Está en la página 1de 13

UNIDAD 8: PERSONAS JURÍDICAS

Plantean un problema en el DIP cuando pretenden actuar fuera de su territorio. Sin embargo, se
observa una tendencia en el crecimiento del comercio internacional, que se realiza mediante grandes
empresas comerciales.

La cuestión de la actuación extraterritorial es si constituida en un Estado puede realizar actividades


en otro distinto, y en su caso, bajo qué condiciones y en qué grado, o si necesita volver a constituirse
o ser reconocida en el Estado extranjero.

Como señala Vico, el problema se encuentra influido por dos teorías extremas que tratan de explicar
la naturaleza de los entes colectivos: la teoría de la ficción, que es restrictiva y la teoría de la realidad,
que es liberal.

Las teorías de la ficción afirman que las personas jurídicas son una creación del legislador, por lo que
su posibilidad de actuación extraterritorial es prácticamente imposible, a menos que el legislador de
otro país también las reconozca.

En DIP la cuestión excede a la discusión de la naturaleza jurídica de las personas jurídicas, ya que va
“indisolublemente unido a la jerarquía de dos intereses, ambos dignos de amparo jurídico, y que en
este campo se contraponen: el favorecimiento del comercio internacional por un lado, y la
protección de los intereses económicos políticos de los Estados, frente al gran poder de toda índole
que puede concentrar la persona jurídica extranjera.

El DIP siempre tiene en cuenta los intereses políticos de los Estados, y responde a la plena
extraterritorialidad de las personas jurídicas con normas protectorias del interés nacional, frente al
gigantesco poder que pueden tener las grandes corporaciones extranjeras. El territorialismo indica
que toda persona jurídica debería ser reconocida y cumplir con las reglas del nuevo país, sin
distinguir entre tipo de actos.

Una posición intermedia es lo que Kaller de Orchansky denomina extraterritorialidad parcial. Es el


sistema seguido por nuestro país en materia de sociedades comerciales.

Consiste en distinguir entre el tipo de actos que desea realizar la persona jurídica:

a) Si hace a la realización del objeto social, puede ser catalogado como de capacidad específica,
en ese caso, debe someterse a la ley del lugar donde quiera practicarlos.
b) Si no hace a la realización del objeto, la capacidad es genérica, amplia, de pleno derecho,
siendo suficiente que esté de acuerdo en cuanto a su capacidad, forma y existencia de
acuerdo con el punto de conexión que se elija.

Para Kaller de Orchansky la capacidad específica puede analizarse recurriendo a dos criterios

Cualitativo –> solo toma en cuenta la realización de un acto de cumplimiento de objeto, sin
considerar su calidad. Basta la intención de realizar un solo acto para tener que someterse a la ley
extranjera.

Cuantitativo cualitativo –> parte de la misma base que el anterior, pero agrega el requisito de
habitualidad. Solo debe someterse a la persona jurídica extranjera al derecho nacional cuando
además de realizar en otro país actos de cumplimiento de objeto, lo hace con habitualidad o
frecuencia. Un solo acto no sería suficiente.

Es la solución que se ha seguido en la ley 19550: se halla habilitada la sociedad constituida en el


extranjero para realizar actos aislados y estar a juicio. Para el ejercicio habitual de actos
comprendidos en su objeto social, establecer sucursal, asiento o cualquier tipo de representación
permanente, debe: 1) acreditar la existencia de la sociedad con arreglo a las leyes de su país, 2) fija
un domicilio en la República, cumpliendo con la publicación e inscripción exigidas por esta ley para
las sociedades que se constituyan en la República, 3) justificar la decisión de crear dicha
representación y designar la persona a cuyo cargo ella estará.

Estados extranjeros

En DIP, lo 1ro que hay que analizar es la situación de los Estados extranjeros. Al respecto hay tres
teorías:

a) Territorialidad absoluta –> las personas públicas solo existen en su propio territorio, pues
sería muy peligroso para el Estado nacional permitir la actuación de un Estado extranjero en
el propio territorio.
b) Teoría de la existencia internacional –> las personas jurídicas públicas pueden actuar en el
extranjero con las únicas limitaciones del orden público. Es la teoría de Vico y la que es
aceptada por la mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia.
c) Teoría ecléctica –> debe distinguirse entre la capacidad pública y la privada. Solo la primera,
que surge de la convivencia internacional, es la que puede reconocerse.

El Estado extranjero primero existe respecto de su territorio y de sus ciudadanos, pero luego necesita
tener reconocimiento (aceptación del Estado en su doble carácter, como persona de derecho público
y como persona de derecho privado) por los demás Estados.

Debe existir un acto por parte del Estado argentino que es el reconocimiento del nuevo Estado,
facultad que ejerce el Poder Ejecutivo de la Nación, como encargado de las relaciones exteriores de
la Nación; en otras ocasiones, el Estado sigue existiendo pero lo que cambia es el gobierno, que
también necesita ser reconocido.

Ej.: “el caso de los navíos chilenos”, en 1890 estalló una revolución en Chile, quedando al sur el país
en poder del presidente Balmaceda, y el norte bajo el dominio del partido opositor. Sucede que
antes de esa división el gobierno legítimo había encargado la construcción de unos navíos de guerra a
un astillero francés.

Tratados de Montevideo

1889: El Estado en el carácter de persona jurídica tiene capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones en el territorio de otro Estado, de conformidad a las leyes de éste último.

1940: Los Estados y las demás personas jurídicas de derecho público extranjeras, podrán ejercer su
capacidad en el territorio de otro Estado, de conformidad con las leyes de éste último.

Éste último es más claro porque en su mención incluye a las provincias y municipios extranjeros.

Organizaciones internacionales

Naciones Unidas, OEA, Unasur y demás entes que han surgido de procesos supranacionales o de
integración deben equipararse a los Estados nacionales en cuanto a su actuación internacional. Son
sujetos de derecho internacional público, por lo que su personalidad está sujeta a sus principios. Son
sujetos de derecho en la medida en que obtienen su reconocimiento por los demás Estados.

La Iglesia Católica y los demás cultos

El art. 33 la caracteriza como una persona pública (Iglesia Católica Apostólica Romana), es decir, goza
de personalidad jurídica en el territorio argentino y se extiende a sus parroquias y diócesis.
Los demás cultos religiosos no son personas públicas por lo que debe aplicárseles el régimen de las
asociaciones civiles en cuanto al DIP.

3. Personas jurídicas privadas. Sociedades. Fundaciones y asociaciones civiles extranjeras

Respecto de las fundaciones y asociaciones civiles extranjeras –> deberán cumplir con los requisitos
del art. 33, inc. 1°: “tengan por principal objeto el bien común, posean patrimonio propio, sean
capaces por sus estatutos de adquirir bienes, no subsistan exclusivamente de asignaciones del
Estado, y obtengan autorización para funcionar”.

Los preceptos legales deben entenderse en el sentido de que obtenida la autorización


correspondiente en el Estado de donde proceden, las asociaciones y fundaciones gozan de
extraterritorialidad y no necesitan de un nuevo reconocimiento en Argentina. Por el contrario, si las
asociaciones y fundaciones no necesitan autorización en el lugar de su constitución, serán asimiladas
a las sociedades civiles y comerciales o entidades que conforme a la ley tengan capacidad para
adquirir bienes, aunque no requieran autorización para funcionar, o a las simples asociaciones civiles
o religiosas del art. 46.

Nada dice el derecho argentino respecto a las asociaciones civiles, por lo que la doctrina propone que
se aplique supletoriamente el régimen de las sociedades comerciales.

El nuevo código civil establece que las fundaciones son personas jurídicas privadas. La fundación se
rige en cuanto a las condiciones de existencia por la ley del país donde se ha constituido, sin interesar
cuál es la nacionalidad de sus fundadores.

Sólo menciona a las fundaciones extranjeras en dos artículos: 1° al decir que no se aplica el requisito
de que, antes de su disolución, el remanente de los bienes debe destinarse a una entidad de carácter
público o a una persona jurídica de carácter privado cuyo objeto sea de utilidad pública o de bien
común, que no tenga fin de lucro y que esté domiciliada en la República. Es lógico que así sea,
porque la fundación extranjera está regida por su propia ley estatuaria.

2° tiene derecho a recurrir en sede judicial las decisiones administrativas en caso de que se deniegue
la aprobación requerida por ella o, habiendo sido concedida, sea luego revocada.

La fundación extranjera no necesita un nuevo acto de reconocimiento si ha cumplido las


formalidades de registro del país donde se encuentra su sede estatuaria, será reconocida de pleno
derecho en los otros países contratantes.

Hay que distinguir los tipos de actos que la fundación extranjera desee realizar en el país:

a) Actos aislados –> no necesita autorización de la autoridad de contralor.


b) Actos habituales o abrir una sucursal en el país –> deberá cumplir con los requisitos del art.
118 de la ley de sociedades, pero seguirá rigiéndose por la ley del lugar de su constitución,
aunque deberá registrar sus estatutos y someterse a la autoridad de control argentina.
c) Si pretende desarrollar su principal objeto en la República o tener sede aquí –> debe solicitar
la aprobación y regirse por las leyes argentinas.

Capacidad de las personas jurídicas privadas

El DIP argentino guarda silencio sobre la ley aplicable. Para Goldschmidt debe aplicarse por analogía
el régimen de las personas físicas: la ley de su domicilio, es la que decide sobre los requisitos de su
constitución y existencia.
Pero ¿cuál es el domicilio? La calificación debe hacerse con el derecho argentino, debe entenderse:
“aquel lugar desde donde partan las órdenes, que es donde se concentra la verdadera dirección” o
“lugar donde se gobierna la persona jurídica”.

Capacidad de las personas jurídicas en los Tratados de Montevideo

El cambio es que en un tratado decía “país en el cual han sido reconocidas como tales” y en el otro
“leyes de su domicilio”, con lo que adhiere a la teoría organicista.

Las simples asociaciones extranjeras

No requieren autorización para funcionar, solo podrán reconocérselas en el país como simples
asociaciones de acuerdo con el art. 46. Nada impide que obtengan autorización para funcionar del
Estado argentino, conforme a la ley argentina. En este caso, se aplicaría en forma acumulativa la ley
personal y la ley local.

Nuevo Código Civil

Ley aplicable: las personas jurídicas públicas se rigen en cuanto a su reconocimiento, capacidad,
funcionamiento, organización y fin de su existencia, por las leyes y ordenamientos de su constitución.

Leyes aplicables: las personas jurídicas privadas que se constituyen en Argentina se rigen;

a) Por las normas imperativas de la ley especial, o en su defecto, de este Código


b) Por las normas del acto constitutivo con sus modificaciones y de los reglamentos,
prevaleciendo el primero en caso de divergencia
c) Por las normas supletorias de leyes especiales, o en su defecto, por las de este título.
Las personas jurídicas privadas que se constituyen en el extranjero, se rigen por lo dispuesto en la
Ley de Sociedades Comerciales.

Sociedades Comerciales

Son personas jurídicas privadas, según la ley de sociedades: “la sociedad es un sujeto de derecho con
el alcance fijado en esta ley”. Representan el vínculo más importante por el que se canaliza la gran
mayoría del comercio e intercambio internacional.

El principio: existe igualdad jurídica de las sociedades extranjeras y las constituidas en el país que
existieren en iguales condiciones que las nacionales. Esto no es más que una derivación del principio
de hospitalidad.

La legislación debe admitir, y admite, que las sociedades constituidas en el exterior, rigiéndose de
acuerdo al derecho de su país de origen, puedan actuar en el país, con recaudos en ciertos casos, sin
ellos en otros.

El carácter civil o comercial de una sociedad está sustraído de la autonomía de la voluntad de las
partes. Una sociedad será civil o comercial de acuerdo con la ley de su lugar de constitución (lex
causae). “La sociedad constituida en el extranjero se rige en cuanto a su existencia y forma por las
leyes de su lugar de constitución”.

Se aplica la ley del lugar de constitución:

a) Si la sociedad realiza en el país actos aislados


b) Si la sociedad comparece en juicio
c) Si la sociedad realiza actos habituales en nuestro país, establece sucursal, asiento o cualquier
otra especie de representación permanente
d) Constituye sociedad en la República
El régimen de actuación extraterritorial está regulado por normas de DIP, normas materiales y de
policía o de aplicación inmediata. Su estudio debe comprender:

a) La determinación de la ley aplicable (lex societatis), donde está el controvertido tema de si


tienen nacionalidad o no, o si se rigen por el domicilio, y en su caso por cuál.
b) Qué comprende la lex societatis. El ámbito que abarca, lo que obliga el estudio de conceptos
de existencia, capacidad, constitución, lugar de constitución, funcionamiento, derechos y
deberes de los socios, actos aislados y actos habituales, representación, apertura de filiales y
sucursales, joint ventures, disolución y liquidación

Determinación de la ley aplicable a las sociedades mercantiles

Se han propuesto varios sistemas

La nacionalidad

El problema es que la nacionalidad es un atributo de las personas físicas, porque alude a los vínculos
políticos entre una persona y un Estado, basados principalmente en el origen, lealtad, idioma,
costumbres que se pueden tener con el lugar donde nació o vive una persona de carne y hueso.

Sin embargo, algunos países atribuyen nacionalidad a las sociedades no solo para señalar la ley
aplicable o las formalidades de su constitución sino también para el goce de derecho o la protección,
diplomática de inversiones en tiempos de paz o la confiscación en tiempos de guerra.

Los criterios para atribuir nacionalidad a una persona jurídica han sido varios:

a) Contractual –> la autonomía de la voluntad es la base de esta concepción y otorga


preeminencia al lugar que las partes eligen para constituir la sociedad. Tiene la ventaja de
que favorece las inversiones pero se presta a abusos cuando la sociedad se forma en lugares
poco exigentes con los requisitos societarios.
Otra variante sostiene que la nacionalidad se debe al lugar de incorporación o registración.

Otra modalidad sostiene que la nacionalidad debe encontrarse en el lugar donde se localiza la sede
social estatuaria.

Este último criterio fue aplicado por la Corte Internacional de Justicia en el famoso caso “Barcelona
Traction”, entre Bélgica y España. Se decidió que una sociedad constituida en Canadá con el 88 % de
sus acciones en manos de ciudadanos belgas, es una sociedad canadiense a los efectos de la
protección diplomática.

b) Nacionalidad de los socios y del directorio –> si la sociedad es de personas, la nacionalidad


de los socios es la que determina el país a que pertenece. Si la sociedad es de capital, la
nacionalidad se establece teniendo en cuenta la nacionalidad de los socios poseedores de la
mayoría del capital.
c) Sede social real –> lo que interesa es el lugar donde se encuentra la sede social. Admite dos
variantes: una es la nacionalidad del país donde se encuentra la explotación o asiento
principal de los negocios; otra es el lugar donde la sociedad tiene su dirección, donde se
toman las decisiones fundamentales de la compañía. Esta sede debe ser real y sincera, no
fraudulenta.

Es el criterio seguido por el derecho argentino (como ya se dijo anteriormente). Debe entenderse
que la calificación de lo que se entiende por domicilio societario debe hacerse con el derecho
argentino: “aquel lugar desde donde partan las órdenes, que es donde se concentra la verdadera
dirección” o “lugar donde se gobierna la persona jurídica”.
Para la doctrina francesa el lugar de sede social debe ser real, definido como el lugar donde se ejerce
la dirección superior y el control de la sociedad, concretamente el sitio donde se reúnen los órganos
directivos, y en particular el consejo de administración.

La doctrina de Irigoyen

En Argentina una sociedad es nacional o extranjera, sin tomar en cuenta a los socios sino al domicilio
o al lugar de constitución. En esta conceptualización es de suma importancia lo que se conoce como
la “doctrina de Irigoyen”, que se originó en 1876, en el conflicto suscitado entre el Banco de Santa Fe
y el Banco de Londres y Río de la Plata.

Irigoyen dijo que “solamente cuando hay denegación de justicia, cuando las vías abiertas por la ley
están cerradas o notoriamente obstruidas por los agentes encargados de aplicarlas, recién entonces
un asunto que afecte los intereses de extranjeros puede ser traído a la discusión diplomática”. Las
personas jurídicas deben su existencia exclusivamente a la ley del país que las autoriza y, por
consiguiente, no hay en ellas nacionales ni extranjeros. La sociedad anónima es una persona moral,
enteramente distinta de los individuos que contribuyeron a formarla y, aunque sea formada
exclusivamente por ciudadanos extranjeros, no tiene derecho a protección diplomática, porque no
son las personas las que se ligan.

Opiniones favorables a la nacionalidad de las sociedades

La doctrina argentina es en general reacia a admitir que las sociedades pueden tener nacionalidad.
Pese a ello algunos autores han propugnado que se reconozca la nacionalidad de las personas
jurídicas conservando al domicilio como punto de conexión.

La nacionalidad de las personas jurídicas en el derecho nacional se admitió para los casos de
propiedad enemiga.

Ejemplo: la ley 25.750 de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales. La ley adhiere a la teoría
de control. No interesa para conceptualizar como nacional o extranjera al lugar de constitución sino a
quién controla a la sociedad. Si la persona se constituye en el extranjero, pero está controlado por
personas físicas de nacionalidad argentina, la empresa es nacional. Si se constituye en Argentina, o
en el exterior, pero está controlada directa o indirectamente por personas de nacionalidad
extranjera, la sociedad es extranjera.

El derecho argentino

La ley de sociedades somete la existencia y forma de las sociedades constituidas en el extranjero al


derecho del “lugar de constitución”.

Para Kaller de Orchansky el lugar de constitución no se refiere al lugar donde se celebra el acto
originario de la entidad, sino el país donde la entidad ha cumplido con las formalidades prescriptas
por las leyes allí vigentes, para obtener de los poderes públicos el reconocimiento de su personalidad
jurídica, o la ha obtenido de manera automática, como consecuencia del acto jurídico privado
originario.

La forma puede ser entendida de dos maneras: 1) la caracterización del tipo societario; 2) considerar
que “forma” alude a las solemnidades que deben observarse para la constitución de la sociedad. Es
una aplicación de la regla locus regit actum.

Para determinar la ley aplicable a la capacidad, es de aplicar el art. 124 de la LS: si la sociedad
constituida en el extranjero pretende realizar actos habituales en el país, su capacidad debe ser
regida por el derecho argentino, porque el art. 124 de la ley es una norma de policía. Si lo que
pretende hacer son actos aislados, la capacidad es la que le otorga su lugar de constitución. En ese
caso, la norma indirecta de DIP recobra todo su sentido.

La ley del lugar de constitución es también la que regula las relaciones de los socios entre sí, con la
sociedad y la de ésta con terceros; regula además si existen sucursales, las relaciones de la sociedad
matriz con sus representantes, como así también por ser la ley reguladora de la personalidad jurídica
la que decide cuáles actos puede realizar la sociedad por ser la ley que regula el objeto social.

Actos aislados

Dice el art. 118 que la sociedad constituida en el extranjero se halla habilitada para realizar en el país
actos aislados y estar en juicio.

Se trata de un criterio intermedio entre la territorialidad y la extraterritorialidad absoluta. Solo es


necesario que la sociedad acredite, mediante su representante, que está debidamente constituida en
el extranjero.

Cuando no exista certeza respecto a si el acto es verdaderamente aislado, deberá exigirse la


inscripción de la sociedad constituida en el extranjero, ya que implica aportar información que hace a
la transparencia en su actuación y permite un adecuado control societario.

Debido a que muchas sociedades extranjeras se constituían para realizar actos aislados y defraudar al
Fisco argentino o lavar dinero, la IGJ dictó una resolución con el fin de “verificar que la calificación de
actos aislados o similar atribuida a determinadas operaciones por sociedades constituidas en el
extranjero, se ajuste a la realidad”.

El motivo determinante fue que el momen iuris de esa actuación y las consecuencias legales que le
correspondan, no pueden quedar exclusivamente librados a manifestaciones de las partes en el acto
de que se trate, toda vez que, en caso de que esa calificación no fuera veraz, ello importaría la
frustración e ineficacia práctica del régimen legal instituido y la consagración de un tratamiento
desigual con respecto a los negociantes locales, en orden a la publicidad de su actuación, disparidad
que el legislador ha procurado prevenir con disposiciones como las de los artículos 118, párrafo 3° y
124 de la ley 19.550 el abuso de sociedades que realizan actos aislados”.

Actos habituales

La ley 19.550 no define el acto habitual, lo que queda para la doctrina y la jurisprudencia. Ésta última
ha dicho que la compra de un inmueble por parte de una sociedad extranjera y su posterior locación
exceden el concepto de acto aislado, dado que la ejecución de dichas operaciones inmobiliarias
implica el mantenimiento de una serie de relaciones jurídicas en Argentina.

La doctrina societaria señala que la calidad de aislado o no de un acto se trata de una cuestión a
determinar en cada caso concreto, sin que puedan establecerse reglas rígidas ni sistemas
dogmáticos.

Es útil transcribir los requisitos que exige la resolución de la IGJ para determinar si la sociedad
constituida en el extranjero deben encuadrarse en el art. 118, párrafo 3°, o el art. 124 de la ley
19.550. Lo importante son estas pautas que se tendrán en cuenta para considerar que el acto no es
aislado, y por lo tanto debe ser considerado como habitual:

a) Reiteración de actos
b) Significación económica
c) Domicilio de la sociedad sito en países de baja o nula tributación
d) Modo de haberse ejercido la representación de la sociedad partícipe.
Apertura de sede u objeto principal en la República

Si la sociedad extranjera desea realizar el ejercicio habitual de actos comprendidos en su objeto


social, establecer sucursal asiento o cualquier otra especie de representación permanente, debe:

1) Acreditar la existencia de la sociedad con arreglo a las leyes de su país


2) Fijar un domicilio en Argentina, cumpliendo con la publicación e inscripción exigidas por esta
ley para las sociedades que se constituyan en el país
3) Justificar la decisión de crear dicha representación y designar la persona a cuyo cargo ella
estará.
Si se tratare de una sucursal se determinará además el capital que se le asigne cuando corresponda
por leyes especiales.

En todos esos casos la sociedad desarrolla “actos habituales” en la Argentina, pero no desarrolla su
objeto principal ni tiene su sede en la República. Por eso sigue siendo una sociedad extranjera y no
debe someterse a un nuevo reconocimiento, aunque sí debe llevar contabilidad separada y
someterse al contralor que corresponda según el tipo de sociedad de que se trate.

La sucursal implica la actuación de la sociedad internacional de forma directa en el país. Es la misma


sociedad constituida en el extranjero. El simple representante también actúa en nombre de la
sociedad extranjera, pero a diferencia de la sucursal, carece de organización propia.

La filial supone una sociedad matriz en el extranjero. Es una sociedad distinta, por lo que debe
constituirse en sociedad con arreglo a las leyes del país, generalmente, depende totalmente de la
sociedad matriz, a tal punto que su principal accionista suele ser la sociedad matriz o una sociedad
controlada por ella.

La capacidad de la sociedad extranjera para ser socia de una sociedad local se juzga de acuerdo con
la lex societatis. La capacidad de la sociedad extranjera para ser socia se rige entonces por la ley de
su lugar de constitución.

Son normas que hacen al orden público interno, el art. 30 de la LS no se aplica porque no se trata de
una sociedad que se constituyó y funciona fuera de la jurisdicción argentina: ningún vínculo tiene la
autoridad de contralor con la supervisión del acto constitutivo o del funcionamiento de órganos
sociales.

El art. 31 de la LS tiene a proteger derechos de socios y accionistas de la sociedad partícipe. Es


inaplicable cuando ésta es extranjera porque por los derechos de los socios vela el respectivo
ordenamiento nacional.

La capacidad de participar (o la de ser participada) y sus límites se rigen por sus respectivas lex
societatis, es decir, por el Derecho que rige la capacidad de ambas sociedades – sea el país de
constitución o el de la sede – según las fuentes.

Es decir que los derechos se acumulan, debiendo respetarse cualquiera prohibición que contenga
alguno de ellos.

Algunos ejemplos en los cuales la ley nacional fija algunas limitaciones a la capacidad de la sociedad
constituida en el extranjero son:

El Código Aeronáutico en el art. 99 dice que para el transporte interno aéreo, el domicilio de la
empresa debe estar en la República; el control y la dirección de la empresa deben estar en manos de
personas con domicilio real en la República. SI se trata de una sociedad de personas, la mitad más
uno por lo menos de los socios deben ser argentinos con domicilio en la República y poseer la
mayoría del capital social, y si se trata de una sociedad de capitales, la mayoría de las acciones, a la
cual corresponda la mayoría de votos computables, deberán ser nominales y pertenecer en
propiedad a argentinos con domicilio real en la República.

Objeto principal o sede en la República

El artículo 124 de la LS es una norma de policía del DIP argentino, en virtud de la cual se defiende la
aplicación del derecho argentino con todo rigor y exclusividad cuando una sociedad constituida en el
extranjero tiene la sede o el principal objeto social localizado en la República.

A diferencia de las hipótesis del art. 118, LS, en estos casos hay que constituir una nueva sociedad de
acuerdo con las normas argentinas.

La norma del artículo 124, LS, solo enfoca dos conexiones en Argentina: la sede o el objeto principal.

El derecho nacional no contiene una definición autárquica de lo que es la “sede”, debe entenderse
que es el lugar donde tienen el asiento principal de sus negocios y no el domicilio estatuario. Es la
única manera de evitar el fraude al derecho argentino.

Respecto de la sede también hay que distinguir:

a) Empresas binacionales –> siempre que cumplan los requisitos legales, pueden ser
consideradas de más de un país o de un mercado.
b) Empresas multinacionales –> se asientan en varios ordenamientos jurídicos. Hay una
sociedad matriz que se rige por la ley del lugar de constitución o sede y cada subsidiaria o
filial, respectivamente, por la ley del lugar en que se constituyó, tiene su sede o cumple su
objeto.
c) Sociedad trasnacional –> es esencialmente un ente dinámico en continua evolución y
cambio. No es una persona jurídica aislada, autónoma y autosuficiente. Está condicionada y
vinculada con las condiciones generales del contexto económico en el que actúa.
La determinación de lo que debe entenderse por “objeto principal” no ofrece dudas cuando la
sociedad extranjera tiene un solo establecimiento o solo opera en el país. Los problemas surgen
cuando hay explotación multinacional sucesiva, o explotación multinacional simultánea, o cuando
hay un objeto principal y otro accesorio. Para la doctrina, en esos casos, debe primar una
interpretación restrictiva. Solo cuando hay un objeto principal que se cumple en Argentina, se aplica
el art. 124; si el objeto es accesorio, o hay objetos simultáneos o sucesivos, la única manera de dar
sentido a la expresión “principal” es aplicar a esos casos el art. 118, porque se trataría de sucursales.

Responsabilidad de los administradores societarios

La ley del domicilio de la sociedad también regula la responsabilidad de los administradores de


sociedades extranjeras. Según el art. 121: “el representante de sociedad constituida en el extranjero
contrae las mismas responsabilidades que para los administradores prevé esta ley y, en los supuestos
de sociedades de tipos no reglamentados, las de los directores de sociedades anónimas”.

El principio es que el representante no puede realizar más actos que los que la lex societatis le
permite.

Boggiano señala que si una sociedad constituida en el extranjero celebra un acto jurídico aislado en
el país mediante un órgano cuyos poderes están restringidos según la lex societatis, la sociedad
foránea resulta vinculada si la ley argentina no impone la restricción de la ley personal extranjera y si,
además, el tercero que contrató en el país desconocía inculpablemente la restricción de la lex
societatis.

Se trata de una aplicación especial del principio que somete la representación especial al derecho del
lugar en que el representante declara su consentimiento en nombre del representado. Ello, en lo que
atañe a la relación externa de la representación. En cuanto a la relación interna (representante-
sociedad) rige plenamente la lex societatis. Se trata de una aplicación del favor negotiorum patriae
que beneficia la validez del acto por la ley argentina, ya que el tercero entendió de buena fe que se
vinculaba a la sociedad extranjera.

En cuanto al emplazamiento en juicio:

a) Originándose en un acto aislado, en la persona del apoderado que intervino en el acto o


contrato que motive el litigio
b) Si existiere sucursal, asiento o cualquier otra especie de representación, en la persona del
representante.
La hipótesis es de la sociedad que realiza actos aislados o habituales. Se busca favorecer la
posibilidad de notificar en el país a la sociedad extranjera en la persona de quien contrató en
representación de la sociedad extranjera, evitándole tener que hacerlo en el extranjero. También se
puede notificar en la sede de la sucursal, asiento o cualquier otra especie de representación, para
despejar cualquier duda respecto a la facilitación de la notificación en el país.

Es nula la notificación a una sociedad constituida en el extranjero si fue notificada de las actuaciones
en su contra en el domicilio que constituyó en los términos del art. 123 de la ley de sociedades
comerciales, pues la obligación contenida en dicho artículo de inscribir la documentación relativa a
los representantes legales no implica, en forma alguna, el establecimiento de una representación
permanente, ni designación de representante a su cargo en los términos del art. 122, inc. B), de dicha
norma.

Si la sociedad extranjera tiene su objeto principal o sede en la República, la notificación se hace en la


persona del representante legal.

Tipo desconocido

La ley de sociedades argentina solo admite un determinado tipo de sociedades. Las partes no pueden
crear otros tipos que no sean los que prevé la ley. Si en el extranjero la sociedad se constituye con un
tipo desconocido se aplica el art. 119, siempre que se den además los requisitos del art. 124: “el
artículo 118 se aplicará a la sociedad constituida en otro Estado bajo un tipo desconocido por las
leyes de la República. Corresponde al juez de la inscripción determinar las formalidades a cumplirse
en cada caso, con sujeción al criterio del máximo rigor previsto en la presente ley”.

El criterio de máximo rigor en Argentina es la sociedad anónima. Luego de haberse constituido como
sociedad anónima deberá constituir domicilio en la República y cumplir con las exigencias de
inscripción, publicidad, contabilidad separada y sometimiento a la autoridad de contralor.

Cambio de sede. Fusión y escisión. Disolución

Si no se trata de un cambio fraudulento, para evadir la ley imperativa, la sociedad puede realizarlo
libremente según lo permita el derecho del país del nuevo domicilio, aunque no hay disposiciones en
la ley de sociedades. Mientras no se cumpla con las disposiciones exigidas por el nuevo domicilio,
solo podrá realizar actos aislados o estar en juicio.

Si la sociedad se traslada desde un país partidario de la sede social a otro seguidor del lugar de
incorporación, puede no ser reconocida por la disociación entre la sede real y la social. En ese caso la
sociedad puede optar por cambiar de sede hacia un país que privilegia el lugar de constitución sin
tener en cuenta la sede.

Tampoco está prevista en la LS la regulación de la fusión internacional de sociedad.


La única previsión normativa está en la ley 24.409 que aprueba la Convención Internacional de La
Haya para el reconocimiento de sociedades, asociaciones y fundaciones.

La fusión implica tomar en cuenta dos derechos distintos de las sociedades fusionadas. Por eso hay
una conexión acumulativa, ya que la fusión, para tener éxito debe ser válida en los dos países.

La disolución está regida por la lex societatis.

Sociedades que no cumplen con los requisitos

Si la sociedad constituida en el extranjero no cumple, se la debe considerar como una sociedad


irregular con todas las consecuencias el régimen argentino para ese tipo de sociedades.

Para la doctrina especializada se producen los siguientes efectos:

a) Cualquiera de los socios se encuentra legalmente facultado para exigir la disolución de la


sociedad, así como también su liquidación
b) Su liquidación se rige por las normas de su contrato o estatuto, en la medida que ellas no
fueran contrarias a la legislación societaria nacional.
c) Los socios podrán regularizar la sociedad, por vía de acción o de excepción, pero este
procedimiento no se ajustará a lo dispuesto por esta norma, sino que se le aplicará lo
normado por los arts. 239 y siguientes de la resolución general de la IGJ 7/05.
d) Todos los socios y quienes contrataron a nombre de la sociedad asumirán la responsabilidad
solidaria e ilimitada por las obligaciones que contrajera en el país la sociedad constituida en
el extranjero.
e) La sociedad ni los socios podrán invocar respecto de cualquier tercero ni entre sí, derechos o
defensas nacidas del contrato social
f) En las relaciones con terceros, cualquiera de los socios representa a la sociedad
g) La existencia de la sociedad puede acreditarse por cualquier medio de prueba
h) Las relaciones entre acreedores sociales y los acreedores particulares de los socios, inclusive
en caso de quiebra, se juzgarán como si se tratara de una sociedad regular, excepto respecto
de los bienes cuyo dominio requiere registración.

Sociedades binacionales

La ley 23.935 aprobó el Tratado para el Establecimiento del Estatuto de Empresas Binacionales
Argentino-Brasileñas. Requisitos:

a) Que, por lo menos, el 80 % del capital social y de los votos pertenezca a inversores
nacionales de Argentina y Brasil, asegurándoles el control real y efectivo
b) Que la participación del conjunto de los inversores nacionales de cada uno de los dos países
sea de, por los menos, el 30 % del capital social de la empresa
c) Que el conjunto de los inversores nacionales de cada uno de los dos países tenga derecho a
elegir por lo menos un miembro de cada uno de los órganos de la administración y un
miembro del órgano de fiscalización interna de la empresa.
Se trata de un estatuto especial solo aplicable para este tipo de sociedades.

Derecho aplicable:

1) Las empresas binacionales tendrán sede, necesariamente, en Argentina o en Brasil y


revestirán una de las formas jurídicas admitidas por la legislación del país elegido para la
sede social, debiendo agregar a su denominación o razón social las palabras “Empresa
Binacional Argentino-Brasileña” o las iniciales “E.B.A.E” o “E.B.B.A”.
2) Cuando la forma escogida fuese la de la sociedad anónima, las respectivas acciones serán
obligatoriamente nominativas, no transferibles por endoso.
3) Las empresas binacionales con sede en uno de los países podrán establecer en el otro
sucursal, filiales o subsidiarias, observando las respectivas legislaciones nacionales en cuanto
a objeto, forma y registro.

Jurisdicción internacional

La LS no contiene una norma en tal sentido.

Si se trata de una controversia societaria de una sociedad encuadrable en el art. 118, los jueces del
lugar de constitución de la sociedad tienen jurisdicción. Es una aplicación del fórum causae.

Si la sociedad es de las del art. 124 (sede u objeto principal en la República) la jurisdicción es de los
jueces locales, porque la sociedad se considera argentina.

Si la controversia no tiene naturaleza societaria hay que aplicar las reglas generales para los
contratos, se aplica entonces, el lugar de cumplimiento o domicilio del demandado en defecto de
prórroga de jurisdicción.

Tratado de Montevideo

La ley del domicilio comercial rige la calidad del documento que requiere el contrato de sociedad.

Los requisitos de forma del contrato se rigen por la ley del lugar de su celebración.

Las formas de publicidad quedan sujetas a lo que determine cada Estado.

En cuanto al contenido del contrato social, las relaciones jurídicas entre los socios, entre éstos y la
sociedad y entre la misma y terceros, se rigen por la ley del Estado en donde la sociedad tiene
domicilio comercial.

Las sociedades mercantiles se regirán por las leyes del Estado de su domicilio comercial, serán
reconocidas de pleno derecho en los otros Estados contratantes y se reputarán hábiles para ejercer
actos de comercio y comparecer en juicio.

Para el ejercicio habitual de los actos comprendidos en el objeto de su institución, se sujetarán a las
prescripciones establecidas por las leyes del Estado en el cual intentan realizarlos.

Los representantes de dichas sociedades contraen para con terceros las mismas responsabilidades
que los administradores de las sociedades locales.

Si la sociedad es de tipo desconocido puede ejercer actos de comercio, pero sujetándose a las
prescripciones locales.

Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Sociedades Mercantiles (CIDIP


II)

Aprobado por ley 22.921. La existencia, capacidad, funcionamiento y disolución de las sociedades
mercantiles se rigen por la ley del lugar de su constitución.

Calificación autárquica de “ley del lugar de su constitución”: la del Estado donde se cumplan los
requisitos de forma y fondo requeridos para la creación de dichas sociedades.

Recoge el principio de hospitalidad: las sociedades mercantiles debidamente constituidas en un


Estado serán reconocidas de pleno derecho en los demás Estados.
El reconocimiento de pleno derecho no excluye la facultad del Estado para exigir comprobación de la
existencia de la sociedad conforme a la ley del lugar de su constitución.

La capacidad reconocida a las sociedades constituidas en un Estado podrá ser mayor que la
capacidad que la ley del Estado de reconocimiento otorgue a las sociedades constituidas en este
último.

Es una derivación lógica del principio de capacidad. La sociedad no puede tener más capacidad en el
extranjero que la que le confiere su lex societatis. Se trata de una aplicación del trato nacional,
cualquiera que sea el tipo de normas que otorga mayor capacidad a la sociedad extranjera.

Para el ejercicio directo o indirecto de los actos comprendidos en el objeto social de las sociedades
mercantiles, éstas quedarán sujetas a la ley del Estado donde los realizaren. Es decir que para esos
actos la capacidad es la del Estado nacional y no la extranjera. No se refiere solo a las normas
nacionales societarias sino a todas las que comprenden el ordenamiento nacional, como si celebra
contratos. Lo mismo rige para el control que una sociedad mercantil, que ejerza el comercio en un
Estado, obtenga sobre una sociedad constituida en otro Estado.

Si la sociedad extranjera pretende instalar la sede efectiva de su administración central en otro


Estado, podrá ser obligada a cumplir con los requisitos establecidos en la legislación de ese Estado.

Convención sobre Reconocimiento de la Personería Jurídica de las Sociedades, Asociaciones y


Fundaciones Extranjeras de La Haya (ley 24.409)

La personería jurídica adquirida por una sociedad, una asociación o una fundación, en virtud de la
legislación del Estado contratante en el que han sido cumplidas las formalidades de registro o de
publicidad y en el que se encuentra su sede estatuaria, será reconocida de pleno derecho en los otros
países contratantes, siempre que implique, además de la capacidad para promover acción judicial,
por lo menos la capacidad de poseer bienes y de concluir contratos y otros actos jurídicos.

La personería jurídica adquirida sin las formalidades de registro o de publicidad, será reconocida de
pleno derecho, bajo las mismas condiciones, si la sociedad, la asociación o la fundación hubieran sido
constituidas de conformidad con la legislación que la rige.

La personería jurídica adquirida conforme a las disposiciones del artículo I, podrá no ser reconocida
en otro Estado contratante cuya legislación tome en consideración la sede real, si esa sede es
considerada como encontrándose en su territorio.

La personería no podrá ser reconocida en otro Estado contratante cuya legislación tome en
consideración la sede real, si esa sede es considerada allí como encontrándose en un Estado cuya
legislación la toma igualmente en consideración.

La sociedad, la asociación o la fundación será considerada como teniendo su sede real en el lugar en
que haya establecido su administración central.

Las disposiciones de los apartados 1 y 2 no serán aplicables si la sociedad, la asociación o la fundación


trasladan, dentro de un plazo razonable, su sede real a un Estado que concede la personería sin tener
en cuenta a esa sede.

Capacidad: se otorga a las sociedades, asociaciones y fundaciones extranjeras, como mínimo tres
capacidades; a) capacidad para promover acción judicial y ser demandada, b) poseer bienes y c)
concluir contratos y otros actos jurídicos.

También podría gustarte