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La conceptualización cognitiva
Generalmente el terapeuta y el paciente se ocupan de los pensamientos automáticos antes de abordar las creencias.
Sin embargo, desde el comienzo, el terapeuta comienza a formular una conceptualización, que siempre conecta los
pensamientos automáticos con creencias situadas en niveles más profundos. Si no logra ver ese cuadro más amplio, es
menos probable que logre dirigir la terapia de una manera efectiva.
Así, es recomendable que el terapeuta comience completando un Diagrama de Conceptualización Cognitiva en cuanto
haya recopilado los datos de los pensamientos automáticos típicos del paciente, sus emociones, su comportamiento y/o
sus creencias. El diagrama representa la relación entre creencias centrales, creencias intermedias y pensamientos
automáticos. Provee un mapa cognitivo de la psicopatología del paciente y ayuda a organizar la multiplicidad de datos
que presenta el paciente. El diagrama ilustra las preguntas básicas que el terapeuta se formula para completarlo.
En ocasiones, el profesional comparte con el paciente la conceptualización, con el propósito de lograr que comprenda
el amplio cuadro de dificultades. Cada vez que el terapeuta expresa una interpretación, la denomina hipótesis y le
pregunta al paciente si le suena ''verdadera".
Habitualmente es mejor comenzar por la parte inferior del diagrama. El terapeuta anota tres situaciones “típicas” en
las cuales el paciente se siente perturbado. Luego, para cada situación, consigna el pensamiento automático clave, su
significado y la consiguiente emoción o comportamiento. Si no le ha pedido directamente al paciente el significado de
sus pensamientos automáticos, plantea una hipótesis o lleva a cabo con el paciente la técnica de la flecha hacia abajo.
El significado del pensamiento automático para cada situación debe relacionarse lógicamente con el casillero de la
Creencia Central que se encuentra cerca de la parte superior del diagrama.
Para completar el casillero superior del diagrama, el terapeuta se pregunta (y pregunta al paciente): ¿Cómo se origino
la creencia central y como se mantuvo? ¿Qué acontecimientos de la vida (especialmente de la niñez) experimentados
por el paciente pueden relacionarse con el desarrollo y mantenimiento de la creencia?
A continuación, el terapeuta se pregunta: ¿Cómo sobrelleva mi paciente esta creencia central dolorosa? ¿Qué
creencias intermedias ha desarrollado?
Para completar el casillero siguiente, denominado “estrategias compensatorias”, el terapeuta se pregunta: ¿Qué
estrategias conductuales desarrolló el paciente para tolerar la creencia central negativa? Las estrategias compensatorias
son comportamientos normales que todos llevamos a cabo alguna vez. La dificultad de los pacientes que padecen
perturbaciones radica en un uso abusivo de estas estrategias, a expensas de conductas más funcionales.
Es necesario que el Diagrama de Conceptualización Cognitiva se reevalúe periódicamente y que se complete con datos
adicionales. El terapeuta lo presenta ante el paciente como un diseño explicativo, pensado para ayudar a comprender
las reacciones frente a determinadas situaciones. Algunos pacientes están preparados intelectual y emocionalmente
para apreciar un cuadro completo desde el inicio de la terapia, otros (especialmente aquellos que no tienen una relación
terapéutica muy buena o que no creen demasiado en el modelo cognitivo) deben familiarizarse con el diagrama mucho
más tarde (o nunca). Cuando el terapeuta presenta su conceptualización, pide que el paciente la confirme, la discuta, la
modifique o plantee sus propias hipótesis.
2) Proporcionando la primera parte de una presunción. El terapeuta puede lograr averiguar una presunción
completa enunciando la primera mitad.
-Entonces pensaste “deberé quedarme toda la noche trabajando” Y si no trabajas todo lo posible sobre una
monografía o un proyecto…
-Entonces no habré hecho lo mejor que puedo y habré fracasado.
3) Preguntando directamente sobre una regla o actitud. El terapeuta puede identificar una regla o una actitud
interrogando directamente al paciente.
4) Usando la técnica de la flecha hacia abajo. Primero, el terapeuta identifica un pensamiento automático clave,
que sospecha puede desprenderse directamente de una creencia disfuncional. Luego, le pide al paciente el significado
de esa idea, asumiendo que el pensamiento automático es verdadero. Continúa con esta actividad hasta develar una o
más creencias centrales. Preguntar al paciente qué significa para él un pensamiento a menudo hace aparecer una
creencia intermedia. Las preguntas acerca del significado de la creencia intermedia suelen dejar al descubierto una
creencia central.
En algunas ocasiones el terapeuta puede quedarse atascado mientras aplica la técnica de la flecha hacia abajo, porque
el paciente da una respuesta de "sentimiento". En esos casos el terapeuta debe demostrar empatía y luego tratar de
volver al carril correspondiente. Para disminuir la posibilidad de que el paciente reaccione negativamente ante el
interrogatorio, el terapeuta le explicará las razones de sus preguntas repetidas y tratará de introducir variaciones.
5) Analizando los pensamientos automáticos de un paciente en busca de temas comunes. El terapeuta puede pedir
a un paciente con buena capacidad de introspección, que identifique un tema recurrente o que establezca una hipótesis
acerca de una creencia y reflexione sobre su validez.
6) Preguntando al paciente acerca de su creencia de forma directa.
7) Revisando un cuestionario sobre creencias que el paciente ha respondido. Por ejemplo la Escala de Actitud
Disfuncional (Weissman y Beck, 1978). Una revisión cuidadosa de los temas que aparecen con mucha fuerza puede dar
evidencias de cuáles son las creencias problemáticas.
Modificar creencias
Algunas creencias se pueden modificar fácilmente, pero otras demandan un esfuerzo conjunto durante un periodo de
tiempo. El terapeuta continua preguntando sobre la intensidad de una creencia dada (0-100%) para evaluar si es
necesario seguir trabajando sobre ella. Generalmente, se ha atenuado una creencia en una medida suficiente cuando el
paciente le adjudica menos de un 30% de credibilidad y cuando puede seguir modificando su comportamiento aunque
quede un remanente de la creencia.
Es aconsejable que los pacientes guarden un registro de las creencias que han analizado en las sesiones. Resulta útil
que queden registradas la creencia disfuncional, la creencia más funcional y los grados de credibilidad que se adjudican a
cada una, expresados en porcentajes. Una tarea que se asigna habitualmente a los pacientes consiste en leer y volver a
evaluar diariamente el grado de credibilidad que confieren a cada una de las creencias.
Para modificar las creencias se utilizan técnicas semejantes a las que se usan para modificar los pensamientos
automáticos, aunque también se emplean algunas técnicas adicionales, como:
1) Cuestionario socrático: Estas técnicas ayudan al paciente a evaluar las creencias identificadas en el contexto de
situaciones específicas. Esta especificidad colabora para que la evaluación sea más concreta y significativa y no tan
abstracta e intelectual. Sin embargo, el cuestionamiento socrático habitualmente se utiliza con los pensamientos
automáticos, porque las creencias son ideas más rígidamente establecidas.
2) Experimentos conductuales: El terapeuta puede ayudar al paciente a diseñar una prueba conductual para evaluar la
validez de una creencia. Los experimentos conductuales, si se los diseña y se los lleva a cabo adecuadamente, tienen
más poder para modificar las creencias del paciente que las técnicas verbales en el consultorio.
3) Continuum cognitivo: Esta técnica resulta útil para modificar tanto pensamientos automáticos como creencias que
evidencian un pensamiento polarizado (por ejemplo, cuando el paciente ve alguna cosa en términos de todo o nada). La
construcción de un continuum cognitivo hace que el paciente pueda reconocer la existencia de puntos intermedios.
4) Dramatizaciones racionales-emocionales: Esta técnica se llama también punto y contrapunto. Es útil cuando un
paciente manifiesta que intelectualmente se da cuenta de que una creencia es disfuncional, pero que emocionalmente
la sigue “sintiendo” como verdadera. El terapeuta, en primer término, explica que van a llevar a cabo una dramatización
en la cual el paciente representara la parte “emocional” de su mente, que adhiere fuertemente a la creencia, mientras
que el terapeuta va a encarnar la parte “racional”. En la segunda parte, intercambiaran los papeles.
El cambio de papeles da al paciente la oportunidad de expresar en voz alta los argumentos racionales siguiendo el
modelo del terapeuta. Este, por su parte, utiliza los razonamientos emocionales que el paciente expresó antes, tratando
de reproducir las mismas palabras que antes escuchó. Al utilizar las mismas palabras que el paciente y no introducir
nuevo material, lo ayuda a reaccionar de una manera más precisa respecto de sus propias preocupaciones.
Si el paciente no logra formular una respuesta desde el papel de lo racional, puede volver a intercambiar papeles
temporariamente con el terapeuta o ambos pueden abandonar la dramatización para conversar acerca del punto donde
se han detenido.
Dado que se trata de una técnica más argumentativa que otras, el terapeuta debe evitar que el paciente la perciba
como una confrontación, observando cuáles son sus reacciones no verbales durante la dramatización. También debe
asegurarse de que el paciente no se sienta criticado o denigrado por la supremacía que se da a lo racional sobre lo
emocional.
5) Utilización de los demás como punto de referencia: Cuando los pacientes reflexionan sobre las creencias de otras
personas, muchas veces logran establecer una distancia psicológica respecto de sus propias creencias disfuncionales.
Comienzan entonces a percibir una incoherencia entre lo que creen verdadero para ellos y lo que ven más
objetivamente en otras personas.
Se puede ayudar al paciente a modificar una creencia solicitándole que identifique alguna persona que parezca tener la
misma creencia disfuncional. También, puede llevar a cabo una dramatización con el paciente, en la cual el paciente
deba convencer a otra persona con quien comparte una creencia de que esta no es válida.
Por último, muchos pacientes pueden lograr mayor distancia de una creencia utilizando a sus propios hijos como punto
de referencia o imaginando que tienen hijos.
6) Actuar “como si”: Los cambios en las creencias a menudo llevan a cambios equivalentes en el comportamiento. Si
una creencia es bastante débil es posible que el paciente modifique un comportamiento dado rápida y fácilmente. Sin
embargo, muchas veces se requiere de una modificación en las creencias antes de que el paciente esté dispuesto a
cambiar el comportamiento. En muchas ocasiones basta con algún grado de modificación y no se requiere un cambio
total en la creencia. Además, una vez que el paciente comienza a cambiar su comportamiento, la creencia se atenúa,
generándose una positiva espiral ascendente.
7) Usar la expresión de la propia experiencia para modificar las creencias: Cuando el terapeuta expresa abiertamente
su propia experiencia y hace uso de este recurso en forma adecuada y juiciosa, puede ayudar a algunos pacientes a ver
sus problemas de una manera diferente. Estas revelaciones deben ser genuinas y relevantes.
El Formulario de Creencias Centrales (FCC): Una vez identificada la creencia central y cuando ya se ha desarrollado una
nueva, el terapeuta presenta el formulario de creencias centrales (FCC). Es preferible introducir esta herramienta una
vez que el paciente ha comprendido que algunas de sus ideas (pensamientos automáticos) no son adecuadas o están
distorsionadas. Este formulario suele presentarse cuando el paciente, además, ha aprendido el proceso de evaluación y
modificación de los pensamientos automáticos, comprende verdaderamente que puede modificar el pensamiento
disfuncional y ha establecido una fuerte alianza terapéutica con el profesional.
El FCC comprende dos partes: la superior ayuda al paciente a identificar y evaluar el grado de credibilidad conferida a
la “antigua” creencia disfuncional y a la “nueva” creencia, mas adaptativa. A partir del momento en que se presenta el
formulario, terapeuta y paciente completan juntos esta parte al inicio de cada sesión. La parte inferior debe ser
completada por el paciente, durante la sesión o como tarea, a medida que controla el funcionamiento de sus creencias y
revisa las evidencias que parecen avalar la antigua.
Utilizar contrastes extremos para modificar creencias centrales: A veces resulta útil que el paciente se compare con
alguna persona, real o imaginaria, que encarne el extremo negativo de la cualidad relacionada con su creencia central.
Desarrollar metáforas: Los terapeutas pueden ayudar a los pacientes a tomar distancia de sus creencias centrales por
medio de la reflexión acerca de una situación.
Comprobaciones históricas de la creencia central: Los pacientes pueden beneficiarse analizando el origen y la
persistencia a través del tiempo de su creencia central. El terapeuta puede ayudar al paciente a buscar evidencias que
avalaran la creencia central desde una edad temprana y a sacar a la luz evidencias que la refuten.
Ya sea en la sesión o bien como tarea, el paciente debe continuar con este primer paso: registrar recuerdos que
puedan haber contribuido a la formación de la creencia central. El segundo paso consiste en la búsqueda y el registro de
evidencias de cada periodo de su vida que sustenten una creencia nueva y positiva. Una tercera etapa consiste en
formular cada segmento de evidencias negativas. Finalmente, en la cuarta etapa, resume cada periodo.
Reestructuración de recuerdos tempranos: En pacientes en que las técnicas “racionales” o “intelectuales” no bastan
para modificar una creencia central, es adecuado aplicar otra clase de técnicas “emocionales” o experienciales, con las
cuales se despiertan los afectos. Una de ellas consiste en dramatizar un hecho ocurrido para ayudarlo a reinterpretar
una experiencia traumática anterior.
Otra técnica utiliza las imágenes mentales para reestructurar recuerdos tempranos en una situación afectiva. El
terapeuta lleva al paciente a experimentar nuevamente una situación perturbadora del pasado que, aparentemente,
colaboró en la formación o sostenimiento de una creencia central. Conversa con esa parte “más joven” del paciente para
identificar sus pensamientos automáticos, emociones y creencias, ayudándolo a desarrollar una comprensión diferente
de la experiencia. Finalmente, el terapeuta le pide que escriba la vieja creencia que fue activada por este recuerdo y la
nueva creencia y que confiera un puntaje a ambas. El profesional ayuda al paciente a sacar una conclusión más real y
adaptativa.