Está en la página 1de 4

CURSO DE DERECHO

SOCIETARIO

La ley 19.550 con las reformas efectuadas por las


leyes 26.994, 27.290 y 27.444

Edición 2019 actualizada y ampliada

RICARDO AUGUSTO NISSEN

Nissen, Ricardo Augusto


Curso de derecho societario : la ley 19.550 con las reformas efectuadas por las leyes 26.994,
27290 y 27444 : edición 2019 actualizada y ampliada / Ricardo Augusto Nissen. - 1a ed . -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : La Ley, 2019.
Libro digital, Book "app" for Android
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-03-3755-3
1. Derechos Societarios . I. Título.
CDD 348.02
CAPÍTULO I - HISTORIA DEL DERECHO SOCIETARIO. SUS ACTUALES TENDENCIAS

§ 1. GENERALIDADES. EL DERECHO DE LAS SOCIEDADES COMO PARTE INTEGRANTE


DEL DERECHO COMERCIAL

Como acertadamente lo ha destacado la doctrina, el derecho comercial no es el


resultado de una concepción dogmática del derecho privado, esto es, no se erige en rama
de este derecho en razón de su propia naturaleza o método de investigación, sino que es
el fruto de determinadas circunstancias históricas que producen su aparición como rama
separada ante la insuficiencia del derecho común, desbordado por las necesidades del
comercio y por falta de instituciones adecuadas para la regulación de su actividad. En
otras palabras, el derecho comercial nace con un determinado contenido y la evolución
de las circunstancias económicas que le dieron origen produce sucesivos cambios
fundamentales en su materia. Por ello se dice que el derecho comercial constituye una
categoría histórica y no una categoría dogmática.

El derecho de las sociedades, cuyo contenido comprende el estudio del


funcionamiento, tanto interno como externo de este instrumento de concentración de
capitales y en tanto integrante del derecho comercial, ha debido adaptarse
fundamentalmente a las circunstancias y a las modalidades del comercio, esto es, el
ámbito donde se desempeñan las sociedades comerciales, pues sin desconocer la
existencia en nuestro ordenamiento común de la regulación del contrato de sociedad civil
(arts. 1648 y ss.), hoy derogado como consecuencia de la sanción del Código Civil y
Comercial de la Nación (ley 26.994), no puede ignorarse el proceso de comercialización
de la actividad económica considerada tradicionalmente como civil y ajena al derecho
mercantil (actividad minera, agropecuaria, etcétera), lo cual ha llevado, en el año 2014, a
la unificación del derecho privado en nuestro país.

Puede sostenerse en consecuencia que, como derecho de categoría histórica, el derecho


comercial ha debido acompañar —y acotar reiteradamente— el desarrollo y las prácticas
del comerciante, pues es el comercio el que obliga al jurista a legislar y no el legislador
el que impone sus ideas al comerciante, porque cuando esto ocurre, y los ejemplos sobran,
las instituciones creadas por aquel quedan sumidas en el más absoluto fracaso.

Dentro de las prácticas comerciales que el derecho mercantil ha debido acompañar y


acotar se encuentra fundamentalmente la utilización del negocio societario, entendido
este como el instrumento de concentración de capitales por excelencia para el desarrollo
de actividades de envergadura, característica que las sociedades conservan, a pesar de la
inclusión de las sociedades unipersonales en la ahora denominada Ley General de
Sociedades, que no debe entenderse como un cambio en la naturaleza jurídica de las
sociedades, sino como un reconocimiento de un fenómeno que ha sido admitido por la
mayoría de las legislaciones contemporáneas, pero que, de manera alguna ha hecho perder
a la sociedad su propia finalidad y naturaleza jurídica.

§ 2. BREVE HISTORIA DE LA LEGISLACIÓN SOBRE LAS SOCIEDADES, CON ESPECIAL


REFERENCIA A LAS SOCIEDADES COMERCIALES
Si la historia es una nota destacada del derecho mercantil, tal nota resulta evidente con
relación al derecho de las sociedades mercantiles.

En primer lugar, no debe olvidarse que en la antigüedad las normas jurídicas aplicables
a ciertos negocios comerciales no constituyeron un sistema de derecho especial. Ello no
significa que las antiguas civilizaciones hayan desconocido las actividades mercantiles,
sino que tales pueblos, entre los que corresponde incluir a Grecia y a Roma, no sintieron
la necesidad de sistematizar el conjunto de normas específicamente aplicables al
comercio.

Sin olvidar la influencia que han podido tener las comunidades hereditarias o las
comunidades en mano común de origen germánico, así como la institución de las
commenda en el nacimiento de las sociedades colectivas y en comandita, cobra especial
importancia, a los fines de ilustrar sobre la legislación de las sociedades mercantiles y su
tendencia, su regulación en la Ordenanza de Comercio francés de 1673, de enorme
influencia en la Ordenanza de Bilbao de 1737, fuente mediata de nuestro Código de
Comercio, así como la codificación napoleónica, que todavía mantiene su influencia en
el régimen societario contemporáneo vigente.

La ordenanza francesa de 1673 se ocupó de dos formas de ejercer el comercio en forma


colectiva: a) la sociedad general, en la cual los socios, que eran comerciantes, se obligaban
solidariamente al pago de las deudas contraídas en nombre de la sociedad, y b) la sociedad
en comandita, en la cual, junto a los socios que eran comerciantes, aparecen los socios
"comanditarios", que solo se obligan hasta el monto de su participación mediante una
cláusula inserta en el acto fundacional. Si bien a esta fecha existían otras clases de
sociedades, el legislador se ocupó de tipificarlas exclusivamente y obligarlas a inscribirse
en un registro mercantil a los efectos de hacer conocer la identidad de sus integrantes y el
régimen de representación. Junto con las sociedades en comandita inscriptas, existían
otras sociedades que no se registraban, en las cuales, si bien participaban socios
comanditarios, juzgaban ellos contrario a su dignidad ver inscripto su nombre en los
registros de comercio, prefiriendo permanecer ocultos. Tal es el origen de lo que luego se
conocerá como sociedades accidentales o en participación, en las que, frente a los
terceros, solo aparece el gestor como titular y responsable del negocio, como si fuera un
comerciante individual.

Las llamadas "compañías", que coexistían paralelamente con aquellas sociedades


tipificadas por la ordenanza francesa de 1673, tenían otro carácter, pues se creaban por
"carta real" y eran consideradas como instituciones de derecho público. Se requería un
acto de la autoridad pública para crear una persona moral que haga el comercio en su
propio nombre y a alguna de ellas se le conferían ciertas regalías como, por ejemplo, la
de acuñar moneda. Pueden citarse como ejemplo de las primeras compañías, antes del
siglo XVII, los grandes bancos de Génova, Ámsterdam y Londres. En Francia, cuna de la
legislación de las sociedades, la navegación y la colonización fueron los objetivos
principales de dichas compañías (Compañía de las Indias Orientales, creada por Colbert
en 1664; la Compañía General de Seguros y Préstamos a la Gruesa, de 1686, etc.). Pero
debe quedar en claro que los antiguos juristas no se ocuparon de estas compañías por
estimar que eran cuerpos de derecho público y no sociedades privadas.

La diferencia entre las sociedades reguladas en la ordenanza de 1673 y las "compañías"


debe ser destacada, pues mientras en las primeras varias personas ejercían el comercio "a
nombre colectivo", en las segundas la actividad mercantil se llevaba a cabo a nombre de
una persona moral.

También podría gustarte