determinado estadio del desarro-
llo capitalista conocido como modelo ISI; b) una evaluación negativa
del fenómeno que enfatizaba la manipulación por parte de un líder
autoritario, un proceso de movilización organizada verticalmente fuera
de los cauces institucionales, ausencia de sentido de clase, subordina-
ción social completa al Estado, reflejado en sindicatos excesivamente
burocratizados y controlados por el Estado; c) La relevancia de la
«pertenencia» a una comunidad específica36.
En síntesis, todos síntomas de un caso de modernización desviada
del «tipo ideal» seguido por las sociedades desarrolladas del norte.
Dicho derrotero había sido ensayado profusamente desde la década
de los sesenta: Stewart reflexionó acerca de la aparición de los movi-
mientos populistas vinculados a sociedades con conciencia de ocupar
una posición periférica respecto de los centros de poder, y que Minogue
precisó como la autoconcepción de pertenecer a la periferia pobre de
un sistema industrial. En el contexto de una crisis de desarrollo «los
movimientos populistas se fundan en la creencia de que es posible
controlar el proceso de modernización»37, compartiendo en anhelo de
alcanzar una síntesis entre los valores básicos de la cultura tradicional
y la necesidad de modernización. Pero a pesar de involucrar grados de
conciencia apenas algunos autores habían rescatado la racionalidad
efectiva de los sectores que integraban dichos movimientos.
Para los tributarios de la teorías de la modernización (Germani y
Di Tella) y los históricos estructuralistas, empapados de las teorías de
la dependencia, el populismo representó el caso más claro de cambio
modernizador y conservación de un patrón conductual, en la medida

36
Macrae, Donald, El Populismo como ideología, en Ionescu, Ghita y Gellner,
Ernest, op. cit., p. 191.
37
Stewart, Angus, op. cit., pp. 222 y 229; la cita en Minogue, Kenneth, El Popu-
lismo como movimiento político, en: Ionescu, Ghita y Gellner, Ernest, op. cit.,
p. 257.

27
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

que preservó la lógica organicista en la relación entre el Estado y nue-


vos sectores sociales movilizados por la cuestión de la integración a
los beneficios de un sistema.
Resulta llamativo, entonces, que desde un registro historicista estruc-
tural surgiera la principal crítica de autores que rechazara la posibilidad
de comparar los populismos clásicos con los «nuevos» de los noventa.
La crítica estribó en la explicación mono-causal de los acumulativistas-
funcionalistas que, por ejemplo, había caracterizado el populismo como
una ideología difusa sin un destinatario colectivo preciso, o bien había
colocado énfasis en la constitución de alianzas policlasistas, bajo la
dirección de las clases medias y burguesas, orientadas a crear un régi-
men social que asegurara el desarrollo capitalista independiente bajo la
tutela de un régimen paternalista, evitando los excesos de la propiedad
privada. Para este enfoque crítico dichas explicaciones olvidaron que
la autoridad de estas coaliciones combinaba recursos tradicionales y
carismáticos. Todas fueron acusadas de aproximaciones reduccionistas.
La crítica más aguda a la tendencia a asimilar «viejos» y «nuevos»
populismos fue el historiador argentino Carlos Vilas38. Este previno
acerca de la inclinación de estudiar el populismo desde una propiedad
específica, alertando particularmente contra el supuesto reduccionismo
discursivo de Laclau, que observaremos más adelante, así como también
el paradigma fiscalista propuesto por los economistas39.
Vilas rotuló los nuevos liderazgos más bien como antipopulis-
tas debido a su efecto de fragmentación y des-representación social
debilitante de las condiciones para el ejercicio de cualquier tipo de
ciudadanía40. Lo anterior alejaría ostensiblemente la experiencia de los
noventa, entre las que contaba Salinas de Gortari, Carlos Saúl Menem
y Alberto Fujimori, de los populismos clásicos.

38
Vilas, Carlos, La democratización fundamental. El populismo en América Latina,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1994, y Vilas, Carlos, Po-
pulismos reciclados o neoliberalismo a secas, en Ahumada, Consuelo y Angarita,
Telma, La región andina: entre los nuevos populismos y la movilización social,
Bogotá, Universidad Javeriana, 2003.
39
Laclau, Ernesto, Política e ideología en la Teoría Marxista, México, Siglo xxi,
1978, 201p. y Vilas, Carlos, Populismos reciclados o neoliberalismo a secas, en
Ahumada, Consuelo y Angarita, Telma, op. cit., p. 20.
40
Vilas, Carlos, Populismos reciclados o neoliberalismo a secas, en Ahumada,
Consuelo y Angarita, Telma, op. cit., pp. 35-36.

28
Bolívar Según Chávez

Describió las nuevas experiencias como un tipo de respuesta de


corte funcional a la profundidad de la crisis económica de los ochenta-
noventa que alentaba la aparición de nuevos liderazgos provenientes
de los partidos tradicionales, aunque con un discurso de autonomía
frente a los mismos, lo que les valió un vigoroso apoyo social.
Desde esta perspectiva los liderazgos de fines del siglo xx respondie-
ron a la llamada «informalización de la política», signada por la eclosión
de procesos que se desplegaron al margen y en ocasiones en contra de la
política tradicional como en el caso del despliegue frente a los medios de
comunicación masiva, y no pocas veces, saltando la institucionalidad demo-
crática. Dicho proceso se extendía a partir de la crisis de mediación de los
partidos políticos y la aplicación indiscriminada de políticas neoliberales.
Es así como Menem en Argentina, y Fujimori en el Perú, Bucaram en Ecua-
dor o Collor de Mello en Brasil cumplieron dichas fórmulas, reeditando la
experiencias populistas aunque sólo en términos demagógicos para Vilas41.
Es que aunque los así llamados «neopopulistas» de la última dé-
cada del siglo pasado habían adoptado ciertos perfiles mesiánicos que
recordaban el registro populista clásico, la participación de los secto-
res populares respecto al sistema socio económico propuesto desde el
poder, fue aún mucho menos activa que la de mediados del siglo xx.
La consecuencia fue un desarrollo endógeno asimétrico con mayores
márgenes de exclusión, inestabilidad, vulnerabilidad y desigualdad
entre regiones, países, empresas y personas.
Para destrabar la confusión conceptual el autor argentino propuso
enfatizar la relación entre el populismo histórico y el modelo de ISI.
De origen disciplinar historiador, Carlos Vilas utilizó las premisas his-
tóricas estructuralistas para explicar las posibilidades y modalidades
del populismo por medio del nivel de desarrollo y el tipo dominante
de relaciones de producción. En los noventa aseveró que el populismo
era esencialmente una estrategia de acumulación de capital, que hace
de la ampliación del consumo personal un ingrediente central, enmar-
cada en el proceso de incorporación de las clases populares a la vida
política institucional42.
41
Vilas, Carlos, Populismos reciclados o neoliberalismo a secas, en Ahumada,
Consuelo y Angarita, Telma, op. cit., 2003
42
Vilas, Carlos, Editorial Concaculta 1995, La democratización fundamental. El
populismo en América Latina, 1994, p. 131.

29
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

El autor aseveró que desde los años 30 hasta la década del 60, el
modo de producción y desarrollo capitalista se verificó bajo la versión
ISI, con una primera fase proteccionista —respondiendo a la crisis de
1929— para posteriormente pasar a una etapa industrial-exportadora.
De lo anterior se infiere un cambio en el modelo económico de la región
cuyo objetivo era incrementar el proceso industrializador en la región
y así disminuir la dependencia externa.
El impulso a la estrategia populista de acumulación exigía una
reorientación del funcionamiento de la estructura productiva, y por lo
tanto la introducción de alteraciones en la composición del bloque de
fuerzas dominantes43. El tránsito de situación populista a la estrategia
populista fue dado desde afuera de la burguesía industrial. La estrategia
populista de acumulación, convertida ahora en política económica e
impulsada desde el Estado, no fue ya solamente una forma de afian-
zar a la industria en la estructura de la producción, sino también de
alimentar la movilización de masas y de consolidar políticamente al
capital industrial nacional tanto en sus contradicciones con el sistema
exportador, como frente a las propias masas44
Vilas aseguró que desde el marco histórico referido hubo elementos
detonantes de la experiencia populista que podemos caracterizar como
una coyuntura específica. Esta se concretizo en la crisis institucional y
política, traducidas en la pérdida de credibilidad de los viejos partidos
políticos y más que eso la deslegitimación del sistema institucional. Se
trató de una época de búsqueda de nuevos canales de representación
por medio de movimientos organizados en torno a un líder45. Las ma-
yores demandas enfatizaban educación, salud, vivienda. En opinión
de Vilas dichas exigencias fungieron con satisfactores no salariales de
las expectativas de la base social, y más relevante que ello, como una
vía de integración social46.
La cuestión central para el autor fue la confrontación de la región
a un nuevo ciclo de crisis económicas y de debilitamiento político –
institucional producto de la inestabilidad del sistema político durante

43
Op. cit., pp. 130-131.
44
Ibid.
45
Vilas, Carlos, Populismos reciclados o neoliberalismo a secas, en Ahumada,
Consuelo y Angarita, Telma, op. cit., pp. 15 y 25.
46
Ibid., p. 19.

30
Bolívar Según Chávez

los ochenta. Aun cuando promediando el siglo se habían alcanzado


índices relativamente altos de crecimiento del producto para la región,
la década referida, constituyó una frontera infranqueable para el mo-
delo. La poca eficaz estructura de incentivos desalentó el ahorro y la
inversión, lo que a su vez sacrificó la capacidad exportadora de los
países. Los estados respondieron con medidas que no atendieron la
disciplina fiscal y monetaria. La mesa estaba servida entonces para la
denominada «década perdida», signada por cifras crecimiento estan-
cado cuando no negativo.
La nueva crisis supuso la dilapidación definitiva del modelo ISI y su
remplazo por el recetario de las instituciones financieras internacionales
lo que significó la implementación del neoliberalismo. Desde el modelo
de la Escuela de Chicago la responsabilidad correspondía a que parte
considerable de la iniciativa se originaba en el Estado, que seguía un
recetario proteccionista, mientras que el Sector Privado estaba relegado
a un segundo plano. Según Vilas el neoliberalismo proponía en su lugar
que a) el gobierno no debía tener espacio en este ejercicio económico,
excepto como consecuencias de las opciones individuales tomadas en
el mercado. Por consiguiente, a) la renuncia del gobierno a jugar deter-
minados roles de autoridad pública, practicándose la libertad total de
los precios del mercado, la des-regulación de los mismos, librecambio
comercial y reducción de las funciones y del tamaño del Estado. b) el
lugar preponderante del libre mercado, espacio socioeconómico ideal
para promover la competencia, estimular los precios e incentivar la
producción de bienes y servicios. c) el corolario era un menguado papel
asignado al Estado en este modelo, que conforme a la crítica acerca
de la participación exagerada de éste, se sostenía que no era un buen
administrador de los recursos, sino que más bien un ente perturbador
del mercado. Ergo, se atribuía al neoliberalismo la crítica al Estado
de Bienestar que garantizaba los mínimos indispensables a toda la
ciudadanía. d) Finalmente se estableció la protección absoluta a la
propiedad privada. Dado que el papel final del Estado en este sistema
era nulo, debía promoverse procesos de privatización de las empresas
nacionales. La premisa es la suposición de un Estado sin capacidades
de gestión para orientar la actividad empresarial. De la misma manera
rechazaba impuestos a la renta progresivos y los derechos de aduana

31
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

especiales sobre los artículos de lujo todos elementos que fundían la


libre iniciativa.
Así, mientras el populismo clásico promovió una movilización
y cierta inclusión amplia (aunque de corte clientelar), en las nuevas
experiencias de los noventas apenas requirió el consentimiento proce-
dimental pasivo de las bases sociales, deviniendo en desmovilización,
marginación, fragmentación de los sujetos sociales tradicionales, par-
tidos y sindicatos, como consecuencia del predominio de la concentra-
ción del capital y el desmantelamiento del escaso Estado de bienestar
existente. La liberalización comercial y la apertura de los mercados
fueron vinculadas a la desregulación de todos los sectores económico-
sociales, paso previo a la privatización. La conclusión de Vilas es que
«el populismo latinoamericano correspondió a un momento determi-
nado del desarrollo capitalista»47. Esta narración de corte epocal en
definitiva redujo a un tiempo pretérito la complejidad de un fenómeno
que fue simplificado a una de sus partes constitutivas, el modelo ISI48.
Finalmente, el tema de los viejos y nuevos populismo se expresa
un esclarecedor artículo de Guy Hermet al contraponer la libertad de
los antiguos y la libertad de los modernos, para hablar del populismo
de los antiguos versus la de los modernos en un examen que trascendió
los límites de América Latina para pensar en otras periferias como la
de Europa del Este e incluso en experiencias de Europa Occidental
como el movimiento de Le Pen. Mientras el populismo de los antiguos
expresaría para este autor la protesta crónica de poblaciones pauperi-
zadas frente a diversas elites oligárquicas, el populismo de los moder-
nos no fue sólo expresión de los pobres sino de diversas poblaciones,
desfavorecidos en el sistema, en ocasiones sectores semi acomodados,
así como aquellas que emergen a propósito de la desindustrialización
y la informalización laboral. Sin embargo, ya a esas alturas, Hermet
reconocía que el panorama para designar y aplicar la categoría de
neopopulistas se había complicado en demasía, ante la emergencia de
liderazgos como el del teniente coronel Hugo Chávez en Venezuela y
el coronel Lucio Gutiérrez en Ecuador, ambos caracterizados como

47
Vilas, Carlos, Populismos reciclados o neoliberalismo a secas, en Ahumada,
Consuelo y Angarita, Telma, op. cit., p. 15.
48
Ibid., p. 18.

32
Bolívar Según Chávez

vetero-populistas49. Dichas experiencias que emergieron a fines del


siglo pasado contenían un programa de reformas que al centrarse en
una integración más que simbólica de los excluidos actualizaban en
algunos sentidos al populismo clásico.
En esta reflexión, el personaje que ha desatado mayor controver-
sia es precisamente Chávez. El profesor Víctor Bulmer-Thomas, por
ejemplo, llamó la atención acerca de las diferencias existentes entre
un político populista y aquel político que intenta ser popular entre
sus bases50. Para el académico de Chatam House, los diversos pro-
gramas sociales de gobiernos como los de Chávez —bautizados como
misiones— podrían seguir aplicándose siempre y cuando el precio del
petróleo se mantuviera sobre los 50 dólares por barril, sin arriesgar la
estabilidad macroeconómica de Venezuela. Al mismo tiempo reconocía
que dichos índices habían mejorado sostenidamente en los últimos
años de gestión chavista, lo que en su opinión dificultaba aún más su
ubicación en el mapa conceptual del populismo. Incluso agregó que
aunque Chávez no se declare cercano a la libre empresa o a la libertad
de movimiento de capital, al menos hasta 2006 —tiempo de nuestra
indagación— hizo una gestión económica atendiendo a las lecciones
extraídas de la década de los ochenta.
Años antes, en un artículo de la revista Nueva Sociedad, Steve
Ellner realizó el ejercicio de comparar las prácticas, actores y políticas
del chavismo con relación a la democracia delegativa, el neopopulismo
y el populismo concluyendo que aunque estaba algo más próxima al
fenómeno clásico, no se identificaba plenamente con ninguna de dichas
experiencias51. En la vereda opuesta están una serie de académicos que
han subrayado los rasgos comunes entre los populismos clásicos y las
experiencias de «nueva izquierda» del siglo xxi, destacando la idea
de las tres olas populistas, acuñada por Lanzaro52, complementada
por Gratius en un artículo denominado «La tercera Ola Populista de
49
Hermet, Guy, op. cit., pp. 13-14.
50
Bulmer-Thomas, Víctor, op. cit., p. 7.
51
Ellner, Steve, Venezuela Imprevisible. Populismo radical y globalización, en Nueva
Sociedad (183), 11-26, Caracas, Ediciones Nueva Sociedad, 2003, p. 18-22.
52
Lanzaro, Jorge, La «Tercera Ola» de las Izquierdas Latinoamericanas: entre el
Populismo y la Socialdemocracia, en: Pérez Herrero, Pedro (Ed.), La «Izquierda»
en América Latina, Fundación Pablo Iglesias – Friedrich Ebert Stiftung - Instituto
Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 2006.

33
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

América Latina»53. En otra perspectiva, Nelly Arenas insiste en el re-


gistro examinando clásico la práctica de otrora; en sus aspectos como
la movilización popular, la dinámica carismática del liderazgo, el pro-
grama reformista, la concepción de desarrollo en sentido autónomo, el
nacionalismo, la promesa de redención, contrastándola con la praxis
de ahora de un líder outsider y la participación de las Fuerzas Arma-
das54. En tanto Paramio destaca los antecedentes comunes —crisis del
sistema de representación y vastos segmentos sociales que se sentían
excluidos— sobre la emergencia de las experiencias de Juan Domingo
Perón, Getulio Vargas y Hugo Chávez55.
Para Paramio la posibilidad de incluir a diversas experiencias
económicas bajo el mismo rótulo es simplemente la constatación que
el populismo es un fenómeno eminentemente político que puede ope-
rar con diversas lógicas económicas, o como afirma Lanzaro es una
configuración política-institucional vinculada a diversos patrones de
desarrollo56. Dicho alcance, como el propio Paramio observa, es una de
las premisas del trabajo de Laclau que agrega al carácter político del
populismo una lógica discursiva constituyéndose entonces un discurso
político57, o en otras palabras el populismo observado en tanto lógica
inherente a lo político58.
Laclau, en cambio, insiste en observar los mecanismos maniqueos
del discurso populista, presentándolos como el eje articulatorio antagó-
nico, en el que el enunciante discursivo se auto-reconoce como el único,
auténtico y exclusivo representante del pueblo y depositario último del
interés nacional. Las diversas tradiciones populares contemplan el con-
junto de interpelaciones que expresan la contradicción pueblo/bloque
de poder, una cuestión diferente a la oposición de clases sociales. Es
53
Gratius, Sussane, La Tercera Ola populista de América Latina. http://www.fride.
org/descarga/WP45_Populismo_America_Latina_ES_oct07.pdf
54
Arenas, Nelly, El gobierno de Hugo Chávez: Populismo de Otrora y de Ahora»,
Nueva Sociedad (200), pp. 38-50, Buenos Aires, 2006.
55
Lanzaro, Jorge, op. cit., 66p.
56
Paramio, Ludolfo, La izquierda y el populismo, 30p. y Lanzaro, Jorge, op. cit.,
61p.
57
Paramio, Ludolfo, La izquierda y el populismo, 26p.
58
Retamozo, Martín, Populismo y Teoría Política: De una teoría hacia una episte-
mología del populismo hacia América Latina, Revista Venezolana de Economía y
Ciencias Sociales año/vol. 12, (002), Caracas, Universidad Central de Venezuela,
mayo-agosto, 2006, p.101.

34
Bolívar Según Chávez

decir, dicha inflexión teórica supuso el abandono de la centralidad de


la unidad clase social para operar fundamentalmente con el carácter
heterogéneo del campo social. Es que para Laclau lo social es de suyo
heterogéneo, contingente e infinito59.
Por lo tanto lo que hace a un discurso ideológico «populista» sería
un determinado tipo de articulación de las interpelaciones popular-
democráticas del mismo, es decir expresa un conjunto sintético anta-
gónico respecto de la ideología dominante, en una lógica que puede
ser tipificada como de equivalencia y diferencia60. De esta manera, se
contraponen los campos popular y oligárquico. El populismo construye
los componentes populares democráticos como elementos opuestos al
bloque de poder: «Una clase es hegemónica no tanto en cuanto logra
imponer una concepción uniforme de mundo al resto de la sociedad
sino en tanto logra articular diferentes visiones de mundo en forma tal
que el antagonismo potencial de las mismas resulte neutralizado»61.
Esta es la función que denomino prometeica del populismo y
que corresponde la figura del liderazgo pionero, ínsita al populismo.
Finalmente Laclau alude el reconocimiento de un líder que a través
de un discurso congrega en torno a su persona una unidad imagina-
ria de segmentos heterogéneos bajo el rótulo homogéneo de pueblo,
dotándolo de paso de una identidad específica política. Como indica
Retamozo, «sitúa el debate en que tipo de identidades y proyectos serán
protagonistas en las luchas por la emancipación»62. La construcción
de identidades con orientación política retroalimenta el trazado previo
de fronteras sociales para decantaren la referida dicotomización del
campo político63. Es que para Laclau el momento primigenio de insti-
tución de la sociedad es propiamente la dimensión política, capaz de

59
Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal, Hegemonía y estrategia socialista: Hacia
una política democrática radical, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,
1985. Se trata de El texto infinito si seguimos a Derrida.
60
Laclau, Ernesto, La razón populista, México, Fondo de Cultura Económica, 2005.
61
Mackinnon, María y Petrone Mario Alberto, Los complejos de la cenicienta, en
Mackinnon, María y Petrone, Mario Alberto (Comps.), op. cit., p. 33.
62
Retamozo, Martín, pp. cit., p. 98. Con ello la reflexión acerca del populismo se
constituye en un punto de entrada para el análisis dual de lo político y las identi-
dades sociales.
63
Laclau, Ernesto, Populismo y transformación del imaginario político en América
Latina, Boletín de Estudios Latinoamericanos y del Caribe (42), pp. 25-38, 1987.

35
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

suturar la indeterminación propia de lo social en un orden político64.


Para ello Laclau expone su teoría de las demandas sociales. Estas se
producen en la estructura social ofrece situaciones insatisfactorias
para un grupo cuya reacción es demandar la solución de las mismas.
Pero si el aparato estatal y sus instituciones no generan respuestas ni
se muestra capaz de atender reclamos, éstas pasan a ser frustraciones
que gradualmente afectan la legitimidad del sistema.
Para examinar los rasgos performativos de la democracia de la
V República Venezolana hay que estar consciente de algunos de estos
elementos, revisando la propuesta de democracia participativa y pro-
tagónica al calor de un líder que privilegia la interlocución directa en
clave mítica con sus adherentes, sin perder de vista que tipo de brecha
separa a ambas prácticas. Se trata de aplicar un criterio político antes
que una predefinición conceptual.
Así queda claro que incluso respecto del discurso latinoameri-
canista esgrimido por Chávez está afincado desde el recuerdo de la
independencia que «se orienta a la búsqueda de una democracia au-
téntica y exalta los beneficios de la ilustración articulando, como todo
proceso que presenta como emancipatorio, libertad e igualdad»65. Una
arista novedosa, como veremos es que dicho proceso se propone no
sólo para Venezuela sino que en un espacio continental a reconstruir66.
Pensamos que las dimensiones carismáticas, mesiánicas —soterio-
lógicas a veces si se prefiere— de Chávez aparecen precisamente en su
permanente referencia al pretérito bolivariano de Venezuela: aquella
que supone que su objetivo es culminar la tarea del héroe patrio. Se
trata de una original actualización mítica.
Sin embargo, se puede concluir que el populismo es un discurso
estratégico político no reñido per se con la democracia —aunque en
determinados casos podría deslizarse al autoritarismo—, acompañado
por políticas públicas inclusivas.
Entonces para establecer el eventual y supuesto carácter populista
del chavismo adoptaremos el punto de vista de Laclau, Arditi y Panizza
para evaluar el discurso y la lógica política dicotómica y carismática-

64
Retamozo, Martín, op. cit., p. 103.
65
Narvaja de Arnoux, Elvira., op. cit., p.16.
66
Ibid., 18p.

36
Bolívar Según Chávez

redentora, adicionando el interés por explorar los tipos de organización


interna que propende y las políticas públicas que emprende. Si estás
últimas se inclinan por generar inclusión social y política de nuevos
sectores, organizados o no.

Cuadro Resumen: concepto de populismo67

ENFOQUES AUTORES CARACTERÍSTICAS

Germani, Di Tella, Líder carismático


Funcionalistas Drake, Conniff, Multiclasismo urbano
Acumulativista Malamud, Gratius, Tránsito a la modernidad
Freidemberg, Hermet Crisis de la representación

Cardoso-Faletto, Desarrollismo
Histórico
Ianni, Weffort, Malloy, (modelo ISI)
Estructuralistas
Touraine, Vilas Época (30-60)
Crisis de hegemonía

POPULISMOS Sachs, Dornbusch- Irresponsabilidad


Economicistas Edwards, Kauffman, macroeconómica
Stallings Crecimiento
Redistribución

Laclau, Canovan, Lan- Frontera y dicotomía


der, Panizza, Arditi, entre bloque de poder
y pueblo.
Discursivistas
Cadena equivalencial
de demandas distintas
(identidades).
Ruptura de un viejo
orden.

Estratégica Weyland

67
Cuadro extraído de Aranda, Gilberto. El caso de Chávez ¿variante neopopulista
o proyecto original exportable?, op. cit., p. 105.

37
Capítulo 1
El papel del mito
en los proyectos políticos68

En los procesos de identificación social muchas veces la evalua-


ción del pasado es un elemento fundamental. «La existencia objetiva
de esa valoración ha propiciado que distintos actores sociales, en
diferentes momentos históricos, hayan hecho uso del pasado en la
estructuración de las ideologías que sustentan los procesos de identi-
ficación y, en consecuencia, sus propios proyectos políticos»69. Al decir
de Worsley: «Los hombres escudriñan en el pasado con el objeto de
hallar legitimaciones para el presente: descubren precursores, describen
una genealogía intelectual, reescriben la historia»70.
De esta manera, tanto los proyectos políticos contrapuestos como
los otros absolutamente nuevos, reconstruyen e incluso reinventan
el pasado y, con ello, determinan también el quehacer científico, al
condicionar precisamente a los investigadores y a su producción de
conocimiento histórico.
Por otra parte, la memoria colectiva puede ser explicada como una
narración construida desde el presente a partir de criterios normativos y
valorativos, seleccionando por su significación los recuerdos de hechos
vividos o recibidos por transmisión social. Como sostiene Paul Ricoeur
este tipo de memoria colectiva sirve para configurar las identidades del
grupo, su ideología o visión del mundo, proyectándolas en la pugna

68
Este segmento y el siguiente del capítulo siguen los derroteros del artículo publicado
acerca de las identidades míticas como proyecto político. Véase Aranda, Gilberto
y Salinas, Sergio, Cronotopos y Parusías: las identidades míticas como proyecto
político, en Polis N° 27, volumen 9, 15-43, Santiago, Universidad Bolivariana,
2010: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30515709002 (consultada el 12 de
abril 2013).
69
Ibid., p. 15.
70
Worsley, Peter, op. cit., p. 264.

39
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

por la propia afirmación y por la hegemonía frente a otros grupos71.


Por su parte, Anthony Smith afirma que sin «identidad colectiva
no hay memoria»72, ya que los mitos registrados por la memoria
transgeneracional de cualquier comunidad «son parte central de la
construcción de la nación»73. En muchos casos las narrativas que los
miembros del colectivo comparten respecto de su propio pasado y que
constituyen su identidad reposan sobre bases míticas.

Entonces, una doble cara tendría el mito:


• Un conjunto de creencias originadas en el fondo emocional,
expresadas en un juego de imágenes más que en un sistema
conceptual y que se revela como capaz de integrar y movilizar
a los hombres para la acción política.
• Una forma específica de pensamiento, opuesta a la forma
teórico-racional o racional empírica, como una forma mental
que ha dominado a la conciencia humana durante milenios y en
lucha con la cual nace la filosofía, pero sin que logre aniquilarla.

El mito responde —desde una perspectiva fenomenológica social— a


una construcción simbólica canalizada en un discurso que opera en el nivel
del inconsciente social, en la zona supraindividual de la conciencia desde
donde emergen las imágenes sedimentadas ancestralmente por genera-
ciones. Lo que constituyen los «arquetipos», legatarios del inconsciente
ancestral que antecede a los actores sociales y políticos y que los saturara de
íconos modeladores de su comunidad y cultura como los denomina Jung74.
De esta forma los mitos políticos estaría formados por dos aspectos:

71
Ricoeur, Paul, La escritura de la historia y la representación del pasado, en 22ª
Conferencia Marc Bloch (13 de junio de 2000, París), L’École des Hautes Études
en Sciences Sociales: http://www.historizarelpasadovivo.cl/es_resultado_textos.ph
p?categoria=Verdad%2C+justicia%2C+memoria&titulo=Historia+y+memoria.+
La+escritura+de+la+historia+y+la+representaci%F3n+del+pasado (consultada el
8 de enero 2008).
72
Smith, Anthony, El fundamento étnico de la identidad nacional, en Smith, Anthony,
La identidad nacional, Capítulo 2, Madrid, Trama Editorial, 1997, 17-39p: http://
es.scribd.com/doc/96606769/Anthony-Smith-El-Fundamento-Etnico-de-La-
Identidad-Nacional (consultada el 17 de agosto 2012).
73
Ibid.
74
Jung, Carlos Gustavo, El hombre y sus símbolos, Barcelona, Ediciones Paidós, 2°
Edición, 1997, p. 20.

40
Bolívar Según Chávez

la política simbólica y por pertenecer a una memoria colectiva. En otras


palabras, las imágenes ancestrales pueden estar en el inconsciente, pero
la sociedad actual es la que decide cuáles imágenes se potencian, cuáles
merecen recordarse públicamente y qué queda fuera de la memoria.
Recordemos que la modernidad fue entendida como una forma de
organización que incidía sobre los aspectos sociales, políticos y econó-
micos, era entonces la «expresión de los principios universalistas de
legitimación —la autodeterminación democrática— al mismo tiempo
alojada en un espacio particular, nacional, de organización»75. Entonces
los mitos se enfrentarían con las bases mismas de dicha construcción.
El proyecto de la modernidad se sustentó en torno a dos premisas
básicas: la secularización y la estructura sacramental de mediación. Un
nuevo sistema de estructuración espacial de esferas, mediante la cual
el Estado, la economía y la ciencia se separaron de la esfera religiosa
para especializarse dentro de su propia esfera»76. La ciencia moderna,
los mercados capitalistas y las burocracias estatales eran capaces de
funcionar sin Dios.
En la esfera política la racionalización o razón instrumental, se-
gunda premisa de la modernización, está unida a la idea de efectividad
del poder, esto es, a la medición de las consecuencias de la acción y a la
posibilidad de prognosis (predicción) en distintos ámbitos. Para ello la
estructura política se dota de burocracias especializadas. Sin embargo,
en la actualidad no solo ha cambiado el marco estructural de la política,
sino también su dimensión simbólica. El fenómeno más notorio es el
desdibujamiento de las ideologías políticas, las que aunque en nuestra
opinión no han desaparecido, si se han redefinido.
Anteriormente el discurso político ofrecía códigos de interpreta-
ción y señas de identidad que permitían a la gente reconocerse en sus
experiencias y esperanzas. Como señala Norman Lechner, actualmente
«los partidos políticos parecen ciegos y mudos; no logran visualizar
las dinámicas de transformación ni dar cuenta de la nueva realidad

75
Bolívar, Augusto, El ciudadano y la noción de lo público, en Revista Polis N°7,
Santiago, Revista de la Universidad Bolivariana, 1990: http://www.revistapolis.cl/
polis%20final/7/boli1.htm (consultada el 5 de agosto 2010).
76
A la anterior se agregan las subtesis de la declinación religiosa y la privatización
de la religión. Véase, Casanova, José, Religiones públicas en el mundo moderno,
Madrid, Editorial PPC, 2000, pp. 67-95.

41
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

que vive la gente. En consecuencia, dejan de ser mecanismos de iden-


tificación y movilización»77.
En un mundo contemporáneo en que los actuales conflictos políti-
cos mayoritariamente están relacionados con las denominadas políticas
de identidades exclusivas, a diferencia de los objetivos geopolíticos o
ideológicos de los anteriores, se ha producido la reaparición de los
mitos políticos. «Se trata de una política de identidades que enfatiza
la resistencia a que un grupo sea subsumido en un orden nacional o
incluso en un sistema internacional»78.
Además, la política de identidades asume «la posibilidad de que
grupos y sectores sociales autodefinidos de acuerdo con identidades de
género, cultura, religión o preferencia sexual, puedan no solo construir
interpretaciones y sentidos propios, sino igualmente incidir sobre los
sentidos y normas globales que los afectan»79. En síntesis, reivindica
el poder desde la especificidad cultural de un discurso que enfatiza
la pertenencia a un grupo nacional, un clan o incluso a una religión.
Ahora las expectativas de cambio económico o social están ín-
timamente vinculadas con una representación simbólica del pasado
idealizado a través del mito. Ante el fracaso o la disolución de otras
narrativas políticas, el discurso de la política de identidades recupera la
memoria para reconstruir tradiciones particularistas. Podemos hablar
de un desplazamiento pretérito a identidades premodernas, temporal-
mente suprimidas por la imposición de diversas variantes del proyecto
modernizador, particularmente en sus aspectos de centralismo político y
universalismo jurídico, pero que reaparecen esta vez de la mano de una
modernización inclusiva de los grupos postergados. «A esto hay que
agregar que los hombres no convocan cualquier pasado, sino aquel cuya
memoria vive en el presente, activada por los imperativos actuales»80.

77
Lechner, Norman, Las condiciones sociopolíticas de la ciudadanía, en IX Curso
Interamericano de Elecciones y Democracia, conferencia de clausura, México D.F.,
17-21 de noviembre de 1999, Instituto Interamericano de Derechos Humanos-
CAPEL e Instituto Federal Electoral: http://www.desarrollohumano.cl/textos/
Extension/Discursos/capel.pdf (consultada el 20 de mayo 2008).
78
Aranda, Gilberto y Salinas, Sergio, «Cronotopos y parusía». Op. cit. p. 17.
79
Lander, Edgardo, «Democracia, participación y ciudadanía. Hacia una refundación
de la teoría democrática». En Revista Paraguaya de Sociología N° 100, Asunción,
1997, pp. 91-112.
80
Narvaja de Arnoux, Elvira. Op. cit., p. 62.

42
Bolívar Según Chávez

El resultado es que en un mundo globalizado, en vez de producirse la


homogeneización cultural, se incrementa la fragmentación. La respuesta
local, exigencias nacionales, ahora se transnacionalizan mediante el uso
intensivo de las nuevas tecnologías de comunicación. Uno de los mejores
ejemplos de lo anterior es la irrupción en los medios de comunicación del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994.
De esta manera, las tendencias homogeneizadoras de la globaliza-
ción, son impugnadas desde lo local, particular o específico, lo que una
vez más nos lleva a que la unidad política administrativa tradicional
del mundo contemporáneo, el Estado-nación, es sometido a presiones
exógenas y endógenas. Lo anterior, abre la posibilidad de que los
mitos fundacionales en los que los héroes juegan un papel crucial,
cuestión absolutamente coherente con una práctica que personifica al
pueblo-nación en la figura del líder ayuden a reflotar las identidades
en el marco del Estado-nación: «Yo soy un poquito de todos ustedes»
reclamó Chávez en diciembre de 199881.
Franklin Pease sostiene que este poderoso catalizador utiliza
sentimientos, anhelos y actitudes para producir el reconocimiento y
la cohesión social: «la expresión de una imagen de una realidad, de
la imagen que el hombre de una sociedad dada tiene de la realidad en
que vive y esa imagen es tan real (tan verdadera) como es (verdadera)
esa sociedad»82. Al respecto, Peterson asevera: «En este punto coinci-
diría con C. Schmitt, quien afirma la conexión entre la representación
metafísica vigente en una sociedad y su sistema político»83.
De cierta manera, los mitos políticos dejan de ser meros recuerdos
para ser revividos discursiva y políticamente, convirtiéndose de esta
forma en cronotopos. Desde la perspectiva de Rowe, Mijail Bajtín
establece que el cronotopo es aquel lugar en donde se atan y desatan
los nudos de la narrativa: «Los cronotopos son instancias de la regio-
nalidad del conocimiento, ya que todos los significados que entran
en nuestra experiencia (que es experiencia social) deben asumir la
81
Citado por Dávila, Luis Ricardo, «The Rise and Fall of Populism in Venezuela»,
Bulletin of Latin American Research, Vol. 19, 2 April, 2000, p. 236. Según decla-
raciones del periódico El Universal de Caracas del 12 de diciembre de 1998.
82
Pease, Franklin, El mito de Inkarri y la visión de los vencidos. En Ossio, Juan,
Ideología Mesiánica en el Mundo Andino, Lima, Ediciones I. Prado, 1973, p. 450.
83
Peterson, Eric, El monoteísmo como problema político, Madrid, Editorial Trotta,
1999, p. 33.

43
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

forma de un signo que es audible y visible para nosotros (sea jeroglifo,


fórmula matemática, expresión verbal o lingüística, boceto, etc.). Sin
la expresión temporoespacial, resulta imposible aún el pensamiento
abstracto. Dicho en otras palabras, existe una cronotopicidad general
del lenguaje»84.

1.1. Los mitos y la política

Para que un relato pueda ser considerado como un mito ha de


contener los elementos fundadores, tal como señala Mircea Eliade. Es
decir, «la nostalgia del comienzo y la proximidad con lo sagrado»85.
Aunque hay ciertos mitos que no calzan en esta definición, también
tienen por objetivo explicar el origen de las cosas86. Por ejemplo, el
caso de los cuentos etiológicos o los motivos folclóricos.
Para Eliade, el mito es una realidad particularmente compleja,
que podría abordarse e interpretarse de diferentes maneras, a menudo
complementarias.
Como sostiene Marcin Kazmierczak:

En literatura existen tres categorías: los mitos indígenas preco-


lombinos; los mitos autóctonos formados en la época colonial y
los pseudomitos (o mitos apócrifos). Los primeros proceden de
los pueblos indígenas. No obstante, la cuestión de la cronología, a
la vez que de la autoría, no es del todo clara, en el sentido de que

84
Rowe, William, «La regionalidad de los conceptos en el estudio de la cultura», en:
Revista de Crítica Literaria Latinoamericana N° 50, 1999, 166p: http://www.bbk.
ac.uk/eh/staff/regionalidad (consultada el 27 de septiembre 2009). Para Bajtín, véase
Bajtín, Mijaíl, Teoría y estética de la novela, trad. Helena S. Kriúkova y Vicente
Cazcarra, Taurus, Madrid, 1989 y Bajtín, Mijaíl, La cultura popular en la Edad
Media y Renacimiento, trad. Julio Forcat y César Conroy, Barcelona, Barral Eds.,
1971.
85
Ver Eliade, Mircea, Mito y Realidad, Capítulo I: La estructura de los mitos. La
importancia del mito vivo: http://www.mercurialis.com/RYFT/PDF/Mircea%20
Eliade%20-%20Mito%20y%20Realidad%20-%20Capitulo%20I%20y%20II.
pdf (consultada el 20 de diciembre de 2007).
86
Según Mircea Eliade, el mito es una historia sagrada que narra un acontecimiento
sucedido durante un tiempo primigenio, en el que el mundo no tenía aún su forma
actual. Los acontecimientos de la naturaleza que se repiten periódicamente se ex-
plican como consecuencia de los sucesos narrados en el mito (por ejemplo, en la
mitología griega el ciclo de las estaciones se explica a partir del rapto de Perséfone).

44
Bolívar Según Chávez

no se sabe hasta qué punto podemos afirmar que la formación de


los mitos, leyendas, creencias o costumbres que integrarían esta
categoría es previa a la llegada de los conquistadores europeos
y, posteriormente, de los esclavos africanos y, por lo tanto, hasta
qué punto están libres de las influencias coloniales87.

El mito contaría, en general, una historia sagrada acerca de un


acontecimiento sucedido durante un tiempo esencial de un colectivo:
su origen, el momento en el que todo comenzó. En este sentido, el mito
cosmogónico es verdadero, puesto que la existencia del mundo está
ahí para demostrar que el mito sucedió y sucede.
En la época colonial surgen como fruto del inédito encuentro de
culturas (en el sentido genérico) que confluye en un país determinado,
los llamados motivos etnográficos autóctonos. En cambio, los mitos
apócrifos o los pseudomitos son los episodios o personajes inventados
por un autor. Se pueden encontrar dentro de esta categoría dos tipos
de entidades narrativas: aquellas íntegramente creadas por el autor y
aquellas modificaciones muy profundas de los mitos preexistentes, las
que prácticamente se convierten en mitos diferentes cuya relación con
sus antecedentes casi llega a borrarse.
Para el antropólogo Claude Lévi-Strauss todo mito trata sobre
una pregunta existencial, referente a la creación de la Tierra, la muer-
te, el nacimiento y similares. Además está constituido por contrarios
irreconciliables (creación contra destrucción, vida frente a muerte,
dioses contra hombres). Lo anterior, a juicio de Ernesto Laclau, puede
resultar útil a una estrategia populista por la dicotomía social: los de
arriba y los de abajo (frontera política). Por último, proporcionaría la
reconciliación de esos polos con el fin de conjurar nuestra angustia.
El mito, entonces, no es una explicación destinada a satisfacer una
curiosidad científica, sino que se trata de un relato que permite vivir
una realidad original y que responde a la profunda necesidad religiosa
de los grupos de aspiraciones morales, de coacciones, de imperativos
de orden social e incluso de exigencias prácticas.

87
Kazmierczak, Marcin, «Estrategias Mitogenéticas en Macunaíma de Mario de
Andrade», Universitat Abat Oliba CEU, 2006: http://www.hottopos.com/rih9/
marcinus.htm (consultada el abril 2009). En Aranda, Gilberto y Salinas, Sergio,
«Cronotopos y parusía». Op. cit., p. 20.

45
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

La construcción social de un mito adquiere vigor por medio del


momento de crisis. Así lo entiende Bronislaw Malinowski cuando
dice: «la plenitud de su fuerza la alcanza el mito cuando el hombre
tiene que enfrentarse a una situación insólita y peligrosa»88. En el
mundo contemporáneo estamos saturados de mitos y símbolos pese
a que la racionalidad y el pragmatismo dominen la política moderna.
Pareciera que siempre es más fácil ver los mitos ajenos, los de otros
pueblos, los de otros tiempos, que los propios. Pero por más que se
intente ocultarlos, los mitos siempre vuelven, convocados por las crisis
recurrentes y las situaciones límite que afrontan los grupos sociales:
«El concepto de mito político —en este campo— surgió a principios
del siglo xx y hasta la actualidad mantiene una fuerte inclinación hacia
su evaluación como fenómeno patológico o anormal, y a rechazarlo
como instrumento de análisis político»89.
En cambio, la psicología ha superado la dicotomía entre racio-
nalismo e irracionalismo de la siguiente forma: «Es hora de proponer
nuevamente al mito político como concepto analítico en el estudio de
la política y de reintroducir la dimensión simbólica en su descripción y
explicación»90. De manera similar, la sociología y la psicología social han
demostrado la importancia de los conflictos simbólicos en la formación
y en la comprensión de la realidad social. En tanto que la antropología
cultural ha hecho del mito un tema central en el estudio de la cultura.
Al publicar en 1905, Reflexiones sobre la violencia91, Georges So-
rel se convirtió en uno de los primeros autores en conceptuar el mito
político. Esta teoría del mito tiene una explícita matriz bergsoniana y
evoca también la tradición de Giovanni Batista Vico. Se relaciona con
esa crisis de confianza en el modelo progresista clásico de la sociedad
burguesa, que sacudió a muchos intelectuales de principios de siglo,
como un preanuncio del desencanto de la modernidad92.

88
Malinowski, Bronislaw; Magia, ciencia y religión, Buenos Aires, Planeta Agos-
tini, 1948, 36p: http://antropologias.descentro.org/files/downloads/2010/08/
Malinowski_B._Magiaciencia-y-religion.pdf (consultada el 17 de agosto de 2012).
89
Aranda, Gilberto y Salinas, Sergio, «Cronotopos y parusía». op. cit., p. 17.
90
Arnoletto, Eduardo, «Curso de teoría política». Edición electrónica gratuita,
texto completo, 2007: www.edumed.net/libros/2007b/300/ (consultada el 18 de
agosto 2012).
91
Sorel, George, Sobre la violencia, Editorial La Pléyade, Buenos Aires, 1973.
92
Arnoletto, Eduardo, op. cit.

46
Bolívar Según Chávez

El filósofo francés definió al mito como una organización de imá-


genes capaces de evocar instintivamente todos los sentimientos. Para
Sorel, el mito no es un acto intelectual, sino uno volitivo que se basa
en una adquisición inmediata, holística, sintética, de una verdad rela-
cionada con las más fuertes tendencias de un pueblo, de un partido,
de una clase. Significa el rechazo a las ideas, valores y sentimientos
mediatizados por una elaboración intelectual, siempre susceptible
de manipulación.
Este cuestionamiento de Sorel al racionalismo individualista y
utilitario del liberalismo clásico abrió paso a una comprensión del
pensamiento simbólico y de los comportamientos masificados, aló-
gicos o colectivos. Pero también dotó de fundamento epistemológico
y psicológico a las teorías autoritarias y nacionalistas en el campo
ideológico, las que siguen un derrotero de corte organicista y que, en
algunos casos —particularmente en ciertas tradiciones nacionalistas—
tienen vínculos con los repertorios populistas.
Por ejemplo, Antonio Gramsci afirma que El Príncipe de Maquia-
velo puede ser estudiado como una ejemplificación histórica del «mito»
de Sorel, es decir, de «una ideología política que no se presenta como
una fría utopía, ni como una argumentación doctrinaria, sino como la
creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y
pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva. El carácter
utópico de El Príncipe reside en el hecho de que un príncipe tal no existía
en la realidad histórica, no se presentaba al pueblo italiano con caracteres
de inmediatez objetiva, sino que era una pura abstracción doctrinaria,
el símbolo del jefe, del condottiero ideal; pero los elementos pasionales,
míticos, contenidos en el pequeño volumen y planteados con recursos
dramáticos de gran efecto, se resumen y convierten en elementos vivos
en la conclusión, en la invocación de un príncipe realmente existente»93.
Luego de la posguerra solo dos ideologías modernas y racionales
disputaron el campo teórico del hemisferio occidental: la liberal y la
marxista. Cabe recordar que el uso político del mito por parte de los
ideólogos del nacionalismo y del autoritarismo, como el caso del na-

93
Gramsci, Antonio, Apuntes sobre la política de Maquiavelo, agosto de 2009:
http://tallerantoniogramsci.blogspot.com/2009/08/apuntes-sobre-la-politica-de-
maquiavelo.html (consultada en enero 2010).

47
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

zismo, había aumentado la visión negativa que se tenía respecto de él


y, en general, de todo irracionalismo, desapareciendo el concepto de
las investigaciones y escritos políticos por muchos años.
En su obra El mito del Estado (1945), Ernst Cassirer ubica al mito
como el típico modo de conocer del hombre primitivo, que expresa
simbólicamente el profundo deseo del individuo de perder su propia
identidad y refundirse en la naturaleza de la que lo separó el acceso a
la condición humana:

Cassirer ve a la historia como un proceso de progresiva indivi-


dualización psicológica, moral y política del hombre; como un
progresivo triunfo de la cultura sobre la naturaleza, que culmina
en la ética kantiana y en el modo de conocer propio de la ciencia.
Por consiguiente, para él, el mito es sin duda profundamente
humano, pero no es válido ni aplicable a nuestro tiempo94.

En cambio, György Lukács, entre los autores marxistas reacios a


aceptar la existencia de contenidos míticos en su propia doctrina, afirma
que una ideología mitológica es siempre expresión de una ubicación
histórica irracional, y el mito político es siempre la expresión de una
«falsa conciencia»95. El mito queda así fuertemente asociado con la
noción de la ideología como enmascaramiento96.
El tema del mito político se ha mantenido vigente como un fe-
nómeno colectivo relacionado con los procesos de cambio social en
sociología política.Como sostiene Eduardo Arnoletto se puede mencio-
nar «los mitos de liberación nacional en los países del tercer mundo,
con componentes religiosos, como el mensaje islámico, o de rescate
cultural, como la negritud de Leopold Senghor, o de tipo tecnocrático,
como en los autoritarismos modernizadores»97.
En las últimas décadas la ciencia política se está abriendo
nuevamente a la problemática del mito político, especialmente
en dos aspectos: la relación del mito político con la mitología
general de la sociedad y la relación entre el mito político, la
ideología y la utopía.

94
Arnoletto, Eduardo, op. cit.
95
Lukács, György, El asalto a la razón, México DF, Grijalbo, 1983.
96
Larraín, Jorge, op. cit.
97
Arnoletto, Eduardo, op. cit.

48
Bolívar Según Chávez

Esto supone enriquecer el análisis, ya que en la vida política la ac-


tividad racional y la actividad simbólica se sobreponen continuamente:

(…) de modo que todo acto político, para ser cabalmente com-
prendido, debe ser examinado en dos niveles complementarios:
las consecuencias concretas de las acciones planificadas sobre la
dinámica del poder y su repercusión y significación simbólica,
como condensación de emociones, generalmente reprimidas e
inconscientes: esperanzas, temores, deseos98.

Lo anterior tiene especial relieve si se piensa que «los mitos políticos


—así como los religiosos— son básicamente poliformes, lo que significa
que un conjunto de imágenes portadoras de un mismo mensaje pueden
ser trasmitidas por mitos aparentemente diversos, lo que equivale a que un
mismo mito ofrece múltiples resonancias y numerosas significaciones»99.
Por lo tanto nos parece central el conocer cómo entiende la actual
dirigencia venezolana el mito político bolivariano y cómo se originó
el culto a Bolívar.

1.2. El culto a Bolívar en la historia venezolana

Los trabajos académicos y libros acerca del culto a Bolívar bien


podrían llenar una biblioteca entera. Pero —como afirma Elías Pino—
«agotar el tema de su liturgia obligaría a un estudio de nunca acabar,
si se pone uno tras la pista de todo lo que se ha publicado en sentido
apologético»100. Sin embargo, existen algunos exitosos intentos por
comprender esta devoción popular y política, como el trabajo de 1969
de Germán Carrera Damas, llamado El culto a Bolívar.
Pero antes de analizar sus ideas fundamentales recordemos algunos
conceptos necesarios para comprender este culto. En ciencias sociales

98
Ibid.
99
Girardot nos alerta acerca de que las posibilidades de sintaxis de la imaginación
colectiva respecto de un mito parecen no tener a su disposición más que un número
relativamente limitado de fórmulas, agregando que el relato mítico finalmente
transcribe y transmite su mensaje en un código que se justifica considerar como
inmutable en su conjunto. Véase Girardot, Raoul, Mitos y mitologías políticas,
Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1999, pp. 17-18.
100
Pino, Elías, El divino Bolívar, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006, 7p.

49
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

se define como memoria o conciencia histórica colectiva al proceso


en el cual una comunidad recuerda e interpreta la historia. De estas
percepciones emergen textos, representaciones y arquetipos culturales
que se formulan en palabras e imágenes. Es decir, nos situamos en el
campo de las subjetividades y de las construcciones de textos, de las
representaciones e imaginarios y de cómo se inscribe la historia en la
memoria y en el cuerpo social.

En otras palabras, estamos en el campo de la construcción


social y simbólica de la historia oral, de cómo esta verbaliza
y dramatiza sus mitos, así como también en la búsqueda de
descifrar las estructuras profundas que, a modo de arquetipos
culturales, modelan la conciencia colectiva. Estas matrices, aun-
que asimilables a fenómenos o procesos universales, se revisten
de particularidades propias de la cultura e historia locales101.

En la recuperación o proceso investigativo de esta memoria co-


lectiva ha sido clave la recolección de testimonios orales. «El prestigio
que la grafía ha conferido a la palabra ha propiciado el descuido de
un aspecto importante de la cultura: el testimonio oral vinculado con
la tradición y memoria locales»102.
Uno de los temas más interesantes en cuanto al fenómeno de la
memoria colectica es el mito acerca de Bolívar. Desde las más diversas
disciplinas se han realizado trabajos respecto de este fenómeno colec-
tivo y si bien el mismo es tocado en otra parte de esta reflexión, en
los siguientes párrafos lo abordaremos desde una perspectiva política.
Así, a partir de una posición crítica el historiador Manuel Caballero
afirma que una vez muerto Bolívar comienzan a borrarse los recuerdos
de sus acciones más criticables: Demortibus nihil nissi bene: «Allí mismo
comenzaron a encendérsele velas, a invocar el favor de su ánima bendita.
Mientras que solo se le veneraba e incluso adoraba, eso pertenecía anclado
en las fronteras de lo cultural o de lo religioso»103. Cuando se le comienzan
101
Salas, Yolanda, La dramatización social y política del imaginario popular: el fenó-
meno del bolivarismo en Venezuela, en Mato, Daniel, Cultura, política y sociedad
Perspectivas latinoamericanas, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 241.
102
Ibid.
103
Véase Caballero, Manuel, Por Qué No Soy Bolivariano: Una Reflexión Antipa-
triótica, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006, p. 151.

50
Bolívar Según Chávez

a pedir favores —afirma Caballero— se entra de plano «en el terreno de


la magia»104 que se despliega, no sabemos si de forma sucesiva, en tres
momentos: «el de la transformación del héroe guerrero en héroe cultural,
el de su incorporación a los panteones populares y el taumaturgo»105.
Yolanda Salas nos recuerda cómo el héroe épico y libertador es
transformado por la conciencia popular en una suerte de Mesías que
vino a redimir a los venezolanos. Y esa conciencia histórica popular,
regida también por una concepción épica y mitificadora de los procesos
históricos pasados, ha propiciado y propicia un quehacer nacional liga-
do a linajes de caudillos guerreros cuyas acciones reiterativas, especie
de ciclos por cumplir, reproducen las del Mesías Bolívar.

En ellos se encarna el espíritu guerrero y civilizador del Gran


Profeta. Es así como una conciencia histórica popular, en la cual
una parte de la sociedad expresa su pasado en una narrativa
épica guerrera donde se exalta la esencia fundadora de caudillos
o castas guerreras, se conjuga con una recepción mesiánica del
devenir. Es decir, una conciencia sustentada por sociedades de
linajes guerreros que produce héroes civilizadores —caudillos—
dispuestos a satisfacer ese espíritu mesiánico106.

Desde una perspectiva histórico-política, el ya citado autor Germán


Carrera Damas afirma que el mito de Bolívar ha sido utilizado por
gobiernos y gobernantes a lo largo de toda la historia venezolana. Un
simple recuento histórico dará cuenta de lo anterior.
La veneración por la imagen de Bolívar no es un fenómeno nuevo
en Venezuela: «prácticamente casi todos los gobiernos venezolanos des-
pués del siglo xix se intentaron rotular de bolivarianos, conectándose
con el mito fundacional de su comunidad, con el mito de los orígenes
venezolanos, un tema que puede rastrearse desde la temprana pos
independencia»107. Poco después de la muerte del prócer ya el presidente

104
Véase Salas De Lecuna, Yolanda, Bolívar y la historia en la conciencia popular,
Caracas, Universidad Simón Bolívar, Instituto de Altos Estudios de América Latina,
1987.
105
Ibid. 152p.
106
Ibid. 154p.
107
Franceschi González, Napoleón, El culto a los héroes y la formación de la
nación venezolana. Una visión del problema a partir del estudio del discurso his-
toriográfico venezolano 1830-1883, Caracas, LITHO-TIP, 1999.

51
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

José Antonio Páez gestionaba en 1833 la repatriación de los restos del


que llamó Padre de la Patria. Más tarde los jefes de Estado, Antonio
Guzmán Blanco (1870-1888) y Juan Vicente Gómez (1908-1935),
quien se ufanaba de ser un presidente bolivariano, multiplicaron las
celebraciones en memoria de Bolívar, potenciando el mito germinal. Ya
entrado el siglo xx y tras la caída del gomecismo, el general Eleazar López
Contreras (1935-1941) usó el nombre de el libertador venezolano tanto en
sus campañas electorales como en las agrupaciones cívicas bolivarianas que
él mismo fundó, elevando el culto a Simón Bolívar en una verdadera reli-
gión de Estado, introduciendo su liturgia en las instituciones fundamentales
venezolanas de la escuela y el Ejército108. Paralelamente «la idealización de
la historia oficial, cultivada por sociedades y academias disciplinares, fue
ubicando a la figura de Bolívar en un sitial distante de la ciudadanía, con-
sagrando su uso exclusivo y representación para sí mismos y la dirigencia
del Estado»109.
Veamos en mayor profundidad lo anteriormente señalado. El 17
de diciembre de 1842, en una solemne ceremonia, fueron recibidos
en Caracas los restos repatriados de el libertador Simón Bolívar. Con
este hecho se daba un nuevo impulso a una admiración popular por la
figura del prócer que solo había sido puesta en duda en 1830. «Aquel
acto de gobierno, certeramente cumplido por José Antonio Páez y la
burguesía agraria y comercial, representada por su entonces sector más
conservador, tenía demasiada significación política como para que no
fuese disputado el mérito de haberlo promovido»110.
Una vez terminados los homenajes, la admiración que el pueblo ve-
nezolano sentía por el caudillo independentista entró en una nueva fase:

Aquí comienza la transfiguración del héroe —observa Ramón


Díaz Sánchez—. Ahora es el mito, el paladión de la idea na-
cional. El pueblo que es ingenuo y sincero y que sabe ignorar las
intrigas del egoísmo, sabrá despojarlo también de todo aparato

108
Chávez se habría inspirado las experiencias de acciones cívicas bolivarianas del general
Eleazar López Contreras para impulsar los Círculos Bolivarianos contemporáneos.
De alguna manera se puede sostener que replicó la estrategia de López Contreras en el
sentido de aglutinar a los ciudadanos en torno al culto a Bolívar. Respecto del rito cívico
celebrado en cuerpos armados y de instrucción véase Rouquié, Alain, A la sombra de
las dictaduras en América Latina. La democracia en América Latina. Op. cit. 229p.
109
Romero, Juan Eduardo. Op. cit. 153p.
110
Carrera Damas, Germán, El culto a Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2003, 291p.

52
Bolívar Según Chávez

superfluo. Su nombre es, en la mente del pueblo, la encarnación


de un gran sueño poético111.

Como señala Germán Carrera Damas, el amor del pueblo por su


héroe representativo no era un sentimiento estático, como tampoco lo
eran los afectos populares. Por ello esta adhesión transitó velozmente
hacia la expresión de los anhelos y se convirtió en el impulso para la
acción política. «Como lo previeran los líderes liberales, el sentimiento
popular busca en la figura de el Libertador el símbolo de la protesta»112.
Con el acceso del Partido Liberal al poder pudo reunirse, en una
misma mano, el uso del prestigio de el Libertador como consigna de
arraigo popular y también como palanca para accionar sobre el pueblo.
Antonio Guzmán Blanco113 supo conjugar hábilmente ambos usos y
en más de una ocasión dio muestras de celo a este respecto.

Lo mismo intervino por la prensa, bajo el seudónimo de Alpha, para


refutar lo que consideraba un atentado a la gloria de el Libertador,
que se afanó en la celebración de grandes festividades en su honor.
Pero sin perder de vista los beneficios políticos e ideológicos que
podía derivar del carácter popular del culto al Libertador, como lo
prueban las palabras que pronunció al pie de su estatua, en la Plaza
Bolívar, el 24 de julio de 1883: Venimos de rendir al Padre de la
Patria el culto del patriotismo. Ese culto que ha hecho a Venezuela
gloriosa y que le responde de todos sus grandes destinos. ¡Viva el
pueblo de Venezuela! ¡Viva por su gratitud al Padre de la Patria!114.

Como señalamos antes, todos los gobiernos y todos los gober-


nantes venezolanos han usado y abusado de este sentimiento popular,
apoyando en la figura de Bolívar su política, o bien, derivando de él
algo de prestigio para sus posturas carentes de protagonismo:

111
Ibid.
112
Díaz Sánchez, Ramón, Guzmán, eclipse de una ambición de poder, Caracas,
Ediciones Hortus, 1953. Citado en Carrera Damas, Germán, El culto a Bolívar,
Caracas, Editorial Alfa, op. cit., 292p.
113
Antonio Guzmán-Blanco (Caracas, 28 de febrero de 1829 - París, Francia, 28 de
julio de 1899), conocido como «El Ilustre Americano», fue un militar, estadista,
caudillo, diplomático, abogado y político venezolano, partícipe y general durante
la Guerra Federal y presidente del país en tres ocasiones (1870-1877, 1879-1884,
y 1886-1887).
114
Carrera Damas, Germán, El culto a Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, op. cit. 292p.

53
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

El arte de asociarse a la gloria de el Libertador, para penetrar subrep-


ticiamente en el sentimiento popular, quizás llegó a su culminación con
Juan Vicente Gómez, el paralelismo cronológico de cuya vida con la de el
Libertador, real o fabricado, fue empleado como aureola para enaltecer su
figura de libertador económico y pacificador del país, como le nombraban
sus áulicos115. A la muerte de Juan Vicente Gómez, el pedagogo y perio-
dista, Jesús Antonio Cova escribió en el periódico oficial Nuevo Diario:

Hombre de Plutarco, el general Gómez —quien en todo mo-


mento sostuvo su honra y con decoro la bandera de la Repúbli-
ca— traspasa las sombras de la eternidad en día signado por la
fatalidad para Venezuela: el día del aniversario del tránsito de el
Libertador y Padre de la Patria, a cuyas efemérides gloriosas por
un designio providencial, estuvo también unida su vida, desde
la propia fecha de su natalicio116.

El sucesor de Juan Vicente Gómez fue Eleazar López Contreras,


quien en 1930 había sido nombrado jefe del Estado Mayor y general
interino, en ocasión del desfile conmemorativo del Centenario de la
muerte de el Libertador. En ese mismo año, había publicado dos libros:
Síntesis de la vida militar de Sucre y Bolívar conductor de tropas. En
1931 fue designado por Gómez como ministro de Guerra y Marina,
convirtiéndolo en el militar de carrera más influyente del país.
Al morir Gómez el 17 de diciembre de 1935, López fue designado
encargado de la Presidencia de la República hasta el 19 de abril de
1936. Durante ese periodo logró aplastar un intento conato de rebelión
propiciado por los familiares de Gómez, decretó la libertad de los presos
políticos y restableció la libertad de prensa. El 25 de abril del siguiente
año fue electo presidente constitucional de la República por siete años,
desde 1936. Sus discrepancias con el régimen gomecista se hicieron
notar en La historia militar de Venezuela. En esta obra López declaró,
a propósito de los sucesos políticos de 1928 y 1929, nunca haber sido
partidario de las medidas represivas tomadas para sofocar la rebelión
de los estudiantes universitarios (la llamada Generación del 28).
Durante su periodo presidencial se implementó una estrategia que

115
Ibid. p. 294.
116
Ibid.

54
Bolívar Según Chávez

procuraba aglomerar a los ciudadanos no sobre los supuestos de la


diatriba política que caracterizó los conflictivos y dinámicos años 30
y 40 en Venezuela:

(…) sino estructurarlos alrededor de la idea del culto bolivariano,


que en el caso concreto del periodo 1936-1941 se sintetiza me-
diante las llamadas Asociaciones Cívicas Bolivarianas (ACB), que
sirvieron como factor de organización social, al mismo tiempo
que sirvió para ocultar la falta de opciones políticas distintas
a las planteadas desde los factores de poder del gobierno de
López Contreras117.

De manera similar a este periodo, la debilidad organizativa y


estructural de la base política del proyecto bolivariano, el Partido
Movimiento V República (MVR), tuvo que ser completada con una
forma distinta de aglutinación social. En este caso, mediante la acción
ideológica del bolivarianismo relanzado a través de los Círculos Boli-
varianos o de cualquier otra estructura que, con el adjetivo bolivariano,
se conformara en todos los ámbitos de la vida pública.
Debido a las condiciones de crisis institucional generada por el pro-
ceso de transición experimentado en Venezuela desde finales del 1993,
el chavismo planteó la idea de una organización social bolivariana con
tres aspectos fundamentales: la crisis de la capacidad de mediación de
las formas de representación del partido político; el surgimiento de
nuevas formas de expresión de lo político, contenidas básicamente en el
uso de la protesta popular; y el desplazamiento de la discusión política
de los espacios cerrados de las instituciones del sistema a los espacios
abiertos de las calles, plazas, avenidas y cualquier espacio público.

El segundo elemento, que busca trazar una línea de continuidad


histórica entre el Proyecto Bolivariano Decimonónico (PBD) y
el Proyecto Bolivariano Relanzado (PBR), está constituido por
mecanismos complementarios derivados de la identificación
del papel y trascendencia de los militares —o milicianos, si
hablamos de los factores sociales aglomerados en torno al mal
llamado Ejército patriota del siglo xix— con las necesidades del
colectivo pueblo118.
117
Romero, Juan Eduardo, Discurso político, op. cit. p. 371.
118
Ibid.

55
Capítulo II
La génesis del actual ideal bolivariano

No es verdad, Simón Bolívar, que al hacer tu juramento histórico en


Monte Sacro no pensaste que tu brazo hoy se sintiera cansado de tantos
que se han colgado para escudarse en tu nombre.
Canción bolivariana.
Alí Primera

Resulta necesario, para entender los actuales escenarios políticos


de Venezuela, revisar ciertos sucesos históricos que se convertirían en
verdaderos «hechos portadores de futuro»119.
Un primer acontecimiento nos hace remontarnos al pasado, en parti-
cular a la dictadura de Juan Vicente Gómez120. Este dirigente político puede
ser considerado como el último caudillo decimonónico o el primer líder
modernizador del xx. Durante su gobierno se produjeron dos importantes
procesos para el desarrollo venezolano, el primero de ellos fue pasar de un
país agrario a uno urbanizado y, el segundo, dejar atrás a los tradicionales
partidos de notables del siglo xix, que se nucleaban en torno a las tesis
de liberales y conservadores121, para dar paso a los partidos modernos.
Los esfuerzos de Gómez se orientaron a la construcción de un Esta-
do centralizado y monolítico que pudiera reparar los desgarros locales
que siguieron a la emancipación. Es decir, Venezuela, al igual que la
América Latina colonial, reincidía en la llamada tradición centralista,
por lo que se trataba de una versión sui generis del Estado moderno.
Sin embargo, este centralismo político refería más bien a la «tra-

119
Término de prospectiva que se refiere a ciertos sucesos históricos que se convierten
en factor de cambio en el futuro. Ver http://www.centropaz.com.ar/publicaciones/
publicaciones16.pdf
120
Juan Vicente Gómez Chacón (10 de junio de 1897, Valencia, Carabobo, Venezue-
la - 11 de diciembre de 1935, Colombia, Aragua) fue un dictador modernizador,
bailarín y cantante venezolano que gobernó desde 1903 hasta su muerte en 1935.
Sus detractores lo llamaban el bagre.
121
Molina, José, El sistema de partidos venezolano: de la partidocracia y la inesta-
bilidad a las desinstitucionalización y sus consecuencias, presentación preparada
en la conferencia de 2001 de la Latin American Studies Association, Washington
D.C., septiembre 6-8, 2001, p. 4.

57
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

dición burocrática de racionalización preindustrial»122 propuesta por


Claudio Véliz, es decir, a sistemas burocráticos de administración y
control en torno al Estado centralizado, más que a la práctica de los
valores de la modernidad.
Un hecho de gran impacto complementó la perspectiva burocrá-
tica y centralizadora de la modernidad con un énfasis económico: el
descubrimiento de yacimientos petrolíferos en Maracaibo hacia 1922.
Sostenemos que los ciclos de expansión y contracción económica
del precio mundial del crudo han afectado la legitimidad y gobernabili-
dad de las elites políticas venezolanas. «De cierta manera, presagiando
lo que ocurriría desde mediados del siglo xx con el combustible fósil,
comenzó a bosquejarse un sistema político que basaría su respaldo
popular en las capacidades redistributivas de un Estado que tenía su
fuente de riqueza en el petróleo»123.
El segundo periodo de bonanza económica ocurrió entre la Se-
gunda Guerra Mundial y la década de los 50 y su fin contribuyó al
descrédito y caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez124
(1948-1958), reemplazada por el acuerdo de Punto Fijo125.
El tercer periodo correspondió al despliegue puntofijista en 1958
y culminó con la caída del precio del combustible fósil en los merca-

122
El autor explica dicha tradición en la ausencia de cuatro experiencias: el feudalis-
mo, la reforma protestante, la revolución francesa y la revolución industrial del
siglo XVIII. Véliz, Claudio, La tradición centralista en América Latina, Barcelona,
Editorial Ariel, 1984, p. 16.
123
Op. cit., p. 108.
124
En la canción Las caídas, el cantautor chileno Patricio Manns le dedica una estrofa
a este dictador: «Cayó el rayo en los mares, cayó la estrella, la luz venezolana
cayó con ella. Cayó el llanero inmóvil, rotas las sienes y cayó cosechando furia y
desdenes, Pérez Jiménez».
125
Los chavistas explican este acuerdo suscrito por AD, Copei y URD, el 31 de oc-
tubre de 1958, como «un supuesto acuerdo de gobernabilidad mediante el cual
los actores políticos y sociales fundamentales, en conjunción con las principales
instituciones de la burguesía, como Fedecámaras, la Iglesia Católica y las Fuerzas
Armadas, establecían las reglas del juego para salvaguardar y legitimar sus intereses
y privilegios de clase, en este supuesto acuerdo los partidos políticos aliados a las
clases dominantes se comprometían a defender la democracia representativa, como
forma política, y al capitalismo subdesarrollado y rentista basado en el petróleo,
en el ámbito económico, de cualquier peligro, intento de subversión y protesta de
dicho estado de cosas». PSUV, 54 años de la firma del Pacto de Punto Fijo: http://
www.psuv.org.ve/portada/54-anos-firma-pacto-punto-fijo/#.UXhOA0o52kw
(consultada el 24 de abril 2013).

58
Bolívar Según Chávez

dos mundiales, marcada por la devaluación de la moneda nacional


venezolana en 1983. A ello seguiría el levantamiento popular del 27 y
28 de febrero de 1989, conocido como Caracazo o Sacudón, así como
por las insurrecciones militares del 4 de febrero y 27 de noviembre de
1992. El primer putsch sería liderado por el comandante Hugo Chávez
Frías. Solo hacia el 6 diciembre de 1998, con el comienzo de la llegada
de Chávez al poder, el sistema político adquiriría una nueva dimensión
graficada en la Constitución de 1999, en tanto símbolo de ruptura con
el pasado y refundación democrática.
La lucha contra la dictadura gomecista fue encabezada por la ge-
neración de 1928, entre sus dirigentes destacaron Rómulo Betancourt
y Jovito Villalba, estudiantes universitarios «quienes intrépidamente
iniciaron una rebelión en el Panteón de Caracas, lugar donde reposan
los restos de Simón Bolívar y, por lo tanto, de alto significado para
la identidad nacional venezolana»126. Los partidos implicados en el
movimiento fueron proscritos y sus dirigentes exiliados. La mecha de
la insurrección se prendió, pero aún el régimen gomecista tuvo fuerzas
para mantenerse al frente del país hasta el deceso del caudillo en 1935.
El ministro de Defensa del caudillo, el general Eleazar López Con-
treras (1935-1941) inició una tímida apertura política luego de la muerte
de Gómez. El programa político de López, un reformista conservador,
apuntaba a cambios graduales. Su programa apuntaba hacia una moder-
nización pactada entre los gomecistas y los sectores políticos emergentes
liderados por Betancourt a la izquierda y Rafael Caldera, un joven católico
de tendencia social cristiana. López Contreras reconoció los síntomas de
transformación social en el país, por lo que junto con un mínimo diálogo
político montó un programa social sobre la base de la renta nacional
producida por el petróleo. Sin embargo, se colocó en la vereda opuesta de
las demandas de la generación del 28, cuya exigencia de democratización
institucional plena se constituyó en un principio no transable.
126
Sobre el tema de Sociedad Civil, Daniel Hellinger aporta una mirada acerca de
ella al vincularla con la Venezuela festiva, la de lazos solidarios, que no solo se
expresa en organizaciones partidistas o gremiales opuestas al gobierno de turno,
sino que al conjunto de agrupaciones organizadas en torno a la solidaridad de
grupo. Véase Hellinger, Daniel, Venezuela en el siglo xx: La formación de la
sociedad civil. En: Cavieres, E., Los proyectos y las realidades. América Latina
en el siglo xx, Valparaíso, Vicerrectoría de Investigación, Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2004, 159-182p.

59
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Los jóvenes líderes fundaron partidos nuevos, uno de los cuales,


el Partido Democrático Nacional (PDN), antecedente de Acción De-
mocrática (AD), marcaría una época y el comienzo del liderazgo de
Betancourt. En su visión solo un Estado verdaderamente democrático
detentaría la voluntad de enfrentarse al imperialismo petrolero de las
empresas transnacionales (en una versión del discurso antiimperialista)
y arrancarles una porción justa de sus ganancias, mismas que serían
utilizadas para la transformación económica nacional.
A pesar de las discrepancias con dichas visiones, el general López Con-
treras permitió la existencia de un debate político a través de la prensa y una
minoría opositora en el Congreso, que no pusiera en peligro la viabilidad
de su gobierno. Su sucesor, el general Isaías Medina Angarita (1941-1945)
siguió esta tendencia, aunque privilegiando una mayor intervención estatal
para el desarrollo de un respaldo popular. Hubo tibios síntomas de apertura.
Mediante un sufragio limitado fue elegido un Congreso dominado por los
gomecistas que declararon ilícita a la izquierda comunista y al PDN. «Este
último partido se declaró nacionalista revolucionario con lemas como Pan,
Tierra y Trabajo y Por una Venezuela libre y de los venezolanos, dirigidos
principalmente contra las elites conservadoras y liberales en el gobierno»127.
Isaías Medina Angarita, alto oficial y economista que gobernó entre
1941 y 1945, se mostró partidario de avanzar progresivamente hacia un
Estado democrático mediante una transición pactada, cuestión que no
terminó de convencer a los sectores gomecistas en el gobierno. Declaró
legales a todos los partidos, exceptuando el Partido Comunista, con el
cual siguió teniendo contactos reservados128.
El general Medina Angarita, en el ámbito económico, exigió mayo-
res impuestos a las compañías petroleras internacionales, para lo cual
se apoyó en los trabajadores. El Estado demandó mayores recursos a
las multinacionales petrolíferas en caso de necesidades fiscales, para
lo cual se promulgó primero una Ley de Hidrocarburos en 1943, la
que previó el aumento de los impuestos y regalías.
Un golpe cívico militar derrocó a Medina Angarita con lo que se

127
Lara, Nelson, AD: Nuevos Desafíos; Socialismo y capitalismo en convivencia,
Caracas, Fondo Editorial Tropykos, 2007, p. 30.
128
La estrategia de los Frentes Populares antifascistas en Europa permite comprender
esta cercanía de posiciones entre el comunismo venezolano y otros sectores políticos
de Venezuela.

60
Bolívar Según Chávez

cerró el periodo, episodio conocido como la Revolución del 18 de octubre


de 1945 para enfatizar la discontinuidad con los regímenes pretorianos
anteriores y que el propio Betancourt calificó como segunda indepen-
dencia129. La nominación de revolucionaria destacaba la voluntad de sus
líderes de refundar el Estado sobre una base nacional no clasista. Era
el momento del Partido Acción Democrática (AD), que «se apresuró
a llamar a elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente, la
que ganó por mayoría de escaños electos. AD jugó un papel de partido
predominante para este periodo conocido como el Trienio»130.
Durante el trienio encabezado por Rómulo Gallegos y AD (1945-
1948), la renta petrolera se transformó en el principal medio para
consolidar su posición frente a la sociedad, como apunta el Decreto
N° 112 del 31 de diciembre de 1945, que incrementó el porcentaje
a pagar de Impuesto Sobre la Renta (ISLR), conocida como 50-50 o
fifty-fifty, lo que significó que el Estado recaudara hasta el 50% de las
ganancias obtenidas por la industria petrolera.
Marcos Pérez Jiménez apoyado por sectores civiles y militares
conservadores terminó con el Trienio. El dictador Pérez Jiménez man-
tendría el poder por diez años (1948-1958). Este golpe se constituyó en
un verdadero paréntesis en la progresiva tendencia democratizadora en
Venezuela. Sin embargo, prosiguió la referida continuidad de dinámica
relacional entre el Estado y la sociedad civil, es decir, en ausencia de los
partidos, los militares pasaron a ser los titulares del patronato ante la
sociedad, articulado por el rol de intermediario de los beneficios de la
renta del suelo para el conjunto de la población.
El 23 de enero de 1958 terminó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Nuevamente llegaba el tiempo de los partidos políticos en general, y el de
Rómulo Betancourt en particular, quien es reconocido como el líder del
primer gobierno civil que logró culminar su mandato en el curso del siglo xx.

• Durante este nuevo período los principales partidos políticos


fueron: La AD, fundada oficialmente en 1941, más reformista
doctrinariamente que en sus orígenes rebeldes.
129
La evaluación de dicho evento como «segunda independencia» muestra que el
cronotopo bolivariano de Chávez es un derrotero ensayado en parte por uno de
los fundadores del Punto Fijo.
130
Molina, José. Op. cit., p. 6.

61
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

• El Comité de Organización Política Electoral Independiente


(Copei), referente social cristiano que nació en 1946.
• La Unión Republicana Democrática (URD), liderada por Jovito
Villalba, con un programa personalista que combinaba la mo-
dernización y el conservadurismo para atraer a los adherentes
del depuesto general Medina Angarita.
• Y el Partido Comunista Venezolano (PCV).

Como sostiene José Medina «los cuatro partidos suscribieron el


llamado Pacto de Punto Fijo (o simplemente Punto Fijo), en alusión
a la quinta de Rafael Caldera —líder del Copei— y donde se firmó
hacia 1958 un acuerdo signado por la búsqueda de consensos, que
en pleno contexto de la Guerra Fría mostraba límites y restricciones
en su apertura política. Originalmente se constituyeron en un sistema
multipartidista moderado en el número de referentes»131.
El Partido Comunista Venezolano (PCV), pese a la contribución que
realizó en la lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, fue excluido por el
Punto Fijo de participar en el sistema político. Lo mismo ocurrió con los po-
cos seguidores de Pérez Jiménez que aún quedaban vivos. Adicionalmente,
las Fuerzas Armadas fueron privadas de toda deliberación política, hecho
que se reflejó en la imposibilidad de los escalafones subalternos de votar.
Podemos decir que entonces emergió un régimen sufragista democrático
sustentado teóricamente en la soberanía popular y en la concepción de los
venezolanos como ciudadanos y pares, aunque en la práctica ésta contenía
ciertas exclusiones, por ejemplo, al no contemplar la plena participación
de los extremos ideológicos ni la facultad de votar de los uniformados.
Se institucionalizó así un sistema de partidos altamente estructu-
rados, disciplinados y con una marcada tendencia en torno al centro
político y la moderación ideológica. Con el tiempo, hacia la década
del 70 se terminó de consolidar un sistema de bipartidismo atenuado
y pluralismo limitado, con altos rangos de estabilidad y fuerte vínculos
en la sociedad civil132.

131
Molina, José. Op. cit., p. 5.
132
La descripción de este tipo de sistema aplicado al caso venezolano en Molina,
José. Op. cit., p. 16. El concepto de pluralismo limitado fue acuñado por Sarto-
ri, Giovanni, Parties and Parties Systems. A framework for Analysis, Cambridge,
Cambridge University Press, 1976. Para la cuestión de la estabilidad e instituciona-

62
Bolívar Según Chávez

Este sistema solo fue roto en las elecciones de 1993, las que llevaron
por segunda vez a la presidencia al líder histórico copeyano Rafael Cal-
dera (aunque fuera del paraguas de Copei) y, por cierto en los comicios
de 1998, los que catapultaron a Chávez al poder. De esta manera «se
puede afirmar que el Punto Fijo preveía la participación popular masiva
por medio de un sistema bipartidista competitivo y con límites claros
respecto de que el partido en el poder evitaría ejercer hegemonía»133,
practicando el consenso —verdadero lubricante que suavizaba el
conflicto político— o si se prefiere, la concertación adecocopeyana134.
«Este tipo de democracia se completaba con el nacionalismo petrolero
—un lenitivo del sistema político que produjo ventajas y desventajas
según Karl— y la integración nacional»135. Democracia, nacionalismo
petrolero e integración nacional constituiría la tríada inseparable con
la que se autodefinió el Punto Fijo, en donde cada componente giraba
en torno al Estado, el pivote del proyecto nacional popular.
Durante los cuarenta años de puntofijismo, la redistribución de la renta
nacional estuvo indefectiblemente ligada al acceso a las redes partidarias,
«lo que se tradujo en una sociedad civil extremadamente dependiente
de un Estado intermediado por los partidos políticos del sistema»136.
Como Sostiene Terry Karl «el llamado modelo del Estado rentista
—que explica la emergencia de clases medias urbanas en gran medida

lización de partidos y sistemas de partidos, véase Maingwaring, Scott y Scully,


Timothy, Introduction. Party Systems in Latin America, en Maingwaring, Scott y
Scully, Timothy, Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America,
Stanford, California, Stanford University Press, 1-34p.
133
Martínez Dalmau, Rubén, De Punto Fijo a la Constituyente. Los bolivarianos
entre la Acción y la reacción. En Torres López, Juan, Venezuela a Contracorriente.
Los orígenes y las claves de la Revolución Bolivariana, Icaria Editorial, Barcelona,
2010, 115p.
134
De dicha manera Coppedge se refiere al predominio bipartidista de Acción De-
mocrática, cuyos militantes eran conocidos como «adecos» y los partidarios del
Copei o «copeyanos». Véase Coppedge, Michael, «Soberanía Popular versus
democracia liberal en Venezuela», en Ramos Rolon, Marisa, op. cit., p. 74-77.
135
Karl, Terry, El petróleo y los pactos políticos: la transición a la democracia en
Venezuela. En O’Donell, Guillermo et al., Transiciones desde un gobierno au-
toritario, Volumen 2: América Latina, Barcelona, Editorial Paidós Ibérica, 1994,
p. 329. Para la perspectiva de la integración nacional véase Hellinger, Daniel,
Tercer Mundismo and Chavismo. En: Stockholm Review of Latin America Studies
Issue (1): 4-17, Stockholm, University of Stockholm, November 2006, p. 5.
136
Hellinger, Daniel, Venezuela en el siglo xx: La formación de la sociedad civil. En: Ca-
vieres, E., Los proyectos y las realidades. América Latina en el siglo xx, 2004, p. 174.

63
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

no productivas»137— o simplemente sistema populista de reconciliación,


concepto acuñado por Juan Carlos Rey y que enfatizaba el valor del
consenso en un modelo que eludía tanto el conflicto entre las capas
políticas dirigentes, como las diferencias étnicas y sociales de la base
social. El papel del petróleo en el sistema político fue potenciado con
su nacionalización en 1976 —que siguió al explosivo incremento de los
precios del petróleo desde 1973—, de acuerdo con la ley orgánica que
reservó al Estado la industria y comercio de los hidrocarburos138. Esta
fue promulgada por el presidente, Carlos Andrés Pérez, que a continua-
ción creó Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Como consecuencia de
lo anterior fue reforzado el clientelismo político y la máquina electoral
de un partido centralizado de masas como era AD139. El corolario fue
la expansión de las expectativas de la base social respecto de cosechar
los frutos del que consideraban un país rico, como rezaba la imagen
de la Venezuela Saudí.

137
Karl, Terry, op. cit., 303p.
138
El concepto de «sistema populista de reconciliación» en Rey, Juan Carlos, «El Fu-
turo de la Democracia Venezolana», en Silva Michelena, José Agustín. (Coord.),
Venezuela hacia el 2000, Caracas, Edición conjunta Editorial Nueva Sociedad-
ILDIS-UNITAR-PROFA, 1987, p. 190. La elusividad del conflicto entre la clase dirigente
en Romero, Juan Eduardo, «Hugo Chávez y la representación de la historia de
Venezuela. En Reflexión Política N°11, Año 6, Colombia, IEP – UNAB, junio de
2004, 150p. El mismo autor tipifica al Punto Fijo de «democracia populista».
Véase Romero, Juan Eduardo, op. cit., p. 164.
139
Lo anterior explica que cientistas políticos provenientes de distintas tradiciones
y escuelas describan el sistema propiciado por AD como un sistema con fuertes
ribetes populistas. Desde Rey pasando por Ellner, quien se centró en la figura del
forjador del sistema Rómulo Betancourt, motejándolo directamente como líder
populista, hasta Gratius la que afirmó que con el fundador de AD se inicia el
populismo venezolano. Véase Ellner, Steve, The Heyday of Radical Populism
in Venezuela and Its Aftermath, en Conniff, Michael (Ed.), Populism in Latin
America, Alabama, The University of Alabama Press, 1999, p. 117-137. Gratius,
Sussane, La Tercera Ola populista de América Latina, p. 9. Respecto del legado
de Rómulo Betancourt el actual debate político ha contaminado el escrutinio
académico de su heredad política. Para algunos como la misma Gratius destaca
su discurso nacionalista, un antiimperialismo y la identificación simbólica con el
pueblo, aspectos que combinaba con su rechazo a la democracia formal y restringida
(Gratius, Sussane, La Tercera Ola populista de América Latina, p. 9). Mientras que
para otros como Hellinger, en cambio, destaca que el proyecto del político fundador
de AD era integrar a los más pobres venezolanos en una cultura nacional moderna,
predominantemente occidental, cosmopolita y urbana (Hellinger, Daniel, Venezuela
en el Siglo xx: La formación de la sociedad civil. En: Cavieres, E., Los proyectos y las
realidades. América Latina en el siglo xx, p. 14).

64
Bolívar Según Chávez

La bonanza petrolera culminó sorpresivamente durante el año


1983 con la caída de los precios del crudo y la subsiguiente devaluación
de la moneda nacional venezolana. En esa época ya ciertos conductores
de la economía apuntaban a que el gran problema económico era el
tema de la inflación, cuya prolongación en el tiempo estaba —según
ellos— asociada a los déficits al interior del propio sistema económico.
Los especialistas sugirieron que, para culminar con el dilema estructu-
ral, era necesario recortar ciertos beneficios sociales, lo que equivalía
a renunciar al modelo de distribución clientelar de la renta petrolera,
reduciendo el papel del Estado. «Mientras ocurría dicho debate, la
carestía fue seguida por una pauperización general de la sociedad,
misma que a su vez provocó un alto grado de divergencia social»140.
Hacia fines de 1988 el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez
respondió al ajuste de la estructura económica o gran viraje, según el
esquema liberal del llamado Consenso de Washington y bajo la guía
del Fondo Monetario Internacional (FMI). Dicho programa económico
se denominó el paquete 141.
El tipo de reforma estructural propuesto desde el segundo gobierno
de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) hasta la segunda administración
Caldera (1993-1999), aceptó como únicas medidas la liberación de
los mercados y el término de aquellas restricciones arancelarias que
fuesen necesarias. Complementariamente, fueron descartadas todas
las políticas sectoriales (crediticias, tributarias, etc.) destinadas a
aquellos sectores específicos de la población que se encontraban en
una situación desfavorecida. Por cierto que dicho proceso, sostenemos
«produjo una crisis en las expectativas de una sociedad que aspiraba
a una mejor distribución de un país considerado pródigo en recursos.
De esta manera el Estado, menos sometido a la reforma neoliberal, se
levantaba en contra del cambio de paradigma»142.
El Punto Fijo enfrentó entonces a tres grupos profundamente insa-
tisfechos: por una parte, el movimiento social de la clase trabajadora

140
Roberts, Kenneth, Polarización social y resurgimiento del populismo en Venezuela.
En: Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana en la época de
Chávez. Clases, polarización y conflicto, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 2003.
141
Hacia 1996 el paquete de 1988 sería replicado por la «Agenda Venezuela» del segundo
gobierno de Rafael Caldera. Véase Bulmer-Thomas, Víctor, op. cit., p. 4.
142
Aranda, Gilberto, op. cit., p. 118.

65
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

formal e informal, participando de agrupaciones de izquierda como


el otrora excluido Partido Comunista; en segundo término, los altos
ejecutivos de la empresa estatal de petróleo (PDVSA), los grupos de
negocios, más los dirigentes de sectores empresariales; y por último, un
movimiento que desde los cuarteles activó políticamente a los militares,
también marginados de la deliberación política143.
En efecto, «las clases más depauperadas y los marginados se sin-
tieron apartados de la distribución de la riqueza nacional, perdiendo
confianza en el sistema político imperante»144. Nuevamente fue visible
un entramado de organizaciones civiles autónomas, agrupadas en tor-
no a redes familiares y sociales antes que institucionales —capaces de
brindar sobrevivencia frente a las lógicas del mercado—, en lo que fue
el origen de la polarización social venezolana, aún antes de Chávez. La
base social insatisfecha comenzó a demandar una rendición de cuentas
a la cúpula política, pero sin la representación de un partido político o
líder que los aglutinara. Dicho papel apenas fue cumplido durante un
tiempo por la Causa R, agrupación política crítica al sistema, aunque
participante de sus reglas del juego. El movimiento social, sin embar-
go, estuvo en una situación de orfandad política hasta la emergencia
de Chávez.
El militar fue un catalizador del descontento previo, que después de
un frustrado golpe de estado el 4 de febrero de 1992, se colocó en lo más
alto de las exigencias de una democracia más participativa, orientada hacia
las necesidades de los más pobres. Su acción militar señalaba la voluntad
de dejar atrás las instituciones del régimen de Punto Fijo, acometiendo
cambios de fondo sin acomodamiento, lo que equivalía al término de la
política de los acuerdos de la clase política. Pero ¿cómo es que un líder de
las Fuerzas Armadas pudo representar los anhelos de una sociedad civil? La
respuesta hay que buscarla en el Ejército, soporte del primigenio proyecto
chavista y su respaldo para su objetivo de refundación nacional pero, más
que eso, en el mito político que Chávez utilizó intensivamente al interior

143
Acerca de la activación política de los militares véase Hellinger, Daniel, Visión
política general: la caída del puntofijismo y el surgimiento del chavismo. En: Ell-
ner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana en la época de Chávez.
Clases, polarización y conflicto, pp. 43-44. La antigua exclusión en Gratius,
Sussane, La Tercera Ola populista de América Latina, p. 6.
144
Boeckh, Andreas y Graf, Patricia, op. cit., p. 13.

66
Bolívar Según Chávez

del cuerpo castrense, que identificaba a este con el Ejército Libertador en


el origen republicano nacional venezolano145.
Para Chávez, el Ejército era el verdadero depositario de la tradi-
ción nacional bolivariana custodiada en los cuarteles desde los cuales
implementaría el «Proceso de emergencia y recuperación social»146. En
otras palabras, construyó una continuidad histórica entre la Fuerza
Armada terrestre del siglo xix y la de fines del siglo xx, equiparándose
en estatura moral a los protagonistas de ambos procesos al designarles
un rol similar al de los «padres fundadores»147. «En consecuencia para
Chávez el Ejército debía ser un agente activo del cambio social»148.
Norberto Ceresole, compañero de Chávez durante la campaña que
culminó en el gobierno, insistió en que «el momento democrático por
antonomasia había operado en forma definitiva en la elección del 6 de
diciembre, por lo que no era necesario redituar la experiencia electoral
de las urnas»149. Este intelectual argentino interpretó la avalancha de
votos a favor de Chávez como la expresión de un pueblo que había
delegado, de una vez y para siempre, su poder a un caudillo, por lo
que se debía acometer un proceso de centralización y concentración
de poder en el presidente de acuerdo con un modelo postdemocrático.
Mientras que la representación de la sociedad como una unidad
antes que un universo diverso respondía también a la influencia de pri-
mera hora del pensamiento de intelectuales como el mismo Ceresole, a
través de conceptos como el ejército del pueblo al servicio de la nación
harían que las Fuerzas Armadas tuvieran un lugar preeminente en este
diseño revolucionario, al ser concebidas como las mejor preparadas
para planificar, ejecutar y satisfacer la ecuación bosquejada por el
ideólogo argentino «Caudillo-Ejército-Pueblo» en la que «el presidente
145
El papel asignado al Ejército de soporte para la refundación nacional en el proyec-
to chavista véase en Rojas, Reinaldo, op. cit., 192p. La equiparación del Ejército
actual al Ejército Libertador en palabras del propio Chávez véase Bilbao, Luis
(entrevista a Hugo Chávez), Chávez y la Revolución Bolivariana. Conversaciones
con Luis Bilbao, Le Monde Diplomatique, Santiago, Editorial Aún Creemos en
los sueños, 2002, 30p.
146
Freidenberg, Flavia, op. cit.
147
Romero, Juan Eduardo, op. cit., 163p.
148
Bilbao, Luis (entrevista a Hugo Chávez), op. cit., 33p.
149
CERESOLE, Norberto, Caudillo, Ejército, Pueblo: La Venezuela del Presidente
Chávez. Revista Analítica, enero-febrero de 1999, Caracas, 2009p: http://www.
analitica.com/bitblio/ceresole/caudillo.asp (consulta el 20 de junio 2009).

67
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

ocupa el lugar de caudillo y el Ejército se amplía a las Fuerzas Armadas


para constituir la nueva triada presidente-Fuerzas Armadas–pueblo»150.
Por otro lado, Modesto Emilio Guerrero sostiene que a este
fenómeno social en América Latina se le ha denominado como
partido militar:

una expresión difusa para un asunto serio, visible y concreto.


Sobre ello avanzaremos en una definición teórica e histórica del
llamado partido de las Fuerzas Armadas, como lo denominó uno
de sus estudiosos: Samuel Edgar Fines. Este sujeto político-militar
ha aparecido en la política mundial cada vez que el régimen
institucional agota sus formas democráticas de control social151.

Durante los 10 años anteriores a su aparición televisiva, Chávez


había encabezado reuniones regulares clandestinas en la que partici-
paban los Comacates (comandantes, mayores, capitanes y tenientes),
es decir, oficiales de baja y mediana graduación152. Junto con darse a
conocer con el inolvidable programa de TV Por ahora..., Chávez dio a
conocer públicamente el nombre de su asociación militar clandestina, el
Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200) fundada en
1982. Había comenzado la explotación sistemática del mito de Bolívar.
Chávez siempre continuó refiriéndose al héroe de la Independencia,
haciéndose un diestro administrador de los símbolos e imágenes nacio-
nales venezolanas, las que transformó en la llave de su éxito político
electoral, mediante una retórica que enfatiza la creación heroica de la
nación venezolana y la defensa de la integridad del pueblo153. Lo que
lo llevaría a entrar en el Palacio de Miraflores en febrero de 1999.
Además fueron potenciados los elementos propios de la religión
civil: bandera, escudo e himno, adaptándolos a su mensaje de cambio

150
Ibid.
151
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez, Buenos Aires Ediciones B, 2013, 19p.
152
Originalmente Chávez constituyó el MBR 200 junto con los jóvenes oficiales Jesús
Urdaneta Hernández y Felipe Acosta Carles. Véase López Maya, Margarita, Hugo
Chávez Frías: su movimiento y presidencia. En: Ellner, Steve y Hellinger, Daniel,
La política venezolana en la época de Chávez. Clases, polarización y conflicto, p.
99.
153
La referencia al uso de símbolos e imágenes como llave del éxito electoral en:
López Maya, Margarita, op. cit., p. 108, Para el discurso de creación de la nación
venezolana en Freidenberg, Flavia, op. cit., p. 188.

68
Bolívar Según Chávez

revolucionario, antipolítico y antiimperial. Sin embargo, «es más fácil


explicar la utilización de imágenes con contenido subversivo cuando
no se está en el poder, que cuando se ha constituido un régimen»154.
La manipulación de los símbolos del nacionalismo que abrazó y
que representó una pluralidad de demandas insatisfechas, visualizadas
como eslabones de una identidad común fue la forma de preservar un
movimiento social que se expresó desde antes de la llegada de Chávez
al poder155. López Maya afirma al respecto:

Los bolivarianos, en especial Chávez, lograban un manejo de


los símbolos e imágenes de la nacionalidad (para distintos pro-
pósitos políticos), que era novedoso y que se convirtió en una
de las claves de su éxito político en las campañas electorales de
1998 en adelante156.

Los líderes populares —y los populistas— se apoyan en las claves


hermenéuticas que le proveen los signos de los tiempos: la descompo-
sición de la solidaridad nacional de una sociedad en crisis que parece
privilegiar a unos por sobre otros. Alrededor de ello los símbolos
ideológicos propuestos sientan las bases de una nueva identidad co-
lectiva. De esta manera, la promesa de hacerse cargo de las demandas
insatisfechas fue hábilmente condensada por los enunciantes en los
íconos sedimentados en la memoria colectiva de las sociedades. Es el
caso de la Venezuela de fines de los 80 y gran parte de los 90.

154
Aranda, Gilberto, op. cit., p. 120.
155
La teorización del uso de los símbolos del nacionalismo en Stewart, Angus. Op.
cit. 227p. En el caso latinoamericano confróntese con Lanzaro, Jorge, La «Tercera
Ola» de las Izquierdas Latinoamericanas: entre el Populismo y la Socialdemocra-
cia. En: Pérez Herrero, Pedro (Ed.), La Izquierda en América Latina; Madrid;
Fundación Pablo Iglesias–Friedrich Ebert Stiftung- Instituto Universitario de
Investigación Ortega y Gasset, Editorial Pablo Iglesia, 2006, pp. 49-65. Para el
tema de la pluralidad de demandas insatisfechas como eslabones de una identidad
común.
156
López Maya, Margarita, Hugo Chávez Frías: su movimiento y presidencia, en:
Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana en la época de Chávez.
Clases, polarización y conflicto, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 2003, 108p.

69
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

2.1. El origen de Hugo Chávez

El 28 de julio de 1954 en Sabaneta, Estado de Barinas, nació Hugo


Chávez. Era el tercero de siete hijos de dos maestros de escuela. Como
la situación económica de su familia no era la mejor, producto de los
sueldos de profesores, Hugo Chávez desde los 9 años los ayudó ven-
diendo dulces y frutas en una carretilla. Posteriormente, sus padres lo
trasladaron a la casa de su abuela paterna, para que ella se preocupara
de su crianza.

Creció con su abuela Rosa Inés y otros dos de sus hermanos,


vivió en una casa de palma, con pared y piso de tierra, que se
inundaba con la lluvia. Menor que soñaba con ser pintor y que
traía en el alma la fantasía de jugar béisbol en las grandes ligas,
se nutrió toda su vida de sus orígenes humildes157.

Aunque la opción militar no estaba entre sus intereses, le señalaron


que una forma de destacar era inscribirse en la Academia Militar de
Barinas. Unos años antes, había leído la enciclopedia universal, «cuyo
primer capítulo se titulaba Cómo triunfar en la vida. Se lo aprendió
de memoria»158.
En esos años, Hugo Chávez había descubierto que su bisabuelo
materno, el coronel Pedro Pérez Delgado, había sido un guerrero le-
gendario conocido como Maisanta159, por lo que lo incorporó a sus
héroes personales. Católico creyente, empezó a llevar ese escapulario
protector de más de 100 años de antigüedad que había pertenecido a
su ancestro, al que hasta hoy le atribuye sus hados benéficos160.
Hugo Chávez tuvo suerte en su postulación, ya que se estaba
inaugurando el Plan Andrés Bello, que le daba la oportunidad a

157
Sibci, Hugo Chávez, el niño pobre de Sabaneta, Sistema Bolivariano de Comu-
nicación e Información, 9 de marzo del 2013: http://www.minci.gob.ve/2013/03/
hugo-chavez-el-nino-pobre-de-sabaneta/ (consultada el 24 de abril 2013).
158
Revista Ercilla, Hugo Chávez: El controvertido presidente de Venezuela, Serie
Líderes de América Latina, Tomo 1, Revista Ercilla N° 3.304, del 9 al 22 de octubre,
Santiago, 2006, 6p.
159
Véase el video El corrío de Maisanta, el último hombre a caballo en que Hugo
Chávez le recita a su bisabuelo: http://www.youtube.com/watch?v=3YNGqsSJSNQ
(consultado el 2 de mayo del 2013).
160
Ibid.

70
Bolívar Según Chávez

los bachilleres de las escuelas militares de obtener los más altos


niveles académicos.

En la forja de sus actitudes políticas influyó, decisivamente, su


hermano mayor Adán, militante del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR)161. También su participación en un experi-
mento educativo de las Fuerzas Armadas llamado Plan Andrés Bello,
preocupado por brindar a los militares una formación humanista162.

En medio de un operativo antiguerrillero en 1975, el subteniente


Chávez encontró en la Marqueseña, Barinas, un Mercedes Benz negro
escondido en el monte. Al abrir el maletero con un destornillador se
topó con un arsenal subversivo compuesto por libros de Carlos Marx
y Vladimir Ilich Lenin, que comenzó a leer.

De la misma manera, fue clave en su formación política el descubri-


miento de Simón Bolívar y la voracidad intelectual de Chávez, que
lo condujo a leer cuanto documento encontró sobre la biografía
y el pensamiento del prócer. Más adelante sería definitiva en él la
influencia de Fidel Castro, a quien trató como si fuera su padre163.

El derrocamiento de Salvador Allende en 1973 le provocó un gran


rechazo hacia los militares golpistas que habían instaurado dictaduras
militares de derecha en América Latina. «Por el contrario, el conoci-

161
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fue un partido político vene-
zolano de izquierda fundado el 8 de abril de 1960, como resultado de la primera
división sufrida por el Partido Acción Democrática (AD), fundamentalmente el
sector juvenil. Al nacer el MIR, se declaró según su semanario Izquierda, como un
partido «marxista, su objetivo era conducir al pueblo venezolano hacia el camino
del socialismo por medio de la revolución nacional haciendo realidad un programa
claramente antiimperialista y antifeudal». El 9 de mayo de 1962 son inhabilita-
dos el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el MIR por parte del gobierno
de Rómulo Betancourt y estos asumen la lucha armada que duró hasta el primer
gobierno de Rafael Caldera. Sin embargo fue el MIR el primer grupo en lanzarse
a la lucha armada en Venezuela provocando serios enfrentamientos urbanos entre
1961 y 1962 así como la instalación de un frente guerrillero en el Oriente del país
al cual denominaron Frente Manuel Ponte Rodríguez que será desmantelado en
1964 por el Ejército venezolano y reconstituido en 1965 con el nombre de Frente
Guerrillero Antonio José de Sucre. En esta etapa, el MIR integra junto con el PCV,
a las llamadas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).
162
Sibci, Hugo Chávez, op. cit.
163
Ibid.

71
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

miento de la obra del panameño Omar Torrijos164 y del peruano Juan


Velasco Alvarado165 le mostró la existencia de otro tipo de Fuerzas
Armadas de vocación nacionalista y popular»166.
Ese mismo año de 1975, Hugo Chávez se recibió como licenciado en
Ciencias y Artes Militares, rama Ingeniería, mención Terrestre, con el grado
de subteniente. «Ocupando el octavo lugar en una promoción de 75 cadetes.
Llegaría a ascender hasta el grado de teniente coronel antes de su retiro tras
la intentona fallida de golpe de Estado que encabezó en 1992»167.
Hugo Chávez se encargó de destacar en sus discursos y entrevistas
ciertos hechos que le tocó vivir, «quizás para ir construyendo en vida
un mito en torno a su persona»168.
Otros sucesos que cuenta son pasajes de su vida como soldado
joven en medio de la lucha antiguerrillera, que supuestamente lo marca-
ron y le hicieron darse cuenta de su misión. Chávez cuenta, por ejemplo,
que en una oportunidad aterrizó un helicóptero que transportaba a
varios soldados heridos producto de una emboscada guerrillera. A él
le correspondió trasladar a un herido en brazos que le pedía que no lo
dejara morir. Apenas llegó al automóvil, el herido falleció.
En otra oportunidad, cuenta Chávez, un coronel de Inteligencia le
solicitó refugio en su campamento, ya que trasladaba unos guerrilleros
164
Omar Torrijos Herrera (Santiago de Veraguas, 1929 - Olá, 1981) fue un militar
y político panameño que se formó en escuelas militares de El Salvador, Estados
Unidos y Venezuela. Cuando era teniente coronel de la Guardia Nacional, tomó
parte en el golpe militar que derrocó al presidente Arnulfo Arias en 1968, con-
virtiéndose en comandante de la Guardia Nacional y surgiendo como máximo
dirigente del nuevo régimen con el título de jefe del Gobierno y líder supremo de
la «Revolución Panameña». Rechazó la presidencia, pero ejerció un control pleno
del Estado, gobernando por decreto y encarcelando o exilando a sus adversarios.
Tras ser declarado máximo líder por un periodo de seis años, en 1972 renegoció
el Tratado del Canal de Panamá con Estados Unidos, acordándose (en el doble
tratado de 1977-1978) que la soberanía de la zona del canal se iría transfiriendo
progresivamente al Estado de Panamá, proceso que culminó el 31 de diciembre
del año 1999.
165
Juan Francisco Velasco Alvarado (Piura, 16 de junio de 1910 - Lima, 24 de diciem-
bre de 1977) fue un militar y político peruano. Siendo jefe del Comando Conjunto
de las Fuerzas Armadas de Perú, dirigió el golpe de Estado del 3 de octubre de
1968 que depuso al presidente Fernando Belaúnde Terry, electo democráticamente.
Ocupó la presidencia del Perú desde octubre 1968 y hasta agosto de 1975 de la
llamada «Revolución de la Fuerzas Armadas».
166
Ibid.
167
Revista Ercilla, Hugo Chávez, op. cit., p. 6.
168
Ibid.

72
Bolívar Según Chávez

capturados. Antes de dormirse, Chávez escuchó unos gritos. Se encon-


tró con que los soldados estaban golpeando a los presos con bates de
béisbol envueltos en trapos, para que no dejaran marcas.

El joven subteniente se indignó y le exigió al coronel que le en-


tregara los presos o que se marchara. Al día siguiente lo habrían
amenazado con un juicio militar por desobediencia, pero al final
solo lo mantuvieron en observación un tiempo169.

Respecto a estas dos anécdotas Chávez comentó:

—Por un lado, campesinos vestidos de militares torturaban a


campesinos guerrilleros y, por otro, campesinos guerrilleros
mataban campesinos vestidos de verde —le comentó a Gabriel
García Márquez en una entrevista. Al otro día, dice que despertó
convencido de que su destino era fundar un movimiento170.

A los 23 años, junto con cinco soldados, fundó el Ejército Boliva-


riano del Pueblo de Venezuela. Los objetivos de este grupo no los tuvo
claro. «Sin embargo, al año siguiente, siendo oficial paracaidista en un
batallón blindado de Maracay, ya tenía un objetivo claro: derrocar el
sistema imperante, que consideraba injusto»171.
En 1982 era capitán en el Segundo Regimiento de Paracaidistas y
ayudante de oficial de Inteligencia. El 17 de diciembre de ese año, sin
haberlo esperado, el comandante del regimiento le ordenó pronunciar
un discurso ante 1.200 personas, entre oficiales y tropa. No escribió un
esbozo previo, sino que empezó a improvisar, inspirado en Bolívar y en
José Martí, acerca de la injusticia de América Latina. Entre el público
estaban los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández.
Descubrió en servicio los abusos y la corrupción de sus mandos,
y como pudo los enfrentó. El mismo Hugo Chávez comentaba que
la primera vez que fue a Palacio fue para buscar una caja de whisky
para la fiesta de un oficial. «Para removerlos, en el aniversario de la
muerte de Simón Bolívar en 1982, un pequeño grupo de oficiales del
cuerpo castrense, entre los que se encontraba Chávez, hizo el juramento

169
Ibid.
170
Ibid.
171
Ibid.

73
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

de Samán de Güere, en el que fundaron el Movimiento Bolivariano


Revolucionario 200 (MBR 200). Era el 17 de diciembre, fecha en la
que se conmemoraba la muerte de el libertador Simón Bolívar. Entre
las personas que se fueron trotando desde el acto al monte Aventino,
donde está Samán de Güere, a 10 kilómetros de distancia, estaban
Chávez, Acosta y Urdaneta. «A partir de ese día, los oficiales que se in-
corporaban al movimiento clandestino debían hacer ese juramento»172.
El MBR 200 fue creciendo, con congresos secretos cada vez más
numerosos, en los que participaban militares de todo el país. Las reu-
niones duraban dos días, en lugares escondidos en los que se dedicaban
a analizar la situación venezolana y a establecer contactos con grupos
civiles: «En 10 años organizaron cinco congresos sin ser descubiertos.
Fue la antesala del golpe de 1992 que llevó a Chávez a la fama y, años
después, a la presidencia»173.

Casi siete años más tarde se produjo un levantamiento espontá-


neo de los barrios pobres de Caracas en contra de las medidas
de austeridad del gobierno de Carlos Andrés Pérez. El caracazo
fue sofocado a sangre y fuego. La rebelión popular dio un gran
impulso al movimiento de los militares bolivarianos174.

2.2. Comienza el bolivarianismo chavista

El discurso chavista había encontrado su catalizador principal para


responder a las frustraciones históricas sedimentadas a una figura del
pasado: Simón Bolívar. El chavismo se esforzó por organizar en torno
al héroe emancipador y fundador de varias repúblicas sudamericanas,
un renovado culto cívico, aún mayor que la veneración nacional pre-
via —que Carrera Damas consideró «un culto para el pueblo»175—, y
una utopía de un tiempo dorado, una expectativa de un porvenir que
modificara el orden actual de las cosas, por lo que se transitaba desde
su experiencia decimonónica en una constante procesión política hacia

172
Ibid.
173
Ibid.
174
Sibci, Hugo Chávez, op. cit.
175
Carrera Damas, Germán, El culto a Bolívar. Esbozo para un Estudio de las Ideas
en Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1973, p. 290.

74
Bolívar Según Chávez

un prometedor futuro mediato. «Aquí hay ideas motrices: Bolívar se


ha convertido en una idea motriz; un generador de ideas de fuerzas
políticas, de fuerzas ideológicas, de fuerzas reales, contundentes. Lo
veíamos ahora en el relanzamiento del Movimiento Bolivariano»176.
Un elemento importante de definición histórica del chavismo impli-
ca asumir la extensión de la heroicidad del siglo xix con la heroicidad
del siglo xx, «enmarcado todo en la noción de sacrificio, de esfuerzo
de ambas coyunturas históricas»177.
Durante el gobierno del presidente Chávez, desde su toma de
posesión hasta el presente, «la escenificación teológica política de la
resurrección bolivariana ha sido continua»178. Chávez le dio la razón
cuando en mayo de 1999 aseveró que en «Venezuela está en marcha lo
que hemos llamado un proceso de resurrección venezolana, agregando
que el evento al que asistía en ese momento en Brasilia se congregaba
en torno a «ese rostro eterno de Simón Bolívar»179.
También lo hacía cuando refería en sus discursos la consigna de
sus seguidores: «¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! que camina la espada de
Bolívar por América Latina! tal como lo hace en Brasil en diciembre
de 2005»180.
Reinaldo Rojas en uno de sus trabajos señala que se intentó
«cultivar la creencia de Chávez como un Bolívar reencarnado »181, o
bien, simplemente como el «continuador del ideario de Bolívar (…)

176
Bilbao, Luis (entrevista a Hugo Chávez), op. cit., 25p.
177
Romero, Juan Eduardo, Hugo Chávez y la representación de la historia de Venezue-
la, Revista Reflexión Política N° 11, año 6, junio de 2004, IEP-UNAB, Colombia,
161p: http://revistas.unab.edu.co/index.php?journal=reflexion&page=article&op
=view&path[]=688&path[]=664 (consultada el 14 de abril 2013).
178
Krauze, Enrique, op. cit., p. 207.
179
Chávez, Hugo, Discurso con motivo del inicio de la Cátedra «Simón Bolívar»
en la Universidad Nacional de Brasilia; Biblioteca Central, Brasilia, Brasil, 6 de
mayo de 1999, «O nos unimos o nos Hundimos», en La unidad latinoamericana,
op. cit., p. 2.
180
Chávez, Hugo, Estamos dispuestos a construir el sueño de nuestros libertadores,
discurso con ocasión de la colocación de la primera piedra en la refinería «Abreu
e Lima» de Recife, Pernambuco, Brasil 16 de diciembre de 2005, en La unidad
latinoamericana, op. cit., 298p. Adicionalmente hay que tener presente que los
adherentes chavistas complementan la arenga con un ¡Bolívar sigue, la lucha sigue!
Que refuerza esta argumentación en orden a la parusía de Bolívar.
181
Rojas, Reinaldo, op. cit., p. 185-210.

75
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

transformándose así en su descendiente»182. De manera similar Arenas


afirma que se intentó generar la visión de la proximidad del retorno
al tiempo pasado de la fundación nacional venezolana, mediante la
invocación del semidiós que baja del Olimpo nacional encarnado en
un líder mesiánico»183. Como explica Donald MacRae esta perspectiva
de corte cuasi religioso (el endiosamiento de Bolívar) apunta a la con-
figuración de un discurso que, como todo populismo ensaya, prueba
una mirada simultánea sobre el pasado, pero respondiendo al futuro:
«El populismo es fundamentalmente nostálgico. Sintiéndose a disgusto
con el presente y el futuro inmediato, busca modelar el futuro mediato
de acuerdo con su visión del pasado»184.
En el pasado está indefectiblemente la respuesta a toda crisis:
Chávez asegura que «la América Latina, mientras no termine de desci-
frar los códigos del pasado, de su pasado, de nuestro pasado, no vamos
a terminar de descifrar, o de construir más bien, los códigos de nuestro
futuro»185. De esta manera, la solución al problema contingente de la
pobreza en Venezuela es buscada en la obra del Bolívar, paladín de la
justicia para los oprimidos por el imperio español durante los albores
de la emancipación.
La propia Constitución de República Bolivariana de Venezuela
establece en su primer artículo: «La República de Venezuela es irrevo-
cablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral
y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la
doctrina de Simón Bolívar, el libertador»186. Lo anterior, para el his-
toriador venezolano Reinaldo Rojas, implica un regreso de los héroes
en el actual proceso bolivariano. En otras palabras, el chavismo es
una experiencia cuyas bases están enraizadas en el pasado, abonadas
constantemente con la figura de Bolívar. Es que el recuerdo de la figura
de Bolívar es recurrente y atemporal, como

182
Montero, Maritza, «Génesis y desarrollo de un mito político», Tribuna del Inves-
tigador N° 2, volumen 1, Caracas, Asociación para el Progreso de la Investigación
Universitaria (APIU), 1994, 173p.
183
Arenas, Nelly, op. cit., 47p.
184
Macrae, Donald, op. cit., 209p.
185
Discurso de Hugo Chávez el 15 de diciembre de 2004, en Narvaja de Arnoux,
Elvira, op. cit., p. 40.
186
Constitución Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, Gaceta Oficial
Extraordinario (5.453), Caracas, viernes 24 de marzo de 2000, p. 3.

76
Bolívar Según Chávez

El mito edénico prometido se cumple en la Venezuela de cierre


de siglo solo si un líder de contenido heroico se hace presente, esto
es, como afirmamos en la introducción de este libro, «la heroarquía
propuesta por Thomas Carlyle bajo la idea de que toda sociedad está
fundada en el culto del héroe»187. La pregunta entonces es ¿qué hay
de diferente entre la advocación histórica de Bolívar y el proyecto del
presidente Chávez? La respuesta es que antes «Bolívar representaba
el protector del orden nacional establecido y con Chávez, en cambio,
pasaría a ser el líder revolucionario por definición»188.
El chavismo realizó una original propuesta acerca de Simón
Bolívar al cambiarle su rol histórico. Antes, Bolívar era visto como
el paladín del orden establecido, en cambio en el discurso boliva-
riano chavista Bolívar se convierte en un héroe independentista
revolucionario, es decir, en un personaje rebelde con las estructuras
tradicionales de dominación y capaz de romper su sacralidad para
fundar un orden nuevo.
Sostiene Rojas que «Bolívar deja de ser el emblema acartonado del
sistema político tradicional, para transformarse en símbolo de rebeldía
política, que simultáneamente agrega a la recurrente alusión bolivariana
de las capas dirigentes, justificadora política institucional de su poder,
una dimensión orientada a las manifestaciones populares del culto»189.
Así, por un lado, «recupera la profunda consigna revolucionaria del
proceso emancipador del siglo xix y, por otro, traza una continuidad
con el presente esbozado por el proyecto bolivariano»190.
En el discurso chavista, la heroicidad transgresora del orden im-
puesto por los dioses a los humanos es rescatada para referirse a su
identidad política bolivariana191.
187
Carlyle, Thomas, De los héroes, Editorial Cumbre, México, 1978, pp. 12-13. Para
el tema de la emergencia de un líder heroico para Venezuela Contemporánea en
Arenas, Nelly y Gómez Calcaño, Luis, «Los Círculos Bolivarianos: el mito de
la unidad del pueblo», op. cit., p. 170.
188
Boeckh, Andreas y Graf, Patricia, op. cit., p. 4.
189
Rojas, Reinaldo, op. cit., p. 190. No hay que olvidar que la figura del militar re-
belde conecta bien con el recuerdo de una nación surgida de la guerra en la que el
«bravo pueblo» es glorificado en el himno nacional y en la que los líderes militares
juegan un rol crucial.
190
Aranda, Gilberto, op. cit., p. 139.
191
Para estas características de transgresión de los héroes véase Bauzá, Hugo, op. cit.,
p. 5.

77
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Cual Prometeo, presto a robar el fuego para donárselo a los hom-


bres incumpliendo los designios olímpicos de Zeus, Chávez rescata la
dimensión subversiva de Bolívar que encaminó sus objetivos políticos
más allá del umbral tolerado por la sociedad política de su tiempo, en
la circunstancia promisoria (prometeica diríamos) de reorganizar un
mundo percibido esencialmente como desarmónico. Veamos entonces
la secuencia hechos-crisis-resignificación mítica: la devaluación de
la moneda venezolana (en 1983) marcó un punto de inflexión en la
depresión económica, situación que hizo crisis con el estallido social
(Caracazo) de febrero de 1989, cuya respuesta castrense fue la insurgen-
cia del 4 de febrero de 1992, impregnada de alocuciones nacionalistas.
Dicho momento catalizó el regreso del mito y de los viejos héroes con
nuevos contenidos192. La rebeldía primigenia de Bolívar es reescrita en
clave chavista, adaptándola a la demanda popular de un nuevo orden,
en otras palabras, una república inclusiva y orientada a los pobres y
no a las elites. Es lo que precisamente actualiza Chávez al presentar a
Bolívar como el inspirador revolucionario del proceso que él mismo
lidera: Simón Bolívar, el Libertador de Suramérica y el líder inspirador
de la revolución que en estos tiempos se ha desatado en Venezuela,
dice «su lema político en momentos que el conflicto sociopolítico por
una nueva distribución del poder y las rentas derivadas del petróleo
se desataba con toda su fuerza en la Venezuela de cierre de siglo xx,
signada por la triple crisis social, económica y política»193.
Chávez construyó su discurso de cambio sobre la base de una
polarización social previa, dotándola de contenidos políticos, para lo
cual se sirvió de la historia que todo venezolano recordaba, la historia
de la lucha de Bolívar y de otros héroes en contra de la dominación
extranjera primero, y las oligarquías nacionales después.
De esta dualidad de confrontaciones, «el chavismo priorizó el en-
frentamiento retórico contra los empresario nacionales y los políticos
adecos y copeyanos»194. Así, el chavismo sorteó con mayores grados
de coherencia interna la abstracción de la elite adversaria que otras
experiencias como el fujimorismo, el que sindicó como responsable
192
Aranda, Gilberto, op. cit., 140p.
193
Cita de Hugo Chávez del 16 de mayo de 2004, en Narvaja de Arnoux, Elvira,
op. cit., p. 65.
194
Paramio, Ludolfo, Giro a la izquierda y regreso del populismo, op. cit., p. 65.

78
Bolívar Según Chávez

del deterioro nacional peruano solo a la clase política, al tiempo que


pactaba con multinacionales de carácter monopólico195.
Su misión definitiva es la redención de los pobres a través de la
justicia social, lo que declara en Montevideo el 2 de febrero de 2005:

A pesar de estar viviendo sobre tanta riqueza, ríos por todos


lados, tierra fértil, grandes sabanas, hierro, aluminio, oro, un
inmenso mar, llegamos al final del siglo xx con un porcentaje de
población muy grande —algunos dicen 87%, otros 80%— de
población viviendo en condiciones de pobreza. ¿Cómo se explica
eso? He aquí parte del drama que estamos enfrentando hoy.
Nosotros llegamos al gobierno de Venezuela para transformarlo,
cueste lo que nos cueste, no nos importa nada lo demás, cueste
lo que nos cueste196.

La identificación de pueblo tendría «un sentido al parecer excluyente


de los sectores privilegiados»197, afirma García Guardilla. Políticamente se
buscó «una nueva frontera política antagónica de inclusión/exclusión, que
ocasionó un agravio primigenio a la oposición política y económica»198.
Esta jugada apuntó a una dicotomización discursiva para agregar un clivaje
político a las diferencias preexistente entre ricos y pobres, traducidas en el
conflicto entre los privilegiados y el pueblo. En otras palabras, una estimu-
lación desde arriba para la emergencia de una subcultura patriótica —la
que denominamos heroarquía, es decir, «basada en héroes patrios— entre
los sectores populares que se autoidentificaban como el verdadero pueblo
venezolano y que confrontaran al bloque histórico de poder, estigmatizado
con adjetivos como oligarca y corrupta»199.

195
El punto en común de Chávez y Fujimori, además del desprecio hacia los políticos
del antiguo régimen, era la procedencia u origen político marginal. La elección
presidencial de uno y otro representó un quiebre en las tradiciones sistémicas de
Venezuela y Perú, respectivamente.
196
Chávez Frías, Hugo, Discurso con motivo de la firma del «Acuerdo Caracas»,
Montevideo, Uruguay, 2 de marzo de 2005; en 2005. Año del Salto Adelante. Hacia
la construcción del socialismo del siglo xxi. Selección de Discursos del Presidente
de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, año 7, Caracas,
Gobierno Bolivariano, 2006, 193p.
197
García Guardilla, María Pilar; «Sociedad Civil: institucionalización, fragmenta-
ción y autonomía». En Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana
en la época de Chávez. Clases, polarización y conflicto, op. cit., p. 248.
198
Op. cit., p. 65.
199
López Maya, Contreras; Organización y Discurso del MVR y el PPT (explorando

79
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

A continuación, una vez que la oposición doméstica fue seriamen-


te debilitada, durante el periodo 2002 y 2003, Chávez se concentró
en el rechazo a toda hegemonía impuesta desde el exterior, motejada
de imperialista. Así, la justificación a todo cambio fue basada en la
arista revolucionaria de Bolívar, vinculándola, en ciertas ocasiones,
incluso con Cristo, respecto de la común identidad de el Libertador
y del Mesías en la lucha por un mundo más justo y, sobre todo, en el
martirio experimentado por ambos200. De esta manera, Bolívar se eleva
religiosamente al panteón de los santos o al iniciador del cristianismo.
Después de todo —como nos recuerda Bauzá— entre las necesidades
de la humanidad está crear ídolos post mortem, erigiéndoles santuarios
y altares donde rendirles culto, sea este religioso o cívico201.
El conflicto por la distribución de la riqueza entre los venezolanos
hizo del Bolívar de Chávez, un héroe redentor anterior a otros como
el Che Guevara y Castro, por citar algunos202. En otras palabras este
discurso cuasi religioso «se ajustó a la medida del contexto crítico de
colapso del sistema de partidos políticos tradicionales como interme-
diarios de las demandas de una sociedad»203.
Solo luego de enraizamiento social del del culto cívico y religioso a
un Bolívar rebelde, el gobierno chavista profundizó en el de la Revolución
Bolivariana. El culto al nuevo Bolívar implica que su heredero, Chávez, se
vuelva muy importante en la operación actualizadora del mito. Stewart
sostiene que en este caso es un registro nacionalista sobre el cual se equi-
para la nación con el pueblo hasta llegar a fundirse en una sola identidad,
fungiendo el liderazgo de Chávez como catalizador de una identidad
la capacidad de supervivencia de actores emergentes en Venezuela), en Ramos
Rolon, Marisa. Op. cit. 187p.
200
A partir del año 2006, Chávez crea la imagen de Bolívar y Cristo como revolucio-
narios de su tiempo y serán reconocidos como socialistas.
201
Nuevamente Harwich nos alerta del contenido mágico-ritualístico nacional de la
herencia de Bolívar. Véase Harwich, Nikita. Op. cit., p. 11. Cfr. con Romero, Juan
Eduardo. Op. cit., p. 153. Este autor habla de un ritual de gran contenido simbólico
mediante el cual se establece una analogía religiosa. Respecto de la costumbre de erigir
santuarios y altares para rendir culto, Bauzá apunta a la figura del héroe afincada
en el imaginario mítico que «cuanto más se aleja del ámbito de lo fáctico, más se
adscribe al del mito que, al ser intemporal, lo substrae del deterioro del tiempo y de
las contrariedades de la historia». Véase Bauzá, Hugo, op. cit., p. 7.
202
Por ello en la reciente animación de la televisión venezolana aparecen todos ellos
en un panteón celestial.
203
Boeckh, Andreas y Graf, Patricia, op. cit., p. 11.

80
Bolívar Según Chávez

omnicomprensiva, el pueblo, precisamente en medio de una sociedad en


orfandad de referentes políticos capaces de actualizar sus mitos204.
El bolivarianismo de Chávez proporcionó entonces «una platafor-
ma simbólica para el despliegue de las demandas sociales de sectores
escasamente atendidos durante la prevalencia del Punto Fijo»205.
Según Laclau206, dicha operación responde a la lógica discursiva
populista de la equivalencia, la que funge como facilitadora de la
integración, porque dicha noción cohesiona elementos disímiles: los
trabajadores informales —a menudo con menor capacidad autoorga-
nizativa—, campesinos, los habitantes de poblaciones marginales que a
veces no tienen un trabajo regular, grupos de microempresarios y clase
media pauperizada, en síntesis, los grandes perdedores con la reducción
del Estado asistencial del Punto Fijo y aquellos más expuestos a las
consecuencias de la globalización económica.

Chávez explota las frustraciones derivadas de la austeridad


fiscal, pero sobre todo de la desprotección estatal y la sensación
de indefensión de una parte importante de venezolanos que ob-
servan que la principal preocupación de la clase política era la
privatización de empresas y la atracción de capitales externos,
antes que los ciudadanos. Así, los sectores sociales heterogéneos,
nucleados mediante una lógica equivalencial, es decir, aglutinan-
do a todos aquellos marginados, excluidos y discriminados, parte
del grupo menos favorecido por el sistema político nacional y
económico global, se constituyeron en la primigenia plataforma
social de Chávez. Desde el discurso chavista el conjunto de las
exclusiones y las marginaciones encuentran correspondencia
integral en la propuesta alternativa representada por el Movi-
miento V República, que apuesta a recuperar la autoridad del
Estado, desgarrada por la corrupción interna y el establecimiento
del modelo neoliberal, como vehículo de promoción social207.

204
Respecto de la equiparación teórica de la nación con el pueblo véase Stewart,
Angus. Op. cit., p. 224. Con relación a la tendencia chavista de identificar al
pueblo y la nación, ver Arenas, Nelly. Op. cit., p. 46. En Tanto que Gómez y
Arenas exploran el tema de la reificación del pueblo en medio de una sociedad sin
intereses. Gómez Calcaño, Luis y Arenas, Nelly, ¿Modernización autoritaria o
actualización del populismo?, op. cit., 57p.
205
Aranda, Gilberto, op. cit., 142p.
206
Laclau, Ernesto, La Razón Populista, México D.F., Fondo de Cultura Económica,
2006.
207
Aranda, Gilberto, op. cit., p. 143.

81
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

El bolivarianismo chavista, entonces, actúa con un doble rechazo:


por una parte rechaza a las elites nacionales y, por otra, se opone al
marco internacional dominado por lógicas económicas liberales.
El chavismo reinterpreta la interpelación de la justicia social, la
demanda de mayores rangos de equidad para los excluidos por el sis-
tema político-económico, como un cambio revolucionario en contra
del sistema. «Lo novedoso es que lejos de eludir las diferencias étnicas
o las barreras sociales, plantea la reivindicación de la igualdad y el
protagonismo sociopolítico de los grupos subalternos sobre las elites
históricas dominantes, monopolizando este discurso contestatario»208.
Desde dicho tenor, en la cúspide de su popularidad durante la reelección
del 3 de diciembre de 2006, Chávez exclama ante la multitud:

Esa nueva era es la que anunciaba Simón Bolívar en 1819. Una


Venezuela donde reine la igualdad y la libertad, una Venezuela
cuyo sistema político, cuyo sistema social, cuyo sistema econó-
mico esté fundamentado en la igualdad; ¡igualdad, igualdad!
Esa es la consigna209.

En este discurso, Chávez insinúa el tipo de valor democrático


ansiado, la demanda de equidad social respecto de la distribución
de la riqueza, pero también de equidad política, en relación con la
participación popular en la toma de decisión de última instancia, es
decir, la inclusión política. La idea que subyace es la de ciudadanos
concebidos como equivalentes, cuyo mayor bien es la justicia social
y que tienen límites signados por la exclusión de grupos e ideologías
practicada por el Punto Fijo. Dichas exclusiones fueron contestadas
mediante la construcción de imaginarios nacionales de origen no
elitista, los que a su vez negaron la calidad de pueblo a los sectores
económicos acomodados, los líderes políticos del antiguo régimen, o
incluso, a ciertas clases medias.
Aunque el discurso de Chávez no incurre categóricamente en el
culto a la personalidad del líder, sí enfatiza su íntima y mística conexión
con el espíritu de Bolívar, el que representaría al pueblo venezolano.
208
Ibid., p. 144.
209
Chávez, Hugo, Discurso desde El Balcón del pueblo, 3 de diciembre de 2006:
http://vulcano.wordpress.com/2006/12/04/discurso-de-hugo-chavez-desde-el-
balcon-del-pueblo-3dic06/ (consultada el 10 de junio 2010).

82
Bolívar Según Chávez

A partir de dicha trasgresión sobre el sistema erigido por las


oligarquías nacionales, representadas por los empresarios y
políticos del Punto Fijo, el chavismo se constituye en la reivin-
dicación política de los sectores sociales pauperizados —los
pobres— por medio del vertimiento de su programa político
en aquellos designados como la nación legítima respecto de la
imposición de una globalización de corte neoliberal210.

Según Reinaldo Rojas, «el mensaje chavista ante las crisis e incer-
tidumbres políticas, pletórico de patriotismo, asevera que la nación es,
ante todo, los desposeídos o los condenados de la tierra si se prefiere
la expresión de Franz Fanon»211.
En este sentido la trinidad revolucionaria chavista, llamada tam-
bién el árbol de tres raíces, generó una operación discursiva ajustada
a la estructura triádica de las creencias trinitarias cristianas. Como
afirma López Maya, Simón Bolívar, Simón Rodríguez212 y Ezequiel
Zamora213 constituyen una «visión ideoprogramática»214. Bolívar es
el que recoge el mito de la fundación patria; Rodríguez representa la
creencia en la autonomía nacional y el pensamiento no colonizado;
y Zamora es actualizado como el adalid de la igualdad social y de la
lucha campesina. «Mediante la advocación de personajes históricos
que portan en sus imágenes valores susceptibles de ser utilizados en la
coyuntura política se busca lograr adhesión en la audiencia»215.
Este mismo impulso que responsabilizó a las capas dirigentes de
la inequidad doméstica venezolana dio lugar en otra creencia que
Carrasquero tacha de mito:

210
Aranda, Gilberto, op. cit., 145-146pp.
211
Rojas, Reinaldo, op. cit., 191p. Respecto del texto de Fanon véase Fanon, Frantz,
Los Condenados de la Tierra, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1991.
212
Simón Narciso Jesús Rodríguez, conocido en su exilio de la América española
como Samuel Robinsón, fue un gran filósofo y educador venezolano, uno de los
más grandes de su tiempo, tutor y mentor de Simón Bolívar.
213
Ezequiel Zamora Zamora fue un militar y político venezolano, uno de los princi-
pales protagonistas de la Guerra Federal, líder radical que propugnaba una extensa
reforma agraria a favor de los campesinos.
214
López Maya, Margarita, Organización y Discurso del MVR y el PPT (explorando
la capacidad de supervivencia de actores emergentes en Venezuela). En Ramos
Rolon, Marisa, op. cit.
215
Boeckh, Andreas y Graf, Patricia, op. cit., p. 3.

83
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Chávez llega al poder a caballo de las frustraciones de una


población a la que se le había enseñado que Venezuela era un
país rico, pero que sin embargo, no había tenido la oportunidad
de disfrutar de esa riqueza traducida en servicios públicos de
calidad que significaran para ellos una mejor calidad de vida216.

Regresando a los próceres del proceso bolivariano del presidente


Chávez como la trinidad cristiana, se sostiene la unidad de fines de los
tres líderes y su íntima conexión, idea que es cultivada por Chávez a
través de sus narraciones:

Podríamos decir que Bolívar fue algo así como una siembra
de Robinson, de Simón Rodríguez (…). El mismo Bolívar lo
reconoce en una carta memorable y muy hermosa, por allá por
1822, 1823, regresa Simón Rodríguez ya, después de muchos
años a Suramérica, y Bolívar le dirige una carta y le dice: Yo no
he hecho otra cosa que seguir el camino señalado por usted217.

Sostenemos que cada miembro de la triada bolivariana re-


presenta ideas-fuerza para políticas que son fundamentales en la
administración chavista: «Bolívar exige mayores facultades presi-
denciales que permitan abordar el cambio revolucionario; Ezequiel
Zamora, quien lucho por los derechos campesinos a la tierra, es el
fundamento de una reforma agraria y la demanda de participación;
finalmente, Simón Rodríguez, con su lema de autonomía nacional,
constituye la base del discurso antiimperialista y el liderazgo para
la integración regional»218.
Chávez se muestra como el hombre que restituiría lo usurpado
por las oligarquías nacionales al pueblo venezolano. Tarea en la que
también ayuda el levantamiento de las figuras de los héroes naciona-
les, quienes desde el pasado se convierten en soluciones políticas en
el presente. De esta manera, Chávez logra ser el (re)productor de las
216
Carrasquero, José Vicente, «Democracia participativa y exclusión en Venezuela»,
Stockholm Review of Latin America Studies Issue (1), Stockholm, University of
Stockholm, November 2006, p. 43. Dicha premisa es compartida y descrita por
Krauze (Krauze, Enrique, op. cit.) y Malamud (Malamud, Carlos, op. cit.).
217
Chávez Frías, Hugo, «Lograremos construir la utopía del mundo nuevo»,
conferencia inaugural en la UNAM, Ciudad de México, 27 de mayo de 2004. En
La unidad latinoamericana, op. cit., p. 71.
218
Aranda, Gilberto, op. cit., p. 146.

84
Bolívar Según Chávez

representaciones colectivas instaladas en la memoria histórica y en el


imaginario político de la sociedad venezolana.
En esta función autoasignada, Chávez vincula «la identidad na-
cional venezolana, que venera a héroes y mártires de la causa nacio-
nal, con la lucha igualitaria y popular por la libertad en contra de la
oligarquía»219. Chávez lanza nuevamente a los cuatro vientos ¡Muerte
a la oligarquía!, grito popular atribuido a Ezequiel Zamora. Pero a
diferencia del lema federalista, que sirvió para encender el resentimiento
de peones y ex esclavos en la Venezuela morena y parda, actualmente
se dirige contra otra oligarquía, la conformada por los timoneles de
los partidos del Punto Fijo, los antiguos ejecutivos de la empresa de
Petróleos de Venezuela y otros dirigentes empresariales.
Como ya hicimos notar, Chávez «colisionó en primer término con
los grupos de poder político y económico nacionales venezolanos»220
a quienes consideró «adversarios domésticos, consagrando una guerra
civil fría, al decir de Rouquié»221.
Antes del 2002, el adversario por vencer era la oligarquía nacio-
nal, que compartió un mismo sitial con los políticos representantes de
Punto Fijo o sindicalistas de la CTV, hasta llegar a constituir una sola
categoría para los chavistas. Recordemos cuando Chávez culpaba a
los políticos tradicionales de ser los responsables de todos los males
del país:

Cuando Dios creo al mundo dio a Venezuela aluminio, petróleo,


gas, oro, minerales, tierras fértiles, de todo. Pero se dio cuenta
de que era mucho. No les voy a dar todo tan fácil a los venezo-
lanos —dijo Dios: ¡Y nos mandó a los políticos! Ahora parece
haberse compadecido222.

Una vez ocurrido el intento de golpe de Estado de abril de 2002,


Chávez comienza una dura crítica en contra de la influencia de Estados
Unidos en el hemisferio. Sostenemos que establece así una importante

219
Hellinger, Daniel, Tercer Mundismo and Chavismo, op. cit. p. 14.
220
Ellner, Steve, op. cit., 2003b, p. 22.
221
Rouquié, Alain, A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina,
op. cit., p. 240.
222
Declaraciones del periplo de Chávez a París un mes antes de asumir la Presidencia
de la República por primera vez. Cita de Freidenberg, Flavia, op. cit., p. 182.

85
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

diferencia con el populismo clásico, cuyo primer objetivo es atacar la


influencia de los poderes externos. Los populismos clásicos articularon
alianzas amplias que incluyeron, además de los sectores no privilegiados,
a los empresarios nacionales desde un primer momento, y con un cues-
tionamiento inicial al capital trasnacional y a la influencia extranjera.
Como señala Arenas, solo en la medida en que «el adversario
interno mermó en poder y sus acciones dejaron de constituir un po-
tencial riesgo para el régimen, las arengas antiimperialista ganaron
protagonismo»223. Desde ese punto de vista se puede asegurar que
después del 2002 encontramos discursos categóricamente antagonistas
con Estados Unidos, en su dimensión imperial, representado por el
presidente George W. Bush Jr., a quien identificó con el diablo durante
un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas:

El Diablo está en casa, pues. El Diablo, el propio Diablo está


en casa. Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí en
este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha
tocado hablar. Ayer, señoras, señores, desde esta misma tribuna
el señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo el
diablo, vino aquí hablando como dueño del mundo224.

La omnipresencia de Bolívar lleva la delantera para referirse a esta


lucha de opuestos, la nación contra los privilegiados o aventajados
del mundo globalizado, si regresamos a la referencialidad a los héroes
del pasado. Pasa a ser una fórmula invocada para todo tiempo y cir-
cunstancias, capaz de activar el topos (lugar) de la mitología política
venezolana en el antagonismo de la mayoría sin poder, contra la mino-
ría poderosa. Con ello, además de apuntar a la pugna abierta, indicó
tácitamente la preeminencia de lo local y lo regional (latinoamericano)
sobre otras lógicas exógenas impuestas desde el exterior.
Chávez plantea, al igual que los populismos clásicos, la derrota de
los responsables de las exclusiones históricas y la promesa de una nueva
redención revolucionaria, insistiendo en la originalidad de su proyecto
bajo un rótulo bolivariano, pese a que recupera para su causa el mito
fundacional del origen nacional venezolano. Chávez encarnaría, más

223
Arenas, Nelly, op. cit., 40p.
224
Chávez, Hugo, Discurso ante la ONU, 29 de septiembre de 2006.

86
Bolívar Según Chávez

que a Bolívar mismo, a la herencia mitológica de la emancipación bo-


livariana vivida contingentemente como una revolución social del aquí
y del ahora. De esta manera, responde al modelo revolucionario de los
populismos, cuya dimensión temporal o registro temporal si seguimos
el concepto de Jaguaribe, «no es ni pasado ni provenir, es presente,
marcada por la inmediatez, sin pasar por estructuras formales»225.
La revolución al servicio de un proyecto político contingente
bajo la promesa absoluta de solución inmediata es recuperada por
el chavismo como uno de los mitos fundacionales de la modernidad.
Lo anterior convertiría al líder en el caudillo mago de la versión de
Cassirer, con capacidad de efectuar milagros— «conectándose con las
perspectivas de esperanza en el futuro que portan otras ideologías, de
carácter soteriológico (por ejemplo, la parusía en el cristianismo) o
laicas de salvación (el hombre nuevo que emerja de una sociedad sin
diferenciación social en la izquierda radical)»226.
El proyecto bolivariano de Chávez porta además una dimensión
soteriológica la que hace que el presidente comparta con el héroe inde-
pendentista una identidad mítico-mesiánica, que el propio Chávez reco-
noció en una entrevista del 28 de diciembre de 2001, aunque cuidándose
de desmentir su autoría y atribuyéndosela a un fenómeno sicológico227.
«El carácter esencialmente mediático posmoderno de la Revolución
Bolivariana —es destacado por Enrique Krauze—, en la que el líder

225
Para el registro temporal del populismo véase Jaguaribe, Helio, op. cit. Respecto
de la condición temporal presente del populismo que «no es pasado ni provenir»
en Touraine, Alan, Las Políticas Nacional Populares. En Mackinnon, María y
Petrone, Mario Alberto (Comps.), Populismo y neopopulismo en América Latina, el
problema de la cenicienta, Buenos Aires, Eudeba, 1999. Se consigna que el carácter
acelerado de las soluciones —en momentos electorales— es parte del registro que
casi todos los autores reconocen al populismo: La «revolución de la expectativas»
de Torcuato Di Tella (Di Tella, Torcuato, «Populismo y reformismo». En Germani,
Gino, Di Tella, Torcuato y Ianni, Octavio, Populismo y Contradicciones de Clase
en Latinoamérica, Ciudad de México, Ediciones Era, 1973) o la intemporalidad
inmediata de Guy Hermet (Hermet, Guy, El populismo como concepto. En Revista
de Ciencia Política, Volumen XXIII (1), Santiago de Chile, Pontificia Universidad
Católica de Chile, 2003.
226
Cassirer, Ernesto, op. cit.
227
«Se habló mucho, se escribió mucho en los años 1992, 1993, sobre el mito Chávez,
y el caudillo Chávez, el Mesías (…) ¿Cómo luchar en contra aquello? Mesianismo,
sí. Pero no porque yo lo haya impulsado». Véase Bilbao, Luis (entrevista a Hugo
Chávez), op. cit., p. 42.

87
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

interpretaría el papel de revolucionario heroico, lo que puede ser re-


frendado en el ícono de la boina roja o los atavíos con los colores de la
bandera»228. Aunque Chávez mantiene un carácter mesiánico en conexión
con los mitos fundacionales, no descarta el papel central que la idea de
revolución moderna ocupa en los anhelos de muchos de sus adeptos.
«Chávez es efectivamente el restaurador de un pasado, pero no de
cualquier pasado, sino que de un pasado moderno, parido por medio de
las guerras de emancipación lideradas por Bolívar»229. Su papel, como
dijimos, es el del héroe, capaz de cerrar el ciclo de demandas revoluciona-
rias decimonónicas pendientes desde la revolución de la Independencia,
en otras palabras terminar la obra de Bolívar que en su objetivo mayor
representa la anhelada unidad continental bajo el acrónimo de ALBA
(Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)230. Su nombre
apunta a la actualización de la Patria Grande del imaginario bolivariano,
que José Martí concibiera en su obra Nuestra América231. Pero aún más,
el propio término bolivariano termina por identificar al ALBA con su
propio gobierno, vinculando de manera directa la experiencia política
nacional con un proyecto ambicioso de dimensiones latinoamericanas.
El ethos declarado del proyecto integracionista es ejecutar la segunda y
definitiva independencia, pero a una escala regional.
Como Chávez expuso en Mar del Plata:

Porque se trata aquí de una segunda independencia, lo que


hoy estamos haciendo, ya lo decía José Martí, por allá por
mil ochocientos ochenta y tantos, hablándole a los pueblos de
América Latina: Llegó la hora de la segunda independencia, y
necesitamos a todos, hombres y mujeres conscientes, unidos,
unidos de verdad232.

228
Krauze, Enrique, El poder y el delirio, 2008, 331p.
229
Aranda, Gilberto, op. cit., 152p.
230
La idea de terminar la obra de Bolívar iluminada desde el análisis de discurso en
Narvaja de Arnoux, Elvira, op. cit., 18 y 85p.
231
Quintanar, Silvia, La Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América.
Un nuevo proceso de regionalismo latinoamericano. En BERNAL-MEZA, Raúl y
Quintanar, Silvia Victoria, Regionalismo y Orden Mundial: Suramérica, Europa,
China, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano y Universidad Nacional del
Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2012, 302p.
232
Chávez, Hugo, ¿Quién enterró al ALCA? Los pueblos de América lo enterramos,
discurso de clausura de la III Cumbre de los pueblos de América, Mar del Plata,
4 de noviembre de 2005. En La unidad latinoamericana, op. cit., p. 274.

88
Bolívar Según Chávez

La evidencia a este respecto es contundente. «Las modificaciones al


escudo de armas venezolano del 9 de marzo de 2006 contemplaron que
en la franja azul de la cinta que sirve de base al emblema se agregara
a su derecha la frase con letra de oro 19 de abril de 1810 (aniversario
autonomista venezolano) y en su derecha, con la misma tipografía, 30
de diciembre de 1999 (fecha de la promulgación de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela)»233.
Hay una equivalencia en las fechas que conectan la gesta de
emancipación con el proceso bolivariano, abierto por la elaboración
del nuevo texto constitucional. Se trata de una variante notable en
la permanente referencia a Bolívar, es decir, «la adición de la octava
estrella en la bandera nacional venezolana: la finalidad explícita era
representar la provincia de Guayana, conforme a la voluntad que el
prócer expresara en el Congreso de Angostura el 20 de noviembre de
1817, pero que no se había implementado»234.
«De esta manera simbólica Chávez pasó a ser el sello de las pro-
mesas de Bolívar, su cumplimiento definitivo en su triple dimensión
transgresora del orden impuesto, libertaria de las ataduras externas y
salvífica para los marginados y excluidos»235.
El tiempo de la revolución y la independencia, abierto hace dos
siglos, solo concluirá cuando se complete la construcción de la nación
latinoamericana, afirma Chávez . Es decir, el cronotopo bolivariano
confiere a Chávez una representación del mundo que orienta su acción
política. Dicho evento, la unidad/convergencia latinoamericana, no se
concluyó durante la vida de el Libertador, por lo que quedó pendiente.
«Acerca de dicho punto y reconociendo la paternidad de Bolívar en el
anhelo panlatinoamericano, Chávez se propone recuperar, despertar,
revivir, en definitiva rehacer el proyecto, trayéndolo a la contingencia
y hacerlo un objetivo político de su gobierno»236.
Para justificar la continuidad y el carácter inacabado en el proyecto
bolivariano decimonónico Chávez recurre permanentemente a una
frase de el Libertador:

233
Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Caracas, Año CXXXIII–Mes III.
(38.394), jueves 9 de marzo de 2006.
234
Aranda, Gilberto,. op. cit. 153p.
235
Aranda, Gilberto,. op. cit. 154p.
236
Narvaja de Arnoux, Elvira, op. cit., 19p.

89
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Simón Bolívar dijo, defraudado de su tiempo, casi muriéndose


ya, casi solitario, traicionado, expulsado de aquí, dijo: el gran
día de la América del sur no ha llegado. Doscientos años después
nosotros creemos que ahora sí llegó el gran día de la América
y más que de la América, el gran día de los pueblos, el gran día
de los pueblos237.

Para Chávez, los intentos «verdaderamente revolucionarios de


construir una patria nueva serían primero la Independencia, la expe-
riencia de Federación y, finalmente, su gobierno bolivariano»238. En
otras palabras, la alegoría bolivariana es un pasado siempre actual, que
nunca llegó a ser completamente pasado. De hecho, cuando Chávez
asume la presidencia convoca la elección de una Asamblea Nacional
Constituyente, la que es leída como una reedición del Congreso de
Angostura de 1819. Es decir, la Tercera y la Quinta República se fun-
den en un cronotopo abierto a la prosecución de la gesta de Bolívar,
presente en 1819 y en 1999.
Esta afirmación queda refrendada en el panteón latinoamericano
sugerido por Chávez: «Es nuestro proyecto, es el proyecto de 200 años,
es el proyecto de San Martín, de Artigas, de O’Higgins, de Miranda, de
Bolívar, de el Che, de Perón, de Evita, es nuestro proyecto»239. Esta idea
se ratifica en el video titulado Hasta siempre comandante, analizado
más adelante, que la televisión venezolana emitió luego de la muerte
de Hugo Chávez.
Chávez en sus discursos retoma la idea de reintegración, es decir,
de un cuerpo nacional despedazado por la oligarquía y los partidos
domésticos, que tiene que recuperar su unidad. También retoma la idea
del presente, es decir, de despertar lo que estaba solo aletargado, del
renacimiento de los sentidos históricos, de la resurrección de impronta
soteriológica a cuestas.

237
Chávez Frías, Hugo, La Revolución Bolivariana y la construcción del socialismo
del siglo xxi. Qué podamos decir dentro de 10 años, dentro de 20 años que la
historia nos absolvió, Venezuela, 13 de agosto de 2005, en La unidad latinoame-
ricana, op. cit., p. 198.
238
Romero, Juan Eduardo, op. cit., p. 160.
239
Chávez, Hugo, ¿Quién enterró al ALCA? los Pueblos de América enterramos
al ALCA, discurso de clausura de la III Cumbre de los Pueblos de América, 4 de
noviembre de 2005, Mar del Plata, Argentina, en La unidad latinoamericana, op.
cit., p. 261.

90
Bolívar Según Chávez

El presidente Chávez «vincula las fechas del proceso bolivariano que


dirige con el tiempo del héroe nacional: ‘Sí, en Venezuela se respiran vientos
de resurrección’ (2 de febrero de 1999), lo que significa que se estaría saliendo
de una postración nacional venezolana para asistir ‘a un renacer el proyec-
to bolivariano’ (27 de mayo de 2004) y ‘formar parte de una vanguardia
alternativa que encarna un camino de redención para los pueblos de este
continente, al igual que hace doscientos años atrás’» (16 de mayo de 2004).
Este continuum que relaciona el pasado con el presente es sintetiza-
do por Elvira Narvaja de Arnoux de la siguiente manera: «El renacer es
posible, puesto que el ciclo no se ha cerrado, porque el sentido histórico
de las fuerzas que se enfrentan es el mismo, porque las tareas no se han
completado. Esto hace posible el volver reencarnado de Bolívar»240.
Como afirma Chávez en el discurso pronunciado en el XVI Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes:

Aquí está rebrotando un proyecto de 200 años y esa debe ser


una de las características del socialismo del siglo xxi: debe ali-
mentarse de las particularidades de cada sitio, de cada lugar, de
cada pueblo, de cada historia, y aquí, sin lugar a duda alguna, es
Bolívar el que señala el rumbo; es Bolívar y su ideario; es Bolívar
y su sueño; es Bolívar y su revolución; es el proyecto bolivariano
que ha vuelto después de casi doscientos años y hoy anda vivo
por estas calles y por estos barrios y por estos pueblos241.

El presidente Hugo Chávez encarna el mito de la unidad del pueblo


venezolano en torno a un líder histórico: Simón Bolívar. De esta mane-
ra es aplicable la reflexión de Portantiero y De Ipola, en orden a que
«la estructura mitológica de la política nacional popular reposa sobre
una concepción organicista en la que el proyecto redentor del cuerpo
popular es encabezado por un jefe que personifica a la comunidad, en
este caso Chávez»242.

240
Narvaja de Arnoux, Elvira. Op. cit. p. 74.
241
Chávez, Hugo, La Revolución Bolivariana y la construcción del socialismo del
siglo xxi. «Qué podamos decir dentro de 10 años, dentro de 20 años que la historia
nos absolvió». Venezuela, 13 de agosto de 2005. En La unidad latinoamericana.
Op. cit., p. 197.
242
Portantiero, Juan Carlos y De Ipola, Emilio, Lo nacional-popular y los popu-
lismos realmente existentes, Revista Nueva Sociedad, Caracas, Editorial Nueva
Sociedad, mayo-junio, 1981, p. 12.

91
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Conforme con lo anterior, los cambios redentores responden a la


necesidad de reconstruir un proyecto nacional estatal cuyo núcleo de-
clarativo es la base social, aunque con una lógica de arriba hacia abajo.
Detrás de esto, por ejemplo, se encuentra la idea de refundar Venezuela
con una nueva Constitución: «una constituyente, un debate infinito y
muchos proyectos constitucionales y aquí está la Constitución. Y luego,
la relegitimación de poderes y el nacimiento de un nuevo Estado, una
nueva República, que ahí está pujando por levantarse y fortalecerse»243.
Chávez, al orientar así sus discursos, convence de que la solución
definitiva todavía no se ha logrado, por lo que deja pendiente la re-
dención definitiva del pueblo. De esta manera, no agota los tiempos
escatológicos que esgrime todo líder revolucionario para establecer
una revolución que no se agota con la simple asunción al poder. Al
mismo tiempo que se orienta a «un proceso de refundación nacional
y de transformación de las estructuras políticas y económicas»244.
Es decir, en un registro de toques populistas, el liderazgo de Chávez
articula la temporalidad de los discursos y las políticas públicas. Es un
registro atemporal que apela a una verdadera revolución de las expec-
tativas, se prometen soluciones inmediatas a las múltiples necesidades
pero, al mismo tiempo, coloca de relieve un conflicto agonal previo —que
en Venezuela fue la inicial polarización social de los 80— trasladando el
cumplimiento total del programa político a un momento lejano.

El presidente Chávez mostraba gran habilidad política al arti-


cular la evocación de los resentimientos sedimentados por la
exclusión social, con soluciones atemporales recuperadas del
tiempo de Bolívar y de otros héroes, en tanto depositarios de una
identidad nacional, aunque en la práctica se ha reconstituido el
principio nacional estatal bajo el cual la diferenciación del pueblo
queda subsumida en la mayoría, cuando no en la unanimidad245.

De esta manera el discurso chavista aparece refiriéndose al conflicto y


apelando a los sujetos populares, mediante el resurgimiento de la categoría

243
Bilbao, Luis (entrevista a Hugo Chávez). Op. cit. 52-53p.
244
Marta Sosa, Joaquín, Dos constituciones cara a cara: mucha revolución y pocos
cambios (el conflicto de poder en Venezuela y la constitucionalización del sistema
político en 1961-1999). En Ramos Rolon, Marisa. Op. cit. 21p.
245
Aranda, Gilberto. Op. cit. 158p.

92
Bolívar Según Chávez

pueblo, en una reedición de los viejos populismo, aunque con la novedad de


la envoltura histórica fundacional, empapada de próceres y héroes patrios246.
El resultado fue que la división de la sociedad civil en dos polos a
partir de criterios clasistas fue reforzada, así como la implementación
de proyectos de sociedad antinómicos e irreconciliables, perdiéndose la
tradición de los consensos y los acuerdos policlasistas del Punto Fijo.
Venezuela pasó a dividirse entre adeptos y desafectos al proyecto boliva-
riano, lo que hoy es galvanizado en los motes de escuálidos (para lo an-
tichavistas) y rojos rojitos (para los partidarios del extinto mandatario).
«Los comportamientos de esta sociedad civil fracturada binariamente
se orientaron en ocasiones a prácticas excluyentes de negación del otro,
con lo que la intolerancia y las miradas monolíticas campean»247. Así
se explica la aparición de la autodefensa contra ese otro, que conspira
para la realización del grupo del que se forma parte248.
Cabe preguntarse, entonces, si el bolivarianismo ha logrado tras-
cender el campo del discurso y de la práctica gubernamental, para
enraizarse en las dinámicas de la sociedad civil, como un sujeto au-
tónomo del gobierno, pudiendo remontarse más allá de las fronteras
sociales de una sociedad altamente inequitativa.
La duda que subyace es si acaso la movilización de la base social
en la Venezuela de Chávez ha sido programada y organizada desde
arriba, o bien, si por el contrario es una práctica de generación popular
que actualiza su propia versión de democracia bolivariana.
El primer caso significaría dar la razón a los argumentos que eva-
lúan a las tendencias de organización popular bolivariana como un
síntoma de la apropiación autoritaria de la voluntad de la base y, lo
que es más importante, la titularidad en la actualización de sus valores,
mediante la imposición del significado del legado de Bolívar.

246
Para la apelación a los sujetos populares en el discurso chavista véase Gómez
Calcaño, Luis y Arenas, Nelly, ¿Modernización autoritaria o actualización del
populismo? En: Ramos Rolon, Marisa. Op. cit. 64p.
247
García-Guardilla, María Pilar, Organizaciones Sociales y conflictos sociopolí-
ticos en una sociedad polarizada: las dos caras de la democracia participativa en
Venezuela, América Latina Hoy (42), Salamanca, Universidad de Salamanca, 2006,
39p.
248
La respuesta en ese caso es la organización de los así llamados «Planes Comuni-
tarios de Defensa Activa» por parte de las comunidades residenciales de sectores
altos y medios.

93
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

En tanto que en el segundo caso, está la posibilidad de constituir un


movimiento autónomo del círculo del poder, que puede llegar incluso
a exigir rendición de cuentas. Por ello, es relevante revisar la forma
concreta de auto organización popular que refiere a los mismos sím-
bolos míticos bolivarianos de justificación de su acción en el contexto
de un gobierno que incentiva la participación, amplia y profunda de
la sociedad, apelando a la tradición bolivariana.

2.3. El hiperliderazgo de Hugo Chávez

Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencias Políticas y miembro


directivo del Centro Internacional Francisco de Miranda —de tendencia
chavista—, acuñó en el año 2009, un neologismo para conferir atributos
distintivos al sistema político chavista: hiperliderazgo. Monedero lo
definió de la siguiente forma:

Creo que es propio de países con escaso cemento social, con un


débil sistema de partidos democráticos y con amplios porcentajes
de exclusión. El hiperliderazgo permite situar una alternativa
frente a lo que llamamos la selectividad estratégica del Estado.
Siempre la burguesía, los poderes del antiguo régimen, tienen el
aparato del Estado y en ese sentido creo que, pese a que se asalta
al Estado, no se tiene ni mucho menos el poder. En este sentido,
entiendo que el hiperliderazgo desempeña un papel importante,
tiene la ventaja de articular lo desestructurado y de juntar los
fragmentos con formas de lo que llamaba Gramsci cesarismo
progresivo, que tanto ayudan a retomar el rumbo de la revolución
en momentos de vacío político o de confusión ideológica. Pero
ese liderazgo también viene con problemas. El hiperliderazgo des-
activa, en última instancia, una participación popular que puede
confiarse en exceso en las capacidades heroicas del liderazgo249.

El 14 de junio del 2009 en su programa ¡Aló, presidente!, el ex-


presidente Chávez criticó las conclusiones del Seminario: Intelectuales,
Democracia y Socialismo:

249
Monedero, Juan Carlos, Seminario: Intelectuales, Democracia y Socialismo: Callejones
sin salida y caminos de apertura, Centro Internacional Miranda, Caracas, 2-3 de junio
de 2009. En Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit., p. 22.

94
Bolívar Según Chávez

Hiperliderazgo mío (...) yo les respeto su opinión (...) pero vengan


a discutirlo con el pueblo. ¿Dónde está mi hiperliderazgo? (...) Yo
creo que estoy haciendo el papel que me corresponde y más bien creo
que, en algunos temas, debería meterme más. ¿Qué significa híper?
Algo que está sobredimensionado (...) entonces yo debería bajar mi
liderazgo. ¡Ah! Eso es lo que quiere el enemigo. ¿No les parece?250.

Ese mismo año, el opositor chavista, Roberto Giusti compartió


la definición, pero con matices. Para el politólogo el expresidente de
Venezuela, Hugo Chávez, ejerció un hiperliderazgo que tenía como fin
hacerlo sentir irremplazable al frente del gobierno venezolano.
Este exsecretario de Estado durante el segundo gobierno de Carlos
Andrés Pérez afirmó que «la mayor demostración de que aquí hay un
hiperliderazgo es el consejo que le dio Fidel Castro a Chávez hace algunos
años, diciéndole que él no puede ser el alcalde de todas las ciudades»251.
Giusti agregó que «el hiperliderazgo es una ventaja mientras Hugo
Chávez tenga el apoyo de la mayoría, pero si pierde ese apoyo, como
está sucediendo ahora, no tiene quién lo suceda en el poder»252.
En el año 2011, con su crisis de salud desatada, el expresidente
Hugo Chávez «aceptó que padecía de ese síndrome político patenta-
do por el académico español en Caracas»253. Antes de someterse a un
reposo médico por un tumor canceroso, Chávez admitió que su hiper-
liderazgo es uno de sus errores fundamentales. «Tengo que aprender a
delegar. No me considero imprescindible. Aquí hay un proceso desatado
y uno juega un rol»254.
El expresidente recordó que fue instructor de liderazgo en la Aca-
demia Militar y puntualizó que existen cuatro tipos de escenarios para
actuar como líder. El estilo de la dirección de «un líder que esté casi en

250
Lilibeth Da Corte, María, Chávez acepta que su hiperliderazgo fue un error,
Diario El Universal, edición 17 de julio de 2011: http://www.eluniversal.
com/2011/07/14/chavez-acepta-que-su-hiperliderazgo-fue-un-error.shtml (consul-
tado el 25 de abril 2013).
251
Globedia, Critican hiperliderazgo de Chávez hacia un régimen socialista, edición
del 20 de junio del 2009: http://cl.globedia.com/critican-hiperliderazgo-chavez-
regimen-socialista (consultada el 26 de abril 2013).
252
Ibid.
253
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit., p. 23.
254
Lilibeth Da Corte María, Chávez acepta que su hiperliderazgo fue un error. Op.
cit.

95
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

todo», el cual dijo se aplica cuando el grupo tiene baja capacidad para
ejecutar las tareas y baja voluntad. Sin embargo, agregó:

Es el líder que delega, cuando el grupo que dirige logra altos


niveles de voluntad y capacidad. Muchas veces uno quiere estar
en todo, dirigiendo, coartando muchas veces, para luego destacar
el trabajo de sus ministros. Ahora andan sueltos, la Misión Vi-
vienda, dando ruedas de prensa, inaugurando. Ministros que no
hablaban y quizás no hablaban porque Chávez estaba en todo,
ahora andan sueltos y desarrollando sus capacidades y eso es
delegar. Eso es uno de mis errores fundamentales255.

Finalmente, el expresidente señaló en esta entrevista que:

(…) veía algo por televisión y llamaba a un ministro, una angustia


permanente que no me dejaba respirar, la gente me daba papelitos
(...) y la culpa era mía, por querer desde tapar un hueco hasta
los grandes proyectos; hay que aprender a delegar, a que se des-
plieguen todas las potencialidades de los niveles de gobierno. Un
presidente no puede estar en eso, de vez en cuando un llamado de
atención, pero eso es problema de los alcaldes. Estoy frenando los
caballos que llevo. Tengo que aprender a delegar más. Estoy asu-
miéndome de nuevo desde todos los puntos de vista —concluyó256.

Esta declaración pública acerca de su omnipresencia o hiperlide-


razgo —sostiene Modesto Emilio Guerrero— habría animado a los
movimientos sociales que lo sostenían. Ellos entendieron que Chávez
les explicaba lo mismo que ellos sentían hace mucho tiempo.

A varios de sus ministros y viceministros, en cambio, les disgusta-


ron las definiciones de los profesores chavistas congregados para
analizar las tendencias y problemas del chavismo y su gobierno.
Dos de ellos, el viceministro de Agricultura y el de Educación Supe-
rior, condenaron al Centro Miranda y a todos sus intelectuales257.
En un artículo de prensa posterior a la muerte de Chávez, Modesto
Emilio Guerrero afirmó que el hiperliderazgo generado por Chávez
deberá demostrar su capacidad de adaptación y supervivencia luego

255
Ibid.
256
Ibid.
257
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit. 24p.

96
Bolívar Según Chávez

de la muerte del líder: «El bonapartismo y el cesarismo, en sentido


gramsciano, resultan tentaciones permanentes para un movimiento en
el que están en tensión un formidable partido militar y una base social
revolucionaria organizada en constante expansión»258.
Por otra parte, dicho autor reconoce también el hito crucial que
marcó el golpe militar del 4 de abril de 2002, el que desplazó a Chávez
del gobierno durante 47 horas.

Luego del intento de destitución en su contra (Chávez) saldría por


la puerta izquierda, apoyándose en la creciente masa bolivariana
organizada. A partir de entonces, partiendo de una posición
nacionalista revolucionaria y con el instrumento de la Consti-
tución reformada por su gobierno, llegará a decir directamente
desde 2006 (en adelante) que Venezuela se encuentra en vías de
transición al socialismo. Su primer gran instrumento político,
el Movimiento V República, fue absorbido y superado por la
creación del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV),
que cuenta con más de siete millones de afiliados y un creciente
número de movimientos sociales, cooperativos, campesinos e
indígenas, vinculados a su órbita259.

En otras palabras, el trance político del 4 de abril de 2002 conven-


ció al hiperlíder que incluso antes de la reacción leal de la fracción de
las Fuerza Armada Nacional al mando de Baduel que logró imponerse
a los golpistas, fueron las bases sociales con sus desfiles en Miraflores
las que detuvieron la consolidación del nuevo poder. Pensamos que esa
fue su reflexión cuando el 8 de diciembre de 2012 decidió dejar como
su sucesor al vicepresidente Maduro.

258
Diario El Comercio, Hiperliderazgo, amenaza para el «chavismo», edición del 16
de marzo del 2013: http://www.elcomercio.com/mundo/Hiperliderazgo-amenaza-
para-chavismo-Hugo_Chavez-libro_0_883711859.html (consultado el 26 de abril
2013).
259
Ibid.

97
Capítulo III
Las organizaciones sociales bolivarianas

3.1. Los Círculos Bolivarianos

La participación de la base social sincrética venezolana, aquella


de mestizos y mulatos, se expresó en redes de solidaridad históricas
que encontraron su eco en 1999 con la llegada de Chávez al poder260.
Algunas experiencias previas de autoorganización fueron robustecidas,
mientras que otras fueron expresamente creadas para desarrollar la
dimensión referida. Este último es el caso de la tal vez más conocida
agrupación de este periodo: los Círculos Bolivarianos, que en la actua-
lidad han declinado en relevancia política, pero que durante la crisis
de abril de 2002, que significó el intento de golpe de Estado en contra
de Chávez, se ubicaron en primera fila, al lado del presidente.
En efecto, la democracia participativa tuvo entre sus canales más
eficaces de difusión durante los primeros años del mandato constitu-
cional de Chávez la acción de los Círculos Bolivarianos. Su nombre,
un claro respaldo al líder, se basó en la unidad organizativa nuclear
del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200) y en
su aspiración de incidencia de abajo hacia arriba, constituida por
grupos locales pequeños similares a los comités o células de otras
organizaciones partidarias y articuladas sobre municipios por medio
de una coordinadora bolivariana municipal, estructura imitada en las
gobernaciones y que ascendía hasta el nivel del directorio nacional,
organismo en el que se tomaban las decisiones definitivas261.

260
Hellinger, Daniel, Venezuela en el siglo xx: La formación de la sociedad civil.
En Cavieres, Eduardo, Los proyectos y las realidades. América Latina en el siglo
xx, 161p.
261
El tema de la aspiración del MBR 200 de incidencia de abajo hacia arriba en Ló-
pez Maya, Margarita, Organización y Discurso del MVR y el PPT (explorando

99
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Chávez encontró, gracias a su notoriedad y su mito personal, «un


movimiento popular provisto de una ideología (que él mismo define)
y unos fines orientados a dirigir la participación organizada del colec-
tivo social: los Círculos Bolivarianos»262. Chávez lo retrató así hacia
diciembre de 2001:

(…) Pero en todo caso yo soy uno de los que promueve ese pro-
ceso de transferencia, del mito, del caudillo, a un movimiento
popular organizado. Si para eso es ese esfuerzo, es ese esfuerzo el
que estamos haciendo de un Movimiento Bolivariano, de un par-
tido de cuadros y de masas; que aunque yo desaparezca —como
líder o físicamente, como sea— quede un capital acumulado. Si
para eso sirvió ser en una época un mito, una leyenda, bueno.
Pero para transformarlo en un movimiento; no al revés. No se
trata de sustituir al movimiento por un caudillo o un Mesías
que todo lo sabe. Ese es el proceso que está en marcha y yo soy
uno de los que tengo la conciencia, Luis, de que es necesario
impulsarlo, ayudar a que estas manos y esta palabra, esta voz,
contribuyan a conformar un poderoso movimiento popular,
como decía Simón Rodríguez. Yo me atreví en la cárcel, leyendo
a Simón Rodríguez, a agregarle una tercera consigna a algo que
él escribió allá por Valparaíso en 1848: La fuerza material está
en la masa, la fuerza moral en el movimiento y yo le agregué
la fuerza transformadora en la masa en movimiento consciente
y acelerado263.

Es decir, Chávez apostó a la formación de organizaciones boli-


varianas, más que completamente emancipadas del poder de arriba,
sino en vínculo estrecho con su propio liderazgo, dado que estas re-
conocen su papel de caudillo e incluso de Mesías, como veremos más
adelante. Desde su nacimiento «los Círculos Bolivarianos reconocieron
oficialmente al presidente como su líder, lo que en opinión de diversos

la capacidad de supervivencia de actores emergentes en Venezuela). En: Ramos


Rolon, Marisa. Op. cit. 181p. Respecto de la capacidad del directorio nacional
del MBR 200 para tomar decisiones políticas de última instancia véase López
Maya, Margarita, Hugo Chávez Frías: su movimiento y presidencia. En Ellner,
Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana en la época de Chávez. Clases,
polarización y conflicto, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 2003, 107p.
262
Arenas, Nelly y Gómez Calcaño, Luis, Los Círculos Bolivarianos: El mito de la
unidad del pueblo. Op. cit., p. 183.
263
Bilbao, Luis (entrevista a Hugo Chávez). Op. cit., p. 47.

100
Bolívar Según Chávez

investigadores mermaría su autonomía frente al gobierno, llegando


incluso a compararla con los Comités de Defensa de la Revolución
castristas (CDR)»264. Lo anterior evaporó «la autoconstitución y auto-
movilización que distingue la naturaleza de la sociedad civil respecto
del Estado»265, aunque en opinión de Ellner es precisamente dicha
característica de dependencia de un liderazgo personalista «la que
permitió que respaldara de manera activa a Chávez durante el intento
de golpe de Estado de abril de 2002, convocando a sectores masivos
sin una organización previa»266.
De esta manera mientras, el presidente Chávez emplazó a sus con-
nacionales a movilizarse mediante asociaciones cívicas que potenciaran
su revolución igualitaria, reclamando una nueva Constitución en la
que fueran protagonistas. El mismo proceso constituyente se nutrió de
642 propuestas que los movimientos sociales hicieron a la Asamblea
nacional. «La democracia participativa y protagónica nació de la mano
de un gran número de proyectos aprobados con dicho origen popular,
cerca de la mitad según estudios»267.
En la nueva constelación del poder en Venezuela cierta convicción
que el MVR no había podido canalizar las demandas del movimiento
social, abriendo una crisis en el partido plataforma. Fue urgente para el
liderazgo chavista reconectarse con la base social política, para seguir
siendo la vanguardia de los cambios políticos. En julio de 2001, cuando
el presidente declaró su intención de retomar el MBR 200, pidió a sus
adherentes que se plegaran a una la nueva organización: «los Círculos
Bolivarianos, instancia de origen popular, con pretensiones de aglutinar
a los partidarios en torno al culto a Bolívar»268. El presidente Chávez

264
Rouquié, Alain, A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina,
2010, 206p.
265
Arenas, Nelly, «El gobierno de Hugo Chávez: Populismo de Otrora y de Ahora»,
Nueva Sociedad (200), Buenos Aires, Editorial Nueva Sociedad, 2006, 41p.
266
Ellner, Steve, «Hugo Chávez y Alberto Fujimori: análisis comparativo de dos
variantes de populismo», Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales N°
1, volumen 10, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 2004, p. 25.
267
Ellner, Steve, «Las estrategias desde arriba y desde abajo del movimiento de Hugo
Chávez», Cuadernos del CENDES N° 62, Año 23, Caracas; Universidad Central
de Venezuela, tercera época, 2006, 76p.
268
Hellinger, Daniel, Visión política general: la caída del puntofijismo y el surgimien-
to del chavismo. En Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana
en la época de Chávez. Clases, polarización y conflicto. Op. cit., p. 68.

101
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

catapultó estas agrupaciones con el fin de potenciar y viabilizar el pro-


ceso revolucionario a través de un rol triádico: «el de organizadoras,
canalizadoras de demanda y formadoras de ideología»269.
«Los Círculos fueron creados originalmente para difundir el dis-
curso bolivariano, pudiendo distinguirse las que: tuvieron un discurso
más antineoliberal en los primeros años, de las que desarrollaron un
mensaje de corte antiimperialista posteriormente»270.
El objetivo declarado del chavismo era organizar a la masa des-
organizada, vinculada al líder carismático y a su ideología bolivariana
para defender el nuevo orden institucional y el proceso revolucionario
en ciernes. Para Chávez, los Círculos Bolivarianos eran el sostén po-
pular de respaldo revolucionario en toda Venezuela. Ello quedó claro
en el Foro Social sobre la Pobreza y la Justicia, realizado en Nueva
York, donde el mandatario expuso su visión acerca de los Círculos,
asegurando que eran «instancias de estudio, de reflexión, de trabajo y
de contacto en esta lucha por un mundo mejor, por un mundo posible,
por un mundo de iguales»271.
De alguna manera este afán isocrático —es decir, bajo un lema
igualitario— se advierte en la continua alusión presidencial a una
sociedad de iguales. Complementariamente, se puede aseverar que su
lógica fundacional declarada era servir a las comunidades locales in-
spirándose en los ideales de Simón Bolívar. Para algunos investigadores
sociales «esta estrategia tenía como objetivo formar redes clientelares,
para colocar a estas organizaciones sociales coaptadas al servicio de
objetivos políticos»272. Para ser aceptados los interesados en partici-
par debían prestar un juramento referido a los ideales bolivarianos, el
compromiso de trabajador, honesto, humilde y solidario. Los Círculos
Bolivarianos pasaron a ser un contramovimiento «para enfrentar a
los partidos históricos derrotados en las urnas, pero que tenían una

269
Arenas, Nelly y Gómez Calcaño, Luis, Los Círculos Bolivarianos: el mito de la
unidad del pueblo. Op. cit., p. 168.
270
Aranda, Gilberto. Op. cit., p. 163.
271
Chávez, Hugo, Amo al pueblo de Estados Unidos y a partir de hoy lo amaré más,
Foro sobre la pobreza y la justicia en nuestro mundo globalizado, Nueva York, 17
de septiembre de 2005, en La unidad latinoamericana. Op. cit., p. 225.
272
García Guardilla, María Pilar, «Sociedad Civil: Institucionalización, Fragmenta-
ción, autonomía». En Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana
en la época de Chávez. Clases, polarización y conflicto. Op. cit., p. 247.

102
Bolívar Según Chávez

larga historia organizativa. Así como también para luchar contra los
movimientos sociales más autónomos»273.
Bajo la égida del poder, con la intención de crear una sociedad civil
desde arriba o, en otras palabras, como intento sistemático de copar
todas las organizaciones de la sociedad para ponerlas al servicio de
los objetivos políticos oficialistas, los Círculos Bolivarianos llegaron
a sumar cerca de 2 millones 200 mil de miembros en sus primeros
tres años de vida. De hecho, se transformaron en una de las aristas
del triángulo del poder chavista, junto con el líder y el partido militar.
Con relación a la organización doméstica de los Círculos Bolivaria-
nos es relevante observar el número de sus componentes y la práctica
de democracia interna de los mismos: «Los Círculos representan otro
instrumento importante que garantiza la participación del pueblo. Pero
hay controversias considerables acerca del carácter de los Círculos: para
algunos representan el brazo armado de Chávez, otros lo ven como
una verdadera posibilidad de participación política»274.
Como señalan Hawkins y Hansen en un original trabajo, los Cír-
culos Bolivarianos presentan características comunes, aunque también
existe una diversidad de atributos que aparecen en cada experiencia. «Se
asegura, por ejemplo, que cada grupo se organiza con un número de
entre siete y once miembros, aunque la investigación aludida encontró
varios con cerca de diecisiete y una media de doce participantes»275.
El gobierno de Chávez estableció una Coordinación Nacional
para supervisar a los Círculos, emplazada en una oficina del Palacio de
Miraflores, lo que se tradujo en un enfrentamiento —de bajo nivel—
con el liderazgo local. Por lo tanto, la membrecía, aunque reconocía
el liderazgo carismático del presidente, se sentía poco confortable con
algunas directrices enunciadas desde el poder al movimiento voluntario
de organización horizontal y vocación solidaria. El financiamiento de
los Círculos entrega una prueba de estas desavenencias en una parte
importante de sus propios miembros (más del 50%), frente a los aportes
gubernamentales que apenas alcanza el 10%.

273
Ibid.
274
Boeckh, Andreas y Graf, Patricia. Op. cit., p. 16.
275
Hawkins, Kirk and Hansen, David. Dependent Civil Society. The Círculos Boli-
varianos in Venezuela, Latin America Research Review N° 1, Volume 41, Austin,
University of Texas 2006, p. 108.

103
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Sobre lo anterior, Hawkins y Hansen plantearon que el vínculo de


los Círculos Bolivarianos y el gobierno de Hugo Chávez, puede inter-
pretarse como un caso de Sociedad Civil Dependiente, un oxímoron
aparente, si referimos que uno de los principales atributos con el que
la reflexión académica ha concebido la sociedad civil es su autonomía
del Estado276. Hellinger, en tanto, «salva la contradicción aparente
fundando la práctica de la sociedad civil no solo como ejercicio de
oposición al Estado, sino que manifestándose en ciertos contextos
como una experiencia solidaria de rechazo a las lógicas del mercado
omnipresente»277. Desde dicho punto de vista la sociedad civil podría
aproximarse o aliarse con un Estado benefactor de origen democrático
que contribuye a la sociedad con recursos que le procuren una vida más
digna. A partir de esta posición académica podemos comprender a los
Círculos Bolivarianos de medio original de participación democrática
de la base social, la que podría involucrar una nueva perspectiva de
la ciudadanía.

(…) se trata de la creación de un tejido asociativo que resguarda


el poder de los ciudadanos mediante la influencia de grupos y
asociaciones de acción. De esta forma, el voto ciudadano es com-
plementado y potenciado por un ciudadano activo, no limitado
por el ejercicio electoral, sino que proyectado a la participación
a través de diversos niveles: votando u organizándose en aso-
ciaciones, por citar solo algunos278.

Esta nueva concepción podría referir, en primer término, a la de-


manda de derechos; en segunda instancia promovería la participación
que permite enunciar proyectos sociales alternativos —propuestos
por la gente común— que interpelen y contesten a las inercias de la
exclusión; y, por último, se constituiría en un método organizado para
incidir en las decisiones que los gobiernos y otras estructuras, tradicio-

276
Ver Hawkins, Kirk and Hansen, David, Op. cit. , 102-132p.
277
Hellinger, Daniel, Venezuela en el Siglo xx: La formación de la sociedad civil,
en Cavieres, E., Los proyectos y las realidades. América Latina en el siglo xx. Op.
cit., pp. 177-178.
278
Aranda, Gilberto, «Sociedad Civil y Cooperación. Estrategias de las organiza-
ciones no gubernamentales», en: Cuadernos Latinoamericanos N° 35, Año 20,
Maracaibo, Venezuela, Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos de la
Universidad de Zulia, Nueva Época, junio de 2009, p. 78.

104
Bolívar Según Chávez

nales y modernas (Estados y empresas multinacionales) toman en su


nombre, ejerciendo control sobre los mismos. En otras palabras: «La
originalidad de esta forma de participación de la base social fue sus
habilidades para gestionar los presupuestos sociales asignados por el
Estado a diversas comunidades, es decir, fungiendo de órganos descen-
tralizados en la administración del gasto público, haciendo un bypass a
ministerios y servicios sociales. Una forma de «creación de relaciones
de poder compartido e incluso de cesión de poder, enmarcadas en el
propósito de lograr que lo público no se agote en lo estatal»279.
Para algunos cientistas sociales un Estado que ofrece su respaldo
a organizaciones públicas no estatales —sin fines de lucro— diligentes
en la satisfacción de ciertas necesidades colectivas incrementaría las
posibilidades de participación e involucramiento de una población en la
resolución de sus propias necesidades280. Es decir, se haría presente una
versión de un Estado más social, que «no monopolizaría la realización
del interés público al ceder algunas de sus funciones a organizaciones
no gubernamentales (ONG) sin fines de lucro, especializadas en la
atención de determinados tópicos y la gestión de recursos»281.
Sin embargo, existen otros autores que rechazan la concepción de
ciudadanía fuerte (casi ausente en la retórica chavista), enfatizando la
subordinación de los Círculos Bolivarianos a las instituciones oficiales
del Estado venezolano, «algunas de las cuales refieren su adhesión a la
orgánica del mismo definiéndola como una sociedad política, antes que
sociedad civil»282. Esta visión resalta el ascendiente emotivo del liderazgo
carismático de Chávez sobre los Círculos, comprometiendo la indepen-
dencia de la organización de base. Entre su evidencia está «la aceptación
acrítica de los programas gubernamentales de ayuda social y, sobre todo,
mediante su participación en un sistema de redistribución social de corte
279
Cunill, Nuria, «La Rearticulación de las relaciones Estado-sociedad: en búsqueda de
nuevos sentidos», Reforma y Democracia N° 4, Caracas, CLAD, julio de 1995, 10p.
280
Para esta verdadera descentralización presupuestaria es necesario que el Estado
distribuidor posea una masa de recursos los que en el caso de la Venezuela chavista
han sido aportados por PDVSA que desde 2003 —al igual que en parte relevante de
la República Puntofijista— pasó a ser el vórtice del estado rentista, el instrumento
primordial de la lucha contra la pobreza.
281
Bresser, Luis y Cunill, Nuria (Editores), Lo Público No Estatal en la Reforma
del Estado, Venezuela, CLAD Paidós, 1998, 25p.
282
Blanco, Carlos, «¿Revolución o Neoautoritarismo?», Stockholm Review of Latin
America Studies Issue (1), Stockholm, University of Stockholm, November 2006, 68p.

105
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

clientelar en colaboración o bajo la dirección militar, orientada a transferir


recursos entre los vecindarios en los que Chávez registra mayor número
de partidarios»283. Dicha práctica ha sido denominada Ejército del pueblo
o «Ejército al servicio de los ciudadanos»284, y en lo fundamental es un
testimonio del parentesco de los Círculos Bolivarianos con las tradiciona-
les experiencias populistas. Para Conniff, su vinculación con los cuerpos
castrenses constituiría un tipo específico de «militarismo populista»285.
En el reverso, existe evidencia que respalda el alto valor concedido
a los valores democráticos al interior de los Círculos y «una ética de
solidaridad social canalizada por medio de los programas sociales del
gobierno»286. Lo anterior sustenta la argumentación de Hernández en
orden «a describir los Círculos Bolivarianos de auténtica iniciativa
para generar una sociedad civil adaptada a la cultura y necesidades
de la mayoría de los venezolanos»287.
Las áreas de trabajo de los Círculos Bolivarianos incluían desde la
educación popular, alfabetización, campañas de salud, autosuficiencia
económica y tiendas públicas de artículos de primera necesidad. Todos
estos aspectos dirigidos hacia la redistribución de la renta nacional entre
los sectores más pauperizados. Estas acciones se materializaron en el
trabajo comunitario, particularmente dentro de los programas oficiales
del gobierno o en las misiones288, que suponían una alta capacidad
de organización. Todo esto apunta al «énfasis en una amplia política
283
Ver Hellinger, Daniel, Tercer Mundismo and Chavismo, 10p. En DE LA Torre,
Carlos, The Resurgence of Radical Populism in Latin America, 386p.
284
Freidenberg, Flavia. Op. cit. 184p.
285
Conniff, Michael, «Neopopulismo en América Latina. La década de los noventa y
después», Revista de Ciencia Política N° 1, vol. XXIII, Santiago, Pontificia Universidad
Católica de Chile, 2003, 35p. Carlos Blanco extrema el argumento al referirse al reparto
de recursos de manera selectiva para convertir a un sector de la sociedad en parte orgánica
del Estado, o incluso en agentes del Estado. Con ello el chavismo, más que acercarse
al tradicional populismo, encarnaría una versión populista militar del fenómeno. Ver
Blanco, Carlos, «¿Revolución o Neo autoritarismo?». Op. cit. 68-82p.
286
Hawkins, Kirk and Hansen, David. Op. cit. 194p.
287
HERNÁNDEZ, Daniel, Algunos ingredientes etnoculturales de la confrontación
que vivimos, mimeo, 2002.
288
El gobernador del Estado de Táchira, José Gregorio Vielma Mora, en una mesa de trabajo
sostenida con los coordinadores de este trabajo señaló que «Las misiones bolivarianas
han sido el martillo y el cincel con los cuales se ha esculpido la nueva institucionalidad
democrática y participativa del poder popular en Venezuela y las apuntalaremos en este
Estado andino. Vamos a apoyar las misiones y le daremos un presupuesto equitativo
para que le llegue a las personas más necesitadas en el Táchira»: http://www.bligoo.com/

106
Bolívar Según Chávez

social de gobierno dirigida a servir a los más pobres, manifestación de


una politización de lo social, según Rouquié»289.
Recordemos que la mayor parte de las actividades de los Círculos
Bolivarianos son comunitarias del tipo de correa transmisora entre
un asistencialismo intensivo practicado desde el Estado por y para las
comunidades locales, sin ser necesariamente expresión de planificación
social sino que más bien instrumentos de respaldo político. En efecto,
tal como afirmáramos, los Círculos desplegaron su asistencia social
eludiendo la burocracia ministerial, lo que subraya su carácter de cua-
dros de libre disposición presidencial290. Aun así, Hawkins y Hansen
concluyen que «los Círculos no necesariamente están basados en el
tipo de autonomía que la democracia requiere»291.
Como hemos expresado a lo largo de estas páginas, una vez más
acaece la bidimensionalidad de un fenómeno. Para ciertos autores
los vínculos entre el gobierno y las comunidades participantes en los
consejos «tienen el riesgo de aplicar prácticas clientelares, lo que en
opinión de algunos especialistas ha ocurrido»292. Otros en cambio, con
Hellinger a la cabeza, asignan a los Círculos la calidad de puentes entre
la sociedad y el Estado, «replicando el modelo que una vez cumplió
Acción Democrática, en una concepción que no se enfrenta al Estado,
sino que actúa principalmente contra el mercado, en estrecha alianza
con un Estado democrático»293. Simultáneamente, este proceso puede
ser observado como prueba adicional del alto nivel de organización
y de la capacidad de negociación de los sectores más menesterosos de
la sociedad venezolana con el Estado, en una versión renovada del
corporativismo estadocéntrico o, sencillamente, de «autoorganización

explora/articulo/6223245/Vielma-Mora-Misiones-han-sido-el-martillo-y-el-cincel-con-
los-que-se-ha-esculpido-el-poder-popular.html (consultada el 2 de mayo 2013).
289
Rouquié, Alain, A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina,
234p.
290
Gratius enfatiza que el rasgo primordial del chavismo es precisamente el asisten-
cialismo sobre la manifestación revolucionaria. Gratius, Sussane, La «Revolución»
de Hugo Chávez: ¿Proyecto de izquierda o populismo histórico? Op. cit. 3p.
291
Hawkins, Kirk and Hansen, David, Op. cit. 127p.
292
PENFOLD, Michael, La Democracia Subyugada: el hiperpresidencialismo venezo-
lano. En: Revista de Ciencia Política N° 1, Vol. 30, Santiago, Instituto de Ciencia
Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 2010, 32p.
293
Hellinger, Daniel, Venezuela en el siglo xx: La formación de la sociedad civil. En
Cavieres, E. Los proyectos y las realidades. América Latina en el siglo xx, 180p.

107
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

de sectores antes excluidos, lo que ha redundado en la extensión de


la esfera pública»294. De esta manera, los Círculos y otras iniciativas
presidenciales bolivarianas tenían dos objetivos o una doble faz: por
un lado, respondieron a las demandas derivadas de las múltiples necesi-
dades relacionadas con la sobrevivencia de los sectores menesterosos y,
por otro lado, «dotaron a las esferas de poder de una plataforma social
organizada, disponible políticamente, pero de una manera distinta de
los partidos políticos»295.
Respecto de estos últimos, en diciembre del año 2006 se anunció
la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), como
una fórmula para concluir con la fragmentación de la coalición go-
bernante mediante la incorporación del Movimiento Bolivariano y
sus organizaciones sociales al nuevo referente político. Sin embargo,
los adherentes chavistas siguieron siendo una agrupación institucional
dependiente de la acción gubernamental. De esta manera se mantuvo
una contradicción permanente, es decir, institucionalizar adeptos con
reglas del juego explícitas o proseguir en el sendero de una democra-
cia directa, más laxa respecto de los compromisos y a voluntad del
líder. Sin embargo, el chavismo presenta una diferencia importante en
relación con otras experiencias clásicas de populismo (entre las que
se puede mencionar la de Getúlio Vargas296, Juan Domingo Perón297

294
Laclau, Ernesto, «La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana». En
Nueva Sociedad N° 205, Buenos Aires, Ediciones Nueva Sociedad, 2006, 61p. Para
el tema de la renovación del corporativismo estadocéntrico en los Círculos Boliva-
rianos en Arenas, Nelly y Gómez Calcaño, Luis, Los Círculos Bolivarianos: el
mito de la unidad del pueblo. Op. cit. p. 183. Respecto del tópico de la capacidad
de negociación de los sectores más menesterosos con el Estado véase DE LA Torre,
Carlos, The Resurgence of Radical Populism in Latin America, 392p.
295
García-Guardilla, María Pilar, «Organizaciones Sociales y conflictos sociopolíticos
en una sociedad polarizada: las dos caras de la democracia participativa en Venezuela»,
América Latina Hoy N° 42, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2006.
296
Getúlio Dornelles Vargas fue un político brasileño cuatro veces presidente de la
República. Se suicidó de un tiro al corazón, dentro de su cuarto en el Palacio de
Catete, en la ciudad de Río de Janeiro, entonces la capital del país. Getúlio Vargas
fue probablemente el más importante y polémico político brasileño del siglo xx,
siendo que su influencia se extiende hasta hoy día. Su herencia política es reclamada,
al menos, por dos partidos actuales: el Partido Democrático Trabalhista (PDT) y
el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB).
297
«El general Juan Domingo Perón fue electo presidente de la República Argentina en
1946, 1951 y 1973. En todos los casos llegó a tan alto cargo por medio de elecciones
democráticas. La vida política de Perón tiene, por ello, dos excepcionalidades en

108
Bolívar Según Chávez

o la de Lázaro Cárdenas298) como es el caso de la no utilización del


sindicalismo como la columna vertebral de una militancia popular,
espacio ya ocupado por la corporativista Central de Trabajadores de
Venezuela (CTV). La explicación a este hecho puede estar dada porque
el núcleo laboral chavista estaba en el sector informal de la economía,
precisamente el más marginado del mercado y sin protecciones del
Estado. Es decir, aunque no existió el rechazo categórico hacia la ins-
titucionalización de las plataformas electorales que tuvo, por ejemplo,
el fujimorismo, «el bolivarianismo chavista no tenía la alta capacidad
organizativa institucional que tuvo la generación aludida de populistas
de los años 30 y 40»299.
Nos parece que en cualquier caso el Estado es el espacio gravitato-
rio político y el presidente Chávez, el principal sujeto empoderado. El
movimiento chavista no fue capaz, en algunos casos —o no quiso, en
otros— de cohesionarse en torno a un partido político que trascendiera
el liderazgo carismático del presidente.
Durante las campañas presidenciales de octubre del 2012 y abril
del 2013, los Círculos Bolivarianos exhibieron escasa influencia en el
escenario electoral, producto de la pérdida de peso político que había
comenzado hacía más de seis años. En el año 2003 se registraron unos

América Latina: llegar tres veces a la presidencia de la nación y, aun siendo militar,
las tres veces mediante el voto popular. Fue fundador y jefe político del Movimiento
Justicialista que aún hoy, a 30 años de su muerte, continúa siendo la fuerza política
mayoritaria de la República Argentina (Partido Justicialista)»: http://www.jdperon.
gov.ar/material/biografiaperon.html (consultado el 4 de mayo 2013).
298
Lázaro Cárdenas del Río (21 de mayo de 1895 - 19 de octubre de 1970) fue un
general y estadista mexicano, presidente de México desde el 1 de diciembre de 1934
al 30 de noviembre de 1940. Los principales logros de su gobierno (1934-1940)
fueron la reforma agraria, la protección de los ejidos agrarios y la nacionalización
del petróleo. También brindó asilo y ayuda a los republicanos españoles derrotados
por el fascista Francisco Franco. «Al terminar su mandato fue nombrado secretario
de Defensa por el presidente Manuel Ávila Camacho. En la última etapa de su
vida vivió cerca del Lago Pátzcuaro, trabajando en proyectos agrarios, educativos
y médicos a favor de las familias humildes. No dejó de expresar su opinión en
asuntos de política internacional, defendiendo los derechos humanos y criticando
a las dictaduras derechistas de América Latina. En 1955, fue galardonado con el
Premio Lenin de la Paz»: http://www.resumendehistoria.com/2010/11/biografia-
de-lazaro-cardenas-resumen.html (consultada el 4 de mayo 2013).
299
Roberts, Kenneth, Polarización social y resurgimiento del populismo en Venezuela.
En: Ellner, Steve y Hellinger, Daniel, La política venezolana en la época de
Chávez. Clases, polarización y conflicto. Op. cit., p. 91.

109
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

150 mil Círculos Bolivarianos, con 13 personas en promedio por Cír-


culo, mientras que en el 2006 solo quedaban unos 5 mil «una parte
manejados por funcionarios y parlamentarios»300. Luego de la muerte
del líder bolivariano, las discusiones políticas confirmarían la eventual
desaparición de los Círculos Bolivarianos y el intento por traspasar el
peso político a los órganos y organizaciones comunales, incluso por
sobre del poder de los gobernadores de los Estados.

3.2. Otros movimientos sociales bolivarianos

Una de las características que ha tenido la Revolución Bolivariana


ha sido la constante renovación de su base social militante. «Por base
social militante queremos significar la actividad de cientos de miles de
jóvenes, mujeres y hombres que a diario realizan acciones sociales y
políticas de diversa índole y manera»301.
Pese a que existieron importantes fricciones entre las organizaciones
sociales bolivarianas y el expresidente Chávez, este vínculo solo se rompió
con su muerte. Desde el 2003, las mujeres y la juventud mantuvieron el pro-
tagonismo que habían tenido el año anterior durante la intentona golpista,
pero compartido con los trabajadores en la Unión Nacional de Trabajadores
(UNT) y con un sector de campesinos que comenzaba a activarse.
A partir del año 2006 se consolidan las organizaciones sociales
bolivarianas que continúan hasta la actualidad, entre ellas «la Central
Obrera Bolivariana, los dos movimientos campesinos, un centenar
de agrupaciones barriales, medios de comunicación alternativos y un
pequeño segmento de viejos y nuevos intelectuales»302.
También han aumentado los programas sociales bautizados como
misiones, las que para el año 2013 superaron la veintena y las más de
150.000 cooperativas. Las misiones nacieron a mediados del año 2003
y las más militantes fueron las de salud y de alfabetización. Chávez las
impulsó contra la burocracia del Estado, pero han vivido en conflicto
entre la estatización y su independencia.
Por su parte, la Organización Nacional de Reserva Militar, cuenta
300
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit., p. 215.
301
Ibid. 213p.
302
Ibid. 215p.

110
Bolívar Según Chávez

con casi 800.000 hombres y mujeres entrenados, quienes además de


la formación militar, han participado en algunas ocasiones en debates
políticos dentro y fuera de los cuarteles.
Por último, existe una organización de activa vida social y política,
conocida a veces como Clase Media en Positivo (contra la otra, nega-
tiva, que apoyó la conspiración golpista). «Aunque no tiene una vida
estructurada como la de los sindicatos o las comunas, en situaciones
de conflicto es capaz de movilizar varios miles de profesionales, inte-
lectuales y artistas a nivel nacional»303.
Si revisamos algunas de las más importantes organizaciones socia-
les bolivarianas se pueden citar las que siguen a continuación.
La Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y la Central Bolivariana
de Trabajadores Socialistas (CBTS) son las más importantes organi-
zaciones laborales. La UNT nació en el 2003 con 120.000 afiliados,
pero hacia julio del 2006 contaba con cerca de 1.800.000 adherentes.
En el 2012 redujo su fuerza y fue superada por la CBTS, que pasó a
ser la mayoritaria.
La declaración de principios de la Central Bolivariana de Traba-
jadores Socialistas de Venezuela afirma que nacen del compromiso
histórico de romper radicalmente con la sociedad capitalista existente,
así como de la indoblegable voluntad política para sustituir el tipo de
sindicalismo y de sindicatos imperantes en ella, construyendo indecli-
nablemente una sociedad justa de hombres y mujeres libres e iguales
y un nuevo tipo de sindicato para los trabajadores.

Entendemos que esta ruptura radical constituye un proceso político


y sindical muy complejo y de largo plazo, donde se desarrollará
primero una lucha por la transición hacia la sociedad socialista, que
implica la sustitución progresiva de las relaciones de producción
capitalistas por las socialistas, o por lo menos, que las relaciones
socialistas se conviertan en hegemónicas dentro de nuestra sociedad,
produciendo cambios substanciales en el Estado, en los partidos
políticos, las organizaciones sociales, la cultura y la ideología304.

303
Ibid.
304
Olivera, Diego, Nace la Central de Trabajadores Socialistas, América Latina en
Movimiento (ALAI), 4 de agosto del 2008: http://alainet.org/active/25606&lang=es
(consultada el 25 de abril 2013).

111
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

La declaración de principios de la CBTS agregó que en la futura


sociedad socialista ya desarrollada, todos los trabajadores deben ser
intelectuales orgánicos, productores sociales y activistas políticos. Los
sindicatos y consejos deben ayudar a la preparación y conquista de
este profundo cambio revolucionario:

La central sindical que agrupe a este nuevo tipo de movimiento


debe luchar por el mantenimiento de la constitucionalidad boli-
variana, la democracia participativa y protagónica, la justicia e
igualdad social, la construcción del Estado comunal socialista, las
libertades públicas, la soberanía de la nación, la solidaridad inter-
nacional, por los derechos humanos y el principio de autodeter-
minación de los pueblos; debe pronunciarse y luchar activamente
contra el fascismo petrolero pentagonal, el neoliberalismo globa-
lizante, el nuevo colonialismo, las acciones belicistas imperialistas
y de fuerza foráneas, luchando por la creación de un clima de paz
y entendimiento entre todas las naciones del mundo305.

Entre las organizaciones campesinas más importantes podemos


mencionar al Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora y la Coor-
dinadora Campesina Ezequiel Zamora.
El Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora nació el año 2002,
y entre sus principales características se cuenta el que:

(…) está integrado por campesinos y campesinas sin tierras, peque-


ños y medianos productores y productoras del campo, pescadores
y pescadoras, obreros y obreras rurales, consejos comunales,
comunas, ciudades comunales, cooperativas, asentamientos cam-
pesinos, fundos zamoranos, comunidades campesinas e individuos
de distintos lugares del país e internacionales comprometidos con
la lucha por la revolución agraria, la construcción del socialismo
y el desarrollo del poder popular socialista306.

La Coordinadora Campesina Ezequiel Zamora, por su parte, nace


de una división del FNCEZ, con menos afiliados, pero mantiene un
programa de revolución agraria.
Ahora bien, en relación con las agrupaciones de pobladores,
305
Ibid.
306
Fncez, ¿Quiénes somos?: http://fncezoficialquienessomos.blogspot.com/ (consul-
tada el 15 de abril de 2013).

112
Bolívar Según Chávez

podemos mencionar la existencia de dos de ellas: la Unión Popular


Bolivariana, que fue dirigida por la fallecida líder barrial, Lin Ron, y
que agrupó a miles de vendedores ambulantes y otras formas de tra-
bajo informal. Su base son los barrios pobres, pero actúa como una
organización política en Caracas.
En segundo término también podemos mencionar el Movimiento
Nacional de Pobladores, el que lucha por democratizar la ciudad, la tierra
urbana, la vivienda, la calidad de vida y se manifiesta en contra del desalojo,
el latifundio urbano y la especulación inmobiliaria. Este movimiento está
conformado por los Comités de Tierra Urbana, Redes de Inquilinos, Cam-
pamentos de Pioneros y Conserjes Unidos por Venezuela. «Aunque nació en
el 2004, es considerado hacia 2013 como el movimiento social más grande
y dinámico del chavismo. Organiza alrededor de 100.000 pobladores»307.
Entre estas organizaciones destacan los Comités de Tierra Urbana
(CTU) que constituyen una de las organizaciones sociales de base po-
pular con mayor número de miembros y con más amplia trayectoria.

Según la información de la Oficina Técnica Nacional para la


Regularización de la Tierra, para el año 2006 existían casi 6.000
CTU, con presencia en la mayor parte de los barrios pobres del
país y con una cobertura cercana al millón de familias; es decir,
cuatro o cinco millones de personas308.

Existe, además, una alianza denominada Corriente Revolucio-


naria Bolívar y Zamora, la cual se encuentra integrada por el Frente
Nacional Campesino Ezequiel Zamora, el Frente Nacional Comunal
Simón Bolívar y el Centro de estudios y Formación Simón Rodríguez.
En el ámbito intelectual, podemos destacar el Centro Internacional
Miranda (CIM) que es un espacio institucional para el debate de las ideas
y propuestas que aporten a la construcción de la Revolución Bolivariana.

En los años 2003 y 2004 un grupo de intelectuales —entre los cuales


estaban Martha Harnecker y Luis Bonilla-Molina— organizaron los
llamados Encuentros de Solidaridad con la Revolución Bolivariana.
En ese momento estos integraban un equipo de asesores que trabajaba
307
Ibid.
308
García-Guadilla, María Pilar, «Ciudadanía y autonomía en las organizaciones
sociales bolivarianas: los Comités de Tierra Urbana como movimientos sociales»,
en: Cuadernos CENDES N° 56, Vol. 24, Caracas, 2007.

113
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

en temas de política nacional e internacional con el presidente vene-


zolano Hugo Chávez. Ahí evidenciaron una deficiencia del proceso:
el hecho de que muchos de los intelectuales que querían trabajar con
la Revolución Bolivariana, no encontraban un espacio institucional
donde apoyarse309.

En respuesta a esta inquietud, el año 2005 el presidente Chávez


decidió la creación del Centro Internacional Miranda. En febrero del
2006, Luis Bonilla-Molina asumió la conducción del CIM, conforman-
do un núcleo de trabajo junto con Marta Harnecker, Michael Lebowitz,
Juan Carlos Monedero, Víctor Ríos, Maximilian Garbelaes, Gilberto
Giménez y Haiman El Troudi.
Luis Bonilla-Molina, presidente del CIM durante el año 2009, señaló que:

Es justo decir que la decisión de colocarle el nombre ha sido del


presidente Hugo Chávez, quien ha hecho un esfuerzo significativo
por reivindicar el pensamiento de Miranda. Este héroe, en la Cuar-
ta República fue considerado un personaje menor, que no había
prestado ninguna contribución a la labor de la Independencia. Y
nosotros hemos reivindicado que la gesta de Independencia hubiese
sido imposible pensarla sin el aporte de Francisco de Miranda. Sin
su visión internacionalista, su labor de propagación de las ideas,
de transformación en la teoría y en la práctica. Participó en la
Revolución Francesa (su nombre está en el Arco del Triunfo en
París), luchó en la independencia de los ee.uu., fue un hombre bien
comprometido con la causa de la libertad, más allá de nuestras
fronteras. Entonces, representa desde el punto de vista de nuestra
historia, uno de los primeros internacionalistas. Por eso, nos pare-
ció importante que un centro que tenía de perfil la colaboración
internacional tuviera el nombre de Francisco de Miranda310.

Otra participante del CIM fue la chilena Marta Harnecker, quien


se define como educadora popular marxista-leninista. Su currículum
la muestra como una de las más destacadas ideólogas de la izquier-
da latinoamericana. Fue discípula del filósofo Louis Althusser, líder
estudiantil católica e integrante del gobierno socialista de Salvador

309
Aporrea, El Centro Internacional Miranda está en el eje de construcción de la nueva
subjetividad, 18 de agosto 2009: http://www.aporrea.org/ideologia/n140677.html
(consultada el 18 de abril 2013).
310
Ibid.

114
Bolívar Según Chávez

Allende. Se casó con uno de los comandantes de la Revolución cubana


(Manuel Piñeiro, Barba Roja) y a partir del año 2000 fue consejera de
Hugo Chávez. El año 2009 se alejó de círculo de confianza de Chávez.
Actualmente vive en Vancouver, Canadá.
En una entrevista, Marta Harnecker afirmó que Hugo Chávez,
un militar que cree en la participación popular y quiere promoverla,
es contradictorio.
Queríamos que no fuera tan autoritario, pero entendemos. Yo
misma tengo un carácter bastante complicado, muchas veces quise
cambiar, pero no es tan fácil. Lo importante es ver el fruto de esa
cosa. Si comparamos la Venezuela del primer año con la de ahora,
tenemos gente con personalidad, que critica, que creció como ser
humano. Es eso lo que buscamos. Yo lo saturaba con críticas311.
Respecto de la sucesión de Chávez, Harnecker señaló que no hay
nadie a su altura, que lo ideal sería una dirección colectiva, y que dada la
fragmentación que el neoliberalismo produjo en los sectores populares
latinoamericanos, los trabajadores de hoy no tienen nada que ver con
los del tiempo de Marx: hay subcontratación, precarización. En con-
secuencia, se necesitan personas con gran carisma y una personalidad
muy fuerte para aglutinar a todos esos sectores.
Para Harnecker existe el líder populista que usa al pueblo para sus
objetivos políticos y el líder revolucionario quien, usando su capacidad,
promueve el crecimiento de la población. «Un líder revolucionario con
carisma se comunica con el pueblo igual que un populista. La diferencia
es que el populista da cosas, como Perón, pero no ayuda para que el
pueblo se independice. No es un puente de un crecimiento»312.
Harnecker recuerda uno de los primeros viajes que hizo con Chávez,
para la inauguración de una escuela. Las personas pedían cosas, pasaban
papeles, uno de ellos pidió un camino, pero Chávez sugirió que se organizara
con otros en una cooperativa para obtener el camino. «Esa es la idea. Para mí
eso no es populismo, es un dirigente revolucionario. Para mí el proceso ve-
nezolano y Chávez son fundamentales para el proceso latinoamericano»313.
311
De Lucena, Eleonora, Entrevista a Marta Harnecker: «Chávez es contradictorio,
pero fundamental para América Latina», en: Folha de São Paulo, edición del 15 de
septiembre 2012: http://www.aporrea.org/actualidad/n214243.html (consultada
el 4 de mayo 2013).
312
Ibid.
313
Ibid.

115
Capítulo IV

Una Internacional Bolivariana:


un camino inconcluso

Yo conocí a Bolívar una mañana larga, en Madrid, en la boca del


Quinto Regimiento. Padre, le dije, ¿eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: ‘Despierto cada cien
años, cuando despierta el pueblo’.
«Un canto para Bolívar»,
Pablo Neruda314

El ideal bolivariano relanzado desde Caracas presentó una relación


asimétrica hasta la muerte del líder bolivariano. Por una parte, una
política exterior con innumerables iniciativas para captar apoyos y, en
su reverso, el apoyo de una parte de las izquierdas latinoamericanas, lo
que no permitió conformar una organización bolivariana internacional
realmente importante.
Recordemos que el Ministerio del Poder Popular para las Relacio-
nes Exteriores de Venezuela emitió un documento en el que afirmaba
que el proyecto político bolivariano en el siglo xxi se articulaba en
torno a seis ejes:

1. La construcción de un pacto entre repúblicas a través de me-


canismos institucionales de diálogo y de participación popular.
2. La complementación productiva mediante un modelo econó-
mico humanista, soberano y ambientalista.
3. Un modelo democrático socialmente incluyente, plural, parti-
cipativo, popular y protagónico.
4. La diplomacia de los pueblos. Esto es, la participación de los
movimientos sociales y organizaciones populares en la toma
de decisiones de los pactos de integración.
5. La integración multidimensional: política, económica, cultural,
social, étnica y ambiental.
314
Véase en: http://www.neruda.uchile.cl/obra/obraresidencia3g.html.

117
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

6. La integración del sur como génesis de la unificación latinoa-


mericana y caribeña.

A partir de la relaciones políticas con Cuba y luego con los acerca-


mientos a los gobiernos de Néstor Kirschner en Argentina (2003-2007),
Tabaré Vásquez (2005- 2010), Evo Morales en Bolivia (2006-), Rafael
Correa en Ecuador (2007-) y Daniel Ortega en Nicaragua (2007-)315,
estos ejes se comenzaron a convertir en realidad bajo las forma de la
Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), mencionada por
primera vez en 2001, creada en el 2004 y redefinida en 2009 como
Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América.

A la fecha la integran la República Bolivariana de Venezuela,


la República de Cuba, la República de Bolivia, la República de
Nicaragua y la Mancomunidad de Dominica, la República de
Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda.
Ocho países con una población aproximada de 70 millones de
personas. En su ámbito y dentro del proyecto general de inte-
gración bolivariana se firman los Tratados de Comercio de los
Pueblos (TCP), los que se orientan en función de sus capacidades
y necesidades en un desarrollo sostenible; y se crean los proyectos
y empresas grannacionales316.

Adicionalmente fue creado Telesur, «medio de comunicación


público con la participación accionaria de los gobiernos de Argenti-
na, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela»317; la
empresa Petrocaribe, creada en el 2005 y cuyo objetivo fue que los
países caribeños pudieran comprar petróleo a precio preferencial, sin
intermediarios y cancelando parte del pago con su producción nacional;
«la implementación del Sistema Único de Compensación Regional de
pagos (SUCRE) creado en el 2009, moneda única que buscaba eliminar
al dólar en las transacciones comerciales»318; y finalmente la creación
del Banco del Sur, un fondo monetario, banco de desarrollo y presta-

315
Mauricio Funes, presidente de El Salvador (2009-), no ha adherido ni al ALBA ni al
Socialismo del siglo xxi que impulsa Venezuela. Funes fue el candidato presidencial
del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
316
Ministerio Del Poder Popular Para Las Relaciones Exteriores. Op. cit.
317
Ibid.
318
Ibid.

118
Bolívar Según Chávez

mista bolivariano que pretendía «liberar a los pueblos de las cadenas


del FMI, el BM y el BID. De esta última iniciativa formaron parte Ar-
gentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Por
otra parte, Cuba y Venezuela lanzaron en julio del 2004 el programa
de salud visual llamado Operación Milagro319, destinado a erradicar de
América Latina la ceguera prevenible o curable, proponiéndose como
meta operar en el término de 10 años a seis millones de latinoameri-
canos humildes de manera gratuita, para lo cual se instalaron decenas
de centros oftalmológicos en la región.
Adicionalmente Chávez contribuyó a la constitución, en 2008,
de la Unión de las Naciones del Sur (UNASUR) y de la Comunidad
de los Estados de América Latina y el Caribe. Un giro relevante fue el
abandono de la Comunidad Andina, espacio en el que se desplegó la
obra de Bolívar y pidió el ingreso de Venezuela al Mercosur.
La actividad venezolana en el ámbito internacional entusiasmó
a sectores de la intelectualidad de la izquierda latinoamericana, entre
algunos académicos ligados a la nueva izquierda revolucionaria y a la
izquierda tradicional en los años 60 y 70. Entre ellos podemos nombrar
a la chilena Marta Harnecker, al colombiano Gabriel García Márquez,
al brasileño Theotonio dos Santos320, al argentino asentado en México
Enrique Dussel321, a los cubanos Orlando Borrego y Fernando Martínez
Heredia, al alemán asentado en Costa Rica, Franz Hinkelammert y al
319
«El 21 de agosto de 2005 los presidentes de Venezuela y Cuba, convencidos del
proceso de cooperación y solidaridad con los pueblos de América Latina y el Caribe
firman el Acuerdo Sandino, el cual pretende: intervenir quirúrgicamente de pato-
logías oftalmológicas a seis millones de hermanas y hermanos latinoamericanos
y caribeños en diez años». Gobierno Bolivariano De Venezuela-Embajada En
Chile, Misión Milagro. Una visión solidaria del mundo. Tríptico.
320
Theotonio Dos Santos tuvo una activa militancia política y participación en
movimientos sociales, que se extiende a la clandestinidad después del golpe de
1964 hasta 1966, cuando se exilia en Chile. En Chile militó en la Unidad Popular
hasta el golpe militar, siendo uno de los principales exponentes de la teoría de la
dependencia. Mantuvo relaciones con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) de Chile. Véase capítulo Contexto General en las Ciencias Sociales, en Sa-
linas, Sergio. El inicio del camino de las armas, entre contextos y subjetividades:
los casos del MIR en Chile y el MRTA en Perú, Tesis de Doctorado en Estudios
Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Humanidades, Escuela de Posgrado.
Santiago, Universidad de Chile, 2012, p. 129.
321
Enrique Dussel Ambrosini es un académico, filósofo e historiador de origen argen-
tino, naturalizado mexicano. Actual rector interino de la Universidad Autónoma
de la Ciudad de México.

119
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

alemán asentado en México, Heinz Dieterich322, al uruguayo Eduar-


do Galeano, al ecuatoriano Bolívar Echevarría y a los brasileños Frei
Betto323 y Emir Sader324.
Fuera de esta intelectualidad de izquierda, el bolivarianismo solo ha
sido apoyado tímidamente por la izquierda renovada (ciertos partidos
socialistas y el Partido de los Trabajadores de Brasil) y algo más por los
partidos comunistas de la región, aunque sin disolver su identidad en el
bolivarianismo, como testimonia el propio Partido Comunista Venezolano.
Solo un sector de la llamada nueva izquierda ha entregado su
apoyo irrestricto tanto al expresidente Chávez, como a su proyecto
político. Tomando la definición de Atilio Borón, por nueva izquierda
entenderemos tres niveles:

• Los nuevos movimientos sociales que, en algunos países, ad-


quirieron una enorme gravitación, la cual se expresó de formas
variadas, desde la conquista de calles y plazas para resistir a
las políticas del neoliberalismo, hasta la irrupción de masivas
insurgencias que ocasionaron, en los últimos años, el derrumbe
de sucesivos gobiernos en el Perú, Ecuador, Argentina y Bolivia.
• Gobiernos que, vagamente es cierto, se identifican como de
centro-izquierda o progresistas (MAS en Bolivia y el Movi-
miento País en Ecuador).
• En menor medida los partidos de izquierda que participan
sistémicamente en los escenarios tradicionales, es decir, en el
sistema de partidos y la representación parlamentaria.

322
Heinz Dieterich Steffan es un sociólogo y analista político alemán, residente en Mé-
xico. Conocido por sus posiciones de izquierda, colabora con varias publicaciones
y lleva publicados más de 30 libros acerca de la conflictividad latinoamericana, la
sociedad global y los sucesivos paradigmas científicos e ideológicos que cruzaron
al siglo, entre otras muchas cuestiones no menos complejas. Dieterich es un gran
impulsor del concepto de Socialismo del siglo xxi.
323
Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, es un fraile domi-
nico brasileño, teólogo de la liberación. Es autor de más de 50 libros de diversos
géneros literarios y de temas religiosos.
324
Es profesor de la Universidade de São Paulo (USP) y de la Universidade do Estado
do Río de Janeiro (Uerj), es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de
la Uerj y autor, entre otros de A vingança da História. Véase sus artículos en http://
www.rebelion.org/autores.php?id=37

120
Bolívar Según Chávez

Hugo Cancino le agrega dos nuevos apellidos a la nueva izquierda:


nacional y popular. Sostiene que este sector surge en contextos políticos mar-
cados por una crisis de representación, es decir, emergen de un agotamiento
del sistema político tradicional que es incapaz de canalizar las demandas
insatisfechas de diferentes segmentos populares. En palabras de Cancino:

En el caso latinoamericano esta crisis se expresa en el agotamiento


de la vieja izquierda marxista-leninista y en el paulatino cansancio
de los partidos de la izquierda renovada que han abandonado las
viejas banderas de la transformación estructural de las sociedades,
(reemplazándolas) por la adopción de paradigmas neoliberales
que han mejorado los parámetros macroeconómicos, pero ensan-
chando las enormes brechas entre pobres y ricos325.

Otros autores326 afirman que la nueva izquierda en América Latina


se identifica con la victoria electoral de los partidos de izquierda en
Brasil, Chile y Uruguay, con el crecimiento electoral de la izquierda
en México y con el fortalecimiento de partidos, movimientos y líderes
populistas de izquierda en la región andina.

Al mismo tiempo que se acentúan las evidencias empíricas


acerca del crecimiento de la izquierda en América Latina, surge
un conjunto de dudas respecto del origen, el significado y las
consecuencias de ese fenómeno. Algunos autores argumentan
que el crecimiento de la izquierda en América Latina se relaciona
directamente con la prolongada crisis económica que vivió la
región en los 80 y 90, y con la forma neoliberal de estabilización
de la economía que tuvo lugar en la región327.

325
Cancino, Hugo, La reemergencia del discurso nacional popular en la nueva izquier-
da latinoamericana, Para una discusión de los movimientos nacional-populares,
en: Revista Diálogos Latinoamericanos N° 13, Universidad de Aarhus, Dinamarca,
junio, 2008: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=16201303
(consultada el 27 de junio 2012).
326
Ver Castañeda, Jorge, «Latin America’s Left Turn», en: Foreign Affairs N° 3, Vol.
85, mayo-junio, 2006 y Rodríguez Garavito, César, Barret, Patrick y Chávez,
Daniel, La nueva izquierda en sus orígenes y trayectoria futura en América Latina,
Editorial Norma, Bogotá, 2005.
327
Avritzer, Leonardo, La nueva izquierda, la crisis de representación y la parti-
cipación social en América Latina, en: Avritzer, Cynthia y Armony, Ariel, La
nueva izquierda en América Latina. Derechos humanos, participación política y
sociedad civil, Programa Latinoamericano Woodrow Wilson International Center
for Scholars, Washington, 2009, p. 177.

121
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

En relación con la generación de organizaciones sociopolíticas


internacionales podemos referirnos a la labor que han cumplido las
organizaciones análogas a los domésticos Círculos Bolivarianos, pero
operando en el ámbito mundial.
Las organizaciones sociopolíticas internacionales tienen su gé-
nesis en la «Campaña Admirable 2003», cuando salió el 24 de julio
de Cartagena, Colombia una columna de personas con «el propósito
declarado de homenajear a la campaña militar histórica realizada por
Simón Bolívar el 14 de mayo de 1813. Un mes después la delegación
llegó a Caracas, siendo recibida por unas 20.000 personas en un acto
público en el que hizo uso de la palabra el alcalde caraqueño Freddy
Bernal»328.
Luego se realizó el «Campamento Bolivariano por Nuestra Amé-
rica», entre el 6 y el 8 de agosto, que se efectuó en las instalaciones del
fuerte Tiuna, bastión principal de la FAN (Fuerza Armada Nacional),
ubicado en la capital venezolana. A este campamento asistieron más
de mil 500 personas, en su mayoría venezolanos, aunque también
hubo delegados provenientes de Canadá, Estados Unidos, México,
Guatemala, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Argentina, Chile,
Dominicana, Francia, España y el País Vasco.
En la reunión plenaria realizada el 7 de agosto se sometió a
consideración de los participantes las conclusiones de las discusio-
nes realizadas durante la Campaña Admirable 2003. Los asistentes
aprobaron en ese momento el Manifiesto Bolivariano, el Programa y
el Llamamiento, todos documentos que se constituirían en la carta de
navegación del trabajo político que desarrollarían los participantes en
sus respectivos países.
La Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), instrumento
político que trabajaría «por la construcción de la Patria Grande con
la que soñó Bolívar»329, también tuvo el voto de aprobación por parte
de los asistentes a este campamento. La Dirección General de la CCB
328
El 14 de mayo 1813 se inició la llamada «Campaña Admirable», acción militar
que Simón Bolívar emprendió desde San José de Cúcuta, con el objeto de liberar
a Venezuela del poder español, luego de la pérdida de la primera República.
329
Argote, Vladimiro, Campamento Bolivariano por Nuestra América, un espacio
para la Unidad. La página web donde se encontraba este artículo y varios docu-
mentos de la Coordinadora Continental Bolivariana, www.conbolivar.org, fue
hackeada y posteriormente desapareció.

122
Bolívar Según Chávez

quedó conformada por delegados de Venezuela, Ecuador, Colombia,


Panamá, Perú, Chile, Brasil, Argentina, República Dominicana, Gua-
temala y México.
La CCB aseveró, en un comunicado, denominado la Estructuración
de la Coordinadora Continental Bolivariana, fechado el 8 de agosto
de 2003, que la única forma de alcanzar las profundas transforma-
ciones sociales y humanistas que Bolívar había proclamado casi 200
años antes, era a través de una propuesta programática, alternativa
al predominio de las potencias globales, denominadas imperios. Para
lograr este objetivo resultaba crucial la constitución de una coordina-
dora como la propuesta:

Esta iniciativa se ejecutaría a través de la constitución de la


Coordinadora Continental Bolivariana, la que marchando de
la mano de el Libertador, construya un espacio alternativo a
los derroteros que, en detrimento del hombre, de la naturaleza
y el universo, tratan de imponernos las potencias capitalistas
del mundo330.

En el documento Estructuración de la Coordinadora Continen-


tal Bolivariana se definió además a la CCB como un lugar unitario,
amplio, participativo, democrático y, sobre todo, privilegiado para la
convergencia nuclear de las organizaciones juveniles, políticas, sociales,
culturales, estudiantiles, académicas o adherentes individuales, con
el propósito declarado de producir una coordinación en torno a una
plataforma de lucha y una dirección bolivariana unificada.
Además este comunicado afirmó que la CCB enmarcaría su radio
de interacción, básicamente, en el área de América Latina y el Caribe,
alentando la unidad de los pueblos en torno al propósito de construir
la patria americana soñada por el Libertador:

Pero, quienes asuman el compromiso bolivariano, independiente-


mente de su nacionalidad, podrán hacer parte de la Coordinado-
ra como miembros fraternales de sus Brigadas Internacionalistas
Bolivarianas, en el sentido en que el Libertador las concibió en
su relación práctica con los combatientes que de otras partes del

330
Coordinadora Continental Bolivariana, Estructuración de la Coordinadora
Continental Bolivariana. 8 de agosto de 2003.

123
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

mundo vinieron a hacer su aporte a la Independencia, como en


el caso de la Legión Británica331.

El documento Estructuración de la Coordinadora Continental


Bolivariana afirmó, además, que la estructura con la que se dotaría a
la CCB sería de acuerdo con la idiosincrasia, cultura y costumbres de
cada país que formara parte de la misma:

Podrían, incluso, admitirse diversas formas organizativas tales


como variados movimientos bolivarianos y otros espacios de
coordinación que impliquen procesos unitarios en sus países
de origen. Será tarea fundamental de la Dirección de la CCB
el impulso, creación y organización del Movimiento Juvenil
Bolivariano en cada país adscrito a la CCB y cuyos principios
se enmarcan dentro del manifiesto Llamamiento y el denomina-
do Plataforma aprobados en el Campamento Bolivariano por
Nuestra América332.

Luego el documento establecía una Dirección General conformada


por cinco delegados de cada país. Este organismo se dio a la misión
específica de impulsar las tareas para procurar el establecimiento de
estructuras bolivarianas en cada uno de sus países, vinculando a otras
personas que desearan participar del mismo.

Esta tarea se desarrollará al lado de otras actividades, al lado de


los documentos llamados Plataforma, Llamamiento y Manifiesto
de fundación, aprobados por la plenaria de discusión del Cam-
pamento Bolivariano por Nuestra América, para un lapso de dos
años. En tal término deberá realizarse el Congreso Continental
Bolivariano que establecerá la Coordinación Continental con
sus directrices, dirección y planteamientos renovados333.

En cuanto a la vocería, la participación en la CCB sería plena y


efectiva, a través de las llamadas Brigadas Internacionales Bolivarianas
para el caso de los países que no fuera latinoamericanos y caribeños
o espacios primordiales del movimiento, «quienes, en conjunto, cuen-

331
Ibid.
332
Ibid.
333
Ibid.

124
Bolívar Según Chávez

tan con un espacio para un delegado rotatorio dentro de la Dirección


Ejecutiva de la CCB»334.
Finalmente, fueron delineadas las tareas que tendría la Dirección
de la CCB para el periodo siguiente: la organización del Primer Con-
greso Continental de la Coordinadora Bolivariana para el año 2005,
el cual sería precedido por la realización de diversos actos en cada
país. Adicionalmente se estableció lo siguiente: impulsar la difusión
y el enriquecimiento del Manifiesto, del Llamamiento, del Programa
y las tareas de fundación aprobadas por el Campamento Bolivariano
por Nuestra América; se recomendó especialmente incentivar en cada
país la implementación de cátedras bolivarianas en las universidades,
y centros educativos en general, lo mismo que en los sindicatos, orga-
nizaciones y poblaciones; potenciar la protesta, la denuncia y movi-
lización en contra de cualquier agresión imperialista, ejerciendo una
solidaridad activa con los procesos revolucionarios y las luchas de los
pueblos latinoamericanos por su bienestar.
La CCB reafirmó, en el Manifiesto Bolivariano por Nuestra América
(8 de agosto de 2003), la idea de que la primera independencia liberó
a América Latina del yugo de Europa, lo que no impidió que el nuevo
gobierno nacional deviniera en un mandato despótico de las aristocra-
cias criollas, aliadas al emergente imperialismo de los Estados Unidos.
El comunicado señaló que a 190 años de la Campaña Admirable
que desarrolló Simón Bolívar, en la actualidad continuaban las luchas
de los pueblos latinoamericanos, «como lo anunció Neruda, con el
pueblo despertó Bolívar. Y con él, la certeza en la victoria»335. Es por
estas razones que la CCB llamó a encontrarse en Bolívar por medio
de la constitución de un amplio, autóctono y auténtico movimiento de
resistencia activa a los reconocidos opresores capitalistas de los pueblos
del continente: «Es el momento de construir nuevas formas de acción
revolucionaria, coordinando y cohesionando las luchas de nuestros
pueblos y construyendo la verdadera democracia»336.
En el tercer documento, mencionado como Llamamiento (del 9 de
agosto de 2003), la CCB insistió en la urgencia de concretar el proyecto
334
Ibid.
335
Coordinadora Continental Bolivariana, Manifiesto Bolivariano por Nuestra
América, 8 de agosto de 2003.
336
Ibid.

125
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

político y social que en su perspectiva concibió Simón Bolívar, es decir, el


anhelo de las repúblicas latinoamericanas unidas, movimiento unitario
basado en la igualdad y en la justicia. Como el mayor óbice para la
realización de ese ideario fue señalada la política que llevaban adelante
las oligarquías nacionales aliadas con el imperialismo norteamericano:

Es inexistente la unidad entre nuestras naciones, la democracia re-


presentativa como forma de gobierno ha negado el poder al pueblo
y todo ello no ha sido sino consecuencia, fundamentalmente, del
intervencionismo norteamericano que sustituyó el yugo colonial
de Europa y que ha implementado la Doctrina de Seguridad Na-
cional como herramienta criminal de sometimiento337.

«Esta lucha por la segunda independencia necesitaba de la cons-


trucción de la patria bolivariana, es decir, de un nuevo polo de poder
y equilibrio mundial frente al hegemonismo del imperio yanqui y del
imperialismo en general»338, afirmaba el comunicado. Además, se afir-
mó que necesario levantar el ideario bolivariano, en torno al cual se
van juntando fuerzas, esperanzas, decisiones y acciones
El Campamento Bolivariano por Nuestra América se realizó el 10 y 11
de agosto del 2005 paralelamente al Primer Congreso Continental Boliva-
riano por Nuestra América en Caracas. Los delegados asistentes fueron 800
provenientes de Canadá, Estados Unidos, México, República Dominicana,
Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Bolivia, Argentina, Chile,
País Vasco, Italia, Dinamarca, Francia, España, Suiza, Turquía, Grecia y de
las llamadas naciones Wayuu, Yuppa, Aymara y Mapuche.
Los presidentes honorarios del Congreso Continental Bolivariano
eran, en ese momento, Narciso Isa Conde339, monseñor Pedro Casalda-
liga340, Iñaki Gil de San Vicente341, Juvenal Herrera Torres, Francisco
337
Coordinadora Continental Bolivariana, Llamamiento, 9 de agosto de 2003.
338
Ibid.
339
Dominicano, luchador por el socialismo. Pertenece a Movimiento Caamañista.
Coordina el programa de televisión llamado Tiro al Blanco. Autor de diversos
libros y ensayos. Véase https://twitter.com/narcisoisa
340
Es un religioso, escritor y poeta catalán nacido en 1924, que ha permanecido
gran parte de su vida en Brasil. Ha estado siempre vinculado a la teología de la
liberación.
341
Pensador marxista ligado desde su juventud a la lucha por la liberación del pue-
blo vasco. Ha desarrollado una enorme cantidad de temas, pero siempre desde el
punto de vista de que la liberación nacional debe ir ligada a los conceptos básicos

126
Bolívar Según Chávez

Caamaño Jr., Suzi Castor, James Petras342 y los fallecidos líderes de


la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Manuel
Marulanda343 y Alfonso Cano344.
El Segundo Congreso Continental Bolivariano se realizó en la
ciudad de Quito entre el 24 y el 27 de febrero 2008, y contó con la
participación de delegaciones de toda América Latina, entre ellas
las de Perú, Chile, Uruguay, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela,
México, Puerto Rico y República Dominicana, así como también de
delegaciones internacionales provenientes de Alemania, Italia y del
País Vasco. Es en este encuentro en donde se comienza a notar más el
discurso antiimperialista.
Respecto de la criminalización que comienza a vivir la CCB en
algunos países, Carlos Casanueva345 afirma que ella se origina en el
hecho de que:

(…) se decide incorporar a toda la diversidad de nuestro conti-


nente; en el manifiesto de lucha de la CCB se plantea un principio
importante, amplio y que es el que ha traído tal vez los mayores
problemas o intento de criminalización contra la CCB: el respeto
y asumir en nuestra organización a todos aquellos movimientos,
grupos o partidos que estén luchando en sus pueblos, bajo los
mismos objetivos de liberación, de bienestar del pueblo, unidad
continental y de culminar con la obra de nuestros libertadores
por la segunda independencia, sin distingo ni sin exclusiones de
nadie, excepto a los fascistas, evidentemente346.

del marxismo, en el camino de construcción de una Euskal Herria independiente,


feminista y socialista.
342
James Petras es un sociólogo estadounidense nacido en 1937, conocido por sus
estudios acerca del imperialismo, la lucha de clases y los conflictos latinoamericanos.
343
Pedro Antonio Marín, mejor conocido por su alias de Manuel Marulanda Vélez
o Tirofijo (Génova, Quindío, 12 de mayo de 1930 - Selvas del Meta, 26 de marzo
de 2008), fue un guerrillero colombiano, comandante y cofundador de la guerrilla
de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
344
Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano, fue un guerrillero colombiano,
comandante del Bloque Central, comandante en jefe y miembro del Secretariado de
las FARC. Fue abatido por las Fuerzas Militares de Colombia el día 4 de noviembre
de 2011, durante un cerco militar denominado Operación Odiseo.
345
Carlos Casanueva es chileno, militante del Partido Comunista y secretario ejecutivo
de la CCB.
346
Agencia Bolivariana De Prensa (ABP), Carlos Casanueva, ee.uu. quiere de-
rrotar a Hugo Chávez y la ola de izquierda: http://www.abpnoticias.com/index.
php?option=com_k2&view=item&id=1554:carlos-casanueva-eeuu-quiere-derro-

127
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

El documento central del encuentro llamado Proclama bolivaria-


na. Desde el centro del mundo (del 27 de febrero de 2008), afirma la
necesidad de librar todos los combates necesarios y de emplear todas
las formas de lucha, para cambiar el sistema:

las luchas pacíficas y no pacíficas, las manifestaciones cívicas,


las insurgencias de las clases y de los sectores oprimidos, las
opciones electorales transformadoras, la desobediencia civil, las
luchas y rebeldías sociales justas, las movilizaciones populares
y todo tipo de protestas e irreverencias políticas frente al orden
opresor y excluyente347.

Además, el documento plantea la necesidad de elaborar e impul-


sar las propuestas alternativas de poder destinadas a reemplazar los
mecanismos, instituciones y estrategias de dominación, y desplegar
un accionar multifacético frente a los planes y hechos de guerra del
imperialismo estadounidense en la región, así como también frente a
los ataques de las oligarquías y de las partidocracias corrompidas que
le sirven de instrumento a la recolonización neoliberal.
En el documento se afirma igualmente que las posibilidades de
cambios en América Latina no solo dependen de la profundización de
las transformaciones revolucionarias en Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua, sino también de aquellos procesos que como el peruano, el
mexicano, el salvadoreño y el colombiano, han logrado niveles de acu-
mulación «hasta aproximarse al viraje que podría convertir en factor
de gobierno y de poder a las fuerzas antioligárquicas y antiimperialistas
que expresan el anhelo de sus respectivos pueblos»348.
Del mismo modo, la CCB plantea en este documento que actua-
rán con firmeza y combatividad para lograr la anulación del Plan
Colombia—Iniciativa Andina, del Plan Puebla—Panamá y de «todos
los tratados que afectan la soberanía militar, territorial y económica
de nuestras naciones»349. Además se insiste en que el proyecto de la
tar-a-hugo-ch%C3%A1vez-y-la-ola-de-izquierda&Itemid=74 (consultada el 10 de
marzo 2013).
347
Coordinadora Continental Bolivariana, Proclama bolivariana. Desde el centro
del mundo, 1 de marzo 2008: http://www.lahaine.org/index.php?blog=5&p=28376
(consultada el 16 de marzo 2013).
348
Ibid.
349
Ibid.

128
Bolívar Según Chávez

Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, debe


convertirse en el instrumento para lograr la integración entre los Es-
tados latinoamericanos, bajo los principios de la emancipación social
y del bienestar de los seres humanos.
Así mismo, este documento destaca la ampliación de sus aliados
que comienza a crecer con un claro contenido antiimperialista. Afirma
la CCB que serán solidarios con los pueblos, que como el iraquí, el
afgano y el palestino, están siendo sometidos «a verdaderas masacres
derivadas de las diferentes vertientes de la guerra global imperialista;
pueblos que están demostrando ejemplares lecciones de resistencia y
de capacidad de combate que evidencian también la decadencia militar
de los ee.uu.»350.
Es interesante señalar que este documento, basado en las reso-
luciones del encuentro, reconoce a las FARC-EP y a otros sectores
insurgentes como fuerzas beligerantes y apoya el canje humanitario de
prisioneros en Colombia con el despeje de los Municipios de Pradera
y Florida. También expresa la solidaridad de los participantes de este
encuentro con la Venezuela bolivariana, con la Revolución Cubana y
con todos los procesos progresistas que tienen lugar en otros países
del continente.
Por último, la CCB afirma que se inicia el camino hacia la conver-
sión de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) en un Mo-
vimiento Continental Bolivariano (MCB) de carácter político-social,
que articule diversidades revolucionarias desde una estrategia común
capaz de enfrentar y derrotar la estrategia imperialista y emancipar
definitivamente:

a nuestra América —como lo soñaron en sus respectivos tiempos


Bolívar y el Che—, capaz de darle sentido político liberador
a todo lo reivindicativo, de hacer revoluciones concatenadas,
llenas de creatividad en dirección de crear una Patria Grande a
lo Bolívar y un socialismo a lo Mariátegui351.

Algunos días después de terminado el Segundo Congreso Continen-


tal Bolivariano realizado en Quito, las fuerzas militares colombianas

350
Ibid.
351
Ibid.

129
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

atacaron el campamento ubicado en territorio ecuatoriano, al otro


lado del Río Putumayo, en el que se encontraba el portavoz interna-
cional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
Raúl Reyes. En la acción militar murieron 16 personas, entre ellas el
dirigente comunista y algunos ciudadanos mexicanos participantes del
encuentro de Quito352.
La muerte del líder guerrillero y el descubrimiento de cartas con
nombres de personas de contacto en diversos países provocaron un
fuerte golpe a la expansión del naciente Movimiento Continental
Bolivariano (MCB). Los países que quedaron más expuestos con
nombres de personas que solidarizaban con las FARC y, al mismo
tiempo participaban del MCB, fueron Ecuador, México y Chile. De
la misma manera, lo ocurrido y la polémica suscitada, que incluso
provocó fuertes roces entre los gobiernos de Colombia y Venezuela,
provocó una cierta inhibición en la expansión del discurso bolivariano.
De hecho, solo el 9 de diciembre de 2009 se emite un nuevo texto lla-
mado: Declaración Bolivariana de Caracas ¡Con la espada de Bolívar
hacia el nuevo Ayacucho!, en la que se anunció el tránsito desde la
Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) hacia el Movimiento
Continental Bolivariano (MCB). Este documento ya refleja claramente
el antiimperialismo presente en el discurso bolivariano:

La unidad antiimperialista será una de nuestras divisas rele-


vantes. Confluiremos en todas las iniciativas que la amplíen y
fortalezca. No habrá causa justa en el mundo que no cuente
con nuestro concurso militante. Las resistencias y luchas de los
pueblos de Irak, Irán, Afganistán, Pakistán, Kurdistán, Turquía,
Euskal Herria, Galicia, República Saharaui, y otros pueblos de
África, tendrán en el MCB un aliado firme y leal353.

352
«Quiero comunicarle al país que en una operación conjunta de las Fuerzas Militares
y de la Policía Nacional fue dado de baja Raúl Reyes, miembro del secretariado de
las FARC», ha expresado Santos en una conferencia de prensa. Diario El Mundo,
El Gobierno colombiano anuncia la muerte de Raúl Reyes, portavoz de las FARC,
España: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/01/internacional/1204382411.
html (consultada el 24 de enero 2012).
353
Coordinadora Continental Bolivariana, Proclama bolivariana. Desde el centro
del mundo. Op. cit.

130
Bolívar Según Chávez

Sin embargo, el Movimiento Continental Bolivariano (MCB)


tampoco tuvo plena acogida en toda la izquierda latinoamericana, es
decir, solo tuvo adhesión en ciertos sectores, algunos movidos por la
obtención de recursos financieros y otros por una genuina devoción a
una idea (la bolivariana) que había sacado a las izquierdas del callejón
político de los noventa. De hecho, en los últimos años los voceros del
MCB, Carlos Casanueva y Narciso Isa Conde, se dedicaron principal-
mente a defender al gobierno chavista y en menor medida a fortalecer
una organización internacional bolivariana.
El gobierno de Hugo Chávez recibió un importante apoyo al
lograr que el Foro de Sao Paulo, que agrupa a cerca de un centenar
de organizaciones de izquierda y altermundistas de América Latina,
realizara su XVIII Foro en Caracas. Dicho foro se inauguró el 5 de
julio del 2012, con el tema central de:

debatir lo que debemos hace frente a las amenazas, frente a


la contraofensiva de las derechas, de los imperialismos contra
nosotros, la izquierda en América Latina y el Caribe —dijo el
secretario del foro, el brasileño militante del Partido de los Tra-
bajadores, Valter Pomar, en la apertura del encuentro celebrado
en el hotel Alba de Caracas354.

Durante las reuniones previas al encuentro, los delegados del foro


expresaron su respaldo al gobierno de Hugo Chávez y su candidatura
para las elecciones presidenciales del 7 de octubre, en las que buscaba
su reelección. Como señaló Carlos Casanueva:

Cuando termine el foro faltarán exactamente dos meses para las


elecciones en Venezuela. Es crucial movilizar la fuerza suficiente
para rechazar el Plan A355, para que ninguna derrota electoral
sea propinada a las fuerzas de izquierda. Ningún golpe de Es-
tado contra Chávez y el gobierno electo. No a la guerra civil
y las masacres en Venezuela, pues hay que tener en cuenta que

354
Terra Noticias, Inauguran Foro de Sao Paulo en Venezuela para unir izquierda
latinoamericana. http://noticias.terra.com.ar/internacionales/inauguran-foro-
de-sao-paulo-en-venezuela-para-unir-izquierda-latinoamericana,4fd9c9cfc0a-
58310VgnVCM20000099cceb0aRCRD.html (consultada el 18 de abril 2013).
355
Como Plan A se denominó al supuesto intento de opositores a Chávez por evitar
las elecciones.

131
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

están llegando mercenarios a Venezuela. Hay movilizaciones de


escuadrones de la muerte. Grupos paramilitares están cometien-
do asesinatos356.

En los comicios del 7 de octubre del 2012, Hugo Chávez fue


elegido nuevamente presidente de Venezuela por un periodo de
seis años. En esta oportunidad, Chávez ganó con el 54,4% de los
votos, frente al 44% de votos del líder de la oposición Henrique
Capriles. La participación de votantes alcanzó al 81%, una de las
más altas de la historia electoral venezolana. Un nuevo mandato
aprobado por casi once puntos de diferencia hacía de Chávez un
político incombustible y permitía pensar en la profundización de
la Revolución Bolivariana y del socialismo del siglo xxi. El rebelde
cáncer diría otra cosa.
Desde el 30 de junio del año 2011 cuando informó de su enferme-
dad desde La Habana y por cerca de dos años, Hugo Chávez vivió en
un estado de convalecencia, solo interrumpida por campañas políticas
y electorales.

Esa intensidad en el ambiente fue confiriendo a su enfermedad y


a la vigilia formada alrededor de ella, una atmósfera de misterio
mezclada de temores, especulaciones insólitas, operaciones in-
ternacionales de medios y una experiencia inédita de transición
política en el sistema institucional venezolano357.

La secuencia político-matemática —como afirma Modesto Emilio


Guerrero— basada en ciclos de retorno de seis años hasta el 2025 se
frustró tan repentinamente como el inesperado anuncio de que su
sucesor sería Nicolás Maduro, encargado de la política exterior cha-
vista. «Pero más aún, pidió a sus seguidores, invocando en sus modos
habituales de gravedad histriónica, que Nicolás Maduro fuera el ele-
gido por el voto para sucederlo»358. En efecto, Chávez afirmó que al
356
Agencia Bolivariana De Prensa (ABP), Carlos Casanueva, ee.uu. quiere de-
rrotar a Hugo Chávez y la ola de izquierda. http://www.abpnoticias.com/index.
php?option=com_k2&view=item&id=1554:carlos-casanueva-eeuu-quiere-derro-
tar-a-hugo-ch%C3%A1vez-y-la-ola-de-izquierda&Itemid=74 (consultada el 15 de
abril 2013).
357
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit., p. 17.
358
Ibid., p. 18.

132
Bolívar Según Chávez

asumir el nuevo periodo por el cual había sido elegido por la mayoría
de los venezolanos:

(…) si algo ocurriera, repito, que me inhabilite de alguna ma-


nera, Nicolás Maduro, no solo en esa situación, debe cumplir
como manda la Constitución, el periodo, sino que mi opinión
firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es
que en ese escenario que obligaría a convocar como manda la
Constitución, de nuevo, a elecciones presidenciales, ustedes elijan
a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana
de Venezuela359.

La sorpresa fue doble para los adversarios del comandante-presi-


dente, ya que se había especulado desde la primera vez que se escuchó
la expresión poschavismo el 15 de octubre de 2011, que solo podría
venir otro militar para suceder a Hugo Chávez.

Esta perspectiva se basaba en la experiencia histórica internacio-


nal. En casi todos los casos en que los miembros o las corrientes
de las Fuerzas Armadas gobernaron, siguieron haciéndolo —o
intentaron hacerlo— mediante las fórmulas institucionales más
variadas. En cada caso, lo único que no cambiaba era la centra-
lidad del control militar en el poder360.

359
Mena Cifuentes, Hernán, Maduro presidente, AVN-Sibci, 11 de marzo del 2013:
http://www.avn.info.ve/contenido/maduro-presidente-%C2%A0
360
Ibid., p. 19.

133
Capítulo V

El futuro sin Chávez: muchas preguntas


y todavía pocas respuestas

Una vez producido el deceso del líder bolivariano, la estrategia de


sus partidarios en el poder fue acelerar el cronograma electoral. El 13
de marzo, en medio de la campaña para las elecciones presidenciales, el
presidente encargado y candidato Nicolás Maduro insistió en mostrar
a Hugo Chávez como una víctima de la conspiración internacional. «El
dirigente reiteró su sospecha de que el cáncer que terminó con la vida
del líder bolivariano fue causado intencionalmente por sus enemigos,
y adelantó que el gobierno ya prepara una comisión para confirmar
esa hipótesis»361.
En dicha entrevista dada por Maduro a la cadena oficialista Te-
lesur afirmó, además, que se crearía una comisión de Estado a la que
se invitaría a importantes representantes de países del mundo y a los
mejores científicos internacionales para investigar la enfermedad que
provocó la muerte de Chávez. Para reforzar su afirmación, argumentó:

Él tenía una enfermedad, un cáncer, que en su momento se co-


nocerá que rompía todas las regularidades de esa enfermedad.
Nosotros buscaremos la verdad, no dejaremos que los elementos
que hoy manejamos se impongan como conclusiones apresura-
das. Tenemos la intuición de que nuestro comandante Chávez fue
envenenado por fuerzas oscuras que querían salir de él —sostuvo
con tono místico362.

El actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, informó que


el líder venezolano había sido amenazado de muerte muchas veces. Y
361
El Clarín, Maduro: «Chávez fue envenenado por fuerzas oscuras que
querían salir de él», edición electrónica del 13 de marzo del 2013, Argen-
tina: http://www.clarin.com/mundo/Maduro-Chavez-envenenado-insiste-
conspiracion_0_881911852.html
362
Ibid.

135
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

que pese a que sus enemigos no habían logrado el magnicidio por la


vía de un atentado, todo parecía indicar que lograron afectar su salud
con las técnicas más avanzadas. Al respecto afirmó que:

(…) en la década de los 40 los servicios de inteligencia de ee.uu.


tenía laboratorios científicos ensayando cómo provocar el cáncer.
Han pasado 70 años, ¿qué no habrá avanzado este tipo de la-
boratorios de la maldad y de la muerte? —se preguntó. Al darse
cuenta de las consecuencias que tenía lo que estaba diciendo,
inmediatamente repitió— no estoy acusando a los ee.uu. de
esto, en este momento363.

Este anuncio del actual presidente de Venezuela, abrazó un tópico


muy importante en el imaginario político de América Latina: la muerte
del líder como resultado de una conspiración, una muerte que entonces
adquiría ribetes de martirio. Dicha situación podía generar empatía en
una población que no endosaba fácilmente su adhesión masiva a un
candidato que no fuera Chávez.

5.1. La muerte en el imaginario político de la izquierda


revolucionaria latinoamericana

La radicalización ideológica, ser revolucionario en el mundo de


las ideas, implica adherir a un proceso de polarización que llevan a
cabo los individuos antes de tomar la decisión de formar parte de
un actor colectivo revolucionario. «Esta radicalización ideológica
involucra, además, la producción de imágenes de la política y viven-
cias que ellas implican, impulsando así el tránsito hacia una etapa
superior como es el vivir esa revolucionariedad en el diario vivir, la
radicalización política»364.
En el caso de las personas que provienen del modus vivendi cris-
tiano, como era el caso de Hugo Chávez, se plantea un tránsito tan
dificultoso como intenso. El ingrediente cristiano tiñe, al mismo tiempo,
363
Ibid.
364
Salinas, Sergio, Cristianismo y militancia revolucionaria. Los casos de Rafael
Maroto y Antonio Llidó en el MIR, ponencia I Seminario Internacional sobre
Historia de la Violencia en América Latina, siglos xix y xx, 7 de noviembre de
2012.

136
Bolívar Según Chávez

el compromiso político y la militancia revolucionaria de un cromatismo


religioso que contempla, incluso, el martirologio.
Este tópico, la muerte, comenzó a ser reiterado dentro de los dis-
cursos de la memoria de la izquierda revolucionaria latinoamericana,
sobre todo con posterioridad a la Revolución Cubana.
Pese al sacrificio y a los cientos de muertos, los guerrilleros cubanos
habían triunfado y habían logrado realizar una revolución a pocos
kilómetros del propio ee.uu. Desde ese momento se reescribe un mito
que le confiere sentido a la muerte: el hombre nuevo. Este hombre nue-
vo de cierta manera asemeja a los primeros santos cristianos, quienes
buscaron evangelizar y redimir a los pobres de sus dolores por medio
del sacrificio personal y la propia muerte.
Dicho constructo es la médula del pensamiento guevarista, de su
filosofía de la praxis, pensamiento en el que según Hugo Vezzetti, «se
condensaba igualmente una flexión subjetiva: la edificación moral
prevalecía sobre la formación política y se afirmaba en una identidad,
antes que en un programa»365.

En la hora de su muerte (el Che Guevara) nos dio un ejemplo a los


que ya habíamos iniciado la lucha, incentivó a los que todavía no
se habían decidido. Aún sirve hoy de ejemplo y estímulo a jóvenes
que ni siquiera habían nacido cuando el Che Guevara fue asesinado
(...). Y de pronto, desde los más postergados de Latinoamérica, un
grupo de hombres de la más disímil extracción nos decía que la
revolución era algo que teníamos que hacer nosotros mismos. De
repente la tercera persona en la que habíamos hablado siempre de
estas cosas se transformaba en primera. Y quedamos ahí, anona-
dados ante una responsabilidad histórica que nos abrumaba366.

Para el antropólogo e historiador peruano, Ricardo Melgar la


violencia política guerrillera despliega su propia simbólica dentro
365
Pino, Luis, De dogmas, hombres nuevos, muerte y martirologio. La relación sub-
terránea marxismo-cristianismo en Chile, 1960-1970, Revista Izquierdas N° 11,
diciembre, 2011, 5p: http://www.izquierdas.cl/revista/wp-content/uploads/2011/12/
De-dogmas-hombres-nuevos-muerte-y-martirologio.3.pdf (consultada el 15 de
abril 2013).
366
Sendic, Raúl, «Discurso del MLN Tupamaros en el homenaje a el Che Guevara
organizado por la Liga Comunista Francesa», París, 21 de octubre de 1987, repro-
ducción del original. Citado en Salinas, Sergio. El inicio del camino de las armas.
Op. cit., pp. 108-109.

137
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

de sus procesos rituales (iniciación, combate, muerte) y, a veces, esta


los trasciende:

La construcción cultural de las virtudes violentistas en las


guerrillas latinoamericanas exalta un patrón de simbolización
fuertemente masculinizado, que juega con la equivalencia entre
lo viril y lo heroico, combatir como ofrendar o perder la vida
es cosa de machos, independientemente de que hayan o no gue-
rrilleras ejemplares o heroicas367.

De esta forma, la muerte del guerrillero Ernesto Che Guevara,


impulsor de la teoría del foco guerrillero, produce la imbricación de
estos dos ámbitos simbólicos: la violencia y el sacrificio.
A este respecto, Elena Águila, en un trabajo acerca de la muerte
en el imaginario de la izquierda latinoamericana, interpreta a Omar
Cabezas, comandante del Frente Sandinista para la Liberación Nacio-
nal y autor del libro La montaña es algo más que una inmensa estepa
verde (1982). Para Águila, Cabezas muy claramente muestra a el Che
como su modelo ético:

Hay que ser como el Che. ¿Qué significa ser como el Che? A
estas alturas resulta más que evidente, a mi juicio, que la figura
(mítica) que está detrás de la elaboración del mito del Che es
la de Cristo. En estas primeras páginas del testimonio de Omar
Cabezas la ecuación queda establecida: ser hombre (nuevo, po-
dríamos agregar) = darlo todo por los demás (Cristo) = ser como
el Che. Cabezas la completará agregando que en Nicaragua para
ser como el Che hay que ser sandinista. En el centro del ideario
sandinista estará entonces el valor del autosacrificio (darlo todo
por la felicidad de los demás, la vida incluida)368.

Elena Águila afirma que la ética del autosacrificio postula un ideal


de vida que es en realidad un ideal de muerte:
367
Melgar Ricardo, «Sacralización de la violencia en las guerrillas latinoamericanas»,
Revista La Memoria Sumergida N° 164, México D.F., 2002, también en: http://
www.cedema.org/uploads/La%20memoria%20sumergida.pdf (consultada el 4 de
julio 2011).
368
Águila, Elena, «La muerte en el imaginario simbólico de la izquierda
latinoamericana»: http://www.chile-hoy.de/opinion_ensayo/230101_lamuerte.
htm (consultada el 9 de diciembre de 2010). Citado en Salinas, Sergio, El inicio
del camino de las armas. Op. cit., p. 111.

138
Bolívar Según Chávez

Ser como el Che significa morir como el Che. La propuesta de


vivir como los santos es un llamado a morir como los santos. El
nuevo santoral, explica el exdirigente sandinista Sergio Ramírez,
está encabezado por Sandino y el Che. Imitar sus vidas implica
imitar sus muertes369.

Así mismo, para Matías Ortiz la consigna ¡Patria o muerte! que


levantaron las organizaciones de la nueva izquierda revolucionaria en
América Latina hablaba por sí misma. Era un grito trascendental que se
transformó en la unificación de los revolucionarios de América Latina.
«Y es que las alocuciones hacia la muerte brillan en el discurso de las
organizaciones revolucionarias, influyendo en la conformación identi-
taria del militante de ellas, convirtiéndolos si morían, en un héroe-mito
de la revolución»370. Ambos conceptos, la victoria —la patria— y la
muerte se imbrican conformando un metarelato de la lucha revolucio-
naria, representando la vida de sacrificio y la puesta en práctica de la
ética revolucionaria, es decir, de la moral del hombre nuevo.
Ernesto Guevara lo resume de esta manera: «El revolucionario,
motor ideológico de la revolución dentro de su partido, se consume
en esa actividad ininterrumpida que no tiene más fin que la muerte,
a menos que la construcción se logre a escala mundial»371. Entonces
—como afirma Matías Ortiz— «el único camino al que podía aspirar
un revolucionario era la victoria o la muerte»372. En esta misma línea
señala Luis Pino:

(…) en la guerra declarada contra el imperialismo yanqui, existe


la posibilidad de la muerte. Pero esa muerte no será una muerte
estéril, en sentido simbólico, no será una muerte que mata si
otros sujetos recogen el legado. Tanto la muerte como la victoria
son certezas. Por lo tanto, no se saca nada con apreciar la vida,

369
Ramírez, Sergio, Adiós muchachos: Una memoria de la revolución sandinista,
Madrid, Editorial Aguilar, 1999. Ibid.
370
Ortíz Figueroa, Matías. «Ser mirista». La construcción política del militante.
Tesina de grado para optar al grado de Licenciado de Historia. Departamento de
Artes y Humanidades. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad Andrés
Bello. Santiago, 2011, 98p. Citado en Salinas, Sergio, Memoria de militancias
revolucionarias: El caso del MIR y Radio Liberación, Santiago, 2013, p. 16.
371
Guevara, Ernesto, «El socialismo y el hombre en Cuba», 1965: www.marxists.
org/espanol/guevara/65-socyh.htm (consultada el 11 de abril 2013).
372
Ibid.

139
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

si no se vive de manera verdadera y, en este discurso, la vida


verdadera es la que vive y muere por la revolución. Es imposible
no recordar la imagen planteada por el mensaje de Cristo: aquel
que quiera ganar la vida, la perderá; y aquel que quiera perder
su vida, la hallará. En ese sentido la muerte también es vida. La
no-vida es aquella existencia de quienes traicionan la causa por
su propia comodidad o por huir de la muerte. Por algo el grito
de ¡Patria o muerte, Venceremos! se transformó en una consigna
unificadora de la izquierda latinoamericana373.

La persistencia del tópico de la muerte en el discurso de la izquierda


latinoamericana incluso permeó a un presidente agnóstico, como el
presidente Salvador Allende:

En el proyecto de una revolución con empanadas y vino tinto,


existía la clara posibilidad de la muerte. Hagan lo que hagan
los reaccionarios para oponerse a la vía revolucionaria, con la
intención de precipitar la renuncia del presidente Allende, no
lograrán su objetivo374.

El presidente Allende señaló en su discurso de despedida a Fidel


Castro en el Estadio Nacional:

Yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo


condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una
tarea, la tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan
aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la volun-
tad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un
paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el
mandato que el pueblo me diera (...). Defenderé esta revolución
chilena y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato
que el pueblo me ha entregado, no tengo otra alternativa, solo
acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es
hacer cumplir el programa del pueblo375.

Hugo Vezzetti afirma que en los mitos de la izquierda revolucio-


naria, que propugnaba en su metodología revolucionaria el uso de la
violencia política:
373
Pino, Luis, De dogmas, hombres nuevos, op. cit., p. 9.
374
Ibid.
375
Ibid.

140
Bolívar Según Chávez

se conjugan un mito político (la violencia agudiza las contradic-


ciones), un mito epistemológico (es reveladora de la verdadera
naturaleza de las relaciones de poder) y un mito moral (activa a
los sujetos y saca lo mejor de ellos: coraje, sacrificio y heroísmo376.

En palabras de Vezzetti:

El martirologio construye la imagen de un héroe, limpio, puro,


gigante, santo, inalcanzable (…). Ese régimen de memorias
reproduce finalmente el molde de las narraciones patrióticas
que han elevado a las figuras militares y a sus combates, como
custodios de la nación377.

Hugo Chávez, quien se refirió en numerosas oportunidades a


Ernesto Guevara, también opina de manera similar:

El Che era comunista, por lo tanto no creía en Dios, pero es un


ejemplo crístico no cristiano, él asumió más bien la actitud de
Cristo y fue a morir allá en las montañas de Bolivia con un fusil,
el asma y el sueño378.

5.2. La muerte de Hugo Chávez

Creemos necesario hacer un breve repaso cronológico de los hechos


que siguieron a la muerte de Hugo Chávez, ya que ellos podrían constituir
sucesos portadores de futuro, como se afirma en el análisis prospectivo.
El 5 de marzo del 2013, con la voz entrecortada y al borde del
llanto, el vicepresidente Nicolás Maduro anunció la muerte del co-
mandante-presidente Hugo Chávez Frías, luego de enfrentar por más
de dos años una de las batallas más duras de su vida contra el cáncer.
Las autoridades de la República Bolivariana de Venezuela decretaron
siete días de duelo.

376
Vezzetti, Hugo, Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos
Aires, Siglo xxi Editores, 2009. Citado en Pino, Luis, De dogmas, hombres nuevos,
op. cit., p. 14.
377
Ibid.
378
Ministerio De Comunicación E Información, Chávez en Estados Unidos, 2006,
p. 67.

141
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Al día siguiente, entre miles de simpatizantes, el cuerpo de Chávez


fue trasladado desde el hospital militar de Caracas en el que falleció
hasta la Academia Militar, donde fue expuesto hasta el 15 de marzo.
Miles de personas desfilaron frente a su féretro abierto para darle un
último adiós.
El 8 de marzo se realizó el funeral del expresidente con la presencia
de numerosos jefes de Estado. Nicolás Maduro juró como presidente
y la oposición denunció un fraude constitucional.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) convocó a una nueva elección
presidencial para el día 14 de abril. La coalición opositora Mesa de la
Unidad Democrática anunció, ese mismo día, que acudiría unida a las
elecciones y propuso la candidatura de Henrique Capriles, derrotado
por Chávez en octubre de 2012.
El 15 de marzo, los restos de Hugo Chávez abandonaron la capilla
ardiente en la Academia Militar para una última procesión hacia un
antiguo cuartel militar transformado en museo, donde el comandante
dirigió un fallido golpe de Estado en 1992, suceso que inició formal-
mente su carrera política.
El 28 de marzo, semanas después de la muerte de Chávez, el go-
bierno invirtió 200 millones de dólares en un nuevo sistema de admi-
nistración de divisas por subasta, el que según expertos representa una
devaluación encubierta (la segunda del año), luego de que en febrero
el bolívar pasara de 4,30 a 6,30 por billete.
El 4 de abril Vicente Díaz, uno de los cinco rectores del CNE,
afirmó a las agencias de noticias extranjeras que temía unos comicios
profundamente antidemocráticos, debido a que no se respetó la igual-
dad de condiciones de los candidatos.
El 14 de abril, Nicolás Maduro, de 50 años, fue elegido presiden-
te de Venezuela con 50,78% de los votos, ante el opositor Henrique
Capriles, que obtuvo 48,95%.
Capriles rechazó los comicios por fraude y pidió el recuento de
los votos, puntualizando que de no realizarse este conteo, calificaría
al nuevo gobierno como ilegítimo.
El apresurado resultado, aunque no era un empate y todavía mos-
traba una leve mayoría para el oficialismo, colocó una gran sombra de
incertidumbre respecto del futuro del chavismo sin Chávez y, al mismo

142
Bolívar Según Chávez

tiempo, planteó un escenario político que podría escalar en sus niveles


de confrontación y de pronóstico incierto.
En la actualidad todo indica que el chavismo continuará en Vene-
zuela en el corto plazo, aunque su influencia en América Latina decaerá
mientras tanto, dada la urgencia de la atención de temas domésticos
así como las dudas acerca de la gobernabilidad en un país en el que la
oposición cuestiona los resultados.
El chavismo quería que los comicios presidenciales fueran lo antes
posible, precisamente por el ambiente de cercanía que generó el cha-
vismo con la muerte de su líder. Los cambios reales se visualizarían a
corto y a largo plazo, teniendo en cuenta que el chavismo es un bloque
heteróclito de fuerzas, distinguiéndose entre otros, el partido militar y
el movimiento social apuntalado por Chávez:

Tuvo que enfermarse de gravedad el líder de la Revolución


Bolivariana para que todo comenzara a girar nuevamente
alrededor del partido militar. Incluso cuando se elogia o se
condena a Nicolás Maduro como el elegido para la transición,
está presente el fantasma de ese partido, con el mismo misterio
de aquella sombra gigante que pasó a las espaldas de Chávez
la noche del 30 de abril, cuando se despedía compungido para
irse a La Habana379.

Las Fuerzas Armadas quedaron a cargo de la protección del


proyecto desarrollista (de Chávez), con «una oficialidad que viene de
sectores populares, lo que facilita la aceptación del sabor socialista del
bolivarianismo en clave chavista»380. Sin embargo, subsiste la duda de si
seguirá fielmente el programa del socialismo del siglo xxi en caso de que
sean recortados sus beneficios. El desplazamiento de la primera línea
de sus líderes, como el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello, incrementa la duda. Por lo tanto, en dicha incertidumbre ganan
relevancia los altos empleados de la burocracia pública, así como los
trabajadores en las funciones más diversas de las empresas estatales,
quienes están interesados en la continuidad del régimen y que han sido
conocidos como boliburguesía.

379
Guerrero, Modesto, Chavismo sin Chávez. Op. cit., p. 75.
380
Ibid.

143
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Finalmente, no se puede olvidar que como en el pasado, Venezuela


sigue siendo vulnerable a las variaciones en el precio del petróleo, el
que si se conserva suficientemente alto permitirá mantener el tipo de
redistribución que caracterizó al chavismo en los tiempos de Chávez. Y
es que las expectativas de grandes sectores son no solo mantener, sino
ir mejorando, por lo que si el gobierno al frente del poder no es capaz
de mantener esta redistribución, la insatisfacción puede incrementarse,
mermando el respaldo al régimen, lo cual derivaría en una situación
inestable y potencialmente explosiva.
En cualquier caso no será fácil resolver la transición sin la presencia
de Chávez. Para Milos Alcalay, exembajador de Venezuela en la ONU,
ya comienzan a aparecer las dificultades de un chavismo sin Chávez,
lo que muestra que:

(…) será difícil para su heredero designado, Nicolás Maduro,


o para otros dirigentes como Diosdado Cabello, Adán Chávez,
Elías Jaua, poder heredar la vehemencia de un dirigente carismá-
tico, convertido en líder cuasi religioso, quien durante 14 años
fue consolidando un poder desmedido que le permitió afianzar
su imagen a través de una maraña política y social, agigantada
por un grosero despilfarro de petrodólares381.

Por su parte, José Vicente Carrasquero Aumaitre, politólogo vene-


zolano, sostiene que el chavismo como movimiento político sin duda
alguna va a continuar después de la desaparición del presidente.

Sin embargo, al no tener al líder que garantizaba la unidad de


mando y unidad de criterio, tendrá menos fuerzas para llevar a
cabo el proyecto político. Aparecerán tendencias internas que
irán desvirtuando los propósitos iniciales y eso hará que las
acciones se vayan alejando de las metas que originalmente tenía
el presidente Chávez382.

En cambio, para Mac Margollis (Nesweek), esta ausencia de here-


deros que se da en Venezuela repercutirá en la región y pronostica que

381
Dossier 33, «¿Podrá sobrevivir el chavismo sin Chávez?»: http://dossier33.
com/2013/01/podra-sobrevivir-el-chavismo-sin-chavez/ (consultada el 15 de abril
2013).
382
Ibid.

144
Bolívar Según Chávez

«El bolivarianismo no tiene futuro sin su líder, lo que redundará en el


fin de la exportación del modelo en la etapa poschavista»383.
De manera similar opina Alejandro Arbeláez, exviceministro de
Defensa de Colombia al sostener que en el largo plazo es difícil imagi-
nar un proyecto político como el llamado socialismo del siglo xxi sin
la figura impulsora de Chávez y su liderazgo de tipo carismático que
todo lo concentra en su persona:

El proyecto del comandante-presidente depende en gran medida


de la presencia del caudillo y de los altos precios del petróleo.
Ambos son frágiles. Y el carisma y dinero que hoy hacen fuerte
al modelo, al no ser previsibles y sostenibles en el tiempo, se
convierten en su principal debilidad384.

Para el ministro colombiano en el corto plazo, los herederos del


chavismo tenderán a unirse para poder sobrevivir y, para ello, exalta-
rán la figura de un Chávez mártir, pero en el largo plazo y por encima
del proyecto político colectivo, primarán los intereses personales de
quienes hoy lo rodean, quienes tienen no pocas diferencias y que solo
Chávez, con su presencia, aún contiene. «Es muy temprano para saber
cuál de las dos fuerzas va a imponerse primero, pero da la impresión
de que los militares están mejor posicionados para quedarse con el
espíritu del chavismo»385.
No obstante, la muerte de Chávez no solo constituyó un remezón
para sus partidarios en Venezuela. En efecto, en Cuba por ejemplo la
hija de Raúl Castro dijo que el dolor en la isla solo era comparable
con el que produjo la muerte del Che Guevara:

La desaparición de Hugo Chávez pone en blanco y negro esta


alianza bastante particular entre los dos países. A diferencia de
otros aliados, que establecen una relación de jefe y subordinado,
en el caso de Caracas y La Habana es un gana-gana: una aporta
megamillonarios recursos y otra, la experiencia386.

383
Ibid.
384
Ibid.
385
Ibid.
386
Revista Semana, «¿Qué será de Cuba?», edición N° 1610, Informe Especial, 11 al
18 de marzo de 2013, p. 56.

145
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Recordemos que en el año 2005, Fidel Castro había señalado


que los dos países eran «una sola nación, a lo que Hugo Chávez le
contestó: con una sola bandera y Castro bautizó esa alianza: nosotros
somos venecubanos»387.
Otro de los procesos que se podría resentir con la ausencia de Hugo
Chávez, corresponde a las negociaciones de paz que se iniciaron entre
el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC). «Quizás lo único en lo que el gobierno colombiano
y las FARC coinciden sin discusión es en reconocer el papel clave que
jugó el presidente venezolano en el proceso»388.
En cuanto al futuro, luego del golpe inicial que sufrieron las FARC
con la muerte de Chávez, lo más probable es que sigan las negociacio-
nes en Cuba y «que Maduro mantenga el compromiso de su gobierno
con la salida negociada. Una sucesión sin sobresaltos en Venezuela
dará al proceso un margen de algunos meses, que pueden convertirse
en decisivos»389.
Lo cierto es que el liderazgo carismático de Chávez es irreprodu-
cible en el corto plazo, tanto doméstica como externamente. Luego de
casi 21 años de la irrupción del teniente coronel Chávez en la escena
política venezolana, en aquel lejano abril de 1992 cuando intentó
tomar el poder y a 14 años desde que asumiera el cargo de presidente
con una marea de votos que se replicó casi siempre mientras estuvo al
frente de Venezuela, su desaparición ha sembrado interrogantes acerca
de la continuidad a largo plazo del proceso bolivariano.
Mientras Chávez permaneció en Cuba tratándose del cáncer que
lo aquejaba, el camino escogido por el oficialismo fue posponer la
toma de posesión por un nuevo periodo presidencial, aunque parecía
claro que la gravedad de la dolencia no permitiría que este renovara
su cargo. La amenaza de una fragmentación del chavismo sin su líder
máximo había cundido entre sus partidarios:

Pero una vez anunciada la muerte del presidente venezolano el


derrotero electoral ha sido acelerado. Las facciones al interior del

387
Ibid.
388
Revista Semana, «La paz sin él», edición N° 1610, Informe Especial, 11 al 18 de
marzo de 2013, p. 50.
389
Ibid.

146
Bolívar Según Chávez

chavismo cerraron filas en torno al ungido por el propio Chávez.


Las disputas por el protagonismo ante la coyuntura amainaron
ante la ausencia de quien había fungido como amalgama del
proyecto del mismo presidente: Chávez. Después de todo, la
impresión que provocó el multitudinario funeral y las reacciones
de la gente es que el voto abrumador de los venezolanos estará
marcado por la emoción de la partida del presidente, quien pa-
rece haber alcanzado alturas míticas en la batalla por su salud390.

La figura de Hugo Chávez descansará en el panteón de los héroes, lo


que será visible para los venezolanos, pero para Nicolás Maduro el desa-
fío es lograr conciliar definitivamente las facciones chavistas y, al mismo
tiempo, completar el camino trazado originalmente para los siguientes
seis años: centralización política de la mano del empoderamiento de los
consejos comunales, en desmedro de los gobiernos locales y regionales.
Los vaivenes económicos de una economía con niveles crecientes de dé-
ficit fiscal e inflación, simbolizados por la devaluación del nuevo bolívar
hacen difícil el sostenimiento de la ampliación del aparato burocrático.
En el ámbito internacional, no muchos líderes latinoamericanos
han tenido la atención mediática de la que gozó Chávez y que le per-
mitió cimentar alianzas heterogéneas como aquellas con Irán y Siria.
En América Latina, colaboró activamente en proyectos como UNASUR
y CELAC, ambos espacios sin la participación de Washington, aunque
como afirmamos su hijo predilecto fue ALBA:

El bloque aunque permanecerá, ha quedado en cierta orfandad


de liderazgo y no se avista un reemplazo en su lugar. Es que las
relaciones internacionales del chavismo, una mezcla de anti-
hegemonismo, bolivarianismo y aportes económicos en crudo,
pueden experimentar cambios en los siguientes años, si no en el
fondo, sí en la forma y volumen391.

Por lo anterior, y aun cuando es posible pensar en un chavismo


sin Chávez —expresión que se usara por primera vez en los albores

390
Aranda, Gilberto, El chavismo sin Chávez: un interregno, Instituto de Estudios
Internacionales, Universidad de Chile, 5 de abril de 2013: http://www.iei.uchile.
cl/noticias/90001/el-chavismo-sin-chavez-un-interregno (consultada el 15 de abril
2013).
391
Ibid.

147
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

del intento por derrocar al mandatario en 2002—, la respuesta no es


automática. Lo anterior se suma a que la situación de la oposición
es aún más compleja: aunque la Mesa de Unidad Nacional (MUN)
se apresuró a confirmar a Henrique Capriles como su abanderado,
las elecciones regionales de diciembre último debilitaron al bloque.
La tesis acerca de una victoria segura si Chávez se retiraba del poder
no fue viable, con un oficialismo que ha convertido al gobernador de
Miranda en el blanco de críticas392.

5.3. ¿Podrá el mito bolivariano encarnar en la figura


de Chávez?

El canal ViVe TV (Visión Educativa de Venezuela), una señal abierta


de contenido cultural y educativo que es operada por el Ministerio del
Poder Popular para la Comunicación y la Información de Venezuela,
difundió al día siguiente de la muerte de Hugo Chávez (26 de marzo)
una animación elaborada por el Laboratorio de animación del Depar-
tamento de nuevos contenidos de ViVe.
El video, que se titula Hasta Siempre Comandante, muestra al
fallecido presidente Hugo Chávez llegando al Paraíso, donde es reci-
bido entre otras personas por su abuela Rosa Inés, Simón Bolívar, Eva
Perón, Ernesto Che Guevara y Salvador Allende.
Otras personas ya fallecidas que reciben a Chávez son: Guaicai-
puro, indígena que formó una coalición contra la conquista española
del territorio actual de Venezuela; Augusto César Sandino, patriota y
revolucionario nicaragüense; Pedro Camejo Negro Primero, militar
venezolano durante la guerra de Independencia de Venezuela; Alí
Primera, músico, compositor, poeta y activista político venezolano; y
Ezequiel Zamora, militar y político venezolano, uno de los principales
protagonistas de la Guerra Federal.
Sin duda y sin necesidad de esta animación, Hugo Chávez, in-
gresará a ese panteón de líderes políticos que son parte no solo de la
historia, sino también del mito dentro de la izquierda y de la política
latinoamericana en general.

392
Ibid.

148
Bolívar Según Chávez

Como sostiene el académico Ernesto Águila, Hugo Chávez, más


allá del lugar que ocupe en la historia, pasará a habitar un espacio
simbólico y sicológico regido por las reglas idealizadoras e inexpug-
nables del mito. «Los que logran encaramarse hasta allí no conocerán
el insulto de la muerte, como diría un personaje de una novela de José
Donoso; probablemente porque quedan instalados en un extraño es-
pacio intermedio entre los vivos y los muertos»393.
Águila afirma que el chavismo deberá coexistir con esos dos gran-
des mitos de la izquierda latinoamericana del siglo xx: el allendismo
y el guevarismo.

Todavía no es posible saber si alcanzará la estatura de estos. Los


mitos podrán tener la misma estructura, pero sus significados
son distintos. Los mitos conviven, pero también luchan entre
sí. Allendismo y guevarismo han coexistido, pero encierran una
contradicción evidente en cuanto a los caminos políticos que
representan394.

393
Águila, Ernesto, Chávez: mito y política, diario LA TERCERA, edición del
13 de marzo de 2013: http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-
debates/2013/03/895-513345-9-chavez-mito-y-politica.shtml (consultada el 15
de abril de 2013).
394
Ibid.

149
Palabras finales

A diferencia de lo que sucedería con la figura de Chávez, su pro-


yecto político: la Revolución Bolivariana o el llamado socialismo del
siglo xxi tiene un derrotero más complejo para lograr perpetuarse en
el imaginario de la izquierda, no solo en América Latina, sino en la
propia Venezuela.
Sin embargo, nada indica un posible final en el mediano plazo, ya
que el futuro del chavismo está contenido en su pasado y su presente,
sin olvidar las raíces que lo hunden en la historia rebelde de los mo-
vimientos nacionalistas que lo precedieron, incluso desde el siglo xix.

Para comprender el chavismo en su dinámica actual, y las deri-


vaciones al interior de Miraflores, en el PSUV y en la sociedad,
hay que juntar sus tres claves: el líder, los movimientos sociales
y el partido militar. La composición de esa simple ecuación la
distingue de todos los movimientos conocidos en la historia
latinoamericana395.

En relación con el llamado partido militar, las declaraciones de


Diego Alfredo Molero Bellavia, ministro del Poder Popular para la
Defensa del gobierno venezolano son aclaratorias. Cuando el 8 de
diciembre del 2012 Hugo Chávez anunció su último viaje a Cuba
para someterse a una nueva intervención quirúrgica y ante la comple-
jidad de la operación advirtió acerca de la posibilidad de no volver a
la presidencia, Diego Molero afirmó al día siguiente: «Le reiteramos
que somos fieles a su persona, a la revolución y al pueblo. Cuente
usted durante su ausencia con que los soldados del Ejército, Armada,
Aviación, Guardia Nacional y la Milicia Bolivariana garantizaremos
con nuestra vida la patria socialista»396.

395
Guerrero, Modesto Emilio, Venezuela: Los dilemas del chavismo, E’A Periódico
de interpretación y análisis, 7 de enero del 2013: http://ea.com.py/venezuela-los-
dilemas-del-chavismo/ (consultada el 26 de abril 2013).
396
AVP-Sibci, Ministro de la Defensa, Somos fieles a la revolución y al pueblo: http://
www.avn.info.ve/contenido/ministro-defensa-somos-fieles-revoluci%C3%B3n-y-
al-pueblo (consultada el 26 de abril del 2013).

151
Gilberto Aranda • Sergio Salinas

Semanas después, el 22 de diciembre del mismo año el ministro


Molero declaró:

Ante una eventual ausencia de nuestro comandante en jefe,


escenario que seguros estamos no va a presentarse, la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana ya sabe qué hacer, está completa-
mente preparada en el sentido de continuar, ideológicamente, el
camino trazado desde hace 14 años por el líder de la Revolución
Bolivariana397.

En estas declaraciones se puede apreciar la consolidación de la


ideología del llamado partido militar definida como la filosofía de
acción del proceso revolucionario.
De la misma manera, la crisis económica instala un escenario políti-
co con casi un empate en la adhesión entre los chavistas y la oposición,
haciendo dificultoso que continúen las vertientes de expansión del ideal
bolivariano desde Caracas hacia el resto de América Latina. En otras
palabras, la activa política exterior que desarrolló Venezuela bajo el
gobierno de Chávez, con un alto costo económico y la generación de
organizaciones internacionales afines podrían dar paso a otras formas
de propagar este nuevo chavismo sin Chávez.
Pensamos que la respuesta definitiva a la continuidad del boli-
varianismo en clave chavista se responderá en las siguientes décadas,
cuando nuevos sujetos estén dispuestos a recuperar la noción, aunque
con nuevos significados. Como el peronismo, fenómeno político domés-
tico argentino que trascendió la vida de Juan Domingo Perón y con el
cual tiene diferencias —por ejemplo, en política exterior o en relación
con los militares—, tiene opciones de sobrevivir, aunque con avenidas
de sentidos diversas (del menemismo al kichnerismo). Mientas tanto,
con seguridad «se puede establecer que el legado del mandatario vene-
zolano, el líder político que más pasiones despertó en América Latina
en la última década, proseguirá separando las aguas de las opiniones
políticas latinoamericanas en los próximos tiempos»398.

397
La Patilla, Ministro de Defensa, «Fuerzas Armadas continuarán apoyando la
revolución» aún sin Chávez, 23 de diciembre de 2012: http://www.lapatilla.com/
site/2012/12/23/diego-bellavia-asegura-que-ante-una-eventual-ausencia-de-chavez-
la-fan-continuaria-apoyando-la-revolucion/ (consultada el 26 de abril 2013).
398
Agencia DPA, Hugo Chávez, el nuevo mito de la política latinoamericana: http://

152
Bolívar Según Chávez

De la misma manera, resultará interesante observar la lucha ideo-


lógica, de la que se muestran diversas señales en la actualidad, y que
se podría llevar a cabo entre el oficialismo chavista y la oposición.
Con un Henrique Capriles cada vez más bolivariano y un presidente
Maduro cada vez más chavista. Una confrontación por un culto que
nació del pueblo, fue convertido en un culto para el pueblo y que
«ha sido utilizado en diversos momentos de la historia para manipu-
lar la conciencia política de los venezolanos: el culto a el libertador
Simón Bolívar»399.
Una lucha que mostrará intentos por posicionar a Hugo Chávez
tal como aconteció con Bolívar, es decir, como parte de una concepción
heroica de la historia, de corte mesiánica o como uno de los grandes
conductores que forjaron la vida misma del pueblo venezolano.
Señala Manuel Caballero que después de 1983, el año del cente-
nario del nacimiento de Bolívar (el héroe), celebrado magnamente por
Guzmán Blanco, «(…) la aureola del gran muerto se torna cada día
más brillante (y su culto) se vuelve (…) no por laico menos profundo,
profuso, proteico, que la religión católica, apostólica y romana»400.

elsolonline.com/noticias/view/169185/hugo-chavez-el-nuevo-mito-de-la-politica-
latinoamericana (consultada el 15 de abril 2013).
399
Carrera Damas, Germán, El culto a Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2008, con-
tratapa.
400
Citado en Rivero, José Ángel. Chávez habla, Dios mediante: Propaganda y for-
mación de nuevas identidades político–sociales en el marco de la construcción del
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158
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres digitales de

RIL® editores
Teléfono: 2223-8100 / ril@rileditores.com
Santiago de Chile, noviembre de 2013
Se utilizó tecnología de última generación que reduce
el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el
papel necesario para su producción, y se aplicaron altos
estándares para la gestión y reciclaje de desechos en
toda la cadena de producción.
E l 5 de marzo del año 2013 falleció Hugo Rafael
Chávez Frías, el comandante-presidente, como era
llamado por sus partidarios. Sin duda, Chávez fue el
líder político que más pasiones despertó en América
Latina en la última década y su figura continuará previ-
siblemente dividiendo las opiniones en Venezuela y, por
qué no decirlo, en América Latina. Luego de la caída
del muro de Berlín y de los llamados socialismos reales,
el chavismo se transformó, quizás sin buscarlo, en la
esperanza de muchos militantes de izquierda no solo
de América Latina sino que también de otras latitudes.
El objetivo de este libro es comprender la forma
en la que la nación venezolana, en tanto «comunidad
imaginada», tiene su acta fundacional firmada por la
imagen de Simón Bolívar y sellada por el culto que se
creó a través del tiempo alrededor de su persona. Es
decir, como «la heroarquía» de la que habló Thomas
Carlyle, «sirvió de palanca a Venezuela para construirse
como nación» y marcó para siempre la historia de la
naciente república.

ISBN 978-956-01-0039-9

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