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Sí, la profesora Alejandra tenía razón al pensar que las normas no se obedecían porque fueron
impuestas sin tener en cuenta la opinión de los estudiantes. Para que las normas de convivencia
sean efectivas, es importante que los estudiantes se sientan involucrados en su creación y
comprendan la importancia de esas normas. Cuando los estudiantes participan en la elaboración
de las normas, es más probable que las respeten y se sientan responsables de su cumplimiento.
¿Qué les sugerirían a ella y a sus estudiantes respecto a las normas de convivencia para el aula?
A Alejandra:
Considerar la creación de un código de conducta conjunto en el que los estudiantes, junto con la
profesora, definan las expectativas de comportamiento en el aula.
Explicar y discutir el propósito de las normas de convivencia con los estudiantes para que
comprendan por qué son importantes.
Establecer consecuencias claras y justas para el incumplimiento de las normas, de manera que
los estudiantes entiendan las repercusiones de su comportamiento.
A los estudiantes:
Respetar las normas acordadas y comprender que estas normas existen para crear un ambiente
de aprendizaje adecuado.
Revisen las normas de convivencia de su sección o escuela. ¿Los estudiantes las respetan? ¿Por
qué?
Es importante llevar a cabo una revisión de las normas de convivencia en la sección o escuela y
evaluar si los estudiantes las respetan. La respuesta puede variar según la institución y la
situación específica, pero aquí hay algunas razones comunes por las que los estudiantes pueden
no respetar las normas:
Evalúen si las normas de convivencia favorecen la buena relación entre los estudiantes y
respetan los derechos humanos.
Es esencial que las normas de convivencia fomenten una buena relación entre los estudiantes y
respeten los derechos humanos. Para evaluar esto, se pueden considerar los siguientes puntos:
Las normas deben promover el respeto mutuo, la empatía y la tolerancia entre los estudiantes.
Deben garantizar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades para participar y
aprender.
Deben estar alineadas con los valores de la institución educativa y con los principios de la
convivencia pacífica.
Si se identifican normas que no cumplen con estos criterios, se pueden proponer cambios para
que favorezcan la convivencia y la cultura de paz en el aula o en la escuela. Los cambios deben
ser discutidos y acordados por la comunidad escolar, incluyendo a los estudiantes, para que
sean efectivos y respetados.