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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

Nombre: López Guzmán Aldo César Cuenta: 316727905


Título: Avance Fecha: 20/03/22
Introducción
La cordura consiste en un hecho social normal a todas las sociedades modernas. Tal hecho
se ha construido también como un discurso desde distintas instituciones a partir del siglo
XIX, sin embargo, sus características, sus formas, a lo largo del tiempo han cambiado sin
perder necesariamente el entendimiento que de él se tiene. La medicina, la ciencia y la
psiquiatría han sido las principales ramas de estudio que han abordado el entendimiento y
trato de la locura de manera explícita, pero a su vez han definido, implícitamente, a la
cordura.

Uno de los principales intereses de la sociología de la locura responde al estudio de


la cordura misma. Desde esta perspectiva se defiende y entiende a la cordura como un
hecho eminentemente social y no como un factor biológico, de salud o genético: la cordura
está en el reconocimiento de la sociedad sobre los individuos, no en los individuos per se.
Así, uno de los abordajes respecto a la cordura por parte de la sociología de la locura se
encuentra en analizar los discursos construidos en su entorno.

A partir del siglo XX la “salud mental” ha sido atribuida a la cordura mientras que
la “enfermedad mental” lo ha sido a la locura; ahora, si bien el tema de las enfermedades
mentales corresponde a la sociología de las enfermedades mentales y no a la sociología de
la locura, la relación entre ambas es estrecha. Foucault ha mostrado cómo se ha construido
un discurso alrededor de la locura desde la época clásica por parte de la psiquiatría-
medicina y el derecho, mientras que Szasz ha identificado un discurso construido hacia las
enfermedades mentales desde la política.

El discurso que aquí analizamos responde justamente al de la “salud mental” a


finales del siglo XX limitado a una conferencia ofrecida por Bill Clinton en la Casa Blanca
en 1999. Las preguntas a las que buscamos responder son ¿cómo se construye

[1]
discursivamente a la “salud mental” (cordura) desde la política?, y, de forma más
ambiciosa, ¿de qué manera el discurso político legitima el mito sobre la cordura? Las cuales
serán respondidas a partir de dos herramientas: la construcción de las representaciones de
los actores sociales y la representación de los procesos. El posicionamiento desde el que se
trabaja es la sociología de la locura de manera crítica y el análisis crítico del discurso.

Tabla guía

Herramienta Objetivo Instrumento


Construcción de Identificación de las Características de los
representaciones de los capacidades mentales. enfermos mentales.
actores sociales Categorización de la salud Particularidades laborales
mental. de la salud mental.
Representación de los Nombramiento de los Descripción de las
procesos decretos presidenciales. propuestas presidenciales.

Uso de herramientas

Para hacer uso de las herramientas que disponemos se retomarán párrafos o frases clave
ofrecidas por Bill Clinton.

Construcción de representaciones de los actores sociales.

Para construir las representaciones de los enfermos mentales y las particularidades de


quienes gozan de una adecuada salud mental es evidente un discurso con dos sentidos: el
primero responde a una construcción de la otredad, de qué caracteriza al enfermo mental o
“loco” y el segundo responde a las capacidades laborales que tienen las personas “sanas
mentales” o “cuerdas”, así como el gasto económico que corresponde tanto a locos como
cuerdos.

Un primer ejemplo se evidencia en:

Este es un momento de gran esperanza para las personas que viven con
enfermedades mentales.

[2]
En él se expone un eje correspondiente a un momento preciso históricamente (1999, finales
del siglo XX) que se caracteriza por contener todas las posibilidades de ofrecer esperanza a
las personas con enfermedades mentales, como una posibilidad de cambiar su condición
hacia algo deseable, la salud mental.

Otros dos ejemplos se enfocan en la agencia de las personas con enfermedades mentales
para hacer lucha frente a sus derechos de trato y salud:

1. La verdadera historia aquí está en las personas que ya han hablado, en sus historias
de valor y lucha, de resistencia y esperanza.
2. Está claro que las personas con enfermedades mentales siempre han tenido que
luchar para ser tratadas de forma justa y recibir el tratamiento que necesitan, y
todavía lo hacen.

En ellos se entiende a los enfermos mentales como un grupo caracterizado por luchar para
obtener un reconocimiento igual de válido que el de las personas con salud mental. Sin
embargo, el discurso cambia lentamente a ofrecer una perspectiva donde los enfermos
mentales son entendidos como otro inferior.

Hace ciento cincuenta años tuvimos que aprender a tratar a las personas con
enfermedades mentales como seres humanos básicos. Hace treinta años tuvimos que
aprender que las personas con enfermedades mentales debían ser tratadas como
individuos, no como una turba sin rostro.

Aquí son las personas con salud mental quienes se encuentran en la posición superior pero
capaces de “aprender”, de manera histórica, a “tratar” adecuadamente a las personas con
enfermedades mentales. Además, la enfermedad mental se individualiza, se transcribe al
individuo y con ello la responsabilidad.

Finalmente, este eje culmina con el posicionamiento superior y la mayor agencia por parte
de las personas con salud mental:

Tenemos que hacer más para llegar a los jóvenes con problemas. Uno de cada diez
niños sufre alguna forma de enfermedad mental, desde una depresión leve hasta una
enfermedad mental grave. Pero menos del 20% recibe un tratamiento adecuado.

[3]
La evolución del discurso se resume primero en reconocer la agencia de las personas con
enfermedades mentales, pero en segundo lugar son las personas con salud mental quienes
tienen la mayor agencia, son ellas las “llegan” a los enfermos mentales entendidos como
“un problema”, pero específicamente a la población juvenil.

En otra perspectiva, la capacidad laboral es nombrada como una característica de quienes


tienen salud mental. Los seguros de salud no contemplan la salud mental porque se
desconfía en los trabajadores que pueden hacer uso excesivo de este recurso.

Los planes de seguros afirman que la paridad en materia de salud mental hará que
los costes y las primas se disparen. Las empresas creen que los empleados harán un
uso excesivo de los servicios de salud mental, lo que hará imposible que los
empleadores ofrezcan un seguro médico.

La responsabilidad aquí recae sobre las empresas, las cuales niegan una paridad en los
planes de salud y con ello no se otorgan licencias por enfermedad a los enfermos mentales.
La postura se sostiene en los altos costes que traería para las empresas de seguros. Ahora
bien, para evitar estas pérdidas económicas la solución se sostendrá en los avances
médicos.

1. Los nuevos medicamentos y los mejores servicios sanitarios comunitarios están


ayudando incluso a las personas con las enfermedades mentales más graves a llevar
una vida más sana y productiva.
2. Debemos hacer más para ayudar a las personas con enfermedades mentales a
reincorporarse al mundo laboral

Finalmente, aquí se observa que a las personas con enfermedades mentales se les puede
intervenir mediante medicamentos y servicios que no necesariamente “los curan”, sino que
los mantienen como personas productivas, entendiendo la capacidad de productibilidad
como una característica de una “vida sana”, y de la misma manera, son las personas con
salud mental quienes tienen la capacidad de actuar y decidir por los enfermos mentales.

Representación de los procesos.

[4]
En este apartado se observan las propuestas ofrecidas desde el gobierno frente a los
ciudadanos y empresas en torno a la salud y la enfermedad mental. Bill Clinton describe
cinco pasos del proceso y un plan de trabajo en escuelas.

1. Estoy utilizando mi autoridad como Presidente para garantizar que la mayor


aseguradora privada de nuestro país, el Plan de Prestaciones Sanitarias para
Empleados Federales, ofrezca plena paridad para la salud mental.
2. Hoy he pedido a la HCFA, la Administración de Financiación de la Atención
Sanitaria, que haga más para animar a los Estados a coordinar mejor los servicios de
salud mental, desde la medicación hasta los programas dirigidos a las personas con
los trastornos mentales más graves, para los millones de personas con enfermedades
mentales que dependen de Medicaid.
3. He pedido al Congreso que apruebe la "Ley de Mejora de los Incentivos Laborales",
que permitirá a las personas con discapacidades adquirir un seguro médico a un
coste razonable cuando vuelvan a trabajar.
4. Es más importante que nunca que el Congreso apruebe la Carta de Derechos de los
Pacientes
5. Este año solicitamos el mayor aumento de la historia, unos 70 millones de dólares
para ayudar a más comunidades a prestar más servicios de salud mental. Y pedí al
Congreso que financiara totalmente esta propuesta

Hoy me complace anunciar un nuevo programa nacional de formación en seguridad


escolar para profesores, escuelas y comunidades, con el fin de ayudarnos a
identificar a los niños con problemas y ofrecerles mejores servicios de salud mental
en las escuelas.

Los primeros 5 puntos nos demuestran las órdenes dadas desde el gobierno a empresas de
seguros para la atención y tratamiento de los enfermos mentales, pero también es evidente
que la enfermedad mental se encuentra situada en la discapacidad laboral. Los servicios de
salud y las leyes propuestas reflejan sólo la intervención en interés a no tener pérdidas
económicas, dicha intervención apuesta, además, por la medicalización como un paliativo
que permite a los enfermos mentales mantenerse activos laboralmente.

[5]
En el programa educativo-laboral se busca llegar a las infancias dentro de las escuelas, pero
se afirma nuevamente que la enfermedad mental corresponde a un problema que debe ser
tratado. Para ello se capacita a profesores y comunidades para que intervengan cuando
identifiquen dichos problemas.

Interpretación (Conclusión)

Lo que se logró observar en los ejemplos obtenidos corresponde primero a una


construcción de los enfermos mentales como “un problema” social, pero con
responsabilidad individual, sin embargo, dicho problema sólo es entendido en correlación
con las capacidades laborales para las empresas. Para Estados Unidos, un país del que
sabemos sostiene una gran privatización de servicios, entre ellos el de salud, la enfermedad
mental como algo no medible de manera tan estricta como “la presión arterial” contribuye
pérdidas económicas para las empresas. Desde la política estadounidense la construcción
del enfermo mental se sostiene sobre un problema que merece ser intervenido para que
labore y, de manera contraria, quien tiene salud mental no es entendido como un problema
y su característica principal radica en su capacidad de productibilidad.

La legitimación del mito de la cordura se sostiene gracias a perspectiva de entenderla como


algo deseable y a lo cual hay que aspirar. El cuerdo se encuentra integrado socialmente,
está cohesionado, pero el loco es excluido, alejado. Intervenir consiste en volver
productivos a los enfermos mentales, no en “curar” aquello que también ha sido construido
socialmente, la enfermedad mental. La medicalización y los servicios de salud mental son
deseables no para “curar”, sino para mantener orden y consumo en una sociedad regida por
el consumismo.

[6]
Verde: “Nosotros”
Turquesa: “Ellos”
Rojo: Nacionalismo
Rosa: Religión
Amarillo: Reconocimiento
Morado: Ciencia
Azul: Empresas/trabajo
Rojo oscuro: Gobierno

Discurso en la Conferencia de la Casa Blanca sobre Salud Mental


7 de junio de 1999
El Presidente. Muchas gracias. Quiero, en primer lugar, agradecerles a todos por haber
venido, a los miembros del Congreso de ambos partidos, a los miembros de nuestra
administración, pero también a la comunidad en general representada aquí en esta sala y en
todos nuestros sitios.
Creo que esta ha sido una experiencia verdaderamente notable para todos nosotros,
estimulante, conmovedora y humilde. Creo que es porque es muy real, y hacía demasiado
tiempo que no nos reuníamos por algo tan real, que nos afecta a tantos.
Este es un momento de gran esperanza para las personas que viven con enfermedades
mentales y, por tanto, un momento de gran promesa para nuestra nación. Sabemos mucho
al respecto; sabemos mucho más de lo que la mayoría de nosotros sabemos, como hemos
comprobado hoy. Y queríamos celebrar esta conferencia para hablar de lo lejos que hemos
llegado y también para mirar hacia el futuro.
Todos sabemos que no estaríamos aquí hoy sin el compromiso de Tipper Gore. Le pedí que
fuera mi asesora nacional para las enfermedades mentales porque sabe más y se preocupa
más por este tema que cualquier otra persona que conozca personalmente. Se ha dedicado a
hacer de esto una prioridad de la política nacional y de la vida privada. Y creo que todos
estamos muy, muy en deuda con ella.
También me gustaría decir una palabra más sobre Tipper y sobre el Vicepresidente, sobre la
forma en que han tratado este asunto como familia y los regalos que han hecho a Estados

[7]
Unidos, remontándose a la época en que todos nos convertimos en un equipo en las
elecciones de 1992, cuando comenzaron sus conferencias familiares anuales. Todas las
personas de la vida pública hablan de los valores familiares. Ninguna pareja en la vida
pública ha hecho ni remotamente tanto para tratar de averiguar lo que significaría convertir
esos valores familiares en mejoras reales y concretas en la vida de las familias corrientes
como lo han hecho Al y Tipper Gore durante un largo período de tiempo.
Me siento como un anticlímax en esta convención -no por las razones que piensan los
periodistas políticos- [risas], sino porque la verdadera historia aquí está en las personas que
ya han hablado, en sus historias de valor y lucha, de resistencia y esperanza. Los
estadounidenses con enfermedades mentales deberían tener la misma oportunidad que
tienen todos los estadounidenses de vivir al máximo de la capacidad que Dios les ha dado.
Son, tal vez, sólo el último de los retos que tenemos como pueblo para continuar la labor de
nuestros Fundadores, para ampliar el círculo de oportunidades, para profundizar en el
significado de la libertad, para fortalecer los lazos de nuestra comunidad.
Pero qué desafío ha sido. Está claro que las personas con enfermedades mentales siempre
han tenido que luchar para ser tratadas de forma justa y recibir el tratamiento que necesitan,
y todavía lo hacen. Hemos avanzado mucho apelando a los mejores ángeles de nuestra
naturaleza, recurriendo a nuestra profunda creencia en la igualdad, pero también
escuchando estas historias.
Así que, una vez más, quiero dar las gracias a Mike, a John, a Jennifer, a Robin y al Dr.
Burton. Agradezco al Dr. Hyman, al Dr. Koplewicz. Agradezco a Lynn Rivers.
Creo que todos nosotros podemos recordar algún momento de nuestras vidas en el que,
debido a algo que ocurrió en nuestras familias o a algo que alguien que conocíamos
escribió o dijo, empezamos a ver este tema de una manera diferente. Yo mismo me siento
especialmente en deuda con la valentía de mi amigo el gran escritor William Styron por
escribir el libro que escribió sobre su propia depresión. Pero creo que no basta con
conmoverse. Tenemos que tener esperanza, y luego tenemos que tener algún sentido sobre
hacia dónde vamos.
No fue casualidad que todos ustedes aplaudieran con fuerza cuando el Dr. Hyman nos
mostró imágenes del cerebro. Recuerdo cuando Hillary y yo nos conocimos y empezamos a
ir juntos hace 28 años, y ella trabajaba en el Centro de Estudios Infantiles de Yale y en el
hospital, y empezamos a hablar de todo esto. Como muchos jóvenes estudiantes de la
época, yo había estado muy influenciado por el libro de Thomas Kuhn, "La estructura de la
revolución científica". Y empecé a preguntarme si alguna vez desarrollaríamos una teoría
completamente unificada de la mente y el cuerpo, si alguna vez aprenderíamos que en el
fondo no hay líneas divisorias artificiales entre nuestras afecciones. El proyecto del genoma
humano, como han oído explicar hoy, nos ofrece la mejor oportunidad que hemos tenido
nunca de que nuestra ciencia esté a la altura de nuestras aspiraciones a la hora de aprender a
tratar este y todos los demás problemas.

[8]
Así que esto ha sido para mí no sólo emocionalmente gratificante, sino intelectualmente
reafirmante. Y espero que lo haya sido para todos ustedes. Llevamos mucho tiempo en esto.
Hace ciento cincuenta años tuvimos que aprender a tratar a las personas con enfermedades
mentales como seres humanos básicos. Hace treinta años tuvimos que aprender que las
personas con enfermedades mentales debían ser tratadas como individuos, no como una
turba sin rostro.
Hemos trabajado duro para derribar algunas de las barreras para las personas que viven con
enfermedades mentales. El viernes, como muchos de ustedes saben, ordené a todas las
agencias federales que se aseguraran de que sus prácticas de contratación dieran a las
personas con discapacidades mentales las mismas oportunidades de empleo que a las
personas con discapacidades físicas. El sábado, Tipper y yo hicimos juntos el discurso
radiofónico y anunciamos que Tipper presentará nuestra nueva campaña para luchar contra
el estigma y disipar los mitos sobre las enfermedades mentales.
Pero todos los que habéis tenido esto en vuestras vidas, o en las de vuestras familias, sabéis
que las actitudes están bien, pero el tratamiento es lo más importante. Por desgracia,
demasiadas personas con enfermedades mentales no reciben ese tratamiento porque
demasiados de nuestros planes de salud y empresas no ofrecen una cobertura igualitaria de
las enfermedades mentales y físicas o por la insuficiencia de la financiación y las ayudas
políticas del Gobierno.
He escuchado historias desgarradoras de personas que se esfuerzan por cuidar de sus
familias y un día les sobreviene una enfermedad mental. Y cuando intentan obtener ayuda,
se enteran de que los planes de salud con los que contaban, los planes que cubrirían el
tratamiento de la presión arterial alta o las enfermedades cardíacas, limitan estrictamente la
atención a la salud mental y no la cubren en absoluto. ¿Por qué? Por la ignorancia sobre la
naturaleza de las enfermedades mentales, el coste de su tratamiento y, como nos dijo el Dr.
Burton, el coste de no tratarlas.
Un estudio reciente demostró que la mayoría de los estadounidenses no creen que las
enfermedades mentales puedan ser diagnosticadas con precisión o tratadas eficazmente. Si
no conseguimos mucho más de esta histórica conferencia que cambiar las actitudes de la
mayoría, habrá estado bien hecha, sólo en ese aspecto.
Los planes de seguros afirman que la paridad en materia de salud mental hará que los costes
y las primas se disparen. Las empresas creen que los empleados harán un uso excesivo de
los servicios de salud mental, lo que hará imposible que los empleadores ofrezcan un
seguro médico. Ahora bien, puede haber argumentos al margen en ambos lados de estas
cuestiones, pero creo que proporcionar la paridad es algo que podemos hacer a un coste
razonable, beneficiar a millones de estadounidenses y, a largo plazo, tener un país más sano
y reducir los costes de la atención sanitaria.
Como hemos vuelto a escuchar hoy, las enfermedades mentales pueden ser diagnosticadas
con precisión y tratadas con éxito, al igual que las enfermedades físicas. Los nuevos
medicamentos y los mejores servicios sanitarios comunitarios están ayudando incluso a las

[9]
personas con las enfermedades mentales más graves a llevar una vida más sana y
productiva. Nuestra capacidad para tratar la depresión y el trastorno bipolar es incluso
mayor que nuestra capacidad para tratar algunos tipos de enfermedades cardíacas.
Pero si no se tratan, las enfermedades mentales pueden salirse de control, al igual que el
coste de la atención sanitaria mental. Un estudio reciente del Banco Mundial muestra que
las enfermedades mentales son una de las principales causas de discapacidad y de la carga
económica que conllevan. Aquí en Estados Unidos, las enfermedades mentales no tratadas
cuestan decenas de miles de millones de dólares cada año. La pérdida de potencial humano
es asombrosa.
Hasta ahora, 24 Estados y un gran número de empresas han comenzado a ofrecer paridad a
sus ciudadanos y a sus empleados. Los informes muestran que la paridad no está
aumentando notablemente los costes de la atención sanitaria. Por ejemplo, Ohio ofrece
paridad total a todos sus empleados estatales y no ha visto aumentar los costes. Como
hemos oído, el programa de tratamiento de la salud mental de los empleados de Bank One
le ha ayudado a reducir los costes de tratamiento directo de la depresión en un 60%.
Como nación fundada en el ideal de la igualdad, ya es hora de que nuestros planes de salud
traten a todos los estadounidenses por igual. El gobierno puede y debe liderar el camino
para afrontar este reto.
En 1996 pedí al Congreso que hiciera de la paridad para la salud mental una prioridad. Me
sentí orgulloso de firmar la Ley de Paridad en Salud Mental, que prohibía a los planes de
salud establecer límites anuales y vitalicios más bajos para la atención de la salud mental
que para otros servicios médicos.
De nuevo quiero decir, ya que tenemos tantos congresistas aquí, que Tipper Gore fue muy
importante en eso. Pero también me conmovió profundamente el amplio y profundo apoyo
bipartidista de los congresistas de ambas Cámaras que tuvieron experiencias personales que
compartieron con otros diputados y que ayudaron a cambiar América.
La ley fue un buen primer paso. Y me complace anunciar, con la secretaria Herman aquí,
que el Departamento de Trabajo lanzará ahora un esfuerzo nacional para educar a los
estadounidenses sobre sus derechos bajo la ley existente, porque mucha gente ni siquiera
sabe que se aprobó.
Pero cuando las aseguradoras pueden eludir la ley limitando el número de visitas al médico
en caso de enfermedad mental, cuando las familias se enfrentan a copagos más altos por la
atención de la salud mental que por las dolencias físicas, cuando las personas que viven con
enfermedades mentales se ven obligadas a esperar hasta que su enfermedad les incapacite
para recibir el tratamiento que necesitan, sabemos que tenemos que hacer más.
Así que, ¿a dónde vamos a partir de aquí? En primer lugar, estoy utilizando mi autoridad
como Presidente para garantizar que la mayor aseguradora privada de nuestro país, el Plan
de Prestaciones Sanitarias para Empleados Federales, ofrezca plena paridad para la salud
mental.

[10]
Hoy Janice Lachance, directora de la OPM, informará a casi 300 planes de salud de todo
Estados Unidos de que, para participar en nuestro programa, deben ofrecer la misma
cobertura para las enfermedades mentales y físicas. Con este único paso, 9 millones de
estadounidenses tendrán un seguro médico que ofrezca los mismos copagos para las
enfermedades mentales que para cualquier otra enfermedad, el mismo acceso a los
especialistas, la misma cobertura para la medicación, la misma cobertura para la atención
ambulatoria.
Hace treinta y seis años el presidente Kennedy dijo que teníamos que devolver la salud
mental a la corriente principal de la medicina estadounidense. Hace 36 años lo dijo, y
todavía estamos esperando. Hoy tenemos que dar más pasos para devolver a los americanos
a la corriente principal de la vida americana. Pido ahora al Congreso que haga su parte
celebrando audiencias sobre la paridad de la salud mental.
Lo segundo que tenemos que hacer es llegar a las personas más necesitadas. Hoy he pedido
a la HCFA, la Administración de Financiación de la Atención Sanitaria, que haga más para
animar a los Estados a coordinar mejor los servicios de salud mental, desde la medicación
hasta los programas dirigidos a las personas con los trastornos mentales más graves, para
los millones de personas con enfermedades mentales que dependen de Medicaid.
En tercer lugar, debemos hacer más para ayudar a las personas con enfermedades mentales
a reincorporarse al mundo laboral. He pedido al Congreso que apruebe la "Ley de Mejora
de los Incentivos Laborales", que permitirá a las personas con discapacidades adquirir un
seguro médico a un coste razonable cuando vuelvan a trabajar. Ningún estadounidense
debería tener que elegir nunca entre mantener la asistencia sanitaria y mantener a su
familia.
En cuarto lugar, con un número cada vez mayor de personas con discapacidades mentales
en los planes de atención administrada, es más importante que nunca que el Congreso
apruebe la Carta de Derechos de los Pacientes.
En quinto lugar, este año solicitamos el mayor aumento de la historia, unos 70 millones de
dólares para ayudar a más comunidades a prestar más servicios de salud mental. Y pedí al
Congreso que financiara totalmente esta propuesta. La ausencia de servicios y de
financiación adecuada y de apoyo institucional para, a veces, incluso los problemas de
salud mental más graves es una fuente de profunda preocupación para aquellos de ustedes
que realmente saben lo que está pasando ahí fuera.
Sé que me conmovió increíblemente el artículo de portada de la revista dominical del New
York Times de hace un par de semanas, y sé que a muchos de ustedes también. Y leí ese
artículo con mucha atención. Hablé con Hillary sobre ello; hablé con Al y Tipper sobre
ello; y me pregunté entonces -y todavía me pregunto- qué más podemos hacer para afrontar
algunas de las increíbles tragedias que eran claramente evitables, claramente documentadas
en ese importante artículo. Este es un buen comienzo, y espero que el Congreso lo financie.

[11]
Y por último, es profundamente significativo lo que hemos escuchado sobre los niños.
Tenemos que hacer más para llegar a los jóvenes con problemas. Uno de cada diez niños
sufre alguna forma de enfermedad mental, desde una depresión leve hasta una enfermedad
mental grave. Pero menos del 20% recibe un tratamiento adecuado.
Una de las estadísticas más aleccionadoras que he escuchado en todo esto es que la mayoría
de los jóvenes que se suicidan -ahora la tercera causa de muerte en los adolescentes,
especialmente los homosexuales- están profundamente deprimidos. Sin embargo, la
mayoría de los padres cuyos hijos se quitaron la vida dicen que no reconocieron la
depresión de sus hijos hasta que fue demasiado tarde.
La tragedia del instituto Columbine, como dijo Hillary, fue para todos nosotros una llamada
de atención. No podemos permitirnos esperar a que ocurra la tragedia para atender a los
jóvenes con problemas. Hoy me complace anunciar un nuevo programa nacional de
formación en seguridad escolar para profesores, escuelas y comunidades, con el fin de
ayudarnos a identificar a los niños con problemas y ofrecerles mejores servicios de salud
mental en las escuelas.
Este nuevo programa es el resultado de una notable colaboración entre la Asociación
Nacional de Educación, EchoStar y los miembros de la Learning First Alliance, a la que se
han unido los Departamentos de Educación, Justicia y Salud y Servicios Humanos. Este
otoño, el Vicepresidente y Tipper darán el pistoletazo de salida a la primera sesión de
formación, que se transmitirá por satélite a más de 1.000 comunidades de todo el país.
Estamos muy agradecidos a EchoStar, una empresa de satélites con sede en Littleton
(Colorado), y a su socio, Future View, por ayudar a hacer esto posible donando antenas
parabólicas a 1.000 distritos escolares, y 40 horas de tiempo libre. Quiero pedir a las
empresas y emisoras de todo el país que sigan el ejemplo de EchoStar y donen su tiempo,
su experiencia y sus equipos para ayudar a garantizar que todos los distritos escolares de
Estados Unidos puedan participar en este importante programa de formación.
Ahora quiero presentar a dos de las personas que están mostrando este tipo de liderazgo: el
presidente de la NEA, Bob Chase, y Bill Vanderpoel, el vicepresidente de EchoStar. Me
gustaría pedirles que suban y hablen un poco de lo que van a hacer. Démosles un gran
aplauso. [Aplausos]
[En este punto, Robert F. Chase, presidente de la Asociación Nacional de Educación, y
William Vanderpoel, vicepresidente de desarrollo de negocios de EchoStar
Communications Corp. hicieron breves comentarios].
El Presidente. Muchas gracias a ambos. Ahora, me gustaría pedirle a Tipper que suba una
vez más para que todos podamos decirle lo agradecidos que estamos, y permítanme decir
esto. Probablemente vieron un poco por la forma en que posicionó a Al a tiempo y
posicionó a Hillary a tiempo - creo que voy a empezar a llamarla "Sargento" a sus espaldas.
[Risas] Ella nos ha conducido a todos. Hemos llegado a tiempo; hemos estado en el lugar
que debíamos estar; hemos dicho lo que debíamos decir; hemos terminado a tiempo. Así

[12]
que no sólo tiene una gran sensibilidad; tiene una capacidad organizativa fenomenal, y
estamos muy agradecidos por ella. Gracias. [Aplausos]
Ahora, me gustaría pedirle a Hillary y al Vicepresidente que se acerquen también.
[Aplausos] Muchas gracias a todos. Que Dios los bendiga.
NOTA: El Presidente habló aproximadamente a las 14:00 horas en el Auditorio Blackburn
de la Universidad de Howard. En sus comentarios, se refirió a los siguientes participantes
en la conferencia: Mike Wallace, coeditor del programa de noticias de la CBS "60 Minutes"
y enfermo de depresión clínica; John Wong, enfermo de esquizofrenia; Jennifer Gates,
enferma de anorexia nerviosa; Robin Kitchell, cuyo hijo padece trastorno bipolar, trastorno
por déficit de atención y problemas de aprendizaje; el Dr. Wayne Burton, M.D., primer
vicepresidente/director médico corporativo de Bank One Corp.; el Dr. Steven E. Hyman,
M.D., director del Instituto Nacional de Salud Mental; y el Dr. Harold S. Koplewicz, M.D.,
fundador y director del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York. La
transcripción publicada por la Oficina del Secretario de Prensa también incluía los
comentarios de Tipper Gore, el Vicepresidente Al Gore, el Dr. Burton, la Primera Dama, el
Dr. Hyman y el Dr. Koplewicz. Una parte de estos comentarios no pudo verificarse porque
la cinta estaba incompleta.

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