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Mario López.

El 5% de la población andaluza consume el 65% de los recursos sanitarios. Se


trata de los enfermos crónicos, la mayoría de ellos poli medicados. Pero la
realidad de estos enfermos no es solo el consumo de recursos sanitarios, sino
los cambios sociales que implica la enfermedad crónica.
Y es que vivir con una enfermedad crónica, según los datos oficiales
estaríamos hablando de unos 300.000 andaluces, plantea retos para la
persona y el entorno social. “Aprender a vivir con una enfermedad crónica no
es algo que se consiga en 24 horas, es un proceso a medio-largo plazo donde
hay que entender lo que ocurre, y adoptar un papel activo en la enfermedad
para sentirse más seguro”, según explica la psicóloga Raquel Calero

Según la OMS, las patologías crónicas son en la actualidad responsables del


59% de las muertes en el mundo, “pero el hecho de padecer un trastorno
crónico no lleva consigo siempre una enfermedad grave o suponer un peligro
para la vida de una persona. Pero sí es muy probable que si tienes una
enfermedad crónica te afecte no solo físicamente, sino a nivel social, emocional
y en tu economía”.
Para los especialistas, cada enfermedad crónica (un problema de salud que
interfiere en las actividades cotidianas y se mantiene por un periodo superior a
los seis meses) tiene sus propios síntomas, tratamiento y evolución. Y si
exceptuamos la cronicidad de las mismas, en cada paciente actúa de una
forma determinada.
En sí, la llegada de una enfermedad crónica a nuestras vidas nos puede
provocar “ciertas reacciones de miedo, enfado, sorpresa, angustia, tristeza, que
incluso a veces las negamos porque no somos capaces de aceptarlas”.
Las mismas enfermedades crónicas no actúan igual en todos los pacientes, el
taller de afrontamiento de la enfermedad crónica, en el que también ha
participado el psicólogo Damián Uroz, tiene como objetivos promocionar la
importancia de abordar las enfermedades en general, y las crónicas o
avanzadas en particular desde la perspectiva bio-psico-social; Dotar a los
asistentes de herramientas sencillas pero eficaces que les permitan afrontar su
situación de una manera más efectiva; Informar acerca de los signos
esperables que presentan los pacientes y familiares en situación de
enfermedad crónica y avanzada; Eliminar, en la medida de lo posible, el
estigma de lo psicopatológico para normalizar y naturalizar estos signos; Y
favorecer el abordaje de estos signos y poder diferenciar el síndrome de
desmoralización de otras reacciones observables en situación de enfermedad
crónica y avanzada.
• Intervención psicológica

• No censure sus emociones. Todas son válidas y normales en una situación
anormal.
• Comparta sus miedos y preocupaciones, así como sus síntomas físicos y
psicológicos con su persona de confianza.
• Céntrese en el día a día.
• Confíe en la forma de resolver los problemas que en el pasado le haya
resultado útil.
• Puede vivir altibajos a lo largo del proceso, tómese su tiempo para adaptarse.
• Utilice cualquier método que le reporte bienestar: relajación, respiración,
enfoques espirituales<.
• Acepte el apoyo que le proporcione su entorno y confíe en los profesionales
sanitarios. Déjese ayudar.
• Mantenga una dieta sana, variada y equilibrada y practique ejercicio adaptado
a sus necesidades.
• Consulte con su médico cualquier duda sobre su enfermedad y sobre su
tratamiento.
Este grupo también ha elaborado una serie de pautas para ayudar a los
familiares a afrontar la enfermedad crónica y avanzada:
• Tolere el llanto, la tristeza y cualquier emoción. Sirven de desahogo y son
adaptativas para elaborar el proceso de enfermedad.
• Escuche sin juzgar, sin opinar. Es una buena forma de mostrar el apoyo y
hacer saber que está ahí.
• Las decisiones sobre su vida, tratamiento y todo aquello que atañe a su
enfermedad, competen al/la paciente y hay que aceptarlas y respetarlas.
aunque no estemos de acuerdo. No obstante, puede manifestar su opinión sin
intentar imponerla.
• Aceptemos nuestros miedos y limitaciones ante el/la paciente con normalidad.
• Trate al/la enfermo/a como solía hacerlo, en la medida en que su ánimo y
estado físico se lo permitan. Incluya temas variados de conversación y planes
de ocio adaptados a sus nuevas condiciones sin ejercer presión innecesaria
para que la persona no se sienta forzada.
• Intente que haya coherencia entre lo que dice y lo que expresa de forma no
verbal con la mirada, suspiros, tono de voz< Si las palabras fallan, el contacto
físico puede ser un aliado para mostrar afecto y calidez.
• El trato y cuidado al/la paciente no justifica ni debe fomentar una tiranía por
parte de éste/a con conductas negativas o reducción de responsabilidades.
• Hay que centrarse en la resolución de este problema presente. De nada sirve
culpabilizarse por errores del pasado.
• NO A LA CONSPIRACIÓN DE SILENCIO. No le oculte resultados ni nada
relacionado con su enfermedad. No decida por él/ella, ni «lo que mejor le
conviene<pero sin él/ella». Eso fomentaría desconfianza, incomprensión y una
tensión innecesaria para mantener el secretismo.
• Respete que el/la paciente no quiera hablar. El silencio compartido transmite
respeto a su dolor.
• No emita juicios de valor negativos y evite frases hechas como: «hay que ser
fuerte», «esto no es nada», o «hay gente peor»< que provoquen incomodidad
y malestar.
• Cada paciente y enfermedad es único. No compare el caso de su familiar con
el de otras personas.

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