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César Arrueta - Marcelo Brunet - Juan Guzmán

| compiladores |

La Comunicación
como Objeto de Estudio

Teoría, Metodología y Experiencias


en Investigación

Gabinete de Comunicación Social


Universidad Católica de Santiago del Estero
Departamento Académico San Salvador

Aval
Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social
FADECCOS

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La comunicación como objeto de estudio

Arrueta, César; Brunet, Marcelo; Guzmán, Juan


La comunicación como objeto de estudio: teoría, metodología y
experiencias en investigación. 1ra. ed. -
San Salvador de Jujuy: Ediciones DASS, 2010.
Soporte papel
ISBN 978-987-24489-9-8
1.Comunicación. 2. Teoría. 3. Metodología. 4. Investigación.
Título: CDD 302
Fecha de catalogación: 14/08/2010

Diseño de cubierta: Guillermo Galíndez


Diseño de interior y puesta en página: Julio Toconás

Queda hecho depósito que previene la Ley 11.723


Impreso en Argentina- Printed in Argentina
ISBN 978-987-24489-9-8

Prohibida la reproducción total o parcial del material contenido en esta


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prografía y el tratamiento informático, sin permiso expreso del Editor.

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Prólogo

Acerca del objeto de estudio


y el estudio del objeto
Washington Uranga*

* Periodista, docente e investigador de la comunicación. Fue direc-


tor de la Maestría en Planificación de Procesos Comunicacionales
(PLANGESCO) de la Facultad de Periodismo y Comunicación So-
cial de la Universidad Nacional de La Plata (1996-2006) y director de
la Maestría en Periodismo de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires (2006-2009). Es miembro de comisio-
nes académicas y docente en postgrados en universidades públicas
y privadas en Argentina y América Latina; se ha desempeñado como
jurado evaluador en universidades argentinas y para la CONEAU.

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“ La comunicación como objeto de estudio” es el título que Cé-
sar Arrueta, Marcelo Brunet y Juan Guzmán, sus com-
piladores, han elegido para este trabajo que recoge disertaciones
teóricas y presentación de metodologías y experiencias en comu-
nicación. Jugando con las palabras bien es posible decir que una
versión complementaria de aquel título podría ser “El objeto de es-
tudio de la comunicación”. Porque si se trata de transitar las perspec-
tivas y los métodos que nos permiten acercarnos al abordaje de la
comunicación, esto no puede ser ajeno al objeto mismo del estudio
de la comunicación.
Como bien dice Roberto Follari en estas páginas “hay que
hacerse expresamente cargo de la cuestión epistemológica en comunica-
ción”. Acuerdo. No podemos, los que estamos en el campo, seguir
evitando esta discusión. Tampoco dejar que esta tarea, importante
en sí misma, nos atrape en controversias vacuas. El propio Follari
se encarga de desplegar los argumentos propios y de varios au-
tores y, al mismo tiempo, de presentar los distintos aspectos del
debate, señalando el riesgo de las miradas recortadas.
El libro, cuyas páginas comenzamos a recorrer, nos presenta
precisamente esta diversidad de la que hablamos a partir de las
prácticas y de las investigaciones de las y los diferentes autores.
Pero está claro que esas distintas construcciones, en lo epistemoló-
gico y en lo profesional, se han ido elaborando sobre la base de la
observación de prácticas de comunicación –históricas, profesiona-
les, de investigación- de por sí complejas, y que pueden ser leídas
desde disímiles perspectivas, que admiten heterogéneos aborda-
jes. En ese sentido podemos afirmar que la comunicación como
objeto de estudio se complejiza precisamente porque el objeto de

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La comunicación como objeto de estudio

estudio de la comunicación no se puede precisar por fuera de las


prácticas sociales que protagonizan los sujetos en la historia. Ese
objeto carga con toda la complejidad de ese hacer y hacerse de
los hombres y las mujeres en la vida cotidiana, de los mensajes y
de las representaciones que todo ello conlleva y que se hace car-
ne en la densidad de la cultura y de la mediatización impulsada
por el desarrollo tecnológico cada vez más acelerado. No sirve, en
consecuencia, recortar a los medios o pretender que nos podemos
ocupar de las mediaciones prescindiendo de la importancia de las
construcciones generadas por el poder mediático.
El brasileño José Marques de Melo afirma que,
“la comunicación es un proceso que relaciona comunidades, so-
ciedades intermedias, gobiernos y ciudadanos en la participa-
ción y toma de decisiones conjunta ante los estímulos y los fac-
tores que, de manera permanente, presenta a aquellos ambientes
socio-económicos y políticos. Se aprecia también a la comunica-
ción en función del conocimiento, expresión y fortalecimiento de
los valores, tradiciones e identidades culturales. Así entendida,
la comunicación no está limitada a la presencia de los medios,
sino que implica además una suerte de transversalidad social
y la interacción dinámica de una red de relaciones de personas
y grupos donde media e intervienen otros elementos, espacios,
factores, contenidos, instituciones, etc. que concurren en diver-
sas formas y manifestaciones de comunicación. Además, sirve
de soporte esencial y motor de actividades de desarrollo, como
la educación y la cultura, la ciencia y el medio ambiente, etc.”1
La comunicación es un proceso social de producción, inter-
cambio y negociación de formas simbólicas, que es fase constituti-
va del ser práctico del hombre, generadora de conocimiento y base
de la cultura. Son estas prácticas, las acciones de los sujetos en la

1
Marques De Melo, José, Identidades culturales latinoamericanas, en Marques
De Melo, José (coord.), Tiempo de la comunicación global. Sâo Paulo, Ed. IMES,
1996, pág. 35

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historia las que van configurando los modos de comunicación y
éstos, a su vez, constituyen el sentido y el contenido de nuestra
acción. “Confundir la comunicación con las técnicas o los medios es tan
deformador como pensar que ellos son exteriores y accesorios a la (verdad
de la) comunicación, lo que equivaldría a desconocer la materialidad his-
tórica de las mediaciones discursivas en que ella se produce”2 sostiene
Jesús Martín-Barbero.
La sociedad “mediatizada” en la que vivimos nos impone
a quienes trabajamos en este campo –como analistas, docentes
o profesionales- la responsabilidad de reflexionar de manera si-
multánea sobre el objeto de estudio de la comunicación y sobre la
comunicación como objeto de estudio. Los trabajos incluidos en
este volumen constituyen un aporte invalorable en este sentido.
Entre otros motivos porque casi al unísono hay una convocatoria
a la interdisciplina y, al mismo tiempo, se ofrece una reflexividad
crítica sobre el propio campo. Todo ello se justifica si entendemos
que la comunicación es constitutiva de la sociedad y por lo tanto
el análisis de las prácticas sociales demanda, en el marco de la
complejidad, una mirada desde la comunicación en la perspec-
tiva del análisis complejo que reconoce que toda producción de
conocimiento –y el de la comunicación en particular- requiere de
saberes concurrentes y complementarios provenientes de la inter-
disciplina.
Sin renegar de ello es necesario pensar que lo interdisciplinar
nos demanda también síntesis propias del campo. Una tarea, por
cierto, nada fácil. Porque somos deudores de las prácticas y de
las corrientes de investigación que nos precedieron y porque la
diversidad de prácticas y de intereses, a los que se suman otros

2
Martín-Barbero, Jesús; Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la
comunicación en la cultura. Fondo de Cultura Económica. Santiago de Chile,
2002, pág. 231

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La comunicación como objeto de estudio

impedimentos de no menor envergadura (¿egoísmos?, ¿vanida-


des académicas o pseudo académicas?), profundizan la fragmen-
tación antes que la coincidencia y el diálogo convergente, creativo
y productivo, entre quienes estamos comprometidos en la inves-
tigación en comunicación. El camino no parece despejado. Entre
otros motivos porque, tal como lo plantean aquí mismo Rosario
de Mateo y Laura Bergés, el escenario actual de la investigación
por múltiples motivos, en particular por la fragmentación del
campo, del objeto de estudio y de las metodologías, “no favorece el
intercambio epistemológico” y hace “casi imposible el debate para esta-
blecer un nuevo paradigma que hiciera posible el establecimiento de una
Teoría de la Comunicación”.
Mientras tanto la comunicación adquiere cada vez mayor
entidad y densidad política y cultural en la sociedad. Y si bien
ello construye exigencias particulares en el desarrollo de nuevos
campos de acción, de capacidades y habilidades profesionales, se
hace imprescindible seguir intentando en la búsqueda de bases
comunes para explicar y explicarnos, para entender, entendernos
y hacernos entender los propios comunicadores con otros prota-
gonistas del mundo de la ciencia y con los interlocutores sociales.

Buenos Aires, julio de 2010

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